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Una mirada hacia los desastres mundiales




Enviado por emartinez



Partes: 1, 2

    1.
    Justificación

    2.
    Introducción

    3.
    Objetivos


    5. Caracterización de
    amenazas

    6. ¿Qué es
    vulnerabilidad?

    7.
    ¿Qué es un
    desastre?

    8. ¿Cuál es la escala
    espacio-temporal de los
    desastres?

    9. ¿Puede hablarse de "desastres
    naturales"?

    10. ¿Qué es
    riesgo?

    11. ¿Qué son líneas
    vitales?

    12. ¿Qué es
    mitigación?

    13. ¿Qué es
    prevención?

    14. ¿Qué es
    atención?

    15. Eventos naturales relacionados con
    desastres

    16.
    Terremotos

    17. Erupciones
    Volcánicas

    18. Maremotos
    (Tsunamis)

    19.
    Inundaciones

    20.
    Huracanes

    21.
    Incendios

    22. ¿Y, las amenazas
    tecnológicas y
    ambientales?

    23. ¿Anticiparse al futuro?
    ¿Mitigar los
    riesgos?

    24. Las amenazas en el contexto
    regional

    25. Marco
    legal

    26. Nuevas ideas y
    políticas nacionales e
    internacionales

    27. El papel de la
    ingeniería
    sanitaria

    28. Abastecimiento de
    agua

    29.
    Historia

    30. Erupciones
    Volcánicas

    31.
    Incendios

    32.
    Huracanes

    33.
    Inundaciones

    34. Peligros en Concentraciones de
    Personas

    35.
    Deslizamientos

    36.
    Maremotos

    37.
    Hambrunas

    38.
    Metodologia

    39. Análisis de la
    informacion

    40.
    Conclusión

    41.
    Bibliografía

    1.
    Justificación

    Desde un punto de vista científico, América
    latina y el Caribe presentan una gran variedad de riesgos
    naturales. Como parte del cinturón de Fuego que corre
    alrededor del Océano Pacífico, la costa occidental
    de América
    Latina es altamente propensa a las amenazas geológicas.
    Los terremotos y
    los tsunamis han cobrado muchas victimas y han ocasionado la
    pérdida de miles de millones de dólares desde
    México
    hasta Chile. Los
    volcanes, que han
    destruido ciudades enteras y arruinado muchas sociedades,
    continúan siendo una amenaza para la supervivencia de los
    asentamientos urbanos que se ubican en sus laderas. En la costa
    del atlántico, la estación de huracanes dictamina
    el estilo de vida del Caribe, dejando en segundo plano otras
    amenazas naturales como los terremotos y
    las erupciones volcánicas que, a lo largo de los siglos
    también han dejado su huella en estas naciones insulares.
    Así, las amenazas naturales como los desastes en que se
    pueden convertir son una parte integral de la historia de la región
    de las Américas. El citado cinturón de fuego es un
    continuo factor de preocupación para las civilizaciones
    orientales que por muchos siglos han tenido que enfrentar sus
    embates, creando mecanismos de defensa tan especializados que en
    Japón por ejemplo los temblores de tierra y
    maremotos no causan efectos más desastrosos por la
    preparación y tecnología
    desarrollada para ajustarse a la naturaleza de
    estos más no luchar contra ella. De la misma manera el Mar
    Mediterráneo es el punto de unión de diferentes
    placas tectónicas como la africana, la árabe, la de
    anatolia y la euroasiática afectando el extremo norte del
    continente africano y razón suficiente para que los
    países que se extienden hacia el Mar de Mármara y
    el Mar Negro estén en constante alerta.

    Dentro de un contexto más específico,
    Colombia por su
    ubicación geográfica se encuentra en una zona de
    alta actividad sísmica-volcánica; si a ello se suma
    la acción de agentes antrópicos (desastres causados
    por el hombre),
    biológicos y la depredación causada por sus
    habitantes, lo convierte en un país propenso a la
    erosión, deslizamientos, crecientes torrenciales,
    avalanchas e incendios
    forestales. Si esta frecuente ocurrencia de fenómenos
    naturales y/o antrópicos le sumamos la alta vulnerabilidad
    que presentan los asentamientos humanos, atribuibles al
    crecimiento desordenado de las ciudades y poblaciones y al tipo
    de tecnología utilizada en los mismos, tenemos
    como resultado un país con alta propensión a sufrir
    las consecuencias de los desastres
    naturales. Los desastres
    naturales como se suelen llamar erróneamente, no son
    causados en forma espontánea, se relacionan con el
    ambiente
    social, político y económico y la forma como estos
    estructuran los grupos de
    individuos. Por esto se enfoca esta monografía
    hacia el recuento de los desastres más importantes a nivel
    mundial a través de la historia y su influencia
    sobre las comunidades, aunque solamente se consideran los
    relacionados con eventos
    naturales, porque desastre significa muchas cosas incluso algunas
    definiciones incluyen las guerras.

