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El orden económico-financiero internacional Venezolano (1900-1958)




Enviado por osram



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    I. – DEUDAS E INTERVENCIÓN EXTRANJERA
    (1900-1908)

     

    1.-

     

    2.- Bloqueo
    de las Costas Venezolanas por las Potencias Europeas
    (1900-1902).

      

    2.1.- Motivos

     
      

    2.2.- Reacciones

     

    2.3.- Negociaciones

    2.4.- Resultados Finales

     

    3.- El
    problema de la New York and Bermúdez
    Company

     

    4.- La
    Ruptura diplomática de Venezuela con principales
    estados extranjeros

      

    4.-1 Ruptura de relaciones con Los Estados
    Unidos

      

    4.-2 La
    ruptura de relaciones con los Países Bajos
    (Holanda
    )

      

    4.-3 La
    ruptura de relaciones con Francia

    II. – POLÍTICA EXTERIOR Y EFECTOS DE LA
    APARICIÓN DEL PETRÓLEO 1909-1936.

     

    1. Política exterior

      

    1.1 Crisis Política y
    Restablecimiento de las relaciones diplomáticas con
    las principales potencias imperialistas.
    (1909-1913)

       

    1.1.1 Restablecimiento de
    Relaciones Diplomáticas con Estados Unidos (Febrero
    1909)

       

    1.1.2 Restablecimiento de
    Relaciones Diplomáticas con Francia
    (1913).

      

    1.2. Neutralidad venezolana ante la Primera
    Guerra Mundial (1914-1917)

       

    1.2.1. Causas Internas y
    Externas

      

    1.3. Incremento de la Actividad
    Diplomática de la República
    (1919-1936).

       

    1.3.1. Ingreso de Venezuela en la
    Sociedad de Naciones (1920)

       

    1.3.2. Laudo Arbitral Suizo
    (1922)

       

    1.3.3. Rasgos
    Característicos en Política Exterior.
    (1923-1931)

     

    2. Orden económico y petrolero
    (1909-1936)

      

    2.1. Proyecto
    Bancario

      

    2.2 Inicio de la
    Actividad Petrolera (1914)

       

    2.2.1. Política de
    Concesiones Petroleras (1914-1920)

       

    2.2.2. Ley sobre Hidrocarburos y
    demás minerales combustibles
    (1920
    )

       

    2.2.3. Ley sobre Hidrocarburos y
    demás minerales combustibles (1922)

       

    2.2.4. Inicio de la
    Transformación Económica del País.
    (1922)

      

    2.3. Cancelación de la
    Deuda Externa Venezolana (1930)

    III.- PROYECTO
    NACIONAL VENEZUELA Y LA DIMENSION ECONOMICA
    INTERNACIONAL: POLITICA EXTERIOR Y POLITICA PETROLERA
    (1936-1958)

     

    1.- Gobierno de Eleazar
    López Contreras

     

    2.- Creación del Banco
    Central de Venezuela

     

    3.- Política
    Petrolera

      

    3.1.- Política Petrolera
    basada en la previsión para el futuro

      

    3.2.- Ley de Hidrocarburos de 1938
    y Reclamaciones de las Compañías
    Extranjeras

      

    3.3.- Política Exterior:

       

    3.3.1.- Convenios Comerciales con las Potencias
    Mundiales con Motivo del conflicto armado mundial

    IV.- BIBLIOGRAFIA

        

    I.- DEUDAS E
    INTERVENCIÓN EXTRANJERA (1900-1908)

    1.- Revolución
    Libertadora (1900-1902)

    La Libertadora, la última guerra civil
    que azotó al país, tuvo una serie de peculiaridades
    que ha hecho de ella una contienda con matices distintos a los
    enfrentamientos armados del siglo XIX venezolano. Del mismo modo
    como en 1857, conservadores y liberales se unieron en el
    propósito de derrocar a José Tadeo Monagas, en 1901
    los Liberales venezolanos y los nacionalistas o mochistas unen
    sus esfuerzos en un intento para derrocar al Cipriano Castro. Sin
    embargo, esta alianza no se agota allí y Manuel Antonio
    Matos logra captar el apoyo del capital
    extranjero para la Libertadora. Con relación a esto
    señala Domingo Alberto Rangel: "Desde la independencia,
    cuando los realistas criollos impetraron y obtuvieron el apoyo de
    la Corona Española, ningún sector venezolano
    había acudido a la asistencia extranjera en sus conflictos. En
    1859, los Godos de Caracas rehusaron la ayuda que les
    ofreció la Reina Victoria para destruir a la Revolución
    Federal. Sobre su espíritu de clase amenazado por la
    montonera insurgente se impuso el patrimonio".
    Lo que inaugura la Libertadora es una intervención muy
    directa. La contribución extranjera más importante
    fue aquella otorgada por la Compañía de Asfalto
    "New York and Bermúdez Company". En el año de 1884,
    Guzmán Blanco, entonces Presidente de la República,
    otorgó una concesión para la explotación de
    los recursos
    naturales del Estado
    Bermúdez al Señor Horacio Hamilton. Según la
    mencionada concesión, dicho señor tenía el
    derecho de explorar y explotar las producciones naturales de los
    bosques existentes en terrenos baldíos en el Estado de
    Bermúdez, pudiendo extraer de ellos maderas de construcción, de ebanistería y
    demás maderas utilizadas para la Industria.
    También concedía el gobierno el
    derecho a la explotación del asfalto en el estado
    Bermúdez. Hamilton gozaba del derecho de importar con
    franquicia las
    maquinarias, útiles y herramientas
    requeridas para la exportación de sus productos,
    obteniendo exención de impuestos en sus
    importaciones. La
    duración de la concesión se extendía por 25
    años, de modo que duraría hasta 1909.

