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El personaje de "El Aleph" cuenta la historia que ocultó Borges (página 2)



Partes: 1, 2, 3

 

"- ¿Te interesa esa literatura?

Me di cuenta que aún tenía el Kamasutra en
mis manos.

No pude evitar balbucir algunas palabras
incoherentes.

Durante muchos años mi cerebro se
había modelado para teorizar sobre fórmulas
físicas; no estaba educado para el arte del amor.
Carecía del refinamiento de un Casanovas o un Don Juan,
pero de cualquier manera, el sexo no me era
ajeno.

Enseguida me di cuenta que ella tenía plena
conciencia de
sentirse dueña y señora de la
situación.

No esperé su pregunta a propósito del
relato inédito de Borges.

"- Me he sentido fascinado con el cuento.
¿Cuál es tu relación con Borges?
¿Acaso lo que él deja traslucir en el relato? Por
otra parte…, ¿por qué no lo ha publicado
aún? ¿O se trata de un trabajo
reciente?

"- ¡Oh, querido Ernesto! ¡Muchas
preguntas de golpe! Es largo de contar. Efectivamente, yo tuve
una relación amorosa con Borges. Claro que no como lo
cuenta en ese escrito. Con respecto al trabajo literario, calculo
que Borges lo debe haber elaborado unos años a esta
parte.

"-¿Tanto? ¿Y por
qué…?

"-¿No lo ha publicado…? He ahí
parte del misterio. Ya te dije que la idea es que forme parte
de un libro de
cuentos; tal
vez aún le falte completarlo.

Sin dar crédito
a lo que había escuchado, imprevistamente, Beatriz Viterbo
me tomó de la cintura y selló su boca con la
mía. En medio de un no disimulado estupor, me quedé
rígido durante unos segundos.

De pronto, movilizado por uno de mis resortes
cerebrales, una onda eléctrica rasgó las improntas
sensibles de mi carne, y el animal instintivo se puso en movimiento.
Mis brazos se apretaron a su espalda como una morsa mientras una
implosión feroz abría una zanja en mi
cerebro.

Segundos después, sentí que sus manos
echaban hacia atrás mi cintura. Fue en esos momentos
cuándo descubrí por primera vez la mirada
distante que palpitaba en sus ojos verdes. Beatriz
parecía mirar desde el fondo de los tiempos.

"- Funciona, Ernesto. Nuestras químicas son
compatibles. Me miras como si te hubiera besado el diablo…
Entre esto y la loca confesión respecto a el Aleph,
pareces más confundido que sapo entre dunas de arena, como
dice mi tío Villegas Haedo… ¿O es que la
confusión está más relacionada con mi
comportamiento
a lo George Sand? La sociedad no
está preparada para mujeres como yo,
Ernesto.

"- Es que…

"- …tú formas parte de la vieja escuela moralista
? se
había desprendido de mí, mientras
encendía un cigarrillo que había tomado de una
cigarrera plateada. Luego extrajo una botella, tomó dos
grandes vasos en sus manos de pianista y pronto escuché
que los bloques de hielo tintineaban sobre el pulido cristal.-
¿Bebes un wihsky conmigo? Pues bien?¡el pecado
del sexo! Prejuicios, estimado Ernesto, prejuicios. ¡Mi
amigo el científico está condicionado por los
prejuicios atávicos de la cristiandad! ¡Toda
la moral pasa
por la condición pecaminosa del sexo! ¡Ahí
está el rito satánico! ¡Cuidaos del maldito
becerro de oro!
¡Fuera la concupiscencia! Todo os estará permitido:
robos, matanzas legalizadas en nombre de los intereses
sacrosantos de la guerra;
estrupos, hipocresías,
egoísmos de todo
pelaje…, pero de sexo, ¡ni hablar! ¡Dios nos puso
la maquinaria de los genitales sólo para
procrear!

Beatriz reía con todo su cuerpo
desatado.

Cuando hube recompuesto mi equilibrio, le
pedí que me hablara de ella y de su relación con
Borges. Había recordado de pronto que el propio Borges se
había incorporado como protagonista del relato de marras.
Si uno era capaz de hacer creíbles las otras realidades
perturbadoras que se ocultaban a nuestros ojos, ¿por
qué no dar crédito a la confesión de
Beatriz? Me dispuse a escuchar su relato.

"-Durante casi quince años traté de
ocultarme de mi misma ; por eso abandoné la Argentina.
Querría enterrar en mi propia mente, un pasado doloroso y
obsesivo cuyo epicentro se gestara en la casona de la calle
Garay. Espera… Te pido por favor que no me interrumpas. Luego
sí, al final de mi exposición
contestaré todas tus dudas. ¿Sabes…?, es
demasiado complejo y profundo lo que voy a contarte; por eso temo
perder la ilación de algunos pensamientos. Carlos
Argentino es un primo hermano con el cuál me crié
durante la niñez y la adolescencia.
De alguna manera mi padre lo adoptó porque había
quedado huérfano… ¡Ay, Ernesto, Ernesto…!
¿Recuerdas eso de que la realidad supera a la
ficción?

