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Tendencias mundiales actuales de la tecnociencia (página 2)



Partes: 1, 2

DESARROLLO

El estudio del Informe Mundial
sobre la Ciencia
(UNESCO, 1998), de la "Declaración sobre la ciencia y el
uso del saber científico" (UNESCO, 1999), así como
de otros trabajos relacionados con prospectiva tecnológica
o con el desarrollo
científico tecnológico en general (Sutz, 1998;
Núñez, 1999; Lage, 2002; Castro, 2003;
Hernández, 2005), permiten identificar algunas tendencias
significativas. Ellas se dan como regularidad en los inicios de
este siglo y vienen consolidando el orden mundial que se impone
hace algunas décadas ya.

Indistintamente los autores las enuncian con
términos diversos pero, esencialmente, coinciden. Las
más relevantes pueden ser las siguientes:

      Se
acentúa la polarización del conocimiento, la ciencia y la tecnología. Se ha fortalecido el
núcleo dominante en Estados Unidos, Europa y
Japón.

     
Transformación de las políticas científicas y
tecnológicas: la innovación y la búsqueda de
oportunidades estratégicas.

      El esfuerzo
científico y tecnológico descansa, cada vez
más, en las empresas.

      Creciente
privatización y comercialización del
conocimiento.

     
Transnacionalización de la ciencia y la
innovación.

      Se mantienen
inversiones
muy altas en I+D militares, mientras disminuye el dinero
para la cooperación internacional y la investigación básica.

      Constitución de un nuevo modo de producción de ciencia.

      Cambios en la
percepción social de la
ciencia

      Cambios en el
ethos de la ciencia.

      Cambios
epistemológicos relevantes.

De manera general estas diez tendencias guardan estrecha
interrelación, precisamente por el contexto en el que
aparecen y han prevalecido. A la luz de los
acontecimientos actuales pudiera decirse incluso, que muchas de
ellas continuarán marcando el andar de la ciencia y la
tecnología por este mundo durante largo tiempo.

Es evidente que las tendencias mencionadas no tienen la
misma significación social; ni siquiera una misma
tendencia ejerce un impacto uniforme a nivel global pues la
desigualdad en los niveles de desarrollo propicia que una
determinada tendencia se manifieste de formas diferentes en
regiones y países.

Cada una de estas afirmaciones, todas quizá
correctas, apuntan a cuestiones muy generales.

Las preguntas en cada realidad nacional son:
¿cómo se contemplan concretamente esas u otras
tendencias? ¿Cuáles son los escenarios,
internacionales y nacionales, en que se desplegarán?
¿Cómo les afectarán las decisiones que se
tomen —o no se tomen— en el presente?. Este enfoque
prospectivo puede verse como una manera de explicitar tendencias,
evaluando a la vez las posibilidades de dejar por el camino las
negativas y de lograr que aquellas deseables se vuelvan viables,
considerando las tendencias no como destino sino como camino
posible que puede modificarse (Sutz, 1998).

El término tecnociencia
es precisamente un recurso del lenguaje para
denotar la íntima conexión entre ciencia y
tecnología y el desdibujamiento de sus límites.
El término tecnociencia no necesariamente conduce a
cancelar las identidades de la ciencia y la tecnología,
pero sí nos alerta que la investigación sobre ellas
y las políticas prácticas que respecto a las mismas
implementemos tienen que partir del tipo de conexión que
el vocablo tecnociencia desea subrayar.

En esta perspectiva la intencionada separación
entre contemplación teórica y práctica,
acompañada del privilegio de la primera, es desplazada por
una actitud
esencialmente activa donde la representación
teórica es puesta al servicio de la
actividad manipulativa. "Los términos 'tecnociencia' y
'tecnocientífco' señalan, a la vez, el
entrelazamiento entre los dos polos y la preponderancia del polo
técnico y, además, son apropiados para designar la
actividad científica contemporánea en su
complejidad y originalidad" (Hottois, p.26). En otros
términos, no se trata sólo de insistir en las
interrelaciones, sino incluso de colocar el polo técnico o
tecnológico como preponderante.

Las tecnociencias no sólo indagan procesos
naturales sino cada vez más objetos y procesos que la
propia instrumentalización de la investigación ha
hecho posible. De igual modo los resultados de la
investigación son evaluados principalmente por criterios
de eficacia
manipulativa, de operatividad, y sólo a través de
ellos puede juzgarse el valor de
verdad de los conocimientos implicados.

La idea de tecnociencia subraya también los
complejísimos móviles sociales que conducen el
desarrollo científico-tecnológico.

El papel de los intereses sociales en la
definición de su curso es tanto más claro en la
medida que la dimensión tecnológica pasa a ser
preponderante. Una consecuencia de ello es la colocación
en primer plano de los dilemas éticos. Manipular,
modificar, transformar, son acciones que
comportan siempre dudas acerca de los límites de lo
moralmente admisible.

La sociedad
contemporánea está sometida a numerosos impactos
por la tecnociencia; impactos económicos, culturales y de
todo orden. Muchas personas se dedican a la tecnociencia y
prácticamente todos los ciudadanos del planeta
experimentan sus efectos. Sin embargo con frecuencia manejamos en
relación con ciencia y tecnología conceptos que
difícilmente dan cuenta de la naturaleza
social de ambas. Modificar esos conceptos, enriquecer nuestra
visión social de la tecnociencia parece ser una
obligación de los sistemas
educativos formales e informales.

