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Derecho Natural a La Familia (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4

En la medida que le presionaba para que anotase nuestros
gastos, nuestra
relación se deterioraba a pasos agigantados. Aquí
pasaba algo raro. Así que antes de llegar a cualquier
situación grave, mando un SOS a mis suegros. Me
parecía la mejor opción para salvar esta
situación. Lo que no me imaginaba nunca es que este fuese
el principio del fin. Ya me podía suponer que aquel
vocerío e insultos que se proferían desde el piso
de arriba después de la conversación con mi suegro
eran un mal presagio, y que por esta vez iba a ser poco probable
que hubiese una posibilidad de reunirnos toda la familia y
resolver esta situación. Esperaba que los argumentos y
razonamientos de su hija fuesen también una razón
por si mismos para solicitar una reunión por parte de
ellos aunque fuese para reprocharme e increparme, que si en algo
tuviesen que objetar sobre mi conducta, para
eso estábamos.

No solo no hubo reunión, sino que la situación a
partir de ese momento, empezó a deteriorarse
rápidamente, desde luego dando el precedente ya no estaba
dispuesto a darle confianza ni libertad en
la
administración, aunque en ningún momento le
exijo llevar la administración compartida, que es
posiblemente lo que procedía hacer en este caso. Pero mi
insistencia en que justificara los gastos iba en aumento cada
día. Así que dada la situación de permanente
tensión y agrias disputas entre nosotros, que se
reproducían ya por cualquier cosa, y con el agravante de
continuos gritos, insultos, vejaciones, humillaciones,
descalificaciones, desautorizaciones, por parte de ella y que no
tenía precaución incluso de hacer delante de
nuestros hijos, en clara provocación, y ante las
intenciones que iba manifestando de separación
matrimonial, me parecía importante mantenerme inalterable
ante estas provocaciones, claramente encaminadas a justificarse y
argumentar su separación ante terceros y especialmente
ante su familia que
oía todas muestras discusiones, bueno sus gritos e
improperios, esperando supongo alguna reacción violenta
por mi parte, por pequeña que fuese. Aunque jamás
me he dirigido ni respondido con insultos y vejaciones a ella,
cosa habitual por su parte ante cualquier discusión, a
mí me parecía especialmente importante mantenerme
firme en esta actitud de
impasibilidad, a pesar de la virulencia de sus provocaciones que
incluso han llegado al extremo de agredirme físicamente
estando dormido. Me parecía una estrategia
claramente encaminada a conseguir sus propósitos
egoístas y que pasaban necesariamente por alinear
incondicionalmente a sus padres, puesto que ante la ley no
tenía necesidad de justificar, ni demostrar nada, ya que
solo con solicitarlo, me echan de casa y me alejan de mis hijos,
pero ante sus padres y como testigos en el piso de arriba se
hacia necesario. Provocaciones a las que no estaba dispuesto a
entrar al trapo bajo ningún concepto, aunque
de poco me servía, puesto que los gritos coléricos
como si estuviese posesa, sus padres lo interpretaban, a pesar de
no oírme a mí en nada, lo interpretaban como que
estaba agrediéndola

Aunque no me ha servido de nada, ya sabía que con la
ley tal cual, este tipo de valoraciones, de quien pueda ser
culpable o no en el comportamiento
entre la pareja para establecer quien puede sumar mas derechos para favorecer las
condiciones de la separación, no tenía ninguna
importancia.

Por tanto con esta ley, en clara desigualdad en derecho
constitucional, puesto que la custodia de los hijos se le
otorga a la mujer por ser
mujer, y con esta
ley del Divorcio
Express, y apoyado por las ventajas jurídicas que se le
otorga a la mujer, (no necesita testigos ni pruebas para
fundamentar una denuncia, y una misma acción
agresiva que en el hombres se considera delito, en la
mujer es una simple falta) se le da manga hacha a cualquier tipo
de infamia en usurpación de derechos fundamentales, por
grande que sea. Así qué, sea cual sea el
comportamiento entre la pareja, sea cual sea la voluntad
reconciliadora que se ponga, no cuenta para ver a quien se le
concede la custodia, solo se considera la relación
respecto a los hijos y si esta no es claramente y
demostrablemente negativa respecto a los hijos, se le concede
sistemáticamente a la mujer, y por esa regla de tres,
echan al hombre de su
propiedad y le
hurtan el derecho a relacionarte con normalidad con sus
hijos.