"- Siempre, siempre…

"Pues bueno. Esta historia supera la
ficción más descabellada. Pero…te hablaba de
Argentino. Bien, sus padres habían muerto – bueno…,
habían muerto es una forma de decir-; en realidad
desaparecieron durante la última visita a la estancia que
poseían en Chacabuco. Nunca más se supo de ellos.
Cómo si la tierra se
los hubiere tragado. Durante la primera visita, se habló
de un suceso que conmocionó a la localidad. Todo el pueblo
hablaba de dos cadáveres de niños
que habían aparecido una madrugada de Julio de 1904, en la
Plaza, frente a la Municipalidad ; más exactamente en la
base del monumento al Libertador; dicen que tenían los
cuerpitos mutilados y que unos perros callejeros
estuvieron arrastrando los miembros de un lugar a otro. Los
más morbosos, hacen mención a que los canes
triscaban sobre los cadáveres de los niños como si
se tratara de restos de vacuno. Espera… no me digas nada
aún. Deja que extienda la historia. Cierto es que no hubo
fotos del
suceso… Incluso se dice que el propio jefe comunal
desalentó y desmintió los comentarios al respecto,
emplazando al director del pasquín del pueblo; parece que
el hombre era
del mismo palo político, así que no hubo problemas para
ganar su silencio. También se dijo que fue la propia
Cancillería- a tenor de la importancia social de las
familias involucradas- la que decidió tomar cartas en el
asunto. O sea, que si el hecho hubiere existido tal como
trascendió, nadie duda que con la ayuda del poder
político todo se pudiere haber ocultado, incluso los
cadáveres de los propios niños…. Sé que
estarás pensando que no podría haberse soslayado un
caso semejante, habida cuenta que la familia de
los niños hubiera armado un escándalo
mayúsculo. Pero esto no pasó, Ernesto ¿y
sabes por qué…?; porque los pequeños fueron
sacados de un orfanato, y porque el propio tutor de ellos, estaba
implicado en aquel plan
diabólico. Mis tíos volvieron a los tres meses; era
vox pópuli que ya se los veía raros. El resto de la
familia
sabía que habían contratado un mayordomo haitiano,
un ungán del vudú. Jamás se pudo saber si el
negro – misteriosamente desaparecido después de estos
sucesos- habría estado
relacionado con la historia de los niños mutilados. Nunca
pudimos saber tampoco como llegó a estas tierras. Lo que
sí sabemos es que mis tíos tuvieron activa
participación en esos ritos. Y estas no son
habladurías. Hay fotos domésticas que así lo
atestiguan Ernesto. Parece ser que el asunto de los sacrificios
era moneda corriente en ese grupo
tenebroso del que participaban mis tíos; que se trataba de
una secta introducida al país por un ruso vinculado
durante años con Rasputín- nada más y nada
menos-, y que el ruso éste estaba involucrado con el
sirviente negro. Te quiero aclarar que no estoy diciendo que esto
haya sido cosa del vudú; lo cierto es que el asunto
generó una verdadera conmoción entre todo la
parentela en general. Mis padres fueron los primeros en retirarle
la palabra; me refiero a mis tíos. Te voy a confesar algo
que nadie sabe, excepto por supuesto el núcleo familiar:
Daneri es un apellido falso. Por imposición de mi padre, y
a efectos de tratar de ocultar el escarnio y la vergüenza de
las acciones de
mis tíos, se le hizo creer a Carlos Argentino que su
apellido era Daneri. La familia- poderosa por cierto- se
encargó de extender un manto de olvido sobre todo
Ernesto…-
la voz se le había contraído como
un resorte-. Hay un sólo episodio que ha inspirado en
mí un sentimiento de conmiseración hacia Carlos
Argentino: mi primo tenía 6 años cuándo el
asunto de la desaparición de sus padres; lo encontraron
solito en la estancia casi en estado de inanición.
Más muerto que vivo Ernesto. Los padres, el negro,
ése supuesto ruso, y el resto de los integrantes de la
secta, de alguna manera lo habían dejado sólo.
Imagínate, la estancia esta como a 10 kilómetros
del pueblo así que el pobre niño no habría
sabido que hacer. Dicen que había perdido el habla.
Cuándo Borges hace mención en su relato de la
supuesta locura de mi primo, no es una mera especulación
de su parte. Carlos Argentino estaba loco de remate – y ahora lo
ésta más aún-. Cómo puedo explicarte
esto… Nadie quiso hacerse cargo de la verdad respecto a la
desaparición de sus padres, aunque ciertamente… creo que
no hubo forma de explicar lo inexplicable. El caso es que mi
primo sufrió un colapso mental de tal magnitud- derivado
claro, de los sucesos acaecidos en aquella localidad -, que poco
a poco fue degenerando en una alineación con marcados
condimentos místicos. Lo que cuenta Borges respecto a los
estrafalarios y estúpidos versos de Carlos Argentino es
real; la referencia a que mi primo quería versificar en
forma particular cada coto geográfico del planeta. A tenor
de sus exegetas, la acotación de Jorge Luis
formaría parte de una de esas "finas y sarcásticas
ironías borgeanas ".

Sin embargo?aunque te suene a increíble,
Carlos Argentino lo había asumido como proyecto
realizable; yo he debido soportar esas lecturas
pesadísimas e incoherentes sólo por una
cuestión de respeto a la
dignidad
humana. Pero… como se trata de un loco inofensivo, jamás
se pensó en internarlo. No me quiero perder… En fin, que
mi padre quería mucho a su hermano, y de ahí que la
adopción
de mi pobre primo fuera una cuestión de sincero afecto.
Disculpa…, creo que me he perdido un poco. ¡Ah,
sí!, te decía que el apellido Daneri es falso. La
realidad es que Carlos Argentino pertenece a una muy conocida
familia cuyo nombre he hecho juramento de no divulgar. Por eso la
historia está distorsionada; cuándo Borges la
relata cargando las tintas en este cuento que tituló el
Aleph, menciona el apellido Daneri sin saber la verdad respecto
al pasado de mi primo. Lo que jamás le voy a perdonar a
Jorge Luis, son las mentiras que cuenta en ese relato. Claro que
se trata de un cuento y yo sé que la ficción no
puede ni debe tener ataduras ¿no…? El tema es que me
involucra en forma directa y yo no voy a tolerar falsedades.
¿Quieres conocerlas? Toma nota. Una: hace mención a
mi muerte en
1929. Obviamente, falso. Dos: él sabe que yo me
marché a Europa y luego
sabe también de esa especie de retiro espiritual en medio
de la llanura bonaerense. Nada de esto forma parte del relato.
Puntualiza de manera enfática que la casona de la calle
Garay dónde vivíamos, fue demolida en Septiembre de
1933. Falso también. Tres: esos tales Zunino, Zungri y
Zunni, son nombres de fantasía del imaginario de Jorge
Luis. A mi criterio, se trata de uno de esos brulotes
irónicos que él suele utilizar cada vez que quiere
decir algo importante, cosa que no acostumbra a hacerlo en forma
directa. En este caso, no hace más que reflejar cierto
desprecio por la ola inmigratoria procedente del sur de la
península itálica, que, a tenor de él,
amenazaba apoderarse de la ciudad. ¿Te causa gracia?
Puedes ponerle una ficha a esto. A su vez, alude a la casona
haciendo aparecer a mi primo, como legítimo propietario.
Otra falsedad. La orfandad de Carlos Argentino, su absoluta
dependencia respecto a mi padre, había creado en él
un sordo aunque disimulado resentimiento, amén de un
complejo de inferioridad ostensible. Por eso le dijo a Borges que
él era el propietario de la casona. Pero hay más
respecto a las falsedades del relato. Durante el mismo, Borges
sugiere que yo le interesaba como mujer sin dar
mayores precisiones. No es del todo falso pero tampoco concuerda
con la objetividad de los hechos. No te olvides de un detalle del
cuento. Aquí está marcado. Si me permites… "
…en el piano inútil sonreía el retrato
anacrónico de Beatriz, en torpes colores. En aquel
momento no podía vernos nadie; en una desesperación
de ternura me aproximé al retrato y le dije:- Beatriz,
Beatriz Elena, Beatriz Elena Viterbo, Beatriz querida, Beatriz
para siempre, soy yo, soy Borges". Yo creo que cuándo
él decide participar en forma directa en el relato, lo
hace con un sentido catártico. Lo de siempre: una puntada
visible por aquí; otra puntada falsa por allá. Bien
a lo Borges. Yo te diré la verdad tal cómo se dio
sin ningún agregado subjetivo. El Aleph existe. Existe,
Ernesto. Por eso quería hablar contigo. De alguna forma su
existencia prueba en parte tus especulaciones respecto a un
Universo
invisible pero real, desquiciado pero concreto, al
que hicieras referencia en tu charla. El Aleph lo
descubrió Carlos Argentino por casualidad en una de sus
incursiones al sótano de la casona -aunque, como tú
bien sabes, la casualidad no existe-. Y esto se dio así,
pese a que mi padre nos había prohibido la visita a ese
lugar; parece ser que el asunto del famoso baúl al que
hace referencia Borges tenía un valor sagrado
para la familia, y mi padre no quería siquiera que nos
acercáramos al maldito arcón.