Espero que los conceptos de ciencia, técnica,
tecnología y tecnociencia discutidos en este ensayo tengan
alguna capacidad de enriquecer las prácticas educativas
que sobre ellos descansan.

TENDENCIAS MUNDIALES ACTUALES DE LA
TECNOCIENCIA

Una lectura atenta
del Informe Mundial sobre la Ciencia (UNESCO, 1996) y la
revisión complementaria de algunos otros ensayos sobre
prospectiva tecnológica (Salomón, 1996; Cassiolato,
1994; Herrera, 1994) permite identificar algunas tendencias
relevantes del desarrollo científico y tecnológico
contemporáneo. De diversos modos ellas transparentan y
consolidan el orden mundial que se viene imponiendo en las
últimas décadas del siglo XX.

Entre las tendencias más relevantes
están las siguientes:

1. Se ha fortalecido el núcleo dominante Estados Unidos,
Europa y Japón. La idea de Toureine de que el mundo no
está globalizado sino trilateralizado es especialmente
cierta en ciencia y tecnología. Algunas evidencias de
esto son las siguientes (UNESCO,1996):

1.1 Si se considera el Gasto Interno Bruto en
Investigación y Desarrollo (GIBID) de Estados Unidos
(167,01 miles de millones de dólares), Unión
Europea (117,67) y Japón (68,31), ese gasto es
superior al 80 % del total mundial (428,58). Los más
próximos son China (22,24)
y los Nuevos Países Industrializados (10,73) (Papón
y Barré, UNESCO, 1996).

1.2 El promedio mundial del GIBID en relación con
el Producto Interno
Bruto (PIB) es de
1,8%. Pero la Unión Europea alcanza el 1,9, Estados Unidos
2,8 y Japón 2,8. La mayor parte de los territorios y
países no alcanza el 1%. Federico Mayor (UNESCO, 1996)
sugiere luchar por el 0,4%, meta aún difícil para
muchos países.

1.3 El promedio mundial de científicos e
ingenieros dedicados a I+D por cada mil habitantes es de 0,8. La
Unión Europea alcanza 2 , Estados Unidos 3,7 y
Japón 4,1. El resto de Europa también promedia por
encima de 2, al igual que Australia, Nueva Zelandia y
Canadá. (Papón y Barré, UNESCO,
1996).

1.4 La producción científica medida a
través de las publicaciones se distribuye así:
Estados Unidos 35,3% del total mundial, Unión Europea
31,5% y Japón 8,1, sumados casi el 75% del total
mundial.

Entre 1963 y 1993 Estados Unidos acumuló el
49,33% de los Premios Nobel; Reino Unido y Alemania
rivalizan por el segundo lugar: 11,50 y 8,16 y Japón el
1%. Los países más industrializados han mantenido
un esfuerzo significativo en investigación básica:
Francia 25% de
su I+D; Alemania 23%; Japón y Estados Unidos 19% y Reino
Unidos 13%. (ibid).

1.5 La producción tecnológica
también tiene una alta concentración como evidencia
la concesión de patentes en Europa y Estados Unidos, los
dos mercados abiertos
principales.

En el mercado europeo
domina la Unión Europea con 45,4% pero Estados Unidos le
sigue con 27,3% y Japón 20,9. Debe indicarse que en los
últimos 6 años la Unión Europea ha perdido 9
puntos porcentuales, mientras Estados Unidos ha ganado 3 y
Japón 29 (ibid, p.17).

En el mercado de Estados Unidos el dominio de ese
país alcanza 48,7%, Japón 25% y la Unión
Europea 18,6%. En los últimos 6 años la
posición norteamericana aumenta ligeramente en 5 puntos de
por ciento, la Unión Europea cayó en 24 puntos y
Japón ascendió 11 (idem).

1.6 En estos tres grupos de
países los orígenes de la financiación de
I+D son muy disímiles, destacándose la
contribución que los fondos para usos militares tiene en
Estados Unidos (24%), mucho más bajo en la Unión
Europea (9,4%) e insignificante en Japón (1,4%). La
contribución del Estado para
investigación civil es más alta en la Unión
Europea (37,8%), le sigue Japón (22,5%) y es menor en los
Estados Unidos (16,9%). La contribución de las empresas es
muy alta en Japón (76,1%) y también alta en los
Estados Unidos (59,1%) y en la Unión Europea (52,8%). La
estructura de
realización de I+D es más similar en las instituciones
públicas de investigación se realiza entre el 13 y
el 18 %, en las universidades entre el 13 y el 19% y en la
industria
entre el 63 y el 74% (ibid, p.19).

2. En los sistemas de ciencia y tecnología
más avanzados crece el papel de las empresas en el
financiamiento
y la realización del esfuerzo de I+D lo que va desplazando
cada vez más el énfasis del esfuerzo hacia las
tareas de desarrollo las que predominan sobre la
investigación básica y aplicada.

Como se mencionó, en Estados Unidos las empresas
financian el 59% de las actividades de I+D, mientras el gobierno cubre el
36% y las universidades y organismos no lucrativos el 18%. La
realización de ese esfuerzo se distribuye así: las
empresas el 72%, el gobierno el 10% y las universidades y
organismos con fines no lucrativos el 18%.

