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El tratamiento a la víctima de conductas pedofílicas -Criminología



Partes: 1, 2

    1. Niños víctimas de
      delitos sexuales, una manifestación del maltrato
      infantil
    2. Conceptualización
      de la conducta
    3. Algunas
      recomendaciones para desarrollar el tratamiento a los menores
      de trece años víctimas de
      pedofilia
    4. Conclusiones
    5. Recomendaciones
    6. Anexos
    7. Bibliografía

    Acercamiento crítico a la
    ausencia de un programa de
    asistencia cooperada
    en San Cristóbal para el tratamiento de niños
    menores de trece años víctimas de conductas
    pedofílicas

    "Época de inocencia y
    descubrimientos que merece ser recordada con toda luz y
    transparencia"

    Las autoras.

    Introducción

    El maltrato de por sí no constituye una
    enfermedad, pero puede asociarse a una variedad de
    síntomas y efectos en la salud de las víctimas
    de violencia y
    testigos de la misma, que lo han convertido en un problema de
    salud.

    La agresión sexual contra niños y
    niñas es un asunto que ha acaparado la atención pública y como todas las
    formas de violencia ha sido objeto de múltiples trabajos
    científicos, además de ser contenido de muchas
    noticias de
    las que a diario se encuentran en los medios de
    comunicación masiva.

    El campo victimológico es uno de los que presta
    especial atención a esta problemática.

    Las víctimas pueden ser tan antiguas como la
    propia humanidad, si partimos de la vulnerabilidad del ser humano
    y de la posibilidad de ser flagelado por sus semejantes desde
    siempre. Varias han sido las definiciones de víctima
    consultadas por las autoras del presente trabajo,
    afiliándonos al criterio de que es la persona que
    padece de violencia a través del comportamiento
    del individuo-delincuente que transgrede las leyes de la
    sociedad y la
    cultura, de
    acuerdo con lo planteado por Ileana Artiles León y Ernesto
    Pérez González en su trabajo "Maltrato
    Infantil" en el texto
    "Violencia y Sexualidad" de
    la propia autora.

    En cuanto a la definición legal, dada la carencia
    de instrumentación legal que se observa para
    el tratamiento a las víctimas a raíz de su
    redescubrimiento, tanto en materia penal
    como de cualquier otra naturaleza, su
    definición jurídica solo se encuentra restringida a
    la fórmula abstracta de los supuestos legales.

    El acusado es favorecido por múltiples principio
    que inundan todo el proceso penal.
    Sin embargo, ¿y la víctima, qué pasa con la
    víctima? La mayoría de las legislaciones adjetivas
    se caracterizan por limitar la participación de la
    víctima durante el proceso de la investigación y el esclarecimiento de los
    hechos a su condición de mero testigo de
    cargos.

    El propio sistema penal
    esta necesitado de ampliar sus enfoque en estos casos, siendo
    especialmente importante la incorporación del análisis victimológico, no solo para
    una valoración más integral del delito, sino
    también para la promoción de medidas dirigidas a la
    víctimas. En nuestra experiencia en muchas ocasiones el
    acercamiento inicial de profesionales e instituciones
    al conocimiento
    de la violencia se produce desde una actitud de
    entender y enfrentar el problema en la óptica
    penal. Nuestra Legislación Penal cubana en su articulado
    brinda protección y tratamiento a la víctima, sin
    embargo nos preguntamos: ¿Por qué no se materializa
    con los niños menores de 12 años de edad,
    víctimas de la pedofilia, un programa de
    asistencia cooperada a partir
    de la denuncia hasta el fin del proceso?

    Ante tal problemática nuestro discurso esta
    dirigido a diseñar un programa de asistencia cooperada
    para el tratamiento a los niños menores de 12 años
    de edad, víctimas de la pedofilia.