Beatriz Viterbo se quedó durante unos segundos
con la mirada fija y distante; el repentino brillo de sus ojos me
hizo pensar que aún no había renunciado a las
emociones.

"-Pasaron más de 15 años y aún
no he podido enterrar aquí a mi padre. Todavía le
debo las lágrimas de rutina. Otra maldita muerte
misteriosa. A propósito…: ¿sabías que
Borges estuvo en el velatorio? El vio junto con el resto de los
asistentes, una estrella de cinco puntas cincelada en la frente
de mi padre. ¿Te sorprende? ¡Imagínate a
nosotros…! Un hecho ominoso, Ernesto, que siempre
atribuí a la maléfica influencia del aleph.
¿A qué si no? ¿A quién culpar? Mi
padre no tenía enemigos. De haber sido así.
¿Qué sentido tendría semejante
agresión? Además, mi padre no era judío. Ni
siquiera tangencialmente como Borges. ¿Sabes… ? Durante
todos estos años, siempre rondó por mi cabeza una
frase de Carlos Argentino que ha quedado escaldada en mi cerebro.
Después de confesarme que la máquina le
había hablado- él se refería al aleph, como
la máquina-, me dijo que la misma le transmitió
esta sentencia:"? pronto, las fuerzas del mal tomarán el
corazón
del hombre y
expresarán su iniquidad a través de una marca. Siempre me
resistí a tomar en serio las palabras de mi primo".
¿Acaso la iniquidad humana tiene su origen en el pueblo
hebreo? Digo…por la historia del génesis y todo eso…
¿Qué…? Discúlpame. No te escuché.
Por favor, olvídate de que te pedí que no me
interrumpieras.

Observé que Beatriz Viterbo tenía los
músculos faciales repentinamente tensos y
endurecidos.

"-Se me hace difícil no meter una cuña
verbal. No… decía que a veces conviene cuidarse de las
verdades aparentes de los cuerdos, y que debiéramos
prestar más atención a los discursos de
los locos. Si hablamos de la relatividad de ciertas leyes naturales,
¿cómo establecer pautas tan rígidas del
comportamiento atendiendo los dictados de este kilogramo y medio
de materia tan
frágil que nos gobierna? En cuánto a identificar a
la estrella de David como símbolo del mal, estoy seguro que tu
primo no supo interpretar cabalmente ese mensaje. Te aclaro
estimada Beatriz, que yo estoy tomando el relato de Borges con un
sentido lúdico…

"-¿Dudas acaso de mi palabra? ¿Crees
que soy capaz de inventar la trágica muerte de mi padre
sólo para satisfacer un delirio mitómano? Si es
así…

Beatriz puso su cuerpo en vertical y comenzó a
guardar rápidamente sus efectos personales en la cartera.
Había en su mirada un sesgo fulminante. Me esforcé
para concederle una cuota de credibilidad a su relato.

"-Por favor, no quise ofenderte. Cuando hablé
de sentido lúdico, me refería al Aleph. Te ruego
que no trunques esta charla; permíteme discurrir sobre
la muerte de
tu padre
– Beatriz Viterbo volvió a sentarse-. Es
fácil colegir el sentido del tatuaje. La iniquidad que
habría de instalarse en el mundo tendría como
víctima casi excluyente al pueblo hebreo. Hace poco que
dejamos atrás una pesadilla jamás vivida antes por
el hombre: la extraña segunda guerra
mundial; y digo extraña porque en realidad se trata de
la primera guerra espiritual de la humanidad. No religiosa,
Beatriz; espiritual. Quienes piensen que dicha guerra ha sido
otra de las habituales guerras de
conquista territorial o de apetencias económicas,
están totalmente equivocados .Una civilización
totalmente opuesta a la nuestra se instaló en la Alemania nazi,
con el confesado propósito de destruir todos nuestros
valores
culturales: pensamientos, sentimientos, creatividad
artística, concepciones científicas, todo,
absolutamente todo. Un mundo esotérico, un mundo de dioses
y leyendas
enfrentando a una visión cartesiana y binaria de las
cosas. No en vano Hitler nombra a
su astrólogo particular, plenipotenciario de las matemáticas, de la astronomía y de la física. Veo que te
sorprendes… Y hay más: no en vano se reeditaron Las
Eneadas de Plotino, y se obligó a los jerarcas del
régimen que leyeran a Nietszhe y todo tipo de escritos
hindúes y tibetanos. Tampoco es casual que el
científico más importante del régimen haya
sido el astrónomo Horbirger, un hombre convencido de la
teoría
del eterno retorno. Que la patria de Durero, de Kant, de Schiller
y Beethoven, se moviese de pronto arrastrada por un vendaval
mítico, de la mano de una nueva Ciencia
Nórdica opuesta a la llamada Judea liberal; y que, en fin,
Beatriz querida, que un grupo de hombres arrogantemente furiosos
e impiadosos- el fermento del hombre superior ario- entronizara
el culto a la muerte a través de la acción
de los SS, demuestra que los jueces de Nuremberg habían
perdido la percepción
con respecto a lo que estaban juzgando; no es casual que el
símbolo que los identificaba haya sido el de una
calavera.

En esos momentos, recuerdo que Beatriz trató de
encauzar la charla por los carriles ortodoxos del reciente pasado
nazi de Alemania.

"-Yo siempre pensé que Hitler fue un alienado
con un enorme poder hipnótico…

"No, Beatriz querida, no. Siempre me he sentido
seducido por la idea metafísica
de una lucha entre el bien y el mal, entre las tinieblas y la
luz, que usan
al ser humano como parte activa de sus respectivos planes. Hay
algo que marca a fuego la impronta de mis especulaciones: cuando
los nazis son expulsados de Stalingrado, todos los
periódicos alemanes aparecen con recuadros negros en
señal inequívoca de luto, y los detalles que
describen de la derrota son más dramáticos que las
de los propios rusos. El luto supera a la nación.
Goebbels escribe: "…es todo un pensamiento,
es toda una concepción del Universo que ha sufrido una
derrota. Las fuerzas espirituales van a ser aplastadas. La hora
del juicio se acerca". ¿Te das cuenta, Beatriz? Si ese tal
Argentino Daneri recibió un mensaje del más
allá, la iniquidad a la que hace referencia tenía
por eje de ataque al símbolo de David. Pero cuidado: se
trataba de destruir lo que subyace detrás del antiguo y el
nuevo testamento. Es el génesis, es Adán y Eva; es
Abraham, pero también es la concepción de ir a
Cristo y a una nueva cruz. En fin, el anillo de los nibelungos,
Tristán e Isolda y la Cabalgata de las Walkirias, contra
el cógito ergo sum, de Descartes. La
razón contra el pensamiento mágico. Lamento haberte
sacado un poco de contexto…

"-De ninguna manera. Me ha encantado tu
explicación, Ernesto. Perdóname mi
ofuscación. Sí… El caso es que aún no te
lo he dicho todo…; volviendo a mi padre y a su misteriosa
muerte, el símbolo de David fue surgiendo en su frente
poco a poco. Al principio era una marca de puntos; luego se fue
ahondando- recuerdo que él se la cubrió durante un
tiempo,
molesto por nuestras preguntas- y al momento de morir- muerte
producida en medio de un grito aterrador e interminable – ,
cuándo con mi primo le quitamos el apósito blanco,
la marca de puntos de la estrella ya tenía casi un
centímetro de profundidad. Lo increíble a
más de lo que te cuento, es que la sangre no
salía a borbotones según la lógica
lo indicaba; diría que estaba en estado de
coagulación, salvo que parecía reverberar con la
brillantez de una gema.

