Indianidad y descolonización en el hispanoamericanismo del patriota revolucionario Francisco de Miranda
- Los múltiples rostros de
un mismo Miranda - La
llamada bandera mirandina de las castas - Una
construcción histórica exclusiva y
excluyente - Buscando la
ilustración en el pueblo/pueblo - ¿Dónde
está el Miranda que fue sensible a todo lo
viviente? - Miranda contra
la carrera política personal - ¿Dónde
está el Miranda del naciente indoamericanismo
hispanoamericano? - El
contenido real de la bandera tricolor - La
primera bandera independentista - El
manifiesto mirandino de 1801 - Proyecto y alta
política para no perder la
brújula - Socialismo del
siglo XXI y liberación nacional
Lugares comunes en las manipulaciones
mantuanas y eurocéntricas del pensamiento de
Francisco de Miranda
(Material escrito el 3 de agosto de
2006 para un programa radial
con las comunitarias del Estado
Miranda)
"Acordaos de que sois descendientes de aquellos Ilustres
Indios, que no queriendo sobrevivir a la esclavitud de su
patria, prefirieron una muerte
gloriosa a una vida deshonrosa". Manifiesto de 1801. (*)
Francisco de Miranda.
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(*) La descendencia indígena aquí
aludida por Miranda, no es sólo una descendencia de
sangre sino
también cultural. Pero vale la pena destacar que en el
mundo hispánico, como parte de la colonización y
del proyecto de la
"cultura
única mestiza", se trató de confundir siempre raza
y etnia, para
presentar el mestizaje del español
con el indio y el afrodescendiente como instrumento social de
blanqueamiento, de desindianización y
desafricanización. Aparte de ello, siempre se trató
de desarrollar un antagonismo étnico con los pueblos
indígenas para negarlos como dueños del territorio
y un antagonismo racial con el afroamericano, con la finalidad de
diluir ambas herencias culturales y presentar la herencia
hispánica como la única sobreviviente en el
torbellino de la manipulación del mestizaje. Es así
como con el nombre genérico de pardos se designa en lo
esencial a todo el que no es blanco, generalmente al mestizo y se
encubre la sobrevivencia de la indianidad de la gran
mayoría de la población y luego de la herencia
afrodescendiente. Se trata de mecanismos compulsivos, pero
sutiles para desentendernos por endorracismo, vergüenza
étnica y vergüenza de clase, de
nuestros propios orígenes, siendo el origen
indígena el más fustigado y reprimido por la
condición misma de aborígenes..
Cuando Miranda habla de esa descendencia
indígena, no está haciendo un artificio
intelectual, sino que está dando en la llaga de lo que ha
tratado de mantener oculto y reprimido una dominación de
tres siglos, pero que se prolongará también
después de la Independencia
por dos siglos más, para convertirse en una
dominación de medio milenio.
Por eso hoy, asumir la diversidad cultural y la
interculturalidad es fundamental para la inclusión de los
múltiples sujetos y de su papel como actores de una
revolución. Son instrumentos claves de la
historia, la
antropología, la sociología y de todas las ciencias
humanas, para despejar y construir una identidad
indoamericana caribeña, que nos incluya a todos. Recuerda
Darcy Ribeiro que Gilberto Freire en Casa Grande y Senzala,
comienza a hacer justicia a la
herencia indígena del Brasil, pero ha
estado tan encubierta esta herencia, que Freire se queda corto,
destacando que es mucho mayor de lo que pudiera parecer a primera
vista.
No es por tanto de extrañar, que el rostro
más oculto para nosotros hoy de Miranda, de José
Martí,
de Mariátegui y del mismo César Rengifo en nuestro
caso, sea precísamente el que da cuenta de su vigorosa
indianidad y todo aquello que rompe la falsa dicotomía del
racismo entre
"civilización o barbarie". Recordemos que Miranda ya en su
tiempo
identificaba con monstruosidad y barbarie a la dominación
española, así como se hace hoy contra el imperio:
socialismo o
barbarie capitalista. Esto no es tampoco un retorno a la ideología del "buen salvaje"
LOS
MÚLTIPLES ROSTROS DE UN MISMO MIRANDA
Esas caras múltiples de esa misma cara, de ese
mismo rostro envuelto en múltiples rostros, es el mismo
rostro uno y único de Francisco de Miranda. De pueblo,
tierra y
sangre derramada por la libertad de
América. Rostro de múltiples facetas
que permanecen ocultos cuando se escamotea y manipula la unidad
de su pensamiento y la diversidad de su geografía de pueblos
y culturas implicados en un mismo proyecto continental. Es
Miranda uno y múltiple, de ayer, de hoy y de siempre, como
un abanico abierto de posibilidades cada vez que interrogamos el
pasado desde el presente y el futuro desde el
presente.
Esa unidad de pensamiento quizá -por su
extensión y complejidad- no esté del todo a nuestro
alcance en estos momentos. Pero sí estamos en condiciones
de asegurar que su vida estuvo siempre marcada, para siempre
marcada, por reivindicar con orgullo el pecado original de haber
nacido en América y he aquí, la huella digital y el
mito motor, que le
llevó hasta su muerte a buscar –como después
le tocaría a Simón Rodríguez y Bolívar–
un proyecto histórico específicamente americano. A
pesar de ser visto Miranda, como el más europeizado de los
líderes de nuestra independencia, es
paradójicamente, el iniciador más sensible de
nuestra indoamericanidad desde su hispanoamericanismo. Ni
siquiera la fuerte influencia anglosajona o francesa, pudieron
jamás conseguir apartarlo de estas dos fuentes
irremplazables de su pensamiento. Desde Inglaterra,
Francia o
Rusia, sus
pasos, sus observaciones, sus anotaciones, sentimientos y
reflexiones, eran por la libertad de aquello que Martí
llamó siempre Nuestra América, declarando el
Prócer cubano de antemano, que América no
caminará sin el indio. Y si algo de original vamos a
buscar en Miranda, hemos de buscarlo- por aproximaciones- en "lo
más originario, antiguo, constante y específico del
país y del continente en todo su devenir
histórico". Pero también en la originalidad de lo
hispanoamericano y de lo iberoamericano, de lo afroamericano y de
lo asiático americano. Y, dicho sea de paso, lo
asiático-americano, nos retorna sin apartarnos del
presente histórico, a nuestra doble originalidad
asiática y africana, atendiendo a los orígenes
más remotos, de África al Asia y Oceanía,
del inicial poblamiento americano.
Es aquí donde se vertebra en sus múltiples
originalidades la unidad del género
humano y es aquí donde reside la verdadera universalidad
del caraqueño y no sólo en el aporte europeo a la
formación de su pensamiento.
Fue Miranda nuestro primer interlocutor del Sur con el
Norte. Y ello con voz propia, sin intermediarios y como
ángel guardián del continente para impedir con su
alta diplomacia, que las potencias europeas de la época se
repartieran y desmembraran las colonias españolas en
América, como ya lo venían haciendo con el Caribe.
Este triunfo diplomático y libertador de Miranda, casi
nunca se ve y por el contrario se habla del deprimido y del
fracasado. Reproduciendo todavía las viejas consignas del
imperio español.
Pero vayamos ahora a los enfoques fragmentarios que
vuelven superficial y sin real articulación en su unidad y
diversidad el pensamiento revolucionario del patriota
independentista Francisco de Miranda.
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