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Resiliencia y sus valores (página 2)



Partes: 1, 2

Milgran y Palti (1993) definen a los niños
resilientes como aquellos que se enfrentan bien a pesar de los
estresores ambientales a los que se ven sometidos en los
años más formativos de su vida.

Luego de leer las diferentes definiciones diremos en
conclusión que la resiliencia es la capacidad de una
persona o
grupo para
seguir proyectándose en el futuro a pesar de
acontecimientos desestabilizadores, de condiciones de vida
difíciles y de traumas a veces graves.

La resiliencia se sitúa en una corriente de
psicología
positiva y dinámica de fomento de la salud mental y
parece una realidad confirmada por el testimonio de
muchísimas personas que, aún habiendo vivido una
situación traumática, han conseguido encajarla y
seguir desenvolviéndose y viviendo, incluso, en un nivel
superior, como si el trauma vivido y asumido hubiera desarrollado
en ellos recursos latentes
e insospechados. Aunque durante mucho tiempo las
respuestas de resiliencia han sido consideradas como inusuales e
incluso patológicas por los expertos, la literatura científica
actual demuestra de forma contundente que la resiliencia es una
respuesta común y su aparición no indica
patología, sino un ajuste saludable a la
adversidad.

1.3. Nacimiento de la
resiliencia.-

Durante la década del 70 ganó popularidad
el concepto de
niño invulnerable, con el que se aludía a
algunos niños que parecían constitucionalmente tan
fuertes, que no cedían frente a las presiones del estrés y
la adversidad. No obstante, este concepto resultaba confuso y,
según lo afirma Rutter, equivocado por al menos
tres razones: la resistencia al
estrés es relativa, no absoluta, en tanto no es estable en
el tiempo y varía de acuerdo a la etapa del desarrollo de
los niños y de la calidad del
estímulo. Las raíces de la resistencia provienen
tanto del ambiente como
de lo constitucional, el grado de resistencia no es estable, sino
que varía a lo largo del tiempo y de acuerdo a las
circunstancias. Por estos motivos, en la actualidad se utiliza
preferentemente el concepto de resiliencia.

Si bien, en las primeras publicaciones alusivas a la
resiliencia, se tendió a utilizar éste concepto
como equivalente al de invulnerabilidad, más
tardíamente se han establecido claras distinciones entre
ambos, quedando el concepto invulnerabilidad más bien en
el campo de la psicopatología.

Imprescindible resulta también, en este plano,
conocer el significado del vocablo vulnerabilidad, en tanto
ésta es una característica básica para la
gestación de los comportamientos resilientes.

Pero el concepto de personalidad
resistente aparece por primera vez en la literatura
científica en 1972, en relación a la idea de
protección frente a los estresores.

Son Kobasa y Maddi los autores que desarrollan el
concepto, a través del estudio de aquellas personas que
ante hechos vitales negativos parecían tener unas
características de personalidad que les protegían.
Así, se ha establecido que las personas resistentes tienen
un gran sentido del compromiso, una fuerte sensación de
control sobre los
acontecimientos y están más abiertos a los cambios
en la vida, a la vez que tienden a interpretar las experiencias
estresantes y dolorosas como una parte más de la
existencia, En general, se considera que es un constructo
multifactorial con tres componentes principales: compromiso,
control y reto
.

Desde la década del ochenta en adelante, ha
existido un interés
creciente por conocer aquellas personas que desarrollan competencia a
pesar de haber sido criadas en condiciones adversas, o bien en
circunstancias que aumentan el riesgo de
presentar psicopatologías.

De acuerdo a Rutter, existe una tendencia
lamentable a centrarse en todo aquello que resulta
sombrío, así como en los resultados negativos del
desarrollo. La posibilidad de la prevención surge al
aumentar el
conocimiento y la comprensión de las razones por las
cuales algunas personas no resultan dañadas por la
deprivación.

En 1979, el mismo autor señalaba la importancia
de conocer los factores que actúan como protectores de las
situaciones de adversidad, pero que resultaría aún
más importante conocer la dinámica o los mecanismos
protectores que los subyacen.

Por su parte, Werner plantea que el tema de la
resiliencia resulta importante, en tanto a partir de su conocimiento
es posible diseñar políticas
de intervención. Según esta autora, la
intervención desde un punto de vista clínico puede
ser concebida como un intento de alterar el balance presente en
las personas, que oscila desde la vulnerabilidad a la
resiliencia.

Esto puede ocurrir ya sea, disminuyendo la exposición
a situaciones de vida provocadoras de estrés y que atentan
contra la salud mental
(alcoholismo
paterno/materno, psicopatología de los padres o bien a la
separación o divorcio de
éstos), o bien aumentando o reforzando el número de
factores protectores que pueden estar presentes en una
situación dada; por ejemplo, reforzar fuentes de
apoyo y afecto, favorecer la
comunicación y las habilidades de resolución de
problemas.