"-¿Ése sería entonces el mensaje
al que se refiriera tu primo?

"- No lo sé, Ernesto; no lo sé… Yo
sólo te digo que el Aleph no se reduce a la pintura
metafísica con referencias a la Cábala que hace
Borges. Es mucho más que eso. En las cuestiones de los
sentimientos, ya sabemos como se maneja Borges : bien a lo made
in england, a tono con sus ancestros, sobre todo con la
influencia notable ejercida sobre él por su abuela
materna. Jorge Luis está acostumbrado- diría
educado- a deslizarse en puntas de pie sobre las miserias
humanas…, e incluso sobre sus propios sentimientos. Para
él, siempre han sido más importantes los
interrogantes metafísicos que el barro dónde
chapotea el hombre. Se ha hecho su particular sendero de plata
para caminar por encima de los gemidos humanos. En muchos
sentidos, yo creo que el es un nihilista para quien la existencia
carece de sentido. No alces las cejas sorprendido; creo conocer a
Borges. Y yo no estoy haciendo un juicio de valor respecto a su
conducta.
Sólo hago referencia a su particular idiosincrasia.
Él guardó muchas de las cosas que esconde realmente
el Aleph. ?O en todo caso se guardó de comentarlas. No
sé si esto puede estar relacionado con su renuencia a
publicar ese cuento. Te quiero aclarar que hace muchos
años que no nos vemos; hablo de Borges, claro; desde la
época de esta loca aventura. El cuento me lo trajo Carlos
Argentino que sí suele verse con él cada tanto.
Pero puedo asegurarte que el asunto del aleph impactó en
Jorge Luis, mucho más que lo que él deja traslucir
en su relato. Recuerdo que en una de las pocas charlas profundas
al respecto, de las que participáramos Borges, Carlos
Argentino y yo, nos hizo confesiones inquietantes.

"- ¿Sobre el Aleph?

"-Sobre el Aleph. Te aclaro que tengo la
particularidad de memorizar punto por punto todas las
conversaciones. No sé, un don… Bueno, aquella noche,
Carlos Argentino parecía más loco que de costumbre.
Fue la primera vez que el Borges irónico habló de
"una sobrecogedora visión de la existencia".
Dijo
también que el aleph confirmaba sus viejas disquisiciones
acerca de la existencia. "El sentido de la existencia- si es que
la existencia humana tiene un sentido- no tiene demasiadas
armas para
seducirme: Por una parte, ese asunto de la evolución de las especies que nunca
terminó de convencerme; por la otra, el pesado dogma
religioso que hace agua por todos
lados. Me gusta el pensamiento tomista: per se notum secumdum, o
sea, Dios existe por sí mismo. Luego: per se notum quad
nos, o sea, esto no puede ser demostrado. Lo que trata de
decirnos este doctor de la iglesia es
algo así como: acepten a Dios, sí o sí.
Bello pensamiento, pero intolerante; absolutamente
dogmático. También me parece bello lo de Theillard
: todo proviene de Dios; todo va hacia Dios. El Alfa y la Omega.
Pero es inútil; la duda es lo único creíble
para mí".
Hasta aquí, se trata de un Borges
auténtico. Pero aquella noche, aquel Borges de carne y
hueso, también nos confesó que su agnosticismo no
le permitía crear su propio cielo, y mucho menos la
previsibilidad de un paraíso; pero que el hombre estaba
perdido; que por cuestiones que no tenía deseos de

explicar- yo creo que Borges nos subestimaba intelectualmente-
la irrupción de el Aleph había desatado oscuras e
inquietantes fuerzas. La materia sobre el espíritu. Nada
respecto a la soberbia humana, y nada relacionado con un supuesto
Dios que nos habría hecho a su imagen y
semejanza. "No quiero que me vendan la idea de un Dios
magnánimo y justo para anestesiar ese atávico temor
humano frente a la muerte"- dijo a modo de sentencia final.
Aquí ya no me resulta un Borges afín con su
idiosincrasia. Jamás aceptaba algo como una
verdad
incontrovertible. Por eso yo me sorprendí cuándo
dijo que con el Aleph las cosas sobre la existencia tenían
visos de claridad. ¿No resulta raro en un tipo que lo
cuestiona todo? En fin, que no siempre el hombre que escribe se
compadece con el que habla. A propósito,
¿cómo te relacionaste con
él
…?

"- Cuándo todavía yo era un muchacho,
versos suyos me ayudaron a descubrir melancólicas bellezas
de Buenos Aires,
en viejas calles de barrio, rejas y aljibes de antiguos patios.
Más tarde, cuándo lo conocí personalmente en
Sur, supimos conversar sobre Platón
o Heráclito de Efeso, con el pretexto de
vicisitudes porteñas(*)

"Si mal no recuerdo, creo que en aquellos momentos,
Beatriz Viterbo comenzó a buscar su cuaderno de
notas.

"- ¡Aquí está! Es un diario pero
no personal.
Contiene todos los pensamientos que me han impactado.
Recordé uno que viene a relación con este tema:
Plotino. Estoy seguro que no te será ajeno. Tú
sabes que él hablaba de los lazos naturales y
sobrenaturales del hombre con el cosmos. Escucha este
bellísimo pensamiento: "Este universo es un animal
único que
contiene dentro de sí a todos los
animales. Sin
estar en contacto, las cosas actúan y tienen
necesariamente una acción a distancia. El mundo es un
animal único, repito, y por esto es absolutamente
necesario que esté de acuerdo consigo mismo. No hay azar
en la vida, sino una armonía y un orden
únicos".
¿No es realmente profundo,
Ernesto?

Beatriz pareció encogerse en medio de un silencio
repentino.

