- Valoración
teórica general sobre la pedofilia - La pedofilia y la
explotación sexual comercial de
niños - Pedofilia
en Internet - Anexo
- Conclusiones
- Recomendaciones
- Bibliografía
"En la adversidad es donde conocemos
nuestros
recursos para hacer uso de ellos".
INTRODUCCIÓN
Las sociedades de
mercado
predominantes en nuestro planeta caracterizadas por su violencia
estructural, se encuentran vivenciando una explosión en la
demanda
pedófila. El abuso sexual
contempla insito otras variantes como las prácticas
pornográficas caracterizadas por fotografías y
filmaciones en solitario o con interacciones sexuales entre
infantes, aún cuando dichas prácticas no impliquen
un contacto físico con el adulto abusador. Los abusos
sexuales deben ser analizados a partir de dos grandes
categorías: la coerción y la asimetría de
edad. "La coerción (con fuerza
física,
presión
o engaño) debe ser considerada por sí misma
criterio suficiente para que una conducta sea
calificada de abuso sexual de un menor, independientemente de la
edad del agresor. Por consiguiente siempre que exista
coerción o asimetría de edad (o ambos casos a la
vez) en el sentido propuesto entre una persona menor y
cualquier otra, las conductas sexuales deben ser consideradas
abusivas. Este concepto tiene la
ventaja de incluir también agresiones sexuales que cometen
unos niños
contra otros".
Afirmamos con anterioridad que el accionar
pedófilo genera la existencia del abuso sexual infantil,
aún cuando no resulta factible identificar simplistamente
la pedofilia clínica declarada con los abusadores
sexuales. El actual fenómeno del abuso sexual va
más allá de la pedofilia, extendiéndose a un
creciente sector poblacional del planeta convertido en abusadores
sexuales de niños, a pesar de no poseer las peculiares
desviaciones preferenciales de los pedófilos
diagnosticados clínicamente. Ese progresivo conjunto de
individuos, que sin sufrir una atracción sexual
anómala demandan el uso de niños en sus
prácticas sexuales, debe ser reconocido como un grupo que
padece una pedofilia no clínica de entidad ocasional o
episódica, que por sus dimensiones se ha constituido en
una patología social de alcance epidémico mundial,
generando enorme preocupación entre los gobiernos y la
sociedad
civil, por su trascendencia de inmenso deterioro moral y
psico-social.
. Esa definición de explotador sexual absorbe la
categoría de abusador sexual, aunque si llegar a coincidir
totalmente.
Así pues, a manera de resumen parcial podemos
relacionar las tres categorías analizadas hasta el
momento: la pedofilia, el abuso sexual infantil y la
explotación sexual de niños; todas ellas
constituyen un continuo conceptual que implica la progresiva
ampliación de dimensiones con una correlativa
identificación. La pedofilia como concepto clínico
originario constituye apenas una manifestación del abuso
sexual infantil, y este último a su vez forma parte de la
categoría del explotador sexual. Observado de una manera
más simple y graficada podríamos afirmar que no
todos los explotadores sexuales de menores son ellos mismos
abusadores sexuales, por cuanto existe una parte de esos
explotadores que no accionan sexualmente con los niños,
aunque si propician el contacto sexual de esos niños con
una tercera persona, percibiendo por ello un beneficio
económico. Esto se explica en tanto recordemos que el
término de abuso sexual de niños solo contempla a
aquellos individuos que reciben gratificación sexual
directa.
Valorando la correlación identificativa de estos
conceptos desde una óptica
progresiva de lo particular a lo más general y en
términos de acción
individual, sustentamos que el pedófilo activo será
siempre un abusador y un explotador sexual infantil; sin embargo,
visualizándolo en sentido inverso, no todo explotador
sexual de niños constituye un abusador sexual, ni a su vez
todo abusador sexual será un portador del trastorno sexual
pedófilo. El desarrollo
progresivo de la demanda de niños para prácticas
sexuales se produce por la ampliación escalonada de
grupos de
individuos solicitantes. "Se ha comprobado que los clientes que
solicitan servicios
sexuales infantiles pertenecen fundamentalmente a los siguientes
grupos: pedófilos, los que sienten inclinación
preferente por los niños, los usuarios habituales de
servicios sexuales que recurren ocasionalmente a los
niños, los cliente locales
de la prostitución, turistas, personas en viaje
de negocios,
inmigrantes extranjeros, soldados, funcionarios públicos
destinados en lugares aislados y otras personas".
La cada vez más alarmante explosión del
abuso sexual de niños cometidos por un gran número
de hombres y mujeres que no son pedófilos
clínicamente hablando, nos llama a la reflexión en
cuanto a la conveniencia de redimensionar conceptualmente la
pedofilia, concibiéndola como una patología social
actual más allá de su definición
médica y sexológica original; atemperándonos
así a la realidad de un problema que desde hace tiempo supera
con creces las desviaciones sexuales aisladas y extrañas
al conglomerado social.
La violencia
social contemporánea en sus diversas formas, ya sea
física, psicológica, simbólica,
mediática, etc.;
Por ser un síndrome complejo de carácter perenne y extendido a todo el
entramado social, la violencia se constituye en un
fenómeno continuo y permanente, pudiendo generar esta
habitualidad, una especie de insensibilidad social ante la
frecuente ocurrencia de actos agresivos sexuales y más
concretamente hacia la incidencia violenta que representa el
abuso sexual en niños. Con todas nuestras fuerzas debemos
instaurar un consenso en torno a
considerar el abuso sexual pedófilo como una de las
manifestaciones más dramáticas y extremas de las
agresiones sexuales y a partir de ese consenso evitar que por lo
explicado antes, en el enfoque valorativo social se entronice una
indiferencia nada favorable a la lucha contra la pedofilia como
patología social, lográndose en definitiva
estimular los sentimientos de rechazo e intolerancia social hacia
las acciones
pedófilas.
Como determinante coadyuvante de este mercado
turístico sexual aparece el aumento de las facilidades de
organización y localización de la
oferta sexual,
a partir del desarrollo de las nuevas técnicas
mundiales de comunicación, que propician el intercambio
de información y contactos a través de
Internet
Le presentamos a continuación una exposición
detallada, en la que el análisis de la pedofilia como
patología social se convierte en el hilo conductor del
discurso.
Nuestros razonamientos persiguen como meta establecer las
relaciones concatenantes y potenciadoras que interactúan
entre el crecimiento de la demanda pedófila del mercado sexual
y el desarrollo mundial acelerado de la comercialización del sexo con
niños.
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