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La Lógica de los Acuerdos Comerciales (página 2)




Enviado por V�ctor Aguiar



Partes: 1, 2

Antecedentes Históricos:

La década de los
80s:

El 12 de agosto de 1980, con la firma del Tratado de
Montevideo, surge la Asociación Latinoamericana de
Integración (ALADI) ante el
relativo fracaso de la ALALC, que fue creada en 1960. La evolución de la ALALC había sido
marcada por dificultades para alcanzar los objetivos que
la misma se propuso y por el abandono de varios de ellos. Pero su
legado más grande, fueron logros importantes en el campo
de la construcción institucional y del comercio
regional, este legado lo tomaría la ALADI.

El Tratado de Montevideo, establecía los
siguientes principios
generales: "pluralismo en materia
política y
económica; convergencia progresiva de acciones
parciales hacia la formación de un mercado
común latinoamericano; flexibilidad; tratamientos
diferenciales en base al nivel de desarrollo de
los países miembros; y multiplicidad en las formas de
concertación de instrumentos comerciales". Así, la
ALADI surgió con una mayor flexibilidad en el proceso de
liberalización del comercio que el de la ALALC.
También dentro de la ALADI se permite negociar acuerdos
bilaterales o por grupos de
países, al reconocer las realidades subregionales, pero
dentro de sus principios se incluye el de convergencia, es decir,
la multilateralización gradual de las acciones de carácter plural.

A pesar de ello, el Tratado de Montevideo de los 80s
preservó un enfoque comercialista, principalmente la
generación y desvío de comercio a través de
los instrumentos de las preferencias y aranceles;
pero, no inscribió una lógica
de integración y complementación política y
social también.

A principios de la década se daría la
crisis de la
deuda externa,
iniciada con la moratoria de México en
1982, acarreando crisis de la balanza de pagos
y difíciles condiciones estructurales y coyunturales. Esto
anterior junto al agotamiento del modelo de
sustitución de importaciones
conllevó a una nueva etapa de liberalización
progresiva, a través de la eliminación de
restricciones cuantitativas y aranceles, dotando a las políticas
comerciales de instrumentos de aplicación transparente,
ágil y sin restricción.

De esta manera el antiguo modelo de crecimiento con
endeudamiento de los países líderes en Latinoamérica fue puesto en jaque, en este
periodo de 1982 a 1990, a más de no existir
absorción de recursos, las
transferencias netas al exterior sumaron casi 220 mil millones de
dólares, el 4% del PIB
latinoamericano.

En esta nueva etapa, el proceso de
industrialización pasó a ser liderado por las
grandes transnacionales y a centrarse en la producción de bienes de
consumo
duraderos, pero esta gran industria se
asentaría sobre una base tecnológicamente atrasada
y heterogénea, lo cual genera marcadas desproporciones en
el tamaño económico de los diversos componentes de
la estructura
sectorial y provoca marcados desequilibrios y discontinuidades en
el proceso crecimiento industrial.

Es decir, "los ciclos cortos de expansión de
estas transnacionales nunca condujeron a la creación de un
núcleo de progreso técnico endógeno que
garantizara la autodeterminación del proceso de
industrialización, según el desiderátum de
Raúl Prebisch y Celso Furtado." Sin embargo, las
transnacionales se continuaron fortaleciendo ya que la inversión y desarrollo tecnológico
de la misma estaba vinculada con su matriz en el
exterior. El predominio de estas empresas
empezó a configurar las estructuras de
mercado, los patrones de distribución del ingreso y la
composición del comercio
internacional de los países de
Latinoamérica.

"La casi totalidad de los países latinoamericanos
inició una apertura sectorial hacia el exterior, que
respondía al imperativo de premiar la eficiencia y la
competitividad
como mejor camino para el perfeccionamiento tecnológico y
para el desarrollo" El Estado
debía, en esta concepción, crear las condiciones de
competencia,
educación,
capacitación tecnológica y
científica para promover la competitividad.

Ante el fin de los regímenes militares, se da un
mayor acercamiento entre los países; especialmente entre
Argentina y Brasil, los
más grandes. Entre estas naciones se empezó a
inscribir una dinámica de negociación que se vio estimulada por la
necesidad de apoyo e integración ante la crisis de la
deuda, y la coyuntura de ambos países respecto al control de las
principales variables
macroeconómicas.

En julio de 1986, los mandatarios de Argentina y Brasil
firmaban en Buenos Aires el
Acta para la Integración Argentino-Brasileña, que
es el punto de partida jurídico del Programa de
Integración y Cooperación Económica (PICE).
Se buscaba partir de un conjunto limitado de proyectos
sectoriales específicos y acotados iniciar la
integración comercial, para luego ampliar la
relación bilateral.

Así, los sectores que podrían dar
resultados palpables serían preferidos a un utópico
proceso de desgravación generalizado y
horizontal.

El PICE fue un éxito,
más allá de haber sido un impulso al comercio
exterior, y un mecanismo de ahorro de
divisas, fue una
integración y complementación entre los sectores
empresariales de ambos países, y sus gobiernos. Ante ello,
en 1988 se quiso dar un salto cualitativo en las negociaciones
con la firma del Tratado de Integración Cooperación
y Desarrollo, en noviembre de dicho año, en el mismo se
planteaba el objetivo de
establecer un espacio económico común.

Pero dicho tratado no tuvo éxito ya que ante la
no coyuntura en el problema de la deuda, mientras Argentina
firmaba un acuerdo stand by con el FMI, Brasil
declaraba la moratoria, y las variables macroeconómicas se
descontrolaban, obligando a adoptar medidas comerciales
restrictivas.

Por su parte el Pacto Andino,
debido a la crisis de la deuda entró en un sistema de
comercio administrado, en el cual los países pedían
reciprocidad para intercambia con preferencia un número
limitado de productos. De
esta manera los países de la CAN fueron más
proteccionistas entre sí de lo que fueron con terceros
países. En 1983, las exportaciones de
la región al resto del mundo habían caído en
4.6%, mientras las exportaciones entre el Grupo
cayó en 46%.

Ante ello, con la Declaración de Quito en 1987,
se replanteó el proceso como un modelo abierto que
permitiera a los países de la región integrarse a
la economía
mundial. Así se inició el proceso de apertura
unilateral y mayor inserción en la economía mundial,
dentro del regionalismo abierto. El nuevo estilo de desarrollo
privilegia el crecimiento hacia fuera en contraposición
con el crecimiento hacia adentro.

A través de este regionalismo abierto se
perseguía que las políticas explícitas de
integración fueran compatibles con las políticas
tendientes a elevar la competitividad, y que las complementaran.
Esta nueva lógica se la inició con la
aprobación del Protocolo de
Quito en 1987 y se ampliaría con las actas de
Galápagos en 1989.

En el Protocolo de Quito, se sustituyeron los
regímenes de programación industrial y agropecuaria,
así como la planificación de la infraestructura
física por
programas
generales. Se reafirmó que el programa de
liberación debería ser automático e
irrevocable. A la par de estos cambios del protocolo, los
países adoptaron políticas internas de
liberación financiera, cambiaria y de comercio exterior;
siendo éstas medidas de apertura unilateral.

La década de los
90s:

Esta década es marcada por la presencia del
modelo de reforma estructural y el de regionalismo abierto. Fue
la década de mayores acuerdos comerciales, catorce en
total. Este alto dinamismo de las negociaciones comerciales
resultó en una red normativa
común que los vincula.

El ajuste estructural comprende un conjunto de reformas
y políticas: Reducción de aranceles, apertura al
ingreso de capitales extranjeros, importación de tecnología, reforma y
reestructuración del Estado,
modernización de las gestión
oficial, privatización de empresas públicas,
reducción de la pobreza,
desregulación y competencia en el mercado laboral y
financiero, programa de estabilidad
macroeconómica.

El influjo liberalizador que alcanzó su punto
máximo en la segunda mitad de la década pasada
dejó pocos espacios fuera de las mesa de negociaciones
comerciales. Las prescripciones del Consenso de Washington,
alentadas por las expectativas generadas tras la Ronda de
Uruguay, la
creación de la
Organización Mundial del Comercio (OMC), la entrada
en vigor del Acuerdo de Libre Comercio de
América
del Norte (NAFTA) y la
consolidación de la Unión
Europea (UE), generaron el clima propicio
para esta liberalización global. La voluntad de las
grandes potencias, su enfoque político-económico de
las asociaciones comerciales y el sesgo exportador de los
países menos desarrollados, amplificaron el proceso. Es a
partir de la consolidación de los bloques regionales y la
OMC que el ‘mercado público’ comienza
activamente a debatirse en los foros comerciales.1 Aunque
ningún país latinoamericano ha adherido al Acuerdo
Plurilateral de Compras
Públicas de la OMC, varios han firmado acuerdos regionales
y bilaterales que incluyen compromisos de acceso comercial
(‘trato nacional’ y ‘no discriminación’), regulaciones
específicas en transparencia y procedimientos
que limitan la capacidad discriminatoria de los
gobiernos.