Por ejemplo, en ese país el apoyo federal a
actividades de I+D ha descendido del 70% al 60% en tanto ha
crecido el financiamiento de otras fuentes.
Respecto a este mismo país es sumamente improbable que
aumente sustancialmente la financiación a la ciencia
básica universitaria en los próximos años.
Continuará el incremento del número de centros de
investigación conjuntos
entre universidades y empresas y continuarán
ejerciéndose presiones sobre las universidades para que
aumenten sus contribuciones económicas. De igual modo
disminuirán los financiamientos a investigadores
individuales. También las universidades europeas reciben
presiones para satisfacer necesidades de investigación a
corto plazo (Nichols y Ratchford, 1996).

En Alemania las empresas gastan el 61,4% de I+D y
realizan el 69%; Suiza 74,5% y 74,8%, respectivamente (Herman,
1996).

La situación es bien distinta en los
países subdesarrollados o en vías de desarrollo,
por ejemplo en México el
gobierno financia el 68% del gasto I+D y las empresas el 32%, en
tanto la realización del esfuerzo se distribuye
así: gobierno 51%, empresas 30% y universidades
19%.

El énfasis empresarial en I+D es un rasgo que
diferencia claramente los países industrializados y los
que han avanzado menos en ese camino. En los Estados Unidos la
I+D financiada por las empresas aumentó entre 1974 y 1994
un 144%, mientras el aporte del gobierno federal creció
30%.

Según Salomón (1996) la disminución
relativa del apoyo público viene a expresar un cambio
profundo en las políticas de la ciencia. En la etapa de la
guerra
fría la rivalidad entre las superpotencias y la
escalada armamentista generaron hacia la ciencia actitudes
gubernamentales de marcado apoyo. Todo lo que era bueno para la
ciencia se consideraba bueno para la sociedad. El informe de
Vannevar Bush, asesor científico del presidente de los
Estados Unidos, "La ciencia, frontera sin
límites" (1945) "no sólo fundó la
legitimidad de la intervención del poder federal
en el sistema privado
de las industrias y las
universidades, sino que fue también el origen de las ideas
formuladas sobre el proceso lineal
de innovación, al afirmar que la ciencia es, por ella
misma, el acelerador del progreso técnico y la instancia
decisiva para el logro de los objetivos
nacionales en todas las áreas de competencia
gubernamental. La movilización de los científicos y
de los laboratorios, que había rendido tantos frutos desde
la Segunda Guerra
Mundial, debía pues perpetuarse en tiempos de paz –
hasta el punto de que en los Estados Unidos un tercio de los
científicos e ingenieros trabajó en problemas y
con contratos
vinculados con la defensa. Siguiendo el ejemplo de los Estados
Unidos, los más grandes países industrializados
(excepto Alemania y Japón) establecieron las mismas
prioridades: defensa, átomo,
espacio, electrónica" (ibid, p.93).

A raíz del fin de la guerra fría y de los
déficits presupuestarios, todos los países
industrializados han reducido las inversiones públicas en
I+D y no sostienen ya sin reservas el apoyo a la
investigación fundamental.

Son sobre todo las nuevas condiciones de la competencia
mundial, la batalla por la competitividad
y los éxitos tecnológicos de Japón y otros
países del sudeste asiático los que conducen a
concentrar los esfuerzos I+D en políticas industriales
antes que en políticas científicas, con el objetivo de
producir innovaciones. "A pesar de los centenares de miles de
dólares invertidos en la investigación militar, los
Estados Unidos han perdido su liderazgo
tecnológico en numerosas áreas. Y a pesar de la
limitación de sus gastos en el
área de defensa, Japón lleva ventaja creciente en
la producción de innovaciones duales, accesibles a la vez
al mercado civil y al mercado militar" (p.95).

Es de esperar, sin embargo, que la "guerra
económica" no conduzca a los laboratorios e industrias
privadas a tomar el relevo de las cuantiosas inversiones
públicas. Esto podría llevar en los próximos
años a un descenso en el presupuesto de
I+D. Se ha pronosticado, por ejemplo, que el presupuesto de I+D
de Estados Unidos podría descender en más de un
tercio en los próximos siete años. (ibid,
p.94).

También se observan cambios profundos en la I+D
industrial. Al parecer los grandes programas a largo
plazo en laboratorios grandes y centralizados pertenecen al
pasado (p.34). La dinámica del mercado "es el motor implacable
de la I+D industrial" (Nichols y Ratchford, 1996, p.34). Los
ciclos de vida de los productos
siguen acortándose y las firmas no sólo tienen que
innovar mejor, sino más rápido. En los laboratorios
de las empresas esto se traduce por plazos cada vez más
cortos para la I+D y un proyecto de tres
años, por ejemplo, se considera a plazo muy largo. Las
empresas no pueden hacer toda la investigación que
necesitan y buscan fuentes de tecnologías externas
mediante alianzas con otras empresas, participando en consorcios
de I+D, promoviendo la cooperación universidad
– industria, entre otras.

Un ejemplo del papel de las empresas: en Japón se
estima que casi el 50% de los posgrados son organizados dentro de
las grandes empresas (Pérez, 1996, p.15). En Estados
Unidos han proliferado las universidades corporativas, por
ejemplo la Motorola del sector electrónico.

