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El matrimonio, donde la infidelidad: destruye la fe y menoscaba la confidencia (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

En los casos en que no hay hijos en una pareja, la sociedad
acepta y previene una situación de divorcio, que
aún con algún trauma por parte de los dos o de un
solo integrante, puede resolverse en términos favorables
para ambos, las cosas se complican cuando hay niños,
frutos de la relación que en otros tiempos navegó
sobre las tranquilas aguas de una ilusión.

En esos momentos no sólo se debería pensar en
que no se quiere más a una persona, que ya ha dejado de
ser su centro de atención y satisfacción física y por ello
debe abandonar toda relación existente, dejando un hogar
por detrás, hijos sin su imagen paterna o
materna, responsabilidades contraídas con anterioridad y
que apuntaban a un destino más extenso, más
seguro,
más feliz.

La fidelidad es un bien ético, es un don especial que
solidifica y magnifica nuestro interior. Se es más feliz
cuando somos leales a nuestros principios y tratamos de resolver
esas cuestiones desde una perspectiva amplia y legítima,
tomando en cuenta las necesidades de los demás, y
accediendo a dejar un poco al lado la urgencia de abandonarlo
todo porque no hay satisfacción como se espera.

Todos los seres humanos son motivados por deseos. Deseos de
reconocimiento, de amor, de sexo, de
gratitud, de amistad, de
trabajo, de
valoración, y de poder, pero el
deseo debe someterse a la razón y la razón al
conocimiento
de la realidad, y, cuando esto se subvierte, entonces
contrariamente a lo que se cree, no se ha ganado libertad y
solo habrá una parcial satisfacción de ese
deseo.

La infidelidad es una situación que solo se resuelve de
una manera, enfrentándola, pues ya estuvo instalada en el
instante mismo de un compromiso anterior. Responderle con otra
infidelidad por despecho, es crear lazos y nuevos compromisos con
personas a las que se pueden herir sin que tengan nada que ver
con la ilusión de amor y tortura de cada uno. Atacar con
violencia a la
persona infiel es tan nefasto para uno, como para el otro, por lo
que tampoco de nada sirve.

Infidelidad,
¿causa o consecuencia de la crisis de
pareja?

La infidelidad es vivida como una de las peores traiciones que
enfrenta la pareja y en general se piensa que el infiel es el
culpable, sin embargo, la infidelidad es sólo el resultado
de las crisis de pareja y ésta no es sólo sexual
pues el cónyuge infiel buscará aspectos que su
pareja no le brinda y estos pueden ser intelectuales,
físicos, económicos y emocionales — amén
de los sexuales.

El matrimonio

El matrimonio como
institución, ha sido cuestionado de manera fuerte como una
institución feudal de control y de
coerción que permite la preservación del orden
establecido. Al ser el matrimonio una institución social
es difícil que la pareja pueda modificar a la sociedad,
para cambiarlo — el matrimonio resta en principio en la
fidelidad mutua.

No podemos soslayar el hecho de que la moralidad,
junto con sus valores, costumbres, normas, y
atributos incitan al individuo a
ajustar su conducta, pero
también, sería por demás arbitrario,
pretender "conocer" al individuo sólo desde afuera o desde
el grupo sin
intentar siquiera apuntar hacia los factores inconscientes y/o
intrapsíquicos que desencadenan la infidelidad.

Hacia un concepto

Por infidelidad, relaciones extraconyugales, amantes,
enamorados casuales, entendemos la relación fuera del lazo
conyugal que uno de los miembros establece con otra persona, sea
ésta del mismo o del sexo opuesto, y con quien obtiene
algún tipo de relación amorosa — no solamente
genital —, y que puede ser de corto o largo plazo.

El lazo conyugal alude no al hecho jurídico de contraer
nupcias sino a la posibilidad de que la pareja haya aceptado
llevar una relación más o menos duradera, de manera
voluntaria y comprometiéndose moral y
físicamente el uno con el otro.

El tema de la infidelidad, en este sentido, no puede ser
abordado como una entidad en sí misma, sino que tiene que
ser entendido como una de las características — una de
las consecuencias de las relaciones de pareja.

Masaccio San Julián mata a sus
padres

Las relaciones de pareja, igual que todo tipo de
relación, contienen cargas ambivalentes de amor y odio, en
donde, de acuerdo con la teoría
kleiniana, se van proyectando e introyectando partes del objeto
bueno/malo, de manera dialéctica, es decir continua e
ininterrumpidamente.