    Básicamente existen tres tipos de personas cuando
    se habla del manejo de los desastres:

    • Aquellos con poder que
      generan vulnerabilidad, a veces sin tener conciencia
      de sus acciones.
    • Aquellos con poder que
      están tratando de hacer algo sobre las amenazas pero
      quizás no lo hacen muy eficazmente debido a que no
      consideran el efecto de la vulnerabilidad.
    • Aquellos que están operando en la base y que
      sufren las consecuencias de los desastres o están
      trabajando con la población para reducir su vulnerabilidad
      e incrementar su poder.

    A cual debemos pertenecer o tratar de
    modificar?

    2.
    Introducción

    Las primeras crónicas de desastres datan del
    siglo XVI y desde ese momento, la forma en que la población y las autoridades han actuado
    frente a las emergencias ha entrañado una
    combinación de improvisada generosidad con abusos
    oportunistas. Ocurría un desastre importante y sus efectos
    se iban olvidando con el paso de los años hasta que
    nuevamente la naturaleza
    mostraba su cara tenebrosa y la gente se veía obligada a
    sumergirse en la acción, como si las actividades meramente
    físicas de desenterrar de entre los escombros a muertos y
    heridos, ayudar a los vecinos a reconstruir y plantar de nuevo
    los campos, pudieran suavizar en hecho de que seria
    cuestión de tiempo hasta que
    la adversidad llamara a la puerta y hubiera que enfrentar un
    próximo desastre.

    La realidad muestra que esta
    era la manera como se manejaban los desastres en las
    Américas hasta los primeros años de la
    década de los setenta. La mayor parte de las veces en
    socorro se prestó con mucha generosidad y solidaridad, pero
    adoptando medidas improvisadas y poco coordinadas, con lo que se
    presentaron problemas de
    competencia entre
    sectores y adicionalmente una respuesta internacional de ayuda
    que no era la más apropiada técnicamente o la mas
    sensible culturalmente. Esta respuesta o fase de socorro que
    incluía la rehabilitación y reconstrucción
    inmediata, cada vez se hizo mas frecuente y mas compleja debido
    al crecimiento de la población expuesta al riesgo y a la
    dependencia en aumento de la sociedad respecto
    a servicios
    indispensables como agua, electricidad,
    comunicaciones, carreteras y puertos.

    Estas experiencias traumáticas mostraron a los
    países la necesidad de organizarse con el fin de responder
    mejor a los diferentes problemas que
    generalmente acompañan a un desastre, es decir: rescatar a
    los sobrevivientes, atender a los heridos, apagar los incendios y
    controlar los escapes de sustancias peligrosas, brindar albergue,
    agua y
    alimentación a los damnificados, evacuar a
    las personas a lugares más seguros,
    establecer comunicaciones, resguardar la seguridad y el
    orden público, e identificar y disponer de los
    cadáveres, entre otros.

    Varias catástrofes pusieron de relieve las
    deficiencias de una respuesta organizada. Asignar toda la
    responsabilidad a las fuerzas armadas u otro
    órgano similar, sin inversión previa de recursos y
    participación del resto de la nación, trae consigo
    una fase caótica en la que los sobrevivientes enfrentan
    además de la recepción de la asistencia, a veces
    contraproducente, de una multitud de organismo e instituciones
    locales, nacionales e internacionales que actúan, no
    sólo por mandato, sino también porque por buena
    voluntad quieren brindar ayuda a los que sufren los efectos del
    desastre.

    La fase de respuesta es compleja, porque además
    de la gran cantidad de entidades que participan, el problema
    mayor radica en la toma de
    decisiones sin medir sus repercusiones. Se complica
    aún más si se pretende tomar decisiones y dirigir
    las operaciones sin
    conocer siquiera su funcionamiento en condiciones normales en
    lugar de coordinar los esfuerzos de los actores
    locales.

    En todos los tiempos y culturas el ser humano
    generalmente ha tenido una actitud pasiva
    y facilista o ignorante frente a las dinámicas del
    medio ambiente
    físico. Aún está profundamente arraigado el
    considerar las manifestaciones violentas de la Naturaleza como
    designios de Dios o asuntos ineludibles de la Naturaleza misma.
    Es común que ello se exprese en actitudes
    fatalistas, de resignación y postración, o
    simplemente de rechazo frente a un tema en el cual el bienestar o
    incluso la vida están comprometidas en un futuro
    incierto.

    Planificar con el factor riesgo es,
    fundamentalmente (y el término mismo lo implica) un
    proceso de
    toma de
    decisiones frente a incertidumbre. Cada vez más, se
    espera de la Ingeniería un estrecho compromiso entre la
    búsqueda de mejor calidad de
    vida, de opciones de desarrollo y
    de la menor influencia adversa sobre el Medio
    Ambiente, lo que conduce a la necesidad de entender la
    complejidad del problema del manejo de riesgos, tratando
    sus diversas facetas: culturales, históricas,
    antropológicas, científico-naturales,
    técnicas, económicas, entre otras.

    Gran parte del riesgo asociado a los fenómenos
    naturales puede atribuirse a problemas de percepción. Así como el riesgo de
    los fenómenos de evolución rápida (p. ej. sismos) no se
    percibe bien por su escasa ocurrencia, el riesgo que causan
    fenómenos de evolución lenta, generalmente no es
    percibido adecuadamente por esa característica, su lento y poco violento
    desarrollo. La
    escasa percepción
    de riesgos también puede deberse a negaciones individuales
    y colectivas que, incluso en lapsos de pocos años, pueden
    borrar de la memoria la
    ocurrencia de fenómenos amenazantes.