    Con anterioridad se ha investigado los aspectos sociales
    y criminológicos de esta desviación parafilica, los
    estudios se centran en el delito, sus características, los
    sujetos que intervine en el mismo, consecuencias y modos de
    enfrentar su debut en Internet; por lo que
    consideramos que resulta de gran interés el
    tema propuesto pues aborda medidas plausibles oportunamente
    empleadas para el adiestramiento y
    asesoría al personal judicial
    que manipulará al niño, las que son de gran
    importancia en la prevención del daño.

    El actual ejercicio de la pedofilia se ha extendido
    geográfica y poblacionalmente, pues ya no se circunscribe
    al individuo clínicamente diagnosticado como tal, se
    extiende a otras muchas personas que distan de ser verdaderos
    desviados sexuales; convirtiéndose así en una
    patología social de preocupantes dimensiones. Se presenta
    como uno de los fenómenos desesperanzadores, como
    expresión abusiva de niños, niñas y

    adolescentes, en el plano
    sexual.

    Los mecanismos de defensa que inicialmente protegieron
    al abusado le impiden la recuperación y el cambio si no
    se cuenta y recibe el tratamiento adecuado.

    Está comprobado que existe una relación
    entre los síntomas o el estrés
    postraumático y el abuso sexual
    vivido en las primeras etapas de la vida. Por ello, es importante
    que estas personas reciban un tratamiento adecuado en el que
    intervengan tanto el personal de la policía, los
    médicos legistas, psiquiatras y psicólogos
    infantiles, así como los juristas que en alguna medida
    interactúen con el menor una vez denunciado el
    hecho.

    Todo abuso sexual es una violación al cuerpo, a
    los límites y
    a la confianza. Es una ruptura a los límites personales,
    emocionales, sexuales y energéticos que provocan heridas
    profundas y que dejan cicatrices a nivel físico,
    emocional, espiritual y psicológico. Esto produce en las
    personas una serie de síntomas que se pueden convertir en
    las semillas para iniciar el proceso de
    recuperación.

    El abuso sexual en niños es más
    común de lo que se piensa Estudios muestran que una de
    cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños
    podrán estar expuestos a ser sexualmente agredidos antes
    de cumplir 16 años. En el 90 por ciento de los casos el
    abusador es un hombre y en
    más de un 80 por ciento será un conocido. En la
    actualidad, existen al menos 10 millones de "sobrevivientes
    secretos" que llevan la carga de un abuso, nunca
    compartido.

    Muchos niños (as) no hablan porque temen que si
    cuentan no les van a creer o les van a culpar y además se
    sienten responsables y avergonzados.

    Desarrollo

    1. Niños
      víctimas de delitos
      sexuales, una manifestación del maltrato
      infantil.

    La relación con los niños no son en modo
    alguno ajenas a las mentalidades de cada periodo
    socio-histórico. Tanto la educación que el
    niño recibe en la escuela, como la
    cotidiana son incomprensibles si no sé tiene en cuenta que
    el individuo se encuentra inmerso, desde que nace hasta que
    muere, en un medio geográfico concreto,
    donde está implicada conscientemente o inconscientemente,
    la sociedad.

    Los niños no pueden sobrevivir por sí
    solos, necesitan establecer vínculos sociales con personas
    de su entorno, amor, ternura,
    afecto y disponer de un medio que tenga determinada organización con el cual él pueda
    interactuar.

    Es evidente, teniendo en cuenta estas necesidades, que
    el niño requiere del adulto que le proporcione ropa,
    alimentos,
    cuidados físicos generales, pero también el afecto,
    el amor, la
    ternura , un clima
    psicológico donde el niño se sienta querido,
    atendido y pueda interaccionar de modo adecuado.

    La Asamblea de las Naciones Unidas
    reconoció la necesidad de tratar, de forma especifica el
    tema sobre la niñez y adoptó "La Declaración
    los Derechos del
    Niño" en 1959, pero no fue hasta finales de los
    años 70, específicamente en 1979 "Año
    Internacional del Niño" donde se comenzó a trabajar
    en el borrador de la ley, que fue
    adoptada unánimemente por Naciones Unidas el 20 de noviembre
    de 1990. De esta forma aparece por primera vez en la historia del mundo los
    derechos del
    niño regidos por una ley internacional.

