- Resumen
- Antecedentes
- Necesidad de
un Canal - El inicio de
las obras y la influencia del presidente
Roosevelt - Mano de obra
barata - Lo que Roosevelt
nunca vio - Nuevos
proyectos y viejas polémicas - Una historia
apasionante - Competencia
de rutas alternativas - Bibliografía
Resumen:
La existencia de un canal interoceánico, fue
deseada por muchos hombres desde hace ya varios siglos. Hubo
varios intentos que terminaron en fracaso, hasta que intervino
Estados
Unidos. El país norteamericano fue quien llevó
a cabo las obras y luego aprovechó los beneficios que
trajo la ruta.
Antecedentes
El interés
por establecer una ruta corta que comunique el Océano
Atlántico con Pacífico comenzó con los
exploradores de Centroamérica a principios del
siglo XVI. El conquistador de México
Hernán Cortés proponía que el canal se
instalara en el Istmo de Tehuantepec. Por aquel entonces, no pudo
ser concretado ninguno de los proyectos, por lo
cual fueron abandonados. A comienzos del siglo XIX, el
interés por una ruta interoceánica Centroamericana,
volvió a surgir y en 1819 el gobierno español
autorizó la construcción de un canal y la
creación de una empresa que
lo realice, pero rápidamente, los problemas con
sus colonias frustraron los planes de los
españoles.
Fue entonces cuando comenzó a intervenir Estados
Unidos quien finalmente lograría construir un canal en
Panamá.
Las Repúblicas de Centroamérica buscaron
en Estados Unidos y en Europa algunos
grupos
inversores que tuviesen el capital
necesario para emplazar la obra. Esto repercutió
claramente en Norteamérica. El tema canalero fue motivo de
importantes discusiones en el Congreso de los Estados
Unidos.
El interés estadounidense se vio mayoritariamente
influenciado por el reciente descubrimiento de oro en
California en 1848 y la gran cantidad de aspirantes a mineros que
seguía en aumento por ese entonces.
Entre 1850 y 1875, se realizaron varios estudios que
establecieron que las zonas aptas para la instalación de
la ruta interoceánica eran las zonas de Panamá y la
de Nicaragua.
En 1876, se organizó una compañía
internacional que dos años más tarde obtuvo una
concesión del gobierno colombiano para comenzar las
excavaciones en la zona del Istmo. En aquella época,
Panamá era parte de Colombia. Sin
embargo, la compañía fracasó y por esos
años los norteamericanos debieron dejar de lado su
interés por llevar cabo la construcción.
Luego, tampoco tuvo éxito
una compañía francesa que estaba a cargo del
constructor del Canal de Suez, Ferdinand de Lesseps.
En 1899, se ve renovado el interés estadounidense
por establecer la unión de los dos Océanos. Para
ello, crea una Comisión que investiga, nuevamente, las
posibilidades que se encuentran en América
Central.
En primer lugar, estimaron que la ruta más
conveniente era la nicaragüense pero al recibir una oferta
proveniente de la compañía de Lesseps, cambiaron de
parecer. La compañía francesa ofreció sus
servicios a
cambio de
cuarenta millones de dólares si el territorio elegido para
las obras era el de Panamá. Los estadounidenses dieron su
visto bueno y rápidamente comenzaron las negociaciones con
el gobierno Colombiano.
Estratégicamente, los americanos exigieron una
franja de territorio alrededor del Istmo. Esto no fue aceptado
por el senado colombiano por lo cual los norteamericanos
comenzaron a alentar la independencia
de Panamá que se terminó de dar en 1903, año
en el que los Estados Unidos demuestran su apoyo al país
recientemente independizado.
El nuevo Estado
panameño firmó el tratado de Hay-Bunau-Varilla
mediante el cual los norteamericanos reconocían la
independencia de Panamá y obtenían un arrendamiento
sobre una franja de dieciséis kilómetros sobre el
canal.
Además el país centroamericano fue
compensado con un pago inicial de un millón de
dólares y una anualidad de doscientos cincuenta
mil.
En ningún momento los panameños dudaron en
aceptar la oferta norteamericana. Recién independizados y
débiles necesitaban imperiosamente el apoyo de una
potencia tan
importante como fue siempre Estados Unidos.
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