En Latinoamérica, Chile, México, el
Mercado Común Centroamericano, la República
Dominicana y la Comunidad
Andina de Naciones han firmado acuerdos bilaterales
—con Estados Unidos,
la Unión Europea o Japón.

Los catorce acuerdos firmados son:

Signatarios

Entrada en
vigor

Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay MERCOSUR

1 de enero de 1995

Canadá, Estados Unidos,
México TLCAN

1 enero de 1994

Costa
Rica-México

1 enero de 1995

Grupo de los Tres (Colombia, México y Venezuela)

1 enero de 1995

Bolivia-México

1 enero de 1995

MERCOSUR-Chile

1 octubre 1996

MERCOSUR-Bolivia

2 de marzo de 1997

Canadá-Chile

5 julio de 1997

México-Nicaragua

1 julio de 1998

Chile-México

1 de agosto de 1999

Centroamérica-República
Dominicana

16 de abril de 1998

Centroamérica-Chile

18 de octubre de 1999

México-Triángulo
del Norte

29 de junio de 2000

CARICOM-República
Dominicana

28 de abril de 2000

Elaboración: Propia

Fuente: César Gaviria, Presente y Futuro de la
Integración y la Interdependencia en las Américas,
Secretaría General de ALADI, 27 de septiembre del
2000.

Estos nuevos acuerdos eran compatibles con las
disciplinas de la OMC, de la cual eran miembros todos los
países signatarios. Estos convenios traspasan la
lógica de la simple liberalización del comercio de
mercancías, contemplando también el comercio de
servicios,
inversiones;
y, en ciertos casos protección a la propiedad
intelectual.

A pesar de estas reformas, existió un menor
dinamismo de las exportaciones latinoamericanas comparado con la
evolución del comercio internacional, cuyo ritmo de
expansión se acelera a partir de la segunda mitad de los
años 80, se tradujo en un continuo deterioro de la
posición relativa de América
Latina, cuya participación en las exportaciones
mundiales bajó de 5.5% en 1970 (era de 7.7% en 1960) a
apenas 3.8% en 1994. Las políticas macroeconómicas
de estabilización con anclaje cambiario y
valorización con respecto al dólar, puestas en
marcha con mayor intensidad en esta década, provocaron
desplazamientos comerciales favorables a EEUU y perjudiciales a
diversos países del área.

El aumento del comercio en realidad representa, en su
mayor parte, un aumento de las transacciones intraempresas, con
incremento del coeficiente importado, bajo valor agregado
y bajo nivel de empleo por
unidad de producto. Por
ejemplo, la industria automotriz sufrió un proceso de
reagrupamiento y 'modernización' en las empresas de
ensamblaje, que alimentó la expansión del comercio
de manufacturas intrabloque MERCOSUR
Así se ha afirmado que "los acuerdos subregionales de
libre comercio son más bien acuerdos de protección
de inversiones sobre todo en el marco de la división
espacial del trabajo
intraempresas transnacionales en ciertos sectores como el
automotriz, el químico y el textil"

En esta década en el Pacto Andino, entre
Venezuela y Colombia se avanzó rápidamente, creando
en 1992 una unión aduanera parcial entre estos dos
países con una progresiva incorporación del
Ecuador, con
tratamiento especial. Con el Acta de Quito en 1995 se
decidió reestructurar las instituciones
y órganos del Acuerdo de Cartagena para crear la Comunidad Andina.
Se dieron dos actas más que posteriormente se fueron
convirtiendo en compromisos jurídicos: Protocolo de
Trujillo (1996) y Sucre (1997).

Es en ésta década cuando la CAN
adquirió una dimensión política y una
personería jurídica internacional. Con el Protocolo
de Sucre se introdujo modificaciones para considerar la
situación especial de Perú, y también
sintonizar el Acuerdo con la
globalización, en aspectos como relaciones externas,
el comercio de servicios, y la integración
social.

El 23 de abril de 1997, se creó un Consejo de
Ministros de Economía y Finanzas,
Bancos
Centrales y Organismos de Planificación para la
armonización de las políticas económicas y
estabilidad macroeconómica. A partir de febrero de 1995,
se adoptó el AEC (Arancel Externo Común), que
permitió formar la Unión Aduanera. El
Comercio de bienes tuvo en esta década su mayor dinamismo
en la CAN; pues, de 112 millones de dólares en 1970, se
pasó a 5,330 en 1998. También creció el
comercio intrasubregional, de un total de 2% en 1970 a 14% en
1998.

El mayor incremento fue en la inversión
extranjera que pasó de 1,185 millones en 1990 a 11,106
millones en 1998. Dicha inversión fue estimulada por la
libre circulación de capitales, el trato nacional, evitar
la doble tributación, entre otras. Se realizó una
liberalización de los servicios de transporte, el
cual presentó incrementos considerables en el
número de frecuencias realizadas, ciudades
interconectadas, reducción de costos e
incremento de las empresas que prestan servicios.

Pero con el Protocolo de Trujillo, no sólo
había avanzado en lo comercial, la CAN adquirió una
dimensión política, así se dieron
lineamientos de una Política Externa Común, para
hacer planteamientos conjuntos para
negociar con terceros.

Sin embargo, con la crisis del fin de la década,
la integración retrocedió. Primeramente los
países andinos, que habían recuperado su
crecimiento tras la década pérdidas, en 1999
tuvieron crecimiento negativo. El anterior incremento de comercio
entre los andinos significó que los desequilibrios de un
país se transmitieran más rápidamente a los
otros, a través de la contracción de la demanda
externa. El comercio andino, de igual manera disminuyó
ante la adopción
de medidas proteccionistas unilaterales sin respetar los
mecanismos del acuerdo.

Como se mencionó antes, el 26 de marzo de 1991
los Presidentes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay pudieron
firmar el Tratado de Asunción que creó el MERCOSUR,
para la libre circulación de bienes, servicios y factores
productivos entre los países miembros, a través de
la eliminación de derechos aduaneros y de
restricciones no arancelarias a la circulación de bienes y
servicios, es decir una zona de libre comercio.

El MERCOSUR pasó por una primera etapa, el
llamado periodo de transición, de 1991 a 1994, en el que
se dedicó mayoritariamente a la superación de
obstáculos a la libre circulación de bienes,
capitales y factores productivos que a la creación de
estructuras políticas y económicas de tipo
comunitario. También se enfrentaron inmensos problemas
prácticos como las fuertes asimetrías
económicas entre los países miembros, a más
de que todos ellos tenían que dirigir procesos de
ajustes económicos que no siempre coincidían en sus
ritmos y mecanismos, por lo que la coordinación de las políticas
macroeconómicas a más de ser unos de sus objetivos,
representó uno de los mayores desafíos.

En el terreno de las Inversiones se firmaron dos
instrumentos cuadrilaterales sobre promoción y protección de las
inversiones: el Protocolo de Colonia, de tratamiento
recíproco, y el Protocolo de Buenos Aires, sobre la
protección a acordar para las inversiones de terceros
países. La tendencia general fue la liberalización,
en el sentido de facilitar los flujos de capitales.

Con el Protocolo de Ouro Preto que entró en vigor
el 1 de enero de 1995, se creó la estructura institucional
del MERCOSUR y se adoptó el Arancel Externo Común.
El Protocolo Ouro Preto atribuyó al MERCOSUR
personería jurídica internacional, lo que
consolidó la práctica de negociar en forma
cuadripartita con terceros países o con grupos de
países como con la CAN o UE.

El MERCOSUR se mostró como un ejercicio de
integración regional exitoso no solo en términos de
los resultados comerciales, sino también por la
incorporación de otras áreas de cooperación
y por la respuesta a los desafíos de la globalización. En los años 90, el
MERCOSUR se benefició de la alternancia de ciclos
expansivos de las mayores economías.

A pesar de la voluntad política de los gobiernos
de los cuatro países miembros, factores de política
económica interna en Argentina y Brasil acoplados a
las consecuencias de las crisis financieras internacionales de
fines de 1994 en México, de 1997 en Asia y 1998 en
Rusia,
causaron serias dificultades para la continua evolución
positiva del proceso negociador regional. La devaluación del Real en Brasil, en enero de
1999, fue el detonador que hizo explotar la crisis, dada la
inmediata reacción del sector privado
argentino.

