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Ricardo Flores Magon – Antología libertaria 2 (página 2)




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CADA
QUIEN SU CLASE

"Proletario: duélete de tu propia
condición. Tus hijos anémicos, canijos, mugrientos,
reclaman tu atención.

Tu compañera sufre, casi siempre en silencio; las
consecuencias de tu docilidad para tus verdugos.

Tú eres el culpable de que tus hijos tengan
hambre; sobre tu conciencia debe
pesar el dolor y la desventura de los tuyos.

Sí, tú eres el culpable porque desprecias
a los de tu clase y
admiras, sigues, aplaudes y vitoreas a los ricos, a los que
brillan por el oro que han
amontonado con tu sudor.

De esa manera como tu mismo forjas las cadenas que te
hacen esclavo.

Rebélate proletariado; pero rebélate con
los tuyos, quienes como tú, tienen las manos
encallecidas por el trabajo y
las espaldas encorvadas por las duras tareas.

Mas no te rebeles así como quiera.

No seas fuerza ciega,
sino esfuerzo consciente.

Ataca, incendia, derriba, destruye, reparte la
muerte.

Llevando en tu cerebro la idea
por tu clase, de que vas a emancipar tu clase, de que vas a
destruir el derecho de
propiedad individual para que la riqueza no siga por
más tiempo siendo
el patrimonio
exclusivo de los ricos y de los intelectuales,
esto es, de los hombres de estudios.

Únete a las filas del Partido Liberal
Mexicano.

Rechaza indignado a todos aquellos que traten de decirte
a que sigas a Madero, porque óyelo bien: Madero es un
verdugo, es el verdugo de clase.

Madero es rico y no piensa sino en aumentar su
riqueza.

Ayer hizo millones explotando a tus hermanos en sus
haciendas.

Ahora quiere hacer millones con la sangre de los
humildes.

Despierta, proletario: llama a la vergüenza en tu
auxilio.

¿No te sientes humillado ante la altanería
del rico?

Te roba el producto de tu
trabajo y se
mofa de tu mugre y de tus andrajos.

Para el rico tu no eres el creador de la riqueza y del
lujo que él goza, sino un "pelado".

Tú haces sus palacios, y si te atreves a llegar a
ellos, llamará a la policía para que te lleve a
la cárcel.

Tú levantas sus cosechas, más debes
cuidarte de rondar por sus almacenes porque
puedes morir de un balazo o ir a para a la
cárcel.

Tú fabricas las ricas telas y los confortables
muebles y tapices que no son para tu compañera ni para tus
hijos.

Tú haces todo lo que contribuye a que la vida se
más agradable, arreglas los paquetes, construyes y pules
las carreteras, compones las calles, tiendes los rieles, haces
las casa para tener que pagar tú mismo por
habitarlas.

En fin, lo hace todo, todo sale de tus manos
creadoras.

Sin embargo, no ganas más que lo estrictamente
necesario para que medio repongas las fuerzas perdidas para
seguir creando riquezas, riquezas, riquezas.

Obteniendo, para ello el desprecio de los que te
explotan; pues para ellos no eres otra cosa que un "plebeyo", un
ser de condición inferior, perteneciente al populacho y a
la canalla.

Rebélate, indignado, hermano. Ve a tomar las
armas; pero no
con tus verdugos, no con Madero, sino con tus hermanos los
miembros del Partido Liberal Mexicano.

Madero quiere que sigas trabajando como hasta
aquí pues la revolución
de él solamente beneficia a los hombres de clases
encumbradas.

Rebélate con la resolución inquebrante de
tomar posesión de la tierra y de
los instrumentos de trabajo, para el beneficio de
todos.

Recuerda que la tierra vino a
quedar en poder de unos
cuantos por medio de la conquista, esto es, de la violencia, y
por otros medios
más o menos malos como el robo, el fraude, la
astucia, el agio.

Los que no la obtuvieron por alguno de estos medios la
compraron o la recibieron por herencia, si la
compraron lo hicieron con el dinero que
representaba el sudor de la clase trabajadora.

No es un robo lo que vamos a cometer los liberales
mexicanos, sino un acto de justicia, el
más hermoso que ha contemplado los siglos, el más
sublime de que han sido testigos las edades.

