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Técnicas de inseminación artificial en ovinos (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Es importante mencionar varios descubrimientos. Cada uno
eleva la inseminación artificial a una nueva
plataforma.

La primera vágina artificial que se usó
fue para colectar semen de perros y la
diseñó Amantea, un profesor de
fisiología humana de la Universidad de
Roma Amantea
empezó sus investigaciones
en semen de perro en 1914. Después los científicos
rusos diseñaron váginas artificiales para
garañones, toros y borregos.

El desarrollo de
la vágina artificial para grandes especies puede muy bien
ser el desarrollo más importante en la historia de la
inseminación artificial y aún se prefiere la
vágina artificial cuando se colecta semen de toros,
borregos o garañones en forma regular. El
electroeyaculador se desarrolló a finales de los
años cuarenta. Ha sido una innovación útil para la
colección en toros y borregos que se muestran
renuentes.

Los investigadores y muchos criadores reconocieron a
finales de los años 30 que la inseminación
artificial representa un tremendo apoyo para el progreso
genético. Una limitación era que el semen
tenía que ser utilizado para que diera buenos resultados.
Cuando Phillips y Lardy de la Universidad de Wiscolnsin
descubrierón un medio nutritivo amortiguador para diluir
el eyaculado, se dio el primer paso para corregir el problema
(Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

Ellos desarrollaron un diluyente fosfatado de yema que
protegía a los espermatozoides durante el enfriamiento a
temperaturas de 5°C, los proveía de una fuente de
energía para su metabolismo y
prevenía el cambio de
pH. Con este
diluyente los espermatozoides permanecían viables y
capaces de fertilizar óvulos por tres o cuatro
días. Salisbury y colaboradores mejoraron este diluyente
al substituir el citrato de sodio por los fosfatos usados por
Phillips y Lardy.

La ventaja del diluyente de citrato-yema era la
visibilidad del espermatozoide bajo el microscopio,
permitiendo una determinación más exacta de la
motilidad después de la dilución.

El problema de la diseminación de enfermedades aún
persiste. Se hicierón esfuerzos para coleccionar semen de
toros sanos; sin embargo, ocurrieron varios brotes de
enfermedades de la reproducción. La enfermedad que se
transmitía más comunmente era la Vibriosis.
Después de la segunda guerra
mundial ya había penicilina disponible para la
industria
ganadera. Almquist, de la Universidad Estatal de Pensylvania, fue
el primero en comunicar el uso de esta "droga
maravilla" para el control de los
contaminantes bacterianos del semen. La industria de la
inseminación artificial. La adoptó casi
inmediatamente, con una marcada mejoría en los
índices de concepción (Bearden y Fuquay, 1982;
Foote, 2002).

Las primeras inseminaciones se llevarón a cabo
simplemente depositando el semen en la vágina. La
técnica se refinó más tarde con el uso de un
espéculo y un tubo de vidrio para
inseminación. El espéculo se colocaba dentro de la
vágina y con una fuente de luz (primero una
lámpara de pilas en la
cabeza y más tarde una lámpara del tamaño de
una pluma) se hacía visible la parte posterior de la
cérvix.

El tubo de inseminación se insertaba en la
apertura y se depositaba el semen aproximadamente 2 cm. dentro de
la cérvix. En 1937, los veterinarios daneses
desarrollarón el método de
inseminación rectovaginal (o de fijación cervical).
Se introduce una mano en el recto para manipular la
cérvix, en tanto que se inserta un tubo de
inseminación por la vágina y se pasa a
través de la cérvix. Luego se puede depositar el
semen en la cérvix anterior, en el cuerpo del útero
o en ambos sitios. Esta técnica aún se usa en la
actualidad (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

A finales de 1940, había muchas organizaciones de
inseminación artificial que servían a vacas en todo
el país. Se tenía que enviar al técnico una
dotación fresca de semen cada 2 ó 3 días,
pero la inseminación artificial se estaba utilizando con
buenos resultados. Dos ingleses fuerón responsables del
siguiente descubrimiento de importancia. Parkes y Polges
desarrollarón un exitoso método para congelar y
almacenar espermatozoides a temperaturas muy bajas (Bearden y
Fuquay, 1982; Hafez y Hafez, 2000; Foote, 2002).

Descubrieron que el glicerol protegía los
espermatozoides del gallo durante los procesos de
congelación y descongelación. Inicialmente este
método no tuvo éxito
con los espermatozoides de mamíferos. Sin embargo, encontraron que si
se permitía a la mezcla de espermatozoides con glicerol
permanecer sin proceso por
una noche antes de la congelación, el método
funcionaba (Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

A este periodo se le conoce en la actualidad como de
equilibrio y
en este tiempo los
espermatozoides absorben parte del glicerol para reemplazar
cierta cantidad de agua en
la
célula. El glicerol actúa como anticongelante
para evitar la formación de cristales de agua durante la
congelación. Estos investigadores utilizaron hielo seco
como refrigerante y almacenaron los espermatozoides a -79°C
(Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

En 1957, el Servicio de
Reproductores Americanos inició el uso de nitrógeno
líquido como refrigerante para la congelación y
almacenaje de semen (Bearden y Fuquay, 1982; Foote,
2002).

