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capital"
1.- ESCRITOS
ESCOLARES
En agosto de 1835, cuando el joven Marx contaba con
17 años, presentó tres ensayos para
aprobar su bachillerato.
Las ideas humanísticas de la revolución
francesa son las que dominaban el ámbito cultural, de
la región renana de Alemania,
donde nació el 5 de mayo de 1818.
Desde muy pequeño recibió la influencia de
su padre, maestros de escuela y de su
futuro suegro.
En esta edad de su vida, el joven alemán, revela
una transición de un pensamiento
cristiano, bebido desde la infancia, a
una mentalidad humanista.
Las materias que debía aprobar eran:
latín, religión y un tema
libre en alemán..
El primero, según su biógrafo Mac Lellan
carece de valor y
todavía no ha sido traducido al español,
tenia como titulo: "¿Es posible considerar que el gobierno de
augusto, ha sido uno de los más felices de la historia de roma?".
Este primer trabajo
"constituye una comparación bastante trivial de dicho
reinado con el de la época anterior, menos culta, y con la
época posterior, en la cual la decadencia empieza a
manifestarse y ya se enuncia la tiranía".
El segundo escrito tuvo como titulo: "mostrar
según el evangelio de san Juan-IV, 1-4, la razón,
la naturaleza, la
necesidad y los efectos de la unión de los creyentes con
el cristo".
Aquí el joven comienza diciendo que la historia
"la gran maestra de la humanidad" nos enseña que desde la
antigüedad la naturaleza humana siempre ha tratado de
elevarse hacia una moralidad
superior.
Luego asienta que la historia de la humanidad nos indica
la necesidad de la unión con cristo.
También "cuando consideramos la historia de los
individuos y la naturaleza del hombre,
percibimos de inmediato una chispa divina en su interior, y un
entusiasmo por el bien, una lucha en pos del conocimiento,
un deseo de verdad"
Aunque estos instintos naturales se viesen oscurecidos
por deseos pecaminosos, la unión con cristo los
vencería y proporcionaría una "felicidad que en
vano, el epicúreo en su simple filosofía y el
más profundo pensador en los más hondos abismos
buscarán felicidad que sólo alguien
incondicionalmente entregado como un niño a cristo, y
mediante él a dios, puede conocer y que le procura una
vida más bella y elevada.
Según Auguste Cornu, estudioso de la obra de
Carlos marx,
este escrito "inspirándose en las concepciones
racionalistas de su padre y sus maestros, en especial de
wyttenbach, reducía la religión a la moral.
Al comentar este pasaje del evangelio de san Juan desde
un punto de vista histórico y filosófico, sostiene
que la unión de los hombres en dios responde a una
profunda tendencia de la naturaleza
humana, que siempre se ha esforzado, como lo prueba el
ejemplo de platón,
por elevarse hasta dios por medio de una moralidad más
noble.
A continuación exponía que la unión
de los creyentes con cristo –que la impura moral de los
paganos había hecho necesaria- permitía acceder a
la verdadera virtud, a la virtud cristiana, más humana y
más dulce que la de los estoicos, más elevada y
más pura que la de los epicúreos.
Desde el punto de vista dogmático, esta
disertación era más bien débil, pues las
razones dadas para la unión de los creyentes en cristo
eran exclusivamente de orden moral, y no se tenían en
cuenta, como observó el corrector, las razones
específicamente religiosas".
A partir de este momento el joven marx, al igual que su
padre, se desliga de toda creencia dogmática y la
filosofía racionalista predomina en él sobre la
religión.
Este ensayo tampoco
ha sido traducido al español.
El tercer escrito se llamó: "reflexiones de un
joven al elegir profesión".
Aquí la filosofía de la razón le
hace reemplazar la concepción religiosa de la vida humana
por la teoría
del destino moral del hombre.