Ya en 1992, Werner  observó que no
todas las personas sometidas a situaciones de riesgo
sufrían enfermedades o padecimientos
de algún tipo, sino que, por el contrario, había
quienes superaban la situación y hasta surgían
fortalecidos de ella.

También estudió la influencia de los
factores de riesgo, que se presentan cuando los procesos del
modo de vida, de trabajo, de la
vida de consumo
cotidiano, de relaciones políticas, culturales y
ecológicas, se caracterizan por una profunda inequidad y
discriminación social, inequidad de
género
e inequidad etnocultural que generan formas de
remuneración injustas con su consecuencia: la pobreza, una
vida plagada de estresores, sobrecargas físicas,
exposición a peligros que caracterizan a determinados
modos de funcionamiento social o de grupos
humanos.

Werner siguió durante más de
treinta años, hasta su vida adulta, a más de 500
niños nacidos en medio de la pobreza en la
isla de Kauai. Todos pasaron penurias, pero una tercera
parte sufrió además experiencias de estrés
y/o fue criado por familias disfuncionales por peleas, divorcio
con ausencia del padre, alcoholismo o enfermedades mentales.
Muchos presentaron patologías físicas,
psicológicas y sociales, como desde el punto de vista de
los factores de riesgo se esperaba. Pero ocurrió que
muchos lograron un desarrollo sano y positivo: estos sujetos
fueron definidos como resilientes.

Como siempre que hay un cambio
científico importante, se formuló una nueva
pregunta que funda un nuevo paradigma:
¿Por qué no se enferman los que no se
enferman?

Primero se pensó en cuestiones genéticas
("niños invulnerables" se los llamó), pero
la misma investigadora miró en la dirección adecuada. Se anotó que
todos los sujetos que resultaron resilientes tenían, por
lo menos, una persona que los aceptó en forma
incondicional, independientemente de su temperamento, su aspecto
físico o su inteligencia.
Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que sus
esfuerzos, su competencia y su autovaloración eran
reconocidas y fomentadas, y lo tuvieron. Eso hizo la diferencia.
Werner dice que todos los estudios realizados en el mundo acerca
de los niños desgraciados, comprobaron que la influencia
más positiva para ellos es una relación
cariñosa y estrecha con un adulto significativo. Es
decir que la aparición o no de esta capacidad en los
sujetos depende de la interacción de la persona y su entorno
humano.

1.4. Interés del concepto de
resiliencia
.-

El interés por estudiar el concepto de
resiliencia deviene al menos de tres áreas de investigación. La primera proviene de la
consistencia que muestran los datos
empíricos respecto de las diferencias individuales que se
observan al estudiar poblaciones de alto riesgo; observación referida a los hijos de padres
mentalmente enfermos.

En segundo lugar, se hace mención de los estudios
sobre temperamento, implementados por diversos investigadores en
los Estados Unidos en
la década del sesenta (Thomas, Birch, Chess, Hertzing y
Korn, en 1963
).

En tercer lugar, se menciona a Meyer, en
relación a la importancia que asigna al hecho de que a
nivel de las personas es posible observar las distintas formas en
que éstas enfrentan las situaciones de vida, así
como las experiencias claves o los momentos de
transición.

En las publicaciones que Rutter realizara en el
año 1986, el autor da cuenta de las distintas
consideraciones que estarían marcando la dirección
hacia la cual van los resultados obtenidos en estudios sobre
resiliencia. Rutter se refiere a los aportes que entrega un
enfoque psicobiológico, en términos del análisis de la interacción que en
forma recurrente se da entre las personas y el medio
ambiente; además, destaca el rol activo que tienen los
individuos frente a lo que les ocurre. Finalmente, señala
que la resiliencia no está ligada a la fortaleza o
debilidad constitucional de las personas, sino que su
comprensión incluye una reflexión respecto de
cómo las distintas personas se ven afectadas por los
estímulos estresantes, o bien sobre cómo reaccionan
frente a éstos.

Por otra parte, Rutter se refiere a lo que
él denominó la negociación que las personas hacen frente a
las situaciones de riesgo; bajo esta perspectiva la atención se focalizó en los
mecanismos y no en los llamados factores protectores.

Para quienes trabajan tanto en el plano de la teoría
como de la práctica en el ámbito de la pobreza, el
concepto de resiliencia y aquellos afines a éste (factores
y mecanismos protectores) abren un abanico de posibilidades, en
tanto se enfatizan las fortalezas o aspectos positivos de los
seres humanos.

