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Avances en la producción y sostenibilidad de los pastos y forrajes para la producción de leche en el trópico (página 2)



Partes: 1, 2

Padilla, Sacarroca y Febles (1978) plantearon que el
Panicum maximun presenta mayor productividad en
MS há-1 en suelos pardos
tropicales que en suelos ferralíticos que caracterizan las
áreas de pastos en la provincia de Pinar del Río.
Algunos resultados de estos autores se observan en la tabla a
continuación.

Rendimiento de Panicum maximun bajo diferentes
condiciones de suelo.

Rendimiento anual, t MS
ha-1

Condición

Estación lluviosa

Estación

seca

Anual

%

en la seca

13.32

4.90

18.22

26.8

Suelo Ferralítico rojo típico
(Ustox); regadío

9.68

1.19

10.87

11.0

Suelo ferralítico rojo típico
(Ustox); secano

14.60

4.46

19.06

23.4

Húmico calcimórfico (Multisol);
regadío

23.10

3.80

26.90

14.2

Gley cuarcítico concrecionario (Aquept);
regadío

12.30

6.10

18.40

33.1

Ferralítico cuarcítico amarillo
(Ustult); regadío

El crecimiento y el rendimiento potencial de los pastos
está regulado por la vía metabólica
utilizada para llevar a cabo la fotosíntesis y su relación con la
respiración. Esto hace que la productividad
de los pastizales dependa de la eficiencia de
conversión del CO2 atmosférico, de los
nutrientes, de la humedad del suelo y de la energía
solar (Crespo, 1986; 1999)

Este mismo autor señala que, bajo condiciones
ambientales no limitantes, el crecimiento de las
gramíneas, es expresado a través del aumento de
peso o altura, que describe una curva sigmoidea, en la cual se
distinguen tres fases o estados biológicos, como resultado
de las diferentes velocidades en que se desarrolla el proceso de
crecimiento, como se observa a continuación.

Curva característica del crecimiento de una
gramínea pratense tropical.(Crespo, 1999)

La altura del pastizal podría ser un estimador de
la hierba disponible (Wedin 1990) para ajustar la carga, aunque
su magnitud puede variar de una condición a otra. Klocker
(1987) ha señalado que la altura mínima permisible
debe ser de 10 cm. para una buena asimilación de los
nutrientes por la planta para así armonizar lo que obtiene
del aire para la
fotosíntesis (96.6%) y aquella procedente
de las raíces (4.4 %).

Herrera, Ruíz y Martínez (1993)
señalan que el tiempo en que
se alcanza el punto de máximo de rendimiento difiere entre
las especies de gramíneas, aunque generalmente es 5-8
semanas en las gramíneas estoloníferas y cespitosas
y de 18-22 semanas en las de porte alto como en los
Pennisetum, aunque está en función de
la estación climática del año. De acuerdo
con NRC (1987) el consumo del
pasto alcanza su máximo valor posible
cuando la disponibilidad es superior a 2.25 t MS
há-1. Este valor desciende a 60% cuando la
disponibilidad se reduce a 0.45 t MS há-1.
Consideraciones similares fueron realizadas por Minson y Wilson
(1994).

Curva de crecimiento de la hierba elefante
(Pennisetum purpureum). (Martínez,
1994)

Se han indicado valores de
rendimientos anuales para estas especies que han variado desde
alrededor de 14 t MS ha-1 sin fertilización
hasta 35 t MS ha-1 con la aplicación de 400 kg
de N ha -1 año-1. Con mayor dosis de
fertilizante (hasta 800 kg N ha
-1año-1) el P.
Purpureum
ha llegado a producir 84 t MS
ha-1año-1 con irrigación
(Martínez, 1994).

