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Hablando del ejercicio físico (I) (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Aun de la manera pródiga con la cual se les
remunera hoy a los atletas profesionales se puede deducir el
hecho de que la idoneidad física es de la mayor
importancia para toda sociedad.

Tal vez muy pocas personas han encontrado en sus tareas
profesionales aquellos ejemplos, que no son tan raros para
nosotros, de la actividad física siendo usada de modos
patológicos, como se usan para purgar lo
comido.

En los Estados Unidos a
estudiantes secundarios les obligan, sus entrenadores, a ganar o
a perder el peso de modo arbitrario, para que de ese modo puedan
pertenecer a la categoría competitiva dentro de la cual el
peso artificioso los asignaría. Para lograr esos fines,
les aconsejan comer comidas ricas y copiosas; o le recomiendan
que reduzcan el consumo
calórico radicalmente, que vomiten, que se pongan enemas,
que usen laxantes o que practiquen cualquier otra forma de abuso
a sus organismos (cual lo es el ponerse en dieta restrictiva)
para lograr las victorias anheladas.

Muchos de estos jóvenes vulnerables o caen
víctimas de la anorexia o de
la bulimia
nervosa, o comienzan el experimento desafortunado y peligroso del
uso de los esteroides anabólicos; con su potencial
destructivo tanto de las funciones
físicas como de las mentales. (Véase la
lección de la UD al respecto).

En los países que estaban cercados por la llamada
"Cortina de Hierro", era
hecho documentado que a los atletas se les concedían
privilegios y se les conferían tratos especiales para que
ellos representaran al Comunismo como el
único sistema capaz de
producir tales seres superdotados… lo que sería a
través del engaño y de la
decepción.

Pero en este artículo de hoy nos ocupa el
entendimiento de la actividad física en lo que se
relaciona a las disorexias (trastornos del comer).

Primero abordemos el asunto elusivo y, aun no
establecido, de que el ejercicio físico es esencial para
combatir el sobrepeso.

Aparentemente las actividades de caminar, correr o de
montar bicicleta (sea estacionaria o no); no bastan por sí
mismas para hacer que el cuerpo reduzca cualquier exceso de
adiposidad de un modo rápida y apreciable. Vayan al
Mirador y verán a las mismas personas caminando, quienes
día tras día acarrean las mismas libras como si
ellas fuesen víctimas de una tortura infernal.

El ejemplo que sigue ilustra que el caminar, o el
correr, sin prestarle atención a lo que se come, no bastan por
sí solos para controlar el sobrepeso.

Hace unos años que yo tratara a un señor
que, por haber sufrido un accidente atlético, tuvo que
permanecer por seis meses en la inmovilidad absoluta. Solamente
con cambiarle su estrategia
alimenticia, en los seis meses de su inactividad total,
perdió las 29 libras que ganó en los tres meses que
precedieran una operación que se le hiciera.

No obstante, algunas pacientes víctimas de la
anorexia o de la bulimia nervosa, usan la actividad física
tenaz y excesiva para "purgar" a sus cuerpos de las libras
abominadas.

Para algunas de ellas, el ejercicio físico puede
convertirse, en una actividad obligatoria; a veces de naturaleza
compulsiva (la misma que hoy se conoce con el nombre especioso de
la "vigorexia")…

Retornen al Mirador y encontrarán entre la
variedad de personas que practican la caminata o la corrida
cotidiana, a unas mujeres de delgadez cadavérica que se
desplazan a velocidades considerables, motivadas por un solo
deseo: el de "quemar la grasa", en ellas inexistente.

Aparentemente, lo que se ignora es el hecho de que el
modo como el cuerpo, por medio del metabolismo,
procesa lo que ingiere, y lo que hace con el producto final
del exceso de energía, (lo que almacenará como
grasa) no está regulado por el simple concepto
hipotético conocido como "El Modelo
Fiduciario". Este modelo teorético propone que si se come
de menos y se hacen ejercicios de más, el peso
necesariamente se pierde. Y que si se come de más y se
hacen ejercicios de menos, la obesidad
sigue. (Véanse mis ponencias al respecto).

Para contradecir aserciones tan simples como las del
"Modelo Fiduciario" hoy poseemos cuantías de investigaciones
enormes, cuyos resultados soportan persuasivamente que la
actividad física en exceso puede, no solo causar
trastornos, cual son los menstruales en algunas mujeres, sino que
puede conducir a otros efectos debilitantes, tanto física
como emocionalmente, entre muchos otros.

Por ello es urgente iniciar la educación de
poblaciones susceptibles y predispuestas en evitar los excesos,
tanto en la dieta como en la actividad física, con fines
meramente cosméticos; y no como parte simple del proceso normal
de la vida.

