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"Rusos" en la Argentina



Partes: 1, 2, 3, 4

    1. En
      testimonios
    2. En
      memorias
    3. En
      biografías
    4. En
      novelas
    5. En
      novelas infantiles y juveniles
    6. En
      cuentos
    7. En
      cuentos infantiles y juveniles
    8. En
      poesías
    9. En
      milongas
    10. En
      teatro
    11. En
      cine
    12. En
      televisión
    13. En
      historietas

    En este trabajo me
    refiero a la presencia en testimonios, memorias,
    biografías, obras literarias y
    espectáculos, de los inmigrantes que en la Argentina
    fueron conocidos como "rusos", aunque provenían de
    diferentes naciones. Incluyo asimismo a Witold Gombrowicz y
    Stephan Erzia, quienes, aunque regresaron a sus países de
    origen, vivieron aquí durante décadas.

    "(…) se desató la caza del ruso. Asi lo
    llamó la prensa. Eso del
    ruso… es un término muy amplio, que alude al
    judío, el polaco, el húngaro, al que se supone
    comerciante, o bolchevique, o terrorista, no importa lo
    incongruentes que parezcan estos términos… (…) los
    jóvenes que poco después serían organizados
    en la Liga Patriótica, armados, tomaron al asalto el
    barrio de Once, el barrio judío, identificándose
    con un brazalete celeste y blanco, apedreando tiendas y
    deteniendo a cuanto peatón con barba se les pusiera a
    tiro"

    Horacio Vázquez-Rial

    "Había llegado a un país de tanos y
    gallegos y de rusos y turcos, y todo lo que no entrara en el dos
    por cuatro de esa conclusión elemental era una rareza de
    apellido pero nunca de nacionalidad"

    Gabriel Báñez

    "Doy gracias, Argentina

    por tu marco social, único

    pese a que de vez en cuando éramos
    rusos

    que en argentino era decir judíos"

    Guiora Reichler

    Introducción

    "Hubo judíos en nuestro pais desde la epoca
    virreinal. En 1862 fue fundada la Congregacion Israelita
    Argentina; sin embargo la colectividad era muy pequeña
    aún. Pero en 1881, bajo la inspiracion de Carlos Calvo, el
    Presidente Roca -gran benefactor de los judíos- dicta un
    decreto especifico, designando un agente de inmigracion para que
    alentara la venida a nuestro suelo de los
    israelitas radicados en el territorio del imperio
    ruso".

    "Enterados de esta buena predisposicion argentina, los
    primeros colonos lIegaron en 1888, por decision espontanea; y
    nuevos grupos se les
    sumaron en los años siguientes. EI 14 de agosto de 1889,
    824 inmigrantes judios de Rusia fundaron
    Moisesville, en Santa Fe, primera colonia agricola judia.
    Llegaban de Ucrania, asesorados en Paris".

    "Al año siguiente, Guillermo Loewenthal propuso
    al gran filantropo israelita, el Baron Mauricio de Hirsch, que
    ayudara a los emigrantes judios a dirigirse a la Argentina. Ese
    fue el origen de la Jewish Colonization Association, fundada en
    Londres por el Baron de Hirsch, entidad filantropica destinada a
    facilitar la emigracion, que concretó sus afanes en la
    Argentina y en Palestina durante varias decadas. Su proposito fue
    la creacion de colonias agrícolas".

