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El hombre y el Universo (página 2)



Partes: 1, 2

De lo cual se deduce que en el Universo no
puede producirse el milagro, ni el hombre
puede considerarse libre, puesto que en él reina el
determinismo más absoluto.

A partir de las sugerencias de la astronomía y el avance de la
técnica, pero en contra de las afirmaciones multiseculares
de la Patrística  y de la Escolástica, se
estableció en la relación del Hombre y el
Universo
que:

1º        
La Tierra no
es el centro del Universo: ya que un polvo cósmico 
infinitesimal como nuestro planeta en la inmensidad monstruosa
del espacio sideral no puede ser el centro del
Universo.

2º         El
hombre no es una criatura de excepción: porque la vida tal
como la conocemos no puede ser un fenómeno aislado, sino
con toda probabilidad, es
universal.

3º         El
Universo no ha sido creado para felicidad del hombre: ya que
difícilmente se concibe que en un Universo donde reinan
implacables, en su casi totalidad, las temperaturas extremas del
cero absoluto (273º bajo cero centígrados) y de
millones de grados al interior de las estrellas halla sido creado
para felicidad de nada ni de nadie.

Si pudiéramos resumir el pensamiento
anterior acerca de la imagen del hombre
y el Universo a partir de la máxima de
Demócrito: "Nada proviene de Nada y Nada se
convierte en Nada", diríamos que el Universo es eterno y
que no ha tenido comienzo ni tendrá fin, el hombre no es
libre, no existe la providencia en el Universo y todo lo que
rodea e incluye al hombre y su comportamiento
se puede explicar por ciertos postulados de materia o de
energía.

Sin embargo, las doctrinas anteriores no aportan nada
concreto
acerca de los misterios de las cosas. Lo que las doctrinas de
carácter espiritualistas, de origen
dogmático, que aun reconociendo en la ciencia a
la única disciplina
intelectual que puede darnos respuestas del mundo material en que
nos encontramos, nada dicen acerca de los fenómenos
integrantes y determinantes del Universo: el Movimiento, la
vida y la conciencia. Se
presenta entonces un dualismo supremo del Universo y de una
Providencia Divina que nos permite comprender:

1º El orden y la belleza apreciables en el
Universo.

2º La aparición de la vida.

3º La finalidad asombrosa de los instintos y de los
órganos en las especies vivas.

Dicho dualismo explica que el Universo haya tenido una
causa de tipo inteligente, ya que éste se encuentra
montado a modo de un reloj perfecto. Buena y justa, ya que la
bondad y la justicia
suelen a menudo aflorar en el pensamiento, sentimiento y la
acción
del hombre, y sería a la luz de estas
doctrinas que se explicarían todos los demás
dualismos de la naturaleza:
cuerpo-alma;
cualidad-cantidad. Sin embargo ¿por qué existe algo
en vez de Nada?

La visión del Hombre y su Universo, al respecto,
toma entonces un trasfondo de carácter también
dogmático pero idealista, que parten del principio de que
la materia no existe como manifestación última de
la realidad. El primer filósofo occidental, para
quien las ideas eran las únicas realidades eternas e
inmutables, fue Platón,  "la realidad son las
ideas" sostenía. En la filosofía
Moderna sería el francés R. Descartes
quien formularía su famoso "Cogito ergo sum" (yo pienso
luego existo) y para quien el pensar era ya un antecedente del
ser, de la existencia. El Realismo
Cartesiano se atenúa pero queda presente en la
filosofía de Leibniz, para quien la sustancia
extensa de las cosas en el sentido Cartesiano, no existe,
pero existen sustancias inmateriales en número infinito y
netamente distintas las unas de las otras, las que denomina
"mónadas". Así, en el hombre, la "mónada"
dominante sería el alma o mejor dicho, el espíritu
y en el Universo, la mónada dominante sería Dios,
quien para el autor es la "mónada" de las
"mónadas", creadora de todas las "mónadas"
existentes. Así también Schopenhauer,
conserva un idealismo
substancialista donde el Universo no es sino apariencia,
fenómeno a través de cuyo prisma Kantiano
del espacio y del tiempo pero al
margen su apariencia, existe una realidad: la voluntad.
Más no la voluntad individual, sino una "voluntad 
universal", esa que no ha tenido comienzo ni tendrá fin,
que no evoluciona y es soberanamente libre y que en definitiva el
hombre puede conocer sólo por conocimiento
interior.

