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Maestros en convivencia: habilidades conversacionales



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. La
    infancia
  2. Resumen
  3. Historia de vida: Aida. La
    infancia
  4. Ambiente emocional
  5. La
    Adolescencia
  6. La
    Juventud
  7. La
    Adultez
  8. El mundo del
    trabajo
  9. Conclusiones

Resumen:

La investigación se interesó por
identificar las habilidades conversacionales de una maestra en el
arte de
generar ambientes de convivencia respetuosa, en los diferentes
contextos de la vida cotidiana. Se realizó mediante un
enfoque cualitativo comprensivo, desde una perspectiva
epistemológica sistémico – constructivista.

Se utilizó como método
la historia de vida y
la entrevista
a profundidad para la recolección de la información. Los resultados arrojaron las
siguientes habilidades conversacionales en el personaje: la
escucha, la empatía, la asertividad al
hablar, la sincronía emocional y la persuasión. De
la misma manera, se distinguieron en la maestra habilidades
sociales como la confianza y el respeto por el
otro, el manejo de los conflictos, la
responsabilidad, el liderazgo y la
proactividad. Estas habilidades favorecen la construcción de espacios para la
convivencia respetuosa.

El trabajo da
cuenta del proceso de
formación en investigación y el resultado de la
experiencia investigativa sobre nuevas perspectivas constitutivas
que actualizan la importancia de las emociones y el
desarrollo de
las habilidades conversacionales para la formación de
espacios respetuosos.

A continuación, se presenta la historia de vida
de la maestra en convivencia con el nombre de AIDA, por
petición propia y las conclusiones finales.

HISTORIA
DE VIDA: AIDA

La infancia

Familia de origen

El 6 de abril de 1949 nació en Bogotá
Aída; hija de don Luis Enrique Monroy, quien era
músico y pensionado del Ministerio de Salud, y de doña
Inés Rodríguez, quien era ama de casa. Esta
temprana etapa, Aída la pasó con sus cuatro
hermanas: Indira, Teresa, Antonia y Yolanda, en los barrios Luna
Park y Kennedy.

Su padre, según el relato de sus familiares,
tenía cosas que rompían con la manera de pensar
machista típica de aquellos hombres de los años 50
y 60, para quienes la educación de las
hijas debía centrarse en los quehaceres domésticos,
la atención de los esposos y la crianza de los
hijos. En contraposición, don Luis Enrique no dejaba que
sus hijas hicieran oficios domésticos, pues pensaba que la
niñez y la juventud
debían dedicarse al estudio, a la diversión y a
"pasarla rico". Él fue una gran influencia en la
formación de Aída, debido a esto, ella sabía
que las mujeres valían mucho y estaban destinadas a otras
cosas, con otras visiones en la vida.

Recuerdan sus parientes que su padre se caracterizaba por ser
respetuoso con sus cinco hijas, jamás las agredió
física o
verbalmente: "-Él era la alegría de la casa", era
muy jovial y siempre las quiso mucho. Don Luis también fue
un señor responsable y afectuoso, pero no exento de
errores.

En esos mismos relatos de sus parientes, se menciona
cómo las relaciones con su madre se fundamentaban en la
exigencia de la formación, en que sus hijas fueran
personas estudiosas, y en que aprendieran y tuvieran un puesto
digno y autónomo en la vida. Esto fue valioso y
profundamente introyectado por Aída.

Para Aída, las normas que su
madre imponía eran claras para todas sus hijas y
constituyeron un factor de educación y de
protección. Su familia
consideraba que una persona con
cierto orden en la vida, como la organización de su casa y la existencia de
patrones de autoridad y
formas de comportamiento
establecidos, posiblemente reduce los riesgos y
evita o sabe salir de problemas. Por
ejemplo, Aída sabía que no podía moverse por
la ciudad en la noche, que las personas que estuvieran a su
alrededor debían ser personas con calidades éticas
y que el cumplimiento de los deberes del colegio iban a influir
en el resto de la vida.

Recuerda Aída: "-Mi madre también nos
orientó en el valor del
respeto por las personas y la honestidad era
una cosa que recalcaba muchísimo, al igual que la
puntualidad y la responsabilidad en el estudio. Ambos, mi
papá y mi mamá, siempre quisieron que nosotras
estudiáramos. La responsabilidad en el estudio fue un
valor importante que mi madre nos enseñó mediante
la exigencia en las calificaciones, es decir, siempre
luchó porque fuéramos muy buenas".

Partes: 1, 2, 3, 4

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