    Con relación al maltrato infantil, tema que en
    parte nos ocupa, Dionisio F. Saldivar nos plantea en el
    periódico Trabajadores del 25 de agosto de
    1997:

    "Las vivencias y experiencias de los primeros
    años de la vida, tienen un importante significado en la
    formación de la
    personalidad de los seres humanos. ¿Qué podemos
    considerar como maltrato infantil? Son las acciones
    intencionadas o por omisión, o cualquier actitud pasiva o
    negligente, que lesionen o puedan lesionar potencialmente a un
    niño, provocándole daños que en alguna forma
    interfieran u obstaculicen su desarrollo
    físico, psicológico-emocional o como ser
    social".

    El problema de los malos tratos no es un fenómeno
    moderno. Fue en 1871, la Sociedad Protectora de Animales de
    Estados Unidos
    denunció, por primera vez, el abuso sexual y físico
    de niños maltratados por sus padres.

    El maltrato contra niños abarca cuatro formas o
    tipos no excluyentes entre sí: el abuso físico, el
    abandono, el abuso emocional y el abuso sexual.

    El abuso sexual puede afectar al menor tanto por
    sí mismo como por vía indirecta, cuando las
    estructuras de
    investigación y represión actúen sobre
    él y su entorno pudiendo provocar involuntariamente un
    daño adicional (victimización secundaria), el cual
    puede superar al que primariamente pudo o no producirse por la
    agresión.

    En ocasiones ocurre que el efecto del estrés por
    victimización secundaria, al afectar las potencialidades
    psicológicas vinculadas al testimonio determina
    limitaciones en el niño para ayudar en la evaluación
    judicial del problema en los tribunales.

    Los pesares de la víctima, según se ha
    repetido hasta la saciedad, no acaban cuando acude a denunciar el
    delito. En este sentido, suele distinguirse entre lo que la
    doctrina denomina victimización primaria y
    victimización secundaria Por victimización primaria
    se tiende a entender la derivada de haber padecido un delito, que
    cuando va acompañado de violencia o experiencia personal
    con el autor suele ir acompañado de efectos que se
    mantienen en el tiempo y
    pueden ser físicos, psíquicos, económicos o
    de rechazo social.

    La víctima de un delito no solo ha de enfrentarse
    con los perjuicios derivados de la lesión o puesta en
    peligro del bien jurídico protegido que conlleva el
    delito, sino que en muchos casos, acompañando a
    éste, se producen otra serie de efectos que inciden en la
    gravedad material del daño o perjuicio
    producido.

    Frente a ella, distinguen los autores lo que denominan
    victimización secundaria, que sería aquella que se
    deriva de las relaciones de la víctima con el sistema
    jurídico penal. Consecuentemente, la victimización
    secundaria se considera aún más negativa que la
    primaria porque es el propio sistema el que victimiza a
    quién se dirige a él pidiendo justicia y
    porque afecta al prestigio del propio sistema. Con la
    policía, la víctima a menudo experimenta el
    sentimiento de estar perdiendo el tiempo o de ser incomprendidas,
    etc. A veces los interrogatorios de la defensa se orientan a
    tergiversar su intervención en los hechos.

    Las investigaciones
    victimológicas realizadas en distintos países
    México,
    Argentina, Estados Unidos, Alemania,
    entre otros- dirigidas a comprobar las actitudes de
    las víctimas hacia los operadores del Sistema Legal
    revelan desconfianza en la justicia, miedo a la represalia del
    acusado y sus familiares, sentimiento de indefensión,
    vergüenza e impotencia; situación que se agudiza ante
    el tratamiento que se le otorga durante el proceso investigativo
    como objeto de derecho, a partir de legislaciones adjetivas que
    solo le reconocen su condición de
    víctima-testigo.