Factores que
predisponen

Uno de los factores predisponentes de la infidelidad se remite
a la elección del compañero. De acuerdo con este
concepto, esta
"decisión" está dada tanto por factores conscientes
como inconscientes y además, restringidos al
hábitat de cada individuo, es decir, la
elección no es al azar sino que está altamente
determinada de acuerdo con las actividades realizadas que nos
permiten "conocer" o relacionarnos con otras personas.

De acuerdo con Freud, la
elección del compañero puede hacerse por varios
senderos:

1. El tipo narcisista puede amar:
a. lo que uno es
(a sí mismo)
b. lo que uno fue
c. lo que uno quisiera ser
d. a la persona que fue parte de uno mismo

2. El tipo anaclítico puede amar:
a. a
la mujer
nutriente
b. al hombre
protector

El esquema anterior explica por qué existen elementos
de amor y odio en las relaciones amorosas. Al proyectar parte del
ego en el otro y llegar a la frustración, se desencadena
el odio, ya que mediante el mecanismo de la proyección se
supone que el otro "debe" satisfacer nuestras necesidades; lo que
ocurre tanto al nivel consciente como el inconsciente.

La pareja necesita, para su supervivencia y para el desarrollo de
cada uno de los integrantes, movilidad; así, el tipo de
elección inicial puede ser modificada. Por ejemplo, la
pareja complementaria, en donde uno "manda" y es considerado
mejor, más capaz, y más apto, puede verse
seriamente afectada cuando el miembro "menor" obtiene una serie
de logros que lo hacen salir del esquema establecido. En este
ejemplo, el miembro "débil", realiza una elección
del tipo anaclítico pero dados los logros, su
relación se transforma en una de tipo narcisista. La
relación continúa, siempre que la elección
sea ratificada por ambos miembros de la pareja.

Puede darse el caso de un cónyuge de carácter oral o simbiótico que, en
su afán de evitar la depresión,
haga una elección de tipo anaclítico y cuando
descubra que por medio de su compañero no
solucionará sus fantasías, podrá entonces
buscar una relación extra marital.

Así es como a nivel inconsciente, se puede elegir
compañero por la idealización que se hace del
objeto, puesto que cuando la persona se relaciona con alguien a
quien considera valioso, se valorará mejor a sí
misma; o bien, puede sentirse apoyada de manera más
sólida.

Hay que destacar que también puede elegirse pareja para
no relacionarse y evitar la fusión
y proximidad del otro.

Condesa Rimsky Korsakova Famosa casada
infiel

Las situaciones anteriores, hacen referencia a
patologías, en la medida en que se hacen modos de
relación rígidas y estereotipadas y así,
ante cualquier crisis o problema "vital" de la pareja,
resultarán las conductas inoperantes para resolver, o
cuando menos, llevar a buen término los problemas que la
aquejan.

Sea cual sea el tipo de elección que se haya realizado,
los miembros de la pareja pueden sentirse defraudados una vez
terminado el período de luna de miel y entonces, las
expectativas sufrirán un golpe cuando se enfrenten a la
pareja "real" y no a la idealizada.

El desplazamiento del odio, virtualmente operante, dentro de
la "luna de miel", se torna ahora ineficiente a pesar de la
represión, que ante una crisis se resquebrajará de
tal suerte que un miembro de la pareja puede elegir como amante a
una persona diametralmente opuesta a su cónyuge,
conservando a su pareja como objeto bueno. Este mecanismo explica
aquellos casos en donde se busca un amante con el objeto de
continuar idealizando la figura del cónyuge y descargar
así, lo negativo en el otro. Esto es frecuente, en
personas que comparan la relación sexual con actividades
excretoras y pueden entonces "desahogarse" con prostitutas,
conservando en un buen concepto el nombre del "cónyuge
decente".

En este sentido, hay que mencionar otro tipo de relaciones
extramaritales en donde la genitalidad no es lo más
importante tanto como lo es la necesidad de sentirse escuchado y
atendido por otra persona — el papel de la geisha en el
Japón,
pero no de la chopa pobre, en la RD. Aquí se
institucionaliza "la querida" — frecuentemente, más
bien-querida que la esposa "legítima".

