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La obesidad, como metáfora de nuestro tiempo: I La Cuestión (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Elena, era lo opuesto, ella sufrió de la anorexia
nervosa cuando estudiara un año en una escuela de monjas
en Montmartre, cerca de la famosa Basílica de Sacré
Coeur.

La vida para los recién casados no fue muy
fácil, ya que ambos dependían de sus respectivas
familias, emocional y económicamente.

Tuvieron tres hijos, el primero hizo su entrada al mundo
a los tres meses de la boda apresurada. Boda, que se
celebró en Miami, para disimular el embarazo
físico de Elena y el emocional de sus padres.

David, llamaron al primogénito que, desde su
nacimiento, exhibiría los rasgos característicos
del Síndrome de
Down. Los otros dos niños
que, pronto siguieron, nacieron sin complicaciones.

Ovidio tendía a las depresiones
periódicas, las que medicaba vía el consumo
excesivo de comidas pesadas, las que obtenía en la calle,
o hacía que le prepararan en la casa.

Elena, todavía anoréxica, y disgustada por
el espectáculo ofensivo de las comilonas glotonas de su
marido, empezó a apartarse más y más de su
compañía — Ella comenzó a razonar que su
marido era grosero y vulgar.

El esposo, mientras tanto, llegaba a la casa a las siete
de la noche, veía la
televisión por media hora, se daba un baño,
cenaba y se acostaba.

Dormían en camas separadas.

A medianoche, invariablemente, y sin ocultarlo, Ovidio
volvía a la nevera y despachaba medio galón de
helado con galletitas de chocolate.

La joven esposa detestaba el lío que le quedaba,
ya que el comilón nocturno, como las lechuzas, no
recogía los platos, no despejaba las migajas, no lavaba
los cubiertos ni se preocupaba por nada de lo que usara para su
empache.

A las seis de la mañana salía al trabajo, no
sin antes haber ingerido una colación
opípara.

Cuando su peso se disparara a las 332 libras, su
papá y uno de sus tíos, decidieron que era hora
para que los tres fueran a un spa en Arizona.

Todos los años, por seis años,
frecuentarían el mismo sitio, en una romería
ritualista donde perdían libras que, pronto
recuperarían con dividendos adicionales.

Cuando nuestro héroe pesó las 430 libras,
se consideró y se efectuó una operación de
bypass del estómago.

Tristemente, la operación no fue el éxito
que todos esperaran.

Al principio, vinieron de diarreas
interminables, seguidas de hemorragias gingivales y finalmente,
la descamación de la piel
trastornos comunes en los síndromes de
mal-absorción. Mientras que el peso comenzó a subir
al ritmo de diez ó doce libras por año. Lo que
nadie previera.

En general, este hombre no era
feliz. Su apariencia era pálida amén que enfermiza
y daba un aspecto patético.

Diagnóstico: Cirugía
Bariátrica sin estrategia
post-operatoria de soporte

Discusión

La cirugía para el sobrepeso no es cirugía
menor, ni está eximida de riesgos, los
que a menudo aparecen como complicaciones serias.

Además que citando a uno de los cirujanos
bariátricos a quien conozco: "Que los pacientes no se
hagan ilusiones. El problema es psicológico y no
físico…"

Nosotros sabemos que no es como dice mi amigo,
exactamente. Pero, cada quien con su
tema…

Para lograr el éxito esperado; la evaluación
del paciente no debe limitarse al estado
nutricional del mismo, como hicieran con este señor, sino
que también debe de considerarse un seguimiento
post-operatorio meticuloso para evitar los problemas; que
a medida que estos procedimientos se
efectúan con mayor frecuencia, se están reportando,
con mayor incidencia en la literatura
médica.

El caso de Proserpina y
de las cirugías cosméticas

Si Proserpina hubiera nacido en otra época de la
historia, su
destino, tal vez, hubiera sido diferente.

Nuestra heroína era un vademécum de las
cirugías cosméticas. Al cumplir treinta y dos
años, se había hecho dos estiramientos faciales,
una reducción de la pared abdominal, una
disminución del introito vaginal y tres
liposucciones.

Tenía una inclinación al
quirófano.

No era muy alta — sólo medía cinco uno.
Pero, sí que era muy delgada — pesando 85
libras.