La Corporación Lende fabricó grandes
tanques al vacío de acero inoxidable.
Esto hizo práctico el transporte de
semen a largas distancias y su almacenamiento en
la granja. Los tanques disponibles en la actualidad necesitan ser
rellenados de nitrógeno líquido sólo cada 60
ó 90 días (Bearden y Fuquay, 1982; Foote,
2002).

El Centro de Procesamiento de Registros de la
Leche de la
USDA empezó a recopilar y publicar resúmenes sobre
progenitores en 1961, los cuales ayudaron a evaluar el potencial
genético de dichos progenitores. Antes de esa fecha,
algunos estados y cada semental en particular tenían su
propio procedimiento de
recopilación de información genética
(Bearden y Fuquay, 1982; Foote, 2002).

La introducción de la pipeta, que es un tubo
de plástico
de menor diámetro y que sirve para almacenar el semen en
congelación, no es el último capítulo en la
historia de la inseminación artificial, pero probablemente
sí sea el último desarrollo de
importancia.

Sorensen introdujo el uso de las pipetas de
plástico para el almacenamiento de semen, en 1940. Los
informes sobre
semen congelado en pajillas, por Pares en 1953 y más tarde
por Friis lakobson en 1956, con algunas mejoras de Adler en 1959
yen 1961, han creado el suficiente interés
como para mantener activos a los
investigadores.

Se da crédito
a los Cassous de L' Aigle, padre e hijo, en Francia, por
el desarrollo de pipetas para la aplicación en tres
etapas. La primera fue en 1964, con 1.2 mI. de semen, y mostraba
una alentadora mejora con respecto a la ampolleta de vidrio de 1
mI. Al darse cuenta que el coeficiente de congelación de
la superficie era el principal factor que determinaba la
supervivencia, los Cassous cambiaron la pipeta por una de la
mitad del diámetro, y con capacidad de 0.5 mI (Bearden y
Fuquay, 1982).

Esta pipeta dio excelentes resultados y se le ha llamado
"pipeta intermedia". Es el tipo de pipeta que se usa casi
exclusivamente en Estados Unidos. Los Cassous desarrollaron en
1968 una pipeta aún más pequeña, con
capacidad de 0.25 mI, lo que significó un mejoramiento de
la supervivencia de los espermatozoides. A esta pipeta se le
llamó la "minipipeta" (Bearden y Fuquay, 1982;
Salomón, 1990)

Las organizaciones y los investigadores sobre
inseminación artificial en Estados Unidos
empezaron a realizar algunas pruebas con
esa pipeta a finales de la década de 1960. Estas
organizaciones cambiaron de ampolletas de vidrio a pipetas,
alrededor de 1972. La mayor parte del semen que se produce en
Estados Unidos se almacena en pipetas. Además de lograr
una mayor supervivencia de espermatozoides, las pipetas requieren
sólo un tercio del espacio para almacenamiento.

Esto ha hecho que se rediseñen los tanques de
almacenamiento de nitrógeno líquido logrando
unidades únicas de campo que requieren menos
nitrógeno y retienen por más tiempo el
nitrógeno. La congelación de semen de verraco se
hizo una realidad en 1975 (Bearden y Fuquay, 1982; Foote,
2002).

VENTAJAS DE LA INSEMINACIÓN
ARTIFICIAL

Mejora genética

Los ganaderos, por lo general, están muy
interesados en el mejorar las producciones de sus rebaños
y para ello seleccionan los animales de
calidad
superior. Como un macho produce más crías que una
hembra se hace especial hincapié en la selección
de aquellos (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990;
Chemineau et al., 1991; Hafez y Hafez, 2000; Foote,
2002).

La utilización de sementales superiores puede
tener un beneficio directo sobre la producción de la progenie resultante y esto
puede que sea todo lo que el ganadero precise. También
existe un efecto a más largo plazo sobre la
producción de las generaciones futuras si esos programas se
continúan. Naturalmente, los progresos genéticos se
aceleran al utilizar sementales mas superiores siempre y cuando
se evite el que aparezcan problemas de
consaguinidad (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990;
Chemineau et al., 1991; Hafez y Hafez, 2000; Foote,
2002).

Con el uso de la inseminación artificial se puede
incrementar el número de crías por semental al
año. Utilizando un sistema de cruce
convencional, en un rebaño normal puede cubrir de 50 a 100
hembras por año. Cuando se utiliza semen fresco diluido,
con inseminación cervical, un semental de ovino o caprino
puede ser utilizado para inseminar más de 1000 hembras en
un periodo de 2-3 semanas (Bearden y Fuquay, 1982;
Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000; Foote,
2002).