Partiendo del supuesto de que toda pareja necesita cierto
grado de dependencia, dada la necesidad de adecuar los roles;
pueden encontrarse ciertas "desviaciones" respecto a la
dependencia como el caso de individuos que tienen amantes cuando
sienten que el cónyuge amenaza su independencia
y autonomía y que tienen miedo a quedar atrapados, en este
sentido, se observan sujetos que una vez que el/la amante inicia
sus exigencias, buscarán nuevamente otra relación
que los "salve" tanto del cónyuge como del amante
"devorador" o bien, pueden mantenerse así para evitar ser
absorbidos por ambas. Esta situación incluye el mito de "don
Juan" en quien cabría la interpretación psicoanalítica del
"miedo a la fusión" puesto que al relacionarse con muchas
personas, la persona no puede involucrarse íntimamente con
ninguna.

Muchos hombres mujeriegos, esperan "volver" de nuevo a su
"casa" a restar por el fin de sus días con la esposa/madre
con quien se casaran y a quien abandonaran por otras conquistas
de conveniencia.

Puede suceder también, que la infidelidad ocurra para
satisfacer la necesidad del enamoramiento. Como con el
cónyuge la luna de miel llega a término, podemos
encontrar sujetos para quienes es necesario estar continuamente
en la etapa de idealización y de fusión para
sentirse amados.

También es importante subrayar el hecho de que la
infidelidad puede darse como consecuencia de la
desconfirmación del otro o como intento de "salvarse" de
una relación asfixiante.

Igual que el dinero, los
hijos, las propiedades, los lujos, manifestaciones del poder en
la pareja, la posibilidad de ser más atractivo y de tener
mayores potencialidades sexuales y atracción hacia el sexo
opuesto, es otra ostentación de poder en la pareja.
Ciertas personas capitalizan en la adquisición de parejas
como si fueran objetos de exposición. "Mira cuantas mujeres (hombres
en el caso de Paris Hilton) tengo a mis pies".

A partir de las supuestas "causas" de la infidelidad,
habrá que tener en cuenta el papel que desempeña el
otro. Hay situaciones en las que el cónyuge es quien, por
problemas sexuales, defensas, necesidades narcisistas, estimula
abierta o encubiertamente a su pareja para que tenga relaciones
extramaritales, en el caso de que a la pareja le produzca
angustia y rechazo.

Se pueden encontrar infidelidades homosexuales o bien
encubrirse una homosexualidad
latente permitiendo que el compañero tenga relaciones
sexuales con otra persona — este tipo de infidelidad es
característica del hombre que "confiesa" a la mujer acerca de
los detalles que ocurrieran en sus encuentros sexuales o del
hombre que se masturba cuando escucha o ve detalles gráficos de la relación extramarital
de su pareja.

El conocimiento de la
relación

Abordamos ya, algunos factores predisponentes para que la
infidelidad ocurra, sin embargo, intentaremos ahora elucidar la
consecuencia que la infidelidad trae en la pareja, pues
contrariamente a lo que se piensa la infidelidad no es siempre
causa de la ruptura de la pareja.

Independientemente de que el cónyuge "engañado"
se entere o no, y sin perder de vista que la confesión
suele llevar gran carga de hostilidad, aunado a las diferentes
fases por las que atraviesa el cónyuge, víctima de
la infidelidad, después de "conocer la verdad", este tema
puede consolidar la relación siempre que se hable del por
qué y no del cómo, pues la pareja podrá
estrechar aún más sus lazos. Es necesario iniciar
la
meta-comunicación y salir del estereotipo de
engañado contra engañador para superar la
crisis.

Los seres humanos son verdaderamente
extraños…

Por otro lado, las relaciones extramaritales no siempre son
duraderas. Hay aventuras que no amenazan a la pareja pues se
basan en el supuesto efímero de su existencia.

De lo visto hasta ahora, resultaría ingenuo pensar que
el hombre
tiende más hacia la infidelidad que la mujer o bien que
las mujeres que trabajan tienen mayor posibilidad de relacionarse
extraconyugalmente que aquellas que no trabajan pues pensando
así, perdemos de vista a la pareja; pues recordemos que
también el otro toma parte activa aún en la
"pasividad" más extrema.

¿Es la infidelidad
índice de salud o de madurez
emocional?