Este enfoque resulta de interés, especialmente si
se compara con aquél que prevaleció desde la
década del sesenta, en el cual se subrayaban las carencias
o déficits que presentaban los niños de la pobreza.
Los programas basados
en este último enfoque tenían un carácter compensatorio, en tanto
tenían como objetivo
suplir las carencias de los niños de los sectores
populares. El enfoque de la resiliencia, por su parte, resalta
los aspectos positivos que muestran las personas de la pobreza y
da cuenta de las posibilidades que éste abre para la
superación.

1.5. Conceptos relacionados a la
resiliencia.-

Los conceptos de competencia, robustez y sobre todo el
de vulnerabilidad y protección están estrechamente
relacionados con los de la resiliencia, ya que comparten fines y
conceptos.

1.5.1. Concepto de
competencia.-

Es frecuente que los estudios sobre resiliencia se
focalicen en la capacidad de competencia social, bajo el supuesto
de que ésta refleja buenas habilidades de enfrentamiento
subyacentes. Sin embargo, estudios recientes muestran personas
que, si bien se comportan en forma competente en situaciones de
alto riesgo, pueden a la vez ser vulnerables frente a problemas
físicos o mentales.

Ejemplo de ello, son los estudios de Radke-Yarrow y
Sherman
que dan cuenta de un grupo de niños y
niñas que junto con presentar alta vulnerabilidad al
estrés, mostraban un enfrentamiento positivo.

De acuerdo a Sameroff y Seifer, los modelos
conceptuales que están a la base de la competencia
intentan, a diferencia de aquellos basados en la enfermedad,
explicar la naturaleza y
las causas de los desarrollos exitosos.

Estos autores señalan que, los modelos
conceptuales utilizados tienden a ser de naturaleza conductual, a
la vez que, enfatizan escasamente en los procesos
biológicos subyacentes. El enfoque que señalan
estos autores, está cobrando cada vez mayor
interés, particularmente en las investigaciones
que estudian los procesos que están a la base del
desarrollo; por ejemplo, en las áreas en las que se
trabaja en torno a la
capacidad de resolución de problemas

El aspecto recién mencionado resulta de especial
interés, en tanto muestra que los
estudios que se basan en el modelo de la
competencia están bien articulados, dado que analizan
cuáles son las características que identifican las
influencias recíprocas que ocurren entre los sistemas sociales
e individuales, que son las que promueven un desarrollo adecuado
en los niños y niñas.

Utilizando este modelo de análisis es posible
identificar múltiples dominios de funcionamiento
competente en cada uno de los niños. Esta multiplicidad de
dominios es la que posibilita explicar las diferencias
individuales que se observan a nivel de los patrones de
competencia. Asimismo, han podido captar tipos de interacciones
que se producen entre padres e hijos, como también el
contexto en el cual éstas se manifiestan.

Una forma diferente de aproximación para buscar
una explicación a la competencia, consiste en intentar
encontrar factores específicos que darían cuenta
del desarrollo exitoso de personas en las cuales se
predecían resultados deficientes, como consecuencia de
estar sometidos a situaciones de alto riesgo.

1.5.2. Concepto de robustez.-

El concepto de robustez, que según Levav
podría ser considerado afín al de resiliencia, ha
sido definido como una característica de la
personalidad que en algunas personas actúa como
reforzadora de la resistencia al estrés. La robustez ha
sido definida como una combinación de rasgos personales
que tienen carácter adaptativo, y que incluyen el sentido
del compromiso, del desafío y la oportunidad, y que se
manifestarían en ocasiones difíciles.

Incluye además la sensación que tienen
algunas personas de ser capaz de ejercer control sobre las
propias circunstancias.

Kobasa describe evidencias
respecto de personas que han mostrado escasos síntomas de
enfermedad, pese a haber estado
sometidas a situaciones provocadoras de estrés.
Señala que éstas muestran mayor cantidad de
comportamientos comprometidos, mayor capacidad de control
interno y de desafío, al ser comparados con sus pares
que se estresan con frecuencia y que se enferman, como
consecuencia de ello, más repetidamente.

Otros autores, en este mismo ámbito,
señalan que las mediciones que se han llevado a cabo para
evaluar la capacidad de robustez de las personas, se han centrado
en estudiar la ausencia de síntomas de
desadaptación psicológica, más que en
analizar características de personalidad
positivas.

Este último autor señala que, la robustez
puede no tener un impacto directo sobre la salud, sino que
éste puede ser más bien indirecto afectando
primeramente las prácticas de vida, siendo éstas
últimas las que afectarían a su vez la salud en
sentido positivo.

En esta misma dirección, Kobasa
señala que, la capacidad de robustez de las personas tiene
una influencia importante en la interpretación subjetiva que éstas
dan a los acontecimientos de su vida.

Finalmente, Contrada sostiene que las diferencias
individuales que se observan en la capacidad de reacción a
estímulos o situaciones estresantes son significativas, y
que éstas son una demostración de las influencias
que ejercen los factores constitucionales tanto como los
ambientales y la interacción entre estos
factores.