Cuando la producción animal se basa en el consumo de
pastos, la misma debe ajustarse a las

posibilidades que realmente ofrece la fisiología de los mismos y la ecología de la
región que se trate. En este caso, para poder
aprovechar las altas producciones de materia seca
por unidad de área, que ofrecen los pastos tropicales, la
producción de leche debe
medirse por hectárea y no por animal. Este principio de
producción, unido a un manejo eficiente de los pastizales
y los animales,
podría superar con creces las producciones de las regiones
avanzadas de clima templado.
Además, para este tipo de producción deben
considerarse, paralelamente, el desarrollo
genético del ganado, con producciones acordes con el
potencial nutritivo de los pastos tropicales y el control de
parásitos y enfermedades que pueden
adquirir los animales en el pastizal.(Benítez y col.
1983)

García (1983) se refirió al potencial de
utilización de los pastos tropicales para la
producción de leche y señaló los principales
factores en el manejo de los pastizales enfatizando en: carga
animal, disponibilidad, altura y composición del pasto,
conducta del
animal en el pastoreo, tiempo de ocupación (TO), tiempo de
reposo (TR), número de subdivisiones (Cuartones) y el
sistema de
pastoreo, como aspectos medulares para el aprovechamiento de los
pastizales. También existen otros factores del
aprovechamiento del pasto que merecen especial atención, ellos son: la presión de
pastoreo (PP), intensidad de pastoreo (IP=CI x TO),
la carga y producción por unidad de superficie (Calzadilla
et al. 1999)

Rendimientos obtenidos por diferentes especies de pastos
bajo riego y secano. (Crespo, 1999)

2.-
Los pastos y forrajes en la producción de
leche.

Los pastos y forrajes y sus formas conservadas
constituyen la principal fuente de alimentación de la
masa ganadera en Cuba,
principalmente de los animales lecheros y en la actualidad
proporcionan más del 70% de los alimentos que se
ofrecen. Las vacas lecheras, en su mayoría, dependen de
los pastos en el período lluvioso y de los forrajes y su
forma conservadas en el periodo seco donde se produce
aproximadamente el 20% de la biomasa durante el año,
siendo baja la productividad y la calidad,
principalmente en las áreas de pastoreo; también,
producto de un
manejo ineficaz se produce una degradación prematura de
los pastizales (Martínez y Herrera, 1994).

En Cuba, actualmente, se cuenta con valiosos datos sobre la
productividad y el potencial de producción de leche de los
pastos tropicales, así como también sobre su manejo
y los factores que lo rigen. No obstante, en estos últimos
aspectos la información es aún poca debido a la
gran variabilidad y diversidad de situaciones que presentan los
pastos y lo insuficiente de las investigaciones y
controles en el nivel comercial (García, 1983).

Appelman y Dirven (1959) obtuvieron con pasto pangola
(Digitaria decumbens) producciones de 7 y 9
Kg/día con vacas mestizas Holstein. Glover y Dougall
(1961) y Hardison (1966) estimaron a partir de los datos de la
composición protéica y el contenido de
energía de los pastos tropicales que estos no
producían más de 7 Kg/leche/vaca/día. La
gran mayoría de los trabajos realizados en la
década de los años 60 fueron realizados por Stobbs
(1971a, 1971b) quien concluyó que los pastos tropicales
eran capaces de producir entre 6 y 9 Kg/vaca/día cuando
estos se medían durante un período largo de
tiempo.

Estos resultados fueron corroborados en los
últimos años, donde varios autores, al utilizar
vacas de alto potencial lechero, han obtenido producciones
individuales entre 12 a 14 Kg/vaca/día y lactancias de
más de 4000 Kg de leche (Caro Costas y Vicente Chandler.
1976; Woodruff, 1976; Echevarría y Rodríguez, 1977
y Martínez, 1978) También resultados obtenidos en
Cuba con el Siboney han alcanzado la producción de 2692
Kg. de leche con lactancias de 254 días y 10,6
Kg/Vaca/Día (Calzadilla et al. 1999). Díaz (1998)
investigando el potencial de producción para diferentes
sistemas
básicos de producción de leche a base de pastos
resume sus resultados en la siguiente tabla.

Tabla de sistemas básicos de producción
de leche a base de pastos.

Sistemas

Carga

Vacas/há

Producción de lehe
vaca/día

(Kg.)

Producción de
lehe/lactancia

(Kg.)

Kg/há/año

Pastos naturales o no
fertilizados.

0,8-1,5

6-7

1400-1700

1300-2700

Pastos fertilizados no
irrigados

2,5-3,3

6-8

1500-2000

5300-6800

Pastos fertilizados e
irrigados

Vacas mediano
potencial

2,7-4,5 7-8,5

1700-2400

6000-9000

Cargas alto
potencial

2,0-4,0

10-14

3000-4500

8500-15000

Cargas muy
altas.