Respecto al problema de si un individuo adúltero puede
ser considerado sano o no. Se supone que "un matrimonio feliz
consta de dos seres humanos felices", en este sentido, si se bien
acepta que la relación íntima conyugal es un
catalizador para que surjan las patologías individuales,
dada su múltiple necesidad de satisfacer tendencias
arcaicas, también se concluye que, desde el punto de vista
psicoanalítico, la patología y las necesidades de
satisfacción infantil son las que hacen propicia la
relación extraconyugal. Considera que un individuo, para
ser feliz, no necesita de aventuras ni de la poligamia.

Hay que tener presente que la fidelidad no es síntoma
de felicidad, ni de salud; podría hablarse del tipo de
matrimonios simbióticos descritos por tantos, en donde las
relaciones bipersonales regresivas se tornan tan asfixiantes que
un amante, aunque utópico pensarlo en esas relaciones,
resultaría deseable, por lo menos para "movilizar" dicha
simbiosis o bien expandir el cerco de adhesividad que muchas
familias poseen.

Así, más que buscar patologías,
habrá que pensar que la infidelidad puede ser un
síntoma de la larga serie de crisis por las que atraviesa
la pareja y la funcionalidad, en vez de morbosidad, estará
dada por la manera en que la pareja pueda comunicarse y superar
la crisis.

Por otra parte, ¿qué hay de los engañados
que niegan o que no ven lo que su mundo les presenta?,
¿cuántos matrimonios existen en donde la
infidelidad es lo acostumbrado?

Muchos…

En mi experiencia clínica, he podido observar que las
parejas reaccionan a la infidelidad con algún tipo de
conducta infiel (hablando con el ex novio, el ex marido, el
compañero de trabajo, o bien devuelven la infidelidad). La
pareja siempre intuye el engaño y la infidelidad pues se
alteran ritmos, economía, sexualidad y
los hombres se muestran totalmente intolerantes ante la
"invasión" de la esposa a sus centros de trabajo o de
poder y control.

En general, es muy tolerada la infidelidad masculina pues
existen creencias que la sostienen; tales como pensar al hombre
más potente, con mayor necesidad sexual. He aquí
una gran paradoja, pues se utiliza un argumento biológico
para sostener un mito social, me refiero a aquello de que el
hombre debe ser: fuerte, racional, mujeriego, con éxitos
más sociales públicos que privados y que se
justifique su "sexualidad biológica".

La decencia del hombre no se altera por ser adúltero,
al contrario, si mantiene a la amante, hace alarde de su
capacidad económica, sexual y social tradicional en cuanto
al rol de macho — lo que hace como alarde, aunque en verdad, a
menudo, sea impotente.

Ariadna de Naxos

Contrariamente, si la mujer es la infiel, son las mismas
mujeres quienes atacan esta conducta, con comportamientos como la
segregación y la denuncia al "pobre cónyuge
engañado". Además que en las mujeres surge un auto
castigo al ser infieles pues es contrario a la imagen
pública de ser decentes. También es una manera de
agredir pasivamente, de defenderse ante la devaluación de sus cónyuges pues
para las mujeres es muy importante ser bellas y deseables antes
los ojos del otro.

La infidelidad a pesar de ser "tan común" es un choque
contra la integridad, todos tenemos una opinión al
respecto y si nunca la hemos padecido o la hemos percibido,
pensamos que de habernos sucedido, que hubiéramos puesto
fin a la relación. Sin embargo, una vez que se descubre,
en casi todos, viene el choque emocional, el estallido de
cólera,
la humillación y la devaluación del sujeto
engañado. Pero la ruptura no aparece, porque entonces se
forman dobles mensajes. El infiel quien cae en el
arrepentimiento, primero lo justifica y después exige que
se le respete su tiempo y su libertad.

"Yo soy hombre mujeriego, tengo mis necesidades", y,
¡eso basta!…

Por su parte, el cónyuge engañado se vuelve
suspicaz y anda tras cualquier pista que le asegure que la
relación extramarital llegue al fin. Cae en un
círculo vicioso pues aumenta su dependencia en la medida
en que su conducta obedece por entero de "descubrir la verdad",
pero ésta nunca llega por más que logre a haber
enfrentamientos con el/la amante.

Edvard Munch

El cónyuge engañado, se compara con el/la amante
en su físico, poder, dinero,
inteligencia y
muchas veces llega a identificar al amante mediante el teléfono, domicilio, trabajo, y cosas
similares.

