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¿Cómo el cuerpo es atravesado por los diferentes discursos del cambio de época? (página 2)




Enviado por Gabriela Libonati



Partes: 1, 2

El cuerpo atravesado por el discurso de la
biomedicina y la sexualidad:
"Cuerpos
moldeables".

El imaginario colectivo, es un dispositivo que produce
materialidad, sobre los sujetos y sobre las relaciones de
éstos con el mundo, las valoraciones se van constituyendo
así a partir de las coincidencias valorativas de las
personas y adquiere forma propia, convirtiéndose en un
proceso sin
sujetos.

En el cambio de
época y gracias a los discursos
médicos, al uso de la tecnología

a los especialistas en sexología, se ha
constituido un cuerpo que para ser valorado colectivamente debe
ser en primera instancia un cuerpo adaptable.

En la modernidad la
medicina
apelaba al concepto de
salud,
consistente en mantener al cuerpo sin enfermedad, a través
de prácticas concretas para dicho fin, éstas
prácticas eran realizadas sobre el cuerpo del enfermo, un
cuerpo a observar y describir, sobre el que se podía
adquirir así conocimientos. El anhelo de la modernidad era
el de saber sobre el cuerpo, a partir de allí se
instrumentaban prácticas que a la vez generaban nuevas
disciplinas.

Con el discurso del "estar en forma", la medicina
produce, ayudado por las prácticas, un cuerpo moldeable
con la posibilidad del cambio permanente. ¿Estar en forma
para que? ¿Cuál es la forma? ¿ Qué
procedimientos
son necesarios para adquirir la forma ideal? La medicina aparece
como instrumento de poder y
control social en
el mismo momento de que el cuerpo y su bienestar son objeto (como
mercancía) de los criterios de rentabilidad
económica ajenos al interés
individual y colectivo del sujeto paciente. El cuerpo se
transforma en una obsesión está en todas partes, y
no importa que esté sano ya que la enfermedad que acecha
puede manifestarse en forma silenciosa.

Con el auge de los medios de
comunicación, de masas aparece otro mecanismo de poder
el "sinóptico", concepto acuñado por Mathiesen y
utilizado por Bauman, consistente en que muchos observen a pocos.
¿Serán estos pocos los responsables de emitir
discursos que constituyan imaginarios colectivos? Continúa
Bauman definiendo al sinóptico y expresa que no necesita
aplicar la coerción seduce a las personas para que se
conviertan en observadores de los modelos
globalizados a imitar.

Se constituyen referentes identitarios, generados por el
mercado de
consumo,
cuerpos dóciles domesticados para consumir, un cuerpo
destinado a la eterna auto contemplación, que sumerge al
sujeto a una permanente insatisfacción y
frustración producidas por la distancia enorme con el
modelo de
perfección planteado por el consumo.

Levy plantea que gracias a las biotecnologías de
la medicina, se han constituido "cuerpos virtuales " que no
poseen ni interioridad ni exterioridad al modo de una banda de
Moebius, donde lo privado se torna público como en el caso
de la donación de órganos, la creación de
bancos de
esperma, transfusiones de sangre. Plantea
la creación de un hipercuerpo, que escapa a las
limitaciones del mundo real, convirtiéndose en
representaciones gráficas, proyecciones corporales, sin
asidero en el cuerpo físico.

Esther Díaz, en su libro
"posmodernidad
y vida cotidiana", habla de individuos que poseen en tanto
sujetos discurso pero carecen de identidad.

Con relación a la sexualidad
entendida también como un discurso que regla el deseo
éste promueve en conjunto con los discursos de la tecnología y el de
los medios de
comunicación, cuerpos "narcisistas" mas ocupados en
proporcionarse placer, a través del goce con la imagen propia,
que en convocar al deseo del otro.

El sexo es
mercancía y solo puede gozarse plenamente con un cuerpo
reglado por los modelos, que el mercado ofrece "cuerpos
esculpidos".

Baudrillard, en su libro "el crimen perfecto", plantea
el cambio de época como la muerte de
lo otro de lo diferente, por lo tanto la muerte de la
seducción, éstos cuerpos narcisistas se bastan a
ellos mismos, convirtiendo así a la sexualidad en
autoerotismo. Si el otro existe, se lo puede recrear a gusto, ya
que las relaciones en red permiten imaginar al
otro como se lo prefiera, con la posibilidad de recrear a su vez,
un personaje propio.

En la cultura del
narcisismo, se ejerce un patrón de relaciones del sujeto
consigo mismo y con su propio cuerpo, con los demás y con
el tiempo
histórico, que responde a valores como
el culto a la imagen corporal, la exaltación de los
ideales de belleza.