5,5-8,0

9-12

2400-3600

16000-20000

Mezclas de gramíneas y
leguminosas

Vacas de mediano
potencial.

1-2

8-9

2100-2400

2700-4700

Vacas de alta
producción.

1-2

11-13

3300-4200

5000-8000

Cuando los pastos no son fertilizados o se utilizan
pastos naturales, las producciones por vaca varían entre 6
y 7 Kg de leche/día con muy bajas producciones de leche
por hectárea (1300-2700 Kg/há/año) debido a
la baja carga que resisten estos pastizales (García,
1983). Este mismo autor planteó que en los sistemas donde
se introduce el uso de los fertilizantes y se emplean pastos
mejorados las producciones individuales pueden llegar hasta 8 Kg
de leche/vaca/día y 2000 Kg/lactancia,
mientras que las producciones/hectárea puede alcanzar los
6800 Kg/há/año. Con pastos artificiales (mejorados)
fertilizados e irrigados en seca, se han obtenido producciones de
7 y 8,5 Kg/vaca/día, 1700 a 2400 Kg/lactancia y entre 6000
y 9000 Kg/há/año con vacas Holstein x Cebú y
con vacas de mayor potencial (Holstein) se han logrado niveles de
producción de 10 a 14 Kg de leche/vaca/día, 3000 a
4500 Kg/lactancia y entre 8500-15000 Kg/há/año para
carga de 2 a 4 vacas por hectárea.

Con altas dosis de fertilizantes en estos sistemas y
altas cargas Chopping et al. (1976) obtuvieron producciones de
18000 y 20000 Kg/há/año como promedio en un periodo
de 3 años. En condiciones actuales utilizando los
biopedestales se puede producir más de 22000
litros/há/año en asociación de glicinia
(Neonotonia whigtii) con gramíneas
(Verdecia, 2003).

Los sistemas de leguminosas asociadas con
gramíneas permiten altas producciones individuales y
similares a las que se obtienen con pastos mejorados,
fertilizados y con regadíos, pero las producciones por
hectárea son más bajas debido a que la mayor carga
que resisten estos sistemas es de unas 2 vacas/há. Lo
más adecuado para mantener equilibrado el componente
leguminoso en el pastizal son cargas de 1,5 vacas/há con
producciones máximas de 6000 Kg. de
leche/há/año (Socorro, 1991). García (1992)
en sus trabajos investigativos, utilizando asociaciones de
leguminosas y gramíneas, logró niveles de
producción de más de 6000
Kg/há-1. Paretas (1994) en sus resultados
obtuvo una producción de 8 a 12 Kg/vaca/día.
Jordán, Mejias y Ruíz (1999) refieren que es
factible incrementar la producción de leche con
leguminosas, como Leucaena, provocando una reducción en el
suplemento de alimentos concentrados a emplear en la
ración y así alcanzar, en vacas Holstein,
producciones de hasta 15 L/Vacas/día, sin producir efectos
adversos durante las diferentes épocas del
año.

Hernández et al. (1994), en una pradera compuesta
por P. maximum cv. Likoni, Neonotonia,
Centrosema, Teramnus, Sthylosantes y L.
leucocephala
(20 000 plantas
ha-1), estudiaron tres niveles de oferta de
materia seca (15, 35 y 55 kg de MS/vaca/día) sin la
aplicación de riego ni fertilizantes químicos. A
los 3 años de explotación se observó una
estabilidad en la composición botánica de las especies establecidas y la
producción de leche medida en animales de mediano
potencial (vacas mestizas) osciló entre 8.4 y 8.9
litros/vaca/día, sin diferencia entre las ofertas de MS.
Otros resultados (Milera et al. 1994) al comparar bancos de
proteína (20% del área sembrada con L.
leucocephala
cv. Perú
) con Panicum maximun
en pastoreo rotacional sin riego y con 140 kg de
N/há-1 año-1 aplicado a la
gramínea y con carga de 2.5 vacas há-1,
obtuvieron 10.0 vs 9.6 litros/vaca/día. Lamela et al
(1996), cuando aplicó a escala comercial
una tecnología que incluía P.
maximum
cv. Likoni
fertilizado con 80 Kg. de N
há-1 año-1 y BP de L.
leucocephala
, obtuvieron una producción de 9.3
litros de leche/vaca/día en vacas mestizas. En otras dos
vaquerías que contaban con C. nlemfuensis y
P. maximum
y un banco de
proteína de L. leucocephala, sin la
aplicación de riego ni fertilizantes químicos, se
alcanzaron producciones de leche de 5.7 y 6.6
litros/vaca/día respectivamente.