    Para aportar a una nueva visión de los
    fenómenos amenazantes, de la vulnerabilidad de poblaciones
    y de las obras civiles y, sobre todo, al entendimiento que los
    desastres no sólo son producidos por eventos de gran
    magnitud que ocasionalmente afectan extensas regiones y producen
    ingentes daños, si no que en nuestro medio
    socioeconómico y cultural hacen parte de la cotidianidad y
    que, probablemente, están creciendo en frecuencia y en
    efectos.

    Esta información, o la más reciente sobre
    los centenares de eventos desastrosos, desde los que afectan a
    individuos y pequeñas comunidades hasta los que producen
    víctimas fatales, reportados en los últimos meses,
    serían motivo suficiente para que en la Ingeniería colombiana se pensara más
    en la responsabilidad que le cabe frente a su
    interacción con la Sociedad y con la
    Naturaleza, siempre dinámica y actuante según leyes que a veces
    se nos olvidan, incluso en el salón de clase.

    "Cuando llegue a Curacutín
    Estaba lloviendo ceniza
    Por voluntad de los volcanes

    Me tuve que mudar a Talca
    Donde habían crecido tanto
    Los ríos tranquilos de Maule
    Que me dormí en una embarcación
    Y me fui a Valparaíso

    En Valparaíso caían
    Alrededor de mi las casas
    Y desayune en los escombros
    De mi perdida biblioteca
    Entre un Baudelaire sobrevivo
    Y un Cervantes desmantelado"

    Pablo Neruda
    De "desastres"
    Del Corazón
    Amarillo

    3.
    Objetivos

    General
    Redactar un documento de fácil entendimiento que refleje
    claramente la cronología de los desastres y sus efectos
    sobre los grupos humanos
    afectados dentro de un contexto global, considerando la
    función de la Ingeniería Sanitaria en las
    actividades de recuperación.

    Específicos

    • Hacer un recuento de algunas de las
      catástrofes que han ocurrido durante la historia de la
      humanidad.
    • Explicar los conceptos básicos referidos a los
      desastres.
    • Identificar el papel del
      Ingeniero Sanitario frente a los desastres.

    4. Marco
    Teórico

    Definiciones Y Conceptos Básicos

    Todavía no existe una unificación clara en
    el manejo del vocabulario y conceptos relativos al problema de
    riesgos. En el marco de esta monografía
    se adoptan los siguientes, tratando de ilustrar los alcances de
    cada uno de ellos:

    ¿Qué es amenaza?

    El término amenaza (en inglés,
    hazard) se refiere a la probabilidad de
    la ocurrencia de un fenómeno natural o tecnológico
    potencialmente peligroso. Generalmente se aplica a los
    fenómenos de ocurrencia sorpresiva, de evolución
    rápida y de relativa severidad (o violencia).
    Sin embargo, en rigor, la peligrosidad de los fenómenos
    naturales tiene que ser vista en relación con el grado de
    previsión de los elementos vulnerables y sobre todo, para
    las obras de infraestructura vital en plazos de tiempo
    relativamente largos; esto hace recomendable incluir en la
    categoría de amenazas también algunos
    fenómenos de evolución lenta (por ejemplo cambios
    en cursos
    fluviales y fenómenos de erosión). Conviene, con la
    finalidad de orientar eficazmente las medidas de
    mitigación, distinguir aquellos fenómenos
    amenazantes que pueden ser híbridos, es decir, causados o
    incrementados por acción humana, como los deslizamientos y
    las inundaciones.

    Estrictamente, ningún fenómeno es
    inherente a una amenaza o peligro. Aunque por profundas razones
    antropológicas o psicológicas algunos, como los
    terremotos, jamás

    dejarán de ser así. Este carácter
    se lo da nuestra percepción, y más
    específicamente nuestra vulnerabilidad y exposición
    al fenómeno.

    Fenómenos asociados (o efectos secundarios). Se
    denominan así a aquellos que son causados por otros
    fenómenos amenazantes (por ejemplo deslizamientos
    inducidos por terremotos). En algunos casos estos
    fenómenos asociados (que generalmente dependen de
    condiciones locales) pueden significar mayor peligro que su
    fenómeno causante (las tuberías enterradas, por
    ejemplo, son más sensibles a desplazamientos del suelo que a las
    fuerzas impuestas por vibración
    sísmica).

    Escenario de amenazas. Es una composición
    descriptiva de las características espacio-temporales de
    aquellos fenómenos más probables y relevantes en
    donde es más posible que ocurra un fenómeno que
    afecte a una comunidad, a una
    ciudad, o a un conjunto de sistemas vitales
    o de bienes y
    servicios.

    El término exposición se refiere a un
    área o región, expuesta a un fenómeno
    amenazante, o a un elemento potencialmente sometido a él
    (vidas, estructuras).