Concluyendo puede resumirse que el cuerpo atravesado por
el discurso de la medicina y la biotecnología hacen ingresar al mismo a la
cultura, como espectáculo y simulacro de si.

Haciendo alusión al "complejo bioético
posmoderno", cuyas principal forma cultural es el "narcisismo
individualista" que apuesta al repliegue del sujeto sobre
sí como valor supremo,
ayudado por la medicina y la tecnología quienes promueven
y prometen mutaciones vertiginosas por las cuales, en ciertos
aspectos, la condición humana deja de ser una realidad
irreparable.

Una de las características del cambio de
época parece estar relacionado a una cultura del cuerpo,
pero no un cuerpo bello para la seducción del otro sino un
cuerpo, que a través de la autodisciplina pueda ser
seductor y amable para el mismo sujeto que lo porta.

El cuerpo atravesado por el discurso
del trabajo:
"Cuerpos flexibles".

En la modernidad (S. XIX y mediados del S.XX), los
sujetos pasaban de un ámbito de encierro a otro del
hospital a la fábrica. Los cuerpos eran usados para la
producción y controlados en función de
la misma.

La sociedad
moderna es una sociedad industrial racional y regida por la ciencia,
apoyada en la idea de que con la ayuda de la misma se
triunfará sobre la ignorancia y se conseguirá un
progreso contínuo.

En la fábrica se mantenía un equilibrio
interno, en sus fuerzas, el más alto en términos de
producción y el más bajo en términos de
salario. Este
equilibrio era controlado desde el interior de la misma. Los
cuerpos constituían una continuidad con las máquinas,
utilizando su fuerza hasta
el máximo, creando sistemas de
producción en línea: fordismo, como
así también, una racionalización de la
utilización del tiempo, los movimientos corporales, por
parte de varias teorías
y técnicas agrupadas bajo el nombre de
taylorismo.

En el trabajo en
las fábricas, el cuerpo orgánico es desmembrado por
una actividad pasiva, y el sujeto transformado en un objeto
pasivo, carente de voluntad.

El cuerpo desmembrado y su contrapartida, el sujeto
desmembrado, fueron dos de las grandes obsesiones de la
época.

La experiencia que los sujetos modernos poseen de su
cuerpo, es que el mismo es como el engranaje de una gran
máquina que funciona junto a otros engranajes.El cuerpo es
vivido como una máquina que no posee relación con
el sujeto que lo porta.

El cuerpo durante este período estaba subordinado
al trabajo, el
sujeto es anulado en su conocimiento y
solo tomado en la funcionalidad mecánica de su cuerpo como fuente de
producción.Gracias al Fordismo y al taylorismo y a la
simplificación de las tareas cualquiera podía
ocuparse de la producción, solo era necesaria la fuerza de
trabajo que brindaba el cuerpo del sujeto, cualquier
cuerpo.

En la fábrica se realizan programas y
ritmos colectivos y a nivel individual un sistema
secuencial de gestos.extrayéndose de cada movimiento el
tiempo disponible, y de cada instante cada vez más fuerzas
útiles.

Este recorrido por la modernidad sirve para realizar un
análisis de cómo los cuerpos de los
sujetos son atravesados por el discurso de la misma, para
analizar la
metamorfosis que este cuerpo realiza cuando es tomado por los
discursos del cambio de época y que imaginarios sociales
se producen con relación a él.

El cuerpo de la modernidad es entonces un cuerpo
"maquina" controlado a través del tiempo y su
relación con la producción, un cuerpo que funciona
en sincronía con el tiempo, priorizando los actos por
sobre el pensamiento,
un cuerpo desmembrado y dócil, controlado y encerrado para
dicho control, del que a la vez que se extraen fuerza de trabajo,
aporta conocimientos acerca del mismo, que van a constituir
diversas disciplinas y ciencias, que
a la vez se utilizarán sobre ellos. El cuerpo se torna una
pura materialidad técnicamente desmontable.

El cambio de época al que algunos intelectuales
denominan "posmodernidad" implica una serie de cambios
estructurales respecto de las sociedades
disciplinarias modernas.

Una sociedad de consumo, una sociedad de la informática y de los medios de
comunicación masiva, en donde lo que
prevalece es el individualismo, la concreción inmediata de
los deseos fomentados por el mercado, la supresión del
tiempo de espera, una sociedad fragmentada, que constituye
modelos identitarios que van cambiando a la velocidad
misma del consumo.

El trabajo flexible, que es propio del cambio de
época está caracterizado por la centralización de las tareas, con el fin de
lograr una mayor efectividad, sumado éste hecho a la
implementación de las nuevas
tecnologías.

A diferencia de la modernidad en donde el trabajo era
posible de ser realizado por cualquiera en la posmodernidad el
desempeño de una tarea requiere de un
conocimiento previo, conocimiento siempre mutante, es por ello
que el sujeto debe ser creativo y estar implicado en los objetivos de
la empresa.

