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Lambayeque Prehispánico (página 2)



Partes: 1, 2

La Cultura
Lambayeque o Sicán

El estilo Lambayeque, confundido con el Chimú en
las décadas pasadas, debe ser situado temporalmente al
finalizar el horizonte Medio, es decir, en las
postrimerías de la tradición Tiahuanaco, Huari,
entre los siglos X y XV de nuestra era, luego la cultura
Chimú influyo sobre Lambayeque al conquistar el Valle
Michancaman , jerarca de Chan Chan conocido en la crónica
Anónima de 1604 – 1610, como "conquistador de los
pueblos de esta Costa hasta Carabaillo y Tumbes"
, durante el
gobierno de Oxa,
de la dinastía impuesta por los Chimú, llegaron a
Lambayeque la primeras noticias de
los incas.

Los lambayecanos anteriores a Chimú
habrían llegado por mar, desde el sur a las playas de
Lambayeque conducidos por el héroe mítico
Ñañlap. Los sucesores de Ñañlap
habrían poblado y señoreado en los valles vecinos
"desde el Partido de Pacasmayo, hasta el de Motupe y Olmos" cuya
semilla trascendió después hasta Tumbes. Por las
evidencias que
se han registrado, el área sufrió serian
inundaciones hacia 1100 d.C., todo ellos habría conducido
a la proscripción del culto a Yampallec, imagen de
Naylamp, presente en el célebre Tumi de Lambayeque y
profusamente en la cerámica.

El
Relato mítico de Ñañlap

Existen dos relatos míticos que se ocupan del
fundador de Lambayeque mostrado como emisario de lo sobrenatural,
no obstante haber sido recogidos con una distancia de 200
años. El de modesto Rubiños de Andrade en 1782, y
el Miguel Cabello Balboa en 1586, desconociendo el primero el
manuscrito del segundo, ambos transmiten en el fondo la misma
versión mítica ancestral coincidiendo que al morir
Naylamp y para que lo tuviesen como inmortal, sus descendientes
hicieron correr la versión de que le habían crecido
alas y había volado al cielo.

El Tumi
Lambayeque

En 1937 Julio C. Tello recuperó para el Museo
Nacional diversos objetos de oro y plata
que provenían de la Huaca La Ventana, situada en
Batán Grande, en la jurisdicción de Poma en el
departamento de Lambayeque. El objeto mas apreciado, que de
inmediato se constituyo en paradigma de
la metalurgia del
Perú Antiguo, fue un antropomorfo con atributos d alta
jerarquía, portador de un enorme semitocado semilunar y
puesto de pie sobre un pedestal formando el conjunto la
empuñadura de una especie de hacha o cuchillo ceremonial
de gran tamaño, por la forma de la hoja terminada en
semicírculo, el objeto fue identificado como Tumi de
Íllimo o mas Fácilmente Tumi de Lambayeque, era un
objeto de regular tamaño con la imagen de unos 42 cm. de
alto y en oro de 24 kilates (992 gramos) desgraciadamente el
deslumbrante Tumi fue robado del Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Pueblo
libre y destruido en 1988.

La
Arquitectura
en el área de Lambayeque

El gran centro administrativo cultista correspondiente
con propiedad a la
cultura Lambayeque o Sicán fue Batán Grande, al
parecer este sitio fue conocido originalmente como Sicán.
Está formado por un extenso conjunto de construcciones
piramidales que se extiende mas por la margen derecha del
Río la Leche: Huaca
del Oro o del Loro, Huaca de la Cruz, Huaca de los Ingenios,
Huaca Botija, Huaca Caracol, Huaca la Meced, Huaca Rodillona,
Huaca Sontillo, Huaca la Ventana. De la última proviene el
Tumi Lambayeque y otros objetos áureos muy preciados. En
1987 iniciaron trabajos científicos en Batán
Grande, el arqueólogo nipo- americano Izumi Shimada y el
peruano Carlos Elera. En 1991- 1992 Shimada buscó y excavo
"Tumbas de Élite" en la Huaca la Ventana y en la Huaca el
Loro ( o el Oro), en Batán Grande.

A los inicios de la Cultura Lambayeque, corresponden al
parecer los sitios de Chotuna – Chornancap, que muestran
características arquitectónicas diferentes de las
del conjunto de Batán Grande y de Sicán, acaso mas
por la función
altamente mágico religiosa que cumplían, que por
los diferentes períodos a los que pertenecen.

En cuanto a Pampa Grande, conjunto arquitectónico
imponente situado en el tingo o confluencia que se bifurca dando
lugar a los ríos Reque y Lambayeque y al canal de
Racarumi, la cerámica asociada al complejo revela que
éste monumento se remonta a la presencia mochica en
Lambayeque, pero que siguió ocupado en tiempos
posteriores, también el cementerio de Sipán
pertenece a la ocupación mochica del área de
Lambayeque e incluso Túcume en sus orígenes, si
bien no exhibe testimonios propios del Arte
Mochica.

