Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Gobierno de Alan García Pérez (Perú) (página 2)



Partes: 1, 2

Reactivando la
economía

Volvamos a 1985: Alan García creía que la
inflación no se debía a una falta de oferta, sino
más bien a que el Estado se
había visto obligado a subir el precio de
bienes y
servicios
básicos (en especial el de la gasolina) para pagar la
deuda:

La existencia de un gran exceso de capacidad instalada
en la industria
peruana era en sí indicativo de que la demanda no era
el problema. El Perú había sufrido en 1983 la peor
recesión que se recordara, pero la inflación, en
vez de caer, se había acelerado

A través de la reactivación de la economía nacional se
esperaba salir de círculo vicioso heredado por
Belaúnde y entrar a un círculo virtuoso: A
más crecimiento
económico, más recaudaciones tributarias. A
más recaudaciones tributarias, más posibilidades de
cubrir el déficit fiscal.

El Perú no estaba solo con este experimento
heterodoxo. Casi al mismo tiempo,
Argentina había implementado el Plan Austral,
parecido en muchos aspectos al modelo
peruano. Pero Argentina, a diferencia de Perú y Brasil con su
Plan Cruzado de 1986, sí consultó previamente al
FMI.

 

Primeros resultados de la política
heterodoxa

En un comienzo, las medidas adoptadas dieron resultados
positivos. Ya en septiembre de 1985, la inflación
bajó a 3,5 % (comparado con 12,5 % en abril del mismo
año). Hacia el segundo trimestre de 1986, la
economía dio señales
de clara recuperación. Los sectores que dependían
de la demanda interna (manufactura,
construcción, agricultura)
crecieron, no así los sectores dedicados a la exportación (minería,
pesca). En
1986, la economía creció 10 %. Fue el mayor
crecimiento desde los años 50 .Pero también
surgieron problemas que
irían agravándose con el pasar del tiempo: A pesar
de la reactivación económica, el Estado casi no
percibía mayores ingresos:

Aunque en 1985 el déficit del sector
público sólo había sido del 2,7 % del
PBI, el nivel más bajo desde 1979, en 1986 una vez
más llegó al 5,1 %. Esto no se debió a un
aumento del gasto. De hecho, a pesar de su fama de ser una
administración despilfarradora y populista,
el gasto total (corrientes e inversiones)
del sector público cayó del 49 % del PBI, en 1985,
al 29 %, en 1986. Sin embargo, los ingresos corrientes totales
también cayeron, del 46 % del PBI, en 1985, hasta 33 %, en
1986.

Otro problema consistía en que, después
del gran crecimiento de 1986, la capacidad productiva de la
modesta industria nacional estaba llegando a sus límites.
Hacían falta inversiones para instalar nuevas capacidades
y así continuar con la reactivación. Para ello, era
necesario recurrir a inversiones y préstamos
extranjeros.

El tercer problema, según Crabtree, era que la
balanza
comercial volvió a ser negativa hacia fines de 1986.
Con la reactivación económica y el alza de sueldos,
el Perú volvió a incrementar sus importaciones
mientras que las exportaciones
seguían siendo bajas. En diciembre de 1986, las reservas
internacionales del Perú llegaban a 870 millones
dólares comparados con 1,400 millones en marzo del mismo
año. Esta falta de liquidez se debió,
también, a que el Estado pagó a sus deudores
bastante más que ese 10 % que García había
anunciado, con bombos y platillos, el 28 de julio de
1985.

Finalmente, la poca confianza de la ciudadanía en el modelo económico de
García condujo a que, hacia fines de 1986, muchos
cambiaron sus intis por dólares temiendo – y, al mismo
tiempo, originando – una devaluación del inti. Ya hemos visto que el
paquete de medidas adoptadas por García incluía el
congelamiento del tipo de cambio
inti-dólar. Pero tal congelamiento tendía a ser
artificial en tanto la demanda real de intis iba perdiendo cada
vez más terreno frente al dólar. Este cambio se vio
reflejado en la tasa de cambio libre, aquella de los cambistas de
la calle, paralela al cambio oficial:

A fines de agosto de 1985, después de la
devaluación inicial de 12 %, la tasa de cambio libre se
había estabilizado en casi 17 intis por dólar.
Solamente llegó a superar los 18 intis 14 meses
después, en octubre de 1986, cerrando el año en 20
intis por dólar. Hasta octubre de 1986, la brecha entre el
dólar oficial y el paralelo varió entre 24,5 y 27
%. Sin embargo, ante el temor de una crisis en la
balanza de pagos,
junto con la pérdida de reservas a finales de 1986, el
diferencial empezó a crecer. A fines de 1986, llegó
a 43 %. En la primera mitad de 1987, el dólar paralelo se
disparó de 20 a 40 intis y el diferencial con la tasa
oficial superó el 100 %. Por lo tanto, se hizo evidente
que el Banco Central ya
no podía controlar el mercado del
dólar, y con las reservas haciéndose más y
más escasas, adquirir dólares fue de primordial
importancia para el sector privado. Rápidamente el aumento
del valor del
dólar estaba escapando de todo control