El Programa de Acción
no se pudo cumplir, la Unión Aduanera continuó
siendo imperfecta y se volvió más difícil el
camino hacia un Mercado Común. En 1999 también se
redujo el comercio intra-bloque, hasta ese momento la
señal más concreta del éxito del proceso
integracionista, caído a cerca de USD 15 mil millones
contra más de USD 20 mil millones en 1998. Se
comenzó a perder la visión de naturaleza
estratégica.

Del 2000 en
adelante:

El nuevo regionalismo no ha constituido una
posición fuerte y clara de desarrollo interno para
inserción internacional, incluso se lo tacha de "enfoque
confuso, carente de base teórica que representa algo
más que un lema". Bajo esta nueva doctrina se ha
sacrificado la profundidad del proceso de integración y no
se ha sabido superar las contradicciones entre los objetivos de
integración regionales y las medidas de reformas
estructurales.

A partir del 2000, el arribo de la IED sufre una
involución, los flujos de IED bajaron de 105 000 millones
de dólares en 1999 a 80 000 millones en el 2001, todo esto
en respuesta a la crisis internacional de 1999. Pero este
fenómeno también era causado por eventos de
coyuntura internacionales que empezaron a frenar la
expansión de la economía mundial y de ahí la
inversión, en especial a inicios del nuevo milenio con el
ataque terrorista del 11 de septiembre del 2001.

También para inicios de la década del
2000, los procesos de implementación de reformas que
atrajeron la IED habían concluido y se habían dado
la mayor parte de las privatizaciones. Sin embargo, muchos de los
procesos emprendidos de privatización para mejorar la
eficiencia, no repercutieron en dinamizar la economía, de
1997 a 2002, la tasa de ocupación descendió en
América Latina de 52.9 a 51.8 por ciento.

Ante ello, en esta nueva década, surge un
renovado interés en
obras infraestructurales de interés bilateral y regional;
en materia de transportes, a través de la
configuración de redes multimodales para
articular mejor las vías terrestres, marítimas y
aéreas, en materia de energía, con la
integración y complementariedad en la utilización
de recursos existentes: gas natural y
energía eléctrica. A inicios de la década,
ante la propuesta del ALCA, se
avanzó en diálogos entre la CAN y MERCOSUR, con el
propósito de establecer un bloque comercial sudamericano y
tener fuerza de
negociación en el proceso continental.

En esta década, la integración con
economías de otras regiones a partir de la
profundización de los esquemas subregionales se ha ido
ampliando hacia otros países en desarrollo, como
Sudáfrica, la Asociación de Naciones del Asia
Sudoriental (ASEAN), China,
India y
otros.

Ante la entrada en escena de los países del Asia,
especialmente China, como nuevos motores de la
demanda mundial de materias primas, en los años
posteriores al inicio, se registró en diversos
países de Latinoamérica un fuerte crecimiento del
volumen y
valor de las exportaciones. Igualmente, los precios de los
productos agrícolas y mineros se incrementaron. En muchos
casos, el factor del pecio permitió incluso compensar la
caída del volumen, y en valores
nominales, se exportó más que años
anteriores.

En el 2004 y 2005, continuaría esta tendencia,
con un mayor incremento de la participación de India y
China como motores del crecimiento mundial, empezó a
existir rebrotes de acciones proteccionistas como antidumping,
salvaguardias y contingentes de exportación, especialmente por parte de los
países industrializados.

Este proteccionismo ha trabado aún más el
desarrollo del marco multilateral de comercio (OMC) y ha
conducido a los países en desarrollo a buscar más
los tratados
bilaterales. China empezó a participar no sólo
comprador, sino también como inversionista en
América Latina, especialmente con interés en
recursos energéticos y proyectos internacionales
energéticos.

Una iniciativa fuerte y vinculante es la de "anillo
energético" en el Cono Sur, que requiere de un elevado
grado de coordinación y coherencia entre las
políticas de los países integrantes. De
concretarse, esta marcaría un punto de inflexión en
la integración regional y facilitaría nuevas
medidas que refuercen la complementariedad
económica.

En la región existen tres procesos de
integración energética. El de Argentina y Chile
para el gas, el de
Venezuela y Colombia también por la construcción de
un gasoducto que eventualmente podría ampliarse para salir
al pacífico y abastecer el mercado chino, y el de Bolivia,
Perú y México, para la construcción de un
gasoducto y exportar gas a EEUU a través de
México.

En 2000-2005, el comercio extrarregional aparece muy
determinante para toda la región y todos los bloques de
integración subregional. Estados Unidos y Asia son los
socios comerciales que han otorgado mayor dinamismo al comercio
extrarregional latinoamericano en el último quinquenio. En
suma, la integración regional en América Latina y
el Caribe se encuentra ante un nuevo fenómeno, relacionado
principalmente con el destino de sus corrientes de
exportación. Con o sin acuerdos bilaterales de libre
comercio Norte-Sur, los subgrupos de integración y los
países de manera individual han apostado en gran medida
por los mercados
extrarregionales como motor principal
de la creación de comercio.

Cabe recordar que, hasta 1991, los acuerdos
preferenciales subregionales de unión aduanera eran los
únicos vigentes y representaban aproximadamente solo el 6%
de las exportaciones de la región. Esta situación
cambió drásticamente a fines de los años
noventa y la transformación se aceleró en el
periodo 2000-2005, por lo que, a fines de 2005, el 64% de las
ventas
externas de la región tenía lugar en el marco de
varios tipos de acuerdos preferenciales (bilaterales y
plurilaterales), tanto intrarregionales como extrarregionales.
Los casos más notables son México, la
subregión de Centroamérica y Chile, con el 94,4%,
84,8% y 73,7% de sus exportaciones, respectivamente, cubiertas
por acuerdos preferenciales o de libre comercio.

En el MERCOSUR, a inicios del nuevo milenio, ante la
crisis y caída, los mandatarios de las naciones
líderes, Argentina y Brasil, veían la
solución a los problemas actuales en fortalecer el proceso
de integración. Se dio una fuerte caída en la
demanda regional, sobre todo por las crisis de Argentina, pero el
porcentaje de exportaciones intrasubregionales (11.4%)
todavía era más alto que el que se tenía en
1990, antes de conformar el MERCOSUR (8.8%).

El MERCOSUR empieza en esta nueva década a
producir importantes negociaciones y avances concretos, al
interior del acuerdo, en lo que respecto al sector automotriz,
clave en Brasil y Argentina, sobre la base del Acuerdo sobre
Política Automotriz del MERCOSUR (PAM) de mayo del 2001.
También se aprobó el Acuerdo de
Complementación Económica MERCOSUR-Chile, a
raíz de promover entendimientos entre Argentina-Brasil y
Chile en el sector automotor. Igualmente, en dicha línea
se suscribe acuerdos parciales en este sector con
México.

Ante la recesión sufrida pro Argentina en el
2002, junto a la devaluación de su moneda, impulsó
a empresas brasileñas a buscar oportunidades de
inversión en dicho país, de tal escala que Brasil
ocupó en el 2002 el lugar del primer inversor en el
mercado argentino. Respecto a la coordinación
macroeconómica, a pesar de los retrocesos de la crisis, se
hizo un esfuerzo por continuar con estudios conjuntos de las
mismas, así como, la homogeneización de
metodologías para las estadísticas.

Otro avance clave fue la suscripción del
Protocolo de Olivos para la Solución de Controversias en
el MERCOSUR, en febrero del 2002, esto permitió de mejor
forma tramitar los reclamos de las naciones miembro del MERCOSUR
entre sí, especialmente en los casos de demanda de los
pequeños (Uruguay y Paraguay) contra los grandes (Brasil y
Argentina). Pero este mecanismo se probaría débil
en los siguientes años, sobre todo por disputas entre
Argentina y Brasil por temas comerciales, tanto a nivel
ministerial como empresarial. También ha afectado la
brecha existente entre normativas comunitarias y políticas
públicas efectivamente adoptadas por los países
comunitarios.

Trece años después del Tratado de
Asunción, los avances en armonización aduanera y
técnica han sido menores a lo esperado y desde fines de
los 90s incluso se fueron introduciendo nuevos tratamientos
excepcionales que vulneran estos principios. Brasil no ha actuado
como motor para las exportaciones de Argentina, Paraguay y
Uruguay, ha medida que este país crece en competitividad
el espacio regional ha perdido importancia para el desarrollo de
su sector exportador. El espectacular incremento de las
exportaciones brasileñas hace que se reduzca para Brasil
la importancia económica del MERCOSUR.