Compañeros: empujad a vuestros compañeros
a que trabajen por la felicidad de la
familia.

Es una vergüenza que en este siglo haya pobres y
ricos, La ciencia ha
venido a descubrir que todos somos iguales; que todos, por lo
mismo, tenemos derecho de vivir.

Para conquistar este derecho debemos tomar
posesión de la tierra y de la maquinaria y no trabajar
más para los amos".

(De Regeneración)

13 de mayo de 1911

MUERA
EL ORDEN

"¡Ah, el orden! Así gimen en estos
momentos, todos los partidos de lo que se llama orden.

El orden es para esas pobres gentes que sólo
puede subsistir estando la humanidad sometida a la férula
del polizonte, del soldado, del juez, del carcelero, del verdugo
y del gobernante.

Pero eso no es el orden.

Yo entiendo por orden; armonía, y la
armonía no puede existir mientras haya sobre la superficie
del planeta seres humanos que tienen qué comer en
abundancia, y seres humanos que no tienen un pedazo de pan que
llevarse a la boca.

Si todas las cosa estuvieran bien arregladas, si toda
criatura humana tuviera qué comer, tuviera dónde
resguardarse de la intemperie sin tener que pagar alquiler de
casa, en una palabra, si todos tuvieran lo necesario para vivir
con decencia y sin incertidumbre por el porvenir, entonces no
habría nadie que se atreviera a decir: yo soy más
que tú, ¡obedéceme!

Entonces habría orden porque habría
armonía.

Nadie tendría que disputar a otro, nadie
tendría envidia a nadie.

Todos seríamos hermanos y saldrían
sobrando el polizonte, el soldado, el juez, el carcelero, el
verdugo y el gobernante.

Saldrían sobrando porque conquistada la
armonía entre los seres humanos por la conquista de la
libertad
económica el parasitismo de los funcionarios
públicos no tendrían ya razón de
ser.

Los funcionarios públicos no son, como se cree,
los guardianes del orden.

El orden, que es la armonía, no necesita
guardianes, precisamente porque es orden.

Lo que si necesita guardianes es el desorden,
desorden escandaloso, vergonzoso y humillante para los que no
nacimos para esclavos, es el que reina en la vida política y social de
la humanidad.

Desorden es que una clase social pese sobre otra clase
social, pues no debe existir más que una sola clase; la de
los productores, esto es, la de los trabajadores.

La humanidad se convertirá en clase trabajadora,
cuando la tierra y la maquinaria pertenezcan a todos, pues
entonces todos tendrán que trabajar para comer.

Para mantener el desorden, esto es, para mantener la
desigualdad política y social, para mantener los
privilegios de la clase alta y tener sometida a la clase baja, es
para lo que se necesitan los gobiernos, los carceleros, los
jueces, los verdugos y toda una caterva de altos y
pequeños funcionarios que chupan las energía de los
pueblos de la tierra.

No es para proteger a la humanidad para los que
existen esos funcionarios, sino para tenerla sometida, para
tenerla esclavizada en beneficio de los que se han dado
maña para retener hasta hoy la tierra y la
maquinaria.

¡Ah, el orden! Así gimen en estos momentos
los partidos del desorden, esto es, los partidarios de la
desigualdad
social y política de la especie humana.

No; el desorden no es la esclavitud de una
parte de la humanidad por otra parte de ella, sino la libertad de
toda la especie humana,

Al orden burgués, los mexicanos contestamos con
nuestra rebeldía.

Contra ese orden gritamos: ¡muera el orden! Porque
es un orden que maniata la libre iniciativa del ser humano,
porque es un orden del cuartel o de presidio.

MUERA EL ORD

(De Regeneración)

3 de junio de 1911

LA
PAZ

"Muy lejos está todavía el día de
la paz.

El arreglo Madero- Díaz sólo ha venido a
demostrar dos cosas: que Madero no es el jefe de la
revolución y que el pueblo no se conforma con el cambio de
tirano.

El pueblo quiere una cosa bien definida: la
abolición del hambre, y como la boleta electoral no es
harina sino papel, quiere algo más substancioso:
Pan.