    El trato inadecuado a las víctimas por parte de
    los operadores del sistema legal, las torna llenas de reservas y
    miedos que se traducen en falta de cooperación para el
    esclarecimiento de los hechos debido a la desconfianza en la
    justicia, cuestión esta nada plausible si se toma en
    cuenta que el principal testigo de cualquier hecho es su
    víctima y que la falta de empatia y seguridad durante
    la investigación puede conducir a su impunidad.

    Los aspectos de exploración pericial en los que a
    las técnicas
    de uso habitual para el diagnostico de abuso sexual se suman, en
    los casos de niños, otros que tratan de resolver problemas
    típicos de los mismos, así como normas para su
    realización e intentos para fomentar o facilitar el
    desarrollo de los conocimientos de que debe disponer quien lo
    realiza, incluyendo aspecto de desarrollo de funciones ante la
    corte judicial y la asesoría en servicios
    sociales y psiquiátricos.

    La exploración testimonial y psicológica
    del niño sexualmente vicitimizado es un vasto campo, poco
    mencionado en publicaciones. Sin embargo consideramos que ambas
    deben tener un gran peso en la asistencia que debe recibir la
    víctima a lo largo de todo el proceso.

    El testimonio, como única huella del delito
    sexual en la mayoría de los casos, es indiscutiblemente
    importante como objeto de exploración pericial, para el
    proceso judicial y para la investigación
    criminológica. La descripción del niño es en la mayor
    parte de los casos la única vía para conocer
    aspectos de gran interés para aquellos objetivos:
    modus operandi del victimario, relación previa y otros
    aspectos que son imprescindibles para llegar a conocer el proceso
    de victimización y factores utilizables tanto en el
    proceso como en la prevención, incluso por vías de
    disuasión a posibles agresores según el estadio en
    que se encuentre la relación y la
    victimización.

    A pesar de ello la información que se obtiene a través
    de la exploración psicológica analítica a
    niños sexualmente víctimizados no es todo lo amplia
    que pudiera ser. El
    conocimiento de la victimización habla de la necesaria
    relación previa entre la victima y el agresor, en la cual
    se transita por estadios que incluyen la desensibilizacion del
    criminal con respecto a la víctima. Es difícil que
    tratándose de un niño este proceso pueda
    transcurrir sin relación con la
    familia.

    Las manifestaciones de estrés
    postraumático son reportadas como presentes en los
    niños sexualmente abusados que muestran sus componentes
    característicamente y de forma significativa en estudios
    de alto rigor.

    Ahora bien, los factores que pueden hacer posible o que
    favorecen el que un niño o niña sea víctima
    de abusos sexuales, pueden ser varios y no tiene que tener una
    relación directa; quiere esto decir que no siempre tiene
    que ocurrir así, puede ser que en estas
    características nunca ocurra el abuso sexual:

    • El ser niña es un factor probable; la
      mayoría de los casos se dan en niñas.
      Asociación que puede estar dada porque la mayoría
      de los agresores son varones.
    • Edad de mayor riego: la pubertad.
      puede estar dado por la doble condición de niños
      con rasgos de adultos.
    • Existen condiciones que favorecen el uso de la
      violencia con los niños también están
      asociados a los abusos sexuales, como es: bajo nivel cultural,
      vivienda inadecuada, abuso del alcohol,
      drogas,
      falta de afecto o atención al menor, etc.
    • Otro factor que puede influenciar son determinadas
      situaciones familiares como: ausencia de uno de los padres
      biológicos; incapacidad o enfermedad de la madre;
      problemas entre los padres (conflictos,
      peleas, separaciones y divorcios); el hecho de tener padrastro;
      relaciones pobres o escasas con los padres.
    • Estos niños son los más vulnerables
      porque están menos vigilados y son sujetos de
      engaño con mayor facilidad.

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