3. Una tercera tendencia se aprecia en el cambio
profundo que experimentan las políticas en ciencia y
tecnología. En el período posterior a la Segunda Guerra
Mundial las políticas científicas y
tecnológicas de los países más avanzados del
occidente, han experimentado cambios muy importantes (Arocena,
1995). Aproximadamente entre fines de los años 40 y
comienzos de los 60 puede hablarse del desarrollo de
Políticas para la Ciencia. Las experiencias de la II
Guerra y la nueva realidad de la guerra fría condicionaron
las políticas públicas en este terreno. Los
modelos
exitosos eran los grandes proyectos de los
tiempos bélicos (Manhattan, el radar u otros semejantes).
Se pensaba que la concentración de grandes recursos
estatales en programas y laboratorios de gran envergadura
proporcionarían éxitos comparables en otras
esferas.

La química y sobre todo
la física
eran las ramas privilegiadas. La física nuclear y la
energía
nuclear recibían mayor atención que las tecnologías u
objetos civiles. El poderío militar y el prestigio
nacional eran los que básicamente justificaban las grandes
inversiones y se asumía que la I+D militar
generaría directa e indirectamente productos y procesos
útiles para las ramas civiles de la economía.

En un sentido más general puede considerarse que
"la justificación social del gasto en Ciencia y la
orientación del mismo se sustentaban en una visión
calificada de unidireccional y optimista. Se asumía, en
efecto, la validez del llamado modelo del
"science push", según el cual lo que hay que hacer
fundamentalmente es gastar en la investigación
básica realizada en las universidades y laboratorios
gubernamentales, pues, de manera relativamente automática,
los descubrimientos de la Ciencia se convierten en logros de la
tecnología – que significativamente solía
denominarse "ciencia aplicada" – y estos a su vez en
beneficio para la economía. Además de lineal en el
sentido que antecede, la concepción predominante era
esencialmente optimista, pues sostenía que las
consecuencias sociales del quehacer científico resultan en
conjunto altamente positivas" (Arocena, 1995, p.93).

La idea era gastar en ciencia básica, dejando en
manos de los científicos la decisión de en
qué dirección investigar. Se le ha llamado
también modelo de ósmosis (González ,
1996).

Una segunda etapa se abre desde mediados de los
años sesenta y se va a prolongar durante los setentas.
Marca su
inicio el "fin de la ingenuidad" respecto al rendimiento del
gasto en I+D. Desde entonces se habla menos de políticas
científicas y cada vez más de políticas para
el binomio ciencia y tecnología, reconociéndose la
especificidad de la tecnología. Junto a esto se
hará evidente la necesidad de controlar más el
gasto de I+D y evaluar mejor sus resultados.

El modelo unidireccional que dominó antes
cedió paso a una mayor atención del papel de la
demanda
("demand pull"). Las áreas prioritarias además de
las "ciencias
duras" (sobre todo química y física), serán
las ingenierías. La investigación aplicada y el I+D
industrial son especialmente estimuladas.

En ese contexto se realizaron grandes esfuerzos
gubernamentales y académicos para perfilar y controlar las
políticas en ciencia y tecnología. El crecimiento
económico, junto al aspecto militar se consideran los
objetivos prioritarios. Ciencia y tecnología ocupan un
lugar relevante en la agenda política.

En la década de los años ochenta y noventa
se imponen las llamadas "políticas para la
innovación. "La conjugación de una nueva e
importante aceleración del cambio técnico con la
agudización de la problemática económica,
ocupacional y ambiental puede ser vista como la principal
fuerza
impulsora del siguiente viraje de las políticas
científico – tecnológicas. Ciertos
automatismos, que no pocos dieron por supuestos durante
décadas, han mostrado hasta la evidencia sus frecuentes
fallos: el avance científico y tecnológico no
siempre tiene consecuencias beneficiosas, y ni siquiera garantiza
de por sí la modernización de la producción;
la introducción de nuevas
tecnologías no implica necesariamente que la
producción se incremente; el crecimiento económico
ya no asegura la disminución del desempleo"
(Arocena, 1995, p.95).

Todo esto conduce al propósito de desarrollar
Sistemas Nacionales de Innovación (SNI). La idea del SNI
tiene varias implicaciones:

El centro de atención se coloca en la
tecnología y sus posibilidades de innovación en la
esfera de la producción y los servicios.

La tecnología es la herramienta fundamental de la
competitividad. Pero la idea de innovación
tecnológica no se refiere sólo a la
creación de productos y procesos, sino también a
los aspectos organizativos y a la forma de relacionarse con el
mercado. La práctica internacional ha demostrado que la
más moderna tecnología de producto no
basta para dominar el mercado. Un ejemplo es la pérdida
relativa de competitividad de Estados Unidos frente a
Japón.

La innovación tampoco se refiere exclusivamente a
novedades en materia de
productos y procesos, sino a innumerables cambios incrementales,
permanentes, para mejorar productos y procesos ya
existentes.

También hay que ver de manera amplia los
escenarios de innovación tecnológica. No se
refieren sólo a la industria: extracción minera,
agricultura,
pesca,
banca,
transporte,
turismo,
servicios.

La investigación en ciencia y tecnología,
en un sentido restringido y más bien básico, es
sólo una de las fuentes de innovación.