Depositando intrauterinamente semen conservado mediante
congelación se pueden inseminar bastantes ovejas con el
semen recogido de un solo semental, en un año. Aunque se
tenga en cuenta la baja de fertilidad que se observa, en
ocasiones, utilizando inseminación artificial, el
número de crías por semental supera con creces al
que se obtiene mediante la inseminación natural (Bearden y
Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000; Foote,
2002).

Otro uso de la inseminación artificial es el
cruzar nuevas estirpes o genotipos de animales. Un ejemplo de
esto es el uso de sementales de Angora en rebaños de
cabras salvajes. Esto se obtiene por cruce de cada
generación de hembras con sementales de pura raza Angora.
La utilización de sementales destacados tiene un campo de
aplicación mas amplio con la inseminación
artificial permite un uso mas amplio de sementales selectos con
el propósito a los requisitos del mercado (Bearden
y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000; Foote,
2002).

Fácil transporte de material
genético

A menudo, los criadores desean introducir sangre nueva en
sus rebaños y el transportar el semen es mucho mas barato
que transportar a los sementales y, de esta forma, se evita
también el riesgo de
extender posibles enfermedades. La inseminación artificial
ha posibilitado la importación de nuevos genes, procedentes de
otros continentes, a países que no permiten la entrada de
animales vivos.

Es suma, la inseminación artificial ha hecho
posible el intercambio internacional de semen. La
utilización de semen congelado ha facilitado,
también la operación de producción cooperativa y
el uso de esquemas de sementales de referencia por cuanto los
mejores sementales, de esta forma, pueden mantenerse en los
centros de reproducción desde los cuales se envía
el semen a los dueños de los rebaños. . (Bearden y
Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Chemineau et al.,
1991; Hafez y Hafez, 2000).

Conservación prolongada de
semen

El semen procedente de sementales valiosos se puede
conservar para utilizarlo en años venideros, incluso
después de muerto aquel. Algunos ganaderos conservan el
semen de sus mejores sementales para prevenir el trastorno que
ocasionaría una muerte
temprana de los mismos. Los bancos de semen
se pueden utilizar también para conservar semen control en
los programas de selección a largo plazo. En este caso, el
semen se conserva para uso futuro. Con lo que los animales
producidos después de varios años de
selección se pueden comprar con los animales
básicos como monitores de
los progresos genéticos (Bearden y Fuquay, 1982;
Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Hafez y
Hafez, 2000).

Aumento de eficacia
reproductora

Los carneros subfertiles pueden identificarse con
facilidad y eliminarlos del grupo de
sementales. La inseminación artificial puede asegurar el
que se inseminen todas las hembras, evitándose así
problemas relacionados con las preferencias macho-hembra que a
menudo se manifiestan en algunos estros de hembras. Si se
utilizan inseminaciones secuénciales, las hembras
podrán cubrirse así cuando no presenten comportamiento
estral (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y
Hafez, 2000).

Reducción o eliminación de sementales
en la ganadería

Los pequeños ganaderos no precisan mantener
sementales en sus explotaciones siempre que puedan obtener el
semen de otros lugares. El costo y los
inconvenientes de mantener los sementales quedan eliminados. Por
otro lado, existen razones de tipo estético ya que en los
rebaños de cabras no es necesario mantener a los machos
malolientes, sobre todo en aquellos rebaños que
estén próximos a zonas urbanas (Salamón,
1990; Hafez y Hafez, 2000).

Prevención y control de
enfermedades

La inseminación artificial elimina el contacto
directo macho-hembra con lo que se controla o previene el
propagar enfermedades
venéreas u otras enfermedades. Es conveniente advertir
que la inseminación artificial es una medida
profiláctica, pero no curativa, de la enfermedad (Bearden
y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez,
2000).

Utilización de machos
incapacitados

En muchas ocasiones machos de estimable valor no
pueden ser utilizados para cubrir por sufrir lesiones o por
razones de edad. Si su semen es de calidad suficiente con la
inseminación artificial se pueden seguir utilizando
(Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Hafez y Hafez,
2000).

Mantenimiento de registros seguros

La utilización de la inseminación
artificial permite mantener unos registros de reproducción
muy seguros. Estos
registros se pueden utilizar para aumentar la seguridad de la
selección o para eliminar caracteres indeseables en un
rebaño (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990;
Hafez y Hafez, 2000).

DESVENTAJAS DE LA INSEMINACIÓN
ARTIFICIAL

Consanguinidad

Cuando la intensidad de la selección es muy alta
pueden surgir problemas de consanguinidad. De hecho en la
industria lechera, ha sucedido lo contrario. La
utilización de inseminación artificial ha permitido
el uso de más machos, sin parentesco con lo que el nivel
de consanguinidad ha descendido.