    Amenazas frecuentes. Los procesos y
    fenómenos periódicos y con lapsos de retorno cortos
    no son, en general, considerados como amenazas. Casi siempre las
    estrategias de
    adaptación a fenómenos estaciónales, a las
    mareas oceánicas, a las inundaciones en llanuras o a las
    lluvias periódicas, son eficaces. Sin embargo, en
    ocasiones, la intervención humana sobre el medio ambiente
    físico desconoce aún estas manifestaciones tan
    frecuentes; como por ejemplo, cuando se obstruyen, mediante
    procesos de
    urbanización, los canales naturales de drenajes
    permanentes o intermitentes.

    5. Caracterización de
    amenazas

    Un fenómeno natural puede caracterizarse como
    amenaza en relación con tres variables que
    permiten identificarlo como peligroso:

    a. Ubicación.

    b. Severidad.

    c. Recurrencia.

    Los literales a y c caracterizan el comportamiento
    espacio-temporal del fenómeno, mientras que el literal b
    caracteriza la forma en que se manifiesta.

    Cada una de estas variables
    básicas puede ser reducida a componentes. Esta
    reducción, generalmente, es necesaria para la evaluación
    misma de la variable, en función de responder, mediante
    investigaciones pertinentes, a preguntas como las
    siguientes:

    a. Ubicación: ¿Cuáles son sus
    fuentes,
    cuáles sus extensiones, cuáles sus manifestaciones
    (sus áreas de ocurrencia), cuáles sus zonas de
    influencia?.

    b. Severidad: ¿Cuáles son los tipos de
    efectos esperables?.

    c. Recurrencia: ¿Cuáles son los lapsos de
    tiempo en que el fenómeno puede ocurrir, con un
    tamaño e intensidad definidos?.

    En la realidad, ante limitaciones fundamentales
    (conocimiento
    científico) y circunstanciales (información accesible o disponible), es
    más o menos difícil caracterizar estas tres
    variables con la deseable exactitud y resolución. La
    más difícil de caracterizar es la
    recurrencia.

    La ubicación se puede caracterizar mediante
    información y registro
    geológico, arqueológico e histórico, en
    combinación con características del ambiente
    físico natural tales como terrenos, topografía, drenajes, huellas de
    fenómenos anteriores y cercanía de fuentes de
    amenaza.

    La severidad también puede ser evaluada mediante
    registros
    naturales y documentales, por extensión y tipo de efectos
    observables o por comparación con regiones
    similares.

    Pero la recurrencia está sujeta a
    múltiples limitaciones. Muchos de los fenómenos
    ocurren en lapsos de tiempo promedio que pueden abarcar desde
    varias generaciones hasta miles de años, frente a los
    cuales el
    conocimiento científico todavía no puede
    establecer anticipaciones seguras de ocurrencia.

    Gran parte del riesgo asociado a los fenómenos
    naturales puede atribuirse a problemas de percepción.
    Así como el riesgo de los fenómenos de
    evolución rápida (p. ej. sismos) no se
    percibe bien por su escasa ocurrencia, el riesgo que causan
    fenómenos de evolución lenta, no es percibido
    adecuadamente por esa característica, su lento y poco
    violento desarrollo. La menguada percepción de riesgos
    también puede deberse a negaciones individuales y
    colectivas que, incluso en pocos años, puede borrar de la
    memoria
    colectiva la ocurrencia de fenómenos
    amenazantes.

    Ejemplo típico de esto es el fenómeno El
    Niño, la anomalía climática global
    más importante conocida hasta hoy. Sólo
    después del "Súper Niño" de 1982/1983, cuyos
    efectos sobre la economía del
    Perú fueron desastrosos (en donde su impacto es más
    directo), recibió la atención científica y
    de los medios que
    merecía. Aún cuando este Niño también
    afectó a Colombia, el
    fenómeno solo llegó a percibirse como grave para el
    país cuando su ocurrencia, en 1991/1992, lo dejó
    -entonces dependiente de la energía hidroeléctrica
    como nunca antes- sumido en una prolongada y muy costosa crisis de
    racionamiento eléctrico. La falta de previsión en
    sectores modernos y estratégicos de la economía –pesca
    industrial en el Perú y generación eléctrica
    en Colombia- causó pérdidas socio económicas
    de largo alcance. Colombia, otrora orgullosa de ser el primer
    país en la utilización de fuentes de energía
    "limpias" (agua), tuvo que reorientar su política
    energética, incorporando el diseño
    y construcción de importantes proyectos de
    generación de energía a partir de combustibles
    fósiles .

    6. ¿Qué es
    vulnerabilidad?