El sitio de Apurlec, situado a unos 15 kilómetros
al sur de Motupe, colinda con el cerro Apurle, que se levanta
solitario en medio del paisaje desértico. Las
construcciones son de adobe con parámetros con barro, en
otros casos fueron utilizadas piedras rústicas mezcladas
con barro, tal como se aprecia en restos de murallas que rodean
grupos d
recintos. Incorporados a las construcciones aparecen huachaques,
s decir campos excavados hasta alcanzar capaz húmedas y
fértiles.

También hay restos de canales y de un camino,
probablemente el mismo que fue utilizado en tiempo del
incario y que recorrieron los primero
españoles.

Las ruinas de Túcume, sitio llamado
también "El Purgatorio" o Huaca de la Raya, se ubica en
las cercanías y hacia el este de la actual población de Túcume, al pie y
rodeando parte del cerro El Purgatorio. Esta integrada por varias
huacas monumentales que en algunos casos alcanzan alturas de 10 y
15 metros. Se accedía a ellas mediante rampas. Cieza de
León (1553) señala que de Túcume "dan
muestra los
edificios que tiene, aunque ruynados y derribados, de lo mucho
que fue".

Pintura Mural y El Ocultamiento de
Huacas

La región de Lambayeque presenta importantes
muestras de pintura mural,
además de las que terminaron por desaparecer, como las de
Huaca Pintada y las de huaca Mayanga. También en la huaca
del Loro, del complejo de Sicán o Batán Grande,
fueron identificados en 1953 restos de un relieve
pintado de rojo, amarillo y azul oscuro, igualmente en
Túcume, en su sector noreste fueron desenterrados, a fines
de 1953, restos de relieves planos con pintura que representan
aves
estilizadas. El tratamiento de las aves es similar a la
decoración en relieve de la huaca Chotuna, forma
convencional de representar aves volando o en picada,
común a diversas expresiones culturales peruanas,
incluyendo Pajatén en los Andes Amazónicos. Las
pinturas murales de la Huaca Pintada, situada a un
Kilómetro de Túcume, fueron descritas por Lorenzo
Orrego algunos años después de haberlas apreciado
en 1916. En octubre de 1983, Walter Alva y Susana Alva pusieron
parcialmente al descubierto un mural con valiosa
iconografía pintada en Úcupe, valle de
Saña.

En muchos de éstos casos la policromía se
a conservado gracias ah que el monumento fue cuidadosamente
cubierto con tierra y
arena, talvez a la muerte de
un personaje de alcurnia, en el caso de Úcupe, al parecer
hubo intención de camuflar el monumento para que semejara
una colina natural, ésta práctica se
mantenía en la región de Lambayeque todavía
en el siglo XVII, pues la registra Rubiños cuando trata
del Palacio de Cium, hijo de Naylamp enterrado adrede como parte
del rito sepulcral.

Cerámica y Metalurgia

La cerámica fina de Lambayeque en negra o gris
con cuerpo esférico y pico cónico, es frecuente que
muestre la figura de Naylamp en alguna escena mítica, el
ejemplar de cerámica que muestra una imagen de Naylamp, es
denominado popularmente "huaco Rey", también se encuentra
la composición iconográfica de Naylamp en otro tipo
de recipiente, así mismo de cuerpo esférico, que
descansa sobre un pedestal, a veces decorado con incisiones
geométricas; pero éstas vasijas tienen la
particularidad de estas dotadas de dos picos divergentes,
cónicos unidos por un asa puente.

El área de Lambayeque no solo es conocida por el
oro de Batán Grande, también ha sido identificada
en ella orfebrería de otros periodos y estilos. Tal el
caso de los hallazgos hechos casualmente en Chongoyape y la
joyería de las tumbas de Sipán descubiertas en
años recientes, entre los objetos metálicos
más controversiales de ésta cultura se encuentran
"hachas- moneda", objetos pequeños, laminados, sin filo,
en forma de ha cha semilunar que algunos estudiosos creen que
sirvieron de moneda.

LAS TUMBAS REALES
DE SIPAN

El Sitio de Sipán

Se conoce con este nombre a un pequeño centro
poblado anexo a la extensa cooperativa de
Pomalca y emplazado en la sección media del valle de
Lambayeque. El topónimo que ha sido registrado en los
antiguos documentos de la
región, tiene origen en la extinta lengua mochica
– lambayecana, bajo la probable forma de Sipang. La
posterior alteración de los vocablos de los nativos
dificulta establecer su significado real, que en este caso
podría vincularse al culto lunar (SI = Luna o a Siec =
Señor) alternativa posible frente a la evidente
importancia y carácter de la religión mochica o la
condición de "Casa de los Señores" (calancha
1638).

El ámbito de Sipán cubre actualmente unos
15 Km2 de fértiles suelos
agrícolas, cuyas características
topográficas y ubicación en la zona de
ensanchamiento de la cuenca posibilitaron en la antigüedad
del desarrollo de
un gran sistema de riego
artificial, más efectivo y extenso que el actual.
Políticamente pertenece al distrito de Saña,
provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque.

Los canales que conducían el agua desde
el río corren en un nivel más alto. Las favorables
condiciones climáticas y la abundancia y regularidad del
recurso hídrico debieron constituir un factor decisivo
para la progresiva ampliación de la vasta y rica
área agrícola que dio sustento a un largo proceso de
ocupación del territorio, desde las lejanas épocas
del formativo hasta el período d e influencia
inca.

El monumento

El monumento arqueológico de Sipán,
conocido localmente como huaca Rajada se compone de dos grandes
estructuras
piramidales de adobe, que, debido a la erosión
hoy parecen montañas de barro que emergen entre las
plantaciones de caña. Estas edificaciones dominan el
paisaje y están alineadas de oeste a este.

Las dos construcciones principales presentan una planta
mas o menos una planta cuadrangular y se encuentran separadas por
un espacio central de aproximadamente sesenta metros que semeja
una patio o una plaza. La edificación ubicada hacia el
oeste ocupa un área de aproximadamente 20 000
m2 – 140 m por lado y alcanza una altura
máxima de 35 metros, el segundo edificio, cuya forma
piramidal está mejor definida, cubre un área de
aproximadamente 5 000 m2 – 70 m por lado y alcanza una
altura promedio de 37 metros. Todo el Conjunto orienta su frente
hacia el norte donde existe un juego de
plataformas menores, las que habrían funcionado como
accesos.

El examen del basamento de las pirámides y las
huellas de ampliaciones sucesivas indican que ambas fueron
erigidas sobre un terreno llano, lo que habría demandado
una impresionante de labor constructiva. Así la
pequeña laguna ubicada al lado sur es resultado de la
extracción d el material arcilloso utilizado para
confeccionar los millares de adobes empleados, a los largo de
muchos años y quizás generaciones en la construcción de
pirámides.

El Descubrimiento de las Tumbas Reales de
Sipán.

A comienzos de 1987, una verdadera fiebre del oro
conmocionó el tranquilo pueblo de Sipán,
pequeña villa rural rodeada de campos de cultivo de
caña de azúcar
en el cálido valle de Lambayeque, decenas de campesinos de
las localidades vecinas, hombres, mujeres, y niños,
armados con palas, cedazos, cualquier herramienta o solo sus
manos, hurgaban en la tierra, en
busca de fragmentos metálicos en las faldas de una antigua
plataforma de adobe, pocos días antes, en ese mismo lugar,
un grupo de
saqueadores de tumbas prehispánicas, conocidos como
huaqueros, habían profanado la rica tumba de algún
personaje importante de la antigua cultura Moche o Mochica, que
se desarrolló en la región entre los siglos I y VI
d. c , unos de los grupos de piezas arqueológicas
extraídas de Sipán fu e requisado por la
policía en la casa de uno de los integrantes de la Banda
de Huaqueros, verificada por nosotros, la magnitud del saqueo y
las importancia de las piezas, la singularidad de las
representaciones, la calidad
artística y la perfección de la técnica
metalúrgica, no nos cupo duda alguna de que se trataba de
la recuperación más importante de piezas
arqueológicas de los últimos
años.

A la vez nuestro conocimiento
de las antiguas culturas del norte peruano nos permitió
comprender que éstas piezas resultaban ser sólo una
parte de los ornamentos mayores de un entierro real, y que si, en
ese lugar existía una tumba, cabía la posibilidad
de encontrar otra aún intacta, ante el bárbaro
accionar de los saqueadores de la tumba de Sipán, mi
colega Luís Chero y yo nos propusimos evitar el
arrasamiento total del monumento, mientras la policía
emprendía sus primos patrullajes en el sitio,
desesperadamente empezamos a organizar una operación de
rescate científico, para lo cual solicitamos el apoyo del
Estado y de
empresas
locales, en los días posteriores constatamos con angustia
el incontenible avance de los vándalos.

Los saqueadores profesionales trabajaban con ayuda de
vigías apostados sobre la alta pirámide inmediata;
blandiendo armas, las bandas
se disputaban diversos emplazamientos, en pos de otra tumba
intacta. Después de grandes esfuerzos y venciendo la
inicial resistencia de
los pobladores, los primeros días de Abril de 1987, en una
precaria tienda de lona, instalamos un pequeño equipo de
trabajo,
compuesto por dos estudiantes y dos policías. Los problemas y
estrecheces que debimos pasa se vieron recompensados cuando meses
mas tarde nuestro entusiasmo y determinación nos
condujeron a unos de los hallazgos mas importante de la
arqueología del Nuevo Mundo: la cámara funeraria
intacta de un importante señor moche. Por primera vez
la ciencia
tenía acceso al contexto completo de una tumba intacta del
más alto rango de las culturas del antiguo Perú con
la inapreciable información sobre la
organización social, religión y sistema de vida
que correspondieron a sus ocupantes. Ocho esqueletos de
sirvientes, concubinas y guerreros rodeaban un ataúd de
madera que
contenía los restos del principal ocupante de la tumba,
acompañado de su tesoro de ornamentos, tocados, emblemas y
atuendos de oro, cobre, dorado,
piedras semipreciosas. Estos objetos que de por sí son un
verdadero compendio de exquisito arte y técnica
metalúrgica, constituyeron un símbolo de poder para un
dignatario muerto hace mil seiscientos años, a quien hemos
venido llamando Señor (Siec en la ex tinta lengua mochica)
de Sipán.

¿Quién fue el Señor de
Sipán?

Nunca antes se había documentado
arqueológicamente un entierro semejante y menos aún
uno que contuviera ornamentos y atuendo de tan refinada calidad
artística. Al terminar la total recuperación y
evaluación preliminar del contexto no nos
quedaba la menos duda de que nos encontrábamos frente al
entierro de unos de los hombres más importante de su
sociedad y su
tiempo.

El arte mochica, esencialmente figurativo y religioso
nos ha dejado un impresionante bagaje de imágenes y
representaciones que parecen restringirse a temas o escenas
más o menos recurrentes donde figuran y actúan
personajes reales o sobre naturales (hombres con atributos de
animales,
animales mitológicos o plantas, frutos y
artefactos animados), entre los más destacados
protagonistas de esa iconografía se encuentra un personaje
que recibe ofrendas,
honores y deferencias a su alta investidura y preside o conduce
todo evento o ceremonia importante. Sorprendentemente, muchos de
los atributos, emblemas e insignias representados en esa
iconografía son semejantes a los de s cubiertos en la
tumba de Sipán.

Los especialistas han llamado a este personaje "Ser
Radiante" o "Guerrero Sacerdote" (Hocquenghem – Don – Nan)
nosotros lo llamamos señor (Siec), en alusión a su
rol ambivalente y a la naturaleza de
las formaciones sociopolíticas de la Costa Norte
(Señoríos). Los emblemas de mando, insignias y
ornamentos cargados de simbología militar que fueron
hallados en la tumba Regia, así como los
acompañantes, armas y las imágenes que figuran en
la cerámica recuperada en ese sitio, nos llevan a
reconocer la indudable y primordial autoridad
militar del Señor de Sipán. Sin embargo se puede
afirmar que más allá de esta primera
constatación nuestro personaje ostentaba una triple
autoridad: militar, religiosa y civil.

El juego de tocados radiantes y sus posibles
combinaciones militares, que aparecen en las escenas de combate y
sacrificio de la iconografía moche, vuelve a encontrarse
en el personaje "Solar" y guerrero que restablece el orden en las
escenas de "rebelión de los artefactos, el cual
está comandado por el Hombre
Pájaro (Señor de la Noche), la alusión al
mantenimiento
de este necesario orden y equilibrio
parece en verdad tocar la principal función sacra del
señor. No en vano parte de sus ornamentos y emblemas se
refiere a la dualidad simbolizada por el oro y la plata, dualidad
que debe manejarse en términos de equilibrio entre dos
fuerzas, elementos o mundos opuestos. A través de
ésta simbología queda de manifiesto la autoridad
divina y responsabilidad del Señor en el
mantenimiento del equilibrio del mundo, de sus fuerzas opuestas
pero complementarias (día – noche; negativo –
positivo; muerte
vida; masculino – femenino).

Retornando el hilo conductor y común de las
formaciones sociopolíticas andinas, el Señor de
Sipán debió de tener para su pueblo yen su contexto
histórico – espacial, el miso nivel
jerárquico y semidivino que el inca en el tahuantinsuyo.
Ubicado en la cúspide de la estructura
regional, ejercía dichos poderes con arreglo a las
costumbres y tradiciones locales. Estamos hablando entonces del
Señor étnico del valle de Lambayeque que en vida
manejó los destinos de ésta región, entre
los siglos II y III.

A partir del limitado estudio de su osamenta, conocemos
que nuestro personaje murió a una edad cercana a los 40
años; entonces gozaba de buena salud, salvo una incipiente
artritis y tenía una estructura corpórea
equilibrada, no musculosa como la de sus acompañantes
varones. Una dieta especial le habría permitido poco
desgaste dental y una talla alta para su tiempo. Obviamente
guardaba diferencias físicas con sus súbditos, lo
que no sólo evidencia una especial forma de vida, sino
también rasgos inherentes a su genealogía. Sus
estatus y autoridad fueron heredados: debió integrar la
casta sagrada que, como en casi todas las formaciones sociales
del Antiguo Perú, sustentaba su poder en la creencia de
que descendía de las divinidades.

Comentarios Finales

Los trabajos arqueológicos en Sipán han
proporcionado novedosa información sobre la sociedad moche
o mochica, lo que ha llevado a formular nuevas perspectivas para
su interpretación. El monumento y sus
componentes pueden considerarse como uno de los más
importantes centros ceremoniales y de poder de la
época.

La plataforma en la que se halló la tumba puede
así estimarse como una especie de "mausoleo real",
destinado por algunas generaciones a la realeza mochica del valle
y su entorno. Las características y contenido de este
suntuoso entierro resumen el nivel de desarrollo
regional.

Nuestro personaje habría ocupado la
cúspide de la sociedad mochica local, probablemente
organizada como un reino o señorío. La
jerarquía de los personajes ligados al entierro del
Señor de Sipán corresponde a la jerarquizada
sociedad mochica, cuya estratificación sería la
siguiente:

  1. "El señor" (Siec), en la cúspide del
    poder local, con una triple autoridad: militar, religiosa y
    civil, representada por los símbolos "radiantes" o "solares",
    numéricamente asociados al factor decimal.
  2. "El Sacerdote", con rango y funciones
    estrictamente religiosas, vinculadas al culto lunar y al
    numeral 9.
  3. "Jefes militares" y/o "Caballeros", reconocibles por
    sus atuendos, armas y emblemas.
  4. "Dignatarios civiles", asistentes religiosos y
    "Soldados" o "guardias", adscritos a las específicas
    funciones anteriores.
  5. "Artesanos" y "Especialistas", probablemente
    pertenecientes a grupos familiares o castas.
  6. El pueblo común, en sus actividades
    productivas diversas.
  7. "Yanas" o servidumbre, asignada a los anteriores
    estamentos, al respecto cabe señalar que los prisioneros
    o cautivos solo habrían sido reflejo de una
    condición circunstancial, específicamente ligada
    a los combates, sus reglas y desenlace, lo cual
    comprometía mayoritariamente a individuos de los
    estamentos "c" y "d".

Los testimonios aportados a la ciencia por
las tumbas reales de Sipán nos llevan a replantear la
tradicional y hasta hace poco aceptada posición marginal
de Lambayeque en el área cultural mochica, donde se
consideraba al cercano Complejo de Pampa Grande, como un enclave
estratégico del poder sureño desplazado en
épocas tardías y principalmente a reflexionar sobre
las claves comparativas que este maravilloso hallazgo nos brinda
para una comprensión integral de tan importante
cultura.

CHONGOYAPE, CUNA DE LA METALURGIA
PERUANA.

La metalurgia tuvo en el antiguo Perú antecedes
dorados: inició su actividad nada menos que empleando el
oro como materia prima,
luego de unos primeros ensayos en el
sur del país, de elaboración de simples
láminas martilladas, las cuales, de acuerdo con su
descubridor Joel W. Grossman (1972) retroceden en 3 500
años, surgieron en el primer milenio antes de Cristo
orfebres, que gracias a su aplicación de una compleja
tecnología, sabía convertir la
materia dorada
en delicadas obras. De ellos da amplio testimonio la metalurgia
Chavin – Chupisnique, así como la de Nazca, sobre
todo como la Mochica o Moche.

Pero también los variados objetos tres veces
milenarios, descubiertos en Chongoyape, allá por el
año 1928, que con los de Kunturwasi, en Cajamarca, son las
joyas emblemáticas más antiguas del Perú, su
antigüedad está atestiguada por el estilo y el
contenido iconográfico que acusan, afiliados al estilo
Chavín – Chupisnique, cuyo desarrollo retrocede, en
efecto al primer milenio antes de Cristo, se trata de objetos
ornamentales dotados de figuras emblemáticas repujadas
sobre láminas de oro. Con posterioridad al hallazgo de la
joyas de oro de Chongoyape, el arqueólogo Yoshio Onuki,
identificó, durante sus excavaciones en Kunturwasi
(Cajamarca), tumbas colmadas también de material trabajado
exquisitamente en oro con técnicas y
motivos iconográficos afines a los de Chongoyape, y por lo
tanto contemporáneos de las joyas de este último
lugar.

Chongoyape es la capital de la
provincia del mismo nombre, ubicada en el departamento de
Lambayeque. Fue aquí donde se produjo el sensacional
hallazgo de los variados objetos de oro que hoy que hoy conserva
el Museo del Indio Americano de Washintong.

El descubrimiento fue casual y tuvo lugar en El
Almendral, una antigua hacienda en la vecindad de Chongoyape,
todo comenzó cuando un grupo de muchachos, mientras
jugaban, advirtió de pronto el relampaguear de objetos de
oro que asomaban entre el fango del fondo de una Zanja, abierta
por el rebalse de una acequia de regadío. Los muchachos
capitaneados por Floro Morrofú, se apoderaron de las
reliquias doradas y se adornaron con éstas,
tratándolas cual si fueran objetos de hojalata, mientras
uno de ellos engalanaba una de sus pantorrilla con lo que
había sido un vaso ceremonial, de cuerpo elevado,
simulando calzar colinas, cuyo uso por entonces era generalizado,
otro joven ceñía corona de oro y un tercero
exhibía orgulloso una reluciente pulsera.

El inocente juego de los jóvenes se vio de pronto
interrumpido por la presencia inesperada de uno de los hermanos
Ganoso, copropietario de la Hacienda El almendral. Se apresuraba
a caballo en alcanzar el lugar, atraído por los fulgores
que a lo lejos despedían las preciosas joyas de
oro.

