En los EE.UU., los casos reportados diariamente, del
abuso físico, psicológico y sexual del que padecen
las mujeres (de toda clase social),
puede que sea un evento sin paralelos en el mundo
"civilizado".
Por todas partes del mundo, casos de mutilaciones y de
procedimientos
tendientes a subyugar o a deformar a la mujer para
transformarla a la imagen deseada
por el hombre, nos
proporcionan con un dilema de significado dramático: Si la
mujer es un ser
inferior, si carece de la fortaleza física y de la fibra
moral del
hombre;
¿Por qué se la tortura tanto y se le exigen tantas
cosas…? ¿Por qué debe de ser esposa, amante,
madre, cocinera y enfermera? ¿Por qué sus faltas, cuando
las tiene, son más censurables que cuando las mismas las
exhibe el hombre?… ¿Por qué?
¿Por qué tememos tanto al que tengan
derecho al sufragio,
porqué queremos que sean excluidas de ciertas sociedades, o
que se les deniegue el mismo rango que, fácilmente se le
adjudica a un hombre de mediocridad manifiesta e
innegable?
¿Cuántas compañías confieren
la silla presidencial a una mujer; y por qué pocos son los
países gobernados, por mujeres? ¿Porqué
entronizamos como aforismo axiomático la falacia que
mantiene que "la mujer pertenece en la casa, o peor en la
cocina?" Ya que, cuando el hombre se aventura al mismo lugar se
metamorfosea en chef.
La historia contradice la
incompetencia putativa de la mujer en el combate… hecho el
cual se torna más dudoso, cuando se revisan los tantos
ejemplos de mujeres quienes a través de lo reportado en
las efemérides gloriosas de nuestro pasado, arriesgasen
sus vidas como combatientes, o para alentar y para exhortar al
combate a sus compatriotas.
La mujer existe como figura inspiradora en casi toda
religión y
culto y no puede ser ignorada fácilmente por sus escasas
aportaciones al mundo científico: porque, desde el
psicoanálisis misógino y
antifeminista de Sigmund Freud
(donde tantas mujeres se distinguieran), hasta el laboratorio de
las doctoras Curie, la mujer ha contribuido profusamente
al avance del conocimiento
científico que hoy existe.
En el campo de la literatura en cualquier
idioma y en el campo de las artes, la mujer ha dejado su huella
tan indeleble, como, injustamente minimizada por el
hombre.
La mujer, evidentemente, debe de ser percibida como un
ser decididamente superior e intimidante para que el hombre
mediocre la persiga, la hostigue y la castigue con tanta
asiduidad injustificada.
Ginny, tenía 30 años de edad, cuando le
comunicara a Dick, su marido, que después de su sexto
embarazo, ella
temía sus avances sexuales. No porque no lo quería
o lo deseaba… lo amaba con ternura, y lo deseaba
inmensamente… lo que ella temía era el salir otra
vez encinta…
Página siguiente |