    "Fruto de la accion de esa entidad fue la creacion de la
    Colonia Mauricio (Pcia. de Bs. As., 1892), de la Colonia Clara
    (Entre Rios, 1892)
    -200.000 hectareas donde se radicaron 3500 personas-, de la
    Colonia San Antonio (Entre Rios, 1892), de la Colonia Lucienville
    (Entre Rios, 1894) -370 familias, de las cuales surgió la
    fundacion de la Sociedad
    Agricola de Lucienville, primera cooperativa
    agraria-, de la Colonia Montefiore (Santa Fe, 1902) -20.075
    hectareas-, de la Colonia Baran Hirsch (80.266 hectareas en
    Buenos Aires v 30.000 en La Pampa, 1905), de las colonias Lopez y
    Berro, Santa Isabel y Curbello-Moss (todas en Entre Rios), de la
    colonia Narcisse Leven (La Pampa, 1909), de la Colonia Dora
    (Santiago del Estero, 1911) -que posee obras de riego y canales-,
    y de las colonias Palmar Yatay y Louis Oungre (Entre Rios, 1912 y
    1925). Dos nuevas colonias se sumaron en 1936 y 1937: Avigdor
    -con colonos procedentes de Alemania– y
    Leonard Cohen, ambas en Entre Rios".

    "Hubo, tambien, colonias independientes, como Villa
    Alba (La
    Pampa, 1901) y Medanos (Pcia. de Bs. As., 1906), que se
    produjeron por migraciones internas, y la Colonia "Rusa" (General
    Roca), del valle de Rio Negro (1906) o la Colonia EI Chaco
    (Chaco, 1923), fruto de inmigraciones espontaneas".

    "En 1895 llegó a Buenos Aires un
    colono de Rajil. De pequeño habia venido con su familia, desde
    Proskuroff hasta Moisesville; desde allí fue a Rajil,
    cerca de Villaguay. En Entre Rios fue labrador; en Buenos Aires
    trabajo en talleres y fabricas, fue periodista y notable
    escritor. Se llamaba Alberto Gerchunoff. En su libro, "Los
    gauchos judios",
    de 1910, inmortalizó a estos colonos que vinieron a
    cobijarse bajo el cielo despejado de nuestro pais y bajo las
    garantias de nuestra Constitución".

    "Gauchos judios. Colonos judios de Entre Rios, La Pampa,
    Buenos Aires y del Chaco. Muchos hijos de aquellos colonos fueran
    escritores, cientificos, filosofos y músicos . Muchos son,
    hoy, importantes hacendados. Otros muchos, agricultores. Trabajan
    alrededor de 650.000 hectareas, el 2% del area sembrada del
    pais".

    "Gauchos judios, estancieros, agricultores. Cultivaron
    el suelo, sirvieron a la Patria, y agrandaron nuestro patrimonio
    espiritual" (1).

    Notas

    1. S/F: "Para todos los hombres del mundo que quieran
      habitar el suelo argentino". Buenos Aires,
      Clarín.

    Testimonios

    Húngaros

    Un documento falso permitió indirectamente la
    llegada al país de Pedro Roth, "el mayor cronista
    gráfico de la plástica argentina", nacido en
    Budapest en 1938. El vivió en Hungría durante
    la Segunda Guerra
    Mundial y llegó a Buenos Aires –explica-
    "gracias a un negocio algo oscuro del doctor Liber, un primo
    segundo de Rosalía, mi madre, que le compró un
    pasaporte falso al cónsul argentino en Montecarlo el
    año de mi nacimiento. Puede que el funcionario fuese algo
    informal, pero le salvó la vida y nunca dejaremos de
    recordarlo. Bueno, Liber llegó e instaló una
    fábrica de jabón en San Martín. Mi madre, mi
    abuela Eugenia y yo llegamos en 1954 y nos establecimos en
    Florida" (1).

    "Un día cualquiera de 1981, 18 años
    después de haber nacido, Federico Andahazi se
    encontró por primera vez con Bela Andahazi, el
    húngaro que era su padre y del que sabía pocas
    cosas: que era psicoanalista y que había escrito un libro
    de poemas, en
    cuya solapa había una foto: la única que Federico
    Andahazi conocía" (2).