    Este término tiene múltiples
    connotaciones, dependiendo si se trata de personas, de conjuntos
    sociales o de obras físicas. En su definición
    latina significa que puede ser herido o sufrir daño.
    Según esto, puede definirse como el grado de
    propensión a sufrir daño por las manifestaciones
    físicas de un fenómeno de origen natural o causado
    por el hombre. La
    vulnerabilidad de una comunidad o de un
    bien material depende de varios factores, entre los cuales pueden
    destacarse los siguientes:

    • Su grado de exposición a un tipo de amenaza
      (localizado sobre un terreno inundable o no inundable,
      corrientes de viento que arrastran substancias contaminantes,
      suelos
      blandos que pueden amplificar las ondas
      sísmicas, sobre (o aledaño) a un terreno que
      puede deslizarse, etc.).
    • El grado de incorporación en la Cultura de
      la educación y de los conocimientos que
      permita a los pobladores reconocer las amenazas a las cuales
      están expuestos. Es decir, el grado de entendimiento
      sobre los procesos naturales y tecnológicos que pueden
      afectarlos, como insumo básico para prevenir y mitigar
      (evitar o disminuir) los efectos de los fenómenos
      considerados como peligrosos. Es más vulnerable una
      comunidad que ignora o desafía los procesos del Medio
      Ambiente en el cual vive, que una consciente de
      ellos.
    • La calidad del
      diseño y de la construcción de las viviendas y de otras
      edificaciones, y de la urbanización (por ejemplo la
      disposición de suficientes espacios libres y de
      vías amplias); la calidad de los
      servicios públicos; la calidad de los terrenos sobre los
      cuales se habita o se construye o la presencia o ausencia de
      medidas físicas adecuadas de
      protección.
    • El grado de organización de la Sociedad y la
      capacidad de interacción y de diálogo entre sus
      diversas instituciones: las de la comunidad, las del
      Estado, las
      de las Organizaciones
      No Gubernamentales, las de las empresas
      privadas, las de los gremios y las asociaciones profesionales,
      etc.
    • La voluntad política de los
      dirigentes y de quienes toman decisiones (incluyendo a las
      organizaciones
      comunitarias de base), y la capacidad de los equipos de
      planificación para orientar el desarrollo
      físico, socioeconómico y cultural, teniendo en
      cuenta medidas de prevención y de mitigación de
      riesgos.
    • Las capacidades de las instituciones que prestan
      apoyo en las emergencias, como los sistemas
      locales de servicios de salud y los organismos de
      socorro (Cuerpo de Bomberos, Cruz Roja, Defensa Civil,
      etc.).

    7. ¿Qué es
    un desastre?

    Un desastre es un evento o conjunto de eventos, causados
    por la Naturaleza (terremotos, sequías, inundaciones,
    etc.) o por actividades humanas (incendios, accidentes de
    transporte,
    etc.), durante el cual hay pérdidas humanas y materiales
    tales como muertos, heridos, destrucción de bienes,
    interrupción de procesos socioeconómicos,
    etc.

    8. ¿Cuál
    es la
    escala
    espacio-temporal de los desastres?

    Los desastres ocurren en una gama amplia de escenarios
    del territorio y en períodos de tiempo variables. Por
    ejemplo: un pequeño deslizamiento que afecta a una
    familia y que
    puede ocurrir en cosa de pocos minutos; un terremoto que afecta a
    una gran región, causando muchos daños y que salvo
    excepciones, no se percibe por más de un minuto; una
    inundación que dura horas, días o incluso meses,
    afectando a una comunidad, a una ciudad o a una extensa
    región; una sequía o déficit de lluvias que
    conduce a racionamientos de energía y que puede durar
    meses o años.

    Todavía es común que esta palabra se
    utilice solamente para aquellos fenómenos que generan
    muchos muertos, heridos y destrucción de bienes materiales.
    Esta idea parece haber surgido de las agencias y organismos
    internacionales especializados en el socorro y la asistencia
    postdesastre, para quienes se trata por ejemplo, de "una
    perturbación ecológica abrumadora que excede la
    capacidad de ajuste de la comunidad afectada y, en consecuencia,
    requiere de asistencia externa" (OPS-OMS, 1994). Sin embargo, una
    investigación reciente en varios
    países de América
    Latina, partiendo de hipótesis tales como que los
    pequeños y medianos desastres son cada vez más
    frecuentes por las condiciones crecientes de vulnerabilidad de
    los pobladores y que tras un gran desastre realmente existen
    múltiples desastres, dependiendo de cómo sean
    afectados los diferentes territorios municipales y las diferentes
    comunidades, ha recopilado y evaluado la ocurrencia de más
    de 25.000 en un período promedio de 15 años en 9
    países de la región de Las Américas (OSSO –
    LA RED,
    1996).

    Emergencia. Se denota con ello situaciones en las cuales
    se requieren operaciones fuera
    de las actividades normales, para volver a la normalidad. En este
    sentido, no existe un límite definido entre las
    emergencias y las situaciones de desastre, aunque estas
    últimas se diferencian porque en ellas se produjeron
    pérdidas directas asociadas a un evento.

    9. ¿Puede hablarse
    de "
    desastres naturales"?

    No. Hay fenómenos de origen natural (amenazas),
    que por sí mismos no son desastres. El desastre ocurre
    cuando el fenómeno encuentra un núcleo social
    (comunidad, ciudad, región, etc.) al cual las
    manifestaciones físicas del fenómeno pueden hacerle
    daño, es decir, cuando ese núcleo es
    vulnerable.

    10. ¿Qué
    es riesgo?

    El riesgo es la probabilidad de
    ocurrencia de efectos adversos sobre el medio natural y humano en
    su área de influencia. En este sentido, es una
    conjugación de las características de las amenazas
    y de las vulnerabilidades. Estrictamente, es el cálculo
    anticipado de pérdidas esperables (en vidas y en bienes),
    para un fenómeno de origen natural o tecnológico,
    que actúa sobre el conjunto social y sobre su
    infraestructura.

