1.1
Definiciones
Antes de abocarnos al desarrollo del
tema que nos ocupa, consideramos prudente definir algunos
conceptos que utilizaremos en eL desarrollo del tema, a fin de
unificar criterios al respecto:
"Ética": viene del griego ethos,
que significa la raíz o fuente de todos los actos
particulares o costumbres como interpretación universal y hace referencia
a la actitud de la
persona hacia
la vida. Constituye una disciplina
estructurada y sistematizada con principios,
normas y
valores
morales que intenta orientar o guiar el actuar libre del
hombre hacia
el bien moral.
Para Gracia Guillén, "La ética es
un saber ordenado a la actuación, por lo tanto un saber
actuar". De hecho, es muy correcto y práctico el
interpretar la ética como la moralidad de
la conciencia. En
términos prácticos, podemos aceptar que la
ética es la disciplina que se ocupa de la moral, de
algo que compete a los actos humanos exclusivamente, y que los
califica como buenos o malos, a condición de que ellos
sean libres, voluntarios, y concientes. Asimismo, puede
entenderse como el cumplimiento del deber. Vale decir,
relacionarse con lo que uno debe o no debe hacer.
El objeto de la ética como saber es la
regulación de los actos humanos, es decir de los actos
libres del hombre.
Las bases de la ética
médica son las diversas leyes que
formulan con mayor o menor precisión los deberes
profesionales del médico, y su debida
interpretación la proporcionan sus principios y
definiciones.
"Moral": del latín mos, significa
costumbre, práctica, comportamiento
o conducta del
profesional no técnico, con orientación hacia un
objetivo
humanístico y humanitario en un sentido noble, culto y
espiritual.
En el habla corriente, ética y
moral se manejan de manera ambivalente, es decir, con igual
significado. Sin embargo, analizados los dos términos en
un plano intelectual, no significan lo mismo, pues mientras que
"la moral tiende a ser particular, por la concreción de
sus objetos, la ética tiende a ser universal, por la
abstracción de sus principios". De hecho es muy correcto y
práctico el interpretar la ética como la moralidad
de la conciencia.
"Deontología": es la parte concreta
y práctica de la ética, porque en ella se humanizan
las actividades realizadas por el profesional, en cuanto se
refiere a la idealización del bien, orientado hacia el ser
humano en función
social e individual. Se le considera la ciencia de
los deberes, con el significado de lo obligatorio, justo y
adecuado. En el aspecto médico tiene como fundamento la
moral individual del médico. En otras palabras, la
ética médica orienta la conducta de los
médicos hacia el bien, busca lo correcto, lo ideal y la
excelencia, mientras que la deontología médica
regula los deberes de los médicos.
"Virtud": para el hombre, y
este es un gran misterio, lo normal es la tendencia a hacer lo
malo. Tender al bien es una tarea ardua, penosa, que debe
realizarla en el tiempo y que
siempre le demandará la mejor de sus energías.
Eligiendo y actuando el bien, el hombre irá experimentando
que su percepción
y realización del bien lo habilita progresivamente para
descubrir y actuar el bien moral en el momento y en las
circunstancias que corresponden. Progresivamente irá
desarrollando una suerte de equipamiento interior, de
energías de acción,
que lo habilitarán para ir realizando el bien de manera
habitual, cada vez con más facilidad y espontaneidad. A
esta habilitación progresiva de la realización
libre del bien moral, a este hábito del bien, los filósofos han llamado virtud, la virtud
moral. En una palabra, la virtud es el hábito de lo
bueno.
Medicina: Dice el Diccionario de
la Real Academia Española que la medicina es la
"ciencia y
arte de
precaver y curar las enfermedades del cuerpo
humano". Si analizamos con más detenimiento este
concepto,
tendremos que descifrar el significado de los términos
"ciencia" y " arte", que son los que le imprimen, a juicio de la
Real Academia, el sello personal al
vocablo definido. "Ciencia es el cuerpo de doctrina
metódicamente formado y ordenado, que constituye un ramo
del saber humano"; es también el "conocimiento
cierto de las cosas por sus principios y causas", acepciones
ambas consignadas en el diccionario. En cuanto a arte, es
presentado como el "conjunto de preceptos y reglas necesarios
para hacer bien una cosa"; podríamos conformarnos con
ésta definición, pero creemos que también
tiene cabida la que dice que es "virtud, disposición e
industria para
hacer una cosa".