Vivía de dieta en dieta, las que siempre
terminaba con períodos caóticos de bulimia en
descontrol.

Su cara lucía hinchada como si tuviera paperas,
debido al flujo del ácido clorhídrico, proveniente
del estómago, en la boca.

Sus menstruaciones eran impredecibles y sus
períodos dolorosos.

Nunca había sido obesa, pero, como tantas mujeres
que sufren de dolencias parecidas — pensaba que lo
era.

Porque sus períodos eran erráticos,
salió embarazada por un hombre ya casado, quien le
otorgaría su apellido a la niña que naciera, sin
hacerle más caso, a ninguna de las dos — madre e
hija.

Durante el embarazo, Proserpina, obviamente se
"descuidó", ganando sesenta y ocho libras de peso, las que
juró quitarse de encima, en unos pocos meses.

No lo pudo alcanzar…

Cuando no pudo lograr el objetivo
deseado, manteniendo su peso a un nivel abominado de 172 libras,
decidió hacerse una liposucción
adicional.

La liposucción

Como su nombre lo indica es un procedimiento
quirúrgico que remueve grasa acumulada, de los espacios
subcutáneos del cuerpo.

Este procedimiento no confiere beneficios de salud a nadie que lo
sobrelleva. De hecho, estudios recientes han revelado datos de carácter negativos a su práctica, a
sus resultados y a sus efectos.

Además, que está demostrado que el
hipotálamo resiste le remoción forzosa de la grasa
del cuerpo, la cual, normalmente, defiende.

Como remedio a la obesidad, la
liposucción, no produce beneficios favorables, a menudo
resultando en complicaciones que desfiguran la apariencia del
individuo,
como fuera en el caso de Proserpina.

Diagnóstico: Distorsión
paratáxica de la imagen corporal
con derivaciones narcisistas y complicaciones
post-operativas…

Reflexión

Proserpina había abandonado todos sus recursos
emocionales al control de sus
propias necesidades de índole narcisistas.

Su idea de ser feliz se resumía a ser "bella" y
delgada; aspirando se cortejada por el mayor número de
pretendientes posible.

Su cuerpo lo inmolaba al bisturí, para
perfeccionarlo constantemente, como si fuera un objeto inanimado
— como si fuera un ornamento o un adorno
impersonal y distante.

A medida que los tiempos pasaran, y que se sintiera
impotente ante el avance inexorable de los años,
acompañados por la llegada de la vejez
inevitable, su única solución restaba en tratar de
remover la grasa repudiada de su cuerpo, con la que se
sentía infeliz, para sentirse mejor.

¡Ay, Proserpina!…

El caso de
Alexander: o cuando las dietas son interminables

Alexander, por Alexander the Great, ya que sus
padres emigraron de la isla de Jamaica a Santo Domingo, de lo que
hiciera tanto tiempo, que
nadie lo podría recordar — como fuese con el don
Aureliano Buendía de García
Márquez…

Lo bautizaron así, como si el nombre dado lo
predestinara a algo glorioso.

Con su patronímico egregio, Alexander se
convirtió en otro miembro humilde de una de las tantas
progenies de pobres dominicanos, cuyos hijos ostentan nombres
ilustres.

César y Cesarina eran los mellizos, Augusto,
Octavio, y Reina eran los restantes. El papá, Aristóteles, la mamá,
Agripina.

Alexander creció en Licey al Medio, en la
cercanía de un riachuelo. Se ganaba el sustento cargando
agua en
burros, para venderla a los habitantes de la aldea del
Guayabo.

Si otros, que acarreaban la leche, eran
lecheros, Alexander, ¿qué sería?:
¿"agüero" o, tal vez, "aguajero"?

¿Qué más da?

Un médico, poseedor de tierras y de vacas en una
finca cercana, se sintió atraído por la
ambición intelectual del jovenzuelo y lo
enseñó a leer.

Alexander, no pudo resistir el deseo de educarse.
Dejó de cargar bidones de agua, se dedicó a
estudiar y completó los cursos necesarios para graduarse
de la escuela primaria. Después de eso, se enganchó
en la guardia y, terminó el bachillerato, durante el
gobierno del
presidente Rafael F. Bonelly.

Más adelante, se inscribió en la facultad
de medicina de la
USD egresando con honores.