    Riesgos primarios. Son aquellos que pueden ocurrir como
    efecto directo de las manifestaciones físicas de un
    fenómeno (licuación de suelos y
    consecuente destrucción de edificaciones y ruptura de
    tuberías; daños en equipos de control de una
    industria o de
    un sistema de
    línea vital; destrucción de viviendas por
    deslizamientos o por crecientes torrenciales de un río,
    etc.).

    Riesgos secundarios son aquellos que los efectos
    directos pueden inducir, o sea, impactos sobre la salud, sobre el
    hábitat, sobre el medio ambiente, sobre los costos y rentas
    de la operación de un sistema social
    productivo. El conjunto de riesgos constituye una cadena,
    distribuida en el espacio y en el tiempo.

    ¿Qué es riesgo aceptable?

    Es una decisión sobre el nivel de pérdidas
    esperables que se asume como resultado de aceptar que
    ocurrirán fenómenos naturales o
    tecnológicos, los cuales incidirán sobre las vidas
    y bienes expuestos. En la toma de esta decisión para cada
    tipo de riesgo es óptimo que se balanceen los
    conocimientos disponibles sobre las amenazas (ubicación,
    severidad y recurrencia), y los costos de medidas
    preventivas y de mitigación (reducción de las
    vulnerabilidades).

    Las decisiones sobre el riesgo aceptable son, entonces,
    producto de la
    conjugación de consideraciones y de variables
    técnicas, económicas, sociales y políticas
    en el marco de un proyecto
    cualquiera. En nuestro caso particular y a la escala de la
    ciudad, este Plan provee
    algunos de los anteriores insumos en la búsqueda de una
    optimización del futuro.

    11. ¿Qué
    son líneas vitales?

    Se utiliza el término línea vital (del
    Inglés
    lifeline) para referirse a los sistemas y redes que proveen bienes y
    servicios públicos imprescindibles para las formas de vida
    modernas (sistemas y redes de acueducto,
    alcantarillado, energía, hidrocarburos,
    transporte y
    comunicaciones). Por su carácter esencial se considera que
    el nivel de riesgo aceptable debe ser comparativamente muy bajo,
    es decir, todas sus componentes deben ser virtualmente
    invulnerables a influencias adversas probables, como por ejemplo,
    fenómenos naturales peligrosos.

    12. ¿Qué es
    mitigación?

    El término mitigación (sinónimo de
    reducción) abarca todas aquellas acciones
    tendientes a reducir la exposición o la vulnerabilidad de
    una comunidad, de un elemento o de un sistema, amenazados por uno
    o por varios fenómenos de origen natural o
    tecnológico previsibles. Las principales medidas de
    mitigación se conciben en el mediano y largo plazo, e
    incluyen tanto medidas de planificación del desarrollo (p. ej.
    estatutos de usos del suelo,
    áreas de reserva, áreas no urbanizables por
    amenazas, normatividad constructiva y urbanizadora, medidas de
    educación
    continuada), medidas ingenieriles tales como obras de
    protección, y medidas de relocalización.
    Éstas últimas normalmente se toman cuando la
    exposición a un fenómeno previsible es considerada
    como alta; se trata, entonces, de alejar a la población
    y/o a los bienes de esa exposición, para disminuir su
    vulnerabilidad.

    13. ¿Qué
    es prevención?

    Prevención es el conjunto de medidas anticipadas,
    principalmente de corto y mediano plazo, para evitar o reducir
    los efectos de los desastres. Por ejemplo: preparación de
    organismos de socorro e instituciones públicas y privadas
    y de líderes de la comunidad; coordinación de los
    mismos; evacuación de áreas de peligro inminente;
    elaboración de planes de contingencia para atender
    escenarios previsibles de emergencias, etc.

    14. ¿Qué
    es atención?

    Todas las acciones dirigidas a controlar los efectos de
    un fenómeno desastroso, desde el momento de su ocurrencia
    (o si ello es posible, desde el instante en que se prevé
    su inminencia), hasta la superación de las consecuencias
    más graves y básicas (atención de heridos,
    alojamiento provisional de damnificados, suministro de elementos
    de supervivencia tales como carpas, raciones de alimentación,
    etc.).

    Estas medidas están, principalmente, a cargo de
    organismos como la Defensa Civil, la Cruz Roja y los Cuerpos de
    Bomberos, y del Sector Salud.

    El énfasis en la atención y en los
    preparativos institucionales para emergencias por parte de este
    tipo de organismos ha empezado a variar en los últimos
    años, reorientándose hacia estrategias de
    prevención y de mitigación. Un ejemplo de esto
    puede ilustrarse con varios hechos:

    • A raíz del terremoto que afectó a la
      Ciudad de México en 1985, en el cual el caos fue
      mayúsculo y las comunidades afectadas actuaron por
      sí solas durante horas y días, se
      reconoció que en complejos urbanos, los pobladores
      mismos juegan un papel
      determinante, incluso en contra de instituciones paternalistas
      del Estado, de
      las ONGs, o de organismos internacionales (Carbó, et al,
      1987).
    • Después del terremoto de Loma Prieta en
      California (Estados Unidos,
      1989), instituciones técnicas de planificación y
      de socorro, difundieron ampliamente un documento conjunto en el
      cual los conceptos de mitigación y de prevención
      priman sobre los de atención (USGS, American Red Cross, United Way,
      1990).

