El peor de los males que le puede
suceder al hombre es que
llegue a pensar mal de sí mismo.
Goethe
En el presente artículo se ha abordado el tema de
la salud personal
entendida como el equilibrio
bio-psico-social del individuo,
resaltando la importancia de la autovaloración y autoestima
adecuadas para lograr el bienestar físico y emocional del
individuo. Se establecen conceptos básico para la
comprensión de este tema, de manera tal que el lector
pueda ir desentrañando interrogantes que se presentan
cotidianamente con relación al tema de la salud personal y
los procesos de
autorreferencia y a la vez reciba algunas sugerencias que
contribuyan a potenciar la introspección y la
asunción de una conducta activa
ante la comprensión de su propia personalidad.
Puede ser un material de interés
tanto para profesionales de la Psicología como para
lectores que no tengan tal formación
profesional.
La Psicología es la ciencia que
estudia la subjetividad humana, y la subjetividad es ese mundo
interno que todo ser humano posee, real pero no palpable a simple
vista y en el que se funden inexorablemente cogniciones y
afectos.
La única manera en que podemos acceder a la
subjetividad humana es a través de los diferentes
comportamientos explícitos e implícitos que exhiben
las personas, y a ese conjunto de comportamientos se le ha
llamado históricamente en esta ciencia:
conducta, expresión de la
Personalidad en la que también está siempre
presente la unidad de cognición y afecto. Es por eso que
la Personalidad no es más que la manera en que se expresa
la subjetividad humana de manera individual.
Todos tenemos una Personalidad, con matices individuales
que la hacen, única e irrepetible, la cual se forma a
partir de la relación que se establece entre nuestras
características y condiciones biológicas, la
influencia del medio social en el que nos hemos desarrollado a lo
largo de la vida y nuestras particularidades psicológicas,
pués no todos percibimos y aceptamos la vida de igual
forma.
Con frecuencia escuchamos la popular frase que dice:"
Cada persona es un
mundo", y como casi siempre la sabiduría popular no se
equivoca, esta frase se ha comprobado también
científicamente, desde la Psicología, pués
cada ser humano posee una particular jerarquía de
necesidades y motivos, rasgos propios del carácter, intereses, hábitos,
actitudes,
ideales, proyectos de vida
y concepciones del mundo, entre otras formaciones
psicológicas que se van conformando de manera particular,
constituyendo así la estructura de
su Personalidad.
La aparición de las formaciones
psicológicas particulares en cada individuo, depende de la
influencia social que este recibe en los diferentes grupos de los que
va formando parte a lo largo de su vida, como son: El grupo
familiar, el escolar, el laboral, los
grupos de amigos, las instituciones
y organizaciones
sociales de manera general, entre otros. Pero también
depende de los procesos externos e internos de autorreferencia,
los cuales se sintetizan en la
autovaloración, otra de las formaciones
psicológicas de la Personalidad, una de las que se llega a
formar más tardíamente y por tanto una de las
más complejas a la hora de abordar su estudio.
La Personalidad es un interesante sistema subjetivo
en el que todas sus formaciones se encuentran
dialécticamente relacionadas, por lo que
cometeríamos un grave error si intentásemos
estudiar alguna de ellas sin tener en cuenta las demás. Si
resulta difícil estudiar y comprender la Personalidad, no
menos difícil resulta explicarla. Aún así
nos atreveremos a comentar sobre algunos aspectos referidos a la
autovaloración, no porque sea esta la formación
psicológica más importante de la Personalidad ni
mucho menos, sino porque, al profundizar en su estudio, notamos
algo sumamente interesante, y es que la imagen que el
hombre va formando sobre sí mismo a lo largo de su vida,
repercute trascendentalmente en la construcción de otras formaciones
psicológicas, caracterizando así los procesos de
regulación y autorregulación del comportamiento
en cada caso.
Resulta realmente importante, cuando se trata de
estudiar la autovaloración, esclarecer determinados
conceptos, imprescindibles para su análisis y comprensión como la
autoconciencia, la identidad
personal, el autoconocimiento y la autoestima, contenidos
psicológicos que forman parte de la autovaloración,
por lo que si no partimos desde su comprensión, estudiarla
se convertiría en un asunto mucho más
complejo.
El ser humano se va identificando consigo mismo desde
que va suponiendo una imagen de su propio cuerpo como punto de
referencia y este proceso de
identificación corporal comienza a tener lugar entre los
dos y los tres años de edad, cuando el niño
comienza a explorar su cuerpo y a llamar cada parte por su
nombre, teniendo lugar no sólo un proceso de
autoconciencia corporal , sino de autoconciencia de
manera general, al arribar a los tres años, es en este
período del desarrollo
cuando ya logra delimitarse a sí mismo, tomando conciencia de su
existencia como ser único e independiente de la realidad
que lo rodea.
Por tal motivo, aunque realicemos enormes esfuerzos por
recordar sucesos de nuestra vida que se remontan al
período de la lactancia y el
primer año de vida, no logramos conseguirlo, pués
aun no habíamos tenido plena conciencia de nuestra
existencia.