    En septiembre de 2000, se inauguró Casa FOA en el
    Hotel de Inmigrantes. El estudio
    de Laura Ocampo y Fabián Tanferna, que tuvo a su cargo la
    ambientación de uno de los dormitorios, "antes que una
    reconstrucción histórica, prefirió hacer un
    homenaje a todos aquellos que vinieron con el coraje de iniciar
    una nueva vida" (3). Para ello, contaron con la
    colaboración de algunos de los inmigrantes que se
    hospedaron en el Hotel, quienes narran sus historias en sendas
    grabaciones. Entre estos hombres y mujeres estuvieron los
    húngaros Antonieta Rubido Zichy de Eicket, Américo
    de Gosztonyi, Esteban Bergner y Eugenio Weisz; y Ana Wasinger de
    Schaab, nieta de ruso alemanes.

    Después de viajar durante cuatro años, los
    húngaros Horogh llegaron al Hotel de Inmigrantes
    porteño. "Por fortuna apareció allí un
    señor descendiente de suizos –propietario de un
    molino harinero- que buscaba emplear a un técnico
    electricista, la profesión de Béla. Así fue
    que de inmediato consiguió trabajo y la familia se
    trasladó a Estación Matilde, un pequeño
    pueblo del interior de la provincia de Santa Fe" (4).

    Relatado por el profesor
    Ochoa, conocemos el testimonio de una húngara: "Es curioso
    algún recuerdo de una muchacha, hoy día una
    señora ya de edad que vino a los trece años con sus
    padres y contaba que en el desayuno se le servían unos
    enormes tazones de café
    con leche o mate
    cocido con leche –cosa que ellos no conocían, el
    sabor a la yerba mate- y se servían en regaderas
    –ése era el concepto de ella.
    Se refería a esas enormes cafeteras que tienen mango de
    costado con un pico largo, por supuesto sin la regadera, pero el
    pico estaba y para la mentalidad de la chica se servía con
    regaderas. (…)

    Ella estaba muy enojada cuando llegó porque no
    había visto las palmeras y cocoteros que imaginaba en el
    Puerto de Buenos Aires –era la visión europea de
    América– y después, como
    había estado en muy
    buena posición y habían quebrado en Hungría
    tuvieron que venirse acá sin nada, pero les quedaba el
    recuerdo de la vida de buen pasar y pensó que ella
    venía a un hotel de tres o cuatro estrellas actuales y se
    encontró con que venía a este hotel de cantidad de
    personas, grandes dormitorios para todos –los hombres de un
    lado, las mujeres y los niños
    de otro- y sintió desagrado, desagrado que dice que se le
    fue cuando empezaron a comer. Dice que nunca habían comido
    –ni aún en su posición buena primaria en
    Hungría- como habían comido en el Hotel de
    Inmigrantes" (5).

    La portuguesa Zulmira Rosa Alves recuerda a sus vecinos
    húngaros. Ella llegó a la Argentina en 1950 y se
    afincó en Villa Elisa. "Villa Elisa es una localidad de
    cerca de 50000 habitantes cercana a la ciudad de La Plata. Este
    es su hogar ahora, aquí tuvo su familia y vivió
    toda su vida desde vino a este país. Llegó cuando
    al regreso de su padre a la Argentina no pudo volver a trabajar
    en Loma Negra. Las tierras de Pereyra Iraola habían sido
    expropiadas en gran parte y esos terrenos eran alquilados a
    familias de inmigrantes que trabajaban la tierra. En
    una de esas tierras se instalaría su familia para comenzar
    a pelear en esta Argentina. Los primeros tiempos fueron
    difíciles, se encontraron en medio de una comunidad
    húngara con la que se hacía muy complicado
    comunicarse. Existía un importante asentamiento de
    portugueses que se dedicaban a la floricultura pero se
    encontraban del lado oeste de las vías del Ferrocarril
    Roca y no tenían contacto con los quinteros
    (húngaros)" (6).

    Notas

    1. Aubele, Luis: "A boca de jarro. Pedro Roth ‘Soy
    un testigo privilegiado’ ", en La Nación,
    Buenos Aires, 23 de febrero de 2003.