Para hacer posible esta producción tensa, es
necesario, trascender los compartimentos estancos de los niveles
jerárquicos de control gestados por el viejo modelo. Se
promueve una organización horizontal, conjuntamente con
el achatamiento de la pirámide organizacional.

El nuevo mercado debe ser flexible a los cambios
bruscos, y los cuerpos de los trabajadores del cambio de
época deben poder adaptarse siendo polivalentes a cada uno
de los mismos, para poder seguir estando en el mercado, la
flexibilidad laboral requiere
de menos trabajadores, constituyendo esto un problema propio de
la posmodernidad ya que el trabajo no posee solo una
significación productiva, sino que proporciona al sujeto
un enclave para su existencia, le permite organizarse en su
cotidianeidad, entregarle un sentido a su vida, muchos sujetos
quedan excluidos de este proceso, no encontrando un espacio que
supla dicha carencia existencial.

El control y el disciplinamiento de los cuerpos no
serán efectuados desde el exterior, sino que la vigilancia
se traslada a los lugares de trabajo cada obrero
controlará a su grupo de pares
y en cada uno funcionará la disciplina
internalizada la "autodisciplina". La empresa no
solo le exige al trabajado una forma de producir sino que este
también deberá aceptar una forma de ser, encarnando
la "imagen de la empresa". Un trabajador que posea un
espíritu y cuerpo joven siempre jovial, dinámico,
creativo y adaptable. La perpetuación de la juventud
coincidente con el imaginario social y ayudado por la medicina y
las cirugías estéticas que entrega sus herramientas
para concretarlos. Un cuerpo que "hay que mantener" para seguir
en el mercado laboral.

El cuerpo atravesado por el consumo y
el discurso de mercado:
"Cuerpos
subastables".

En la antigua Grecia,
Aristóteles habla del "pensar sin hacer",
referido al concepto de "alma sin
cuerpo", dentro del ámbito de la ciencia pura.
Solo el ciudadano tenía acceso tanto a lo práctico
como a lo teórico, asociado a lo intangible y referido al
análisis ético de las cosas y a la convivencia. Lo
único que se consideraba productivo era lo que
desencadenaba en un producto final
y concreto,
basado en una técnica particular; es decir en la
tecnología, que es la teoría
puesta al servicio de la
producción y que solo acude a la ciencia en busca de
algunas respuestas con el único fin de alcanzar un
resultado. Esta producción quedaba en manos de los
esclavos.

Siguiendo un orden cronológico, es interesante el
concepto que plantea el filósofo René Descartes para
comprender mejor esta cuestión del cuerpo como
símbolo, que da inicio a la historia moderna del cuerpo
en occidente. Ya desde el siglo XVII se pensaba que el cuerpo
solo estaba ligado a la mente por la glándula pineal, que
produce hormonas por
reacción a la luz como punto de
contacto. El cuerpo reaccionaba simplemente ante las percepciones
de los sentidos,
mientras que la mente reflexionaba sobre tales percepciones y
adoptaba decisiones que podía o no coincidir con
ellas.

Entrando en la etapa posmoderna, estamos ya en presencia
de una marcada "sociedad de consumo", donde la tecnología
es la base del cambio, y los avances no tienen que ver solo con
lo social; lo importante deja de ser lo teórico, para
convertirse en conocimientos aplicados.

Para comprender la incidencia del mercado como discurso
dominante, no podemos dejar de mencionar a la tecnología,
en su interacción con los medios de
comunicación. Inicialmente la radio,
después la
televisión, y en el nuevo milenio, el gran incremento
de Internet y su
alta repercusión, son quienes juegan un papel decisivo a
la hora de consumir determinados discursos.

Por ejemplo, el discurso de la moda, incitado
por dichos medios, tiene estrecha relación con la estética corporal, otorgándole al
propio mercado todas las herramientas para que éste ejerza
el absoluto control sobre los cuerpos, por cierto dóciles,
tal como lo explica el autor en el que se inspira éste
trabajo.

Retomando la idea de Faucoult, al referirnos al cuerpo
no estamos pensando en una sumatoria de órganos, sino en
un símbolo que puede ser fácilmente atravesado por
los diferentes discursos que ejercen su rol hegemónico. El
discurso de mercado supone una gran influencia a nivel
ideológico también y tiene además una alta
cabida en el clima de ideas de
una época, tal como sucede en la actualidad, y desde hace
al menos un decenio. El cuerpo no consume solo productos
tangibles, consume imágenes,
ideas, que desencadenan en la obtención de un bien
particular, que es previamente estudiado a raíz de conocer
el comportamiento
del cuerpo como consecuencia de la incitación que producen
los poderosos actores económicos.