Con una beca provista por el gobierno costarricense,
hizo un posgraduado en endocrinología en ese país,
desde donde retornó, acompañado por Adela, su
esposa tica.

Alexander confrontaba dos problemas de índoles
difíciles: 1. Era obeso. Pesaba 280 libras, y 2. Fumaba
mucho.

Lo del cigarrillo, lo resolvió. Dejó de
fumar cuando empezara a perder pacientes que resentían su
adicción al tabaco.

Pero la gordura, no la pudo descartar.

Mientras que algunos pacientes susurraban cosas
desagradables: "doctor cúrese a sí
mismo…"

"¿Cómo quiere ponerme a dieta, si es
usted quien está gordo?"

"¡Cómprese un espejo!", le aconsejó
una vecina bienintencionada.

La gente es cruel…

La gordura como
fenómeno universal y como metáfora

Aunque no lo crean, ser gordo es ser
"normal".

Tomemos una pausa, para digerir lo que aquí hemos
dicho.

Veamos

En un estudio conducido en la Universidad de
Toronto, C. Peter Hermann y Janet Polivy, se plantearon el
siguiente acertijo, cuya solución nos
suministrarían personalmente:

El acertijo y su solución

Si se demuestra que todos los habitantes de una
región, están a dieta, que alguna vez, lo han
estado; o que planean estarlo en el futuro — la norma,
es dietar — y no estar a dieta es anormal.

Simple… ¿Verdad?

Si lo mismo se determina con cualquier otra
característica humana, ésta establece la regla.
Ésta, entonces, constituye lo normal.

Las estadísticas nos informan que más
del 60% de todos los americanos son gordos, por consiguiente, el
americano normal, para ser normal, debe ser gordo.

¡Punto!

Aquí les presentamos a todos, al Dr. Michael
Fleming, presidente electo, hace algunos años, de la
Asociación Médica Americana.

Presidente de la AMA

El doctor Fleming, en su discurso de
toma de posesión de su cargo en el 2004, afirmó que
él es gordo y que tiene un problema serio que combatir. Un
problema que una gran mayoría de sus colegas comparten, y
un problema de solución tan evasiva como
incierta.

¡Aplauso!

Alexander confronta el mismo dilema.

Si no fuera así, entonces Adela, dietista
diplomada, y las tres hijas del matrimonio no
serían gordas también.

La exégesis del problema

Nuestros médicos, nuestros gobiernos y nuestros
educadores nos han fallado en todo lo que respecta a la salud y a
la
educación pública.

Cegados, como lo están todos, por el deseo de
avanzar las maniobras de sus ambiciones desmedidas,
desdeñan al pueblo — en este caso, ignorándose
aun a ellos mismos.

Nuestros políticos y sus familiares; como sucede
con nuestros militares de alto rango, y con sus emparentados,
mientras más avanzan en sus carreras, más gordos se
ponen.

¡Aplauso!

Aquí no sé por qué se
aplaude…

La epidemia de la obesidad no se remedia con las dietas.
Mientras eso persiste, aun no existe país del mundo que
haya establecido un programa viable
para su erradicación.

Aquí se mencionó, hace unos años,
en círculos muy altos… pero ahí
quedaría…

Las cirugías de bypass, las liposucciones
y las dietas, como ya viéramos, no son
respuesta.

La dietas para
adelgazar: paliativo, cura… ¿o
enfermedad?

Las dietas puede que sean, la misma enfermedad
que pretenden remediar, porque las dietas restrictivas,
todas, sin excepción han fallado…

Todas…

La historia

• 1087 – Guillermo el Conquistador
intenta una dieta líquida para perder de peso,
metiéndose en cama y no consumiendo nada más que
alcohol.
Quizás, más adelante, padecería de
DT’s.
• 1600s al 1700 – El escocés Dr. George Cheyne,
autor de libros
populares en estilos de vidas saludables, usa líquidos de
modo muy diferente, escribiendo que una dieta de leche
exclusivamente, lo vuelve a uno "delgado, ágil y veloz".
Mientras que a otros les causa calambres y diarrea

• 1811 – El poeta romántico Lord
Byron empapa su comida con vinagre para perder de peso,
reduciendo su corpulencia de 194, a menos de 100 libras. Se sabe
que era anoréxico.
• 1830s – En los Estados Unidos,
el Reverendo Sylvester Graham, apodado el "Dr. Aserrín",
amonesta en contra del vicio de la gula, que en su
convicción, conduce a la lujuria, la indigestión y
a la educación de hijos malcriados y enfermizos.
La respuesta que Graham ofrece: una dieta espartana, pan negro
sin levadura, vegetales, agua y el consumo de sus
galletas.
• 1860s – Debut de la dieta baja en carbohidratos.
En Londres el director de funeraria William Banting pierde 50
libras en un régimen alto en proteínas
que consiste de carnes magras, tostadas secas, huevos pasados por
agua y pocos vegetales. Su libro se vende
como best seller.

