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Educación cooperativa: propuestas (página 2)



Partes: 1, 2

Estrategias:

Para ello nos hemos de  proponer objetivos
inmediatos, menos ambiciosos pero que están a nuestro
alcance. Es decir, sin dejar de proyectarnos en lo posible sobre
el entorno local y regional, nuestra cometido y actuación
educativa debe plasmarse en un proyecto concreto, debe
centrarse prioritaria y decididamente dentro de cada empresa cooperativa.

Con esa perspectiva, tenemos todas las probabilidades de
que, a medida que el esfuerzo solidario, fraterno y
mancomunado  produzca resultados positivos, sus efectos
serán uniformemente acelerados en el marco neutral de una
mirada sin límites a
partir del apadrinamiento publico-privado de cooperadoras y
cooperativas
escolares.

Para educar en la cooperación tenemos que 
adecuar los programas
formativos  en su estructura,
objetivos y destinatarios ya que, respecto de esto último,
ningún estamento ni sector cooperativo puede quedar fuera
de la formación, información y capacitación cooperativas
continuas.

Para ello, un objetivo
central, esencial,  ha de ser no solo la
ilustración,  calificación y
cualificación para el consumo y para
los usos sino que, luce fundamental, una educación cooperativa
vinculada con el trabajo en
los sectores primario, secundario y terciario de la economía, el comercio, la
industria y
los servicios.

Sin embargo, especial atención merece la educación a los
asociados en tanto ´fundadores´, e
integradores del espíritu y la mística cooperativa,
titulares de su proyecto y miembros integrantes, insustituibles e
imprescindibles del máximo órgano
democrático de poder
cooperativo: `la asamblea´.

En este sentido, la clave del éxito
del funcionamiento democrático descansa en la base, porque
si los asociados cooperativos están debidamente formados e
informados  sobre sus derechos y deberes
democráticos, todo el sistema
cooperativo, incluso  en los grados superiores de
concentración o federación, funcionará
democráticamente, ya que las decisiones participadas,
deliberadas y conscientes de todos los asociados han de 
animar, alentar e impulsar responsablemente las decisiones
cooperativas para asegurar que la eficiencia de su
ejecutoriedad asegure la propia eficacia de cada
empresa cooperativa.

Es recomendable asimismo que en ninguna cooperativa
falte su periódico
institucional que puede ser tan modesto de medios como se
quiera o pueda y,  su aparición,  semanal,
quincenal o a más largo plazo, sin descartar por cierto,
en la medida de las posibilidades la implementación
de  la propia pagina Web cooperativa,
de un teléfono 0800
….etcétera.

En tal caso, una comisión de asociados se
encargaría de la redacción y, no se alegue la dificultad de
la tarea, porque siempre se tiene a mano un cooperativista con
experiencia y trayectoria, un libro
cooperativo para reproducir un comentario teórico
y/o  práctico, e información Vg. vía
Internet)

sobre mercados, tarifas
y precios que
interesen a los asociados.

Igualmente, cuando se producen cambios de
administradores, síndicos o gerentes se les puede
presentar en entrevistas
tan amenas y familiares como se sepa hacer, en las que el
entrevistado desde su punto de vista,  exponga su programa y/o lo
realizado; autocríticas, fortalezas, oportunidades,
debilidades y `encrucijadas´ para la
cooperativa.

Desde una simple hoja hasta una moderna
impresión, existe una amplia gama de posibilidades al
alcance de todo presupuesto
cooperativo y, aún cabría agregar que si la
cooperativa es importante y se vale de publicidad 
podría conseguir que la tirada de la hoja, folleto,
boletín  o periódico no cueste un
centavo.

El periódico seria también el
órgano para anuncio de los actos cooperativos:
convocatoria de asambleas, dar a conocer las resoluciones
adoptadas, anunciar nuevos servicios cooperativos -con sus
fundamentos y ventajas-,  como otros tantos aspectos que
involucren directa o indirectamente aspectos substanciales del
quehacer cooperativo, Vg., en materia de
tarifas, tributos,
cuestiones laborales, regulatorias,  viáticos y
retribuciones de consejeros, gerentes, síndicos, asesores
de la cooperativa, etc..