Pero así como la justicia no le
preocupa porque se solicita la separación, se concede a
simple petición de una de las partes, sin embargo, en mi
caso, y ante sus padres, si que se hace necesario exponer
argumentos sobre una conducta negativa mía, para que estos
le apoyen la separación. Mi única posibilidades
pasaban por mantener una actitud de no reacción ante
cualquier provocación para no otorgar la mas mínima
concesión ni argumento, cosa que en mí no era
problema puesto que nunca he reaccionado a la altura de sus
argucias, talante y provocaciones, y sobre todo esperar, aunque
ellos no habían aceptado el dialogo en
principio, esperar que por evitar riesgos por el
clima de
crispación al que ya se estaba llegando, se pudiesen
dirigir a mí pidiendo explicaciones sobre mi conducta,
sería también una estupenda ocasión par
iniciar el dialogo. Pero la única respuesta de mis
suegros, especialmente de mi suegro, son reacciones
coléricas, agresivas, al punto en una ocasión de
amenazar con pegarme. Gestos con el puño cerrado, ya a
punto de pegarme, en la calle, con mis hijos de la mano. En esta
ocasión, luego pude enterarme, que fue por razón de
creer que la noche anterior estuve agrediendo a su hija, por los
gritos "desgarradores" que ella profería. Las acciones
amenazantes e insultos hacia mí, siempre los ha proferido
cuando han estado mis
hijos presentes (parece que es genética
de familia mostrar esas actitudes ante
los pequeños sin ninguna precaución ni
escrúpulo). Cosa que me llevó a ponerle la
siguiente denuncia sumado a un incidente posterior que me hizo
tomar definitivamente la determinación:

El Jueves día 12 julio de 2007 a las 20:00 horas, mi
ex-suegro, cuando procedía a retornar a mis hijos a su
domicilio una vez concluido el tiempo de
visita que tengo asignado. Y cuando nos restaban unos 60 metros
para llegar a la puerta del domicilio. Mi ex suegro, que vive en
la misma escalera y saliendo del portal en el que viven y desde
la distancia que nos encontramos en ese momento de unos 60
metros, a viva voz y con malos modos, llama a mi hijo
exigiéndole que venga de inmediato a donde el se encuentra
-¡VEN AQUÍ INMEDIATAMENTE!- a la vez que me hace
gestos indicativos con la mano situándola encima de su
cabeza figurando unos CUERNOS, gesto que no dejaba de repetir a
medida que avanzaban mis hijos hacia el portal que él se
encontraba, ya que yo me abstuve de acompañarlos en este
caso hasta el portal, por evitar cualquier enfrentamiento ante
tal provocación, delante de mis hijos. A la vez que
decía otras cosas a mis hijos con malos modos que no
distinguía dada la distancia que mediaba, en clara actitud
amenazante y descalificadora hacia mi persona. Haciendo
entrar igualmente y con malos modos a mis hijos al portal a la
vez que con tono de voz elevado, en esta ocasión si le
oigo decir: -¡LE VOY A PEGAR UNA OSTIA A ESE!-

Por lo tanto, dados los hechos, denuncio al abuelo de mis
hijos por:

-Amenazas e insultos en la vía
pública.

-Usurpación de la patria
potestad asignada como padre en sentencia antes mencionada,
al dirigirse a mis hijos con exigencias y ordenes estando yo, su
padre delante, y desautorizándome en consecuencia

-Malos tratos a mis hijos por dirigirse a ellos en estado
colérico y actitud amenazante en los términos antes
expuestos y con el agravante de la aflicción que les
supone a mis hijos el haber insultado y amenazado a su padre
delante de ellos, y con usurpación de la autoridad
paterna en clara vejación y humillación hacia mi
persona de ese derecho, ante mis hijos.

-Por provocación flagrante que por segunda vez me
hace, y que solo hace cuando están mis hijos
delante.

* * *

Con fecha 27 de septiembre de 2007, a las 9:00 horas,
cuando mis hijos son acompañados por su abuelo, al colegio
y, se cruzan conmigo y me acerco a darles un beso a mis hijos, a
los que les noto temor al acercarme a ellos, puesto que me han
mencionado en diferentes ocasiones, el miedo que tienen a
acercarme a ellos cuando van acompañados de su abuelo,
debido a las amenazas e insultos que profesa de mi, delante de
ellos y dirigiéndose a ellos, según sus
testimonios. Cuando estoy besando a mis hijos, oigo detrás
de mí, donde está situado mi exsuegro:
SINVERGUENZA

En consecuencia por todo lo expuesto denuncio a mi exsuegro
por malos tratos psicológicos continuados hacia mis hijos
de ocho y diez años, por ofensas y amenazas a mi persona
en su presencia y dirigiéndose a ellos. Y ruego
encarecidamente sean mis hijos llamados a consulta para probar la
veracidad de los hechos.

La razón que llevó a mi suegro a actuar de esa
forma el 12.07.07, fue para mí totalmente extraña
en ese momento, no sabía por qué. A la siguiente
visita a mis hijos, me explicaron que fue un mal entendido por
parte de él. Que ellos mismos, mis hijos, le aclararon. No
obstante les dije, que le dijeran, que me pidiese disculpas de su
actitud hacia mí, ya que fue un mal entendido por su
parte, y que también aclarase el mal entendido ante los
vecinos que fueron testigos de esa reacción. Como os
podéis imaginar todavía estoy esperando las
disculpas. En consecuencia decido poner la denuncia, aunque era
algo que estaba aplazando, pero al final esta otra circunstancia
que se da cuando me cruzo con mis hijos y me acerco a darles un
beso, me hace decidirme definitivamente.

Podéis imaginar que con este ambiente las
posibilidades de diálogo
son bastante remotas. Cualquier intento de aproximación
para buscar una solución pactada y viable resulta en
más crispación y violencia. Mi
estrategia de presionarle ahora con escritos y de aclarar de
paso, mi situación ante la opinión
pública, es un paso más en mis infortunios. Y
de esta forma los escritos se vuelven pruebas contra mí.
Con esas cartas arriba
expuestas, enviadas a su familia y a los vecinos, me denuncia mi
expareja por acoso. Aunque reconoce en la denuncia que no me he
dirigido a ella personalmente, sin embargo me denuncia por
amenazas físicas hacia su persona, que se supone se debe
deducir de las cartas antes mencionadas y expuestas. Esto
según la ley de violencia
domestica y de protección a la mujer significa un
juicio rápido al día siguiente, pero de momento vas
directamente detenido al calabozo. Si la denuncia se pone un
viernes por la tarde, como los juzgados no trabajan los fines de
semana, supone pasar tres noches en el calabozo. Encerrarte en el
calabozo, en previsión, para proteger a la mujer, son
medidas que automáticamente las fuerzas de seguridad pueden
tomar. En esta ocasión no fue este mi caso. Parece ser y
con buen criterio por el responsable de las fuerzas de seguridad,
aunque con muy poco margen de maniobra y a riesgo de asumir
la responsabilidad de lo que pueda ocurrir antes del
juicio. Y parece también que a la luz de los
precedentes establecidos en mi anterior detención por la
primera denuncia que tuve por amenazas y malos tratos. Puesto que
la detención, la aplicación de medidas preventivas
por estos delitos, ya
que al hombre lo tratan como delincuente a priori sin más
argumentos que la denuncia, por la simple denuncia verbal de la
mujer sin necesidad de pruebas ni testigos, por muy poco
argumentadas que estén estas amenazas, y por muy
inconsistentes que sean las acusaciones de malos tratos, o
difíciles de diagnosticar como pueden ser los malos tratos
psicológicos, te encierran en el calabozo. Aunque en esa
denuncia se demostró la inocencia por mi parte, y se
evidenció un uso deshonesto de la ley de protección
de la mujer. En este caso tampoco se necesitaba ser un lince para
ver qué lo que se pretendía con esta denuncia no
era protección, sino infringir castigo, y si se hace la
denuncia el viernes por la tarde el castigo sale más
completo: tres noches en el calabozo en vez de una si se hiciese
cualquier otro día laboral de la
semana. Supongo que el responsable de las fuerzas de seguridad
intuyendo este particular, no me metió en el calabozo, que
es lo que procedía, no sin riego por su parte de asumir la
responsabilidad de mis actos desde ese momento hasta el lunes,
día del juicio.

Supongo, y a estas alturas de ver tanta iniquidad y de haberse
cebado tanto esta familia con migo, donde se puede ver tanta
inocencia y tan injustamente tratado, por todos, por las leyes de nuestro
país, por esta familia que me ha tocado en suerte, e
incluso por algún vecino al que me dirigí por
carta
explicando la situación y que ahora no me dirigen siquiera
el saludo. Como si toda eliminación de derechos y todo
tipo de infortunios se hubiesen confabulado con mi destino.
Supongo que estaréis pensando -Algo habrá hecho- Y
a buen seguro qué
ni esta familia es tan inconsciente, ni yo tan inocente, y es muy
probable que así sea.

Aunque no siempre y necesariamente algo se ha tenido que hacer
mal, para sufrir la "justicia" de este mundo. Recordar aquel
personaje histórico que fue claramente maltratado y
repudiado por todos, por propios y extraños, al extremo. A
los extremos de iniquidad, brutalidad y traición
más grandes que se puedan dar en este planeta, y sin
embargo, según se dijo, incluso nació sin pecado, y
aún así, se dejo hacer.

No es este el caso por supuesto, de nacer sin pecado, ni de
aceptar de forma ejemplar las circunstancias que tocan vivir. Y
la Historia cuando
la interpreta una de las partes, o la parte que hace predominar
su testimonio, deja de ser Historia.

(Fin primera parte)

 

Juan Manuel Leiva Caro

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