"-Yo amaba a Jorge Luis, Ernesto. Lo amaba
entrañablemente. Pero él no estaba preparado para
lo que yo le ofrecía. Cuándo el Aleph tomó
nuestra casa, yo experimenté una profunda
transformación. Sentí de pronto que se
producía en mí una eclosión sexual
perturbadora. Durante muchos años viví asustada,
con la sensación que el sexo era algo pecaminoso y
execrable, una escisión brutal entre el espíritu y
la carne. Lujuria, concupiscencia. Todo eso. Mis primeras
experiencias fueron traumáticas. Al marcharme a Europa,
aún no sabía lo que era el amor. Lo
experimenté en París con un hindú yogui con
el cuál nos entendíamos en inglés.
Él me introdujo en el milenario juego del
Kamasutra, el supremo éxtasis en el momento del orgasmo.
Por una fracción de segundo, sentir que uno toca a Dios y
darle a Dios la oportunidad de palpar su obra maestra. ¿Te
ríes por lo de obra maestra? Verás…, puede ser un
pecadillo de soberbia pero si la vida tiene un sentido- sentido
que va mucho más allá de nuestras lacras como
especie -, creo que sólo el hombre puede honrar y
justificar por sí mismo la existencia. Claro que esto no
es para todos. Dios también ejerce su propia selección…¿o no? Entonces,
creí descubrir una inquietante pero luminosa verdad,
Ernesto. Lo que Borges siente como una declaración de
inutilidad respecto a la aventura de la raza- y me refiero a las
aristas espirituales, al sentido de la vida que buscamos con
desesperación- cerró de pronto para mí. Tal
vez la diferencia radique en que yo sí, soy creyente. Me
dije: una planta no puede pensar a Dios; menos una roca.
¡Eureka! Dios ha puesto al hombre en el universo para
interpretarlo a Él, y como osmosis, el
animal humano se hace intérprete de Dios. ¿Te
sorprende? No es nada nuevo. De hecho, algunos textos
filosóficos y ciertos dogmas religiosos se remiten a esta
idea. En fin, no me falta mucho para cerrar lo que quería
transmitirte. Volvamos a lo que no contó Borges, y a mi
real vinculación con el famoso Aleph de la historia. Antes
que Jorge Luis ingresara en mi vida, en el sótano de la
casona, y en medio de una turbulenta luz cegadora, Carlos
Argentino me hizo mujer; ya sabes, hablo de mi primera
relación sexual. Ambos teníamos 18 años. Fue
una simbiosis, una experiencia de terror y éxtasis que
nunca más nos atrevimos a vivir junto a el Aleph. A
propósito…: ¿Nunca te preguntaste respecto a la
flagrante contradicción que subyace en el mandamiento que
reza no fornicarás?

Sentí en aquel momento un involuntario rubor. No
entendía el tenor de la pregunta de Beatriz y se lo hice
saber.

"- Me refiero a que el hecho de creer que Dios nos
dotó de genitales sólo para procrear, resulta un
atentado contra las propias leyes biológicas. Si el objeto
de Dios hubiere sido el de la procreación por la
procreación misma, no habría puesto en nosotros ese
ensamble biológico perfecto, capaz de alcanzar las
más altas cuotas de placer?
?Beatriz soltó una
risa larga y desprendida-.¿Te has ruborizado Ernesto?
¡Eres un tímido romántico! Bueno… pero la
culpa es mía por esta disquisición que no viene a
cuento. Sigamos con la historia. Sí?, recuerdo que a
partir de eso Carlos Argentino acentuó su locura y yo ya
no fui la mujer que
suponía predestinada a ser. En esa etapa…, sí, lo
recuerdo bien; en esa etapa, fue cuando Borges cae como un
paracaidista en nuestra casa. Nunca supe la verdad al respecto;
sólo que llegó de la mano de mi primo. Carlos
Argentino inventaba una nueva versión ante la misma
pregunta. Como ya te dije, Borges ha faltado a la verdad en ese
relato. Su literatura refleja en parte el laberinto de sus
afectos ;un intrincado laberinto en el cuál no
podían convivir las emociones con las especulaciones del
intelecto; el tuvo que optar y creo que eligió manejarse
prescindiendo de las raíces emocionales, sólo tal
vez, para resguardar el coto privado de su propio universo
emocional. Cada palabra suya era lanzada al vacío, previo
barniz que desplegaba ante su ocasional interlocutor. Él
estaba enamorado de mí. Profundamente. Pero lo suyo no
pasaba de un amor platónico, insustancial en la carne,
apático de fuego. Sin embargo, yo estaba instalada en
algún recóndito lugar de su cerebro como parte de
un botín personal. Recordarás la parte en la
cuál Borges, contemplando el Aleph, puntualiza como un
hecho trascendente, el descubrimiento de unas cartas obscenas que
yo le había dirigido a mi primo. Recuerdo ese pasaje de
memoria : "Vi
en un cajón del escritorio y la letra me hizo temblar,
cartas obscenas, precisas, que Beatriz había dirigido a
Carlos Argentino". Pues bien, lo de las cartas es verdad,
Ernesto. Entre Carlos Argentino y yo se había forjado una
relación incestuosa y sobrenatural. Durante muchos
años yo me sentí poseída por una fuerza
demoníaca cuyas cuñas más visibles eran una
entrega absoluta a la lujuria y el desenfreno. Y te aclaro
Ernesto; te aclaro y te lo firmo: cuando Borges descubrió
esas cartas tan comprometedoras para mí, él ya no
se manejó de la misma manera conmigo; nunca más.
Antes de ese ingrato episodio, Jorge Luis tenía una
ternura tan especial hacia mí… Voy a contarte un
episodio que marca a fuego lo que acabo de decirte. Recuerdo de
manera muy especial una noche en que Jorge Luis se quedó a
cenar. Fue la primera vez que me encontré frente al Borges
de carne y hueso que anhelaba ver. Descubrí que
sufría horrores indecibles pero que sin duda su propia
naturaleza y
la exigente educación que
había recibido, actuaban como una especie de reservorio;
en otras palabras, el hombre vivía atormentado por la
existencia pero se cuidaba de hacerlo saber: muchos creen que su
invocación permanente a la metafísica, siempre por
encima de las miserias terrenales, despojado de la literatura
visceral al estilo de Dostoivesky, le daban la soltura de mirar
las cosas desde un minarete y sin dolor. Desconozco su
relación en este aspecto con el entorno familiar, pero
entre amigos o con la gente en general relacionada con él,
era un exquisito de la probidad y las buenas costumbres. Todo el
mundo mencionaba la cuna de oro y lo feliz que sería este
hombre. Nada más alejado de la realidad. ¿Por
qué te cuento todo esto? Porque aquella noche nos quedamos
solos de sobremesa. Mi padre se excusó alegando que
saldría de madrugada para su estancia en Castelli y Carlos
Argentino se fue a dormir la mona como se dice vulgarmente.
Durante un minuto, Borges me clavó los ojos fijamente, y
yo sentí que elaboraba un desesperado discurso con
la mirada. Te juro que me imaginé que en cualquier momento
me proponía hacer el amor. Te ríes pero en verdad
lo creí posible. No sé si es afecto a la bebida,
pero esa noche, el Chianti espumante que había
acompañado las pastas, se le había subido a la cara
y todo su rostro, parecía un atardecer rojizo de
verano.

"- No lo imagino a Borges en una postura
incómodo consigo mismo-
acoté con
ansiedad.

"Pues imagínala, Ernesto. No sé con
otras mujeres, pero conmigo, esa noche, descubrí un Borges
convocado por la angustia, que no podré olvidar
jamás. Una única vez. Después, hasta el
día de nuestra despedida, volvió a ser el Borges de
siempre: un mármol que hablaba desde el pedestal del
Olimpo, por más que él siempre pretendía
mostrarse sencillo y humilde a la hora de emitir sus opiniones.
Qué quieres que te diga, Ernesto. Yo creo que Borges fue
hombre antes de ser niño; tenía apenas seis
años cuando dijo a su padre que quería ser
escritor. ¡Ah! ¿Conoces su biografía?
¡Terrible! A los siete años escribe en inglés
un resumen de la mitología
griega; a los ocho, La visera fatal, inspirado en un episodio
del Quijote; a los nueve traduce del inglés "El
príncipe feliz" de Oscar
Wilde…
  "- Sí…casi inhumano.
¿Pero qué es lo que viste en Borges esa
noche?