También seria útil en materia de
relaciones sociales y humanas con interés  no solo para sus asociados y
sus familiares sino para toda la comunidad en su
conjunto.

La habilidad de la comisión redactora –que
no es necesario que esté formada por profesionales
cooperativos o periodísticos, sólo requiere
entusiasmo- puede hacer tal periódico algo ameno y
esperado por los asociados y también por autoridades
municipales, sindicales, ONG´s,
etc..

Organizar encuestas
sobre cualquier otro tema (Responsabilidad social empresaria,
certificación de normas de
calidad,
banco de
sangre,
VH-SIDA, contaminación ambiental,  calidad y
confiabilidad de los servicios cooperativos, etc-.) de
interés para la cooperativa y sus asociados, y en ese
capítulo, que se llamaría  Vg., `espacio
comunicacional entre administradores y asociados´, uno de
los administradores –quizás no siempre ni
únicamente el presidente- debería dedicar alguna
hora de cada día o a la semana para recibir asociados y
escuchar sus sugerencias, canalizar quejas y reclamos, informar
de decisiones adoptadas e incluso receptar propuestas y proyectos para el
tratamiento institucional cooperativo.

Seguramente podríamos sugerir muchas otras
propuestas pero nunca será mucho cuanto se haga para
resaltar -la importancia y trascendencia por su índole y
gravitación- todo lo concerniente a la celebración
de cada asamblea de asociados las que, en primer termino, no
deben resignarse a los magros quórum actuales por
imperio de un inadmisible absentismo ni limitarse a una mera
lectura de
cifras de un balance que nada dicen a los oyentes sino que cada
partida y cada cuenta debe ser aclarada mediante explicaciones
circunstanciadas y asequibles al más sencillo y modesto de
los asociados.

Tampoco deben circunscribirse a una explicación
de los hechos pasados sino a una consideración seria del
futuro proyecto cooperativo porque, todo organismo vivo
–cada cooperativa lo es- no permanece estático sino
que esta -más que nunca en estos nuevos tiempos-, en
constante evolución.

De tal manera, los objetivos conseguidos hoy deben
servir de punto de partida y lanzamiento para nuevos objetivos y
éstos deben ser objeto de atenta, profunda instruida y
documentada maduración, para recién después
pasar a una explicación razonada dando espacio pleno a una
amplia deliberación que garantice la participación,
información y transparencia en el examen de los
pros y las contras posibilitando adoptar finalmente la
decisión más conveniente y más legitimada
posible.

Adicionalmente, ningún asunto debe llevarse de
sorpresa ni desinformadamente a un acto asambleario sino que, sin
excepción, deben ser objeto de información y
consenso anterior –todo lo que se pueda- con los
asociados.

El resultado sería la formación de la
opinión pública cooperativa de tal modo que,
cuando ésta ha madurado, la aprobación de un asunto
por una asamblea no pasa de ser, poco menos, una simple
formalidad porque con anterioridad se había llegado a una
conciencia
colectiva y a una opinión mayoritaria que casi no necesita
expresarse en votación, tal cual sucede Vg., con las
metodologías implementadas por el Foro Social Mundial.

Podríamos decir así que con la adopción
de estas y otra medidas parecidas, afines y complementarias,
prontamente se llegaría a formar en los asociados
cooperativistas una auténtica conciencia cooperativa, y
sólo entonces,  la democracia
cooperativa será efectiva y los problemas que
hoy obsesionan a teóricos y prácticos del sector
en tanto distorsionan el alcance y el sentido de
la empresa
cooperativa enriqueciendo ilícitamente a
grupúsculos burocráticos mimetizados en la
misma-,
 habrán sido superados, satisfactoria y
legítimamente.