Son devastadores los efectos que estas pesquisas producen en
el engañado pues éste se sitúa de inmediato
en un rol inferior y sin guía social alguna. Es notorio
que no existan soluciones o
fórmulas sociales para enfrentar el conflicto y
conduce a que éste sea llevado a la sombra de la sociedad,
se piensa que eso no puede pasarnos nunca, que las
mujeres/hombres que lo padecen son unos tontos, que el amor es
para toda la vida o al menos hasta que la muerte los
separe. Siempre es al otro a quien le sucede pues es una especie
de muerte.

Jules A. Garnier Tortura de la mujer
adúltera

Los engañados, por su parte atraviesan situaciones
inéditas como la duda entre lo prohibido, lo permitido, lo
bueno y lo malo. No hay guías satisfactorias acerca del
plan de
acción,
ya que no resultan satisfactorios los modelos de las
mujeres que aguantan al hombre "hasta que la muerte los separe",
aunque continua existiendo una marcada dependencia
psíquica y social hacia el otro. En hombres y en mujeres
hay incertidumbre acerca del futuro, del dinero, de la
posición, de los ataques masculinos respecto a la renuncia
del estatus social actual.

No es fácil renunciar a los lujos
acostumbrados…

Hago énfasis en el sufrimiento de las mujeres porque
muchas veces la infidelidad de los hombres ocurre dentro de un
gran contexto llamado violencia familiar, en donde "el hombre
fuerte" manipula a la "mujer débil" y una manera de
hacerlo es mediante la vejación de que su compañera
tiene poco valor y
utiliza las aventuras extramaritales como una especie de derecho
que el género le
otorga. En cambio, ante
la menor sospecha de muchos hombres, de conductas de supuesto
coqueteo por parte de su pareja, viene el hostigamiento o los
golpes. Esta si que es una situación social "tradicional",
más común de lo que se piensa y que genera
patologías en la medida en que ni el hombre ni la mujer se
desarrollan, sino que más bien viven en un círculo
vicioso, acrecentado por el aislamiento, dadas las ligas
estrechas existentes entre ambos.

Otra causa de infidelidad femenina es el abandono a que son
sometidas las mujeres por sus cónyuges, ha aumentado el
número de esposos adictos al trabajo, que descuidan a su
pareja y que perpetúan y ponderan los éxitos
laborales sobre los emocionales. Los hombres, que en su
opinión son el apoyo de la familia,
pero que a veces sólo se centran en lo económico y
ante la demanda de la
mujer, sostienen que ellos llevan la carga más
pesada "al enfrentarse al mundo" — lo que las mujeres no
hacen.

Piero della Francesca María
Magdalena

En la RD, donde todos se entrometen en lo ajeno, todo se
habla, todo se discute — aún las cosas más
íntimas; y donde, lo que nunca se hace, es estudiar lo
discutido, con buen juicio, seriedad y parsimonia — antes de
darle difusión indiscriminada y amplia.

La mujer infiel puede contar que sus aventuras pronto
serán del conocimiento universal. Lo que les presenta
todos los dilemas de lo que puede, o no, hacer dada la
situación.

En la infidelidad se intenta obtener la satisfacción de
carencias que no fueron satisfechas en el matrimonio, sólo
se asegura el fin real de la separación, de donde la
infidelidad pasa a ser el escape de un estado
incierto e insatisfactorio, más que una alternativa real a
un matrimonio acabado.

CONCLUSIÓN Y
RESUMEN

La infidelidad es uno de los tantos síntomas que
enfrenta una pareja en crisis, y a veces, sin estarlo. Es algo
que no puede explicársele desde un punto de vista
universal. Cada caso es único y toda situación no
es igual.

Es un tema sujeto a polémicas porque en éste
confluyen infinidad de valores, actitudes,
prejuicios y estereotipos.

Desde el punto de vista "patológico", esta conducta lo
será, toda vez que sean conductas repetitivas y
estereotipadas que impidan el desarrollo de la pareja y/o de cada
uno de los cónyuges en su propia vida y en su
relación.

Sin embargo, no hay que olvidar el hecho de que es incierto
pretender hablar de la pareja o de la familia como
el estado
ideal, ya que existen personas que necesitan estar solas o que
así pueden funcionar mejor. Aunque aquí en la RD es
muy mal visto tanto de hombres solteros (bajo sospecha de ser
homosexual) como de mujeres solteras (amargadas y jamonas)
viviendo por sí mismos y solos.

Más que pretender hablar de la "crisis de la pareja"
porque este tipo de conducta afecta a lo socialmente esperado,
habría que concienciar a la población de que este tipo de procesos son
comunes durante las crisis a las que toda vida está
sujeta.

