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Relación entre algunos factores de personalidad y la conducta agresiva instrumental en deportistas de alto rendimiento (página 2)



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En el caso de la agresión instrumental, la
persona
realiza la conducta agresiva
como instrumento para alcanzar sus metas que bien pudieran ser
las de ganar el juego y/o la
de obstaculizar el accionar de sus contrarios, por ejemplo: la
acción
de barrido que se realiza con la intención de impedir un
doble play en el béisbol o un chute o gol en el
fútbol. La agresión instrumental se
manifiesta en la firmeza o vehemencia competitiva con que se
lucha la posesión de un balón, se realiza una gran
jugada o se intenta ganar un espacio en el terreno de juego que
apuntaba Bredemeier (1983). En ese contexto nunca se persigue el
daño
como objetivo
primario como sucede con otro tipo de agresión (la
denominada hostil, reactiva o emotiva), si este ocurre, es
accidental.

En los deportes de equipo,
específicamente, la agresividad instrumental es la
conducta que se asume con alta disposición y
energía, durante el desempeño de varios roles deportivos, en
función
de las metas colectivas de rendimiento. Es la expresión de
la rivalidad a través de acciones de
juego donde se le da solución a situaciones
tácticas variadas. En el caso del béisbol, por
ejemplo, se puede expresar en conductas tales como correr duro
para ganar una base más, deslizarse con fuerza para
"romper el doble play" o lanzarle pegado – el pitcher – al
bateador cuando es necesario, etc.

Se trata de forzar al oponente, de tensionarlo para
dificultarle las acciones a realizar y obtener de esta manera la
superioridad.

La disposición, la tenacidad y la energía
es la forma en que se canaliza la
motivación.

Como puede entenderse, la agresión
instrumental
surge como un componente importante en el alto
rendimiento. El deportista debe agredir dentro de las reglas de
su deporte en
cuestión para abrirse paso para la victoria. A veces y por
diversos motivos como la frustración, percepción
de injusticia, etc., el deportista tiende a agredir hasta
más allá de los límites
impuestos por
las reglas, pudiendo lesionar y ser lesionado físicamente
por sus adversarios (Cratty, 1983) por ello creemos que valores como
la solidaridad, la
amistad, la
camaradería y la fraternidad, entre otros, deben ser
fomentados en los deportistas para que estos aprendan, no a tomar
la agresividad como un fin en si misma, sino solo como
instrumento para alcanzar buenos resultados
deportivos.

¿Qué factores influyen o condicionan la
tendencia a manifestar o no comportamientos agresivos
instrumentales
en grado de intensidad adecuados al fragor
deportivo del alto rendimiento?

Según determinadas concepciones como las de
Pavlov (1960), Eysenck (1968), Butt (1976) y Fuentes Parra
(2006), entre otros, se espera que la conducta agresiva y
directamente su expresión instrumental este
relacionada, entre varios factores, con particularidades de
personalidad
tales como el tipo de temperamento y con la esfera motivacional
de la misma, en especial con las tendencias de la motivación
y los contenidos de la motivación deportiva.

La personalidad es una formación de naturaleza
histórica social extremadamente compleja y como todo
fenómeno de tales características, esta
estructurado por determinadas cualidades, procesos,
estados y particularidades a su vez complejas que se encuentran
en interrelación e interdependencia singular en las
personas (Fuentes Parra, 2006).

Entre las diversas particularidades que integran la
estructura de
la
personalidad se destacan, como relevantes, el temperamento,
el carácter, las capacidades y las tendencias
motivacionales de la personalidad (Colectivo de autores, 1990).
Estas particularidades, no solo se encuentran en
interrelación e interdependencia dentro de la estructura
de la personalidad como ya se mencionaba sino; además,
están influidas por la esencia de todo el fenómeno
(Fuentes Parra, 2006).

Todas las particularidades mencionadas y aún
otras, por su condicionamiento sistémico, adquieren
relevancia reciproca en la determinación de la conducta,
pero por el protagonismo que tienen para este trabajo, se
analizan aquí, específicamente, el temperamento y
las tendencias motivacionales de la personalidad.

El temperamento es una de las complejas particularidades
que estructuran el sistema de la
personalidad que; no obstante a su dependencia relativa del
sistema -se reitera – determina tendencias a expresar
determinados tipos de conductas. La conducta humana
esta condicionada por el temperamento y las propiedades del
sistema
nervioso (Pavlov, 1960).

El temperamento, cuya base fisiológica responde a
la forma en que se combinan los procesos de excitación e
inhibición de la fuerza, movilidad, equilibrio,
labilidad y dinamismo de la actividad nerviosa superior, juega un
papel determinante en el comportamiento
psicodinámico de la personalidad y se puede expresar en la
conducta, en forma de actitudes,
capacidades, habilidades y reacciones emocionales (Colectivo de
autores, 1990).