Por cierto, la tarea propuesta no parece
fácil. Es verdad y, reconozco que abordarla responsable e
integralmente,  requiere de espíritus selectos y
vocaciones a prueba de fracasos.

Pero, si hemos de sentirnos ganados de antemano por el
desánimo ante las dificultades o anomalías cuasi
estructurales actuales, mejor será no constituir una nueva
cooperativa y, si ya estamos enrolados en ella, conformarnos con
sus mediocres, arbitrarias, abusivas y discrecionales decisiones
y realizaciones.

Por eso en tales supuestos,  no nos
engañemos creyendo que servimos los altos ideales que
inspiran, justifican y tratan de servir el genuino cooperativismo
como sub-sistema económico-social ni de que cumplimos una
democracia cooperativa la que puede ser formal y reconocida en
los estatutos y en la ley,  pero
en la realidad es una pura y lastimosa
ficción.

En función de
la legislación y fondos cooperativos, pertinentes,
disponibles e imperativos, sería plausible, sin demoras ni
distracciones institucionalizar Consejos regionales para
Educación cooperativa en todo el país y en el
ámbito del MERCOSUR, basados
inicialmente en las actividades educativas y los cuadros docentes de
áreas asignadas a educación, técnicos y
licenciaturas cooperativas, disponibles en diferentes
ámbitos académicos de Argentina, como
Córdoba, Rosario, La Plata, etc..

Consejos Regionales para la Educación
Cooperativa:

Estos consejos deberían avocarse a tareas
pedagógicas formativas en ocho  áreas, cuanto
menos e inicialmente: 1) Asociados cooperativos; 2)
Administradores y síndicos; 3) Gerentes, asesores,
profesionales y técnicos; 4) Enseñanza básica, media y
universitaria; 5) Funcionarios; 6) Legisladores; 7) Magistrados;
8) Formadores e instructores cooperativos.

1)               
Formación de asociados:

Para la formación, información,
capacitación y educación de los asociados y
aspirantes a asociados cooperativos se utilizarían no solo
las instalaciones cooperativas sino aquellas educativas
gubernamentales o de otras organizaciones
intermedias locales y micro regionales en franca
vinculación Vg. con el ONABE (Organismo nacional de
administración de bienes del
estado).

La formación de asociados podría
también recurrir a acciones de
escuela
móvil (charlas y cursos de tres o cinco días con
medios audiovisuales, tele conferencias, etc. instrumentados por
el Órgano Nacional de Regulación Cooperativa y
Mutual, los órganos locales, etc.).

La formación cooperativa debe impulsarse mediante
el sistema de enseñanza a distancia a través de
cursos básicos de cooperativismo (Vg. de lectura y
comprensión de estatutos, reglamentos, derechos, deberes y
responsabilidades, etc.), utilizando espacios audiovisuales
oficiales, por correo
electrónico o tradicional;  en cuatro o cinco
fascículos con controles periódicos de lectura y la
elaboración de un trabajo-proyecto-propuesta final
en una duración mínima de tres (3)
meses.

2)               
Formación de Administradores y
Síndicos:

 Esta formación 
comprendería las materias básicas del
cooperativismo tales como, doctrina, legislación; gestión
cooperativa, regulación,  normas ISO de
gestión, responsabilidad
social empresaria, calidad y medio
ambiente, producción, técnicas,
prácticas cooperativas; etc..

Esto no excluye la formación que impartan
federaciones y confederaciones del sector, cursos
específicos externos, pasantías, carreras universitarias,
cooperativas de tercer y cuarto grado no solo en materia
cooperativa sino en todo aquello afín y complementario
siempre y cuando se integren objetivos académicos y
programáticos cooperativos.