Pro esto, los países pequeños del MERCOSUR
han reclamado mayores libertades para posibles acuerdos con
Estados que no pertenecen al bloque, especialmente Uruguay quien
está interesado en iniciar negociaciones con
EEUU

El MERCOSUR inició a inicios de esta
década, negociaciones con la CAN. En diciembre del 2002 se
suscribió un Acuerdo de Complementación
Económica, el cual buscaba establecer antes del 2003, un
área de libre comercio, cuyo objetivo no se lo
alcanzó. Igualmente inició en 1999 negociaciones
con la UE para establecer un acuerdo interregional para el libre
comercio de mercancías y servicios. Con Chile y Bolivia,
que son países asociados al MERCOSUR los ACE se
perfeccionaron, igualmente México perfeccionó los
ACE que tiene con cada país miembro del MERCOSUR.
Posteriormente, diciembre del 2003, se firmarían ACE
individualizados con Colombia, Ecuador y Venezuela.
También se dieron acuerdos comerciales con India, con la
Unión Aduanera Africana del Sur y diálogos de
cooperación estratégica con China.

En el 2004 y 2005, con la recuperación y el
favorable ciclo económico, se da un buen momento de la
dimensión política, el MERCOSUR ha venido
incrementando su rol como espacio sudamericano de
coordinación y concertación política,
México ha expresado su interés en asociarse a este
esquema de integración subregional, el acuerdo de este
grupo con la CAN son expresiones de este fenómeno,
así como la gestación de la Comunidad Sudamericana
de Naciones.

En la CAN, sus exportaciones habían sido
afectadas de igual forma por la crisis del torna siglo, pero la
caída del comercio intrasubregional fue menos severa. Se
dieron a principios de esta década avances en las
negociaciones con terceros países; en la formación
de la unión aduanera y en la profundización de la
cooperación política, social y de seguridad
regional.

Los países que sufrieron más con la
desaceleración fueron Bolivia, Colombia, Perú y
Venezuela; únicamente Ecuador tuvo exportaciones
dinámicas, que crecieron en el 2002 y el 2003. El d, en
tan sólo un año, por la severa reducción de
la demanda venezolana ante las restricciones a las importaciones
y el control de cambios del gobierno.

El comercio de la CAN, al igual que el del MERCOSUR, se
caracteriza por ser altamente procíclico y volátil
en el largo plazo. En el 2003 también continuó la
caída de las exportaciones intrasubgrupo, y esto puso en
riesgo la
estructura productiva de ciertos sectores en el interior de los
países, especialmente aquellos altamente dependientes del
mercado regional como son el sector automotriz, la química, la
metalmecánica, textil, agroindustria.

En el 2003, se dio un aumento de comercio entre
Colombia-Ecuador y Ecuador-Perú, el primer eje se
caracterizó sobre todo por un flujo importante de
productos industriales básicos, sin embargo, estos flujos
de comercio también se vieron afectados por la
caída de la demanda de Venezuela, ante la
concatenación de las industrias y sus
abastecimientos.

La CAN empezó esta nueva década
perfeccionando varias normas
comunitarias para la armonización de instrumentos y
políticas económicas y la facilitación del
comercio, incluso se avanzó hacia una Política
Agropecuaria Común Andina. También se avanzó
en el Marco General de Principios y Normas para la
liberalización del comercio de servicios. Ante la dolarización, Ecuador sugirió la
elaboración de un sistema de salvaguardias motivadas por
devaluaciones monetarias, incluso a inicios de esta
década, Ecuador tomó medidas contra las
exportaciones de cerámicas colombianas.

Se dio un nuevo énfasis, dentro de la CAN, a la
coordinación de las políticas
macroeconómicas, así se propusieron metas conjuntas
como lograr que la inflación no superara un dígito,
niveles aceptables de déficit fiscal, entre
otras. En agosto del 2002, se renovaron las preferencias
arancelarias que duraron hasta fines del 2006 para los
países andinos, pero no se lo hizo a Venezuela ante
posiciones políticas del gobierno norteamericano, a pesar
de la opinión discrepante del resto de países
miembros. En esta década se empieza a intensificar el
proceso de integración, en sus ámbitos
político y social, con la adopción de mecanismos de
cohesión regional y lucha contra la pobreza, atender
el tema de las migraciones y de la participación social en
el proceso.

La CAN entraría en crisis y división tras
la salida de Venezuela, en el segundo trimestre del 2006, ante la
denuncia de que la conclusión de las negociaciones del
TLC con EEUU,
afectarían la esencia de ésta.
Simultáneamente, Venezuela solicitó ser admitido
como miembro pleno del MERCOSUR. En contraparte a esto, Chile
reactivo su relación con la CAN dándole nueva
vida.

En fin, la CAN no ha muerto pero se enfrenta a un grave
desafío que es el de cumplir con los objetivos de su
creación; entre ellos la creación de un espacio de
soberanía andina que se vería
mermado por la firma de los TLCs y el desmoronamiento de los
planes de desarrollo del bloque ante la égida del neoliberalismo
reinante.

La reintegración de Chile en la CAN, es una
señal de la bipolarización de las posiciones en
América del Sur. El liderazgo de
Venezuela-Argentina-Brasil quiere ser contrarrestado por Chile,
epítome del éxito de las reformas estructurales
neoliberales y modelo del aperturismo. La entrada de Chile casi
simultánea a la salida de Venezuela del Bloque Andino
refleja estos juegos de
poder
geopolíticos y pone en peligro el gran sueño de la
Suramérica Unida.

La América Latina de hoy parece enfrentarse a
tres alternativas: Alineamiento con EE UU y Canadá
fortaleciendo la integración comercialista de
América –regionalismo abierto-. El "bolivarianismo",
para crear un gran espacio de integración de
América Latina como un gran país. La recreación
de una Federación de Estados Unidos de Sudamérica,
en la confluencia y convergencia de la Comunidad Andina y el
MERCOSUR. Esto se puede resumir como una encrucijada que
fragmenta a América Latina, en quienes han sido seducidos
por la ideología neoliberal aperturista y la
promesa del crecimiento por el alineamiento con la
economía norteamericana y quienes resisten desde el
ámbito regional promoviendo una solución
interna.

Negociaciones en el
sistema multilateral de comercio.

La organización mundial del comercio
–OMC- y las expectativas regionales.

Desde el 2001, los países que conforman la OMC
—que actualmente suman 148— trabajan en una nueva
ronda multilateral de negociaciones comerciales, que
prevén concluir a fines del 2006. El actual sistema de
comercio ha debido recorrer un largo camino desde los
orígenes del GATT (1947), incluidos los
esfuerzos desplegados en la Ronda Uruguay, que se han
implementado desde 1995.

Las coordenadas del proceso de trabajo actual —en
el marco de la Ronda de Doha— emanan de un acuerdo de
agosto del 2004, que contribuyó a superar el
alicaído clima que imperaba en el sistema multilateral. En
los primeros meses del 2005 se lograron escasos progresos y solo
a inicios de mayo, al avanzarse en aspectos críticos en
materia de agricultura,
se recuperó el mayor optimismo, si bien se perciben
fuertes retrasos respecto de las metas establecidas. Esta tarea
se refiere en especial a cinco esferas fundamentales del proceso
negociador, a saber, modalidades en materia de agricultura y
acceso a mercados de productos no agrícolas, masa crítica
en ofertas de apertura de mercados en servicios, progresos en
cuanto a normas y facilitación del comercio, y adecuado
tratamiento de la dimensión del desarrollo.

Con el sistema multilateral establecido por la Ronda
Uruguay y la OMC, desde 1995 se amplió la
liberalización de bienes obtenida en sucesivas
negociaciones en el GATT y se habían determinado las bases
para iniciar una reforma profunda en dos sectores fundamentales
para los PED (Países en Desarrollo): agricultura y
textiles y vestido.

En esa ronda se establecieron instrumentos de
liberalización y marcos de regulación para el
comercio de servicios y se definieron normas respecto de la
propiedad
intelectual. Se iniciaron nuevas negociaciones en agricultura y
servicios, temas en los que la Ronda Uruguay marcaba solo el
inicio del proceso de liberalización.

Por último, en ese mismo período
concluyeron algunas negociaciones para la liberalización
de sectores de interés para los países
desarrollados, como el Acuerdo sobre las tecnologías de la
información y los servicios financieros y
de telecomunicaciones. La región –A.
Latina y el Caribe- inició el proceso de apertura a fines
de los años ochenta, cuando se negociaba la Ronda Uruguay.
La Ronda Uruguay tuvo problemas en especial en lo referente a la
institucionalidad en propiedad intelectual o el desafío
ante el sistema de solución de controversias de la OMC
debido a las políticas implementadas por algunos
países, tales como bandas de precios y subvenciones y los
tema siempre pendiente de los subsidios agrícolas en los
países desarrollados.