 

La
estatización de la banca: El punto
de quiebre

Para Alan García, la renuncia de Alva Castro fue
vista como una oportunidad de ganar aún mayor
protagonismo. Fue en estas circunstancias que, según
Crabtree, García empezó a idear su "más
audaz medida", la misma que sería el punto de quiebre de
su gobierno: La
estatización de la banca privada. Pero la
estatización no fue la única razón de la
debacle:

Aun sin el intento de estatización, alguna que
otra crisis económica habría, casi con certeza,
surgido. Y tampoco fue el único factor que explica la
erosión
de la popularidad inicial del gobierno. La curva de
aprobación popular de García demuestra que, a pesar
de una ligera caída antes de mediados de 1987, el nivel de
aprobación se desplomó en 1988 -entre mayo y
octubre-, cuando el peso entero de las medidas económicas
del shock cayó sobre la población.

Pero volvamos, por el momento, al intento de estatizar
la banca privada: La medida fue anunciada el 28 de julio de 1987
en el tradicional mensaje a la nación.
García explicó su medida con las desigualdades
sociales y económicas en el Perú. Ya en 1982
había publicado un libro, El
futuro diferente, en el que criticaba a los bancos privados
por excluir del sistema de
créditos a los sectores informales,
campesinos así como las pequeñas y medianas
empresas
(PYMES).
Según García, era necesario "democratizar" el
crédito
y, dado que el sector privado no estaba dispuesto a asumir esa
tarea, el Estado debía tomar las riendas.

Pero, según Crabtree, García
también tuvo otros motivos: El primero habría sido
netamente político, pues García estaba preocupado
por la ligera caída en su nivel de aprobación y,
con una medida tan radical, buscaba volver a ganar la confianza
de los sectores populares. Además, su relación con
el sector empresarial se había deteriorado
considerablemente. García le reprochaba a ese sector el
poco entusiasmo por invertir en el Perú y su preferencia
por guardar los dólares en cuentas
extranjeras y seguras.

También esta medida resultó ser
improvisada. Nadie sabía, por ejemplo, si la
estatización incluiría a las sucursales de bancos
extranjeros en el Perú o a los bancos privados regionales.
Pero el mayor error de García fue, según escribe
Crabtree, creer que se ganaría el apoyo popular con esa
medida. La respuesta no fue más que "tibia".
Además, García subestimó la capacidad de
respuesta de la derecha así como la oposición de la
izquierda en el Congreso:

Cuando llegó el momento de votar en el Congreso,
el esfuerzo de los senadores apristas para atenuar la medida fue
notable. Mientras tanto, no se había llegado a
ningún acuerdo previo con Izquierda Unida.. Estos se
inclinaban a mirar con suspicacia la iniciativa de García,
creyendo que su objetivo
principal era serrucharle el piso a la izquierda. (…) Iba
a volverse una larga batalla que empezó en el Congreso y
siguió en los tribunales, donde la propuesta inicial de
García fue paulatinamente reducida a una medida sin
eficacia que
finalmente resultó abandonada.

La respuesta política de la derecha al intento de
estatización fue la creación del Movimiento
Libertad con
Mario Vargas
Llosa a la cabeza. En 1988, el Movimiento Libertad se
unió con el Acción
Popular y el Partido Popular Cristiano en el Frente
Democrático (FREDEMO) con miras a las elecciones de
1990.

 

1988 y 1989: Sin novedades
en el frente

Al finalizar el año 1987, la crisis ya era
evidente: La inflación empezó a galopar (114,5 % en
diciembre del 1987), la producción – y, por consiguiente, la
reactivación económica – se había estancado
y la balanza de pagos tuvo, en 1987, un saldo negativo de 521
millones de dólares, el hueco más grande desde
1981. Consecuentemente, las reservas internacionales siguieron
decayendo. A falta de dólares, el Banco Central se vio
atado de manos en el control de la tasa de cambio (una demanda
creciente de dólares se puede contrarrestar poniendo en
circulación los dólares ahorrados).

Ya hemos visto que el Estado no recaudó
más impuestos a pesar
del crecimiento económico de 1986. Esa ineficacia
tributaria, sumada a la inflación, contribuyó a
agravar la situación en 1987 y 1988. Además, las
empresas estatales como Electro Perú empezaron a hacer
pérdidas mucho mayores que en los años
previos.