1.5.3. Concepto de vulnerabilidad y sus
factores.-

Los conceptos de vulnerabilidad y mecanismo protector
han sido definidos como la capacidad de modificar las respuestas
que tienen las personas frente a las situaciones de
riesgo.

Ahora bien el concepto de vulnerabilidad da cuenta, de
alguna forma, de una intensificación de la reacción
frente a estímulos que en circunstancias normales conduce
a una desadaptación. Lo contrario ocurre en las
circunstancias en las cuales actúa un factor de
atenuación el que es considerado como mecanismo protector.
De esto se desprende que vulnerabilidad y mecanismo protector,
más que conceptos diferentes constituyen el polo negativo
o positivo de uno mismo. Lo esencial de ambos conceptos, es
que son sólo evidentes en combinación con alguna
variable de riesgo.

1.5.3.1. Vulnerabilidad.-

Es muy importante distinguir en como se denominan los
conceptos de desadaptación y el de vulnerabilidad. Se dice
que el comportamiento
desadaptado en edades tempranas no es sinónimo de ser
vulnerable a algún desorden, sea éste adquirido o
heredado. Esta observación se hace sosteniendo que la
mayor parte de las consideraciones respecto de la
desadaptación que tienen ciertos comportamientos
infantiles, se basan en evaluaciones de los padres, profesores,
pares y/o entrevistadores.

Es así como, los niños y niñas que
se desvían de alguna forma del comportamiento promedio que
muestra su grupo de referencia, son considerados
desadaptados.

Los comportamientos que presentan pueden de hecho
aparecer como desadaptados, sin embargo, este desajuste puede
resultar adaptativo a las características de su familia en un
momento determinado. Estos mecanismos de adaptación se
manifiestan especialmente en hijos de padres
esquizofrénicos.

Al revisar el concepto teórico de vulnerabilidad
quedan, dos aspectos a precisar. Uno de éstos es la
necesidad de hacer distinciones al interior de este concepto. Es
así como, una alternativa es entender vulnerabilidad como
un fenómeno perceptible en el cual un cierto nivel de
estrés, resulta en conductas desadaptativas.

Por otra parte, el concepto de vulnerabilidad alude a
una dimensión continua del comportamiento que se mueve
desde una adaptación más exitosa al estrés,
a una menos exitosa.

El segundo aspecto a precisar, tiene que ver con el
significado de los conceptos de riesgo y de factores protectores.
Las autoras se preguntan si estos conceptos deben ser
considerados universales, o si más bien están
ligados a las características de las personas.

Esto dice relación con el hecho de que el
significado que cobra para distintas personas un determinado
acontecimiento estresor, es dependiente de las capacidades
cognitivas y emocionales de cada una de ellas. Quizás,
sostienen las autoras, sea necesario considerar las
características de las personas para lograr una adecuada
comprensión de los factores y/o procesos que ya sea las
protegen o bien aumentan su vulnerabilidad.

Es importante destacar que, una misma variable puede
actuar bajo distintas circunstancias, tanto en calidad de factor
de riesgo como de protector.

Es así como, por ejemplo, para un adulto el hecho
de perder el trabajo
puede dar lugar a una depresión,
y sin embargo el hecho de estar desempleado por un tiempo
prolongado, puede actuar como factor de protección en
relación a otros acontecimientos vitales
amenazantes.

1.5.3.2. Factores protectores.-

El concepto de factor protector alude a las influencias
que modifican, mejoran o alteran la respuesta de una persona a
algún peligro que predispone a un resultado no adaptativo.
Sin embargo, esto no significa en absoluto que ellos tengan que
constituir experiencias positivas o benéficas, con
respecto a las que difieren en tres aspectos cruciales

Un factor protector puede no constituir un suceso
agradable, como se ha hecho evidente en varios estudios sobre
experiencias tempranas de estrés en animales, y su
asociación a la resistencia a experiencias posteriores del
mismo tipo (Hennesy & Levine; Hunt y Rutter en
1985).

En ciertas circunstancias, por lo tanto, los eventos
displacenteros y potencialmente peligrosos pueden fortalecer a
los individuos frente a eventos similares.

Por supuesto, en otras circunstancias puede darse el
efecto contrario; es decir que, los eventos estresantes
actúen como factores de riesgo, sensibilizando frente a
futuras experiencias de estrés.

Los factores protectores, a diferencia de las
experiencias positivas, incluyen un componente de
interacción. Las experiencias positivas actúan en
general de manera directa, predisponiendo a un resultado
adaptativo. Los factores protectores, por su parte, manifiestan
sus efectos ante la presencia posterior de algún estresor,
modificando la respuesta del sujeto en un sentido
comparativamente más adaptativo que el esperable. Este
proceso ha
sido observado, por ejemplo, en el efecto que han tenido varios
programas preventivos de preparación de los niños y
sus familias para enfrentar los eventos de hospitalización
de los primeros, disminuyendo significativamente las tasas de
perturbación emocional en el hospital (Wolkind &
Rutter y Rutter en 1985).