Estos problemas dieron origen Ronda de Doha 2001
–en el marco de la OMC-. La misma contempla los problemas
de acceso a los mercados, el perfeccionamiento de normas y, por
último, materias que constituyen explícitamente las
preocupaciones de los países en desarrollo.
Aplicación y trato especial y diferenciado. Destacan los
temas de: Agricultura, Servicios, Acceso a mercados para
productos no agrícolas, Propiedad intelectual (y su
relación con salud
pública). Normas de la OMC: medidas antidumping,
subvenciones y medidas compensatorias, acuerdos comerciales
regionales, Relación entre comercio y medio
ambiente, Solución de diferencias.

Así mismo se trataron los temas de Inversiones,
Políticas de Competencia, Transparencia en las compras
públicas y facilitación del comercio –Temas
Singapur-. El paquete de julio de 2004 incluyó la
mayoría de estos temas. Y los países desarrollados
reconocieron al sector agrícola como catalizador de
liberalización –EEUU-. No se establecieron
suficientes fechas críticas para los procesos
liberalizadores sino solamente orientaciones –sobretodo por
las peticiones de flexibilidad de la UE-. Al mismo tiempo se
trató con el tema crítico de acceso a mercados, en
especial el agrícola, pero extendiendo las negociaciones
al sector manufacturero e industrial. La negociación de
los servicios, como una parte creciente de la economía
mundial, tuvo avances en lo que respecto a sus modos de
prestación, mecanismos de apertura de mercados y trato
nacional para el sector.

El ámbito de las reglas fue una de las
ampliaciones de la Ronda de Doha para perfeccionar, complementar
o profundizar disciplinas de la Ronda Uruguay, a fin de entregar
un marco más efectivo al comercio producto de la
liberalización. Esto puede favorecer a los PED pues les
proporciona un marco más estable y equitativo, que la mera
negociación bilateral. Gran parte de la discusión
se ha dado en materia de antidumping, salvaguardia y medidas
compesatorias, en especial ante la amenaza del
neoproteccionismo. La incorporación de la
dimensión del desarrollo en la normativa ha sido un tema
complejo en la OMC, donde se debate
persistentemente sobre la utilidad de
instrumentos del trato especial y diferenciado, como los plazos,
y también los enfoques que podrían adoptarse para
responder mejor a las necesidades de desarrollo.

La incorporación de la preocupación por
las asimetrías de los países miembros –de
inspiración cepalina- es uno de los retos pendientes de la
Ronda de Doha. En materia de solución de controversias la
innovación está en volver
vinculantes las normas. Destaca también la
inclusión de las iniciativas de los PED –en torno a
Cancún- en especial del grupo de los veinte. En especial,
el reconocimiento de la existencia de la agenda interna:
competitividad, pymes,
infraestructura, innovación tecnológica y
modernización.

Los acuerdos de Integración regional
–permitidos por la cláusula de habilitación-.
La normativa ha respondido a la creciente realidad integracional.
Esto podría representar un reto ante una posible
fragmentación del sistema, de todas maneras pueden servir
como un mecanismo de protección frente a las
asimetrías y la lentitud del sistema.

Los resultados o el balance de Doha es mixto. La
liberalización agrícola ha avanzado pero a costa de
una mayor complejidad en el sistema que puede volverlo más
lento y aumentar los litigios. El sistema de reglas y la
solución de litigios ha avanzado favorablemente pero ha
faltado precisiones sobre el antidumping y subvenciones. Se debe
decir, que su balance global dependerá de que se
establezcan y se cumplan plazos para la liberación y el
acceso a mercados en especial en el tema
agrícola.

La Ronda de Doha y el paquete de julio de 2004, han
recogido las inquietudes de los países miembros del
sistema y han tratado de superar el fantasma de la Ronda de
Seattle. Así también parecen haber olvidado el
espíritu de Bangkok. Esto significa que se vuelve a un
sesgo más mercantilista sobre el perfil de desarrollo
integrador que pareció configurarse en Bangkok. Los temas
cruciales han girado en torno a las barreras más
prominentes a la liberalización comercial. Sin embargo,
existen avances como la consideración de las
asimetrías de los países miembros y la
consideración de una dimensión de
desarrollo.

El sistema mulilateral basado en reglas se ha
fortalecido y además se han ampliado los sectores dentro
del mismo. Destacan la participación más profunda
del sector agrícola y del sector servicios. De todas
maneras, el tema agrícola es la piedra de tope para el
avance efectivo de la liberalización en el mundo. Se ha
documentado ampliamente el efecto positivo sobre la lucha contra
la pobreza en el mundo, que tendría la eliminación
de los subsidios agrícolas en los países
desarrollados. La PAU –Política Agrícola de
la Unión Europea- se considera como un programa
multidimensional, que supera al ámbito económico y
comercial. De igual manera en EEUU se ha argumentado razones de
seguridad nacional para mantener los subsidios. El caso es que
existen GDI –Grupos de Interés- con gran poder
político y económico que bloquean la
liberalización de la agricultura.

La eliminación de las subvenciones a las
exportaciones en este sector, es un paso importante pero
insuficiente. La gran hipocresía, como ha sido
denominado la negativa de los países desarrollados a
liberar el sector agrícola y su discurso de
lucha contra la pobreza, es hoy igual de cierta que antes. Por
este motivo los PED, miembros de la OMC, deberían formar
un bloque compacto, más allá del grupo de los
veinte, con Brasil e India a la cabeza para exigir medidas
importantes liberalizadores en el sector
agrícola.

Los temas de propiedad intelectual, de transparencia en
las compras públicas, la facilitación al comercio y
la solución de controversias; han representado avances
destacables. Sin embargo, la falta de precisiones en la normativa
multilateral y de elementos vinculantes para su cumplimiento,
además de las ambigüedades referentes a antidumping y
subvenciones. Pueden dar lugar a la existencia de litigios sin
solución o inclusive en la desobediencia directa de sus
resoluciones. El caso más inmediato es el litigio por el
arancel sobre el banano ecuatoriano, en la UE, orientado a
favorecer a sus antiguas colonias en África que tienen
capitales europeos. A pesar, de que se logró un fallo
favorable a los intereses ecuatorianos la unión europea
hizo caso omiso de la misma.

En conclusión, la ronda de Doha puede ser un paso
positivo y representar un avance real sobre la Ronda de Uruguay
en la medida que pueda ir integrando las dimensiones del
desarrollo, el medio ambiente, las
asimetrías entre países y la solución
efectiva de litigios para dar legitimidad al sistema de reglas.
Si no se logra además un avance en la
liberalización y el acceso a mercados en el sector
agrícola las negociaciones en general se
estancarán, como aparentemente se encuentran hoy
día. Caso contrario, la creciente realidad de los bloques
regionales y de los acuerdos bilaterales de comercio;
llevarán a la fragmentación del sistemas, pues
los primeros pueden incluir de manera más eficiente, los
criterios relacionados a las heterogeneidades y las dimensiones
complementarias de las economías de los
países.

El ALCA:

El Área de Libre Comercio de las Américas
o ALCA es un proyecto de
integración comercial en el continente americano. La
iniciativa nació en la primera Cumbre de las
Américas celebrada en la ciudad de Miami, Estados Unidos,
en diciembre de 1994 y en su versión original contemplaba
la gradual reducción de las barreras arancelarias y a la
inversión en 34 países de la región (todos
menos Cuba). Con el
paso del tiempo, el cambio de
regímenes en América del Sur complicó las
negociaciones y en la Cumbre Extraordinaria de las
Américas celebrada en Monterrey, México, se
acordó implementar una versión menos ambiciosa para
el 1 de enero de 2005 y que la presidencia del proceso se
compartiera entre los Estados Unidos y Brasil.

La integración por parte de América del
Norte al mercado latinoamericano supone una unidad
geográfica de 800 millones de personas, un Producto
Interno Bruto de 8 trillones de dólares y un comercio
total de 2,4 trillones de dólares, de ahí que se
pretenda generar un aprovechamiento del gran numero de
consumidores y el alto volumen de intercambio comercial. La
consecución de este acuerdo comercial hemisférico,
implica la intervención de 34 países de las
Américas excepto Cuba, y la participación de
aproximadamente 900 negociadores cuyo propósito es
elaborar una propuesta marco para todo el continente, y tomando
como base los acuerdos de libre comercio que está
impulsando EEUU y las disposiciones de la Organización
Mundial del Comercio.