Todos estos resultados obtenidos por los autores antes
mencionados, trabajando con gran número de animales,
lactaciones completas y varios años sucesivos, demuestran
que los pastos tropicales y las leguminosas tienen un buen
potencial para la producción de leche, tanto por animal
como por áreas, y se pueden alcanzar producciones de 4500
Kg. de leche/lactancia y 15000 Kg há-1
año-1 con valores superiores de hasta 20000 Kg.
de leche há-1
año-1.

3. – Clon de King grass
Cuba CT-115.

Los períodos de sequía, también
llamados de estiaje, veranos o épocas de nortes, son la
causa fundamental de la discontinuidad de los procesos
productivos en la ganadería.
Por tal razón, el Instituto de Ciencia Animal
ha dedicado sus mayores esfuerzos al pastoreo, estableciendo
métodos de
manejo con varias especies que se puedan pastar todo el
año con una carga razonable y bajos costos, en el
período de sequía. En los últimos diez
años se han desarrollado sistemas de pastoreo que utilizan
bancos de biomasa, los que permiten que el ganadero disponga de
pastos durante todo el año (Martínez, 1998) .
Además, con recursos
internos, puede lograr una producción de leche
estable.

En la década comprendida entre 1980 y 1990, al
utilizar el cultivo de tejidos como
técnica mutagénica, se seleccionaron mutantes a
partir del clon king grass (donante de ápices). Los Cuba
CT-14, 16 y 74 igualaron el rendimiento del donante. El Cuba
CT-169 mostró su superioridad en las
características de las hojas y en especial en su
porcentaje al igual que el Cuba CT-115 (Herrera, Ruiz y
Martínez, 1993). Las características más
sobresaliente del Cuba CT-115 son sus rendimientos aceptables,
con una altura mucho menor que el resto de los clones, su
ahijamiento, relación hoja-tallo, concentración de
azúcares y el acortamiento del entrenudo que se produce
después de los 45 días del rebrote (Mesa y
Lajunchere, 1996 y Martínez, 1999). Por ello
prácticamente no florece y su estructura
cambia poco con la edad, lo que además de otros aspectos
valorados, permitieron su utilización en pastoreo
(Martínez y Herrera 1994)

En el tiempo de reposo durante el período
lluvioso, este pasto no sólo almacena reservas
aéreas en forma de biomasa convertible, es importante
también la reserva de agua y
carbohidratos
solubles (Martínez, 1999). Esto, unido a la profundidad de
sus raíces, hace que el área de CT-115 pueda ser
pastada tres y hasta cuatro veces durante el período seco
y pueda sostener más de 600 vacas día-1
ha-1 en todo el período (Martínez,
1998).

Con estos criterios y durante seis años, se
evaluó una nueva tecnología (Bancos de biomasa con
Cuba CT-115), destinada a solucionar el déficit de la
seca; ésta sustituyó, paulatinamente, a otras ya
existentes. El pastoreo del Cuba CT-115 reservado en pie, permite
eliminar los períodos de insuficiencia alimentaria durante
el año.

Por otra parte Mesa y Lajunchere (1996) determinaron que
el Cuba CT-115 acorta la distancia entre nudos y posee una
elevada proporción de hojas. Por su menor altura cuando se
pasta se aprovecha en un 60 por ciento. El clon Cuba CT-115
cortado 2 o 4 veces por año tiene menor resistencia al
corte y mayor suculencia que los clones de King Grass y Cuba
CT-169, por lo que ha ofrecido mejores posibilidades para su
cosecha como banco de biomasa incluyendo el pastoreo
(Martínez y Herrera 1994)

Molina et al. (2000) concluyeron que el clon de King
Grass Cuba CT- 115, para pastoreo, desarrollado en el ICA, puede
producir hasta 50 t há-1
año-1 con seis a ocho por ciento de
proteína, aún sin riego ni fertilizantes. Estos
mismos autores señalan que una vaquería sin riego y
con el 30 por ciento de su área cubierta con este forraje
de pastoreo, puede soportar una carga de 1,5 vacas
há-1 año-1 sin necesitar
forraje de corte u otro voluminoso.