La naturaleza
extensiva de las ovejas y las cabras nos asegura del mantenimiento
de una gran masa genética con lo que es poco probable que
la consaguinidad sea un problema. A pesar de todo, se debe poner
especial atención cuando se utilice la
inseminación artificial en rebaños pequeños
y/o próximos desde el punto de vista del parentesco
(Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Noakes y Pearson,
1991; Hafez y Hafez, 2000).

Reproducción insegura

Cuando se emplee la inseminación artificial
existen 2 posibilidades de inseguridad:
1) cuando se utilice semen fresco o congelado de sementales
individuales y no se haya puesto especial atención a su
etiquetado pueden surgir errores accidentales, sobre todo cuando
se utilicen simultáneamente varios sementales, y 2) cuando
el valor de los sementales se ha sobrestimado o determinado
incorrectamente. Esto nos puede acarrear mas perdidas que
ganancias. El uso de sementales con defectos inapreciables puede
producir una rápida propagación de tales defectos
(Salamón, 1990).

Propagación de enfermedades

Si los sementales no han sido controlados en lo que a
enfermedades venéreas se refiere la inseminación
artificial puede extender la enfermedad más
rápidamente que la inseminación natural
(Salamón, 1990; Hafez y Hafez, 2000).

Fertilidad reducida

En comparación con la inseminación
natural, la inseminación artificial puede, bajo ciertas
circunstancias, reducir la fertilidad, particularmente cuando no
se empleen, apropiadamente, métodos de
controlar el estío o en casos de poco cuidado por parte
del personal auxiliar
o por negligencias cuando se maneje el semen (Salamón,
1990).

Costos

Como con cualquier otra tecnología, han de
tenerse en cuenta los costos a la hora
de utilizar la inseminación artificial. Entre los costos
se incluyen el empleo de los
técnicos, equipo, fármacos y hormonas,
registros y la compra de semen o selección y mantenimiento
de sementales (Salamón, 1990).

PREPARACIÓN DE LAS HEMBRAS PARA LA
INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

Varias semanas antes de que comience un programa de
inseminación artificial se debe poner especial
atención al estado de las
hembras y su preparación para la inseminación. El
éxito del programa depende de la fertilidad de las hembras
así como de la calidad del semen utilizado en la
inseminación (BonDurant, 1979; Bearden y Fuquay, 1982;
Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Noakes y
Pearson, 1991; Hafez y Hafez, 2000).

La inseminación artificial sólo
tendrá éxito si se práctica en un
determinado tiempo, con relación a la ovulación, o
la aparición del estro. Por ello es necesario detectar el
estro en las hembras que naturalmente sean cíclicas y
controlar o sincronizar, el estro con el fin de que aparezca en
un tiempo predeterminado. Algunos de los métodos de
sincronización del estro están relacionados con un
cierto descenso de la fertilidad y algunos son costosos en
términos de material o laboriosidad; por ello, tiene
ciertas ventajas el detectar el estro por métodos
naturales.

Sin embargo la sincronización de estro tiene la
ventaja de acortar el tiempo necesario para inseminar a
rebaños enteros y facilitar el manejo durante la
gestación y el parto. Por
otro lado el control del estro hace posible el estimulo de la
ovulación artificialmente, incrementándose la
fertilidad (numero de hembras que conciben) y la fecundidad
(numero de crías por hembra) (Quezada et al., 2004;
Jiménez et al., 2004)

Cuando se utilizan gonadotropinas exógenos para
estimular la ovulación existe la ventaja adicional de que
el tiempo en el que ocurre la ovulación disminuye, esto
es, el tratamiento aumenta la sincronía de la
ovulación y de ahí el éxito de las
inseminaciones a tiempo fijado. La estimulación del estro
y ovulación pueden también ser efectivo en la
estación no reproductora, permitiéndose la
reproducción fuera de estación (Salamón,
1990).

ÉPOCA DEL AÑO PARA PRACTICAR LA
INSEMINACIÓN

Las ovejas y las cabras suelen ser juntadas o
inseminadas durante la época natural de
reproducción. Sin embrago, cuando se induce el estro y la
ovulación las ovejas se pueden inseminar en cualquier
época del año, siempre y cuando se disponga de
semen de calidad suficiente. Para obtener semen fresco de buena
calidad en época no reproductora hay que acudir a los
rebaños que presenten menos estacionalidad y en algunos es
imposible tenerlo. No obstante, se puede recoger semen de buena
calidad en la estación reproductora y conservarlo
congelado, para su posterior uso (BonDurant, 1979;
Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Noakes y
Pearson, 1991; Cambell et al., 1996; Jiménez et
al
., 2004).