Nicholas Cholombel Cristo y la mujer
adúltera

Yo agregaría, respecto a la crisis de la pareja actual,
que hay una incertidumbre acerca de lo que genéricamente
el hombre debiera ser, pues éste se ha definido como lo
opuesto a la mujer y al existir mujeres en lugares
públicos (antes exclusivos de los hombres) son las
mujeres, muchas veces, quienes sostienen a la familia, quienes
ganan más, las de mayor escolaridad, las de mayor vida
social, las de mayor empuje y las de mayor carácter.
Entonces la fuerte imagen del hombre preocupado por la vida
pública y por realizar "las labores más
importantes" se ve debilitada.

Sin embargo, hay que ver a la pareja como un sistema, en el
cual de no cubrir las necesidades de sus miembros en el plano
sexual, económico, de roles, de comunicación, y con
los hijos, podrá darse algún tipo de
relación extramarital que ponga su vida en peligro. Pero,
si a la inversa, vemos a la infidelidad como causa de una
ruptura, perdemos de vista a la pareja como totalidad, porque la
no satisfacción de los miembros puede traer como
consecuencia no sólo la infidelidad, sino también
la rigidez de los roles, la falta de comunicación, y lo
más dañino, la violencia
familiar.

Finalmente, como ya se mencionó, en la elección
de compañero operan no sólo factores conscientes y
amorosos, sino también causas inconscientes y factores
externos, los cuales influyen de manera efectiva en la
decisión de hacer vida en común; la cual no siempre
puede ser tomada cuando la persona se haya consolidado como
persona adulta y madura en toda la extensión de la
palabra.

"Te desposaré conmigo para siempre; te
desposaré conmigo en justicia y
derecho, en lealtad y compasión.
Yo te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás
al Eterno."
(Hoshea / Oseas 2:21-22)

Bibliografía

Ofrecida como parte de la serie de trabajos: La
Infidelidad

 La monogamia y sus aspectos de
adaptación

El famoso escritor, médico, genio
literario y endocrinólogo español,
don Gregorio Marañón, en su estudio del don Juan,
concluye, que el famoso casanova era esencialmente
monógamo en sus alianzas amorosas.

En este artículo nos proponemos a concluir un análisis de las complejidades culturales,
hereditarias y emocionales que caracterizan las relaciones
maduras, heterosexuales, humanas.

Para la mayor parte de nosotros, uno de los aspectos que
más interrogantes y debates genera es todo lo relacionado
con nuestro comportamiento
sexual. Y cómo no, la respuesta a muchas de estas
preguntas hay que buscarla más en nuestros genes
(moldeados y programados por las presiones evolutivas que
actuaron sobre nuestros antepasados, y que aun actúan
sobre nosotros) que en nuestra educación.

En parte conscientemente, pero mucho más
significativamente al nivel del subconsciente, muchas de nuestras
actitudes, emociones,
reacciones, y en definitiva nuestra conducta respecto al sexo en
el presente, están generadas por mecanismos que existen
porque resolvieron problemas adaptativos en el pasado, es decir,
en los ambientes ancestrales en los que los humanos
evolucionaron.

Cuando se trata de caracterizar socialmente a los primates,
los humanos se clasifican como una especie monógama. Esto
puede sorprender a algún lector, pero aunque existe
variabilidad en la estructura
familiar humana en función de
las culturas, en todas ellas hay una cierta exclusividad en las
relaciones
sexuales de cada varón con cada mujer, por lo menos
durante algún tiempo. Es decir, tanto nuestros antepasados
como la mayoría de las poblaciones de la actualidad,
independientemente de la cultura a la
que pertenezcan, forman casi siempre en algún momento de
su vida relaciones estables entre hombres y mujeres. Esto
probablemente lleva siendo un rasgo de la sexualidad de los
homínidos aproximadamente unos tres millones de
años. Pero estas relaciones estables no duran toda la vida
necesariamente, si no que a menudo una persona tiene dos, tres o
más relaciones sucesivas. Sin embargo cada una de esas
relaciones se puede clasificar como monógama (con
infidelidades ocasionales), pues rara vez podemos encontrar que
un hombre tenga relaciones de pareja con varias mujeres a la vez
o viceversa.