Una hectárea de alimento almacenado en pie de
Cuba CT-115 puede alimentar como ya se señaló 600
vacas/d (comidas de 10 kg de MS) durante los 6 meses de la seca
en tres ocupaciones o rotaciones. Esto equivale a 25 t de hojas y
tallos consumibles/há, más de 4 t por animal. Se
concluye que con el 30 % del área sembrada de CT-115 se
puede autoabastecer de forrajes a la lechería todo el
año. (Martínez, 1998).

Urdaneta y col. (1998) plantean que independientemente
del tamaño de la unidad, se recomienda, como óptimo
tener más de 20 parcelas en el área de CT-115 (30%)
y más de 20 parcelas en el resto del área (70%).
Por esta razón, el tamaño de las parcelas
será diferente en función del
área.

Su utilización en la producción de leche
es bastante reciente, (Carrasco. et al. 2000) quienes alcanzaron
producciones superiores de leche al utilizar el CT- 115, como
dieta básica en pastoreo, en el bimestre enero- febrero
con respecto al pasto estrella. Porras y Lozano (2001) obtuvieron
una mejor producción de leche cuando las vacas se
alimentaron con CT-115, como alimento básico en la dieta,
que cuando las vacas consumieron forraje de caña de
azúcar;
además, la calidad de la leche fue superior con el
CT-115.

4.-
Bancos de proteína.

Un banco de proteínas
es un área compacta de la unidad productiva ubicada en una
porción del terreno de esta, sembrada de leguminosas puras
o asociadas con gramíneas que se utiliza cuando los
animales las necesitan como suplemento mediante un manejo
específico, estratégico y cuidadoso para que no
desaparezcan. (Funes 1994)

Por otra parte, Jordán y Cino (1990);
Jordán, Mejias y Ruíz (1999),
señalan que un banco de
proteínas no es más que un área de terreno o
potrero destinado al uso exclusivo de una especie vegetal rica en
proteínas, el cual puede ser usado mediante un pastoreo
controlado o cosecharse mediante prácticas de cortes. Para
la implantación de este sistema se requiere de especies de
alta producción de materia seca, un buen desenvolvimiento
durante la época seca y que garantice una buena calidad
tanto química
como física en
el forraje (Hernández, Benavides, y Simón, 2000 y
Wattiaux 2004). Además Wattiaux (2004) señala que
las leguminosas como bancos de proteína son necesarias
debido a que en relación con las gramíneas
tienen:

  • Mayor contenido de Calcio y
    Fósforo.
  • Buena provisión de vitaminas
    A, B, C y D.
  • Mayor digestibilidad.
  • Mayor contenido de proteína
    digestible.

Estudios realizados por Martín, (1996) destacan
la composición química de algunas de las
leguminosas tropicales más estudiadas en la
producción de leche.

Composición química de varios
géneros de leguminosas tropicales.

Géneros

Seleccionados

Proteína Bruta

(% MS)

Energía
Metabolizable

(MJ/kg MS)

Media

Rango

Media

Rango

Acacia

Albizia

Arachis

Bahuinia

Cajanus,

Cannavalia

Centrosema

Desmodium

Gliricidia

Glycine

Leucaena

Styloshantes

 

18.70

20.00

14.70

14.80

19.80

21.10

19.08

13.92

25.03

23.27

23.00

16.93

10.0-32.4

18.1-22.0

9.0-19.1

13.8-15.8

16.2-24.1

19.4-22.6

14.5-24.9

8.9-23.8

24.4-25.4

16.0-27.7

20.5-27.8

9.5-24.4

10.61

8.06

9.48

7.48

8.72

10.20

9.79

8.95

12.07

9.66

9.04

8.50

7.06-16.05

7.69-8.44

8.11-11.19

7.13-8.22

7.19-10.57

9.02-13.08

7.10-13.29

7.10-10.45

10.57-15.54

9.65-10.45

8.82-9.40

6.98-10.03

(Martín, 1996)