Se trata de crear lo que la Cumbre de los Pueblos de las
Américas llama "un estatuto de derechos y libertades para
los inversionistas, consagrando la supremacía del capital sobre
el trabajo,
transformando la vida y el mundo en mercancías, negando
los derechos humanos
y saboteando la democracia y
la soberanía de los Estados".

Las negociaciones han sido conducidas en secreto, pues
no ha habido participación de la sociedad civil en
la formulación de las reglas y normas que contienen el
acuerdo, se están discutiendo aspectos similares a los
tratados de libre comercio que se negocian bilateralmente. Entre
otros temas, se está discutiendo acerca de la
reducción de las barreras arancelarias y el acceso a
mercados, bienes y servicios de intercambio comercial,
inversión extranjera, privatización de bienes y
servicios
públicos, agricultura, derechos de propiedad
intelectual, subsidios y medidas antidumping, libre competencia y
resolución de diferendos. De esta manera el ALCA parece
ser una extensión del acuerdo de libre comercio entre
EEUU, Canadá y México – NAFTA – a todo el
continente, según los criterios y parámetros de la
Casa Blanca.

Tratados de libre comercio:

En la actualidad los Tratados de Libre Comercio (TLC),
han sido una de las modalidades de Acuerdos Comerciales
más utilizadas, en especial en el continente Americano.
Por este motivo le dedicaremos un amplio análisis en el presente trabajo.

Un Tratado de Libre
Comercio es un convenio comercial internacional se da entre
dos o más naciones dónde se negocian acuerdos de
preferencias arancelarias recíprocas al comercio de bienes
y servicios, involucrando igualmente a áreas importantes
como: inversiones, tecnología, comunicaciones, ambientales, sanitarias, propiedad
intelectual, laboral, etc.

En sí, se puede decir que es un acuerdo entre
distintos países para concederse determinados beneficios
de forma mutua. Se pueden distinguir tres tipos de tratados
comerciales: zona de libre comercio, unión aduanera y
unión económica.

Con un TLC se quiere además: generar más
plazas de empleo, modernizar el aparato productivo, mejorar los
niveles de vida de la población, promover las inversiones
nacionales y extranjeras, ampliar mercados, promover el crecimiento
económico, establecer disposiciones legales que
regulen las áreas relacionadas con el comercio, garantizar
los derechos de personas o empresas a invertir en el país,
promover condiciones para una competencia justa.

Actualmente, varios países del mundo han suscrito
Tratados de Libre Comercio. Los ejemplos más relevantes
para el Ecuador son: el TLCAN firmado
entre Canadá, EEUU y México; entre Chile y Estados
Unidos; y el denominado CAFTA, firmado
por los países centroamericanos con la nación
norteamericana. Así mismo, Colombia y Perú que eran
parte del TLC Andino-EEUU, optaron por caminos independientes y
lograron culminar las negociaciones con el coloso del
norte.

La experiencia Mexicana y en menor medida la chilena,
son citadas innumerables veces como una muestra de los
beneficios de la apertura comercial. Así podemos observar
que el TLCAN se ha vuelto un pilar del crecimiento
económico del México y Chile mantiene una
economía dinámica gracias a su visión
aperturista. Sin embargo, existen sombras sobre estos procesos,
pues la pobreza y la desigualdad en estos dos países
muestran la brecha que existe entre crecimiento económico
y desarrollo
humano.

El TLC
Andino:

Ecuador comenzó su camino al TLC el 2 de octubre
del 2003, cuando el Presidente Lucio Gutiérrez, propuso
formalmente al Primer Mandatario de los Estados Unidos, el deseo
de iniciar negociaciones del mismo. El 18 de noviembre del 2003,
el representante comercial de los Estados Unidos, Robert
Zoellick, anunció y notificó al Congreso de ese
país, la decisión de negociar un Tratado de Libre
Comercio con Ecuador, Colombia y Perú.

En un primer momento las negociaciones con los Andinos
fueron conjuntas y se buscaba con esto equilibrar las
asimetrías y el poder negociador de las partes. Sin
embargo, Perú y Colombia se separaron del proceso de
negociación en bloque y buscaron caminos separados.
Ecuador obviamente, fue perjudicado por esta decisión pero
debido a las diferentes esferas de interés que manejaban
los países la visión inicial se volvió
insostenible.

Los beneficios de este TLC con EEUU estuvieron altamente
cuestionados al considerar que la mayoría de productos a
ser "liberados" ya están incluidos en el marco de las
preferencias unilaterales del ATPDEA que se otorgaron a Ecuador
por su destacada lucha anti-narcotráfico. Sin embargo, se debe
reconocer que estas normas no son estables y que son entregadas a
discrecionalidad del gobierno norteamericano.

Con la firma de un TLC se podrían volver
permanentes las preferencias pero a costa también de la
liberalización de la economía propia en el marco
bilateral que traerá costos reales. Sin embargo, los
sectores favorables a la firma de este acuerdo siempre
argumentaron que bajo el modelo dolarizado en el que se encuentra
actualmente el Ecuador, un tratado de este tipo es crucial.
Además, se dijo que una mayor apertura y el potencial
acceso al gigantesco mercado norteamericano serían
incentivos
poderosos para la generación de empleo y para el
crecimiento económico.

El Ecuador y EEUU mantuvieron 14 rondas de negociaciones
sin lograr la definición de las reglas que regirían
ambos ramos del acuerdo binacional. El sector agrícola
quedó en el aire, cuando se
suspendieron las negociaciones producto de la promulgación
de la "Ley de Hidrocarburos"
que buscaba una mejor repartición de los excedentes
petroleros y de la declaración de la Caducidad de la OXY.
Aunque le gobierno norteamericano no reconoció que estos
dos hechos fueron los detonantes de la suspensión de las
negociaciones es presumible que estos hechos fueron cruciales en
esta decisión.

TLCAN: Tratado de Libre
Comercio de América del Norte

Tratado de Libre Comercio de América del Norte
TLCAN o también TLC más conocido como NAFTA por sus
siglas en inglés
(North American Free Trade Agreement), es un tratado
económico entre Canadá, Estados Unidos y
México que establece una zona de libre comercio.
Entró en vigor el 1 de enero de 1994. A diferencia de
tratados o convenios similares (como el de la Unión
Europea) no establece organismos centrales de coordinación
política o social. Existe sólo una
secretaría para administrar y ejecutar las resoluciones y
mandatos que se derivan del tratado mismo. Tiene tres secciones.
La Sección Canadiense, ubicada en Ottawa, la
Sección Mexicana, en México, D.F.; y la
Sección Estadounidense, en Washington, D.C..

Objetivos explícitos
del TLCAN:

  • Eliminar barreras que afecten o mermen el
    comercio.
  • Promover las condiciones para una competencia
    justa.
  • Incrementar las oportunidades de
    inversión.
  • Proporcionar una protección adecuada a los
    derechos de propiedad intelectual.
  • Establecer procesos efectivos para la
    estimulación de la producción
    nacional.
  • Fomentar la cooperación entre países
    amigos.
  • Ofrecer una solución a
    controversias.

El Tratado de Libre Comercio del América del
Norte (TLCAN) representa en general una nueva generación
de formas de integración regional internacional por medio
de las cuales se formaliza el acto de integración
económica comercial y productiva entre naciones con
niveles de desarrollo económicos desiguales. El TLCAN no
entra en la clasificación y definición
clásica de Balassa, quien considera que todo proceso de
integración es gradualista y debe ocurrir entre
economías con el mismo nivel de desarrollo.

El TLCAN inaugura una nueva forma de integración.
Este es un acuerdo comercial que, como establece en su
definición Balassa, libera los flujos no sólo del
comercio internacional entre los países integrantes, sino
también los de capital. La diferencia fundamental radica
en que se observa una integración de economías con
niveles de desarrollo
económico desiguales.

La integración comercial es sólo uno de
los aspectos de de la multidimensionalidad de los Bloques
Económicos. La creación de zonas de libre
comercio pueden ser un paso para la integración
económica y la posterior integración
política como lo demuestra la experiencia histórica
de la Unión Europea.

En esta materia sin embargo, L.A. se encuentra estancada
ya que hoy 2006 luchamos todavía por la integración
comercial en el marco del ALCA, de la misma manera en que en 1960
se creó el ALALC y así continuamos reconstruyendo
el pasado.