El origen de la monogamia en los humanos parece estar
estrechamente relacionado con el origen de la postura
bípeda de los homínidos, por lo que se cree que los
australopitecos ya serian con toda probabilidad
monógama. La transformación esquelética que
conlleva el bipedalismo, provoca que la arquitectura de
la pelvis se modifique para poder mantenernos erguidos sobre dos
piernas.

Esta modificación se traduce en una reducción de
la anchura del canal del parto que,
además de hacer del parto humano una tarea muy laboriosa,
provoca que nuestras crías nazcan en un estado de
desarrollo que requiere de un largo periodo de cuidados y
aprendizaje.

Una hembra humana en solitario, tendría muy
difícil cuidar de sus descendientes de una manera exitosa
(se entiende en el contexto de la economía de
cazadores-recolectores en que se dio nuestra evolución). La pareja estable, la
monogamia, es una estrategia que
hace que el padre (o supuesto padre) se incorpore a la tarea de
sacar adelante la familia, ya que desde la lógica
de la selección
natural, los genes de aquellos padres que abandonen a sus
descendientes no estarán en la siguiente
generación.


Siguiendo esta lógica, para que un macho de
los primeros homínidos bípedos realizara el
esfuerzo de alimentar y cuidar de una hembra y sus crías,
tendría que estar muy seguro de que esas crías
llevaban sus propios genes, y no los de otro. Si esas hembras
tuvieran periodos de celo muy claros, simplemente habría
que vigilarlas estrechamente durante ese tiempo para
monopolizarlas, evitando así que pudieran copular con
otros machos. Pero si las hembras no tienen estro, es decir que
es imposible saber cuando están ovulando (como es el caso
de las hembras humanas), la única alternativa viable para
que el macho se asegurase un poco la paternidad, era una
relación de pareja monógama.

En los humanos además se da competición
espermática o guerra de
espermatozoides. Esto es, siempre que el cuerpo de una mujer
contiene espermatozoides de dos o más hombres diferentes
al mismo tiempo, los espermatozoides de esos hombres compiten por
"el premio" de fecundar al óvulo. Como los humanos
formamos grupos sociales
con múltiples individuos masculinos y es muy
difícil saber cuando se produce la ovulación,
evitar la guerra entre espermatozoides requiere de la
aparición de conductas que faciliten la relación de
pareja y que, por el contrario, dificulten o reduzcan al
máximo el riesgo de
infidelidad.


Esto ha provocado que en nuestra especie exista la
originalidad de que hay una relación sexual permanente, la
mayor parte del tiempo sin función reproductora. Dicho
claramente, situar la sexualidad humana sólo en el terreno
de la procreación no es lo natural (biológicamente
hablando), sino todo lo contrario. Entre nosotros el sexo
además ha evolucionado para mantener unida a la pareja, es
decir está al servicio del
amor y del placer. Si no fuera así, a cada uno de nosotros
solo nos apetecería realizar el acto sexual sólo
una docena de veces más o menos en nuestra vida, las pocas
ocasiones en que la concepción fuera posible y deseable.
El sexo y la sociedad, el arte y la
literatura (en
realidad toda la cultura humana) serian muy diferentes.

Resumiendo, la monogamia es una estrategia sexual que nos ha
dado más éxito
en la reproducción que otras, y ha tenido sus
consecuencias sobre la conducta sexual humana. Hoy en día,
aunque la mayoría de las personas no buscan
conscientemente una vida monógama con un fin reproductivo,
una proporción muy elevada desarrolla gran parte de su
vida sexual en el marco de las relaciones estables. Sin embargo,
esto no quiere decir que no tengamos estrategias
complementarias que pueden proporcionar la oportunidad de tener
un poco más de éxito en la reproducción del
que se lograría si uno se limita a una sola
relación. Por tanto, aunque los humanos somos
monógamos, en muchos momentos de nuestra vida optamos por
la infidelidad, la promiscuidad, el cambio frecuente de pareja, y
cosas por el estilo.

Estas estrategias, aparte de que pueden ser costosas generan
un conflicto de intereses que ha llevado a que hombres y mujeres
hayan desarrollado conductas sexuales diferentes, sobre todo en
lo referente a la elección de pareja. Pero este es un tema
que dejaremos para otra ocasión.

Por ahora concluyamos diciendo que: el hombre maduro y que
vive una vida con principios, es monógamo. El hombre
licencioso, en medida de su incapacidad moral y ética, no
lo es.

Bibliografía

Amplia selección de artículos técnicos y
de información general se pueden obtener por
solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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