Por considerar de importancia para este libro y para
que los lectores conozcan este trabajo escolar, lo reproduzco
íntegramente:
"reflexiones de un joven al elegir
profesión"
"Al animal se encarga la misma naturaleza de trazarle el
radio de
acción
dentro del que ha de moverse y en el que se mantiene
tranquilamente, sin salirse de él ni sospechar siquiera
que exista otro. también al hombre le ha trazado dios un
fin general: el ennoblecer a la humanidad y ennoblecerse a
sí mismo, pero encargándole al mismo tiempo de
encontrar los medios para
alcanzarlo; dejando que sea él el encargado de elegir el
puesto que dentro de la sociedad
considere más adecuado para su persona y desde
el cual pueda elevarse mejor él mismo y elevar a la
sociedad.
"esta posibilidad de elegir constituye un gran
privilegio del hombre con respecto a los demás seres de la
creación, pero es, al mismo tiempo, algo que puede
destruir su vida entera, llevar sus planes al fracaso y hacerlo
desgraciado. de ahí que la elección seria de una
profesión sea el primer deber del joven que inicia su
carrera en la vida y no quiere encomendar al azar sus asuntos
más importantes.
"cada cual tiene ante sus ojos una meta que a él,
por lo menos, le parece grande y que lo es, siempre y cuando que
su convicción más profunda, la voz más
recóndita del corazón,
la considere así, ya que dios no deja nunca al hombre sin
consejo y, aunque hable en voz baja, su voz es siempre
segura.
"sin embargo, esta voz es ahogada, a veces, por los
ruidos de fuera y los que se nos antoja entusiasmo puede ser un
capricho del momento, que el momento mismo se encargue
también de disipar. puede ocurrir que nuestra
fantasía se sienta inflamada, que nuestros sentimientos se
vean estimulados, que se proyecten ante nuestros ojos imágenes
engañosas y nos precipitemos afanosamente hacia una meta
que creemos nos ha sido trazada por dios, para ver luego que lo
que habíamos abrazado tan apasionadamente nos repele, y
toda nuestra existencia amenaza con derrumbarse.
"debemos, pues, pararnos seriamente a meditar,
cuándo, de veras, sentimos entusiasmo por una
profesión, si es una voz interior la que la aprueba o nos
engañaba el entusiasmo que se hacia pasar por una llamada
de la divinidad.
"Ahora bien, la única manera de convencerse de
esto, es ahondar en la fuente misma de la que nace el
entusiasmo.
"la grandeza brilla, el brillo suscita la
ambición y la ambición puede fácilmente
provocar el entusiasmo o lo que se hace pasar por tal: y cuando
la furia de la ambición se desencadena y nos atrae, ya no
podemos refrenar la razón, sino que nos precipitamos
alocadamente en pos de nuestros impulsos refrenados, y no somos
nosotros quienes elegimos lo que queremos ser en la vida, sino
que nos dejamos llevar por la apariencia y el azar.
"el puesto para el que estamos llamados no es
precisamente aquel en que más podemos brillar, ni es
tampoco el que a lo largo de todos los años en que podamos
ejercer esa actividad, no nos fatiga ni deja que se entibie
nuestro entusiasmo, pero en el que, sin embargo, al cabo de
algún tiempo, ya no colma nuestros deseos, ya no satisface
nuestras ideas, sino que nos lleva a murmurar de dios y a
maldecir de los hombres.
"pero no es sólo la ambición la que puede
suscitar en nosotros el repentino entusiasmo por un puesto en la
vida; a veces es también nuestra fantasía la que lo
adorna engañosamente, llevándonos a ver en
él lo más alto que la vida puede ofrecernos. no nos
detenemos a analizarlo, a considerar todas las cargas, la gran
responsabilidad que nos impone, sólo lo
vemos de lejos, y la lejanía siempre
engaña.
"en esto, nuestra propia razón no es nunca buena
consejera, ni la experiencia, ni una profunda observación se encargan de apoyarla, y los
sentimientos y la fantasía la fascinan, no pocas veces. y
si nuestra propia razón nos abandona, ¿hacia donde
podemos volver la mirada, en quien podemos buscar
apoyo?