En consecuencia, el SNI es una red de instituciones,
sujetos, procesos, que contribuyen al proceso de
innovación: empresas, ministerios,
educación,
centros de investigación, universidades. Freeman lo define
así aproximadamente: red de instituciones,
públicas y privadas, cuyas actividades e interacciones
inician, importan, modifican y defienden nuevas
tecnologías (Cassiolato, p.282).

Es dentro de esos SNI que deben actuar las universidades
y articularse a las empresas, al sector productivo, a los
servicios.

El Estado juega un papel muy importante en la construcción de esa red y ella requiere
cambios en las actitudes institucionales y la creación de
mecanismos de conexión, por ejemplo, universidad –
industria.

4. El proceso innovativo tiene un carácter cada vez más global. Desde
luego que la
globalización de la economía envuelve a las
actividades de ciencia y tecnología. Un ejemplo del
proceso de internacionalización del desarrollo de Ciencia
y Tecnología es el de la empresa
Biogen, de mediano tamaño, radicada en Suiza, financiada
por capitales de riesgo aportados
por INCO, compañía minera canadiense,
Sherong-Plough firma farmacéutica norteamericana, Monsanto
de Estados Unidos y Gran Metropolitan, un grupo
británico que abarca actividades hoteleras,
agrícolas y ganaderas. Biogen tiene laboratorios en Boston
y subsidiaria en Holanda. Ha firmado acuerdos de diverso tipo con
empresas japonesas y alemanas, así como con centros de
investigación ubicados en Europa y Estados Unidos. La
estrategia de
Biogen es acceder al conocimiento disponible en otras empresas y
centros de investigación ubicados en diferentes
países como mecanismo para aumentar sus capacidades en
Ciencia y Tecnología.

Las grandes empresas, las medianas y las instituciones
académicas crean redes a escala
internacional para generar tecnología e
innovar.

La colaboración entre instituciones
académicas se pone de manifiesto en el crecimiento del
número de publicaciones compartidas por investigadores de
instituciones de diferentes países. En algunos
países llega a ser el 20 % del total.

Esto también se expresa en la formación de
estudiantes en el exterior. Por ejemplo, los países
asiáticos han venido aprovechando, sobre todo al nivel de
posgrado, las capacidades de formación en
investigación con que cuentan Europa y Estados
Unidos.

Así Estados Unidos otorga a ciudadanos chinos el
46,1% de los títulos de Doctor en Ciencias y 21,1% de
ingeniería en comparación con los
que otorga la propia China. En relación con Corea del Sur:
42,6% y 44% y Taiwan 81,1% y 73,6%.

5. Existen áreas del futuro o tecnologías
clave (o críticas) que son aquellas sobre las que los
países industrializados orientan actualmente su I+D
industrial. En ellas convergen el "market pull" y el "technology
push". Estas son las tecnologías de la información y las comunicaciones
(los que continuarán ocupando un lugar primordial); los
componentes eléctricos y electrónicos; la biotecnología y productos
farmacéuticos; los nuevos materiales, el
transporte, la energía y el medio
ambiente.

6. Existen países que experimentan una
transición ascendente muy marcada en Ciencia y
Tecnología y en los procesos de innovación. Un
ejemplo es el de los Países Asiáticos recientemente
industrializados (PARI).

Estos países han incrementado considerablemente
sus inversiones en I+D lo cual ha tenido efectos visibles en sus
estrategias de
industrialización. Los PARI conciben sus políticas
de ciencia y tecnología en función de
la identificación de las necesidades de los mercados y
logran una estrecha vinculación del personal de I+D a
los procesos de innovación. Un papel destacado en ese
éxito
corresponde al Estado, tanto en el suministro de recursos
financieros para desarrollar la investigación como en la
contribución a la definición de las áreas
prioritarias y en la consolidación de redes
institucionales orientadas a la innovación. También
las empresas privadas han incrementado de manera considerable sus
inversiones en I+D (Cardoza y Villegas, 1996).

La estrategia favorece la generación de la I+D
dentro del propio sector empresarial. El índice de aumento
de la financiación de I+D por el sector empresarial en las
economías de Asia y el
Pacífico ha ascendido, en términos generales, a un
ritmo más acelerado que los países de la OCDE.
(Hill et.al, UNESCO, 1996, p.182).

En general se observa en la región un alto
compromiso con ciencia y tecnología por lo que el
conocimiento y sus aplicaciones están colocados en el
centro de las estrategias de desarrollo. La fracción del
PIB dedicada a I+D está pasando rápidamente el
nivel de inversión de los países de la OCDE.
Entre 1981 y 1991 la República de Corea pasó del
0,64 al 1,91%, Taiwán del 0,93 al 1,65% y Singapur del
0,30 al 1,10%.

Los resultados de esas estrategias centradas en el
conocimiento son perceptibles: las patentes registradas en
Estados Unidos por la República de Corea aumentaron en un
400 % durante los últimos cuatros años (ibid,
p.176).

Como se mencionó en el punto anterior la
estrategia de priorización del conocimiento pasa por una
fuerte relación con la ciencia occidental, tanto para
formar investigadores en el exterior como para atraer profesores
e investigadores de Estados Unidos y otros países. Esos
contactos se estiman imprescindibles pues sólo así
puede transferirse el conocimiento tácito o no
formal.

Según Didriksson (1997) Corea tiene definida una
política de "perspectivas de largo plazo para el
desarrollo de ciencia y tecnología hacia el 2000" que
define prioridades y se propone alcanzar 150 000
científicos e ingenieros trabajando en I+D y 3% del PIB
dedicado a I+D.