Los hechos estaban dejando al Estado con cada vez menos
margen de acción, convirtiéndolo en observador
pasivo del desastre económico.

Obligado por las circunstancias a un cambio de rumbo, el
gobierno recurrió, a fines de 1987, al Fondo Monetario
Internacional (FMI) y al Banco Mundial
(BM) en busca de préstamos. El experimento heterodoxo
había llegado a su fin. En octubre de 1987, el gobierno
procedió a devaluar el inti en 24 %. Los llamados
paquetazos siguieron dándose, de forma periódica,
hasta septiembre de 1988, llevando a una gran recesión
económica. Pero García seguía sin aceptar la
necesidad de una línea clara:

El proceso de
toma de
decisiones durante este período demostró una
falta de coordinación y una pérdida de
dirección. Mientras algunos miembros
eminentes del equipo económico empezaron a aceptar -a
regañadientes- la necesidad de un retorno a la ortodoxia
como requisito para conseguir nuevos flujos de dólares,
García se resistió a pagar el precio
político. El resultado fue una serie de medidas tibias y
términos medios
(202).

El equipo económico de García -presidido
por Gustavo Saberbein- intentaba persuadir a García de la
necesidad de un shock ortodoxo: Déficit cero
a través de aumentos fuertísimos de impuestos y
tarifas y la eliminación de subsidios. Pero García,
temiendo el costo
político de tal decisión, sólo
accedió a un camino medio sin resolver el problema de
fondo: Un Estado en bancarrota (déficit fiscal) y una
economía que importaba más de lo que exportaba
(déficit comercial).

Los resultados están en la memoria
colectiva de todos los peruanos: Inflación a niveles
astronómicos, escasez de
alimentos y
otros productos
básicos y el derrumbe de la aprobación de Alan
García. Fue recién hacia fines de 1988 que
García se convenció de la necesidad de una
"guerra
frontal" contra la crisis económica. El nuevo Ministro de
Economía y Finanzas, Abel
Salinas, tuvo la ingrata tarea de anunciar, ahora sí, el
shock económico, el seis de septiembre de
1988.

El plan, denominado Plan Cero, contribuyó a
generar una inflación aún mucho mayor, sobre todo
en relación con los productos importadas. Así, por
ejemplo, el precio de los productos farmacéuticos
subió 600 % y el de la gasolina 400 %. Además, se
eliminó el sistema del control de precios con
excepción de 42 productos básicos.

Las esperanzas del APRA estaban ahora cifradas en el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Si bien hubo
conversaciones, el Perú no llegó a recibir
préstamos. Ello se debió, también, a que el
Perú aún adeudaba 600 millones de dólares al
FMI y 400 millones al Banco Mundial.

A partir de septiembre de 1988, la inflación se
convirtió en lo que los economistas denominan hiperinflación. Ese mes, los precios
subieron 114 %. Fue el mes con mayor inflación en el
gobierno de García y, probablemente, en la historia del Perú. Y
el shock parecía llegar muy tarde. En todo caso, no
pudo controlar la inflación.

Un largo paro en la
industria minera contribuyó a que las exportaciones
cayeran aún más agravando así el
déficit comercial. Las reservas internacionales, por su
parte, se aproximaban a cero.

El 22 de noviembre de 1988, García lanzo otro
"paquete" con medidas muy similares. Al mismo tiempo, Abel
Salinas presentó su renuncia por discrepancias con
García.

El aumento del desempleo y la
caída drástica de ingresos fue el costo social del
desastre económico provocando el surgimiento de un sector
informal de proporciones nunca antes vistas. Además, el
Estado en bancarrota ya no pudo cumplir con sus obligaciones
en materia de
asistencia social, educación, salud y administración de justicia.

Los años 1989 y 1990 pueden ser narrados de forma
breve, pues no se produjeron cambios sustanciales. La
economía se recuperó levemente y las reservas
internacionales también. Las importaciones se contrajeron
y las exportaciones subieron, sobre todo por el aumento de precio
de los productos mineros en el mercado internacional.

Bajo el nuevo Ministro de Economía, César
Vásquez Bazán, la inflación cayó,
pero no de forma sustancial. La tasa anual de inflación
fue de 2000 % en 1989. Los últimos meses de 1989 fueron
usados en gastar las magras reservas internacionales para
reactivar en algo la economía en vista de las prontas
elecciones. Así, en marzo de 1990, las reservas
internacionales eran de apenas 190 millones de
dólares.

 

 

Jonathan Arias Ramirez

 

 

 

 

Partes: 1, 2
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter