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Dificultades de lectura y escritura en niños disléxicos (página 2)




Enviado por vicente.martins



Partes: 1, 2

El significado de aprender debe por lo tanto ser visto
como una asimilación activa. Aprender de tal modo que, en
la última etapa de educación
básica, en la enseñanza media, los jóvenes tengan
un desempeño eficiente o satisfactorio a la
hora de leer un libro o de
escribir un texto para
concursos o pruebas de
universidad. Sin
una memoria de largo
plazo es difícil el acceso al léxico a la hora de
escribir un texto o de hacer lecturas. Leer para aprender empieza
por una lectura
comprensiva de una obra literaria, como los clásicos de la
literatura
brasileña (Machado de Assis, Aluisio Azevedo,
Ráchale de Queiroz y otros), y no se limitan a responder
sólo los formularios de
lecturas anexas en el libro.

Leer, pues, es concluir ideas y construir, atribuir
sentidos, significados plurales a lo leído, de modo que
aplique informaciones y conocimientos adquiridos en la vida
universitaria y personal.

Una obra como O Cortiço, de Aluisio
Azevedo, no podrá ser traducida sólo como descripción del cuadro social del Rio de
Janeiro de finales del siglo XIX, sino como una crítica
del autor naturalista a la forma predatoria con la cual Portugal
dominó el país en el período
colonial.

La escuela insiste
en cuestiones generales como "¿qué modalidad tiene
esta obra?", "¿a qué escuela pertenece el actor X o
Y?", "¿quién es el personaje?". De esa manera la
escuela funciona como un cementerio oficial de lectores
hábiles. Algunos profesores, en esos cementerios lectores,
no funcionan como facilitadores y estimuladores del aprendizaje
eficaz, sino como verdaderos lavadores de cerebros de la
lectura.

Muchas veces las preocupaciones de los padres con la
función
lectora de los hijos son aparentemente pequeñas. Algunos
padres ciertamente exageran en las expectativas de sus hijos en
lo que se refiere a escritura o
lectura, pero la falta de confianza para el padre es un buen
indicio de lo que realmente puede estar ocurriendo en la
formación lectoescritora de su hijo. La sociedad
escogió a la escuela, entre las instituciones
sociales, para trabajar con la lectura y la escritura de nuestros
hijos. Ocurre que muchos niños
con dificultades lectoescritoras, especialmente la falta de
habilidad lectora, no llegan a una comprensión
significativa del tema de la obra. A los padres y profesores les
gustaría que ellos, sus hijos lectores, llegasen
después de una lectura de una obra a la comprensión
de las palabras y de su mecanismo de funcionamiento.

Un mal lector en enseñanza media puede ser
generado en el período de la enseñanza
básica. Por ejemplo, algunos alumnos con dificultades
específicas de lectoescritura
al final del primer ciclo de enseñanza básica hacen
cambio de
fonemas y grafemas como t/d, f/v, b/p,
principalmente.

¿Qué hacer si la dificultad de los
educandos está en la palabra, en la enseñanza
gráfica y no en el texto como un todo? ¿Alguien que
tenga dificultad en comprender una palabra tendrá
algún chance concreto de
comprender bien una frase? ¿Habrá sido eficiente
la
educación infantil o la clase de
alfabetización, en cuanto al desarrollo
cognitivo y lector de los niños, en la preparación
para la lectura inicial o intermedia?

Muchos padres, sin una respuesta eficaz de la escuela,
buscan, fuera del ambiente que
ella proporciona, profesionales como fonoaudiólogos,
pediatras, neurologistas y psicopedagogos en busca de la
superación del problema. Muchos profesionales, por su
parte, actúan, prontamente, en la preeducación del
lenguaje
verbal, sugieren caminos, pero las dificultades de lectoescritura
son especificas de la lectura y de la escritura.

Los que se aventuran a comprender y a intervenir,
profesionalmente, en la terapia de las habilidades
lingüísticas, deben conocer la teoría,
el proceso y
desarrollo del lenguaje. No es casualidad que, hoy, profesionales
de salud (más
que los profesionales) sean grandes lectores y actores de obras
relacionadas con las patologías del lenguaje.

Existe una medicina
pedagógica que ya ocupa el espacio dejado por los
pedagogos tradicionales cuando están delante de
situaciones en que los niños no aprenden a escribir y a
leer bien, a pesar de tener las condiciones objetivas ofrecidas
para una formación eficaz.

Con la ayuda de esos profesionales de la
educación y preeducación lingüística, que se dedican a la
terapia del lenguaje, así como al diagnóstico e intervención
psicopedagógica, el problema de la dislexia y la
disgrafía es soportado, compensado, pero no significa la
superación definitiva de las perturbaciones.

3. La falta de
respuesta de la escuela en la enseñanza
lectoescritora

Los problemas de
lectura y escritura deberían tener respuesta eficaz en el
medio educacional, en un trabajo
interdisciplinario, contando con la ayuda externa de
profesionales de psicología, de
fonoaudiología y de medicina (pediatría y
neurología).

Las soluciones a
problemas lingüísticos deben ser proporcionadas por
todos aquellos que actúan directamente con el lenguaje
(todos los profesores son profesores de lenguaje,
potencialmente), de modo que presenten soluciones internas sin
perder de vista las especificaciones del proceso lectoescritor,
lo cual tiene una naturaleza
didáctica y, por eso, las mismas soluciones
deben venir del propio ambiente y de la dinámica de la escuela.

El profesor,
principal agente del proceso preeducador, debería o debe
ser el más aplicado o calificado en las cuestiones que se
refieren a pedagogía de la lectoescritura.

Sin un trabajo consistente de la escuela, los cambios de
letras simétricas, por ejemplo, normalmente siguen en la
fase adulta. En algunos casos, con menos frecuencia. Otras veces,
es un síndrome que acompañará a los
niños, los jóvenes y los adultos por toda su
vida.

Es necesario el trabajo de
preeducación lingüística, es decir, formar una
conciencia
lingüística, especialmente la conciencia de los
sonidos del habla.

El papel de la escuela es enseñar bien el
sistema
fonológico de la lengua, su
distribución, su clasificación y su
variación. La escuela necesita enseñar los
conceptos lingüísticos de vocales y consonantes en la
enseñanza de la lengua
materna.

Es esa conciencia fonológica o
lingüística que hará que los niños, al
escribir palabras con letras simétricas (p, b, p,
q),
piensen respecto al proceso de la escritura
alfabética.

Una de las consecuencias de la falta de conciencia
fonológica es, en la escritura formal, que los alumnos
saltan letras, por ejemplo: glóbulos /
góbulo.

Cuando cambios, omisiones y sustituciones de fonemas
ocurren en el proceso de la lectoescritura, no tendremos dudas de
que la escuela ha incurrido en omisiones en la eficaz
enseñanza fonológica de la lengua materna.

4. Defectos en
el aprendizaje
de la lectoescritura

Hablar y escribir son dos habilidades complejas en el
medio de las habilidades lingüísticas. Expresarse
verbalmente, oral o por escrito, es una habilidad que no nace con
el ser humano.

La escuela es, entre las instituciones sociales, la
escogida por la sociedad para el desarrollo de las habilidades de
la lectura, escritura y habla.

El habla debería ser, para las escuelas, la
habilidad inicial, básica, el punto de partida para un
trabajo más eficiente en la formación
lingüística de los niños.

La escuela todavía tiene supeditado el habla
espontánea, particularmente la resultante de la
variación popular, como una expresión equivocada,
lo que acabamos llamando prejuicio
lingüístico.

Los padres y educadores, o todos los profesionales que
operan con diagnóstico e intervención
psicolingüística, deben estar atentos durante la edad
de adquisición lingüística.

Aparte de un determinante constitucional, el acceso
obligatorio de los niños a la enseñanza
básica a partir de los 7 años de edad corresponde
también a una etapa importante para su desarrollo, sus
capacidades y habilidades lingüísticas.

A partir de los 8 y 9 años de edad, y ya al final
del primer ciclo de la enseñanza básica, es
importante que los educandos sean proeficientes en la escritura y
lectura inicial.

La excelencia de la enseñanza es un indicador
importante del éxito
escolar. Cuando existen dificultades significativas y recurrentes
en la escritura o en la lectura inicial o intermediaria de los
niños, podemos decir que, de alguna forma, hay un fracaso
de la escuela.

De hecho los familiares deben duplicar sus atenciones en
lo que se refiere a expresión oral o escritura de sus
hijos, para verificar y corregir sus defectos en el aprendizaje
de la lectura y escritura.

Los cambios, sustituciones y omisiones de fonemas en la
habla o en la escritura reflejan deficiencias en el aprendizaje
lectoescritor.

Los cambios de fonemas como p/b, p/q, f/v, entre
tantas unidades sonoras y distintivas del sistema de consonantes
portuguesas, por ejemplo, en esa fase, reflejan muchas veces una
deficiencia lingüística en la formación
inicial (la alfabetización) de los
niños.

Un niño que cambia fonemas en el habla o que
tiene problemas en lo que corresponde a grafema-fonema, parece
sugerir, para los educadores y lingüistas, que existe una
deficiencia en la formación pedagógica.

Sabemos que muchas deficiencias están enraizadas
en la propia pedagogía. Muchos de nuestros
alfabetizadores, aunque tengan experiencia, tienen deficiencias
de formación para el magisterio de la escuela.

En las escuelas, a veces, ocurre una mala
instrucción de la enseñanza de lectura o escritura.
Pensemos primeramente que se trata de una ocurrencia
involuntaria. Esto acarrea, a través de los largos
años de formación de la escuela, consecuencias
serias para el proceso lectoescritor.

Un profesor de educación básica que dice
que la vocal es una letra o que no sabe separar, en una palabra,
la cantidad de fonemas y letras, seguramente no conseguirá
suministrar una enseñanza sistemática segura y
coherente. Su alumno, ciertamente, tendrá dificultades en
deletrear o inclusive pronunciar algunas palabras.

Una escuela que enseña, por ejemplo, en el
sistema fonológico del portugués, no más que
5 vocales, está dando bases precarias, de orden
metalingüístico, para la lectura, lo que genera en un
educando la adquisición de una dislexia
pedagógica.

Sabemos que en portugués son 12 vocales. Son 7
vocales orales: /a/, /é/, /ê/, /i/, /o/,
/ô/
y /u/, y 5 nasales: /an/, /en/, /in/
/on/
y /un/.

Las vocales son los sonidos del habla. No son letras.
Las vocales son fonemas, o sea, unidades sonoras distintivas de
la palabra. Tienen haber con la lectura. Sin ese entendimiento no
hay cómo impartir una enseñanza a favor de la
conciencia metalingüística de los sonidos del
habla.

Las letras que representan las vocales o sonidos del
habla tienen una estrecha relación con la
escritura.

La decodificación, fase importante en la lectura,
anterior a la comprensión lectora, requiere el
reconocimiento de las letras y grafemas, de las diversas
manifestaciones gráficas de los grafemas en el sistema
escrito.

Leer y escribir se complementan, pero no son habilidades
de niveles homogéneos. Hablar bien no es garantía
de una buena escritura. Escribir bien tampoco garantiza una buena
lectura.

Quien lee amplía más su conocimiento
previo a la hora de escribir, pero ambos, escritura y lectura,
son procesos que
tienen sus especificaciones.

En una palabra, la escritura no es el espejo del habla.
Como se dice, como se habla, como se pronuncia el nombre de las
personas o objetos, no es necesariamente como se escribe. No hay
una correlación entre el fonema, o sonido del habla,
con la escritura, con los grafemas.

En casos en que los niños presentan,
insistentemente, el cambio de letras, podemos suponer, por
ejemplo, una dificultad por motivación
fonológica.

Una información lingüística o meta
fonológica en el proceso de formación escolar
diferencia la habilidad lectoescritora de los niños. Quien
aprende a reflexionar la lengua comprenderá mejor sus
errores y vicios de lenguaje.

La fonología, parte de la gramática que trata de los fonemas, es muy
importante para la escritura y para la articulación de las
palabras.

Veamos, por ejemplo, los fonemas /t/ y
/d/, que son consonantes linguodentales. Una sorda
(/t/). La otra sonora (/d).

Los padres deben estar atentos en lo que respecta a la
articulación de los fonemas. Deben empezar observando
atentamente el habla espontánea, típica de sus
hijos.

Preguntas como "¿qué ocurre con la
escritura después de un dictado?" o "¿están
siendo bien articulados por sus hijos en el habla
espontánea o en la lectura de textos escolares?", deben
ser parte del centro de interés
pedagógico y preocupación familiar de los
padres.

Entonces, si no están aprendiendo bien la
estructura
fónica de la lengua, ¿qué tal un trabajo con
las cuerdas vocales, para que noten la diferencia en cuanto a la
sonoridad?

Es una hipótesis importante. En general, cuando
ocurre ese déficit fonológico, esa
hipótesis
será confirmada por la pronunciación o deletreo de
las consonantes labiodentales, como: /f/ y /v/, y
/p/ y /b/.

Los padres, con o sin formación superior, deben
tener la costumbre de abrir las gramáticas escolares, que
infelizmente traen reglas poco claras. Aun así, las
gramáticas traen informaciones que pueden aclarar, por
deducción, reglas, a partir de las
informaciones de los actos o fenómenos
lingüísticos.

Quien lee una gramática sin preocuparse por la
memorización de las reglas, y sí comprometido
realmente en aprenderlas, acaba sacando dividendos del
metalenguaje gramatical: la explicación código
por código.

Es interesante que la clasificación de las
categorías gramaticales o la terminología de la
teoría del lenguaje, muchas veces son motivadas o traen un
origen grecolatino que las confunde con el ser, con la cosa, como
acto gramatical.

Un adverbio es una categoría que modifica el
verbo (el adjetivo y el propio adverbio también) porque es
un "ad verbo", es decir, una categoría gramatical
que se queda próxima al verbo. El adverbio es una
categoría que combina la estructura oracional con el
verbo, complementa su sentido en varias circunstancias (modo.
compañía y negación). La gramática
normativa no enseña así, mas la terminología
nos sugiere esta educación lingüística por la
palabra.

La nomenclatura de
la gramática normativa, normalmente, es motivada,
sugestiva, y así acabamos por llegar a una
conclusión de la operación
lingüística.

La gramática enseña que antes de p
y b no se escribe n y sí m, mas no
explica nada. Prescribe reglas. Entretanto, si nos fijarnos bien,
/b/, /p/ y /m/ son fonemas bilabiales. El fonema
/n/ es linguodental. Por lo tanto debemos escribir
m y no n. Es, pues, una regla fonológica.
Luego, una buena explicación del fenómeno
fonético, presente en la regla de arriba, enseñada
desde el principio en la enseñanza básica,
promoverá la conciencia metafonológica de los
niños.

De ese modo, los padres no deben emprender ceremonia
alguna para abrir una gramática o un diccionario
escolar con la tarea de enseñar la lengua
materna.

A los hijos con dislexia escolar, un padre o una madre
(o inclusive un hermano mayor) puede abrirles la gramática
en la parte relativa a la fonología, y mirar el cuadro de
consonantes de la lengua portuguesa.

Las vocales son más simples, pues se distribuyen
en central (/a/), anteriores (/ê/, /é/,
/i/)
y posteriores (/ô/, /ô/ y
/u/), siempre sugiriendo una explicación, una
descripción para el funcionamiento de los fonemas en el
contexto de la palabra.

¿Por qué decimos /Pedru/ si la
palabra Pedro termina con la letra o? Leemos
fonemas. Escribimos letras. Las letras no sólo
representan, en la escritura, los sonidos del habla.

La familia
observará, leyendo las gramáticas escolares,
cómo son clasificados los fonemas en cuanto al modo y su
punto de articulación. Un ejercicio operatorio con
articulación o producción de los fonemas es de gran
valor en la
enseñanza de la lectoescritura. Por ejemplo:

  1. La familia debe hacer su educación o
    preeducación lingüística. Articular cada
    fonema, vocal y consonante. Observar cómo su hijo
    está pronunciando los fonemas.
  2. Enseguida, pedir a su hijo que mire el movimiento
    de sus labios cuando articulan fonemas y algunas palabras del
    cotidiano (papá, bola, cuaderno, cuchillo, tarea, etc.).
    Quien aprende a mirar, observar, aprende a teorizar. La palabra
    teoría, de origen griego, quiere decir
    "aquello que viene del mirar". Quien mira aprende a
    pensar. Quien piensa la lengua cuando habla, lee, escucha o
    escribe, es capaz de hacer reflexión
    metalingüística.
  3. Pedir también que imiten su
    articulación de sus sonidos es un modo antiguo,
    tradicional, pero interesante de aprender. Existe una frase
    hecha, latina, que dice: "A repetitio studiorum mater
    est"
    ("La repetición es la madre del conocimiento").
    La repetición acaba por dirigirlos a la conciencia de
    los fonemas.

Un padre o una madre que se disponga a enseñar,
aunque no sea un profesional de la lingüística
podrá con ese procedimiento
ayudar en la formación lectora de sus hijos.

La familia tiene un importante papel en la
formación escolar de su hijo.

5.
Desarrollo de la capacidad de aprender

Es necesario que la escuela enseñe a sus alumnos,
especialmente los de educación primaria, cómo se
hace realmente el proceso de la adquisición del
conocimiento del lenguaje.

Los niños, desde pequeños, necesitan
entender cómo se procesa la información y los
conocimientos en el cerebro humano.
El almacenamiento,
por largo plazo, de las informaciones lingüísticas,
imprescindibles para el habla, la escritura, la lectura y la
comprensión oral.

Tal educación servirá no sólo para
la lengua materna sino también para las demás
disciplinas escolares.

En un cálculo
como 34 x 76 hay mucho que enseñar aparte de su producto
final. Algunos profesores de matemáticas o lengua se concentran en el
resultado de la instrucción formativa, en cómo van
a valorar cada etapa hecha y ganada por el alumno.

