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Autovaloración, autoestima y salud



Partes: 1, 2

    1. ¿Cómo
      la autoestima positiva contribuye al restablecimiento de una
      persona enferma?
    2. Bibliografía

    El peor de los males que le puede
    suceder al hombre es que
    llegue a pensar mal de sí mismo.

    Goethe

    En el presente artículo se ha abordado el tema de
    la salud personal
    entendida como el equilibrio
    bio-psico-social del individuo,
    resaltando la importancia de la autovaloración y autoestima
    adecuadas para lograr el bienestar físico y emocional del
    individuo. Se establecen conceptos básico para la
    comprensión de este tema, de manera tal que el lector
    pueda ir desentrañando interrogantes que se presentan
    cotidianamente con relación al tema de la salud personal y
    los procesos de
    autorreferencia y a la vez reciba algunas sugerencias que
    contribuyan a potenciar la introspección y la
    asunción de una conducta activa
    ante la comprensión de su propia personalidad.

    Puede ser un material de interés
    tanto para profesionales de la Psicología como para
    lectores que no tengan tal formación
    profesional.

    La Psicología es la ciencia que
    estudia la subjetividad humana, y la subjetividad es ese mundo
    interno que todo ser humano posee, real pero no palpable a simple
    vista y en el que se funden inexorablemente cogniciones y
    afectos.

    La única manera en que podemos acceder a la
    subjetividad humana es a través de los diferentes
    comportamientos explícitos e implícitos que exhiben
    las personas, y a ese conjunto de comportamientos se le ha
    llamado históricamente en esta ciencia:
    conducta, expresión de la
    Personalidad en la que también está siempre
    presente la unidad de cognición y afecto. Es por eso que
    la Personalidad no es más que la manera en que se expresa
    la subjetividad humana de manera individual.

    Todos tenemos una Personalidad, con matices individuales
    que la hacen, única e irrepetible, la cual se forma a
    partir de la relación que se establece entre nuestras
    características y condiciones biológicas, la
    influencia del medio social en el que nos hemos desarrollado a lo
    largo de la vida y nuestras particularidades psicológicas,
    pués no todos percibimos y aceptamos la vida de igual
    forma.

    Con frecuencia escuchamos la popular frase que dice:"
    Cada persona es un
    mundo", y como casi siempre la sabiduría popular no se
    equivoca, esta frase se ha comprobado también
    científicamente, desde la Psicología, pués
    cada ser humano posee una particular jerarquía de
    necesidades y motivos, rasgos propios del carácter, intereses, hábitos,
    actitudes,
    ideales, proyectos de vida
    y concepciones del mundo, entre otras formaciones
    psicológicas que se van conformando de manera particular,
    constituyendo así la estructura de
    su Personalidad.

    La aparición de las formaciones
    psicológicas particulares en cada individuo, depende de la
    influencia social que este recibe en los diferentes grupos de los que
    va formando parte a lo largo de su vida, como son: El grupo
    familiar, el escolar, el laboral, los
    grupos de amigos, las instituciones
    y organizaciones
    sociales de manera general, entre otros. Pero también
    depende de los procesos externos e internos de autorreferencia,
    los cuales se sintetizan en la
    autovaloración, otra de las formaciones
    psicológicas de la Personalidad, una de las que se llega a
    formar más tardíamente y por tanto una de las
    más complejas a la hora de abordar su estudio.

    La Personalidad es un interesante sistema subjetivo
    en el que todas sus formaciones se encuentran
    dialécticamente relacionadas, por lo que
    cometeríamos un grave error si intentásemos
    estudiar alguna de ellas sin tener en cuenta las demás. Si
    resulta difícil estudiar y comprender la Personalidad, no
    menos difícil resulta explicarla. Aún así
    nos atreveremos a comentar sobre algunos aspectos referidos a la
    autovaloración, no porque sea esta la formación
    psicológica más importante de la Personalidad ni
    mucho menos, sino porque, al profundizar en su estudio, notamos
    algo sumamente interesante, y es que la imagen que el
    hombre va formando sobre sí mismo a lo largo de su vida,
    repercute trascendentalmente en la construcción de otras formaciones
    psicológicas, caracterizando así los procesos de
    regulación y autorregulación del comportamiento
    en cada caso.

    Resulta realmente importante, cuando se trata de
    estudiar la autovaloración, esclarecer determinados
    conceptos, imprescindibles para su análisis y comprensión como la
    autoconciencia, la identidad
    personal, el autoconocimiento y la autoestima, contenidos
    psicológicos que forman parte de la autovaloración,
    por lo que si no partimos desde su comprensión, estudiarla
    se convertiría en un asunto mucho más
    complejo.

    El ser humano se va identificando consigo mismo desde
    que va suponiendo una imagen de su propio cuerpo como punto de
    referencia y este proceso de
    identificación corporal comienza a tener lugar entre los
    dos y los tres años de edad, cuando el niño
    comienza a explorar su cuerpo y a llamar cada parte por su
    nombre, teniendo lugar no sólo un proceso de
    autoconciencia corporal , sino de autoconciencia de
    manera general, al arribar a los tres años, es en este
    período del desarrollo
    cuando ya logra delimitarse a sí mismo, tomando conciencia de su
    existencia como ser único e independiente de la realidad
    que lo rodea.

    Por tal motivo, aunque realicemos enormes esfuerzos por
    recordar sucesos de nuestra vida que se remontan al
    período de la lactancia y el
    primer año de vida, no logramos conseguirlo, pués
    aun no habíamos tenido plena conciencia de nuestra
    existencia.