Especial atención en Asia merece la evolución que está teniendo China.
Allí también se observa un elevado compromiso
político con ciencia y tecnología, donde la
financiación principal de I+D viene del gobierno. Se trata
de lograr una ciencia y tecnología vinculada al desarrollo social
con el apoyo de la comunidad
científica.

El Estado ha venido creando centros de
investigación, centros de desarrollo tecnológico en
empresas medianas y grandes y más de 300 centros para
jóvenes investigadores de posgrado en universidades y
centros de investigación. El gasto en I+D respecto al PIB
ha descendido de 0,7 a 0,62 porque el PIB crece muy
rápidamente, en mayor proporción que los gastos en
I+D. La formación de investigadores en el exterior es
numerosa y se han fomentado las relaciones entre institutos de
investigación, universidades y empresas industriales,
mejorándose el intercambio de personal e
información.

7. El ejemplo inverso lo muestran los países de
la CEI y en alguna medida los países de Europa
Central.

De igual modo que un grupo de países experimentan
una transición positiva en ciencia y tecnología,
hay otro grupo donde el panorama es negativo. En tal sentido
destacan los países de la llamada Comunidad de Estados
Independientes.

En la URSS el importante aumento de los organismos de
I+D y de las inversiones en esa área hasta fines de los 70
permitió la constitución de una amplia base de
investigación y desarrollo. La concentración de
recursos
humanos altamente calificados permitió logros
impresionantes en investigación básica y en el
desarrollo de tecnologías para uso militar.

Desde inicios de los 80 el sector de I+D fue perdiendo
su dinamismo, tendencia que se acentuó a partir de
1985/86.

En la actualidad se puede considerar que se ha
derrumbado el modelo soviético de I+D. El potencial
científico de la URSS se encontraba muy centralizado en
Rusia lo que
coloca a los países separados de Rusia en una
situación vulnerable. También Rusia ha
experimentado una severa erosión de
su I+D.

De conjunto puede decirse que los países de la
CEI están experimentando una reducción
drástica de su base de I+D, acontecimiento sin precedente
en la historia de la
ciencia y la tecnología del siglo XX. (Gokhberg, UNESCO,
1996)

En Rusia el gasto en I+D de 1993 representó
sólo el 24,8% del efectuado en 1990. El gasto de I+D en el
PNB de Rusia disminuyó de un 2,03% a un 0,81% entre 1990 y
1993. Con esto Rusia cayó por debajo de la media en el
grupo de países con relativo bajo potencial de I+D como
Irlanda, Islandia, España y
Nueva Zelandia. El presupuesto gubernamental sigue siendo la
fuente principal de financiación en I+D y de casi toda la
ciencia básica.

El éxodo de cerebros fuera del país y a
otros sectores es significativo. Hay una clara tendencia al
envejecimiento del personal de I+D: 40,8% de los doctores en
ciencia se encuentran en edad de jubilarse. Las tendencias
actuales en la educación
superior hacen prever nuevas reducciones en el ingreso de
personal calificado en el sector de I+D. A nivel del posgrado se
observa una baja eficiencia: en
Rusia sólo el 24% de los estudiantes de doctorado terminan
las tesis y
más del 50% de ellos prefieren trabajar en el sector
privado y no en los institutos de
investigación.

En Europa Central la situación también es
compleja (Kuklinski y Kacprzynski, 1996). Se trata de crear un
nuevo modelo de ciencia: nuevas formas institucionales, nuevos
esquemas de motivaciones y comportamientos de la comunidad
científica, nuevos campos de aplicación, entre
otros elementos.

Uno de los obstáculos mayores en ese camino es
que no se ha creado ni aplicado una visión coherente de
las políticas científicas industriales, lo cual
está influido en parte por una visión primitiva de
la ideología neoliberal que atribuye a las
fuerzas del mercado el papel principal en la creación del
nuevo modelo de ciencia.

Según la Unión Europea, en 1995 el sistema
de educación superior y científico de Europa
Central se caracterizaba por:

Coexistencia de elementos del viejo modelo y algunas
novedades, sin la debida coherencia.

Restricciones y dificultades financieras con efectos de
contracción.

Fuga interna y externa de cerebros.

Envejecimiento de los científicos y escasez de
jóvenes talentos.

Escasa prioridad de las élites políticas y
de los gobiernos para la educación
superior.

El gasto de I+D respecto al PIB ha descendido
considerablemente.

8. Respecto a América
Latina puede constatarse que se nota un moderado avance en la
creación de capacidades de I+D. Si en los años 60
se dedicaba el 0,2% del PIB a I+D en los años 80 se
alcanzaba el 0,50%. En ese plazo se pasó de 30 000 a 100
000 profesionales dedicados a I+D y por ello América
Latina cuenta con el 2,5% de los científicos del planeta y
es responsable del 1,8% del gasto mundial en I+D. La
educación de posgrado está establecida en casi
todos los países.

Sin embargo, como dice Marcelino Cerejido (1996),
América Latina ya ha aprendido a investigar, pero ahora
necesita aprender a hacer ciencia, es decir, vincular la
infraestructura científica y tecnológica al aparato
productivo.

Varios países han cristalizado comunidades
científicas e instituciones de muy buen nivel pero
más vinculadas a la "transnacional de la ciencia" que a
los aparatos productivos de sus países.