3)               
Formación de gerentes, asesores, profesionales y
técnicos:

Ante las ruinas cooperativas como consecuencia del
`gerentismo´, esta formación consistirá
básicamente en doctrina, administración, alcance y sentido de los
estatutos y reglamentos cooperativos;  gestión,
mercados,  legislación, regulación, contabilidad
regulatoria, cuestiones laborales, sindicales, tributarias,
previsionales, ambientales; relaciones, trámites y
requisitos con los organismos de control
cooperativo, procedimientos
por infracciones y sanciones cooperativas; asociaciones con
personas de otro carácter jurídico, alianzas
estratégicas, nuevos asociativismos, etc..

Dicha formación podrá suministrarse
interna y externamente, en ambientes públicos y privados,
cooperativos, académicos, universitarios,
tecnológicos, etc..

4)               
Enseñanza básica, media y
universitaria:

 El Sector cooperativo debe ser invitado sin
demoras ni cortapisas a la discusión, 
formulación y evaluación
de todo los proyectos educativos generales y cooperativos en
particular,  en todas las instancias de poder (Arts. 14,
42, 75 incs. 19 y cc. CN. y Leyes 16.583 y
26.206),
para rescatar su lugar,  para ocupar
idónea y competentemente sus espacios ocupados hasta hoy
por neófitos de ignorancia supina respecto del origen, los
principios, la
doctrina, las prácticas y la regulación cooperativa
especifica.

Cada cooperativa o cooperativas integradas
deberán  entonces, en las medidas de sus
posibilidades lograr y/o incrementar sólidas vinculaciones
con establecimientos educativos de excelencia y -los escasos e
inadecuados- cooperativos existentes de los niveles
básico, medio y universitario con el propósito de
educación, capacitación, información,
asimilaciones tecnológicas, cultura
ambiental, etc., diseñando las metodologías
apropiadas y `derogando´ las burocracias y
tecnocracias actuales, aún  con complejas
simplificaciones
atinentes.

5)               
Formación de legisladores, funcionarios y
magistrados:

 Las empresas
cooperativas vienen siendo sometidas en no pocas ocasiones, 
a legislaciones, administraciones publicas y resoluciones
judiciales carentes del espíritu cooperativo que ignoran
parejamente los principios fundamentales,  el marco
axiológico de la cooperación,  sus practicas
autenticas, su naturaleza
jurídica propia, su desempeño positivo y proactivo
secular;  todo ello – quizás más- 
en razón de la notable falta de especialización
dentro de la competencia
general que les fuera inatinadamente atribuida, funcionarios que
ante la cantidad, especialidad, diversidad, novedad y complejidad
de los asuntos cooperativos en los que deben intervenir , no
pueden –generalmente-  cumplimentar su cometido de
modo tal que sean expresiones acabadas de un profundo conocimiento
del `aura cooperativa´, del  origen y razón de
ser del genuino quehacer cooperativo.

Un atenuante  podemos encontrarlo en la ausencia de
la enseñanza del cooperativismo en general y del derecho
cooperativo en particular en las facultades y universidades, al
menos  hasta que logramos la aprobación de nuestro
"Proyecto docente" por el Honorable Consejo Directivo de la
Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de la Universidad
Nacional de Córdoba, el cual mediante Resolución
Nº 269/03 dispuso la implementación con la nueva
currícula de la carrera de abogacía, fundar la
primera cátedra universitaria iberoamericana para la
enseñanza del Derecho Cooperativo –al menos e
inicialmente- como asignatura opcional, (Expediente Nº
05-03-03069),  Diciembre/03.

En consecuencia, todos los funcionarios públicos
afectados al quehacer cooperativo  en el ámbito de un
Programa de Mejora Institucional continua –que proponemos-
deberán adquirir la formación cooperativa
indispensable para asegurar su mejor `funcionariado´
 incentivando entonces un desempeño cooperativo de
calidad, eficiencia y con seguridad
jurídica.

