El tratamiento a la víctima de conductas pedofílicas -Criminología
- Niños víctimas de
delitos sexuales, una manifestación del maltrato
infantil - Conceptualización
de la conducta - Algunas
recomendaciones para desarrollar el tratamiento a los menores
de trece años víctimas de
pedofilia - Conclusiones
- Recomendaciones
- Anexos
- Bibliografía
Acercamiento crítico a la
ausencia de un programa de
asistencia cooperada
en San Cristóbal para el tratamiento de niños
menores de trece años víctimas de conductas
pedofílicas
"Época de inocencia y
descubrimientos que merece ser recordada con toda luz y
transparencia"
Las autoras.
Introducción
El maltrato de por sí no constituye una
enfermedad, pero puede asociarse a una variedad de
síntomas y efectos en la salud de las víctimas
de violencia y
testigos de la misma, que lo han convertido en un problema de
salud.
La agresión sexual contra niños y
niñas es un asunto que ha acaparado la atención pública y como todas las
formas de violencia ha sido objeto de múltiples trabajos
científicos, además de ser contenido de muchas
noticias de
las que a diario se encuentran en los medios de
comunicación masiva.
El campo victimológico es uno de los que presta
especial atención a esta problemática.
Las víctimas pueden ser tan antiguas como la
propia humanidad, si partimos de la vulnerabilidad del ser humano
y de la posibilidad de ser flagelado por sus semejantes desde
siempre. Varias han sido las definiciones de víctima
consultadas por las autoras del presente trabajo,
afiliándonos al criterio de que es la persona que
padece de violencia a través del comportamiento
del individuo-delincuente que transgrede las leyes de la
sociedad y la
cultura, de
acuerdo con lo planteado por Ileana Artiles León y Ernesto
Pérez González en su trabajo "Maltrato
Infantil" en el texto
"Violencia y Sexualidad" de
la propia autora.
En cuanto a la definición legal, dada la carencia
de instrumentación legal que se observa para
el tratamiento a las víctimas a raíz de su
redescubrimiento, tanto en materia penal
como de cualquier otra naturaleza, su
definición jurídica solo se encuentra restringida a
la fórmula abstracta de los supuestos legales.
El acusado es favorecido por múltiples principio
que inundan todo el proceso penal.
Sin embargo, ¿y la víctima, qué pasa con la
víctima? La mayoría de las legislaciones adjetivas
se caracterizan por limitar la participación de la
víctima durante el proceso de la investigación y el esclarecimiento de los
hechos a su condición de mero testigo de
cargos.
El propio sistema penal
esta necesitado de ampliar sus enfoque en estos casos, siendo
especialmente importante la incorporación del análisis victimológico, no solo para
una valoración más integral del delito, sino
también para la promoción de medidas dirigidas a la
víctimas. En nuestra experiencia en muchas ocasiones el
acercamiento inicial de profesionales e instituciones
al conocimiento
de la violencia se produce desde una actitud de
entender y enfrentar el problema en la óptica
penal. Nuestra Legislación Penal cubana en su articulado
brinda protección y tratamiento a la víctima, sin
embargo nos preguntamos: ¿Por qué no se materializa
con los niños menores de 12 años de edad,
víctimas de la pedofilia, un programa de
asistencia cooperada a partir
de la denuncia hasta el fin del proceso?
Ante tal problemática nuestro discurso esta
dirigido a diseñar un programa de asistencia cooperada
para el tratamiento a los niños menores de 12 años
de edad, víctimas de la pedofilia.
Con anterioridad se ha investigado los aspectos sociales
y criminológicos de esta desviación parafilica, los
estudios se centran en el delito, sus características, los
sujetos que intervine en el mismo, consecuencias y modos de
enfrentar su debut en Internet; por lo que
consideramos que resulta de gran interés el
tema propuesto pues aborda medidas plausibles oportunamente
empleadas para el adiestramiento y
asesoría al personal judicial
que manipulará al niño, las que son de gran
importancia en la prevención del daño.
El actual ejercicio de la pedofilia se ha extendido
geográfica y poblacionalmente, pues ya no se circunscribe
al individuo clínicamente diagnosticado como tal, se
extiende a otras muchas personas que distan de ser verdaderos
desviados sexuales; convirtiéndose así en una
patología social de preocupantes dimensiones. Se presenta
como uno de los fenómenos desesperanzadores, como
expresión abusiva de niños, niñas y
adolescentes, en el plano
sexual.
Los mecanismos de defensa que inicialmente protegieron
al abusado le impiden la recuperación y el cambio si no
se cuenta y recibe el tratamiento adecuado.
Está comprobado que existe una relación
entre los síntomas o el estrés
postraumático y el abuso sexual
vivido en las primeras etapas de la vida. Por ello, es importante
que estas personas reciban un tratamiento adecuado en el que
intervengan tanto el personal de la policía, los
médicos legistas, psiquiatras y psicólogos
infantiles, así como los juristas que en alguna medida
interactúen con el menor una vez denunciado el
hecho.