Un factor protector puede no constituir una experiencia
en absoluto, sino una cualidad o característica individual
de la persona. Las niñas, por ejemplo, parecen menos
vulnerables que los niños ante diferentes riesgos
psicosociales.

 1.5.3.3. Factores de
riesgo.-

Estos deben ser vistos como un resultado de la estrecha
interacción individuo
ambiente donde cada una de estas dos partes juega un papel
activo. Es decir, el individuo no debe considerarse un receptor
pasivo de los diferentes estímulos, por el contrario se
encuentra constantemente modulando la incidencia a estos con su
conducta, sus
efectos en la determinación del carácter de
riesgo.

En este proceso de modulación
se mezclan componentes genéticos, psicológicos,
sociales y situacionales.

Esto supone además, el carácter
específico de los mecanismos implicados en la
determinación del riesgo en cada individuo tendrán
una dinámica propia, única, que dependerá de
la articulación de los componentes referidos con
anterioridad

En resumen, la diferencia crucial entre los procesos
de vulnerabilidad, protección por una parte, y los
factores de riesgo, por otra, es que éstos últimos
llevan directamente hacia un desorden (leve o severo) o
beneficio, mientras que los primeros operan indirectamente y
tienen efectos sólo en virtud de su interacción con
la variable de riesgo.

Capítulo II

VALORES DE LA RESILIENCIA

2. Introducción.-

En este capitulo daremos énfasis a los valores de
la resiliencia que es la parte tangible de una personalidad
resiliente, veremos también como es que la resiliencia se
ha aplicado dentro del rol social (escuelas, comunidades, etc.) y
como esta la ha afectado.

2.1. Pilares de la
resiliencia.-

A partir del estudio y observación de la
resiliencia se trato de buscar los factores que resultan
protectores para el individuo, es decir son los valores que
sobresalen cuando la persona se encuentran en momentos de
adversidad.

2.1.1. Autoestima
consistente.-

Es la base de los demás pilares y es el fruto del
cuidado afectivo consecuente del niño o adolescente por un
adulto significativo (familiar o no), "suficientemente" bueno y
capaz de dar una respuesta sensible. Una de las
características entre los niños y jóvenes
resilientes, es que como seres humanos nacen con la capacidad de
hacer frente a las demandas del ajuste de su medio, de
desarrollar habilidades sociales y comunicativas, con una
conciencia
crítica, autónoma y con un
propósito para el futuro.

El desarrollo y el reforzamiento de la misma requieren
de la estimulación contextual, familiar y sobre todo el de
los padres.

2.1.2. Introspección.-

Es el arte de
preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta.
Depende de la solidez de la autoestima que se desarrolla a partir
del reconocimiento del otro. De allí la posibilidad de
integración de los jóvenes hacia
grupos de adictos o delincuentes, con el fin de obtener ese
reconocimiento.

2.1.3. Independencia.-

Se definió como el saber fijar límites
entre uno mismo y el medio con problemas; la capacidad de
mantener distancia emocional y física sin caer en el
aislamiento. Depende del principio de realidad que permite juzgar
una situación con prescindencia de los deseos del sujeto.
Los casos de abusos ponen en juego esta
capacidad.

2.1.4. Capacidad de
relacionarse.-

Es decir, la habilidad para establecer lazos e intimidad
con otras personas, para balancear la propia necesidad de afecto
con la actitud de
brindarse a otros. Una autoestima baja o exageradamente alta
producen aislamiento: si es baja por autoexclusión por la
vergüenza que el individuo siente frente a los demás;
y si es demasiado alta puede generar rechazo por la soberbia que
se supone.

2.1.5. Iniciativa, Humor y
Creatividad.-

La iniciativa es el motivo o razón por el cual
nos exigimos y nos ponemos a prueba en tareas progresivamente
más exigentes.

El humor es encontrar lo cómico en la propia
tragedia. Permite ahorrarse sentimientos negativos aunque sea
transitoriamente y soportar situaciones adversas.

La creatividad es
la capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del
caos y el desorden. Fruto de la capacidad de reflexión, se
desarrolla a partir del juego en la infancia y
progresa con el desarrollo de la persona.

2.1.6. Moralidad.-

Es entendida como la consecuencia para extender el deseo
personal de
bienestar a todos los semejantes y la capacidad de comprometerse
con valores. Es la base de buen trato hacia los otros.