Eso es en cuando a las aspiraciones de los
trabajadores.

Por lo que respecta a la burguesía, se ha
dividido en diferentes banderías: reyistas, maderistas,
obregonistas, "científicos", figueristas, orozquistas y
así por el estilo.

El clericalismo, por su parte, levanta la cabeza y se
presenta osadamente cono Partido Católico
Nacional.

Los que esperaban que esta revolución
sería una revuelta de ópera bufa que
terminaría con el encubrimiento de un nuevo tirano,
están ahora espantados.

La anarquía reina en México,
dicen esos pobres de espíritu, sin saber que la
anarquía es orden basado en el apoyo mutuo.

Lo que hay en México es estos momentos es el
desbordamiento de todas las ansias, buenas y malas; las malas
ansias de los caudillos de llegar al poder y oprimir a su vez;
las buenas ansias de los libertarios de acabar con los
privilegios para establecer la igualdad bajo
las firmes bases de la emancipación económica del
proletariado.

Madero, es un simple madero flotando sin rumbo en ese
mar encrespado.

Díaz es un náufrago que se agarró
del "madero" para no perecer ahogado en ese océano de
aplastantes pasiones.

¡La Paz! Pobre paja en medio del torbellino
revolucionario.

El Partido Liberal Mexicano lucha sin tregua enarbolando
su Bandera Roja por todas partes y sosteniendo con vigor su
generoso principio: Tierra y Libertad.

El triunfo será para los desheredados si
resueltamente se adhieren al Partido Liberal
Mexicano".

(De Regeneración)

24 de junio de 1911

TRABAJADORES ABRID LOS OJOS

"La prensa maderista
y, en general, la prensa burguesa, continúa su tarea de
desprestigio del movimiento del
Partido Liberal Mexicano.

Protestamos una vez más, y no nos cansaremos de
hacerlo, contra la absurda imputación de que los liberales
pretendemos segregar la Baja California para entregarla a los
Estados
Unidos.

No, mexicanos; no pretendemos hacer tal cosa.

Nuestro movimiento es bastante amplio, y no se reduce a
la actividad revolucionaria de Baja California.

No se trata de un movimiento mezquino confiado en un
rincón del país, sino de un amplio movimiento en
casi todos los Estados de la República
Mexicana.

La prensa diaria de México, fijaos bien, habla de
persecuciones a cuadrillas de bandidos de todo el
país.

No hay tales bandidos: son libertarios, son hombres
generosos que no han depuesto sus armas ni las depondrán
hasta que los trabajadores sean libres por medio de la toma de
posesión de la tierra y de la maquinaria de producción, para el libre uso de todo ello
por todos y cada uno de los habitantes.

¿Quién se ha preocupado por los
pobres?

¿Bajo la férula de que presidente ha sido
feliz la clase trabajadora?

Los gobiernos se han preocupado únicamente por el
bienestar de las clases ilustradas y ricas.

Para esas clases si ha habido libertad; para esas clases
si ha habido bienestar.

Para el pobre, lo de siempre: el cuartel, el
presidio, la ley fuga, el
trabajo agobiador, la miseria, el hambre y el desprecio de los
que están arriba.

Tantos siglos de servidumbre y tiranía han hecho
que los liberales de hoy no confiemos en promesas de aspirantes a
la presidencia.

Todos los gobernantes que hemos tenido han ofrecido
al pueblo la misma cosa: la libertad y la felicidad del
pueblo.

Torrentes de sangre ha costado al pueblo el
encumbramiento de sus gobernantes, y el resultado ha sido siempre
el mismo; la tiranía y la miseria.

El remedio no es el voto, mexicanos.

El remedio está en vuestras manos: conquistad la
emancipación económica.

Libres de patrones y de capataces, seréis libres
políticamente.

Nuestros padres y todos los generosos luchadores por la
libertad y la felicidad del pueblo mexicano, creyeron que la
libertad política era bastante para conseguir la Libertad,
la igualdad y la fraternidad.

La experiencia nos ha demostrado que la libertad
política es una mentira más o menos bella cuando se
trata de los pobres.