    "La identidad personal nos remite a la
    idea de autodiferenciación. Es la idea y el sentimiento de
    la existencia propia, de sí. Es la percepción
    de uno mismo como único y diferente. Es el proceso de
    individuación que se va gestando desde edades tempranas,
    de delimitación individual, de identificación con
    una realidad corporal y subjetiva que es única". Esta
    identidad personal se va complejizando en la medida en que la
    personalidad se enriquece con nuevos elementos, es por eso que
    además de identificarse con un cuerpo, el ser humano
    mientras transita por el proceso de autodiferenciación,
    llega a percatarse de que existe otro sexo, cuyas
    características biológicas son diferentes, por lo
    que comienza a formarse un sentimiento de pertenencia a un
    género,
    construido históricamente por la sociedad, y el
    cual implica determinados comportamientos con los que se
    irá identificando o no.

    En la conformación de la identidad personal no
    queda contenida solamente la identidad genérica, sino
    también la identidad familiar, cultural, laboral, entre
    otras que el individuo va integrando a la Personalidad de manera
    particular bajo las influencias sociales que recibe a lo largo de
    la vida. La historia del país, de
    las raíces familiares y culturales, e incluso, la historia
    del nombre propio, son elementos que van matizando el sentimiento
    de identidad personal de cada individuo, en tanto se sienta
    identificado consciente e inconscientemente con la información que va ir incorporando de
    manera subjetiva a su Personalidad.

    Mientras va teniendo lugar el fenómeno de la
    autoconciencia y la conformación de la identidad personal,
    estamos inmersos en todo un proceso de
    autoconocimiento. Según la Dra. Lourdes
    Fernández Riuz, no solamente adquirimos conciencia de
    nuestra propia existencia, ni nos identificamos con un modo de
    ser y existir individual, sino que nos vamos conociendo
    progresivamente. Conocemos como somos corporalmente, para ello
    exploramos nuestro cuerpo, tenemos un conocimiento
    de cuáles son las partes y formas del mismo. Conocemos
    también paulatinamente nuestra subjetividad, cómo
    somos psicológicamente, que nos gusta o no, qué nos
    motiva, cuáles son nuestras
    características.

    Pero no sólo son importantes, la formación
    de la autoconciencia, la identidad personal y el autoconocimiento
    en su relación dialéctica, para la
    construcción de la autovaloración. Existe una
    dimensión cognitiva, afectiva y global en este proceso de
    autorreferencia que es la autoestima, la cual se
    refiere a cuánto nos estimamos, amamos, ponderamos,
    respetamos y aceptamos a nosotros mismos, de la cual depende en
    gran medida la manera en que se manifiestan las demás
    formaciones psicológicas.

    Entonces podemos decir que: "La
    autovaloración es una configuración
    de la Personalidad, que integra de modo articulado un concepto de
    sí mismo por parte del sujeto, en el que aparecen
    cualidades, capacidades, intereses y motivos, de manera precisa,
    generalizada y con relativa estabilidad y dinamismo, comprometido
    en la realización de las aspiraciones más
    significativas del sujeto en las diferentes esferas de su vida.
    Puede incluir contenidos que se poseen, otros deseables y otros
    inexistentes que constituyen un resultado de las reflexiones,
    valoraciones y vivencias del sujeto sobre sí mismo y sobre
    los contenidos esenciales de su propia Personalidad" . La
    concepción que el individuo elabore sobre si mismo,
    influirá en gran medida en la configuración de las
    otras formaciones psicológicas de su Personalidad y le
    permitirá afrontar los retos de la vida de una determinada
    manera.

    La autovaloración puede tener ciertos grados de
    desarrollo en cada individuo de acuerdo con sus
    características psicológicas individuales, en
    función
    de la manera en que se percibe a sí mismo física y
    subjetivamente, de acuerdo con las cualidades, aptitudes y
    capacidades que cree poseer, con qué sexo, género,
    familia y
    cultura se
    siente identificado, hasta que punto se conoce, y cuánto
    se estima. Estas características, sin lugar a dudas
    adquieren matices particulares, a partir de las percepciones
    individuales del sujeto, pero se encuentran también
    determinadas por las condiciones de vida y educación en las que
    se haya formado su personalidad. Por tanto, la influencia social
    no puede ser obviada cuando a la personalidad nos
    referimos.

    Así la autovaloración puede ser
    estructurada, adecuada y efectiva, cuando el
    sujeto tiene un profundo conocimiento y conformidad consigo
    mismo, reconociendo y aceptando sus cualidades y defectos,
    creando una clara definición de su identidad personal,
    manteniendo coherencia entre lo que desea, lo que hace para
    lograrlo y el reconocimiento de hasta que punto puede llegar,
    aceptando así elementos contradictorios, sin que se
    destruya la estabilidad de su autovaloración. Esto se
    expresa a través de ricas, variadas, coherentes y
    profundas reflexiones del sujeto sobre sí mismo y en la
    posibilidad que este posea de prever adecuadamente los niveles de
    realización que puede alcanzar.

    En ocasiones, nos podemos encontrar ante individuos cuya
    autovaloración es inestructurada, no
    adecuada y formal, en estos casos existe pobreza en
    el
    conocimiento del sujeto sobre sí mismo, porque se
    conoce insuficiente o distorsionadamente, cuando no se siente a
    gusto con sus características físicas o subjetivas,
    manifestando poco reconocimiento y aceptación de sus
    virtudes y defectos y por consiguiente poca tolerancia ante
    elementos contradictorios, todo lo cual se expresa a
    través de reflexiones ambiguas, inespecificidad en cuanto
    a la previsión de los niveles de realización que
    puede alcanzar y una constante inseguridad
    del sujeto sobre diferentes situaciones de su vida, que puede
    expresarse en algunos casos como
    sobrevaloración y en otros como
    subvaloración.

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