"- Recuerdo casi con exactitud sus dolientes
palabras
: "? ahora entiendo porque ese poeta persa amaba
tanto el vino. Este brebaje debe tocar esos puntos del cerebro
dónde anidan la melancolía y la tristeza. Creo que
al beber vino, un duende invisible penetra en nuestro cuerpo y se
instala, paciente, en el cofre más intimista de nuestro
espíritu. Por algún misterioso designio de la
naturaleza, él sabe como abrir el cofre y liberar a
nuestra alma.
Será por eso que el vino acompaña al hombre en el
dolor…. En fin Beatriz querida?esta noche tengo una infinita
tristeza. De alguna manera siento que el hombre Borges pasa por
mí para que ? sin olvidar mi condición de finitud-
no olvide tampoco mi condición de hombre. Muchas veces me
he preguntado sobre los avatares de mi propia vida, a la que
siento como una incomprensible paradoja. En muchos sentidos lo he
tenido todo y, sin embargo, siento que no tengo nada. Por
más que lo intento, no puedo comprender ni
captar
la esencia de los sentimientos humanos. Por momentos quisiera ser
el Borges padre de familia, con proyectos y
sueños de realización más prosaicos; amar a
una mujer desde las raíces y amar a los hijos desde la
sangre ; pero mi naturaleza me ha hecho para bucear en las
honduras escatológicas y he crecido en medio de afectos
formales. Cuándo vivíamos en Ginebra, solía
escaparme a la cocina del personal doméstico y giraba en
torno a la mesa
mientras comían. Participaba de besos, abrazos,
palabras
de amor entrañables, en fin?copas en alto
para festejar pequeñas cosas?Sin embargo, yo sentía
que en ese universo bullicioso, la gente iba al
hombre de
la cruz como una señal inequívoca de fe que yo
nunca tuve. Muchas
veces me decía que mis
disquisiciones filosóficas debieran haberme liberado de la
impronta humana sometida al dolor ; pero éste
permanecía al acecho, como oculto detrás de un
cofre bajo siete llaves. Hablo
Beatriz?de esas cosas que
comprometen al corazón. Bueno? quiero decir que la
felicidad es para mí una palabra de un alfabeto
inexistente. Los afectos juegan el juego de los dobles espejos.
Borges está en ellos pero no alcanza a ver su propio
rostro. A veces…, cuándo divago con el pensamiento, creo
ser feliz. En un acto de soberbia imperdonable, tengo el
presentimiento de
comprender el universo de las cosas; o
también creo sentir esa felicidad cuándo escribo.
Pero son sólo instantes, fugaces relámpagos de
esplendor intelectual que pronto vuelven al cono de sombras, como
cuando suelo decir que
nada tiene sentido". Como apreciarás, este es el Borges
que no se deja ver en sus escritos. En aquellos momentos,
Ernesto, viendo y escuchando como hablaba, sentí
enamorarme de ese hombre. Imprevistamente, me asaltó la
idea de que él era la tristeza de todas las tristezas.
También hablamos del Aleph, de la eternidad, del olvido,
de la futilidad de la vida según su pensamiento.
Movilizado por la etílica sustancia que abrasaba su
cerebro, se puso a recitar una de sus poesías.

"Y todo es una parte del diverso

cristal de esa memoria, el universo,

no tienen fin sus arduos corredores,

y las puertas se cierran a tu paso:

solo del otro lado del ocaso

verás los Arquetipos y
Esplendores.
"

Fue entonces cuando le dije que Dios ponía en
él las emociones para darle una oportunidad de
reconciliarse con la existencia; que existía un plan
divino más allá de los errores y las lacras
humanas. Su respuesta fue fulminante. "Es inútil, nada
tiene sentido Beatriz. Pasaremos como pasaron los dinosaurios y
millones de especies que nos precedieron. En un millón de
años, ni siquiera quedará una pátina del
hombre de su paso por la tierra. Y sin
conciencia para interpretar la existencia, la materia vil
será la piedra angular del universo". Y ahí
nomás, en medio de unas lágrimas casi endurecidas,
soltó otra de sus poesías

Torne en mi boca el verso castellano

a decir lo que siempre está
diciendo

desde el latín de Séneca: el
horrendo

dictamen de lo que todo es el gusano.

Torne a cantar la pálida
ceniza,

los fastos de la muerte y la victoria

de esa reina retórica que pisa

los estandartes de la vanagloria.

No así. Lo que mi barro ha
bendecido

no lo voy a negar como un cobarde.

Sé que una cosa no hay. Es el
olvido;

sé que la eternidad perdura y
arde

lo mucho y lo preciso que he perdido:

esa fragua, esa luna y esa tarde.

Como una extraña y alucinante simbiosis, el
Borges diletante, el Borges de los conceptos abstractos que
había hecho de la metafísica su razón de
vida, se había mimetizado con el oculto hombre visceral
que protestaba dentro de él. Sé en lo que
estás pensando, Ernesto. Y sí…hicimos el amor.
Borges no paraba de hablar, movilizado por una emoción
incontenible, como si Dios quisiera congraciarse con él o
darle a él la oportunidad de congraciarse con Dios.
Aún dentro del llanto que era una especie de
alegría retenida tanto tiempo, Jorge Luis reía como
un niño. Hasta se atrevió a improvisar unos versos
para mí que atesoro de una manera muy
especial.

Te amo, Beatriz, y no debiera amarte.

No te deseo, y debiera desearte.

Mi amor no es visceral sino incendio

que busca el alma semejante.

El conocimiento,
vanagloria del intelecto

me niega el derecho de poder darte

el vano amor, el ser que la eternidad

nos concede apenas un instante.

Te amo Beatriz, y no debiera
amarte(**)

Cuándo terminó de recitar, salté
de mi silla y corrí a abrazarlo. ¿Quieres saber
como fue el acto de amor? Yo estaba infecta de sexo genital y
Jorge Luis sólo podía acceder al amor carnal,
sublimando la relación, tratando de lograr las alturas de
un nirvana en el cuál el espíritu debería
primar sobre la carne. Pasó la borrachera. Quedó
atrás aquella noche de magia y nunca más volvimos a
hablar del tema. Borges volvió al Aleph, y tal vez por el
desencanto de haber transitado un camino equivocado,
volvió también a la metafísica, untó
aún más el barniz de sus sentimientos, y la
ironía ganó definitivamente su
corazón…
?de pronto, Beatriz pareció
implosionar por efecto de un sugestivo silencio-. Bueno…creo
que por ahora ya es demasiado, Ernesto. Por favor, quiero
escucharte…

"- Estaba pensando en aquello de que la ignorancia es
un buen antídoto contra el dolor. Cuánto
más uno bucea; cuánto más profundiza sobre
el sentido de la existencia, las angustias insondables terminan
por ramificarse en el corazón. Siento una profunda
admiración por ese hombre y además, una inenarrable
sensación de pena. Yo también sé lo que es
vivir atormentado, sólo que a diferencia de Borges, el
mediterráneo que hay en mí, compensa con creces el
abismo de afectos que creo entrever en la vida de mi colega.
¿Pero cómo terminó la cosa?