Puede incluso en virtud de medidas de promoción de las investigaciones y
estimulación a los investigadores incrementarse las
publicaciones. Es el caso de México, Brasil y Venezuela.
Esos tres países junto a Colombia,
Argentina y Chile reúnen el 91,5% de las publicaciones de
la región. La asignatura pendiente es llegar a constituir
sistemas nacionales de innovación de los cuales la
investigación científica sea un
elemento importante.

Súmese a esto que hacia 1990 ningún
país de América Latina alcanzaba el 1% del PIB
dedicado a I+D y que la crisis de los
años 80 demostró la extrema vulnerabilidad de los
sistemas de ciencia y tecnología. También es
notable la migración
de científicos, tendencia que podrá fortalecerse en
los próximos años pues los países
desarrollados mantendrán déficits crecientes de
este tipo de personas.

Otras tendencias a tener en
consideración

A partir de la lectura de
algunos autores, se aprecia que hoy en el mundo se está
hablando de algo que parece más avanzado para la
introducción de los resultados de las investigaciones en
la producción, y es la tendencia a la
"Internalización de las
Investigaciones en el Proceso
Productivo
". Esto significa hacer la
investigación desde la propia producción, por lo
que se debe considerar la investigación como una parte
importante del proceso productivo. Para tener éxito en la
internacionalización de las investigaciones en el proceso
productivo, hay que tener presente que la ciencia produce el
conocimiento y que en ese proceso se transita por las etapas
teóricas, prácticas y de apropiación del
conocimiento. El mayor volumen de
conocimiento se produce en la etapa teórica de la ciencia,
lo que indica la importancia que tiene elevar el nivel
teórico de los especialistas de la producción e
incorporar los investigadores al proceso productivo
(Hernández, 2005).

Esta "internalización" implica un análisis de los programas de estudio de las
universidades, en cuyo nuevo contexto se tiene que formar un
profesional con habilidades para la investigación, capaz
de trabajar en un medio donde se investiga desde la propia
producción (Hernández, 2005).

Según Núñez (2002) la
dinámica actual del desarrollo científico
tecnológico no se dirige a la satisfacción de las
necesidades humanas básicas de las mayorías, sino
por el contrario satisface cada vez más las exigencias de
los sectores más solventes de los países
desarrollados.

Un primer elemento que podría avalar lo anterior
es el hecho que constituye la enorme concentración de la
capacidad tecnocientífica en un reducido grupo de
países y corporaciones, de modo que se orienta
particularmente a resolver las demandas de los consumidores de
mayor capacidad adquisitiva.

Asimismo, las desigualdades económicas unidas al
alto costo de los
productos tecnológicos evidencian el carácter
ilusorio de las visiones sobre el libre acceso de las
mayorías a los logros del desarrollo
científico-tecnológico.

Organismos internacionales como la ONU y la UNESCO
han hecho fuertes críticas a las políticas de
investigación que buscan con sus programas, la ganancia
económica y no el beneficio social. Lamentablemente esta
tendencia va en ritmo creciente y es expresión de la
mundialización capitalista, que nada tiene que ver con la
idea de un desarrollo
sostenible.

Otra tendencia que por su actualidad no debe soslayarse
lo constituye la que llama la atención acerca de la
existencia de áreas de futuro o tecnologías claves
como las Tecnologías de la información y las
comunicaciones (TIC’s),
la biotecnología, la electrónica, la
energía, el medio ambiente,
entre otras hacia las cuales los países del norte orientan
(y continuarán orientando) su I+D industrial (Sutz, 1998;
Núñez,1999; Castro, 2003; Lage, 2003).

Estas áreas de futuro centran hoy la
atención de las agendas de investigación, no
sólo de países desarrollados (aunque queda bien
clara su capacidad para desarrollarlas) sino de otros que
apuestan a ellas por la potencialidad que encierran éstas
para impulsar otros sectores. Estas tecnologías claves
como también se les denomina constituyen pues, los pilares
de un rápido desarrollo económico-social de
nuestros países si se sustentan sobre una genuina voluntad
política y el concurso de los diversos actores sociales
que pueden influir en su promoción y
desarrollo.

El control del
resultado de la ciencia por instituciones de Estados Unidos es
otra directriz que contribuye a modelar el desarrollo
científico-tecnológico actual. Los Estados Unidos
se han atribuido el derecho a controlar la ciencia en el mundo
con la creación del Institute for Scientific Information
(ISI) donde se realizan publicaciones como el Current Contents,
Who is Publishing in Science, y el Science Citation Index. Este
hecho ha contribuido a sobredimensionar las publicaciones como
medida de los resultados científicos, sin tener en cuenta
los problemas más acuciantes de los países
subdesarrollados como la dependencia tecnológica, la
satisfacción de las necesidades básicas de la
población y la elevación de la
calidad de
vida (Hernández, 2005).

Una última tendencia

En opinión de este colectivo de autores, se
aprecia actualmente una incipiente tendencia abordada por varias
fuentes estudiadas, que si bien no la conciben como tal, este
trabajo la
propone.

Concretamente pudiera formularse como "creciente
participación de
la mujer en el
desarrollo científico y tecnológico
actual"
. Entiéndase bien, "creciente
participación" y no "activa participación" o
cualquier otro término que falsearía la esencia de
una realidad que poco a poco se va abriendo paso entre tantos
siglos de desigualdad de género en
todas las esferas de la vida.