Libertad política la hubo y muy amplia bajo
la
administración del Gran Indio Benito Juárez, y
si interrogáis a vuestros padres sobre si fueron felices
entonces, os contarán que no. El problema del hambre
estuvo en pie bajo la administración de Juárez como sigue
estando hoy.

Eso se explica, porque los gobernantes, por bien
intencionados que sean, no pueden acabar con la miseria, es
preciso que el gobernante ponga en poder del pueblo trabajador la
tierra y la maquinaria de producción, y ningún
gobernante puede hacer tal cosa desde el momento en que los
gobiernos están instituidos precisamente para velar por
los intereses de la clase capitalista.

Es una ilusión figurarse que el gobierno es la
representación del pueblo.

El gobierno es la representación de la clase
capitalista.

El pueblo trabajador no hace otra cosa que nombrar
como gobernante a quien las clases ilustradas y ricas quieren
imponer.

Es en los bufetes de los abogados, en las oficinas de
los comerciantes y de los dueños de negociaciones de todas
clases donde se encogen los hombres que han de tener por misión el
gobierno del País,

De esos bufetes, de esas oficinas no pueden salir
hombres pertenecientes a la clase trabajadora, sino simples
burgueses cuyo interés no
es otro que prolongar la agonía de los humildes, que
refrenan la ansia de libertad y de justicia de los proletarios,
que tener la ignorancia y en la miseria a los trabajadores,
convencidos de que el hombre se
envilece por la miseria y el sufrimiento, y un hombre
envilecido no piensa en su redención.

Mexicanos: se os engaña cuando se os dice que
con el derecho de votar vais a ser libres.

Comprended de una vez que hay dos clases
sociales que nada tienen en común: la de los ricos y
la de los pobres.

Los ricos quieren que siempre haya pobres, porque
gracias a la desigualdad social pueden vivir en la
holganza.

Los pobres, por el contrario, no quieren que haya ricos,
porque sin ellos no habrá quien los explote.

Entre estas dos clases debe existir necesariamente un
estado de
guerra hasta
que los pobres tomen posesión de la tierra y de la
maquinaria de producción, cosa que logrará por
medios pacíficos, sino por medio de la
violencia.

Los que tienen en su poder la riqueza, no van a
conseguir de que se les despoje de ella, y si
esperásemos que por medio de la ley se declarase la
expropiación de los bienes que
detentan los ricos, sería tanto como pretender un
imposible.

Contra una ley semejante, se levantarían en armas
todos los explotadores.

En vista, pues, de que una reacción de la
burguesía para defender sus bienes será la
violencia, el Partido Liberal Mexicano considera que es
indispensable que los desheredados hagan uso de la fuerza para
obtener los bienes materiales que
necesitan para ser verdaderamente libres.

Ni Madero ni ningún otro hombre podrá
hacer libre a la clase trabajadora; es la clase trabajadora misma
la que tiene que luchar por su libertad, uniéndose
resueltamente al Partido Liberal Mexicano que esta propuesto a no
rendir las armas, pues por medio de ellas tendrá que
arrebatar de las manos de los poderosos estos dos grandes bienes
que tiene inscritos en la gloriosa Bandera Roja: Tierra y
Libertad".

(De Regeneración)

1º. De julio de 1911

A LOS
TRABAJADORES MEXICANOS

Compañeros:

La prensa diaria informa de nuestras huelgas que
están teniendo lugar en muchas partes de nuestro
infortunado país.

La misma prensa da cuenta de como sois tratados los
huelguistas por parte de la nueva Dictadura
Madero-De la Barra.

Por esa prensa se sabe que se os está asesinando
en diferentes partes del país por los llamados soldados
del Ejército libertador.

Esto os enseñará que no debéis
esperar protección del gobierno.

El gobierno está instituido para proteger a
los ricos y para aplastar a los pobres.

El gobierno no tiene corazón.

No esperéis enternecer al gobierno con el cuadro
de la miseria de vuestros pobres hogares.

En vano mostraréis al gobierno el dolor conjunto
de vuestros hijos enflaquecidos por el hambre y de vuestra leales
y sufridas compañeras extenuadas por las privaciones y la
desnudez.

A vuestras demandas de pan, responderán las
ametralladoras del gobierno y con el hierro y con
el fuego se acallarán los gritos angustiados de vuestros
estómagos vacíos.