Mientras que la excitación corresponde a la
activación de las células
nerviosas propias del estado de
vigilia del cerebro, la
inhibición determina relajación, pasividad y poca
dinámica. Las manifestaciones de
agresividad presuponen una elevada excitación del
sistema nervioso (Eysenck, 1967).

Hace algún tiempo ya que
Pavlov (1960) había determinado y relacionado las
combinaciones de las propiedades de fuerza, movilidad y
equilibrio del sistema nervioso con la clasificación de
los tipos de temperamento atribuidas al médico griego de la
antigüedad Hipócrates y por Pavlov quedó
establecido que, al colérico, le corresponde un sistema
nervioso fuerte, móvil y desequilibrado; al
sanguíneo, fuerte, móvil y equilibrado; el
flemático es fuerte y equilibrado, pero inerte y el
melancólico es débil.

Según Strelau (1982), la expresión del
temperamento en el comportamiento se manifiesta en el nivel
energético de la conducta humana y esta vinculado con el
tono emocional, la estabilidad y la fuerza que el sujeto expresa
en su comportamiento. Las manifestaciones conductuales de
agresividad están asociadas al predominio de
determinado tipo de temperamento en la estructura de la
personalidad humana (Pavlov, 1960; Fuentes Parra,
2006).

Por tanto, las personas con determinado tipo de
temperamento, se disponen más fácilmente a
manifestarse de forma agresiva que otros y para este tipo de
personas, es más fácil también manifestarse
de forma agresiva instrumental en el contexto deportivo
(García Ucha, 2006).

Así los deportistas de temperamento del tipo
colérico, dotados de un sistema nervioso fuerte y
desequilibrado, tienden con mayor facilidad a manifestar
agresividad de forma regular durante su accionar en
disímiles situaciones deportivas, a diferencia de los
flemáticos y melancólicos quienes tienden
más a conductas pasivas y poco dinámicas en el
desempeño de roles semejantes (Pavlov,
1960).

Los coléricos y sanguíneos, por la
combinación de alta fuerza y movilidad que poseen sus
sistemas
nerviosos, tienden a excitarse y conservar este estado con
facilidad, adicionalmente, la propiedad de
desequilibrio a favor de la excitación
característica del colérico, favorece aún
más el predominio de la manifestación de
agresividad de su conducta. Los individuos
flemáticos y melancólicos, por la inercia del
primero o por la debilidad del segundo, se excitan con dificultad
y lentitud, por lo que tienden más a la pasividad y a las
acciones de bajo dinamismo (Pavlov, 1960).

Así tenemos que deportistas de temperamento
colérico y sanguíneo que, como tendencia, disponen
de reservas de energía que pueden dirigir hacia cualquier
persona en general o a determinados deportistas en particular
(Butt, 1976), tienden a mantenerse altamente motivados por
energía agresiva instrumental mientras entrenan y
compiten.

Butt (1976) considera, que los deportistas agresivos son
usualmente activos,
ansiosos, poderosos y tratan de vencer a sus oponentes
rápidamente. La agresividad elicita motivos hacia
el deporte como la rivalidad de ahí su importancia (Ucha,
2006).

Por tales razones, debe considerarse siempre, la
influencia que en las respuestas emocionales y en la conducta,
especialmente en la agresiva, ejerce el temperamento porque, por
ejemplo, la dinámica e intensidad del comportamiento son
aspectos esenciales en actividades como las deportivas para cuyo
éxito
se requiere, por lo general, de agresividad y a la vez, de
buen manejo emocional (Fuentes Parra, 2006).

Relación entre tendencias motivacionales y
conducta humana, en especial, conducta agresiva.

La conducta humana siempre es motivada, bien por deseos,
necesidades, metas y objetivos.

Las tendencias de las motivaciones determinan el rasgo
que define los motivos de la conducta, los motivos dominantes y
su orientación. Estas tendencias se orientan a
determinadas esferas de la vida social explicadas como son el
deporte, el estudio, asuntos personales (particulares),
la familia, la
afiliación patriótica o patriotismo, el trabajo y
las relaciones amorosas
, denominadas formaciones
motivacionales, las que a su vez se caracterizan por su tendencia
u orientaciones en motivos más específicos
(González Serra, 1978).

Las tendencias motivacionales del deportista, por
ejemplo, para quien el deporte, o la familia, el
estudio, el amor, lo
personal o
particular, el trabajo o el patriotismo pueden figurar (una de
ellas o varias a la vez) entre las esferas más importante
de su vida, sus tendencias o motivos en cada una pueden ser de
realización, o cooperación,
dominio, agresión, éxito,
adquisición, temor al fracaso, competir,
reconocimiento, sentido de la colectividad, estética, patriotismo, satisfacción
cinestésica, afiliación, tensión, promoción
y aprobación
social
y condicionar e influenciar así formas
determinadas de conductas en el desempeño de las referidas
actividades (deporte, estudio, trabajo, personal,
etc.).