"-Luego se endureció, claro que con ese barniz
tan típico de Borges: cortesía formal, lejos de los
dictados del corazón. Esto es todo. Ahora estoy

dispuesta a atender tus preguntas al respecto. Infiero por lo
que trasunta tu rostro, que no han de ser pocas…

La larga parrafada de Beatriz Viterbo parecía un
relato extraído de Las mil y unas noches.

"-Estoy anonadado. Sorprendido, golpeado en mi
psiquis como en contadas ocasiones de mi vida. Algo en mi
formación académica se rebela contra la esencia de
tu hermoso y profundo relato. Sí, sí, ya sé
que todo es posible. No me cierro a nada. Mi ciencia no se
ciñe detrás del tranquilizador dos más dos
igual a cuatro. Siempre dije que había que buscar el
cinco. Pero…, debo confesarte que yo limito el Aleph-
amén de su probable existencia dentro de nuestros sofismas
matemáticos– sólo a disquisiciones
filosóficas y literarias atribuidas a la genialidad de
Borges. Que más allá de sus fundamentos
científicos teóricos, la cosa no pasa de una
delectación de artista. Ahora me encuentro con que los
protagonistas de ese fantástico relato que he podido leer
gracias a vos, son seres de carne y hueso, reales como uno mismo.
¡Dios…! ¡Y que por si todo esto fuere poco, Beatriz
Viterbo, alma mater del relato, está hablando conmigo…!
Demasiadas preguntas, Beatriz. Demasiadas
preguntas…

Imprevistamente, ella consultó su reloj de
pulsera.

"-¡ Son casi las cinco de la tarde!¡Ay,
Ernesto!¡Se me hizo tardísimo! Tengo un compromiso a
las seis y aún no estoy a tono para esa reunión…
No te enojas si…

"- Por favor! Yo también tengo ocupaciones. Ni
siquiera llamé a casa.

"¿Quieres que nos veamos mañana? Me doy
cuenta que aún estás cargado de
preguntas.

"Al fin convenimos encontrarnos al dìa siguiente
a las 18 horas, en el Tortoni.

Debo confesar que el episodio generó en mí
profundos interrogantes.

Me encontraba en una etapa de mi vida muy especial;
después de largos años de haber buceado en una
ciencia que no ofrecía respuestas a los profundos
interrogantes de la raza, parecía haber descubierto que la
literatura me ofrecía un camino de liberación. No
una liberación en el sentido de armonía y paz
interior ; sabía que arrastraba un sino maldito, instalado
en las tortuosas manifestaciones de mi espíritu ; pero al
menos a través de la ficción, la palabra escrita me
permitía ventilar todos los fantasmas
dolorosos de mi existencia, la única catarsis
posible para evitar la alineación; por eso, tenía
la percepción de que mi inclusión en el cursillo de
teosofía y la extraña amistad con
Beatriz Viterbo – Borges y el Aleph se incorporaron por
añadidura-, no era producto de la
casualidad.

Para mi grata sorpresa, Beatriz Viterbo desmintió
la impuntualidad femenina al hacerse presente a la hora
convenida.

No me anduve con muchas vueltas. Hice referencia directa
a toneladas de preguntas.

"- ¡Hazlas, hombre!
¡Hazlas!

"- En primer lugar, debo confesarte que me cuesta
creer en esa aparición de el Aleph…

En realidad, quería decir que toda la historia me
resultaba absurda. Ciertos pruritos de respeto me impedían
confesarlo.

Beatriz Viterbo se rió con todo su
cuerpo.

"-¡Nunca voy a entender a los hombres de
ciencia! Se lo pasan inventariando teorías
absurdas y delirantes- muchas de ellas, por supuesto, afianzadas
en sólidos basamentos científicos-; de pronto,
cuándo encuentran la respuesta a sus oráculos… se
produce la paradoja de ser ellos mismos los que ejercen la
impronta de la duda. Yo siempre me planteo lo siguiente:
¿existe acaso algo más misterioso que la vida
misma? No. Sin embargo, son pocos los que indagan sobre este
fenómeno, eje y esencia de la raza humana. Voy a decirte
un pensamiento que me perturba desde hace años.
¿Cuántas personas crees que pueden preguntarse
porque las células de
las rosas siempre
producirán rosas y no gatos, por ejemplo? Muy poca gente.
Estas cuestiones- ya lo sabes- parecen ser materia excluyente de
pensadores ocultistas. Sin embargo, insisto, para mí… el
mayor misterio es el de la vida misma. Todo lo demás es
parte del imaginario colectivo o de la propia naturaleza de las
cosas, de la que el Aleph es otra parte. Sí, Ernesto, el
Aleph existe. Es tan real como la vía
láctea.

"-Bien, admitamos la existencia de el Aleph.
Pregunto: ¿Cómo algo tan trascendente aparece de
pronto en un lugar…

"- ?¿Común como el de mi casa? Yo
también me hice la pregunta durante largo tiempo.
Descubrí la verdad estando en París. Cuando
cursé francés en la década del 20,
solía preguntarme el objeto de esa decisión,
más allá de que el
conocimiento de dicha lengua me
permitiría leer a Voltaire y
Flaubert en su versión original. Pues ya ves, nada es
casual. Gracias a eso, pude contactarme con personajes como
Gurdiejj, Bretón, Guénon y tantos
otros.

"-¿Te contactaste en París con los
surrealistas??

"- Sí…Yo era la rica de las pampas que
siempre los ayudaba con algún dinerillo; de alguna manera
me lo agradecían permitiéndome participar con ellos
en charlas individuales y colectivas. ¿Por qué me
lo preguntas?

"- ¡Oh! Por nada especial. Te sigo
escuchando…

"-No lo tomes a mal pero
desconfío.

"- ¿De qué, querida? ¿De
qué? No hay caso, ¿eh?; la desconfianza es una
constante femenina…

"-Típica respuesta machista. ¿De
qué desconfío…? Creo que te reservas algo;
llámale intuición si quieres, pero no te olvides
que Borges hace mención en su relato a mi
clarividencia…

"-Cierto, cierto. Deberé cuidarme
entonces…

"- ¡Ah!, es una broma, hombre, una broma.
Bien… te decía que los surrealistas me introdujeron en
el mundo fantástico y sobrenatural. Los arquetipos de un
nuevo concepto de ver
la vida y una nueva forma de hacer arte y de pensar. Ellos me
llevaron a sumergirme de lleno en el esoterismo, algo que como
sabes no era nuevo para mí después de todo lo
vivido en Buenos Aires. Había dejado de rozar lo
inexplicable, lo misterioso, para darme de bruces con otra
realidad que muy pocos podíamos ver. Pronto me di cuenta
que conviven con nosotros, entes visibles e invisibles que se
sirven del bien o del mal, según entendemos estos
términos desde un punto de vista humano. En parte,
claro?,cosas que coinciden con tu pensamiento
metafísico.

-En parte sí?