Todo abuso sexual es una violación al cuerpo, a
los límites y
a la confianza. Es una ruptura a los límites personales,
emocionales, sexuales y energéticos que provocan heridas
profundas y que dejan cicatrices a nivel físico,
emocional, espiritual y psicológico. Esto produce en las
personas una serie de síntomas que se pueden convertir en
las semillas para iniciar el proceso de
recuperación.
El abuso sexual en niños es más
común de lo que se piensa Estudios muestran que una de
cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños
podrán estar expuestos a ser sexualmente agredidos antes
de cumplir 16 años. En el 90 por ciento de los casos el
abusador es un hombre y en
más de un 80 por ciento será un conocido. En la
actualidad, existen al menos 10 millones de "sobrevivientes
secretos" que llevan la carga de un abuso, nunca
compartido.
Muchos niños (as) no hablan porque temen que si
cuentan no les van a creer o les van a culpar y además se
sienten responsables y avergonzados.
Desarrollo
Niños
víctimas de delitos
sexuales, una manifestación del maltrato
infantil.
La relación con los niños no son en modo
alguno ajenas a las mentalidades de cada periodo
socio-histórico. Tanto la educación que el
niño recibe en la escuela, como la
cotidiana son incomprensibles si no sé tiene en cuenta que
el individuo se encuentra inmerso, desde que nace hasta que
muere, en un medio geográfico concreto,
donde está implicada conscientemente o inconscientemente,
la sociedad.
Los niños no pueden sobrevivir por sí
solos, necesitan establecer vínculos sociales con personas
de su entorno, amor, ternura,
afecto y disponer de un medio que tenga determinada organización con el cual él pueda
interactuar.
Es evidente, teniendo en cuenta estas necesidades, que
el niño requiere del adulto que le proporcione ropa,
alimentos,
cuidados físicos generales, pero también el afecto,
el amor, la
ternura , un clima
psicológico donde el niño se sienta querido,
atendido y pueda interaccionar de modo adecuado.
La Asamblea de las Naciones Unidas
reconoció la necesidad de tratar, de forma especifica el
tema sobre la niñez y adoptó "La Declaración
los Derechos del
Niño" en 1959, pero no fue hasta finales de los
años 70, específicamente en 1979 "Año
Internacional del Niño" donde se comenzó a trabajar
en el borrador de la ley, que fue
adoptada unánimemente por Naciones Unidas el 20 de noviembre
de 1990. De esta forma aparece por primera vez en la historia del mundo los
derechos del
niño regidos por una ley internacional.
Con relación al maltrato infantil, tema que en
parte nos ocupa, Dionisio F. Saldivar nos plantea en el
periódico Trabajadores del 25 de agosto de
1997:
"Las vivencias y experiencias de los primeros
años de la vida, tienen un importante significado en la
formación de la
personalidad de los seres humanos. ¿Qué podemos
considerar como maltrato infantil? Son las acciones
intencionadas o por omisión, o cualquier actitud pasiva o
negligente, que lesionen o puedan lesionar potencialmente a un
niño, provocándole daños que en alguna forma
interfieran u obstaculicen su desarrollo
físico, psicológico-emocional o como ser
social".
El problema de los malos tratos no es un fenómeno
moderno. Fue en 1871, la Sociedad Protectora de Animales de
Estados Unidos
denunció, por primera vez, el abuso sexual y físico
de niños maltratados por sus padres.
El maltrato contra niños abarca cuatro formas o
tipos no excluyentes entre sí: el abuso físico, el
abandono, el abuso emocional y el abuso sexual.
El abuso sexual puede afectar al menor tanto por
sí mismo como por vía indirecta, cuando las
estructuras de
investigación y represión actúen sobre
él y su entorno pudiendo provocar involuntariamente un
daño adicional (victimización secundaria), el cual
puede superar al que primariamente pudo o no producirse por la
agresión.
En ocasiones ocurre que el efecto del estrés por
victimización secundaria, al afectar las potencialidades
psicológicas vinculadas al testimonio determina
limitaciones en el niño para ayudar en la evaluación
judicial del problema en los tribunales.
Los pesares de la víctima, según se ha
repetido hasta la saciedad, no acaban cuando acude a denunciar el
delito. En este sentido, suele distinguirse entre lo que la
doctrina denomina victimización primaria y
victimización secundaria Por victimización primaria
se tiende a entender la derivada de haber padecido un delito, que
cuando va acompañado de violencia o experiencia personal
con el autor suele ir acompañado de efectos que se
mantienen en el tiempo y
pueden ser físicos, psíquicos, económicos o
de rechazo social.
La víctima de un delito no solo ha de enfrentarse
con los perjuicios derivados de la lesión o puesta en
peligro del bien jurídico protegido que conlleva el
delito, sino que en muchos casos, acompañando a
éste, se producen otra serie de efectos que inciden en la
gravedad material del daño o perjuicio
producido.