Este artículo continúa…

**********

Desde el amanecer del comienzo de nuestra historia, las aptitudes
físicas y mentales del ser humano han recibido mucha
atención.

De los griegos heredamos los juegos
olímpicos, los cuales hoy se prolongan hasta dentro de
la vejez
avanzada. De los romanos nos llega el inmortal consejo: Mens
sana in corpore
sano.

Y aún de la manera pródiga con la cual se
les remunera hoy a los atletas profesionales se puede deducir el
hecho de que la idoneidad física es de la mayor
importancia para toda sociedad.

Talvez muy pocas personas han encontrado en su tareas
profesionales aquellos ejemplos, que no son tan raros, de la
actividad física siendo usada de modos
perjudiciales.

En los Estados Unidos a estudiantes secundarios les
obligan sus entrenadores a ganar o a perder el peso de modo
arbitrario, para que de ese modo puedan pertenecer a la
categoría competitiva dentro de la cual su peso les
marcaría con ventajas. Para lograr eso fines, les
aconsejan comer comidas ricas y copiosísimas, o le
recomiendan que reduzcan el consumo calórico radicalmente.
Que vomiten, que se pongan enemas, que usen laxantes o que
practiquen cualquier otra forma de abuso a sus cuerpos (como lo
es el ponerse en una dieta restrictiva) para lograr las victorias
anheladas.

Muchos de estos jóvenes vulnerables caen
víctimas de la anorexia o de la bulimia nervosa, o
comienzan el experimento desafortunado y peligroso del uso de los
esteroides anabólicos, con su potencial destructivo tanto
de las funciones físicas como de las mentales.

En los países que estaban encerrados por la
llamada "Cortina de Hierro", era asunto documentado que a los
atletas se les concedían privilegios y se les
conferían tratos especiales para que ellos representaran
al Comunismo como el único sistema capaz de producir tales
atletas superdotados… a través del engaño y de la
decepción.

Pero en este artículo de hoy nos ocupa el
entendimiento de la actividad física en lo que se
relaciona a las disorexias (trastornos del comer).

Primero, abordemos el asunto elusivo y, aun no
establecido, de que el ejercicio físico es esencial para
combatir el sobrepeso.

Aparentemente las actividades como caminar, correr o
montar bicicleta (sea estacionaria o no), no bastan por sí
mismas para hacer que el cuerpo reduzca el exceso de adiposidad
de un modo apreciable. Vayan al Mirador y verán a las
mismas personas día tras día acarreando las mismas
libras como si ellas fuesen víctimas de una tortura
diabólica.

El ejemplo que sigue ilustra que el caminar, o el
correr, sin prestarle atención a lo que se come, no bastan
para controlar el sobrepeso.

Hace unos años que yo tratara a un señor
que, por haber sufrido un accidente atlético tuvo que
permanecer por seis meses en la inmovilidad absoluta.

Solamente con cambiarle su estrategia alimenticia, en
los seis meses de su inactividad total, perdió las 29
libras que ganó en los tres meses que precedieran una
operación de un ligamento de la rótula, que le
hicieran.

No obstante, algunas pacientes víctimas de la
anorexia o de la bulimia nervosa, usan la actividad física
tenaz y excesiva para "purgar" a sus cuerpos de las abominadas
calorías consumidas.

Para algunas de ellas, el ejercicio físico puede
convertirse, en una actividad obligatoria, a veces
compulsiva.

Vuelvan al Mirador y encontrarán entre la
variedad de personas que practican la caminata o la corrida
cotidiana, a unas mujeres de delgadez cadavérica que se
desplazan a velocidades considerables, motivadas por un solo
deseo: el de "quemar la grasa (inexistente de sus cuerpos
emaciados)".

Aparentemente, lo que se ignora es el hecho de que el
modo como nuestro organismo dispone de lo que come, y lo que hace
con el producto final del exceso de energía, (lo que
almacenará como grasa) no está regulado por el
simple concepto hipotético conocido como "El Modelo
Fiduciario", o "Fiscal", el
cual propone que si se come de menos y se hacen ejercicios de
más, el peso necesariamente se pierde. Y que si se come de
más y se hacen ejercicios de menos, la obesidad
sigue.

Para contradecir aserciones tan simples como la del
"Modelo Fiduciario" hoy existen cantidades de investigaciones
enormes, cuyos resultados soportan persuasivamente que la
actividad física en exceso puede, no sólo causar
trastornos, cual los son los menstruales en algunas mujeres, sino
que puede conducir a los efectos debilitantes, tanto
física como emocionalmente, entre muchas otras
complicaciones más.

Por lo que hemos dicho, es urgente iniciar la educación de
poblaciones susceptibles y predispuestas en evitar los excesos,
tanto en la dieta como en la actividad física, con fines
meramente cosméticos, y no como parte de la vida
simplemente.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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