Para el proletario no hay justicia precisamente porque
es pobre y la ley sólo sirve para ultrajar y befar al
pobre.

Esto os enseñará, compañeros, a no
pedir.

Es necesario tomar. Armaos, compañeros, Armaos,
hermanos de miseria y de cadena.

No os declaréis más en huelga: tomad
posesión de la fábrica, del taller, de la mina, del
campo.

Desconoced resueltamente el derecho de propiedad que
es un derecho inicuo que condena a una mayor parte de la
humanidad, a la gran mayoría de la humanidad, a estar
sujeta a la voluntad de los ricos.

Declarad guerra a muerte a los
ricos, tomad todo lo que ellos poseen para que, de hoy en
adelante: tierra, minas, fábricas y talleres sirvan para
el uso y disfrute de todos, hombres y mujeres.

De este modo conquistaréis vuestra
emancipación económica que es la base de todas las
libertades.

Los ricos son libres precisamente porque no dependen
económicamente de nadie.

Lo que se gana por medio de las huelgas es
ilusorio.

Suponed por un momento que por falta de solidaridad entre
los mismos ricos ganaseis una huelga.

Trabajéis ocho horas y vuestros salarios
serán un tanto mejores; pero entonces vuestros amos
tendrán más caro lo que producís y os
encontraréis, sino en una condición peor, al menos
igual a la que os hacia sufrir ante la huelga, y la agonía
de vosotros y de la de los vuestros continuará como
siempre.

No abandonaréis el lugar de trabajo ni os
crucéis de brazos tomad posesión de la mina, del
taller, de la fábrica, del campo; trabajad bajo un pie de
igualdad y estableced un sistema de
intercambio de productos.

Fúndense almacenes en que se depositen los
productos de toda clase y a los cuales tengan acceso todos
aquellos que hayan contribuido con su trabajo a la
producción, para que tomen de ellos lo que
necesiten.

Todo esto es posible, compañeros, No se necesita
más que una cosa: no reconocer a los patrones el
derecho de apropiarse una parte de la
producción.

Si el patrón quiere comer, debe empuñar
él mismo la herramienta y trabajar codo con codo con sus
esclavos emancipados ya.

Armaos, compañeros.

Haced buen acopio de la dinamita y de
nitroglicerina.

Contra la fuerza brutal de nuestros verdugos, debemos
emplear los oprimidos la fuerza bruta también.

Con ruego no se obtiene otra cosa que el desprecio de
los de arriba.

Escupid el rostro de los que dicen "todavía no es
tiempo".

Abofetead al que se atreva a deciros: "es preciso que
los trabadores se eduquen primero para que puedan gozar e tales
beneficios".

Esos, compañeros, son los que quieren vivir a
costa de vuestro sacrificio y de vuestro infortunio.

Ellos saben bien que en las condiciones en que
vivís, nunca podréis educaros.

Ellos saben bien que desde niño, tiene el
proletario que abandonar la escuela para
alquilar sus bracitos a los maldecidos capitalistas.

Ellos saben bien que después del trabajo
agobiador de cada día, no tenéis otro deseo que el
de descansar para volver a reanudar al día siguiente la
tarea de presidiario que os veis obligado a ejecutar por unos
cuantos centavos.

¿Cómo podríais educarlos
así?

Y aun cuando pudierais educaros, en las escuelas
oficiales se enseña al niño precisamente lo
contrario de lo que debe enseñársele para que
cuando hombre ya, pueda emanciparse.

En las escuelas se enseña a los niños a
respetar todo aquello que debe ser cordialmente
odiado.

En el cerebro tierno de la infancia se
prenden ideas erróneas que más tarde es muy
difícil hacer que desaparezcan.

Se enseña al niño a considerar a su
patrón como su segundo padre.

Se enseña al niño a odiar a los hombres
de otra raza distinta a la suya.

Se enseña al niño a considerar al
capitalista como a un hombre que se ha deslomado para amasar una
fortuna.

Se enseña al niño a venerar un trapo de
determinado color al que hay
que defender, aunque no tenga un palmo de tierra de la
patria.

Se enseña al niño a considerar al
gobernante como un individuo que
resume en sí el poder de todo el pueblo, cosa que es una
solemne mentira, porque el gobernante no pertenece más que
a la clase privilegiada, cuyos intereses defiende, intereses que,
por lo demás, son diametralmente opuestos a los de la
clase proletaria.

Con una educación así,
se forman esclavos, pero no hombres libres.

Así, pues compañeros de miseria y de
esclavitud, abrid los ojos.

Enarbolad la Bandera Roja de los humildes de la tierra y
gritad: ¡Mueran los ricos! ¡Viva Tierra y
Libertad!

Si así lo hacéis, el movimiento
reivindicador del Partido Liberal Mexicano que ésta en
pie, recibirá un vigoroso impulso y arrancará hasta
las más profundas piedras el cimiento del odioso edificio
de la sociedad vieja
y prostituida, para elevar el edificio de la Sociedad Nueva de
justicia y amor.

Compañeros: Uníos resueltamente al Partido
Liberal Mexicano que es el de vuestra clase.

Recordad que la emancipación de los
trabajadores debe ser obra de los trabajadores
mismos.

Romped las boletas electorales y con vuestra saliva
arrojadlas a la cara de Madero".

(De Regeneración)

29 de julio de 1911

HACIA
EL COMUNISMO

"Nuestra conducta, siempre
digna, nos permite dirigir la palabra a todos aquellos que han
asumido una actitud
diametralmente opuesta al espíritu de ánimo de la
revolución triunfante".

Estas palabras son de Juan Sarabia y las tomo de un
artículo escrito por él en "El Diario del Hogar",
de la ciudad de México, bajo ese título: "Democracia, no
Anarquía".

Es largo el artículo, pero poco dice.

Se reduce a manifestar que el pueblo mexicano es
ignorante y que, por lo mismo, no entiende nuestros principios, y se
tira por todo lo alto con estas palabras: ¿Qué
conciencia puede tener la inmensa mayoría de un pueblo que
ha vivido treinta y cinco años en la opresión y el
la ignorancia, de esas altas filosofías, de esas
revolucionarias doctrinas sociológicas que ni cerebros
preparados y cultos pueden digerir fácilmente?

La mayor parte del artículo de concreta a
invitarnos a que digamos a nuestros hermanos libertarios que
depongan las armas y se retiren a sus hogares.

Los liberales no hemos asumido una actitud
diametralmente opuesta al espíritu que animó la
revolución que Juan llama "triunfante".

Nosotros no creemos que Madero es la
revolución.

Tampoco creemos que los proletarios que militaros bajo
las ordenes de Madero hayan empuñado el fusil con el
único deseo de ganar "Sufragio
efectivo y no reelección".

En tal cerebro de esos proletarios alentaba la idea de
cambiar de condición.

Las gentes sencillas creyeron que se trataba de acabar
con la miseria, que se trataba de hacer algo a favor de los
humildes.

Madero mismo comprendió cual era el
espíritu de la revolución y, para atraerse a
nuestro hermanos proletarios, les decía, por medio de sus
agentes, que nosotros estábamos de acuerdo con él,
y hacia promesas de dar tierra y de dignificar al
trabajador.

Nosotros no nos unimos a Madero; pero desde que se
inició la insurrección, mejor dicho desde el primer
número de "Regeneración", en Septiembre del
año pasado, advertimos a los trabajadores que lucharan por
el exclusivo beneficio de su clase y que desconfiasen de los
movimientos encabezados por la clase ilustrada y rica que promete
mucho a los pobres para ser ayudados por éstos,
olvidándose de sus promesas cuando ven cumplidas sus
ambiciones.

Ahora se están convenciendo los trabajadores de
que fueron víctimas del engaño, pues el Gobierno no
puede ponerlos en posesión de la tierra y de la
maquinaría de producción, y es por eso por lo que
el movimiento esencialmente económico del Partido Liberal
Mexicano está siendo día con día reforzado
por cientos de soldados maderistas que, con armas y bagaje, se
lanzan a luchar bajo la bandera roja del proletariado, sostenida
por los liberales que luchan por Tierra y Libertad.

La prensa capitalista anuncia con pavor que los
maderistas, que están resistiendo a ser desarmados, se
resisten porque los agentes de Madero les dijeron que luchaban
por lo mismo que continúa luchando el Partido Liberal
Mexicano.

La misma prensa capitalista anuncia, casi a diario, que
los soldados maderistas están pasando a las filas
liberales.

La misma prensa capitalista espantada, está
acusando a Madero por haber hecho promesas, entre ellas las de la
tierra, que no puede cumplir.

La misma prensa capitalista da noticias
diarias que la huelga general casi toda de carácter revolucionario.

La toma de posesión de la tierra por los
habitantes del Estado de Morelos, por los peones del campo del
Estado de Yucatán, por los compañeros Yaquis del
Estado de Sonora, por los indios de las márgenes de Playa
Vicente, en Veracruz, etc., etc…

La misma Prensa capitalista da cuenta del movimiento del
Partido Liberal Mexicano en casi todo los Estado de la
República, movimiento puramente
económico.

Ve, pues, Juan Sarabia, que nosotros no hemos asumido
una actitud diametralmente opuesta al espíritu que
animó y ANIMA actualmente la revolución.

Naturalmente los políticos de las clases
directoras quisieron detener el movimiento revolucionario con la
caída de Díaz para sentar a Madero en el
Sillón Presidencial.

Pero los liberales que no nos conformamos con eso y
queremos que la lucha llegue a su fin.

El fin que espanta a los convenencieros, a los cobardes,
a los que se sienten con fuerza para acometer una empresa
titánica, pero salvadora: la toma de posesión de la
tierra, de la maquinaria de producción y de los medios de
transportación para el uso y disfrute de todos y cado uno
de los habitantes de México, hombres y mujeres.

Este fue el espíritu de la revolución y
sigue siéndolo, por supuesto, radicalizándose cada
vez más, como que cada día despiertan nuevas
conciencias y el movimiento toma mejor
orientación.

Ya ves Juan Sarabia que no se necesita un pueblo de
sabios ni de filósofos para que haya revolución
económica.

Se necesita solamente un pueblo de valientes, y
valientes que están mostrando los mexicanos en su tarea de
aplastar el privilegio que tienen los ricos de aprovecharse del
trabajo humano, y el privilegio que se arrogan los gobernantes de
declararse amos de los pueblos.

El pueblo mexicano es ignorante en su mayoría;
pero es inteligente y comprende que su salvación no
está en elegir un nuevo gobernante, sino en tomar
posesión de la fábrica, del taller, de la mina, del
campo, del barco, del ferrocarril, de todo, en fin, para que ya
no haya hambre, para que todos seamos iguales y
hermanos,

Compañeros trabajadores; continuad ingresando al
Partido Liberal Mexicano.

No esperéis nada bueno de los
gobiernos.

Haceos justicia desconociendo el derecho de propiedad
individual.

Que todo sea para todos.

No esperéis a que este hecha la paz para que un
gobierno misericordioso ponga en vuestras manos todo lo que
existe.

Tomad inmediata posesión de todo".

(De Regeneración)

29 de julio de 1991

LOS
PLEBEYOS DEBEMOS ARREGLAR LAS COSAS

"¡Romperé la Constitución y el Plan de San
Luís…!"

"Estas fueros las airadas palabras que salieron de los
labios del "apóstol" de la Democracia, Don Francisco I.
Madero, cuando una comisión de potosinos se acercó
a él pidiéndole que no apoyara la candidatura del
Doctor Cepeda para la Gubernatura de San Luís
Potosí.

Asegura la comisión potosina que conforme a la
Constitución no puede se Gobernador el Doctor Cepeda,
porque no nació en el
Estado.

Ni ha vivido en él por un espacio de cinco
años.

Por otra parte. Alega la comisión Potosina que el
Plan de san Luis ofrecía el "sufragio efectivo" y que, por
lo tanto, madero no debe imponer candidaturas.

Cuando oyó esto el tiranuelo dijo rojo de rabia:
"Cepeda debe ser Gobernador, y para seguirlo, romperé
la Constitución y el Plan de San
Luís".

Maderistas de buena fe; mucho os he hablado sobre la
inocencia de los pueblos que creen en las promesas de los que
ambicionan encaramarse sobre sus hermanos.

