- Proclama
- Primera carta
anarquista - Tierra
- La
cadena de los libres - Libertad
política - La
revolución para después del
triunfo - El
movimiento liberal introducción - La
guerra social - La
lucha de clases - El
derecho de propiedad
Introducción
En vida, los revolucionarios son perseguidos,
encarcelados y asesinados.
Cuando caen víctimas de los tiranos,
éstos, les levantan monumentos y graban sus nombres en los
recintos parlamentarios burgueses.
Intentando apropiárselos ideológicamente,
al mismo tiempo que
pretenden castrar y ocultar su pensamiento y
sus ideas revolucionarias.
Ricardo flores magón es uno de ellos.
Después de leer y analizar una bibliografía dedicada a
ricardo, hemos llegado a la conclusión de que la
mayoría de ellos, sobre todo los escritos por
historiadores oficiales, falsos marxistas y pseudomagonistas,
pretenden no sólo, esconder, sino desvirtuar la esencia
revolucionaria de ricardo.
es por lo anterior,, y como una continuación de
mi anterior folleto semblanza biográfica de Ricardo flores
magón, que he decidido difundir las ideas y el pensamiento
revolucionario de este insigne oaxaqueño
universal..
Dejo al lector la tarea de comprobar la vigencia de los
artículos políticos de Ricardo.
En especial acerca de la "dictadura
perfecta", del bipartidismo pan-pri y de la ausencia de democracia.
De la prensa controlada
oficialmente, de la maquinaria electoral fraudulenta y de la
demagogia populista.
De todos los partidos
políticos, principalmente el PRI, PAN y PRD que sirven
al sistema
capitalista, llamado neoliberalismo, globalización, etc.
Sistema que perpetúa en el poder a la
clase
capitalista parasitaria, dependiente del imperialismo
yanqui.
Por último sólo resta informar a los
jóvenes lectores y lectoras sobre el estilo y forma de
redacción de flores magón. me
tomé la libertad de
subdividir sus extensos párrafos, con el fin de hacerlo
más sencillo, accesible, ameno y comprensible para los
lectores de hoy.
Humberto Escobedo Cetina.
Septiembre de 1906.
Proclama
A la nación:
Conciudadanos:
En legítima defensa de las libertades holladas,
de los derechos
conculcados, de la dignidad de la
patria pisoteada por el criminal despotismo del usurpador
Porfirio Díaz.
En defensa de nuestro honor y de nuestra vida amenazados
por un gobierno que
considera delito la
honradez y ahoga en sangre los
más legales y pacíficos intentos de
emancipación.
En defensa de la justicia,
ultrajada sin tregua por el puñado de bandidos que nos
oprimen.
Nos rebelamos contra la dictadura de Porfirio
Díaz, y no depondremos las armas que hemos
empuñado con toda justificación, hasta que en
unión de todo el partido liberal mexicano, hayamos hecho
triunfar el programa
promulgado el primero de julio de 1906, por la junta organizadora
del liberal.
Los excesos cometidos a diario por la dictadura, en toda
la extensión de nuestro infortunado país, los
atentados contra el derecho electoral, contra el derecho de
reunión, contra la libertad de imprenta y de
discurso,
contra la libertad de trabajo.
Las hecatombes con que sofoca el gobierno las
manifestaciones de civismo, los asesinatos y los robos que
cínicamente y en todas partes cometen las
autoridades.
El desprecio sistemático con que tratan al
mexicano los actuales gobernantes.
Las consignaciones
a los ciudadanos independientes.
Los empréstitos enormes con que la dictadura ha
comprometido a la nación,
sin más objeto que el enriquecimiento de unos cuantos
opresores.
La indignidad de nuestros tiranos que han solicitado la
invasión de nuestro territorio por fuerzas
extranjeras.
En una palabra, todo ese cúmulo de iniquidades,
de opresiones, de latrocinio y de crímenes de todo
género
que caracterizan al gobierno porfirista, ameritan ser detenidos y
castigados por el pueblo, que si durante 30 años ha sido
respetuoso y humilde con la vana esperanza de que sus
déspotas volvieran al buen camino, hoy se ha convencido de
su error y se ha cansado de soportar cadenas, sabrá ser
inflexible en la reivindicación de sus
derechos.
Los crímenes cada día mayores de la
dictadura, y la imposibilidad de ser atendidos por medios
pacíficos, pues cuantas veces hemos querido ejercitar un
derecho, hemos sido atropellados por los tiranos, nos precipitan
a la revolución.
Los que en ella vean un mal, no culpen al pueblo que
durante 30 años ha sido de sobra pacífico y
sufrido.
Culpen a la tiranía que por sus desenfrenos y su
despótica intolerancia, nos ha hecho preciso recurrir a la
fuerza de las
armas para defender nuestros derechos y realizar nuestras justas
y honradas aspiraciones.
No hay tras nuestro movimiento
miras ambiciosa ni personalismo.
Luchamos por la patria, por todos los oprimidos en
general, por el mejoramiento de todas las condiciones políticas
y sociales de nuestro país, para beneficio de
todos.
Nuestra bandera de lucha es el programa del partido
liberal.
La única autoridad que
reconocemos mientras se establezca un gobierno elegido por el
pueblo es la junta organizadora del partido liberal.
Somos una fracción de ese gran partido que ha
luchado y luchará hasta vencer por la redención de
la patria, y obramos de acuerdo con nuestros correligionarios del
resto del país que como nosotros, se ha levantado en
armas, en esta misma fecha, contra la actual corrompida administración que no tardará en ser
derribada y que en estos momentos ya tiembla ante el formidable
movimiento revolucionario que estremece todos los ámbitos
de la república mexicana.
Hacemos un llamamiento a los oficiales y soldados del
ejército nacional para que, lejos de servir a ola vil
dictadura, que deshonra a la patria y la traiciona, se unan al
movimiento libertador.
Ellos son hijos del pueblo como nosotros.
Sobre ellos pesa el mismo yugo que a todos nos
aplasta.
Ellos también son mexicanos y tienen el deber de
luchar por la dignidad y por el bien de la patria, y no por el
bien personal de un
déspota ladrón y sanguinario como Porfirio
Díaz.
A los jefes y oficiales en servicio de la
dictadura que se pasen a las filas liberales, se les
concederá un ascenso de dos grados sobre el que
tengan.
A los soldados rasos se les pagará un peso diario
libre de gastos, y a las
clases se les darán sueldos equivalentes.
A los extranjeros les advertimos que nada pretendemos
contra ellos, pero también les recordamos el deber que
tienen de ser neutrales en los asuntos políticos de
México, en
los que no tienen derecho de intervenir.
Prestaremos a las personas y propiedades de los
extranjeros todas las garantías que nos sea posible, pues
por el interés de
la nuestra patria y de nuestra propia causa, no queremos dar
lugar a conflictos
internacionales, pero los extranjeros que faltando a la
neutralidad, sirvan al gobierno y nos combatan, no pueden esperar
ninguna consideración de nuestra parte.
Reforma, libertad y justicia
Septiembre de 1906.
13 de junio de 1908
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