En tal sentido se pronuncia claramente la
Declaración sobre la ciencia y el uso del saber
científico (UNESCO, 1999) al exponer que "el acceso al
saber científico con fines pacíficos desde una edad
muy temprana forma parte del derecho a la educación que
tienen todos los hombres y mujeres, y que la enseñanza de la ciencia es fundamental para
la plena realización del ser humano, para crear una
capacidad científica endógena y para contar con
ciudadanos activos e
informados".

Existen muchos trabajos al respecto con estudios que
abarcan más de un lustro y múltiples indicadores
comparativos, en varias regiones y países, para analizar
el género en la actividad científica y
tecnológica.

Se conoce, por ejemplo, el caso de seis países de
Centroamérica: Costa Rica,
Guatemala,
Nicaragua, Honduras, El Salvador y Panamá,
cuyos resultados arrojan un aumento de la presencia femenina en
los últimos cinco años en el quehacer
científico técnico de estos países, en el
ingreso y permanencia en la educación superior y en la
ocupación de cargos y responsabilidades en estas
áreas (Estébanez y Láscaris,
2004).

Otros estudios relacionados con el tema en Argentina
(Estébanez et. al., 2003) y Uruguay
(Zubieta, 2001), manifiestan resultados similares, con un
incremento paulatino y mantenido de la participación de
las féminas en el sector
científico-tecnológico.

En el caso de Cuba, "los
recursos humanos totales que participan en actividades
científicas y tecnológicas en el país, en el
contexto del Sistema de Ciencia e Innovación
Tecnológica (SCIT), ascendieron en el año 2002 a 73
470 personas, con un ritmo de incremento promedio anual de 2,3%
entre el período 1995 – 2002. Al final del
período los trabajadores con nivel de educación
superior constituyeron el 43,3% del total de los recursos
humanos, y la relación de género fue de 0,948
hombre/mujer"
(CITMA, 2002).

También la fuerza laboral empleada
en las entidades de ciencia y tecnología (UCTs)
ascendió de 30 585 personas en 1985 a 37 525 personas en
el 2002, con un ritmo de incremento promedio anual de 2,9%, donde
la cantidad de mujeres creció considerablemente (CITMA,
2002).

América Latina, sin apartar la vista de los
grandes problemas económicos y sociales que la sacuden, se
alza como una región con modestos pero alentadores
índices respecto a otros lugares, incluso con desarrollo,
como el caso de España donde varios autores (Russell,
2003; INE, 2003; Ricoy, 2005;) coinciden en resaltar que falta
mucho por hacer para que la mujer
española, de manera general, abandone los clichés y
estándares en que se ha movido siempre en esa
sociedad.

Con el uso de las tecnologías de la
información y las comunicaciones (TIC´s) que se ha
constituido como uno de los rasgos más distintivos del
siglo que acaba de comenzar (por ello denominada "Sociedad de la
Información" o incluso "milenio digital"), surge la
necesidad de estudiar el papel y la integración de las mujeres en
relación a este proceso, para prever y anticiparse al
desenvolvimiento que puedan tener ante los nuevos retos que se
presentan (Ricoy, 2005).

CONCLUSIONES

  1. A partir de la complejidad y vertiginoso avance del
    desarrollo de la ciencia y la tecnología, en este
    trabajo se ha pretendido identificar desde el enfoque CTS
    cuáles son las tendencias más significativas que
    rigen su avance en el mundo de hoy, para alcanzar una mayor
    claridad acerca del papel que le corresponde jugar a los
    diversos actores sociales vinculados a esta importante rama de
    la actividad humana.
  2. Asimismo, a lo largo de este trabajo se han
    evidenciado los criterios de distintos autores,
    definiéndose un grupo de tendencias que pueden
    constituir regularidades al ser abordadas desde diferentes
    perspectivas de análisis, si bien todas se inscriben en
    el campo de los estudios sociales de la ciencia y la
    tecnología.
  3. La ciencia y la tecnología no navegan por
    encima de las circunstancias sociales igualando oportunidades;
    ellas son procesos sociales, condicionados por y condicionantes
    de la economía, la política, la cultura
  4. Frente al "tecno optimismo" abstracto hay que
    destacar: Lo que convierte a la ciencia en un recurso
    significativo es la sociedad que la produce. Lo más
    importante no es la ciencia sino el proyecto social donde se
    inscriba, los intereses sociales que atienda, los actores
    sociales que le dan sentido.

RECOMENDACIONES

  1. Este trabajo puede ser utilizado como material de
    consulta para los estudiantes que se adentran en el campo CTS a
    través de los planes de estudio que reciben en pregrado
    o postgrado en la Educación Superior y en otras
    enseñanzas

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tecnológicos. Orígenes, desarrollo y perspectivas"
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http://www.ricyt.edu.ar/interior/normalizacion/V_taller/zubieta.pdf
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Autor:

Ing. Octavio Gutiérrez Veloz

Especialista C en Gestión
de los Recursos Humanos.

Lic. Arialys Pedroso Fleitas

MINISTERIO DE EDUCACIÓN SUPERIOR

MAESTRIA EN GERENCIA DE LA
CIENCIA Y LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA.

Ciego de Ávila, 2007

Partes: 1, 2
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