6)               
Formación de Formadores e instructores
cooperativos:

El Ministerio de Educación, el Instituto
Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) en
forma integrada con los Órganos locales competentes en
materia cooperativa, los ministerios de
educación, de producción y otros provinciales
pertinentes,  el INTI, el INTA, la FAMAF, el Sector
cooperativo con  el Ministerio de Desarrollo Social
deben acatar la legislación vigente disponiendo la
utilización de los fondos afectados, asumiendo la programación de las actividades formativas
a través de la enseñanza general básica con
la creación de cooperativas escolares y juveniles,
convocando a los expertos, investigadores, docentes y formadores
cooperativos existentes y reconocidos en el país y la
región para la educación cooperativa de segundo,
tercer y cuarto nivel académico y universitario, bajo
apercibimientos de mora institucional y de abusos del poder y del
derecho por omisión.

Por su parte, en seminarios especializados, con
intervención de especialistas y –reitero- expertos
cooperativos, pedagogos, técnicos, inspectores de
educación general básica, cooperativistas y
funcionarios en general se diseñaría un estatuto
tipo para estas cooperativas y un manual
cooperativo para los alumnos, funcionarios,  profesores y
formadores en general.

 Adicionalmente, se organizaran jornadas
regionales conducentes a la creación de centros
especializados en materias educativas y técnicas, estudios
doctrínales, medios de
comunicación cooperativos, técnicas contables
propias y apropiadas, enseñanza cooperativa escolar,
 ambiental, de exportación, etc..

Oportunamente deberán encontrarse disponibles
materiales
para todos los cursos y enseñanzas a todos los niveles:
carteles, cartillas, manuales,
colección de libros,
libritos de bolsillo, textos, filminas, programas
informáticos cooperativos, medios audiovisuales,
proyección fija, pantalla y aparatos reproductorres,
etc..

 Considero esencial la disponibilidad de
bibliotecas
básicas y puestas en red,  cuyo fondo se
incremente periódicamente con publicaciones especializadas
en temas cooperativos, empresariales y tantos otros afines y
complementarios.

En colaboración con la
Organización de Cooperativas de América, la Organización de Estados Americanos, la OIT,
la OMC. y el
MERCOSUR –entre otras instituciones
posibles- impulsar cursos rotativos  de niveles crecientes,
básicamente orientados y tendientes a la profesionalización  de la
gestión de cooperativas, previendo becarios, subsidios,
iteratividad e interdisciplinariedad.

Finalmente, informatizar una base de datos
con redes
cooperativas  para la formación cooperativa que
recoja datos
estadísticos, tendencias –necesidades, gustos,
preferencias, demográficos, ambientales, culturales, etc-;
información de instituciones y participantes en los actos
cooperativos, en las actividades y cursos propuestos como el
proyecto cooperativo educativo con los objetivos y  las
actividades formativas previstas para los próximos cinco
años venideros, desde la perspectiva y prospectiva
posibles del caso,  atendiendo a las mutaciones geopolítica-económica-tecnológica,
políticas, demográficas  y
ambientales  de los escenarios.-

Conclusiones y propuestas:

Como dijera recientemente la sesión inaugural
de los trabajos de la V Conferencia
General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe Su Santidad
Benedicto XVI, en el mundo de hoy se da el fenómeno de la
globalización como un entramado de
relaciones a nivel planetario y aunque en ciertos aspectos es un
logro de la gran familia humana y
una señal de su profunda aspiración a la unidad,
sin embargo comporta también el riesgo de los
grandes monopolios y de convertir el lucro en valor
supremo.

Agregaba entonces Benedicto XVI que tanto el capitalismo
como el marxismo
prometieron encontrar el camino para la creación d
estructuras
justas y estas promesas ideológicas se han demostrado
falsas con tristes herencias de destrucciones económicas,
ecológicas, desigualdad y degradación de la
dignidad
personal.

La cooperación en el bien común -sin
fines de lucro- hace a una estructura justa en la cual, una
educación cooperativa productiva adecuada, objetiva y
neutral, debe acompañar y completar permanentemente ya que
la constante evolución de la historia implica
renovación y actualización continua pero sin
prescindir ni dejar de estar animadas por un ethos
humano.