En este mismo período, otro proponente del
régimen alto en proteínas, el Dr. James Salisbury,
promueve una dieta de agua caliente y carne molida (el famoso
bistec Salisbury) para mejorar la salud y perder de peso.
Tristemente, nunca explicó las diferencias nutritivas del
agua caliente y la fría que, como adición a la
dieta, propusiera.

• 1876 – John Harvey Kellogg introduce sus
propios remedios para combatir la obesidad. Sus invenciones son
las barras de granola y el "Kellog’s
cornflakes
". También aconsejó el uso de enemas,
el masticar despacio, el conteo de calorías, las comidas sin condimentos, y
las dietas individualizadas. Los cornflakes lo
harían muy rico.

• 1898 – El movimiento del
masticar despacio es introducido formalmente como remedio, por el
negociante Horace Fletcher, luego de negársele seguro de vida
por la gordura. Por un rato, la "fiebre de mascar
despacio" se populariza.

• 1918 – El conteo de las
calorías entra en la escena en todo su esplendor. Lulu
Hunt Peters publica su best seller, Dieta y Salud,
con una Llave a la Puerta de las Calorías. La dieta
de Lulú se inaugura con un ayuno, luego se aplican las
ideas de Fletcher y se procede al conteo de calorías, con
un límite diario de 1,200. Es una sentencia para seguir de
por vida.

• 1920s – El Dr. William Howard Hay
propone una dieta basada en la combinación de comidas. Su
plan del
"Milenio Médico", abogaba lavativas intestinales diarias,
masticar despacio, y estipulaba que no se deben de combinar
frutas, féculas y proteínas en la misma comida.
Explíquenselo a los animales
omnívoros que todo lo mezclan.

• 1932 – La Comida Dietética del Dr.
Stoll
, un polvo que sustituye por las comidas reales,
comienza a venderse en los salones de belleza.

Paréntesis. Todavía nadie excluye el
azúcar

• 1948 – Take Off Pounds Sensibly
(TOPS), el primero de los muchos grupos nacionales
para combatir la obesidad se funda bajo la inspiración de
Esther Manz en Milwakee. Todo se regula, se cuentan las
calorías, se usan balanzas y menús para controlar
el sobrepeso, incluyendo (lo más acertado) el uso, aunque
sin estructura, de
los grupos de soporte mutuo.

• 1950 – Reducer's Cookbook, el primer
libro de cocina para quienes están a dieta, se
publica.

• 1960 – Metrecal, un polvo
dietético se introduce con muchos imitadores. Pero, como
método
falla, con Oprah a la cabeza.

• 1961 – Best seller, Las
Calorías no Cuentan, por Herman Taller, endosa una
dieta alta en grasas, alta
en proteínas y baja en carbohidratos. Taller, finalmente
es hallado culpable de fraude por vender
semillas de azafrán como medicina. Irónicamente,
las semillas de azafrán poseen más posibilidades
dietéticas que lo demás que Taller
abogara.

– El Dr. Irwin Stillman publica La Dieta del Doctor
para Perder de Peso Rápidamente
. Ésta no es
más que una dieta baja en carbohidratos, alta en
proteínas y rica en carne y quesos.

• 1961-63 – Weight Watchers se
funda.
• 1960s – La era de las dietas amistosas al
alcohol y a la reducción de carbohidratos se inaugura, con
la publicación de la Dieta para el Bebedor y de
otro libro, La Dieta de los Martinis y de la Crema
Batida
.

• 1972 – Diet Revolution, por Robert
Atkins, recomienda el uso de carne en abundancia y grasas, pero
sin carbohidratos. El Dr. Atkins, muere, hace unos años,
con peso elevado… pero muy
próspero…

• 1970s – La Dieta de los
Astronautas
se publica, imitando la dieta de los primeros
astronautas en el espacio, donde sus pesos se reducen,
naturalmente, por la cero gravedad.