2.1.7. Capacidad de pensamiento
crítico.-

Es un pilar de segundo grado, fruto de las
combinación de todos los otros y que permite analizar
críticamente las causas y responsabilidades de la
adversidad que se sufre, cuando es la sociedad en su
conjunto la adversidad que se enfrenta. Y se propone modos de
enfrentarlas y cambiarlas. A esto se llega a partir de criticar
el concepto de adaptación positiva o falta de desajustes
que en la literatura anglosajona se piensa como un rasgo de
resiliencia del sujeto.

2.2. Fuentes de la
resiliencia.-

Las fuentes de la resiliencia, de acuerdo con Edith
Grotberg
, son para hacer frente a las adversidades,
superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado,
los niños toman factores de resiliencia de cuatro fuentes
que se visualizan en las expresiones verbales de los sujetos
(niños, adolescentes o
adultos) con características resilientes

2.2.1. El tengo.-

Son las personas alrededor en quienes confío y
que me quieren incondicionalmente.

Personas que me ponen límites para que aprenda a
evitar los peligros.

Personas que me muestran por medio de su conducta la
manera correcta de proceder.

Personas que quieren que aprenda a desenvolverme
solo.

Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en
peligro, o cuando necesito aprender.

2.2.2. El soy o estoy.-

Alguien por quien los otros sienten aprecio y
cariño.

Feliz cuando hago algo bueno para los demás y les
demuestro mi afecto.

Respetuoso de mí mismo y del
prójimo.

Dispuesto a responsabilizarme de mis actos, es decir que
todo saldrá bien.

2.2.3. El puedo.-

Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan es
buscar la manera de resolver mis problemas, de ccontrolarme
cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está
bien.

Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o
actuar y encontrar a alguien que me ayude cuando lo
necesito.

2.3. Resiliencia relacional.-

Es el estudio de los valores de la resiliencia, pero
desde el punto de las relaciones sociales.

2.3.1. Familiar y grupal.-

Propone una concepción sistémica de la
resiliencia, enmarcada en un contexto ecológico y
evolutivo, y presenta el concepto de resiliencia familiar
atendiendo a los procesos interactivos que fortalecen con el
transcurso del tiempo tanto al individuo como a la
familia.

La resiliencia relacional puede seguir muchos caminos,
variando a fin de amoldarse a las diversas formas, recursos y
limitaciones de las familias a los desafíos psicosociales
que se les plantean.

En este sentido se pueden señalar como
también reconocer los problemas y limitaciones que hay que
enfrentar; comunicar abierta y claramente acerca de ellos;
registrar los recursos personales y colectivos existentes y
organizar y reorganizar las estrategias y
metodologías tantas veces como sea necesario, revisando y
evaluando los logros y las pérdidas.

Para esto es necesario que, en las relaciones entre los
componentes del grupo familiar, se produzcan las siguientes
prácticas: actitudes demostrativas de apoyos
emocionales (relaciones de confirmación y confianza en la
competencia de los protagonistas); conversaciones en las que se
compartan lógicas (por ejemplo, acuerdos sobre premios y
castigos) y conversaciones donde se construyan significados
compartidos acerca de la vida, o de acontecimientos
perjudiciales, con coherencia narrativa y con un sentido
dignificador para sus protagonistas. 

En síntesis,
los elementos básicos de la resiliencia familiar
serían: cohesión, que no
descarte la flexibilidad; comunicación franca entre los miembros
de la familia; reafirmación de un sistema de
creencias comunes, y resolución de problemas a
partir de las anteriores premisas.

2.3.2. Comunitaria.-

A partir de observar que cada desastre o calamidad que
sufre una comunidad, que
produce dolor y pérdida de vidas y recursos, muchas veces
genera un efecto movilizador de las capacidades solidarias que
permiten reparar los daños y seguir adelante.

Eso permitió establecer los pilares de la
resiliencia comunitaria: autoestima colectiva, que
involucra la satisfacción por la pertenencia a la propia
comunidad; identidad cultural, constituida por el proceso
interactivo que a lo largo del desarrollo implica la
incorporación de costumbres, valores, giros
idiomáticos, danzas, canciones, etc. Proporcionando la
sensación de pertenencia.

El humor social, consistente en la capacidad de
encontrar la comedia en la propia tragedia para poder
superarla; honestidad estatal, como contrapartida de la corrupción
que desgasta los vínculos sociales; solidaridad,
fruto de un lazo social sólido que resume los otros
pilares.

2.4. Resiliencia y
educación.-

La cuestión de la educación se
vuelve central en cuanto a la posibilidad de fomentar la
resiliencia de los niños y los adolescentes, para que
puedan enfrentar su crecimiento e inserción social del
modo más favorable (Melillo, Rubbo y
Morato
).

Lamentablemente, en las escuelas habitualmente se pone
el mayor empeño en detectar los problemas, déficit,
falencias, en fin, patología, en lugar de buscar y
desarrollar virtudes y fortalezas.