-Ya sabemos que es muy difícil discernir que
es el bien y que es el mal. Entonces, comprendí que gran
parte de nuestros actos, que la vida misma, se desarrolla en un
entorno lleno de tinieblas, entre extraños y misteriosos
moradores, cosa por supuesto de la cuál no participa la
mayoría de la gente, claro… Pues bien… aprendí
a desprenderme del rechazo que produce lo desconocido, aquello
que no puede ser explicado desde un punto de vista racional; ya
sabes? esas cosas que muchas veces terminan por paralizar el
conocimiento. Veo que compartes esto. ¿Pues que más
puedo decirte, Ernesto? Que ellos me hicieron ver que no
necesitaba utilizar mi imaginación desmadrada para
inventariar fantasías casi imposibles; que sólo
tenía que bucear en la realidad misma para descubrir que
el mundo que nos rodea no es literalmente lo que creemos ver ;
bueno…, tú sabes que Einstein transformó nuestra
visión de ese mismo mundo, a través de una audaz
fórmula matemática. Pero la relatividad no
está sólo encuadrada en una fórmula de
signos y de
números. Por eso mi encuentro con ellos y los derivados de
el Aleph, hicieron de mi otra persona,
literalmente hablando?. Entre otras cosas, acentuó mi
capacidad de clarividencia; hay momentos en que puedo leer la
mente de los demás. Por eso te decía que presiento
que me ocultas algo. En fin, ya lo sabré… Otro mundo,
Ernesto, otro mundo. Otro estado de la conciencia. En fin,
querido Ernesto, no paré de bucear en libros que me
hicieron comprender que nuestro pensamiento binario actúa
como dique de contención de un fabuloso poder que guarda
nuestro cerebro; libros olvidados, casi mohosos, con un lenguaje
absolutamente nuevo. ¿Oíste hablar de la ultra
conciencia?

– Cuando estuve en París, rocé un poco
la alquimia y Fulcanelli. He leído algo de Jung y Erich
Froom. Sí ?sé que soplan vientos nuevos en el campo
del psiquismo.

-¡Y qué vientos?! Me atrapó lo de
la ultraconciencia. ¿Te imaginas un mecanismo del cerebro
que puede aunar las manifestaciones empíricas con las
matemáticas, las abstracciones del espíritu, los
componentes psicológicos y el de las angustias
filosóficas, en un todo totalizador que potenciaría
nuestras capacidades hasta límites
insospechados? Hablo de una revolución
psicológica que acompañara los cambios operados en
las ciencias
físicas matemáticas. Y a esto se referían
mis locos surrealistas. Decían que sólo eso
podría salvar al hombre de su holocausto;
sí, ése es el término que empleaban.
¿Sabes una cosa? Gurdiejj me enseñó a
desligarme de mis emociones, de mis impulsos y sentimientos. Pero
sufría con las disquisiciones apocalípticas de
Guénon. ¡Dios! Necesitaba un consuelo respecto al
absurdo del mundo y a la vida absurda.

"- Esa frase podría asumirla como
propia…

"- ¿Has leído a Gurdiejj y a
René?

"- Algo. En alguna ocasión fui presentado a
esa gente; también a Bretón, pero sólo
fueron contactos tangenciales….

"-Ahí está?! ¡Eso es lo que yo
intuía que estaba en un rincón oculto de tu
mente!

"- ¡Tengo tantas cosas que oculto…! Lo que
pasa es que a veces me manejo como un lobo solitario. No soy muy
afecto a hablar como en esta ocasión…mérito tuyo,
sin duda… Bueno, te decía que en mi caso particular, en
parte, su influencia desató mi desvinculación con
la ciencia
dogmática volcándome al campo del arte a
través de la literatura. Pero fue Charles Fort quien puso
una bisagra con respecto al pensamiento dogmático.
Él fue a la ciencia, lo mismo que los surrealistas en el
campo del arte y el pensamiento para vos. Como puedo decirlo…;
de alguna manera rebeldes a Descartes que generaron la ruptura en
nuestras ideas. ¿Es así o no? Me di cuenta que el
hombre de ciencia depende cada vez más de patrones que lo
sujetan y lo obligan a disciplinas que no están orientadas
al bien común. Comprendí que los gobiernos no
renunciarán a la política de
dominación a través de las investigaciones;
y no lo harán, Beatriz – ya sean totalitarios o
demócratas- primero, porque aún no existe una
conciencia generalizada que ponga freno a sus sectarias
ambiciones, y en segundo, porque a mi criterio, no hay gobiernos;
los gobiernos se parecen cada vez más a sociedades
anónimas que explotan el capital humano
con inconfesables deseos de dominación total.
¿Sabés que creo? Que no puede existir una ciencia
sin conciencia, y en este laberinto sin salida, el riesgo es muy
grande. En fin, querida Beatriz, que no se investiga para el
hombre; se investiga para proveer de poder a los poderes
corporativos. Yo estuve en París en tres ocasiones.
París está ligada a profundas crisis
espirituales de mi vida. La primera se produjo en 1935, siendo
secretario de la Juventud
comunista.

"-¿Eras comunista?

"-Así es. Yo también tengo mi pasado de
barricada. Por entonces, sumido en profundas dudas con respecto
al estalinismo, fui enviado a las escuelas leninistas de
Moscú. "Eso te va a purificar", me dijeron.
Sí…,no te rías. Es la verdad absoluta. Creo que
si hubiera ido, no habría vuelto jamás vivo. Me
escapé a París, en medio de un invierno muy crudo,
con un compañero disidente con el cuál
compartía una humilde habitación. Por suerte, pude
volver a La Plata, dónde proseguí mis estudios en
físico-matemáticas. Al terminar la carrera, fui
becado. Una bourse, como dicen ellos, para trabajar en el
Laboratorio
Curie. Estuve casi un año, Beatriz. No se que me
pasó. Ahí comenzaron mis cuestionamientos con la
ciencia; por lo que te dije antes… Recuerdo que tres grandes
corporaciones industriales disputaban nuestras investigaciones.
Pero si la memoria me
es fiel, creo que fue un laboratorio alemán el que se
llevó todos los conocimientos. Pensé que era el
comienzo del Apocalipsis. En aquellos dramáticos momentos
viví una confusión horrible.

"- No entiendo. Ernesto. A
qué…

"…me refiero? Muy sencillo. Por un lado, tener
plena conciencia de que las investigaciones de un conjunto de
brillantes científicos- por favor, no me estoy refiriendo
a mí ? iban a las arcas de un poderoso grupo
económico. Te imaginarás que habrán hecho
con esos conocimientos… Me sentía abatido, con un enorme
cargo de conciencia. Para colmo, estaba escribiendo mi primera
novela; no,
no, Beatriz…; no tiene sentido que te la comente. Te voy a
confesar algo: cuándo se editó, unos años
después, pensé que me había equivocado otra
vez con mi nueva vocación. Sí…vos te reís,
pero no sabés los horrores que sufrí por entonces.
Pero ya lo ves…todavía por suerte resisto. Para colmo,
durante ese periodo cometí la infamia de dejar a Matilde
marcharse a la Argentina con nuestro primer hijo de pocos meses,
mientras yo daba rienda a mi erotismo con una amante
rusa.

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