SELECCIÓN Y
PREPARACIÓN DE LOS MACHOS PARA LOS PROGRAMAS DE
INSEMINACIÓN ARTIFICIAL

El objeto de un programa de inseminación
artificial para ovejas es mejorar las características de
producción, principalmente la cantidad o calidad de la
lana o pelo, leche o carne. La consecución de este objeto
depende de la capacidad reproductora de los sementales que se
utilicen. Una estimulación del valor de un semental puede
sacarse de su propia producción y de las descendencias que
haya tenido, comparándolas con sus contemporáneos.
Se debe poner especial atención al seleccionar los
sementales para los programas de inseminación artificial.
Los productores deben ser genéticamente mejores que sus
congéneres.

Aparte de los criterios genéticos existen otros
factores que se deben considerar al seleccionar los machos para
un programa de inseminación artificial. Entre estos
encontramos el estado de
salud y el buen
estado de carnes, sin engarzamiento. No deben padecer
ningún tipo de enfermedad. Los machos, particularmente los
recién comprados o introducidos en el rebaño, se
deben someter a un examen físico y controlar su estado de
salud con el fin de asegurarnos que este exento de anormalidades
o enfermedades (Bearden y Fuquay, 1982; De Alba, 1985;
Salamón, 1990; Chemineau et al., 1991; Wallance,
1992; Smith y Sherman, 1994; Hafez y Hafez, 2000).

También se deben examinar los órganos
reproductores poniendo especial atención en el
tamaño y forma de los testículos
y epidídimos, órganos que pueden ser palpados a
través del escroto. Los testículos deben ser firmes
y elásticos, carentes de lesiones y deformidades y moverse
libremente dentro del saco escrotal. La cola del epidídimo
se debe palpar con facilidad y tener igual tamaño y forma
en ambos testículos. Si alguna parte del epidídimo
se encuentra endurecida o alargada se debe sospechar la
existencia de epididmitis.

También se debe poner atención a la
integridad del conducto deferente, en el cuello del escroto, debe
estar duro y fácilmente palpable. Finalmente,
también se deben inspeccionar las posibles anormalidades
en prepucio, péne y, particularmente, en el proceso
uretral, que puede lesionarse fácilmente al expulsarse
algún calculo urinario. Los animales con defectos, tales
como criptorquidismo, hipoplasia testicular, espermiostasis o
varioceles (dilatación de la vena espermática)
deben ser excluidos de los programas de
inseminación.

Una cuestión que a menudo se olvida al
seleccionar los sementales es su capacidad de servicio y su vigor
sexual, que se puede controlar mediante una prueba de servicio,
en la que el macho se expone a una serie de hembras en estro. La
falta de voluntad a montarlas puede que sea debida a un trauma
físico, posiblemente como causa de artritis, mal de
pezuñas o lesiones en el péne. Por otra parte, los
machos difieren en cuanto a su temperamento y conducta sexual,
lo que, sin duda, afecta a su capacidad de servicio.

Es importante que el macho seleccionado posea semen de
buena calidad y en cantidad. Este factor se debe controlar
inmediatamente antes de comenzar el programa de
inseminación artificial, aun cuando se haya controlado
anteriormente, por ejemplo, antes de comprarlo (BonDurant, 1979;
Bearden y Fuquay, 1982; De Alba, 1985; Maxwell, 1986; Haibel,
1990; Salamón, 1990; Cambell et al., 1996; Ishwar y
Momon, 1996).

PREPARACIÓN DE LOS MACHOS

Los machos pueden mostrar esterilidad transitoria como
consecuencia de condiciones estresantes, por ejemplo, altas
temperaturas o humedad, cambio de ambiente o de
dieta, molestias por las moscas, enfermedades y otros factores.
Por ello, se recomiendan tratamientos adecuados, unas 6-8 semanas
antes del comienzo de los programas de inseminación.
Adviértase que muchos de los manejos rutinarios que
reciben los machos pueden causar estrés
como, por ejemplo, el recortar las pezuñas, administrar
purgantes, esquileo y baño.

Se ha demostrado que las raciones con alto contenido en
proteína pueden incrementar la producción de
espermatozoides por el testículo y al no ser que se trate
de machos en óptimas condiciones, se aconseja mejorar las
raciones unas 6-8 semanas antes de comenzar la colección
del semen. Los suplementos nutritivos se suelen administrar en el
campo, aunque si se les administra en los cobijos puede que se
familiaricen con otros ambientes, buenos desde el punto de vista
de la adaptación para recoger el semen (Salamón,
1990).

Por ello, se aconseja planear los programas de
inseminación coincidiendo con la estación
reproductora natural. Si se precisa utilizar semen fuera de
estación y conservarlo congelado hasta precisarlo. Se han
realizado varios intentos de manipular la estación
reproductora de los machos utilizando luz artificial. Estos
métodos han obtenido algunos éxitos, pero en la
práctica son impredecibles y no se logra mantener un alto
nivel de calidad del semen, a lo largo del año (BonDurant,
1979; De Alba, 1985; Salamón, 1990; Haibel,
1990).