Con Kant, en su obra cúlmine "Crítica
de la Razón Pura", las doctrinas idealistas alcanzan su
desarrollo
lógico. Nos dice que el hombre no encuentra en su 
mundo sino lo que él aporta, y éste además
no podría pensar sino en función de
determinadas categorías de su entendimiento, de tal manera
que para el hombre, el Universo no sería otra cosa que
apariencia y desprovisto de toda realidad de orden
metafísico. Por otra parte, en el desarrollo secuencial
del pensamiento las doctrinas que nos permiten entender el
enfoque de nuestra existencia interior y exterior, encuentran su
plenitud con Hegel, quien ante la clásica pregunta
de ¿Qué es lo que existe?, nos dirá que lo
que existe es el Espíritu y únicamente él.
El espíritu en evolución perenne, sin tregua, conforme al
proceso
dialéctico de la tesis, de la
antítesis y de la síntesis.

Sin embargo en materias de orden metafísico y
ante la pregunta ¿por qué existe algo en vez de
nada?, surge una actitud
contraria a la dogmática, que asegura que los problemas
inherentes al misterio de las cosas no pueden ni podrán
nunca solucionarse, porque los medios de
información y de prueba de que el hombre
dispone para tal fin como los sentidos, la
razón, la intuición en general, la
contemplación amorosa de la divinidad y la relación
mística con ella, no alcanzan a estar en relación
con el contenido de esos problemas. Con esta actitud está
claro que una ciencia de lo
Absoluto no existe, y la verdad es imposible. Es ahí donde
las Doctrinas Escépticas, el Relativismo Kantiano y
el Positivismo
dibujan imágenes
del Hombre y su entorno, que sin duda sería motivos de
muchas planchas desarrollar en profundidad.

III.
EVOLUCIÓN HUMANA

En la actualidad, se considera que el humano
evolucionó de una línea directa de los primates, se
cree que él y algunos primates tienen un antepasado
común que fue cambiado durante millones de años. El
orden de los primates incluye a los lémures, los monos,
los antropoides y el ser humano.

El conjunto de cambios que, durante varios millones de
años, hicieron evolucionar algunos superiores hasta
diferenciarse y constituir la especie humana se conoce como
hominización.

Nuestros antepasados pertenecen a la familia
hominidae. Los homínidos continuaron su evolución
como individuos erectos y terrestres.

El ser humano y los antropoides probablemente
evolucionaron a partir de un primate muy parecido al
chimpancé moderno, el procónsul, que vivió
hace unos 25 millones de años. De él surgieron dos
líneas evolutivas. De una, derivaron los póngidos y
los gigantopitecidos actualmente extintos.

Austrolophitecus: los científicos sostienen que
el primer homínido, antepasado del ser humano actual, fue
éste, género
procedente de las sabanas africanas, donde se han encontrado los
fósiles humanos más antiguos; era pequeño
(más que las personas actuales, pesaba unos 40 kg,
tenía aspecto simiesco, con la cara corta y ancha, la
frente muy pequeña, las mandíbulas muy robustas y
poco prominentes y dientes fuertes.

Homo Habilis: en 1964 se hallaron los restos de un
homínido; se le consideró el primer usuario de
herramientas
que se encontraron en el mismo sitio. El cuerpo del homo habilis
era menos pesado que el de los austrolophitecus, tenía un
cráneo con una capacidad cerebral de 670 a 770 cm³,
mentón retraído, dientes pequeños, rasgos
simiescos menos acentuados y caminaba erguido. Se cree que estos
homínidos surgieron de cierta población de austrolophitecus.