• 1976 – La Dieta del Último
Chance
aparece, publicada por el osteópata
Robert Linn. Ésta consiste en un régimen de ayunos
acompañados por una mezcla de proteínas
líquidas extraídas de tendones y pieles de
animales. Cincuenta y ocho muertes se asocian eventualmente con
éstas y otras bebidas similares, que además de ser
peligrosas, carecen de todo valor
nutritivo.

• 1978 – Herman Tarnower publica la dieta
Scarsdale, alta en proteínas y con un límite de 700
calorías al día. Su amante lo mata por celos, no
relacionados a la dieta, en 1980.

• 1979 – Las dietas bajas en grasa se
popularizan con la publicación de Nathan Pritkin
Programa para Dieta y Ejercicio.
• 1981 –
Judy Mazel publica La Dieta de Beverly Hills, una dieta
cargada de frutas. Mazel afirma que nadie gana de peso si las
comidas se digieren apropiadamente. Lo que se hace ingiriendo
cantidades enormes de piñas, papayas, y mangos consumidas
en una rotación constante. — y pensar que somos
omnívoros…

  • La Dieta de Cambridge, propuesta por Jack
    Feather y endosada por un "experto" de la Universidad de
    Cambridge, aconseja las bajas calorías y las
    proteínas líquidas en forma de bebidas
    presentadas en un esquema piramidal.
  • Treinta personas, en esta dieta, mueren de ataques al
    corazón
    antes de que el gobierno la prohíba.
  • 1983 – Jenny Craig forma su compañía en
    Australia.
    1992 – Atkins publica su nuevo libro. Una re-edición del que antes
    publicara.

¡Aplauso!

• 1993 – Las dietas bajas en grasa
aparecen de Nuevo. Coma Más y Pese Menos por Dean
Ornish, se publica. Es una dieta vegetariana baja en
grasas.

• 1995 – Las dietas bajas en
carbohidratos y altas en proteínas retornan con la
publicación del libro La Zona. El que pronto
comparte el escenario con los libros Sugar Busters!,
Protein Power y la Dieta para los Adictos a los
Carbohidratos
.

• 1996 – Mazel publica La Nueva
Dieta Beverly Hills
. Lo mismo de antes en un paquete
nuevo.

  • • 1998 – Uno de los muchos homenajes
    a la estrategia de Lord Byron, se publica, Pierda de Peso
    con Vinagre de Manzana.
    Coma la botella y no
    engorde…
  • • 1999 – Atkins publica otra
    revisión de su libro, mientras que su "método"
    sigue prosperando.
  • • 2003 – The South Beach Diet se
    generaliza bajo el nombre del Dr. Arthur Agatston. Esta dieta
    no es nueva, cae en el medio de lo que el Dr. Atkins y los
    nutricionistas, que la oponen, recomiendan.

¡Hasta la próxima dieta!
Todas esas dietas y más, han sido probadas por millones de
personas y el único resultado cierto ha sido para quienes
las mercadean, cuyos ingresos se
estiman en los miles de millones de dólares al
año.

Peor aún, los gordos permanecen gordos y los
números de gordos siguen creciendo, ahora añadiendo
a los niños como víctimas inesperadas.

Para concluir, consideremos la noción infundada
de que existe un gen para la obesidad.

Del gen de la obesidad.
Of mice and men

El escritor norteamericano, John Steinbeck, ganador del
Premio Nobel de Literatura, escribió en el año 1937
una obra de gran significado social la cual hoy se cuenta entre
los trabajos clásicos de la literatura moderna; le dio el
título: Of mice and men.

La búsqueda de un gen en la rata para explicar
las causas del fenómeno morboso de la obesidad humana no
es nueva. John Daniels, contribuyendo un capítulo en la
edición de junio del 1984 de la renombrada
publicación científica The Psychiatric
Clinics of North America (número éste el
cual fue publicado bajo mi dirección editorial), alude a este gen en
la rata de laboratorio
para describir ciertos rasgos inexplicables de la gordura que
este animal exhibe.