"La identidad personal nos remite a la
idea de autodiferenciación. Es la idea y el sentimiento de
la existencia propia, de sí. Es la percepción
de uno mismo como único y diferente. Es el proceso de
individuación que se va gestando desde edades tempranas,
de delimitación individual, de identificación con
una realidad corporal y subjetiva que es única". Esta
identidad personal se va complejizando en la medida en que la
personalidad se enriquece con nuevos elementos, es por eso que
además de identificarse con un cuerpo, el ser humano
mientras transita por el proceso de autodiferenciación,
llega a percatarse de que existe otro sexo, cuyas
características biológicas son diferentes, por lo
que comienza a formarse un sentimiento de pertenencia a un
género,
construido históricamente por la sociedad, y el
cual implica determinados comportamientos con los que se
irá identificando o no.
En la conformación de la identidad personal no
queda contenida solamente la identidad genérica, sino
también la identidad familiar, cultural, laboral, entre
otras que el individuo va integrando a la Personalidad de manera
particular bajo las influencias sociales que recibe a lo largo de
la vida. La historia del país, de
las raíces familiares y culturales, e incluso, la historia
del nombre propio, son elementos que van matizando el sentimiento
de identidad personal de cada individuo, en tanto se sienta
identificado consciente e inconscientemente con la información que va ir incorporando de
manera subjetiva a su Personalidad.
Mientras va teniendo lugar el fenómeno de la
autoconciencia y la conformación de la identidad personal,
estamos inmersos en todo un proceso de
autoconocimiento. Según la Dra. Lourdes
Fernández Riuz, no solamente adquirimos conciencia de
nuestra propia existencia, ni nos identificamos con un modo de
ser y existir individual, sino que nos vamos conociendo
progresivamente. Conocemos como somos corporalmente, para ello
exploramos nuestro cuerpo, tenemos un conocimiento
de cuáles son las partes y formas del mismo. Conocemos
también paulatinamente nuestra subjetividad, cómo
somos psicológicamente, que nos gusta o no, qué nos
motiva, cuáles son nuestras
características.
Pero no sólo son importantes, la formación
de la autoconciencia, la identidad personal y el autoconocimiento
en su relación dialéctica, para la
construcción de la autovaloración. Existe una
dimensión cognitiva, afectiva y global en este proceso de
autorreferencia que es la autoestima, la cual se
refiere a cuánto nos estimamos, amamos, ponderamos,
respetamos y aceptamos a nosotros mismos, de la cual depende en
gran medida la manera en que se manifiestan las demás
formaciones psicológicas.
Entonces podemos decir que: "La
autovaloración es una configuración
de la Personalidad, que integra de modo articulado un concepto de
sí mismo por parte del sujeto, en el que aparecen
cualidades, capacidades, intereses y motivos, de manera precisa,
generalizada y con relativa estabilidad y dinamismo, comprometido
en la realización de las aspiraciones más
significativas del sujeto en las diferentes esferas de su vida.
Puede incluir contenidos que se poseen, otros deseables y otros
inexistentes que constituyen un resultado de las reflexiones,
valoraciones y vivencias del sujeto sobre sí mismo y sobre
los contenidos esenciales de su propia Personalidad" . La
concepción que el individuo elabore sobre si mismo,
influirá en gran medida en la configuración de las
otras formaciones psicológicas de su Personalidad y le
permitirá afrontar los retos de la vida de una determinada
manera.
La autovaloración puede tener ciertos grados de
desarrollo en cada individuo de acuerdo con sus
características psicológicas individuales, en
función
de la manera en que se percibe a sí mismo física y
subjetivamente, de acuerdo con las cualidades, aptitudes y
capacidades que cree poseer, con qué sexo, género,
familia y
cultura se
siente identificado, hasta que punto se conoce, y cuánto
se estima. Estas características, sin lugar a dudas
adquieren matices particulares, a partir de las percepciones
individuales del sujeto, pero se encuentran también
determinadas por las condiciones de vida y educación en las que
se haya formado su personalidad. Por tanto, la influencia social
no puede ser obviada cuando a la personalidad nos
referimos.
Así la autovaloración puede ser
estructurada, adecuada y efectiva, cuando el
sujeto tiene un profundo conocimiento y conformidad consigo
mismo, reconociendo y aceptando sus cualidades y defectos,
creando una clara definición de su identidad personal,
manteniendo coherencia entre lo que desea, lo que hace para
lograrlo y el reconocimiento de hasta que punto puede llegar,
aceptando así elementos contradictorios, sin que se
destruya la estabilidad de su autovaloración. Esto se
expresa a través de ricas, variadas, coherentes y
profundas reflexiones del sujeto sobre sí mismo y en la
posibilidad que este posea de prever adecuadamente los niveles de
realización que puede alcanzar.
En ocasiones, nos podemos encontrar ante individuos cuya
autovaloración es inestructurada, no
adecuada y formal, en estos casos existe pobreza en
el
conocimiento del sujeto sobre sí mismo, porque se
conoce insuficiente o distorsionadamente, cuando no se siente a
gusto con sus características físicas o subjetivas,
manifestando poco reconocimiento y aceptación de sus
virtudes y defectos y por consiguiente poca tolerancia ante
elementos contradictorios, todo lo cual se expresa a
través de reflexiones ambiguas, inespecificidad en cuanto
a la previsión de los niveles de realización que
puede alcanzar y una constante inseguridad
del sujeto sobre diferentes situaciones de su vida, que puede
expresarse en algunos casos como
sobrevaloración y en otros como
subvaloración.
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