Como bien señala García Canclini en su
análisis sobre el consumo, debemos analizarlo como algo un
tanto más complejo que la simple influencia de los medios
sobre los cuerpos, sino también con el ámbito
social con el que nos rodeamos en el trato cotidiano: los
grupos de
pares, la familia, el
trabajo. Cita el autor: "El consumo es el conjunto de procesos
socioculturales en que se realiza la apropiación y los
usos de los productos". Indudablemente el consumo divide clases
sociales; es más, acrecienta su brecha de
diferenciación, por lo que a su vez está generando
indirectamente una identidad.

El cuerpo como identidad.

Siguiendo el concepto de Le Breton, muchas veces el
cuerpo es usado en pos de romper con el orden establecido, o
contrariamente, para alcanzar un ideal moral y
social. En el primer caso, las propias transformaciones del
cuerpo datan de un descontento social, y se traduce de
ésta manera, que a su vez termina generando nuevas modas.
Los piercing y los tatuajes no son nada novedosos, es más,
en occidente siempre fueron consideramos como una señal de
atraso, sin embargo, parecería ser que hoy son
sinónimos de modernidad.

Paradójicamente, en el segundo caso, existen
países como Africa que
intentan pasar de la protesta al convencionalismo, por ende
realizan todo tipo de prácticas para asemejarse a los
modelos occidentales, más precisamente al modelo de
belleza estadounidense. Para ellos perece ser que en la
occidentalización del cuerpo encuentran la estrategia para
vivir al ritmo de la mundialización.

CONCLUSIÓN:

En la cultura del cambio de época el cuerpo
adquiere una importancia relevante. Con respecto al narcisismo,
debemos aclarar que éste no solo recae sobre el cuerpo,
sino también afecta a las relaciones intersubjetivas,
debido a la pérdida de sentido del "otro", y a un a
agudización del individualismo.

La cultura de los "in" y los "out", nos revela quienes
están y quienes no están insertados en el mercado.
Inserción que depende de la buena presencia, y de los
perfiles gestados por la empresa; por lo que es preciso que el
cuerpo de los sujetos sea flexible para poder amoldarse a los
cambios que el mercado realiza en forma constante.

Nos parece oportuno señalar las consecuencias de
este proceso de individualización: la fractura de la
sociedad; y la elaboración de una sociedad flexible basada
en la información y en la estimulación de
las necesidades, posibilitando que la sociedad pueda organizarse
de una forma novedosa, adquiriendo un nuevo modo de gestionar los
comportamientos, con un mínimo de coacciones, y un
máximo de elecciones privadas.

Cuando el cuerpo deja de considerarse un valor de uso
para convertirse en un valor de cambio, pasa a ser, sin lugar a
duda, un importante elemento de mercado, ya que a partir de
él surgen los diversos discursos que lo
identifican.

También es importante mencionar al cuerpo como
cuestión identitaria, y cabe señalar que la belleza
mantiene íntimas como oscuras relaciones con la salud,
pensando al cuerpo como la clave para alcanzar el éxito.
Cuando ésta no queda en manos del bisturí, queda en
manos de Dios. El modelo ideal de mujer supone
delgadez, bustos grandes, cinturas diminutas, glúteos
elevados y piernas estilizadas.

Este modelo impuesto por el
mercado a través de los medios, produce un efecto
multiplicador en los diferentes ámbitos con los que nos
enfrentamos día a día, generando en forma indirecta
enfermedades
tales como la "bulimia y la
anorexia", que
provocan un gran desorden alimenticio alcanzando niveles que
pueden tener como consecuencia la misma muerte.

Esta no es una cuestión menor, la vida del cuerpo
queda en manos del discurso médico, que ayudado por los
avances
tecnológicos lo adaptarán al ideal de belleza,
apoyado en la cultura con la exigencia de la eterna juventud y
vitalidad, exigencia que recae por sobre todo en la
apariencia.

Esta es la prueba más contundente de que hoy el
mercado es el más poderoso de todos los discursos, ya que
la característica innata de los cuerpos dóciles es
dejar que otros tomen el control de su propia
existencia.

Consideramos que ninguno de los discursos analizados
tendría un sentido sin la "tecnología" como nexo
coordinante, ya que desde su aparición el mundo se ha
moldeado y parece seguir haciéndolo a un ritmo
vertiginoso.

Un cuerpo atravesado por un poder invisible pero
efectivo, que está en todas partes, y que ya no necesita
de dispositivos físicos para actuar.

El cambio de época, convoca a un análisis
exhaustivo de todas las concepciones con las cuales el sujeto
contaba, los valores,
el trabajo, la familia, el amor, la
relación con los otros la salud, la estética y la
ética.

Gabriela Libonati

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Partes: 1, 2
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