El comportamiento
de estos roedores, que atrajera la curiosidad de los
científicos, es que, en algunos casos, las ratas comen
incesante e insaciablemente, engordando, pero sin aparente
razón alguna. Estas ratas, que así se comportan, se
entiende, que han sostenido un proceso
mutante en uno de dos genes: ob (por obeso) y db
(por diabético).

Subsiguientemente, investigadores en los EEUU anunciaron
que ellos habían descifrado la secuencia del gen ob
en el ADN. Este
hallazgo era congruente con una de las teorías
que tratan de explicar la regulación del peso en el ser
humano
. De acuerdo con esta teoría,
los tejidos grasosos
envían señales
al cerebro; el cual,
a su vez, responde de un modo adaptador: Más adiposidad,
más fuerte es la señal, resultando en que el animal
queme más grasa y coma menos comida — de este modo
perdiendo de peso. Por el otro lado, ratas equipadas con el
defectuoso gen ob carecen de este elemento regulador y no
dándose por enteradas que son gordas, continúan
comiendo como si estuviesen sufriendo de la inanición
forzada.

La evidencia de la presencia de este gen, derivó
de experimentos en
los cuales ratas normales y ratas anómalas
genéticamente, se comportaban como era esperado si
compartían la circulación sanguínea entre
ellas, de ese modo compartiendo las mismas hormonas
circulantes.

Más adelante en la publicación
Science, otro grupo de
investigadores sugieren la posibilidad de que este hallazgo en
las ratas, pueda ser de mucha importancia en entendimiento
y en el tratamiento de la obesidad humana.

El investigador, Jeffrey Friedman, asistido por sus
colaboradores, aisló la proteína a la que se debe
este fenómeno; designándola con el nombre de
leptina. Ellos, también demostraron, que otro factor que
entra en juego en la
regulación de la gordura ratera, es el hecho de que la
leptina aumenta la temperatura
del cuerpo, manifestando la existencia de un metabolismo
acelerado.

Si es cierto que las ratas afligidas no se enteran de
que están gordas o de que son obesas; el ser humano,
sí que sabe que ha engordado, y desperdicia, a
veces, enormes sumas de dinero en sus
cruzadas y romerías, frecuentemente fútiles, para
lograr la delgadez. Además de ese aspecto, existe otro de
mayor importancia, éste siendo, que el ser humano no ha
hecho cambios genéticos manifiestos en los últimos
45,000 años… pero, y a pesar de ello, en
países como son los EEUU y Australia, donde la dieta es
horrorosamente engordadora; mientras que la obesidad ha adquirido
proporciones tan epidémicas y exageradas, que algunos de
los "expertos" cuyas opiniones se leen frecuentemente en la
prensa de esos
países son, por definición… obesos ellos
mismos… ¿qué más?

Bibliografía

Bibliografía extensiva se suministra por
solicitud.

El
acertijo refractario: El entendimiento y el tratamiento de la
obesidad

Dr. Félix E. F. Larocca &
Lic. Enf. Margaret J.C. Larocca

(Trabajo científico presentado
durante el II Simposio
Internacional Hispanoamericano Marzo 23-31, 1995. Universidad de
Salamanca, España.)

Cuando uno examina la literatura que se relaciona a las
disorexias, de inmediato, un hecho se hace aparente: que la
obesidad permanece la hermanastra desfavorecida de las cuatro
disorexias: La anorexia nervosa, la bulimia nervosa, la dieta
restrictiva y la gordura.

Hay un asunto misterioso que siempre nos intriga,
éste siendo que a pesar del ataque frontal con que se le
ha arremetido al problema de la gordura en los países
civilizados, ésta ha resistido todos esfuerzos y a todos
los expertos. Aumentando en su incidencia, en su prevalencia (del
25% al 66% en el transcurso de 20 años en
Norteamérica) aumentando también en su
aparición por todas parte del mundo.

Parece ser, que con todos los métodos de
hacer dieta, que con la fundación de nuevos centros y spas
para adelgazar, que con el énfasis en la esbeltez con que
los medios de
comunicación nos bombardean y con la
publicación del conocimiento
de los riesgos asociados con el ser gordos; que, en lugar de
haber sido incrementada, que la obesidad debió de haber
sido eliminada del mismo modo como se eliminaran la Viruela y la
Poliomielitis. Pero, tristemente no lo ha sido.