    2. Guerriero, Leila: "¿Quién es
    Andahazi?", en La Nación,
    Revista,
    Buenos Aires, 11 de diciembre de 2005. Fotos Daniel
    Pessah.

    3. Ocampo, Laura y Tanferna, Fabián:
    "Testimonios", en Casa FOA 2000. Desembarcadero y Hotel de
    Inmigrantes.

    4. Masjoan, Lía: "Nosotros. Contratiempos y
    alegrías de inmigrantes húngaros", en El Litoral on
    line, Santa Fe, 4 de mayo de 2002.

    5 Markic, Mario: "En el camino", TN, 12 de septiembre de
    2002.

    6. Da Conceiçao, Mauro; Euguaras, Mariano;
    Flibert; Francisco; Marino, Roberto; Sánchez,
    Julián: "Sabores de una historia", en
    www.ciet.org.ar.

    Lituanos

    Dina Dolinsky afirma: "Llegué a la poesía
    tras un largo camino. El uso de la palabra fue mi capital como
    psiquiatra. El humor me ayudó a bien envejecer. Así
    surgió mi primer libro: Entre mates y mojitos,
    crónica de mi vida viajera que el periodismo
    ayudó a rescatar. Rebobinando la madeja volví a las
    memorias de la infancia y
    pude escribir Las Doce Casas, historia de familias de inmigrantes
    en la Argentina a fines del siglo XIX. En este libro me ronda la
    poesía y doy gracias a la vida, que me ha permitido
    completar el círculo" (1).

    Los descendientes de una inmigrante cuentan la forma en
    que ella y sus hijos salvaron la vida: "Ana Dubroff vino
    vía Génova, con León (hijo) y Berta. Una
    señora que viajaba en el mismo barco se enfermó
    gravemente. Ana era o se hizo muy amiga y cuando el
    capitán del barco decidió que la enferma
    debía bajar en Génova por la gravedad de su estado,
    Ana decidió a su vez bajar con su familia y quedarse a
    cuidarla. El barco siguió su viaje y naufrago, sin llegar
    jamas a Argentina. Eso explica por que la familia
    Dubroff era de las pocas que arribo a Argentina sin samovar: la
    mayor parte de sus cosas se hundieron con el barco"
    (2).

    Notas

    1. Dolinsky, Dina: en Rincones. Buenos Aires, Editorial
      Milá, 2004. 64 p.
    2. Rotstein, Enrique y Fabio: "Fanny Dubroff y David
      Rotstein", en www.math.bu.edu/people/ horacio/
      anc-cast.htm

    Moldavos

    A un suceso de la infancia de Marcos
    Aguinis, se refiere Jorge Fernández Díaz: "El
    pibe tenía siete años y estaba parado junto a la
    puerta del dormitorio de sus padres escuchando exclamaciones y
    ruidos sordos. Había llegado por correo una carta desde
    Europa, y
    aquellos dos inmigrantes taciturnos se habían encerrado
    bajo llave a leerla en secreto. El hijo no entendía, en
    ese momento, por qué lo habían dejado afuera, donde
    permanecía con el aliento contenido.

    En esa vigilia y en ese desconcierto estaba cuando el
    padre salió despacio, doblado por el dolor, y entonces el
    hijo lo vio llorar por primera vez en toda su vida. La carta narraba
    sin eufemismos la suerte que habían corrido su abuelo y
    las dos tías que Marcos jamás llegaría a
    conocer, en la lejana República de Moldavia, donde los
    nazis arreaban judíos para hacinarlos en los campos de
    concentración o asesinarlos en los hornos de exterminio"
    (1).

    Notas

    1. Fernández Díaz, Jorge: "Marcos Aguinis.
      Un hombre del
      Renacimiento",
      Fotos: Daniel Merle, en La Nación Revista, Buenos Aires,
      6 de junio de 2004.

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