ENTRENAMIENTO DE LOS MACHOS PARA LA RECOGIDA DE
SEMEN

El método preferido es el de recoger el semen
mediante la vagina artificial. Los carneros, seleccionados, deben
de ser entrenados para eyacular dentro de la vagina artificial,
comenzando unas 2-3 semanas antes del inicio del programa de
inseminación. Con esto se permite un amplio margen para el
entrenamiento,
se asegura una buena calidad del semen y, quizá, se pueden
reemplazar los sementales que no satisfagan nuestras necesidades.
El entrenamiento es mejor hacerlo durante la estación
reproductora, cuando el deseo sexual es mas manifiesto y cuando
se dispone de hembras en estro que sirven como maniquíes.
Una vez entrenados a eyacular, en la vagina artificial, los
machos reaprenden rápidamente cuando son requeridos en el
futuro para recolectar semen de nuevo (Salamón, 1990;
Bearden y Fuquay, 1982; De Alba, 1985; BonDurant, 1979; Chemineau
et al., 1991).

El entrenamiento consiste en desarrollar y reforzar los
reflejos condicionados del semental para servir a una hembra, en
un recinto cerrado y en presencia de una persona. Al mismo
tiempo esta persona llegara a familiarizarse con el temperamento
y conducta de los sementales.

A menudo la recogida de semen se suele hacer en el
cobertizo de esquileo, aunque cualquier lugar cubierto puede ser
bueno para realizarla. El cobertizo debe tener espacio suficiente
y lugar para situar la hembra maniquí y que el personal
pueda desenvolverse cómodamente. La visión
así como el olfato, son muy importantes en el estimulo
sexual, con lo que es importante que el entrenamiento de los
machos se haga de tal forma que puedan ver a la hembra e incluso
que vean como la montan otros machos.

Para los propósitos del entrenamiento se precisa
una hembra en estro, que puede ser cualquiera de las
señaladas por los recelas en el rebaño o que
presente estro sincronizado. Alternativamente, el estro se puede
inducir en hembras por la inyección intramuscular de 50
mg. de benzoato de estradiol en 1-2 ml. de aceite de
cacahuate. Las hembras tratadas mostraran síntomas de
estro a los 1-2 días, pero el tratamiento no debe
persistir mas de 5 días. Una vez los carneros y machos
cabrios estén entrenados, las hembras maniquís no
necesitan estar en estro, ya que los sementales están
condicionados a montar a cualquier hembra que este colocada en el
aparato sujetador del cobertizo. Es aconsejable seleccionar
hembras maniquís apacibles, ya que los machos pueden
distraerse por aquellas hembras que no se estén
completamente quietas (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón,
1990; Arthur et al., 1991; Chemineau et al., 1991;
Wallance, 1992; Cambell et al., 1996; Ishwar y Momon,
1996).

RECOGIDA DEL SEMEN

Recogida de semen por vagina
artificial

La vagina artificial es una imitación de
la vagina de la oveja, que proporciona el estimulo térmico
y mecánico para la erección del péne del macho y que
son, igualmente, necesarios para producir la
eyaculación.

La vagina artificial utilizada para carneros es similar
a la usada para toros. Consiste de una caperuza externa (de 20 x
5,5 cm. para el carnero y 15 x 5,5 cm. para el macho
cabrío) fabricada con goma fuerte, plástico u otro
material sintético que tenga propiedades aislantes, y un
conducto interno fabricado de goma o material sintético
apropiado. El tamaño de la vagina artificial está
en relación con la longitud del péne, el del macho
cabrio es mas corto. El conducto interno suele tener unos 2-3 cm.
más que la caperuza externa con el fin de poderse plegar
sobre ésta, sujetándolo con sendas bandas de goma,
para formar una especie de depósito para el
agua.

La vagina deberá estar limpia, seca y
estéril, una misma vagina, sin limpiar, no se debe
utilizar para distintas recogidas de semen. Después de
cada uso se debe lavar, enjuagar con agua destilada y secarla
profundamente; si se pasa, por el interior, una delgada
película de alcohol al 70%
en agua destilada, se secará, luego, mejor. A
continuación se llena la mitad del depósito con
agua a 48-50°, a través del tampón colocado en
el lateral y con la ayuda de un embudo o jeringa de 100 ml (el
calor del agua
contribuirá a evaporar el alcohol). Si se llena demasiado
de agua, se saldrá, cuando se deje la vagina en
posición vertical. Evitar, en todo momento, que el agua
penetre en el tubo interno ya que puede ser la causa de
mortalidad de los espermatozoides (Bearden y Fuquay, 1982;
Salamón, 1990; Arthur et al., 1991; Chemineau et
al.,
1991; Wallance, 1992; Cambell et al., 1996;
Ishwar y Momon, 1996).