El segundo capitulo de ésta singular aventura se
centra en la recompensa, consistente en una pequeña
gratificación, que Ganoso ofreció a los
niños a cambio de los
objetos. Pero al percibir éstos, que sus juguetes,
podían tener valor, se
desbandaron para entregarlos a sus padres o para "Canjearlos en
la tiendas por bizcochos". Con gran esfuerzo, los hermanos Ganoso
lograron rescatar las áureas prendas desparramadas, muchas
de las cuales llegaron prontamente a Chiclayo para ser
comercializadas. El tesoro de Chongoyape finalmente fue a parar a
los Estados Unidos, donde fue examinado por Samuel K.
Lothorp.

Igual como sucede en Chavín de Huántar con
la figura de la Estela de Raimondi, entre las representaciones de
Chongoyape aparece retratado un personaje de la más alta
jerarquía, sosteniendo báculos. Se trata de una
figura híbrida que combina los mismos elementos que se
articulan en las representaciones del Dios del Agua Andino:
conformación básica antropomorfa a la que se
asocian elementos anatómicos provenientes de un ave de
rapiña y de un felino. Su semblante es feroz, por cuanto
demandaba respeto y
sacrificios para mostrarse generoso y enviar a tiempo y en su
justa medida el agua vivificante de las sementeras (F. K.
D).

LA LEYENDA DE NAYLAMP

Naylamp – El Hombre
Pájaro

Era de noche pero las balsas seguían avanzando en
el inmenso mar. No perdían ni un segundo, artos de
guerra y
miseria, hombres y mujeres audaces se habían lanzado a la
búsqueda de nuevos horizontes. Se enfrentaban a una tarea
difícil, sufrían penurias. Algunas balsas
desaparecían en terribles tormentas, otras simplemente se
extraviaban. El cansancio, la sed y el frío los azotaban.
Se empezó hablar de fracaso, de regresar. En el grupo
había un hombre especial que transmitía confianza y
aliento a la gente, se llamaba Naylamp, era pequeño y de
voz cálida. Sus ojos grandes y negros, como de
pájaro, cautivaban a quien los mirara, su balsa de totora
era igual a las otras, pero tan ligera que parecía volar
sobre el océano. Los acompañaba su esposa Ceterni.
Los dos tocaban suaves melodías en sus caracoles marinos,
la música
tranquilizaba a los hombres, los hacía olvidar sus penas,
sus problemas gracias a sus dones y capacidad, Naylamp se
había convertido en un jefe muy querido, una noche
mientras proseguían aquella interminable travesía,
el temor invadió a Naylamp, alzó la voz y
dijo:

  • Luna, amiga mía, me prometiste una tierra
    generosa. Te he seguido junto con mi pueblo, pero tu nos has
    abandonado; ya ni tu, ni las estrellas nos alumbran por las
    noches, asomando por las nubes, la luna le
    contestó:
  • Sigue tu camino, Naylamp, el mar te llevará a
    donde te prometí, continuaron navegando, los
    inconvenientes aumentaban, la gente empezaba a desesperarse.
    Esta vez Naylamp se quejó al mar, éste conmovido
    le contestó:
  • Cálmate, levanta los ojos y verás la
    tierra que ansías, en ese fantástico momento, los
    músicos soplaron sus caracoles y los cantores elevaron
    jubilosas melodías. Entre la muchedumbre que reía
    y cantaba, sobresalió la potente voz de Naylamp:
    ¡saltemos a tierra!, demos gracias a nuestros dioses, al
    fin hemos encontrado en lugar ideal para vivir.

El jefe caminó entonces sobre el sendero de polvo
de conchas marinas que el encargado Fonga Sigde, trazó
sobre la nueva tierra, entusiasmados los hombres desembarcaron en
una playa de arena dorada y empezaron a recorrer los contornos,
después de unas horas comprobaron que era una tierra
fértil, donde abundaba el agua dulce y los animales
silvestres, decidieron establecerse allí, en el sitio q
mas tarde se llamaría Lambayeque. Lo primero que hicieron
fue construir casas de adobe o Chots. En cada chot colocaban una
pequeña estatua verde, semejante al gran Jefe Naylamp.
Enseguida celebraron ceremonias de agradecimiento en los cuales
los danzantes fueron acompañados por Pita Zofi, el
más hábil tañedor de caracoles, conforme
pasaba el tiempo se organizaban mejor, se dividían las
tareas y cada uno colaboraban en el bienestar común, el
buen jefe trabajaba con la gente y estimulaba a trabajar, fue
así como desarrollaron diferentes oficios: unos
aprendieron a hacer chicha de maíz que
apagaba la sed y jamás faltaba en las fiestas. Otros
confeccionaban magnificas ropas con plumas de ave y bordaban
tejidos, unos
se dedicaron al maquillaje, se pintaban sus caras,
diferenciándose así los rostros, según las
labores que desempeñaban y muchos se dedicaron a la
pesca. Todos
estos primeros artesanos les enseñaron a sus hijos y
éstos a los suyos y así sucesivamente, con el
tiempo el pueblo se hizo grande y famoso, la figura de Naylamp
tenía un poderoso significado. Los hombres se
habían acostumbrado a respetarlo y honrarlo, pero algo los
preocupaba, no los dejaba vivir tranquilos, el rostro de su amado
señor reflejaba una tristeza que él mismo no
podía disimular, nadie entendía porque una
mañana Naylamp desapareció, lo buscaron en su casa,
en los alrededores, pero en vano, la inquietud era general,
alguien dijo que había escuchado la misma voz que le
hablara durante la travesía y que esa voz le había
dicho que era el momento de partir, de regresar y que Naylamp se
había ido volando con unas alas inmensas. La pena se
apoderadle pueblo, nadie durmió aquella noche, casi todos
esperaron la vuelta del jefe varios días, algunos salieron
a buscarlo enrumbando por diversos lugares. Sin detenerse Pita
Zofi, tocaba su caracol con una intensidad que nunca que nunca
antes había logrado. Creía que, al oírlo,
Naylamp volvería.

Un amanecer cuando Pita Zofi conducía una
melodía, divisó en el firmamento una bandada de
aves que seguía un pájaro grande y brillante en
dirección a la luna, según los
jefes, aquél pájaro era Naylamp y el pueblo
conservó para siempre esa creencia.

Desde entonces los hombres no perdieron la esperanza de
ver nuevamente a Naylamp y transmitieron la leyenda de
generación en generación, a fin de que cuando
volviera fuera recibido como merecía. Si alguna vez
escuchas el sonido de un
caracol, recuerda a esa valeroso pueblo llamando a su buen jefe
Naylamp.

ATRACTIVOS TURÍSTICOS EN
LAMBAYEQUE

Pensar en Lambayeque es pensar en historia. Aquí
más que en otros lugares del Perú, es evidente que
nos encontramos en una tierra marcada por el paso de diversas
culturas (mochica, sicán, sipán, chimú. Inca
y española, por citar a las principales). Con el tiempo,
algunas de ellas fueron cubiertas por la arena, y sus secretos
velados por el mito y el
silencio. Hoy, sin embargo, esos secretos empiezan a descubrirse
para el mundo, Lambayeque es, en la actualidad, el departamento
que los viajeros buscan para sumergirse en el pasado cultural de
la costa.

Un territorio de huacas que irrumpen entre los campos, y
de pueblos tradicionales ocultos entre bosques de
algarrobo.

Chiclayo, su capital, se ubica a poco más de 700
kilómetros al norte de Lima. Famosa por poseer un clima
cálido y soleado durante todo el año, la ciudad es
hoy una urbe activa y mestiza, punto de encuentro donde el ritmo
diario lo marca el intenso
comercio entre
los que llegan de los pueblos de la costa y de la sierra y selva
norte.

A orillas de una mar rico y generoso, la región
es pródiga en campos de algodón, arroz y caña de
azúcar. Sin bien los orígenes de su
fundación son difusos, se sabe que antaño fue un
pequeño poblado que aglutinaba a los pobladores del Ande.,
los negros traídos como esclavos para las grandes
haciendas españolas y los chinos, se sustituyeron a estos
últimos al abolirse la esclavitud.

Una singularidad de Chiclayo, es su catedral, construida
a base de un diseño
del famoso ingeniero Francés Gustave Eiffel. El mercado de la
ciudad es también un lugar digno de visitarse; sus
coloridos puestos de venta de frutas y
verduras compiten en singularidad como aquellos que ofrecen los
más alucinantes insumos para la curandería y que
parecen sacados de la imaginación de un artista
surrealista. Si todo ellos no bastara, sus bellas playas y su
excelente comida son razones que harán de la visita a
Chiclayo una parada obligada para todo aquel que pase por
allí.

Se dice en Chiclayo que "el trabajo
puede esperar, pero la jarana nunca", lo que expresa el
carácter festivo de sus pobladores. No por nada
ésta es la cuna, o lugar de extensa práctica, de
numerosas danzas de origen africano, como el tondero, el
cundú, el panalivio y Zaña.

Lambayeque es la segunda ciudad en importancia de
éste pequeño pero atractivo departamento costero.
Situada a sólo 10 kilómetros de Chiclayo, es una
ciudad pequeña y sosegada, donde el sol invita al
descanso a la sombra de las coloridas copas de sus poncianas.
Lambayeque alcanzó su mayor auge a inicios del siglo
XVIII, cuando se instalaron en ellas las ricas familias de la
región que abandonaban Saña a causa de las
continuas inundaciones que la asolaban.

La ciudad cuenta con interesantes muestras de
arquitectura colonial: las casonas del centro y la catedral o
iglesia de San
Pedro, con sus cuatro torreones nombrados en honor a la clase social
que solía frecuentarla: Santa Catalina, a los nobles; San
Francisco, a los caballeros de la tercera orden; San Roque, a los
indígenas y Santa Lucía, a los negros.