De las leguminosas anteriormente relacionadas muchas han
sido estudiadas como bancos de proteína para la
producción de leche y ganado en desarrollo en el
trópico entre las que se destacan la Leucaena
leucocephala, Styloshantes guyanensis, Centrosema pubescens,
Teramnus labialis, Neonotonia wightii, Desmodium intortum,
Pueraria phaseoloides
(Funes, Yepes y Hernández.
1971).

Una de las plantas promisorias para este tipo de sistema
es la leucaena (Leucaena leucocephala), cuyas
características de rendimiento, palatabilidad y calidad la
hacen una leguminosa importante para la alimentación
bovina. La Leucaena leucocephala es una planta
arbustiva que ha presentado innumerables ventajas como
leguminosas y es de variados usos, para formar parte de
diferentes sistemas adaptables a las condiciones tropicales que
lo hacen muy favorable para ser incluidos como factor importante
en los sistemas de alimentación.

Desde inicios de la década del 70 la Leucaena se
trabaja en Cuba como una alternativa para los bancos de
proteína. Sus rendimientos de materia seca con cortes a
igual frecuencia oscilan entre 6 y 10 t há-1
año-1. Cuando se cortó a intervalos de
12 semanas (Funes y Díaz, 1979) produjo mucho más
que cortada cada 4 u 8 semanas.

La Leucaena cumple con la mayoría de las bases
biológicas a tener en cuenta para que la especie satisfaga
las necesidades de un banco de biomasa. Puede ser pastada, tiene
raíces profundas, fija nitrógeno y acumula biomasa
en su largo ciclo de crecimiento.

El banco de proteína con leucaena, es una
tecnología promisoria para la alimentación de las
vacas lecheras, pues se logra emplear cargas superiores a 3 vacas
há-1, lo que permite en gran medida que puedan
ser explotadas en condiciones de producción, sin sufrir
deterioro a esta leguminosa y sin afectar la utilización
de la gramínea no asociada (Jordán y Cino 1990;
Ruiz y col., 1994, 1995 y 1996).

Estudios realizados por Hernández, Torres, Peraza
y Toledo (1990) han encontrado una mayor respuesta en vacas que
tienen acceso a un banco de proteína, cuando estas tienen
menos de 100 días de lactancia y el costo del litro
de leche fue 2 centavos menor cuando los animales consumieron
leucaena. Alvarado, La Hoz y Mejias (1983) señalan que con
animales de baja capacidad productiva no hay efecto de la
leucaena sobre la producción de leche.

Por otra parte en una experiencia a escala comercial
Curbelo et al. (1990) midieron, durante la estación seca,
un banco de proteína (25%) de leucaena y concluyeron que
hay más respuesta con el grupo de alta
producción y se ahorran 2 kg concentrado vaca-1
día-1. Alfonso, Martínez y
Hernández (1990), encontraron que cuando se utilizan
bancos de proteína, se aprecia la ventaja de los mismos
con respecto al ahorro del
concentrado al disminuir este recurso en 50 %, sin afectar la
producción de leche.

Las investigaciones desarrolladas en Cuba en la evaluación
del comportamiento, estudio del consumo y el
hábito de pastoreo, con la Leucaena han creado las bases
para la conformación de tecnologías de pastoreo,
para la producción de leche y hembras en desarrollo. Se
comprobó que bajos niveles de inclusión de leucaena
en la dieta de pastos de gramíneas, incrementan el consumo
total, favoreciendo su capacidad productiva (Ruiz et al.
1990).

Estos mismos autores concluyeron, en el año 1990,
que a medida que se incrementa el consumo de leucaena, no se
producen aumentos por encima de los 10 litros de leche
vaca-1 día-1, aunque los niveles de
consumo sobrepasen 50% de la dieta y la calidad de la leche no
sufre variación en %ST, %PB, %grasa.

No obstante, se incrementó el nivel de
nitrógeno amoniacal en la leche, lo cual refleja la
necesidad de suplir con energía dicho sistema para lograr
una mayor productividad individual.