"en nuestros padres, que han recorrido ya la trayectoria
de la vida y saben lo que es rigor del destino: he ahí lo
que nuestro corazón nos aconseja.
"y si, en estas condiciones, seguimos sintiendo el mismo
entusiasmo y seguimos amando la misma profesión por la que
nos sentimos atraídos, habiéndonos parado a
considerar lo que representa como carga, conociendo sus
inconvenientes y sus amarguras, podemos abrazarla sin miedo,
seguros de que
no nos engañará el entusiasmo ni obraremos movidos
por la precipitación.
"ahora bien, no siempre podemos escoger en la vida
aquella posición hacia la que nuestra vocación nos
llama, pues las relaciones en que nos encontramos dentro de la
sociedad se encargan, hasta cierto punto, de decidir por nosotros
antes de que nosotros mismos lo hagamos.
"ya nuestra misma naturaleza física se interpone
con frecuencia, en ademán de amenaza, sin que nadie se
atreva a discutir sus derechos.
"es cierto que podemos desafiarla, pero, cuando lo
hacemos, nos exponemos a perecer irremisiblemente, nos lanzamos a
levantar, imprudentemente, un edificio sobre precarios
fundamentos, nos exponemos a que nuestra vida sea un conflicto
desventurado entre el principio físico y el principio
espiritual. quien no sea capaz de acallar dentro de sí
mismo los elementos en pugna jamás podrá obrar
serenamente, y sólo en la paz pueden nacer los grandes y
hermosos hechos de la vida; la calma es el suelo del que
tienen que brotar los frutos sazonados.
"aunque no sea posible luchar durante mucho tiempo y
rara vez con satisfacción contra una naturaleza
física adversa a la profesión abrazada, la idea de
sacrificar al deber nuestro bienestar se hace sentir siempre
vigorosamente, en cierta medida. pero, si elegimos una
profesión sin poseer el talento necesario para ella, no
podemos ejercerla dignamente y no tardaremos en reconocer,
avergonzados, nuestra propia incapacidad y considerarnos como un
ser inútil en la creación, como miembro de la
sociedad condenado a no poder ejercer
con fruto su profesión. y la consecuencia más
natural de ello será, entonces, el desprecio de uno mismo,
el más doloroso y amargo de los sentimientos, en el que
nada vale todo lo que, como compensación, nos puede
ofrecer el mundo exterior. pues el desprecio de uno mismo es como
el veneno de una serpiente que nos corroe constantemente el
corazón, que corrompe día tras días nuestra
sangre y
destila en ella la ponzoña del odio a la humanidad y la
desesperación.
"cuando nos engañamos acerca de nuestras dotes
para el ejercicio de la profesón a la que nos entregamos,
cometemos un crimen que se venga de nosotros mismos y que, aunque
no sea condenado por el mundo que nos rodea, provoca en nuestro
pecho un dolor más penoso que la condena de los
demás.
"después de meditar en todo esto y si las
condiciones de nuestra vida nos permiten realmente escoger la
profesión deseada, debemos procurar elegir aquella que nos
ofrezca la mayor dignidad, que
descanse sobre ideas de cuya verdad estemos profundamente
convencidos, que abra ante nosotros el mayor campo de
acción para poder actuar en bien de la humanidad, que nos
permita acercarnos a la meta general
al servicio de la
cual todas las profesiones son solamente un medio: la
perfección.
"la dignidad es lo que más eleva al hombre, lo
que confiere mayor nobleza a sus actos y a todas sus
aspiraciones, lo que le permite mantenerse intacto, admirado por
la multitud y elevarse, al mismo tiempo, por encima de
ella.
"y solo puede conferir dignidad aquella profesión
en la que el hombre no se convierte en un instrumento servil,
sino que puede elegir por sí mismo el círculo en
que se mueve; solamente aquella profesión que no impone
ninguna clase de
hechos reprobables ni siquiera el vislumbre de ellas puede ser
abrazada con noble orgullo por los mejores. y las que más
garantizan esto no son siempre las más altas, pero
sí las más dignas de ser elegidas.