Homo Erectus: los científicos dieron este nombre
a los fósiles de homínidos que flutúan entre
las edades de 1.5 a 0.5 millones de años, los rasgos del
homo erectus eran distintos a los del austrolophitecus y
más aproximados a los del ser humano actual; su cuerpo
estaba perfectamente adaptado a la postura erguida y a la
locomoción de dos pies, la frente inclinada, ausencia de
mentón y las mandíbulas pesadas y
protuberantes.

Homo Sapiens: hombre de Neanderthal, que apareció
en Europa, Asia y Africa.

El hombre del Neanderthal era poderoso y de corta
estatura, vivía en un ambiente
rigurosamente frío, construyó armas eficaces,
cazó grandes animales para su
alimentación y enterró a sus muertos
con ceremonias. Su cerebro era tan
grande o más que el de un humano actual, su avanzada
cultura
sugiere que era inteligente.

Las primeras personas semejantes a las actuales
pertenecen a la especie Homo Sapiens.

IV.
CONCLUSIONES

La relación del Hombre y el Universo  ha
pasado a lo largo de la humanidad por visiones complejas y se ha
ido nutriendo de las más diversas corrientes de
pensamiento, siguiendo, eso sí, vertientes
filosóficas claras y definidas que han creado mixturas de
visiones a lo largo de las épocas. Desde una interpretación del Universo determinada por
un orden armonioso de todas las cosas (cosmos) donde
existía un orden numérico alcanzando a partir de
esa armonía, desarrollos matemáticos y teoremas
triviales hoy para el mundo que nos rodea, hasta las concepciones
curvas de espacio y tiempo que desembocan en un Universo que ha
dejado de ser lineal para convertirse en uno de formas curvas,
convexas, y superposición de planos materiales y
energéticos. Sin duda tanto las ciencias, los
dogmas, los agnósticos y la enorme cantidad de vetas de
pensamiento seguirán en la búsqueda incesante
-desde su propia perspectiva- que le permita explicar las grandes
interrogantes de la interacción del hombre y su ser interno y
externo, con el medio que lo rodea más allá de lo
conocido desde el comienzo hasta el fin de los tiempos, o hasta
el inicio de lo que parece ser un proceso o quizás un
ciclo nada más. A nuestra orden y a nosotros como hermanos
Masones nos queda el trabajar en pos de una mejor relación
con el Universo material y espiritual, y encausar nuestras
dualidades ancestrales.

Nuestro entorno nos grita la urgencia de trabajar en
dicho sentido y en ese afán de entender el mundo y el
Universo, no abandonar el entendimiento primero y esencial de
nosotros mismos, encontrando en algún momento nuestro
auténtico rol y camino como Hombres libres, y nos permita
enfrentar entonces nuestros grandes desafíos
Masónicos Universales.

V.
BIBLIOGRAFÍA

        
PLATÓN. Obras completas. Universidad
Central de Venezuela.
Trad. G. Bacca. Caracas 1980.

  • Sinesio,  Urrestarazu y Falces. Introducción a la Filosofía
    Masónica. Edciciones de la Gran Logia de Chile.
    1983.

        
Sánchez Sarmiento, Fernando. "Historia de las Matemáticas. 1982". 

Dedicado:

FERNANDO LOPEZ Y ANA GARCIA

Padres ejemplares

FABIAN GARCIA

Querido Sobrino

EDGAR RACHA VERGARA

Compañero caminante de la
vida

Agradezco a mis familiares por darme el
apoyo correspondiente para poder salir
adelante al igual doy gracias a mi asesora la cual me guía
en todo lo necesario

 

 

 

Autor:

Fernando Alberto López
García

Universidad Inca Garcilazo de la Vega

Facultad de estomatología

Curso: Metodología del Trabajo

Lima, Perú 04 de junio del 2007

Partes: 1, 2
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