Uno de los extremos del conducto interno se debe
lubricar ligeramente con vaselina, en una extensión de no
más de 3 cm. utilizando una varilla de plástico o
de vidrio. En el otro extremo se debe colocar el tubo de vidrio
estéril y calibrado, para recoger el semen,
insertándolo 1,5-2,0 cm. Mientras se coloca el tubo se
debe insuflar aire, por el
extremo abierto, y luego se cierra, todo ello con el fin de que
el tubo quede perfectamente acoplado. La insuflación debe
ser de tal magnitud que ejerza presión
pero que permita una fácil penetración del
péne. La presión óptima para algunos machos
solo puede conocerse a través de la experiencia
(Salamón, 1990).

La temperatura de
la vagina artificial, inmediatamente antes de recoger el semen,
deberá ser de 42-45 °C, lo que se puede controlar
mediante la inserción de un termómetro limpio. Si la vagina se
encuentra demasiado fría, se debe rellenar con agua
más caliente, que la que se utilizo con anterioridad. Con
el fin de evitar el shock por frió, de los
espermatozoides, los vidrios de recogida se deben calentar a
30-37 °C. En los climas fríos, donde sea
difícil mantener la temperatura de la vagina a
42-45°C, puede calentarse, durante un corto tiempo, en una
estufa de cultivo a 37 ° C antes de añadir al agua.
Sin embargo, la exposición
prolongada, a estas temperaturas, producirá cierto
deterioro del tubo interior (Rishen y Rise, 1999).

El semen se debe recoger en un ambiente libre de polvo.
Antes de la recogida de semen, se debe limpiar, cuidadosamente,
el prepucio del macho, para evitar cualquier contaminación de aquel.

Los movimientos vigorosos hacia arriba y hacia delante
significan que se ha producido la eyaculación. Se debe
dejar que el macho retire el péne de la vagina antes de
intentar retirar esta (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón,
1990).

Inmediatamente después de la recogida la vagina
se cambia de posición, quedando el tubo de vidrio en la
parte inferior, a la vez que se sujeta este con la mano. Se quita
la presión al abrir la espita, teniendo la
precaución de que no salpique agua cerca del tubo de
recogida de semen. Luego se quita el polvo, se etiqueta, se tapa
y se coloca en un baño a 30 °C (Bearden y Fuquay,
1982; Salamón, 1990).

Recogida de semen por estimulo
eléctrico

Existen diferentes tipos de estimuladores
eléctricos, los mas corrientes son los que tienen un
electrodo bipolar para el recto. El aparato mas comúnmente
utilizado, en Australia y Nueva Zelanda, es el Ruakura Ram Probe. Se
trata de un estimulador accionado por baterías que
proporciona una salida de 10 ó 15 voltios. Cuando el recto
del macho esta seco se recomienda utilizar los 15 voltios.
Experimentalmente se ha utilizado estimuladores más
automáticos (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990;
Mejia y Hernández, 1996).

Para la colección de semen, el macho se debe
colocar en decúbito lateral, sobre una mesa o en el
suelo, siempre
que este limpio. Se deben cortar el pelo o lana que bordee la
vaina y el prepucio se debe limpiar correctamente. La sonda se
humedece o lubrica con vaselina y se inserta en el recto a una
profundidad de 15-20 cm. procurando no lesionar la mucosa
(Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y
Hernández, 1996).

El pene se debe extender por enderezamiento de la
flexura sigmoidea de tal forma que el glande del péne se
pueda sujetar con la mano, limpia, y liberar el péne del
prepucio. Por detrás del glande se coloca una pieza de
gasa y se introduce el glande y el proceso uretral en un tubo de
ensayo
estéril. Lo mejor es sujetar el péne y el tubo de
ensayo con la misma mano dejando la otra libre para dar masaje en
el péne en dirección hacia delante entre para cada
estimulo eléctrico (Bearden y Fuquay, 1982;
Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Un ayudante debe presionar sobre la sonda hacia el suelo
de la pelvis, aplicándose luego cortos estímulos
(3-8 segundos) a intervalos de 15-20 segundos. Después de
unos cuantos estímulos fluirá la secreción
de las glándulas accesorias y luego el semen. Cuando se
obtenga inicialmente grandes cantidades de liquido claro, se
deben desechar para evitar diluciones innecesarias del semen
(Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y
Hernández, 1996).

Existe una amplia variedad entre los estímulos
que necesitan los diferentes sementales hasta producir un
eyaculado satisfactorio. Sin embargo, si se exceptúa lo
poco confortable que debe resultar y las contracciones musculares
que aparecen al aplicar la corriente, no existen efectos nocivos
achacables a esta técnica (Bearden y Fuquay 1982;
Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

MANEJO Y VALORACIÓN DEL SEMEN

Dilución del semen

La dilución del semen se realiza por razones
técnicas y biológicas.

Razones técnicas

Una de las mayores ventajas del uso de la
inseminación artificial es que los sementales de gran
valor pueden utilizarse para inseminar muchas mas hembras que las
que podrían cubrir por monta natural. En la
inseminación natural el carnero depositan miles de
millones de espermatozoides en la vágina de la
hembra.