    15. Eventos naturales
    relacionados con desastres

    De tipo geológico:

    Deslizamientos

    En principio, las rocas más
    duras (diabasas y sedimentarias) cuando no se encuentran
    alteradas, es decir, transformadas en lo que comúnmente se
    llaman "suelos", presentan buena estabilidad, mientras que
    aquellos que si lo están, tienen posibilidad de
    deslizarse.

    Las causas naturales son: excesivas pendientes,
    naturaleza de los terrenos (grado de alteración), planos
    de debilidad, saturación por infiltración de aguas
    a partir de lluvias fuertes o prolongadas, socavación de
    orillas de drenajes naturales y movimientos
    sísmicos.

    Las causas humanas son, principalmente, el uso urbano de
    deslizamientos antiguos que pueden removilizarse,
    deforestación y urbanización que facilitan la
    escorrentía y la saturación por agua de masas de
    suelo; construcción inadecuada de banqueos y pozos
    sépticos; vertimiento de aguas por fallas en redes de
    acueducto y vertimientos de aguas servidas, sobre las
    laderas.

    Los procesos erosivos pueden ser superficiales, tales
    como la erosión laminar o arrastre de partículas en
    superficie por acción del agua, o erosión
    concentrada en forma de surcos y cárcavas; también
    pueden ocurrir en masa, en forma de desprendimientos de bloques,
    coladas de barro, y deslizamientos que pueden ser rápidos
    (de varios metros por segundo) o lentos (de hasta
    centímetros por año).

    Por ser fenómenos que ocurren en o muy cerca de
    la superficie, normalmente las primeras manifestaciones de los
    deslizamientos, tales como agrietamientos o cambios en las formas
    del relieve,
    pueden ser observados con cierta anterioridad al desplazamiento o
    deslizamiento de la masa. Por esta razón, la comunidad
    puede ser capacitada para la detección temprana del
    fenómeno.

    Algunas de las acciones de mitigación,
    además de la educación a la comunidad,
    son:

    • cambios de uso del suelo y relocalización de
      asentamientos hacia zonas de menor peligro;
    • reforestación con especies apropiadas,
      disposición de barreras vivas y técnicas
      adecuadas de uso del suelo;
    • dotación de obras civiles de infraestructura
      tales como captaciones de escorrentía, acueducto,
      alcantarillado, pavimentación de vías, muros de
      contención;
    • diseños urbanísticos y
      reglamentación sobre la densidad de
      ocupación de los terrenos en ladera.

    16.
    Terremotos

    Es característico de los terremotos – y esto los
    distingue de otros fenómenos tales como deslizamientos,
    inundaciones e incendios – que sus consecuencias en un ambiente
    urbano generalmente pueden abarcar áreas más
    extensas (en el peor caso, toda la ciudad) y ser más
    diversas (víctimas, destrucción de edificaciones,
    ruptura de líneas vitales, incendios, trastorno del
    tráfico vehicular, suspensión de servicios de
    energía
    eléctrica, agua y teléfono, deslizamientos,
    etc.). Ejemplos recientes en todo el mundo así lo
    confirman, incluso en sociedades con
    larga tradición en mitigación y prevención
    de los efectos sísmicos (Popayán, 1983; Pereira,
    1995; Ciudad de México, 1985; San Salvador, 1986; Los
    Ángeles en Northridge, 1993, Kobe, 1995, …). Pero
    también en pequeñas poblaciones y en regiones de
    poca densidad de
    población y de vivienda (Atrato Medio, 1992; Páez,
    1994).

    En los últimos cien años se han producido
    terremotos de gran intensidad en muchos países de las
    Américas, provocados por una interacción entre seis
    placas tectónicas muy activas. La mayoría de los
    terremotos han ocurrido en áreas donde se unen estas
    placas. Llevando a cuestas la base del Océano
    Pacífico, la placa de Cocos se emplaza por debajo de la
    placas Americana, que es más liviana, esta clase de
    actividad –la colisión a subducción entre
    placas continentales y las placas oceánicas Cocos, Nazca y
    del Caribe – es la responsable de la gran cantidad de
    sismos que ocurren a lo largo de la costa del pacifico en
    América
    Central y del Sur. En Centroamérica las placas de Cocos y
    del Caribe están fracturadas en distintos segmentos, en
    tanto que depresiones estructurales llenas de sedimentos
    volcánicos y de los ríos, marcan las interrupciones
    transversas a los ejes volcánicos. Debido a la riqueza del
    suelo en tales depresiones, estas zonas son muy proclives al
    desarrollo de asentamientos densos, donde precisamente tienen
    lugar terremotos con epicentros cercanos a la corteza
    terrestre.