En estudios realizados para evaluar el comportamiento de
la Leucaena en asociación con gramíneas para la
producción de leche y ganado en desarrollo se han obtenido
resultados significativos. En la asociación de
Panicum-Leucaena y 25% del área con banco de
proteína de L. leucocephala + Panicum, para
los cuales se utilizaron añojas mestizas (3/4 Holstein x
1/4 Cebú) de 12 meses de edad y un peso inicial de 100 kg,
se observó la tendencia a un mayor peso vivo a la
incorporación y una mayor ganancia diaria para los
animales de la asociación, sin diferencias significativas.
Los valores
fueron de 310 vs 292 kg y 0,49 vs 0,45 kg/animal por día
para cada sistema (Iglesias et al. 1994).

El estudio de un sistema de producción de leche
durante 3 años que disponía de P. maximum
cv. Likoni con un banco de proteína (20% del área
sembrada con L. leucocephala cv. Perú) en pastoreo
rotacional sin riego y con 140 kg de N/ha/año aplicado a
la gramínea, permitió el empleo de la
conservación como ensilaje de Panicum en pastoreo
durante el período lluvioso. La carga empleada fue de 2,5
vacas/ha y el sistema se comparó con un control de
gramínea solamente, que fue sometida al mismo manejo que
el área con banco de proteína; se hallaron
diferencias significativas a favor del área con banco de
proteína (10,0 vs 9,6 litros vaca-1
día-1), así como un incremento en la
población de P. maximum (Milera et
al. 1994).

Esparza et al. (1990) en áreas de
producción informan que con un banco de proteína
leucaena+glycine y Guinea likoni obtuvieron como
promedio 11 y 17 litros/vaca/día para la seca y la lluvia,
respectivamente. Además, se produjo un ahorro de 70 t de
concentrado lechero en el año por vaquería de 288
vacas, sólo con el grupo de alta.

Otros investigadores del Instituto de Ciencia Animal
(ICA) y la Estación Experimental de Pastos y Forrajes
"Indio Hatuey" han evaluado el comportamiento productivo del
ganado de leche con otros bancos de proteína. Según
Jordán y Cino (1989) y Ruiz y col (1990) la
utilización de los bancos de proteína con glycine
en la alimentación de vacas secas y gestantes, permite
alcanzar 524 g animal-1 día-1 de
ganancia de peso vivo. Esto implicó un ahorro de 83 % del
concentrado que se utiliza para las vacas gestantes que es de 2
Kg vaca-1 día-1. Desde el punto de
vista económico, reduce los gastos de
alimentación en 19 centavos/animal/día al
compararlos con sistemas a base de concentrados. García y
Pereiro (1988) informan, también, de la ventaja de esta
técnica.

Hernández et al. (1994), en una pradera compuesta
por P. maximum cv. Likoni, Neonotonia,
Centrosema, Teramnus, Stylosantes y L.
leucocephala
alcanzaron niveles medios de
producción de leche en vacas mestizas que osciló
entre 8,4 y 8,9 litros vaca-1 día-1,
sin diferencia entre las ofertas de MS.

5.-
Biopedestales.

En la actualidad existen leguminosas rastreras que
poseen rendimientos de más de 30 t de proteína
há-1 año-1
características que las hacen apropiadas para la
aplicación de Pedestales, es decir, el cultivo de estas
leguminosas rastreras en soportes, asociadas al pastoreo con
gramíneas (Hernández et al. 1994)

Los Pedestales "VERDEMAR" es un sistema intensivo, donde
se asocian leguminosas rastreras y arbóreas con
gramíneas, con el objetivo de
lograr altas producciones de leche (25000 Kg
há-1) y recuperar los costos de inversión en dos años (Verdecia,
2003).

Con el sistema de Pedestales se obtienen altos
rendimientos de leche por área, a partir de una alta
disponibilidad sostenible y cíclica de masa verde
(leguminosas + gramíneas) que permite soportar una alta
carga de animales por área y una adecuada
producción de leche por animal sin consumo de concentrados
y sin el uso de forrajes. Se utiliza riego para evitar
desbalances alimentarios en la época de seca. Debe
suplirse a los animales los minerales (macro
y micro) deficitarios en los suelos. Debe fertilizarse con
Fósforo y Potasio los pedestales de leguminosas (25% del
área), (Oquendo, 2001).