"pero así como una profesión sin dignidad
nos humilla, podemos estar seguros de sucumbir ante aquella
basada en ideas que más tarde habremos de reconocer como
falsas.
"si la abrazamos, sólo podremos sostenernos en
ella engañándonos a nosotros mismos, camino que nos
conducirá necesariamente a la
desesperación.
"las actividades que, en vez de entrelazarse con la
vida, se alimentan de verdades abstractas son las más
peligrosas de todas para el joven cuyos principios
aún no están formados, cuyas convicciones no son
aún firmes e inconmovibles, aunque puedan considerarse, al
mismo tiempo, como las más altas de todas, si han echado
profundas raíces en nuestro pecho, si somos capaces de
sacrificar la vida y todas nuestras aspiraciones por las ideas
que en ellas predominan.
"podemos considerar dichoso a quien se siente llamado
por estas actividades, aunque destruye a quien las abraza
precipitada y atolondradamente, dejándose llevar por un
impulso del momento.
"en cambio, la
alta opinión que nos formamos de las ideas sobre las que
descansan nuestras actividades nos confiere una posición
superior dentro de la sociedad, acrecienta nuestra propia
dignidad y hacen que nuestros actos sean
inconmovibles.
"quien elige una profesión que tiene en alta
estima retrocederá aterrado ante la posibilidad de hacerse
indigno de ella y obrará noblemente por el solo hecho de
ser noble la posición que le asigna en la
sociedad.
"pero la gran preocupación que debe guiarnos al
elegir una profesión debe ser la de servir al bien de la
humanidad y a nuestra propia perfección. y no se crea que
estos dos intereses pueden ser hostiles o incompatibles entre
sí, pues la naturaleza humana hace que el hombre
sólo pueda alcanzar su propia perfección cuando
labora por la perfección, por el bien de sus
semejantes.
"cuando el hombre sólo se preocupa de sí
mismo, puede llegar a ser, sin duda, un famoso erudito, un gran
sabio, un excelente poeta, pero nunca llegará a ser un
hombre perfecto, un hombre verdaderamente grande.
"los más grandes hombres de que nos habla la
historia son aquellos que, laborando por el bien general, han
sabido ennoblecerse a sí mismos; la experiencia demuestra
que el hombre más dichoso es el que ha sabido hacer
dichosos a los más; y la misma religión nos
enseña que el ideal al que todos aspiran es el de
sacrificarse por la humanidad, aspiración que nadie se
atrevería a destruir.
"quien elija aquella clase de actividades en que
más pueda hacer en bien de la humanidad, jamás
flaqueará ante las cargas que pueda imponerle, ya que
éstas no serán otra cosa que sacrificios asumidos
en interés
de todos; quien obre así, no se contentará con
goces egoístas, pequeños y mezquinos, sino que su
dicha será el patrimonio de
millones de seres, sus hechos vivirán calladamente pero
por toda una eternidad, y sus cenizas, se verán regadas
por las ardientes lágrimas de todos los hombres
nobles".
Carlos Marx
Cornu escribe que esta patética profesión
de fe era la primera afirmación apasionada de un ideal al
cual debía seguir siendo fiel y al que sacrificaría
su vida.
En su idealismo
juvenil refleja las ideas humanistas de su padre y maestros y era
testimonio de que ya había tomado resueltamente partido
por la tendencia democrática que había nacido en
Alemania.
La conclusión de este ensayo es un plan de vida o
mejor dicho un manifiesto filosófico que será la
meta a la que dedicará toda su vida: trabajar por el bien
de la humanidad
Aquí el joven desdeña la vanidad, la
ambición egoísta y la búsqueda de una
brillante posición económica.
Guiado por la conciencia del
deber social, considera que su misión es
dedicar toda si vida al servicio de la humanidad.
En conclusión: imbuido de racionalismo
critico a sus 17 años, este joven optó por esas
altas actividades humanas, que se alimentan de verdades que
exigen el sacrificio de la vida misma.
La elección estaba hecha: sólo faltaba que
la experiencia biográfica la concretase.
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