Por eso y para empezar, una actitud constructora de
resiliencia en la escuela implica
buscar todo indicio previo de resiliencia, rastreando las
ocasiones en las que tanto docentes como
alumnos sortearon, superaron, sobrellevaron o vencieron la
adversidad que enfrentaban y con qué medios lo
hicieron.

2.4.1. Construcción de la resiliencia en la
escuela.-

El Informe Delors
de la UNESCO
de 1996 especificó como elementos
imprescindibles de una política educativa de
calidad, la necesidad de que ésta abarque cuatro aspectos:
aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir con los
demás y aprender a ser.

Los dos primeros aspectos son los que se enfatizan
tradicionalmente y se trata de medir para justificar resultados.
Los dos últimos son los que hacen a la integración
social y a la construcción de ciudadanía. Para el desarrollo de los
últimos (y también de los primeros) sirven los
programas que promueven la resiliencia en las
escuelas.

La construcción de la resiliencia en la escuela
implica trabajar para introducir los siguientes seis factores
constructores de resiliencia (Henderson y Milstein,
2003):

1.   Brindar afecto y apoyo
proporcionando respaldo y aliento incondicionales, como base y
sostén del éxito
académico
.  Siempre debe haber un "adulto
significativo" en la escuela dispuesto a "dar la mano" que
necesitan los alumnos para su desarrollo educativo y su
contención afectiva. 

2.   Establecer y transmitir expectativas
elevadas y realistas para que actúen como motivadores
eficaces,
adoptando la filosofía de que "todos los
alumnos pueden tener éxito".

3.   Brindar oportunidades de
participación significativa
en la resolución de
problemas, fijación de metas, planificación, toma de
decisiones (esto vale para los docentes, los alumnos y,
eventualmente, para los padres). Que el aprendizaje se
vuelva más "práctico", el currículo sea más "pertinente" y
"atento al mundo real" y las decisiones se tomen entre todos los
integrantes de la comunidad educativa. Deben poder aparecer las
"fortalezas" o destrezas de cada uno.

4.   Enriquecer los vínculos
pro-sociales con un sentido de comunidad
educativa
.  Buscar una conexión
familia-escuela positiva.

5.   Es necesario brindar capacitación al personal sobre estrategias
y políticas de aula que trasciendan la idea de la disciplina
como un fin en sí mismo.
  Hay que dar
participación al personal, los alumnos y, en lo posible, a
los padres, en la fijación de dichas políticas.
Así se lograrán fijar normas y
límites claros y consensuados.

6.   Enseñar "habilidades para
la vida":
cooperación, resolución
de conflictos, destrezas comunicativas, habilidad para
resolver problemas y tomar decisiones, etc. Esto sólo
ocurre cuando el proceso de aprendizaje
está fundado en la actividad conjunta y cooperativa de
los estudiantes y los docentes.

2.5. Características de la
Resiliencia.-

Los seres humanos nacen con la capacidad de hacer frente
a las demandas del ajuste de su medio, de desarrollar habilidades
sociales y comunicativas, una conciencia crítica,
autonomía y propósitos para el futuro. El
desarrollo y el reforzamiento de la misma requieren de la
estimulación contextual, familiar y de los
pares.

2.5.1. Característica de los niños
resilientes.-

Estos niños suelen responder adecuadamente frente
a los problemas cotidianos, son mas flexibles y sociales,
predominancia de lo racional, buena capacidad de auto-control y
autonomía.

En cuanto a lo familiar, no han sufrido separaciones o
pérdidas tempranas y han vivido en condiciones
económicas y familiares relativamente estables presentando
con frecuencia características de personalidad o
habilidades entre las que se puede mencionar:

Adecuada autoestima y autoeficiencia.

Mayor capacidad de enfrentar constructivamente la
competencia y aprender de los propios errores.

Mejores y más eficaces estilos de
afrontamiento.

Capacidad de recurrir al apoyo de los adultos cuando sea
necesario.

Actitud orientada al futuro.

Optimismo y mayor tendencia a manifestar sentimientos de
esperanza.

Mayor coeficiente intelectual.

Capacidad empática.

Accesibilidad y buen sentido del humor.

Estos rasgos y habilidades pueden verse reforzados por
la influencia positiva del medio familiar y el apoyo de otros
adultos significativos en la vida del niño.

Según Loesel los niños resilientes
suelen vivir en un clima educacional
abierto y con límites claros; cuentan con modelos sociales
que motivan el enfrentamiento constructivo, comparten
responsabilidades sociales y se ven estimulados por la existencia
de expectativas de logros realistas por parte de los
adultos.

2.5.2. Características de los
Jóvenes Resilientes.-

Muestran también una serie de
características que se asocian directamente con la
capacidad de afrontar adecuadamente los problemas cotidianos, las
cuales se relacionan con el propio desarrollo
personal.

Los jóvenes resilientes presentan, entre otras
características comunes.