Los animales se mantendrán en el pastoreo a
voluntad, con disponibilidad permanente de agua, solo
retirándose para el ordeño y otras necesidades del
manejo y la salud. Lo mejores
resultados, se han obtenido con la utilización de la
glicinia (Neonotonia wightii) como leguminosa, y la
bermuda, guinea o king grass CT-115 como gramínea. Pueden
escogerse otras especies de leguminosas y gramíneas, en
dependencia de sus posibilidades de adaptación y
productividad en los diferentes territorios, (CENPALAB,
2001).

6.- La
caña de azúcar.

La caña de azúcar se cultiva en más
de 100 países en una superficie aproximada de 19 millones
de há, con un rendimiento agrícola de 65.7 t de MS
há-1. En el área de Centroamérica
se introdujo en 1494 en el segundo viaje de Cristóbal
Colón y en la actualidad se produce en esta región
el 10 % de la producción mundial de azúcar (FAO,
1999).

Una de las mayores limitaciones de la ganadería
actual es la duración e intensidad del período seco
(7 meses), donde la alimentación animal se vuelve
raquítica y no hay tecnología para la
conservación y uso estratégico de recursos
alimenticios para esta época. En este caso la caña
forrajera presenta una de las alternativas más viables que
además de proporcionar alimento para el ganado, permite
reducir el tiempo que los animales permanecen en los potreros,
favoreciendo la recuperación de los pastos y la erosión de
los suelos por el pisoteo constante (Anon 1989 y Martín
1996)

Es importante señalar que, en países como
Cuba, durante el período seco se suministra a la
ganadería vacuna más de un millón de
toneladas de esta planta entera, lo que equivale aproximadamente
al 10 porciento del total de los alimentos ofrecidos en esa
época (Ugarte, 1998). Sólo ocasionalmente y en
determinadas condiciones, los forrajes fueron mejores a la
caña de azúcar en los indicadores
señalados. Así, Franco y col (1994) encontró
que dos especies de forrajes del género
Pennisetum, cultivados en la época de seca en
condiciones intensivas (400 kg de N há-1
año-1 y riego), superaron a la caña de
azúcar cuando ésta fue sometida a régimen de
secano y moderadas dosis de fertilizantes.

Aunque la caña de azúcar tiene un
coeficiente de digestibilidad de la materia seca alto (alrededor
de 60%), su consumo voluntario es relativamente bajo, lo que
está relacionado con el contenido de fibra de las
diferentes fracciones que la componen y con los azúcares
presentes en el tallo. El potencial máximo en
producción de biomasa de la caña de azúcar
en las regiones tropicales fue estimado en 397 y en las
subtropicales de 278 t/ha/año (Alexander, 1988), valores
muy superiores a los señalados en la literatura
internacional.

También González et al (1989), notaron
aumentos del consumo de materia seca total, pero disminuyó
el consumo de caña cuando combinaron el pasto estrella a
razón de 2.5 y 5 % del peso vivo con el forraje de
caña de azúcar. En trabajos similares
González (1995) informaron aumentos del 23% en el consumo
de materia seca total y una disminución semejante del
consumo de caña.

Alonso y Senra (1992) suministraron forraje de
caña a voluntad en el período seco (enero-abril) a
vacas lecheras que pastaban durante 3 horas diarias, obteniendo
producciones de leche por encima de 10 litros diarios en la
época poco lluviosa y con suplementación.
También Elías, García y Muñoz (1999)
con vacas lecheras consumiendo forraje de caña de
azúcar lograron aumentar el consumo voluntario (18-20 Kg
vaca-1día-1), así como la
producción de leche (8-9 litros vaca-1
día-1).

 

 

 

Autor:

DSc. Esteban H. Fernández
Rodríguez

Ing .Carlos R. Pedraza Moreno

carlitos_3082[arroba]hotmail.com

DMV. Dariadna Batista Montané

DMV. Ailyn Leal Ramos

DMV. Karelia Pacheco Pérez

Ing. Yuliany Pacheco Correa

Partes: 1, 2
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