Esto significa perder la oportunidad de aprovechar el
impulso de la globalización para generar puntos de
encuentro en los países de la región y desde los
bloques de la CAN y el MERCOSUR poder articular una respuesta
coherente y un proyecto regional nuevo que abra las posibilidades
de la creación de Gran Estado Suramericano con un gran
potencial en todos los ámbitos de la geopolítica y economía
mundial.

Objetivos de Estados
Unidos dentro de la firma de TLCs:

Es conocido que Estados Unidos tiene un gigantesco
déficit comercial que en 2005 llegó a US $723.616
millones, el cual se sostiene gracias a que el dólar sigue
siendo la moneda más importante para las transacciones
comerciales internacionales, pudiendo imprimirlos a su antojo con
el respaldo de su enorme mercado y su poderío global, a
pesar de que hay crecientes indicios de una desconfianza mundial
en el dólar y reputados analistas consideran que Estados
Unidos no puede seguir sosteniendo un aumento en las
importaciones y que aquellos que firmen Tratados de Libre
Comercio confiando en la expansión indefinida de la
capacidad de compra estadounidense, pueden incurrir en una seria
equivocación.

Sin embargo, el sentido común obliga a esa
potencia a
intentar superar este déficit mediante una política
comercial activa, buscando aumentar más las exportaciones
que las importaciones. Por esa razón sólo firman
TLC en los cuales sean ganadores netos y adquieran fuertes
ventajas comerciales.

Este hecho se observa en su debate político
interno; pese a la victoria de Bush, el Congreso de ese
país estudia con lupa cada tratado, examinando
cuáles son las ganancias. No gratuitamente cuenta con una
ley, la Autorización para la Promoción Comercial
(TPA), que establece los parámetros dentro de los cuales
el Ejecutivo puede negociar. Esta ley no es una carta blanca a
favor del Ejecutivo, sino una detallada reglamentación
sobre qué se puede otorgar y qué se debe exigir. La
aprobación del Cafta demostró que los sectores
económicos estadounidenses pelearon cada detalle, hasta el
punto que se obligó a los centroamericanos a hacer nuevas
concesiones sobre las ya hechas, para lograr los votos necesarios
en el Congreso norteamericano y aún así los
defensores del Tratado solamente lograron una estrecha
mayoría de 217 sobre 215. Ahora están exigiendo a
los centroamericanos nuevas revisiones de la parte textil. Ello
indica que Estados Unidos no puede dar en los nuevos tratados
más de lo que otorgó en el Cafta y tampoco le
interesa conquistar menos de lo que logró en él.
Todo lo anterior también era fácilmente previsible.
Los Estados Unidos hacen de cada tratado un piso para el
siguiente. Por ejemplo en el capítulo laboral no aceptaron
definiciones sobre la no discriminación, pues seguirían
negociando con países árabes para los cuales
éste es un punto intocable, dada la secular
discriminación particularmente sobre las
mujeres.

Estados Unidos busca superar su déficit comercial
y lograr en cada tratado nuevas conquistas, por lo que es
bastante limitado el margen que tiene para aceptar importaciones
del resto del mundo. Queda claro que suscribe tratados, no para
aumentar sus importaciones sino sus exportaciones.

Un gobierno que se siente a negociar con esa potencia
debe saber que el piso mínimo de la negociación es
el TLC más recientemente firmado y que de allí
Estados Unidos no se mueve teniendo en cuenta consideraciones
locales, pues traza una estrategia
mundial. 

Más allá de lo definido en la
OMC

Estados Unidos ha buscado la firma de Tratados de Libre
Comercio (TLC) con diversos países con la finalidad de
lograr avances en la apertura que rebasan ampliamente lo acordado
multilateralmente en la Organización Mundial del Comercio
(OMC), lo cual puede ser riesgoso para los países en
desarrollo.

En los TLCs bilaterales se busca la ampliación de
los periodos de duración de las patentes, más
allá de lo estipulado por dicha organización; el
otorgamiento de garantías a la inversión, las
cuales no han sido aceptadas en el seno de la OMC y que cuando
quisieron promoverse en Europa por medio
del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) a finales de los
noventas sufrieron un amplio rechazo por los pueblos e incluso
por algunos gobiernos europeos.

También busca la inclusión de las compras
y contratación estatales como parte importante y
obligatoria de los acuerdos, que en la OMC sólo figura
como un acuerdo paralelo de suscripción voluntaria,
así como muchos otros aspectos normativos hoy en debate en
todo el mundo y cuya discusión ha entrabado la
culminación de la Ronda de Doha de la OMC, en razón
de la renuencia de numerosos países a aceptar dentro de la
Organización estos asuntos llamados los "temas de
Singapur" .

Por medio de los acuerdos bilaterales con países
significativamente más pequeños y débiles,
Estados Unidos se apodera de mercados, abre zonas a sus
inversiones y afianza un control económico que no puede
garantizar plenamente con los grandes países o regiones
que tienen alguna posibilidad de frenar las ambiciones
estadounidenses. Por eso, cada vez que se firma un TLC, la
Oficina del
Representante Comercial de EEUU proclama que se lograron acuerdos
más "profundos" que los negociados en la OMC y por esa
razón cuando proclamó la estrategia comercial de
Estados Unidos, Robert Zoellick anunció que
buscarían abarcar el mundo entero con Tratados de Libre
Comercio.

Además, la potencia norteamericana busca tener
acceso a los mercados de sus contrapartes sin verse obligada a
abrir el propio sino en forma mínima y engañosa,
pues las barreras no arancelarias y sus sistemas de subsidios y
ayudas internas le aseguran la protección de su mercado
interno. Washington, por ejemplo, no acepta que el componente de
sus subsidios a la agricultura –llamados ‘ayudas
internas’– se negocie bilateralmente, mientras que en
los TLC las estipulaciones acordadas en el sentido de eliminar
los subsidios a las exportaciones afectan una parte mínima
de los subsidios al agro incluyendo la posibilidad de
reintroducirlos, cosa que está excluida en la OMC. De no
conseguir tales objetivos esta potencia no se interesaría
en los TLC, ya que le bastaría la normatividad de la
OMC.

Geopolítica de los Acuerdos
Comerciales:

Los objetivos de un Acuerdo Comercial son esencialmente
económicos, pero siempre existe una dimensión de
poder en los mismos. Esto es, que los objetivos explícitos
no muestran los intereses políticos y estratégicos
de un Acuerdo de este tipo, pues siempre existe una agenda
más amplia. En este sentido, la geopolítica tiene
un papel importante dentro de la lógica de los acuerdos
comerciales.

La importancia que se le otorga a un determinado espacio
geográfico está determinada por el interés
que despierte en los grupos humanos capaces de dominarlo y sacar
provecho de ese dominio; y como
las posibilidades, necesidades, relaciones de poder y convivencia
de los grupos humanos varían, también varía
la importancia teórica y la relevancia práctica que
adquieren los diversos enclaves.

A través de la historia, el control de
ciertos sitios estratégicos y el manejo de las zonas de
influencia por parte de las potencias, mediante el comercio y la
intervención directa o indirecta, han sido constantes. Se
encuentran en juego: puertos
estratégicos, recursos
naturales, mercados, zonas de influencia, etc.

Como un ejemplo cercano, tenemos sobre fines del siglo
XIX el Canal de Panamá,
que pasó de ser un sueño de los mercaderes
transoceánicos a ser un país cuya razón de
existencia fue, precisamente, otorgar a esos mercaderes una
seguridad de tránsito basada en la soberanía
nacional engañosa con "protección" estadounidense.
De tal forma Washington, bajo la Doctina Monroe, mostraba un
caminar seguro sobre los
territorios del sur en el siglo XIX; durante el siglo siguiente,
ese dominio se afianzó.

Pero la conformación de bloques económicos
y también el permanente asedio de bajo perfil pero alta
efectividad de Europa constituyeron un llamado de atención. Por eso ha vuelto a la carga con
líneas de acción más o menos
conocidas:

-Dominio de las riquezas del suelo y subsuelo
(producción agrícola-ganadera, forestal,
hidrocarburos, minería)

-Dominio de la infraestructura de extracción y
transporte (medio de transporte y vía de transporte,
terrestre o acuática)

-Dominio de la estructura industrial y
comercial;

-Dominio de los servicios públicos;

-Dominio del crédito;

-Dominio de la tecnología;

-Dominio de los medios de
opinión;

-Dominio del gobierno y de los estamentos de presión y
control;

-Dominio de las fuerzas armadas o la eliminación
de la capacidad operativa de éstas;

-Una fuerza de choque propia (militar) ya sea para
protección de objetivos o para intervención
bélica directa.

Cuanto mayor sea la capacidad de acrecentar y combinar
las posibilidades anteriores, mayor será el grado de poder
real que se ejerza sobre un territorio.
Los Acuerdos Comerciales han probado ser herramientas
importantes para mantener la paz entre los signatarios. Existe
una relación inversa entre apertura comercial y
propensión a iniciar un conflicto
bélico. De la misma manera, las promesas del desarrollo,
vía crecimiento económico se ven también
como herramientas importantes en la lucha contra el terrorismo, el
narcotráfico y la migración.
Que son problemas prioritarios dentro de las políticas de
seguridad nacional de los países desarrollados, que son
los arquitectos varios de los Acuerdos Comerciales. Las
ATPEDEA

La constitución de Acuerdos Comerciales, en
especial teniendo su base en el control de recursos
energéticos. Pueden servir para aumentar la presencia de
sus signatarios en el tablero geopolítico mundial.
Así, el posible eje Venezuela, Ecuador, Bolivia; que
controlaría gran parte de los recursos energéticos
en Suramérica puede dar una base sólida para que
estos países aumenten su influencia regional.

La Geopolítica del ALCA y del
TLCAN:

La apuesta de Estados Unidos en el NAFTA y en el ALCA es
bloquear el ingreso de capitales europeos ( y el fortalecimiento
del euro) o de otras regiones que no pueda controlar
(Japón, Sudeste asiático), contrarrestando
así la influencia la influencia de esos países o
bloques y de sus monedas, fortalecer y expandir su red de influencia
(económica, financiera, de infraestructura), tener mano de
obra barata y reserva de materia prima,
y también crear necesidad de sus productos allí
donde no la haya; y utilizar los logros anteriores para lograr
objetivos de geopolítica en la región.

En cuanto a estos objetivos de geopolítica no
hablamos sola y directamente de lo bélico. Si bien no
puede negarse el resurgimiento de la doctrina de seguridad
nacional luego del 11-S, la importancia geopolítica se da
más que nada por la posesión y la
explotación de territorios y servicios; el medio de
conseguirlo es, por excelencia, el económico. De hecho, ya
es realidad la presencia efectiva de militares estadounidenses en
nuestros países, por ejemplo, para la protección de
pozos petroleros o en la lucha contra el narcotráfico.
Suponemos entonces que ocupación militar y rédito
económico vendrán de la mano y se
fortalecerán mutuamente.

En concordancia con esto fueron objetivos
específicos del ALCA:

Definir la mayor cantidad posible de países
americanos como área de influencia.

Evitar el mayor ingreso o la recuperación de
presencia de las inversiones europeas

Lograr la ubicación estratégica de
determinadas "inversiones", por ejemplo:

En el área de infraestructura física de
comunicaciones

En el área financiera, una apuesta a mantener o
acrecentar su participación, pero también dar un
soporte a sus otros capitales.

En el área de hidrocarburos, una ofensiva, para
tener una alianza que permitan un control de estos recursos
estratégicos.

 Lograr una combinación "solidaria" entre
los capitales estadounidenses radicados. Aquí
entrará a jugar la utilización de estrategias
propias de grupos económicos multinacionales, holdins,
etc., es decir, actividades diversificadas
complementarias.

Perspectivas de los Acuerdos
Comerciales:

La apertura comercial parece ser una variable
procíclica. Es decir, mientras mejor le va a una
economía tenderá a ser más abierta y caso
contrario será más cerrada o proteccionista. En
este contexto debemos reconocer la importancia del desempeño económico mundial, cuyos
motores son los EEUU y Asia.

Así se debe decir, que la recuperación de
EEUU en 2003 y 2004, y su buen desempeño en los
años 2005 y 2006 es crucial para el futuro de la
liberalización de comercio en el mundo. Esta
expansión de la economía norteamericana se dio
sobretodo de la mano del consumo privado. El limitado aumento de
la inversión se concentró en el sector vivienda y
software. La
balanza
comercial, por el contrario, fue de nuevo deficitaria. Como
se dijo influenció las políticas ant-cíclicas monetarias y fiscales. De
todas maneras preocupa el desequilibrio externo, especialmente
con China que ha acumulado un superávit comercial con ese
país – a pesar del fenómeno de la
re-valuación del Yuan- .

El cambio en la división internacional del
trabajo, con su correspondiente dinámica comercial y
financiera, ha dado origen a grandes desequilibrios en cuanto a
la acumulación de ahorro y consumo a escala global,
amenazando la estabilidad financiera internacional. Las formas de
ajuste de estos fuertes desequilibrios en la economía, que
podrían ser una caída de los precios del petróleo o más aún un aumento
del tasas de
interés o una caída del dólar
tendrán una repercusión mundial que será
determinante para su resolución y, en particular,
condicionarán las perspectivas de crecimiento futuro de
América Latina y el Caribe.

El grueso del crecimiento del comercio se ha dado en los
países asiáticos. Cuyo dinamismo sobretodo el de
China es destacable. El extraordinario crecimiento de la economía
china, impulsado por sus exportaciones e importaciones ha
tenido consecuencias en la estructura de los flujos comerciales.
China se ha convertido en un importante consumidor de
materias primas, minerales,
energía y, en alguna medida, también de alimentos y
productos industriales. En el comercio de manufacturas se ha
visto una caída de precios de la mano del ingreso de China
a la OMC. El impulso de este país al crecimiento mundial
viene desde 1980, año desde el cual ha venido creciendo a
un promedio de 7.6% hasta 2002, luego de lo que recibe un impulso
por la superación de la crisis asiática y crece al
9.5%.

La recuperación de EEUU y el crecimiento vigoroso
de China tendrán repercusiones directas e indirectas sobre
las economías latinoamericanas y caribeñas, dada la
importancia comercial de los países mencionados en la
región. Por un lado, incidirán la interacción y modalidad específicas
del crecimiento en ambas economías y su forma de
establecer relaciones comerciales y financieras, así como
sus consecuencias sobre el precio del
petróleo
y, por el otro, las características propias de los
países de América Latina y el Caribe, vale decir,
la composición de su comercio exterior, la
evolución de los principales mercados de origen de sus
importaciones y de destino de sus exportaciones, así como
sus necesidades de financiamiento
y su grado de endeudamiento externo.

Conclusiones:

Como hemos visto a través del presente trabajo la
lógica detrás de los Acuerdos Comerciales es
multidimensional. Esto significa que sus motivaciones, objetivos
y basamentos responden a varias maneras de pensar. La
ideología liberal que domina el pensamiento
ortodoxo económico, defiende a los acuerdos comerciales
que impliquen completa liberalización y movilidad de
factores –excepto el laboral-, como panacea para todos los
males de una economía. Es decir, para potenciar el
crecimiento económico, controlar el nivel de precios,
generar empleo y mejorar la eficiencia del aparato productivo.
Este pensamiento fue el eje del Consenso de Washington y de la
Reforma Estructural y las Políticas de Ajuste que se ha
implantado en varios países del mundo desde la
década de los 80s.

Otras motivaciones son de carácter más
bien histórico como es el caso de la CAN y de la CEE, hoy
Unión Europea. Que comparten una gran herencia cultural
y que creen tener un objetivo en común. Estos consideran
la asimetría de las economías participantes, la
dimensión gradualista de la apertura y sus metas
sobrepasan las meramente comerciales para incluir el desarrollo,
la estabilidad política de la región y una
integración con miras a la conformación de un
espacio supranacional.

El pensamiento Cepalino ha tenido gran influencia en los
acuerdos comerciales. La búsqueda de la
integración, para buscar encadenamientos productivos,
economías de escala, acceso a mercados más grandes
y complementación económica, han sido otro de los
factores impulsores de los Acuerdos Comerciales. En
América del Sur, el Regionalismo Antiguo que propugnaba
acuerdos comerciales que logren crear mercados suficientemente
grandes para sostener la industria local; estuvo detrás de
varios acuerdos comerciales.

De la misma manera, el Nuevo Regionalismo, o
Regionalismo Abierto, con su visión de integrarse para ser
más competitivos, y para crear plataformas de aprendizaje para
luego insertarse más exitosamente en el mundo se ha vuelto
un eje importante dentro de la conformación y
actualización de los bloques de la
región.

Finalmente, no debemos olvidar que la geopolítica
y la lógica del poder están presentes dentro de la
lógica de los Acuerdos Comerciales y que por tanto, los
objetivos geo-estratégicos son siempre un factor dirimente
para la conformación de los mismos.

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Víctor Aguiar

Miguel Castro

PONTIFICIA UNIVERSIDAD
CATÓLICA DEL ECUADOR

ECONOMÍA INTERNACIONAL

PROFESOR: GIOVANI BASABE

MARZO 2007

Partes: 1, 2
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