Las tendencias motivacionales son particularidades de la
esfera motivacional que se han convertido en rasgos de la
personalidad. Estas formaciones encauzan la actividad de la
persona movilizando los procesos psíquicos y la conducta
en direcciones específicas. Se puede considerar que le dan
dirección, estabilidad y fuerza a la
conducta de la personalidad (Fuentes Parra, 2006).

El nivel de motivación hacia el deporte, la cual
generalmente constituye una tendencia motivacional fundamental,
por lo general, en la vida de los deportistas, puede determinarse
además mediante la evaluación
de la intensidad de cinco contructos o escalas que representan
las tendencias del deportista acerca de la
agresión, la suficiencia, la
rivalidad, el conflicto y la
cooperación, las que se definen como motivos del
deportista.

Estos contructos no abarcan, como es de suponer, todo el
contenido de la motivación para el deporte, según
D. S. Butt (1979), pero resultan tener una gran importancia para
el comportamiento y el estilo en que se manifiesta el deportista
sobre todo en el contexto deportivo.

La agresividad del deportista proporciona mucha
energía, el deportista aparece ávido, activo,
poderoso e impulsivo y también, si esta frustrado, la
agresividad dará lugar a que ataque física o verbalmente
a los otros.

El conflicto en el deportista es una
sensación de infelicidad, a menudo lo lleva a quejarse,
tiende a ofrecer excusas en sus actuaciones y retarda hasta
último momento sus promesas y compromisos. Cuando tales
deportistas no logran sus metas se preocupan, caen en un estado
de auto – absorción, y su estado de ánimo general
es negativo.

La suficiencia orienta al deportista a la madurez
y la toma de conciencia. La
retroalimentación intrínseca
derivada de una sensación de potencia y
bienestar los lleva a desarrollar las destrezas y la
maestría en las tareas deportivas. Hay una búsqueda
constante para nuevos niveles de excelencia y
desafío.

En la rivalidad, la motivación deriva
primariamente del deseo de vencer a los otros, mientras que el
nivel de los motivos de cooperación depende de cómo
los otros (principalmente los compañeros) son vistos y
apreciados esencialmente en el deporte o en el contexto,
produciéndose manifestaciones de ayuda y
solidaridad.

La rivalidad concierne al status y la
posición cuando el deportista esta disputando un
resultado, puede estar resentida o frustrada si fracasa. En
contraste, la cooperación tendrá por
resultado una buena comunicación con el oponente después
de una victoria o derrota.

Estos contructos expresan manifestaciones de la conducta
de los individuos que responden a su comportamiento
psicodinámico o temperamental (Fuentes Parra,
2006).

Se pudiera alegar aquí, acorde con los
fundamentos de las consideraciones hasta aquí expuestas,
que tanto el tipo de temperamento, como las tendencias
motivacionales y en especial los contenidos de la
motivación deportiva, juegan un importante papel en el
condicionamiento de la conducta agresiva instrumental de
deportistas de alto rendimiento.

El "carácter de equipo", que distingue de forma
particular a los colectivos deportivos y que no es la simple suma
del carácter de sus miembros, si está fuertemente
condicionado, su formación y expresión, por las
particularidades relevantes de la personalidad de los miembros
destacados y de la mayoría de sus integrantes.

Por lo tanto, es altamente probable que equipos donde
los jugadores más importantes dentro del sistema de
interrelación grupal o donde el predominio sea de
jugadores flemáticos y melancólicos, con bajo grado
de motivación por energía agresiva, sea un equipo
con tendencia a entrenar y competir manifestando bajo grado de
agresividad instrumental.

Bibliografía.

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  3. Butt, D.S. (1979). Short scales for the measurement
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  4. Colectivo de autores (1990). "Psicología".
    Libro de
    texto,
    Editorial Planeta
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  9. García Ucha, F. E. (2006). Curso de bases
    teóricas y metodológicas del entremiento
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    Silva & R. S. Weinberg (Eds.), Psychological foundations of
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  11. Pavlov, I. P. (1960). Obras escogidas, Ediciones
    Quetzal.
  12. Strelau, J. (1982). "Papel del temperamento en el
    desarrollo
    psíquico", Editorial Progreso, Moscú,
    1982.

 

 

 

 

Autor:

Lic. Héctor C. Ariosa
Quirós

Licenciado en Psicología, en la Universidad de la
Habana

Psicólogo deportivo.

Centro de Medicina del
Deporte; Isla de la Juventud,
Cuba.

Partes: 1, 2
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