Lambayeque, alberga además un extraordinario
complejo arqueológico: un centenar de pirámides,
que corresponden a diversas épocas, se confunden con el
entorno entre densos bosques de algarrobos. Sin duda una de las
más importantes es la que albergaba al Señor de
Sipán, Huaca rajada, descubierta por huaqueros ilegales y
estudiada por el arqueólogo Walter Alva desde
1987.

La ciudad cuenta entre sus principales atractivos con el
recientemente inagurado nuevo edificio del museo Brunning.
Quienes lo han visitado aseguran que sería un pecado
dejarlo de ver. En su interior aguardan al visitante una
espectacular muestra de restos precolombinos de la tumba del
Señor de Sipán, además de 1 500 piezas (oro
Chimú, tejidos y cerámicos vicús, entre
muchos otros). El museo fue formado sobre la base a la paciente
colección de objetos que inició el ingeniero
alemán Enrique Brunning a fines del siglo XIX y
adquiría por el estado peruano en 1925. la
colección ha ido enriqueciéndose por la piezas
producto de
los decomisos, donaciones y las nuevas excavaciones y
descubrimientos, las últimas piezas recibidas corresponden
a la halladas en la tumba del Señor de Sipán,
comparadas por su valor, con las tumbas del faraón egipcio
Tutankamon.

Lambayeque y Chiclayo, como hemos dicho, son destinos
gastronómicos de peso.

Quién no se ha deleitado alguna vez con un arroz
con pato a la chiclayana, un seco de cabrito, unas humitas, el
chirimpico (mondongo), la tortilla de raya, el chinguirito de
guitarra, los chilcanos o los archiconocidos ceviches (no deje de
probar los preparados en la caleta Santa Rosa o en la playa
Pimentel. La zona es, además famosa por sus chifas y
dulces como el tradicional King Kong y los alfajores. Chiclayo es
el punto de partida para visitar varios de los mas interesantes
destinos turísticos de la región, uno de ellos es
el poblado de artesanos de Monsefú, un pueblo mochica que
ha sabido conservar su cultura nativa, hecho que se refleja en
sus ricas tradiciones, costumbres, y elaboradas artesanías
(hermosos tejidos de paja e hilo, cestos, canastos y objetos
finamente labrados en madera de zapote y
guayacán.

En Batán Grande, al norte de Chiclayo, se
encuentra el bosque de Poma, localidad que cobija las abundantes
huacas y tumbas de los antiguos habitantes de una región,
al pie de una de ellas, llamada del loro, un grupo de
investigadores, dirigidos por el arqueólogo japonés
Izumi Chimada, halló la espectacular tumba del
Señor de Sicán (700 – 1050 d.C.).

Túcume es por su parte un importantísimo
complejo que alberga a 26 pirámides pertenecientes a
diversas culturas. Según las leyendas,
éstos fueron los dominios de Calá, descendiente del
mítico Naylamp, mítico fundador de
Lambayeque.

La ciudad de Saña fue fundada en 1563 por
poderosas familias de la región, continuamente asolada por
piratas, fue finalmente arrasada por el río en 1720. Una
leyenda cuenta que la destrucción de la opulenta villa,
fue castigo divino a causa de la vida disipada y de despilfarro
de sus habitantes. Hoy sus muros semihundidos paralacetes y
templos destruidos, yacen como testimonio de la rica mixtura de
su gente: el ritmo negro. La melancolía andina y la marca
siempre presente, de los españoles, Saña es
también tierra de chamanes y plantas mágicas, y de
quienes veneran a la cruz de Chalpón. Finalmente,
está Salas, la famosa ciudad de los Brujos, los chamanes
de Salas son conocidos en el país entero.

CONCLUSIONES

Lambayeque se caracteriza por sus restos
arqueológicos, entre los más importantes
está el descubrimiento de las tumbas reales de
Sipán.

En el departamento de Lambayeque se puede disfrutar de
su variedad de platos típicos tales como: tortilla de
raya, arroz con pato, chinguirito y otros.

El departamento de Lambayeque no solo cuenta con
impresionantes arqueologías sino que también sus
provincias cuentan con una rica cultura y tradiciones.

BIBLIOGRAFÍA

Atlas Departamental del Perú. Lambayeque. Primera
edición. La República

Documental del Perú

BREVE HISTORIA DEL AUTOR

Mi nombre es Julia Portilla Chávez, soy
estudiante de la facultad de Ciencias de
la
Comunicación de la Escuela de
Periodismo en
la Universidad
Particular de Chiclayo, actualmente curso el IV ciclo de mi
carrera, con los deseos de especializarme en la parte de
periodismo y lograr hacer unos buenos Documentales.

Y expongo este trabajo con el fin de difundir el
maravilloso departamento en el que vivo, porque creo que es una
pieza del mundo con una importante historia que deberíamos
conocer.

Cualquier consulta o información pueden escribir
a mi correo

 

Por:

Julia Luisa Portilla Chávez

UNIVERSIDAD PARTICULAR DE CHICLAYO

MAYO – 2007

Perú, Lambayeque, 24 de mayo del 2007

Partes: 1, 2
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