Frente a ella, distinguen los autores lo que denominan
victimización secundaria, que sería aquella que se
deriva de las relaciones de la víctima con el sistema
jurídico penal. Consecuentemente, la victimización
secundaria se considera aún más negativa que la
primaria porque es el propio sistema el que victimiza a
quién se dirige a él pidiendo justicia y
porque afecta al prestigio del propio sistema. Con la
policía, la víctima a menudo experimenta el
sentimiento de estar perdiendo el tiempo o de ser incomprendidas,
etc. A veces los interrogatorios de la defensa se orientan a
tergiversar su intervención en los hechos.
Las investigaciones
victimológicas realizadas en distintos países
–México,
Argentina, Estados Unidos, Alemania,
entre otros- dirigidas a comprobar las actitudes de
las víctimas hacia los operadores del Sistema Legal
revelan desconfianza en la justicia, miedo a la represalia del
acusado y sus familiares, sentimiento de indefensión,
vergüenza e impotencia; situación que se agudiza ante
el tratamiento que se le otorga durante el proceso investigativo
como objeto de derecho, a partir de legislaciones adjetivas que
solo le reconocen su condición de
víctima-testigo.
El trato inadecuado a las víctimas por parte de
los operadores del sistema legal, las torna llenas de reservas y
miedos que se traducen en falta de cooperación para el
esclarecimiento de los hechos debido a la desconfianza en la
justicia, cuestión esta nada plausible si se toma en
cuenta que el principal testigo de cualquier hecho es su
víctima y que la falta de empatia y seguridad durante
la investigación puede conducir a su impunidad.
Los aspectos de exploración pericial en los que a
las técnicas
de uso habitual para el diagnostico de abuso sexual se suman, en
los casos de niños, otros que tratan de resolver problemas
típicos de los mismos, así como normas para su
realización e intentos para fomentar o facilitar el
desarrollo de los conocimientos de que debe disponer quien lo
realiza, incluyendo aspecto de desarrollo de funciones ante la
corte judicial y la asesoría en servicios
sociales y psiquiátricos.
La exploración testimonial y psicológica
del niño sexualmente vicitimizado es un vasto campo, poco
mencionado en publicaciones. Sin embargo consideramos que ambas
deben tener un gran peso en la asistencia que debe recibir la
víctima a lo largo de todo el proceso.
El testimonio, como única huella del delito
sexual en la mayoría de los casos, es indiscutiblemente
importante como objeto de exploración pericial, para el
proceso judicial y para la investigación
criminológica. La descripción del niño es en la mayor
parte de los casos la única vía para conocer
aspectos de gran interés para aquellos objetivos:
modus operandi del victimario, relación previa y otros
aspectos que son imprescindibles para llegar a conocer el proceso
de victimización y factores utilizables tanto en el
proceso como en la prevención, incluso por vías de
disuasión a posibles agresores según el estadio en
que se encuentre la relación y la
victimización.
A pesar de ello la información que se obtiene a través
de la exploración psicológica analítica a
niños sexualmente víctimizados no es todo lo amplia
que pudiera ser. El
conocimiento de la victimización habla de la necesaria
relación previa entre la victima y el agresor, en la cual
se transita por estadios que incluyen la desensibilizacion del
criminal con respecto a la víctima. Es difícil que
tratándose de un niño este proceso pueda
transcurrir sin relación con la
familia.
Las manifestaciones de estrés
postraumático son reportadas como presentes en los
niños sexualmente abusados que muestran sus componentes
característicamente y de forma significativa en estudios
de alto rigor.
Ahora bien, los factores que pueden hacer posible o que
favorecen el que un niño o niña sea víctima
de abusos sexuales, pueden ser varios y no tiene que tener una
relación directa; quiere esto decir que no siempre tiene
que ocurrir así, puede ser que en estas
características nunca ocurra el abuso sexual:
- El ser niña es un factor probable; la
mayoría de los casos se dan en niñas.
Asociación que puede estar dada porque la mayoría
de los agresores son varones. - Edad de mayor riego: la pubertad.
puede estar dado por la doble condición de niños
con rasgos de adultos. - Existen condiciones que favorecen el uso de la
violencia con los niños también están
asociados a los abusos sexuales, como es: bajo nivel cultural,
vivienda inadecuada, abuso del alcohol,
drogas,
falta de afecto o atención al menor, etc. - Otro factor que puede influenciar son determinadas
situaciones familiares como: ausencia de uno de los padres
biológicos; incapacidad o enfermedad de la madre;
problemas entre los padres (conflictos,
peleas, separaciones y divorcios); el hecho de tener padrastro;
relaciones pobres o escasas con los padres. - Estos niños son los más vulnerables
porque están menos vigilados y son sujetos de
engaño con mayor facilidad.
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