¿Por qué no hemos desarrollado, si no una
vacuna un remedio eficaz que nos ayude a prevenir o a curar la
gordura?

El problema de mayor importancia en este asunto es el
más aparente. Cuando se desarrolla una vacuna, esta labor
es resultado de una serie de circunstancias paralelas. La
identificación de un agente causativo (agente
etiológico) para la enfermedad, el cultivo del agente, la
atenuación del mismo para que se pueda administrar al ser
humano; y, finalmente, las pruebas
clínicas para que la vacuna pueda ser usada sin riesgos
posteriores. Lo que implica la aplicación minuciosa del
"modelo
médico" de las enfermedades.

Este modelo postula:

  • La presencia de un agente patógeno
  • La presencia de signos y
    síntomas característicos de la condición,
    y
  • El beneficio de pruebas diagnósticas de
    laboratorio para confirmarla.

Estos requerimientos, por supuesto, no existen en el
caso de la gordura, porque ésta no se molda a este modelo.
Su tratamiento, quedando, frecuentemente, en manos de personas
con la menor de las calificaciones para llevarlo a
cabo.

Para el psiquiatra, la obesidad es un problema de
proporciones muy serias. Como especialista médico, que lo
es (aunque a veces no lo parezca), el psiquiatra, no sólo
está interesado en los problemas y en las complicaciones
médicas de la gordura; si no que también, le toca a
veces tener que lidiar con las repercusiones emocionales de
naturaleza
negativas que afectan a quienes son obesos. Es muy trágico
escuchar a alguien pronunciar las palabras tristes, que describen
la interminable lucha sin treguas que repetida y vanamente han
emprendido en contra de su obesidad.

A pesar de que se han publicado trabajos
científicos recientes que le asignan un potencial
genético a este trastorno (de los animales de
laboratorio). A pesar, de que se ha mantenido (como castillos en
el aire
ideológico) que la obesidad es el resultado del
sobre-comer acoplado con la inactividad física. Que la
obesidad es esto, o que es la otra cosa… a pesar de todas las
explicaciones que abundan… un problema permanece evidente; y es
que nosotros no sabemos qué hace que las gentes engorden
(a los extremos que engordan algunos); y cómo ayudarlos a
que rebajen.

Este problema es tan peculiar y tan serio, que uno de
los "expertos" más citados (y poco visible) en la
literatura y en la prensa estadounidense, es un psicólogo
(no un médico) cuya gordura sólo puede describirse
como extrema.

Habiendo descrito la complejidad del problema, y
habiendo anexado a este trabajo las referencias de
rigueur
; nos gustaría presentar ideas empíricas
que han sido sujetas a pruebas de naturaleza
clínicas.

La obesidad no es patrimonio de
todas las razas, ni de todas las culturas humanas conocidas. De
hecho, en ciertas culturas, no existe una palabra que describa la
gordura — porque la gordura en sí tampoco
existe.

La obesidad no es adaptiva. Trate un gordo de eludir una
bestia al ataque y sufrirá las consecuencias
físicas de los fenómenos penosos de tener que
movilizar a una montaña anatómica.

Las complicaciones médicas y del comportamiento
de la gordura son legión; entre ellas la
disminución de las actividades de las hormonas sexuales
rindiendo a los hombres impotentes, a las mujeres
frígidas; y presentando a veces problemas de
contorsionista funcional para lograr la ejecución del acto
sexual con el exceso de adiposidad interpuesta.

La obesidad, es una invención humana

Ésta nació, cuando el ser humano, se
rindiese a los placeres epicúreos de la comida, la cual
transforma en actividad placentera y caprichosa, y la cual
comenzara a consumir en cantidades excesivas. La función en
este caso perdió la forma.

El organismo humano, diseñado para ganar el peso
con mucha eficiencia, peso
que perdería después — comenzó a acumular
la grasa con mayor rapidez, resistiendo los esfuerzos a que
ésta se removiera con maniobras dietéticas. Por
ello las dietas siempre son problemáticas.

Los autores, basados en trabajos llevados a cabo con
sujetos cuyos planes de adelgazar se aplicaban, teniendo en
cuenta las existencias de funciones en
estado de descontrol adaptiva; han podido lograr que estos
sujetos pierdan de peso de un modo permanente.

Febrero del 1995.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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