- La obesidad de
Ovidio - El caso de
Proserpina y de las cirugías
cosméticas - El caso de
Alexander: o cuando las dietas son
interminables - La gordura como
fenómeno universal y como
metáfora - La dietas para
adelgazar: paliativo, cura… ¿o
enfermedad? - Del gen de la
obesidad. Of mice and men… - El acertijo
refractario: El entendimiento y el tratamiento de la
obesidad
Escribiendo acerca de las muchas afecciones y brotes
epidémicos que han plagado nuestro mundo por toda su
existencia, la humanista norteamericana Susan Sontag, presenta en
su libro
Illness as a Metaphor lo para ella son las causas que
determinan la apariencia concomitante y simultánea de
ciertos estados patológicos físicos y emocionales
que distinguen y marcan ciertos períodos particulares en
nuestra historia.
La enfermedad en cuestión, define tanto la
época, como la misma edad se señala igualmente por
su presencia.
La peste bubónica, la histeria, la neurosis de
guerra, la
consunción, la clorosis, el SIDA, las
disorexias, el virus del abola,
la obesidad y la
dieta, o "la enfermedad del dietar", como algunos la llaman; son
ejemplos de las mismas.
La obesidad, susodicha, es una de las condiciones que
pertenece de un modo prominente en esta categoría de
malestares — porque la obesidad es (sino la)
una metáfora de nuestro tiempo.
La dieta para adelgazar o la enfermedad del dietar, es
la otra.
Hablemos, entonces, de Ovidio, de Proserpina y de
Alexander, para mejor entenderlas.
La obesidad de
Ovidio
Ovidio tenía el problema que a casi todos afecta
hoy día. Él era muy gordo.
Su vida, como la de tantos jóvenes vanos,
miembros de la clase
pudiente, fue simple. Se casó cuando era muy joven, tuvo
una luna de miel en Cancún y retornó a hacerse
cargo de mercadeo, en la
sección comercial de la industria de
fármacos, patrimonio
familiar.
Por la calidad de sus
intereses intelectuales,
cualquier persona inculta,
vive una existencia más rica, en término de
experiencias, que las provistas por la atmósfera en la que
Ovidio creciera.
Ovidio nunca leía ni se ocupaba de otro asunto
que no fuera ver lo que encontrara en Discovery
Channel.
A los treinta y un años de edad, nuestro amigo,
era el más joven de sus tres hermanos y el único en
su familia que
fuera corpulento.
Ovidio comenzó a ganar de peso antes de casarse.
Prefiriendo siempre, esgrimir el tenedor a los enredos del
romance.
Lo del matrimonio no fue
asunto excepcional. Elena, su esposa, salió embarazada
para escapar las presiones de su casa, cuando ambos tenían
diecinueve años, y la boda fue corolario de
rigor.
Amor, amor,
amor…
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