Una prueba formal valora el lenguaje y permite que los
niños aprendan cada vez más. La prueba "escolar",
en contrario, califica a los niños por el lado del proceso
de formación.

Cuando pensamos en lectoescritura, una operación
elemental de multiplicación, por ejemplo, llega a ser
revelador el proceso cognitivo a que los niños
están sometidos a la hora de operar cálculos en la
mente y en el papel, dado que esta operación elemental se
realiza con el cálculo de la suma de n parcelas
iguales a un número m.

La matemática
y la escritura están bien próximas, es decir tienen
una naturaleza procesal y cognitiva.

De hecho tendríamos los siguientes procedimientos en
el caso de la multiplicación:

  1. Distribución espacial de los factores que
    participan de las operaciones de
    matemáticas, es decir 34 y 76.
  2. Efectuamos una operación entre multiplicador y
    multiplicando. Observaremos que en ese caso el multiplicador es
    el factor que indica cuántas veces hay que tomar el otro
    para efectuarlo. El multiplicando es el número que se
    tiene que sumar tantas veces son las unidades del
    multiplicador.
  3. Por fin llegaremos a un producto, es decir el
    resultado de la operación.

La dialéctica, como fundamento de la metodología procesal en la educación
de las habilidades lingüísticas y matemáticas,
está presente, por lo tanto, en las matemáticas
elementales o en la producción del texto discursivo o
disertativo. Un texto es un proceso constituido de
fases:

  1. Introducción,
  2. desarrollo y
  3. conclusión.

Una multiplicación de 34 por 76 podría
hacerla en una clase de producción escrita donde se
enseña y describe, por analogía, la estructura
básica de un texto.

En el momento de la evaluación, la idea de proceso educacional
vuelve a ser el centro de la atención docente. La evaluación
formativa tiene como objetivo el
proceso, el reconocimiento de que los medios son
importantes para la finalidad del aprendizaje.

Los niños necesitan aprender y saber esas
informaciones del lenguaje, de la lectura, de la escritura y del
cálculo con seguridad y de
manera segura y clara.

Quien tiene presentes estas premisas, enseña.
Quien enseña, debe saber los contenidos para repasar
gradualmente al alumno. La escuela necesita llevar a los
niños al mundo del conocimiento. Los niños son los
regentes del mundo del saber.

En la calle, los niños aprenderán
informaciones metalingüísticas como conceptos de
lengua, habla, vocal, semivocal, dígrafos, etc.
Harán, claro, hipótesis, aprendidas del habla
espontánea.

Un niño aprende en la calle la expresión
"toy maluco", pero sólo la escuela es capaz de
advertir que, en el lenguaje culto, la forma ideal de una
sociedad burguesa es "yo estoy maluco", teniendo en cuenta
que la lengua, por su naturaleza social, sufre muchas
alteraciones en su forma y contenido.

Por eso, la escuela puede decir que la lengua
histórica, por una serie de transformaciones
lingüísticas y estructurales, en función de la
dinámica social y variaciones geográficas y
sociales propias de los idiomas modernos, se ha transformado en
una forma verbal consagrada, por las gramáticas, como
erudita, como por ejemplo: estoy, en toy, en el
lenguaje popular. Aprender el funcionamiento de la lengua es muy
interesante.

Es en la escuela, con buenos profesores, donde los
niños aprenderán que las informaciones del
metalenguaje de la lengua materna les darán habilidades
requeridas para la lectura y para la sociedad del conocimiento,
dentro y fuera de la escuela.

En las casas, la tarea de refuerzo de lo que se
enseña en la escuela es un importante complemento. Es
necesario que los padres hagan parte del proceso.

La educación escolar de calidad,
comprometida con una educación productiva, es un deber del
Estado y de
las instituciones de educación públicas o
privadas.

De otra manera, la educación
lingüística del escribir y aprender, del leer para
aprender, es obligación también de los familiares.
Es una responsabilidad
social de los que dirigen el desarrollo
humano para la calificación del trabajo y ejercicio de
la ciudadanía.

Cuando nos referimos al conocimiento, la sociedad debe
responsabilizarse en la tarea de garantizar la calidad del acceso
de la educación a todos los que desean conocer y aprender
el saber acumulado históricamente por la humanidad y
favorecer la educación lingüística de su
nación.

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Vicente Martins

Es maestro de la Universidad Estadual Vale do
Acaraú(UVA), en Sobral, Ceará, Brasil.

Partes: 1, 2
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