Adecuado control de emociones en
situaciones difíciles o de riesgo, demostrando optimismo y
persistencia ante el fracaso.

Habilidad para manejar de manera constructiva el dolor,
el enojo, la frustración y otros aspectos
perturbadores.

Capacidad de enfrentar activamente los problemas
cotidianos.

Capacidad para obtener la atención positiva y el
apoyo de los demás, estableciendo amistades duraderas
basadas en el cuidado y apoyo mutuo.

Competencia en el área social, escolar y
cognitiva; lo cual les permite resolver creativamente los
problemas.

Mayor autonomía y capacidad de auto
observación.

Gran confianza en una vida futura significativa y
positiva, con capacidad de resistir y liberarse de estigmas
negativos.

Sentido del humor flexibilidad y tolerancia.

2.6. Ambientes que Favorecen la
Resiliencia
.-

a) La presencia de adultos accesibles,
responsables y atentos a las necesidades de niños y
jóvenes. Pueden ser padres, tíos, abuelos, maestros
u otras personas que muestren empatía, capacidad de
escucha y actitud cálida. Además es importante que
expresen su apoyo de manera que favorezca en los niños y
jóvenes un sentimiento de seguridad y
confianza en sí mismos.

b) La existencia de expectativas altas y
apropiadas a su edad, comunicadas de manera consistente, con
claridad y firmeza, que le proporcionan metas significativas, lo
fortalezcan y promueven su autonomía, y le ofrezcan
oportunidades de desarrollo

c) La apertura de oportunidades de
participación: los adultos protectores son modelo de
competencia social en la solución de problemas, pudiendo
proporcionar oportunidades para que los niños y
adolescentes participen y en conjunto, aprendan de los errores y
contribuyan al bienestar de los otros, como parte de un equipo
solidario y participativo.

Greenspan, enumera una serie de condiciones
familiares que favorecen el desarrollo de la resiliencia en
niños y jóvenes:

Dentro del sistema familiar: normas y reglas claras y
respeto a las
jerarquías.

Apoyo entre los miembros de la familia como
costumbre

Estrategias familiares de afrontamiento y eficacia.

Práctica de un estilo de crianza, donde el
adecuado uso del tiempo libre, la internalización de
valores, al amor y el
respeto enmarcan el estilo de vida
de los hijos.

Expectativas positivas de los padres sobre el futuro de
los hijos.

Responsabilidades compartidas en el hogar.

Apoyo de los padres en las actividades escolares de los
hijos.

Oportunidades de desarrollo y responsabilidades
extrafamiliares (voluntariado, trabajo, estudio,
etc.).

CONCLUSIONES

1.- Después de saber un poco acerca de este tema
que es muy nuevo e innovador en lo que respecta a la forma en que
las personas son capaces de superar la adversidad, y lograr salir
adelante con absoluta convicción, es cierto decir que
ciertos factores formativos son primordiales en el desarrollo de
cada individuo, como una buena estimulación intelectual,
social y afectiva.

2.- La resiliencia fundamentalmente esta siendo
encaminada a la promoción de factores protectores a nivel
personal con el objetivo de desarrollar estilos de
enfrentamientos a los momentos difíciles.

3.- Uno de los factores más importantes para que
la persona desarrolle una personalidad resiliente, es la
autoestima ya que esta fortalecerá al conjunto de valores
(optimismo, confianza, esperanza, etc.) y a todos estos los
podemos denominar como a "Nuestro Espíritu".

4.- Es importante estimular factores de resiliencia
tanto internos (la autoestima, la creatividad, etc.) como los
externos (desarrollo en el ámbito social, la iniciativa,
el humor) que involucran estimulación de la personalidad
de un individuo.

BIBLIOGRAFÍA

1.- Diccionario
Básico Latín-Español/Español-Latín;
1992

2.-Grotberg. (1997): "La resiliencia en acción", trabajo presentado en el Seminario
Internacional sobre Aplicación del Concepto de Resiliencia
en Proyectos
Sociales, Universidad
Nacional de Lanús,
Fundación Van Leer, 1997

3.- "Psicoanálisis, vulnerabilidad
somática y resiliencia", en Internet, página en
Resiliencia, 2002.

4.- Werner, en WALSH, F.: "El concepto de resiliencia
familiar: crisis y
desafío", en Sistemas familiares, año 14,
nº 1, marzo de 1998, pág. 11.

5.- Werner, Emmy E. (1989). Alto riesgo en niños
y jóvenes: Trabajo de 32 años. Trabajo sobre
psiquiatría infantil estadounidense, vol. 59, n.1, pp.
72-81.

 

ALUMNO:

Iparraguirre Monzon, Sandra Patricia

UNIVERSIDAD INCA GARCILASO DE LA VEGA

FACULTAD DE ESTOMATOLOGÍA

LIMA. PERÚ

2007

Partes: 1, 2
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