De tal manera queda claro que muchas expresiones
económicas ha tenido y tendrá la humanidad para
andar su camino mas, el cooperativismo es una de ellas
aún incomparable e insuperable en términos de
ética,
equidad y
concreto desarrollo
humano.

 En efecto, su discreta presencia en el
escenario económico, su actividad mancomunada, relevante y
peculiar en los ambientes vecinales y senos familiares, la
ausencia de intermediarios y de fin de lucro –no de
eficiencia- la hicieron `presa´ de toda clase y tipo
de persecuciones por pseudo-teorías
económicas, precisamente, contrapuestas e
insaciables.

 Por todo eso y ante el
`apabullamiento´ del `vulgo´ por las cadenas
de megamercados de alimentos,
medicamentos, vestimenta, electrodomésticos,
audiovisión, etc., hoy más que nunca, el propio
valor de una auténtica cooperación requieren un
contundente fomento y promoción de la educación
cooperativa, una educación cooperativa que deberá
atender también la exigencia de potenciar cuanto favorezca
al desarrollo de
la actividad empresarial de las cooperativas, el
perfeccionamiento o la creación de sistemas que
estimulen en  estas empresas el incremento de los recursos
financieros propios fortaleciendo, simultáneamente, las
garantías de los asociados y de los terceros en sus
relaciones económicas cooperativas, ampliando los
mecanismos de control sobre la gestión y aceptando con
pragmatismo
las realidades del mercado.

 Analógicamente, esta educación
para  el sector cooperativo debería adecuarse al
espíritu y finalidades de las leyes de Ética
Publica, 25.188 y de adhesión a la Convención
Internacional contra la corrupción
en el sector publico, la ley 26.097  estimulando la
adhesión formal y estatutariamente a las
mismas.

En tal sentido, su organización, su
funcionamiento, sus contrataciones, sus bienes y  servicios
a la par de garantizar una profunda identidad
cooperativa habrían  de disuadir toda
distorsión y anomalía cooperativa porque, claro
está, compartimos esa percepción
diacrónica de viabilidad cooperativa extrínseca e
inviabilidad intrínseca en tanto Vg., los bienes, productos y
servicios cooperativos que se ofrecen carecen del `precio
cooperativo´  que no solo suponemos sino que
lógicamente esperamos atento sus principios,
 características, el alcance y el sentido de un
cooperativismo transparente  y así entonces,  la
sorpresa no es menor cuanto, paradojalmente, en las
góndolas los precios cooperativos suelen  superar los
de las expresiones  comerciales lucrativas de
envergadura.

Proponemos esta educación para que sea
ocupación central, permanente y solícita en atender
con respuestas eficientes, eficaces y pertinentes a la comunidad
circundante de cada  empresa cooperativa y también
para la construcción de propuestas superadoras,
transformadoras, sostenibles y complementarias en los diferentes
ámbitos de la vida económica, social y cultural del
`ejido cooperativo´ y sus
suburbios.

Secularmente con luces y sombras y no obstante algunos
contratiempos y adversidades, el proceso
cooperativo evidenció con verdadera supremacía
socioeconómica, tesón y tenacidad, un  andar
con nuevos bríos en la búsqueda de nuevos
horizontes propios,  manifestó múltiples
deseos de seguir creciendo con nuevos bienes y servicios de
calidad y a un precio justo, de seguir siendo coherentes, de
abrir nuevos espacios solidarios ante un mundo globalizado, ante
la realidad local, nacional e internacional; de buscar nuevos
intersticios en esta pétrea realidad para lograr
siempre más bienestar, menor desigualdad y mas desarrollo
humano en la perspectiva de una sociedad mejor
para todos los todos del todo social, para cada uno y para cada
cual.

Para todo esto, al fin y al cabo, la educación
continúa siendo "la regla de oro y la
medida de platino"
del cooperativismo.-

 

Roberto Fermin Bertossi

Partes: 1, 2
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