Conocido el preciso significado de los dos
términos nos es inevitable tener que aceptar que la
Medicina, en efecto, es ciencia y es arte, pues trata de un ramo
del saber humano, con doctrinas metódicamente formadas y
ordenadas, producto del
pensamiento
inductivo y deductivo; incluye, asimismo, normas y reglas, virtud
y disposición, indispensables para que lo que se haga se
haga bien. Tanto esa ciencia como ese arte están
encaminados, al decir del diccionario, a "precaver y curar las
enfermedades del cuerpo humano". Esto es cierto también,
pero, sin lugar a dudas, la definición se quedó
demasiado corta al limitar la acción de la Medicina al
aspecto puramente somático, prescindiendo de otros
elementos igualmente importantes.
La medicina como ciencia y arte se orienta al logro de
la más alta calidad de
vida, se fundamenta en el respeto a las
personas y la dignidad
humana. La medicina es una profesión humanista que trata y
respeta la individualidad y la integridad moral, psíquica,
física y
social de las personas, como expresión de su derecho a la
salud. Su
misión
es preservar la salud y, cuando ello no es posible, aliviar las
dolencias y, en todos los casos, consolar a los pacientes y
familiares.
La Medicina no viene a ser otra cosa que la ciencia y el
arte hermanados para aliviar el sufrimiento humano que, de
seguro, no es
meramente corporal, sin que sea ella la que lo hace, sino un
intermediario, un instrumento suyo que se llama
"médico".
Tras esta afirmación, surge como pregunta
obligada: ¿qué es el médico?
Médico: Pese a que haya
médicos que ejercen la profesión pero que no ven
pacientes, al médico, por antonomasia, se le identifica
con el que asiste, alivia o cura enfermos, aceptando que la
enfermedad es siempre un sufrimiento. En su libro El
orden caníbal. Vida y muerte de la
medicina, Jacques Attali sugiere que el origen de la
palabra "médico" puede hallarse en la palabra
sánscrita meth que significa "maldecir" y
"conjurar". Continuando con el ejercicio semántico que nos
impusimos desde el principio de este tema, analicemos lo que
quiere decir maldecir y conjurar, para aprovechar la sugerencia
de Attali. Una y otra palabras expresan "imprecar", es decir,
desear el daño
para otro o querer transferir nuestro mal a otro. Siendo
así podemos deducir que el médico surgió
cuando alguien mostró disposición y ánimo
para transferir o absorber el mal o daño que
sufrían los otros. Aún más, conjurar
significa también el pacto, mediante juramento, que se
hace con algún fin determinado. Ordenando estas ideas
puede inferirse que, desde su origen, el médico es un
individuo que
pacta, con otro que sufre, el compromiso de aliviarlo, aún
a riesgo de
hacer suyo ese sufrimiento.
Pero debemos aceptar que así como todos los
individuos no pueden ser científicos ni artistas, tampoco
cualquiera puede ser médico. De él, siendo un
hombre como los otros, se espera un comportamiento distinto al de
los demás. Dado que la enfermedad es un percance
desdichado, tal como la interpretaban la filosofía
jónica y la medicina hipocrática, viene a
convertirse en un desafío físico y moral para el
que la padece, y también para el médico;
éste, por lo tanto, requiere poseer virtudes especiales
para desempeñar adecuadamente su misión. Es por eso
por lo que en épocas remotas los misioneros de la salud
fueron tenidos como dioses, más luego como hombres
milagrosos o teúrgos, y en la actualidad simplemente como
hombres, pero como hombres con poderes y facultades que muy pocos
tienen. Por ello, para el cumplimiento de sus fines, el
médico debe capacitarse permanentemente en los avances
científicos, tecnológicos y de gestión. Al médico no le es
lícito quedarse estancado; es su deber vivir actualizado.
No hacerlo es faltar a la ética, a la que Alfons Auer
llama creativa, dentro del dinamismo que imponen el
presente y el futuro. Es que para ser doctor de verdad se
requiere mucho bagaje de conocimientos, alcanzable sólo a
través de una fuerte y constante disciplina intelectual.
Si quieren que se les llame y se los tenga como doctores de
verdad, deben demostrar que poseen el suficiente respaldo, para
no ser uno de esos de pacotilla, que tanto abundan.
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