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El Electrón Anular. Nueva Teoría




Enviado por urano



Partes: 1, 2

    1. El
      Electrón es una 600 veces mayor en diámetro al
      Protón. Y no es una esfera
    2. Propiedades del
      electrón libre (anular)
    3. Bibliografía

     

    Introducción

    Cuando Copérnico altera filosófica y
    científicamente el hasta entonces tranquilo universo de los
    sabios, no hace más que poner en su correcta perspectiva a
    una ciencia, la
    Astronomía, que desde Aristóteles, había perdido el
    rumbo.

    En realidad, Copérnico, que recibió un
    ejemplar de su escrito en su lecho de muerte, no
    intentó ninguna revolución
    de pensamiento.
    Solo trataba de hacer más simple el trabajo de
    los astrónomos, que para la época, habían
    creado un confuso sistema
    físico matemático para poder poner en
    acuerdo la marcha de los astros en el firmamento con las teorías
    elaboradas fatigosamente a lo largo de muchos siglos.

    Como nos resulta evidente hoy, el partir de un concepto
    desacertado, colocando a la Tierra como
    centro del Universo conocido, derivó en la necesidad de
    adoptar esquemas y teorías que no tenían correlato
    con la realidad física.

    Se imaginaron o se inventaron recursos que
    permitían crear la ilusión de poder determinar con
    anticipación el lugar donde se encontrarían los
    astros en el futuro. Es decir, poder confeccionar tablas
    astronómicas, para uso astronómico y
    astrológico, cada vez más precisas.

    Conceptos tales como: excéntrico, epiciclo,
    esferas cristalinas, esferas homocéntricas,
    hipópedas, ecuantes, deferente homocéntrico, han
    desaparecido por completo del lenguaje de la
    Astronomía.

    Solo hizo falta reconocer que el centro del sistema era
    el Sol. Todo
    lo demás fue un continuo y magnífico retoque, del
    que fue saliendo con esfuerzo y con lucha, el
    conocimiento moderno.

    Examinada con posterioridad, toda la ciencia
    pre-copernicana se nos antoja como insólita.

    El uso de preconceptos, tales como la prioridad de la
    calidad de las
    esferas y los movimientos circulares perfectos, sobre otras
    posibilidades; el concepto antropocéntrico del Universo;
    los dogmas religiosos sobre la creación del mundo,
    llevaron a la instauración de una física ilusoria e
    irracional.

    No importó entonces que las formulaciones
    físico matemáticas adoptadas para concordar con
    las observaciones no tuviesen indicio alguno de realidad. Solo se
    requería que su aplicación mantuviese un ajuste lo
    más preciso posible con las posiciones estelares
    medidas.

    La ficción perduró más de 1400
    años.

    Pero un día, alguien, se resolvió a volcar
    la primera de las fichas en este
    juego de
    ideas, que nos recuerda al efecto dominó.

    Y la ciencia se reconcilió con la
    verdad.

    El episodio fue considerado como una anomalía, un
    accidente en el desarrollo del
    conocimiento,
    que reconocida y estudiada, resultaba aleccionadora. Pero
    básicamente era una cuestión ya
    superada.

    Estábamos de nuevo sobre carriles
    científicos y considerábamos aprendida la
    lección.

    ¿Es realmente así?

    Todo parece indicar, que humanos al fin, hemos derivado
    insensiblemente a los viejos esquemas mentales pre copernicanos,
    actualizados al siglo XX.

    En los últimos 100 años, la ciencia
    física ha incursionado cada vez más hondo y lejano,
    creando campos del conocimiento totalmente imprevisibles para
    nuestros antecesores.

    La Física Cuántica está en bocas de
    todos: sabios e ignorantes, estudiosos y diletantes.

    Es prácticamente imposible recorrer cualquier
    escrito de moda, sin que se
    la mencione.

    Se ha vuelto a repetir lo sucedido con la relatividad de
    Einstein, cuyo principal mérito, a los ojos del profano,
    era la dificultad de su comprensión.

    Se creó así una relación entre
    hermetismo físico matemático y fama popular, que se
    asemeja a un credo religioso.

    En la actualidad, el intrincado universo de
    teorías físicas y cosmológicas está
    en manos de iniciados, que se solazan en transferirnos el
    concepto que la Física Cuántica ya no responde a
    postulados lógicos y que su regla básica es la
    indefinición y la negación de la relación
    causa/efecto.

    Se refugian en su lenguaje críptico y se niegan a
    revisar su propia ciencia, a pesar de los innumerables indicios
    de que "algo huele mal", esta vez no en Normandía, sino en
    la ciencia misma.

    Dado que no resulta sensato ni posible revisar la
    totalidad de la Física Cuántica, en este escrito,
    debemos elegir, emulando a Copérnico, el nudo del
    problema.

    Este es ni más ni menos, que nuestro humilde
    Electrón.

    Una rápida exploración de todo lo
    estudiado y escrito acerca del mismo, nos presenta la
    sorprendente incoherencia: no sabemos que es un
    Electrón.

    El lector se asombrará de lo dicho.
    ¿Cómo, si el Electrón es el ladrillo del
    Universo?

    Comencemos por su tamaño.

    La Física Cuántica lo considera una
    pequeña e inmaterial esfera, cuyas propiedades son
    intrínsecas, lo que es lo mismo que decir
    inexplicables.

    Desde Dirac se mantiene esta incongruencia, que salvo
    honrosas excepciones, nadie quiere reconocer.

    Todos los modelos del
    Átomo conocidos hasta ahora, parten de la base que el
    Electrón es muy pequeño comparado con el
    Núcleo.

    Es de imaginar la sorpresa al encontrarnos que tal
    suposición es falsa.

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