Sin embargo, de ese gran número solamente unos
100-140 millones atraviesan el cérvix. Cuando se utiliza
la inseminación artificial en ovejas, tanto el volumen de
inseminación como el número de espermatozoides que
contiene se deducen sustancialmente al compararlo con la
inseminación natural. El límite inferior,
generalmente aceptado como resultante de un buen índice de
fertilización, tras la inseminación artificial
cervical, es de 100 millones de espermatozoides por dosis
inseminada. De esta forma se puede inseminar un gran
número de hembras con un eyaculado (Bearden y Fuquay 1982;
Salamón, 1990; Mejia y Hernández, 1996).

Un volumen adecuado para utilizar tanto en
inseminación cervical, como intrauterina es el de
0,05-0,20-0,5 ml; para inseminación vaginal se debe
utilizar un volumen mayor. El disminuir el volumen de inseminado,
por debajo de 0,05 ml, no es practico dada la dificultad de
manejar y depositar, cantidades tan pequeñas, en la
cérvix o útero de la cabra. Si se utilizara semen
sin diluir, este volumen contendría un número de
espermatozoides superior al límite mínimo de
seguridad, lo que resultaría en un método poco
económico.

El problema es reducir el número de
espermatozoides a la dosis requerida, manteniendo un volumen
adecuado, se soluciona mediante la dilución de semen
(Bearden y Fuquay, 1982; Salamón, 1990; Mejia y
Hernández, 1996).

Razones biológicas

Los diluyentes apropiados proporcionan a los
espermatozoides nutrientes, sistema amortiguador a los cambios de
pH y un ambiente isotónico. Además, protegen a los
espermatozoides del shock por frió cuando se
enfrían y conservan así o contra las injurias de la
congelación cuando se congela el semen (Bearden y Fuquay,
1982; Salamón, 1990; Mejia y Hernández,
1996).

DILUYENTES PARA UTILIZAR SEMEN EN
FRESCO

Los medios
más comúnmente usados para diluir el semen de
carnero y, que se vaya a utilizar en fresco se clasifican en
sintéticos o naturales.

Diluyentes sintéticos

Los diluyentes sintéticos más
comúnmente usados para diluir semen de carnero, para
inseminación artificial vaginal o cervical, contienen como
amortiguador el tris o citrato, glucosa o
fructosa como fuente de energía y yema de huevo para
proteger a la membrana del espermatozoide contra el shock por
frió (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón,
1990).

Estos diluyentes también se utilizan para el
semen del macho cabrio, aunque con menor cantidad de yema de
huevo, para evitar que se ponga de manifiesto una reacción
enzimática, como consecuencia de que coagula la yema de
huevo. La concentración de la enzima varía entre
los diferentes machos cabrios y es más alta cuando se
obtiene el semen mediante electroeyaculación.

El problema se puede resolver por: 1) utilizando menor
concentración de yema de huevo, en el diluyente, 2)
utilizando un medio que no contenga yema de huevo (leche) y, 3)
descartando el plasma del semen, por centrifugación, con
lo que se eliminara la enzima (Bearden y Fuquay, 1982;
Salamón, 1990).

Diluyentes para utilizar en
inseminación artificial intrauterina
(quirúrgica)

Cuando, en los programas de transferencia de
embriones, se deban inseminar ovejas directamente en el
útero, con espermatozoides frescos, se recomienda utilizar
como diluyente, a fin de aumentar el volumen real de semen
fresco, solución salina de fosfato tamponada (PBS), con
antibióticos, una forma comercial de este diluyente es el
Dulbecco PBS, a la que se recomienda adicionar 1.000 UI de
penicilina G sódica y 1 mg de sulfato de estreptomicina
por ml de solución. Si el diluyente se adquiere en forma
de polvo se debe reconstituir, con mucho cuidado, con agua
destilada y esterilizar haciendo pasar por un filtro de 0.22
m (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón,
1990).

Diluyente natural

En condiciones de campo el diluyente del semen
más fácilmente aceptable es la leche de vaca, que
se puede utilizar tanto entera, como descremada o en polvo para
reconstituir, siempre que se vaya a proceder a la
inseminación artificial cervical o vaginal. En algunos
lugares también se utiliza leche UHT (tratada a
temperatura muy alta), que tiene la propiedad de
conservarse mejor. Este producto es
estéril, no precisa esterilización y, a diferencia
de otras formas de leche, se puede utilizar directamente como
diluyente. Solo se precisa abrir cada día un nuevo envase
de leche UHT (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón 1990; Arthur
et al., 1991).

Si se utiliza leche completa, descremada o en polvo se
debe calentar a 92-95 °C, en baño de agua, durante
8-10 minutos, para inactivar los factores tóxicos de su
función
proteica (Bearden y Fuquay, 1982; Salamón,
1990).

Partes: 1, 2, 3
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