Madero fue ayer el defensor de la Democracia.

¿Qué es ahora que ya
consiguió?:encaramarse sobre los hombros del pueblo?
¡Un tirano!

La ley, lo repito una vez más, es el trapo de
suelo de los
gobernantes.

No luchemos para encaramar a nadie sobre nuestros
hombros.

Luchemos por conquistar algo efectivo: la tierra y la
maquinaría de producción.

Maderistas: imitad el noble ejemplo de muchos de
vuestros hermanos que han desertado de las filas del maderismo,
para unirse a los liberales que luchan con entusiasmo para
obtener la libertad económica al grito sublime de
¡Tierra y Libertad!

No esperéis que un gobierno ponga en vuestras
manos la tierra.

El taller, la fábrica, la mina, el barco, el
ferrocarril, todo lo que es necesario para la producción y
distribución de la riqueza.

Esto debemos tomarlo con las armas en la mano
desconociendo el "derecho" que los capitalistas se otorgan a
sí mismos, de retener en sus manos lo que las manos de
los trabajadores han hecho.

Neguemos resueltamente ese "derecho" que es
inicuo; que no se derrame más sangre para encumbrar
ambiciosos.

Que se derrame, sí, toda la que sea necesaria,
para que no haya miseria, para que todos tengan que comer, para
que no haya hombres que tengan a su servicio otros
hombres, para que todos seamos iguales, hermanos, libres y tan
felices como humanamente se pueda serlo.

Todo esto seguirá si nos apartamos todos de la
política y luchamos resueltamente para arrancar de las
manos de los ricos todo lo que detentan para que sea de
todos.

Arriba, pues, soldados maderistas.

Enarbolad la Bandera Roja poniendo en ella esta
inscripción en letras blancas: Tierra y
Libertad.

Volved la boca de vuestro fusiles contra Madero, contra
De la Barra, contra cualquiera que pretenda gobernar.

Por donde quiera que vayáis, aconsejad a los
peones que trabajen las haciendas por su cuenta.

A los mineros decid que traigan los metales y el
carbón también por su cuenta.

A los obreros de las fábricas invitadlos a que
hagan lo mismo y así sucesivamente.

Aconsejad que formen grandes almacenes con lo que
produzcan los trabajadores, para que todos los que hayan
contribuido a la producción, tengan derecho a tomar lo que
necesiten.

Hombres de buena voluntad pueden levantar estadísticas de todo lo que existe en los
almacenes de la burguesía para que las comunidades sepan
con qué elementos se cuenta para la subsistencia de la
misma mientras se ara la tierra, se siembra el grano y se recoge
la primera cosecha.

Mientras en las fábricas, en las fundiciones, en
los talleres, en las minas, se activa la producción de
todo lo que sea NECESARIO.

Hágase libre uso de los ferrocarriles, barcos y
otros medios de transportación y distribución de
los efectos elaborados, de los granos cosechados, de todo lo que
necesiten otras comunidades productoras, las que harán
otro tanto con lo que necesiten las primeras,
estableciéndose así un intercambio de productos de
las comunidades.

Todo eso es sencillísimo, para llegar a ello
no se necesita la intervención del polizonte ni del
gobierno.

Se necesita: buena voluntad.

Dejémonos los pobres de confiar de que los
"inteligentes" piensen por nosotros: pensemos con nuestra
cabeza.

Dejémonos de romper las crismas unos con otros
por elevar a la Presidencia a este o aquel
individuo.

Lo primero es comer, trabajar menos, habitar casas
sanas que, después, habrá tiempo bastante para
educarnos.

Pero todo eso hay que obtenerlo por la
fuerza.

No hay que esperar nada de ningún gobierno
porque estos no son otra cosa que los guardianes de la clase
capitalista.

Ya es tiempo de que la plebe arregle las
cosas.

Ya es tiempo de que los pobres, los eternos humillados,
los eternos esclavos, nos resolvamos a hacer algo digno de la
cultura del
siglo. ¡Abajo los ricos! ¡Viva Tierra y Libertad!
¡Muera el hambre!"

(De Regeneración)

5 de agosto de 1911

Partes: 1, 2, 3
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