    No se puede saber cuando va a ocurrir el próximo
    evento, ya que la predicción sísmica es una meta a
    largo plazo; tampoco se pueden modificar las
    características de este fenómeno natural. En
    consecuencia, la protección de vidas y bienes, como tarea
    de mitigación, debe estar enfocada hacia la
    reducción de su vulnerabilidad. Esto quiere decir que debe
    evaluarse el probable nivel de peligro sísmico, reconocer
    los terrenos que por su naturaleza y origen son más
    susceptibles a efectos locales de amplificación de
    ondas y de
    deslizamientos, asentamientos y licuación de suelos
    (incluso sin esperar a contar con los necesarios estudios de
    micro zonificación sísmica del territorio),
    evitando en lo posible emplazar allí poblaciones e
    infraestructura crítica; hacer las edificaciones e
    instalaciones resistentes a las fuerzas de las vibraciones
    sísmicas (refuerzo de las existentes, diseño y
    construcción sismorresistente, redundancia en sistemas de
    líneas vitales); educar hacia el comportamiento
    defensivo durante y después de terremotos y preparar
    sistemas de comunicaciones de emergencia y a las entidades
    encargadas, hacia mejorar la capacidad de socorro y
    rehabilitación en caso de un terremoto.

    Aún no es posible predecirlos con
    precisión pero sabemos que seguirán ocurriendo. Lo
    que si podemos es reducir sus efectos con construcciones
    adecuadas y actualizaciones prudentes y oportunas.

    17. Erupciones Volcánicas

    Los volcanes son
    desfogues en la corteza de la tierra a
    través de los cuales las rocas derretidas
    salen como lava o son arrojadas como cenizas o escombros a veces
    acompañados de vapor y gases
    calientes y a veces venenosos. Las amenazas asociadas incluyen
    terremotos y derrumbes de lodo y rocas. Las erupciones
    volcánicas ponen en peligro a cualquier persona que viva
    dentro de la zona de alto riesgo. Las erupciones difieren de la
    mayor parte de las demás causas de desastres como
    terremotos, huracanes e inundaciones, por cuanto causan
    prácticamente destrucción total de la vida y
    propiedades dentro de áreas relativamente pequeñas
    que se pueden delinear fácilmente.

    18. Maremotos
    (Tsunamis)

    Los maremotos son causados por terremotos, actividad
    volcánica y derrumbes en el suelo marítimo. Las
    olas de gran tamaño generadas por los tsunamis tiene
    características particulares: tienen una longitud de cien
    kilómetros o mayor y velocidades en aguas profundas de
    hasta 700 Km/h y son difíciles de monitorear y detectar.
    Las inundaciones costeras causadas por los maremotos son
    similares a las provocadas por olas ciclónicas.
    Aproximadamente un 805 de los tsunamis ocurren en el
    océano Pacífico, pero ha habido un número
    significativo en el Caribe.

    De Tipo Hidrometeorológico

    19.
    Inundaciones

    Las inundaciones son, quizás, el tipo de desastre
    más frecuente y devastador; sin embargo, casi nunca
    reciben la misma atención que, por ejemplo, un
    terremoto.

    Pueden ser rápidas o lentas. Las primeras ocurren
    especialmente en quebradas y ríos que bajan por las
    laderas de las montañas. Las segundas afectan
    especialmente los valles de los ríos en zonas planas.
    Evitando la erosión y asentamientos humanos en el lecho de
    los ríos disminuirán los efectos de las
    inundaciones. Las viviendas deben construirse dejando un margen
    de seguridad.

    Emergencias por inundaciones han estado asociadas
    primordialmente, a los siguientes factores físicos,
    urbanísticos y de uso del suelo:

    • utilización urbanística de cauces de
      inundación;
    • utilización urbanística de la llanura
      de inundación del río Cauca;
    • desborde de caños y canales por aguaceros
      torrenciales;
    • obstrucción de redes de alcantarillado,
      caños y canales;
    • escorrentía concentrada en áreas
      urbanizadas y en laderas deforestadas.

    Las actividades de mitigación, prevención
    y atención de emergencias por inundaciones que se deben
    realizar son entre otras:

    • campañas de educación y
      reforestación en comunidades rurales y
      suburbanas;
    • mantenimiento de las redes de alcantarillado y de los
      caños y canales;
    • ampliación de caños y canales
      colectores;
    • dotación de motobombas en barrios localizados
      bajo el nivel de crecientes;
    • construcción y mantenimiento de jarillones;
    • formación de líderes comunitarios en
      prevención y atención de emergencias por
      inundación;
    • emplazamiento y operación de plantas de
      bombeo.

    El potencial de inundaciones está asociado a
    diversidad de fenómenos:

    • obstrucción de drenajes por
      sedimentación y basuras;
    • lluvias intensas;
    • avenidas torrenciales de los ríos que drenan
      al Cauca;
    • obstrucción o deterioro y ruptura de
      tuberías subterráneas de gran diámetro, o
      de canales;
    • períodos lluviosos que superan los niveles de
      regulación de presas y los niveles de los
      jarillones;
    • ruptura de jarillones por crecientes, por actividad
      humana o por sismos;
    • mal función o daño en plantas de
      bombeo.

    Partes: 1, 2

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