    El 16 de Noviembre de 1885, Hamilton traspasa su
    concesión a la Compañía "New York and
    Bermúdez Company" con sede en Nueva York (esta
    compañía más adelante se integraría
    como filial a otras compañías asfalteras, siendo
    componente del llamado Trust del asfalto).

    Señala Thurber a propósito de los problemas de
    la New York and Bermúdez en el país: "El 28 de
    Enero de 1897, bajo la presidencia del General Crespo, cuatro
    venezolanos denunciaron una mina en el Estado
    Bermúdez, a la cual dieron por nombre "La Felicidad"; y
    más tarde (el 30 de Noviembre de 1897) consiguieron que se
    les expidiera un título definitivo por dicha propiedad, la
    cual reclamó como suya la NYBC, alegando que formaba parte
    del depósito de asfalto que ella venía explotando.
    La acción judicial se inició inmediatamente con
    cambiante éxito en los tribunales del país y
    continuó hasta el 28 de enero de 1904. Durante el litigio,
    en mayo de 1900, fue comprado el título correspondiente a
    "La Felicidad" por los señores Charles M. Warner y P.R.
    Quinlan de Syracuse, Estado de Nueva York por $40.000, haciendo
    especial hincapié los vendedores en el documento de
    traspaso de la propiedad que
    la venta se
    efectuaba a riesgo de los
    compradores, sin que los dueños primitivos asumieran
    ninguna responsabilidad. También se emitieron otros
    títulos provisionales de carácter similar, por
    yacimientos denominados "La Venezuela",
    "Southside", etc., pero no se puso formal empeño en dejar
    establecida la validez de los mismos. Al parecer, la Corte de
    Cumaná integrada por tres jueces estaba a punto de dictar
    sentencia sobre uno de los puntos más importantes de la
    litis, cuando el gerente de la
    NYBC, quien tenía su oficina principal
    en Trinidad, se apareció en el puerto a bordo del
    "Viking", vapor de la compañía, justamente en la
    víspera en que se debía pronunciar sentencia con
    $10.000 en oro, y llegó a un arreglo con dos de los jueces
    para obtener un fallo favorable para la NYBC. El tercer juez se
    enteró de lo que estaba pasando e informó a Caracas
    por telégrafo. A la mañana siguiente, el Presidente
    del estado recibió órdenes imperativas para que
    procediera a resolver la Corte. Desde entonces, esta medida ha
    sido citada por el abogado de Trust de asfalto ante el
    departamento de Estado en Washington, como un ejemplo de los
    procedimientos
    despóticos de Castro y de su intervención en los
    tribunales de Venezuela"

    Cuando Cipriano Castro asume el poder y
    declara que no reconocerá deuda pública con
    anterioridad al 24 de mayo de 1899, le estaba dando un zarpazo a
    muchas compañías extranjeras y a súbditos de
    otras naciones en razón de las deudas que tenía con
    ellos. Por ello, dada la desconfianza que les inspiraba un
    gobierno de
    recién llegados y aunado a esto la insolvencia del
    gobierno, incluso para satisfacer su gasto público,
    compañías como la NYBC, como el Gran Ferrocarril de
    Venezuela, la Compañía del Cable Francés o
    la Orinoco Shipping miraron con beneplácito y confianza a
    una revolución organizada por un hombre de
    empresa, un
    financista como Manuel Antonio Matos, en quien, seguramente, al
    estar en la Presidencia de la República, las deudas y
    créditos que el gobierno tenía con ellas
    serían respetados y cumplidos a cabalidad sin dejar de
    lado las perspectivas de nuevas inversiones y
    negocios.

    Lo cierto es que la NYBC llegó al convencimiento
    de que el Presidente Castro estaba vulnerando sus derechos y obrando con mala
    voluntad. La revolución de Matos significaba para la
    concesionaria una política de apertura para sus intereses.
    Ante un Presidente hostil y una revolución que contaba con
    el respaldo popular y el refrendo de la Banca
    caraqueña, la reacción de la NYBC no se hizo
    esperar. El financiamiento
    a la Revolución es la Carta a jugar
    más conveniente.

    De modo que la NYBC decidió ayudar
    económicamente a la Revolución de Matos y este
    aporte se tradujo en, aproximadamente, 145.000 dólares que
    le fueron entregados a Manuel Antonio Matos por las autoridades
    de la Compañía en Nueva York. No obstante esto,
    Brito Figueroa señala que "… Manuel Antonio Matos
    igualmente recibe ayuda financiera de otras empresas y
    monopolios extranacionales.

    Para el financista Manuel Antonio Matos el dinero
    carece de Patria y en este postulado tiene toda la razón:
    recibe libras esterlinas, francos, dólares, y hasta libras
    y pesetas, hasta totalizar aproximadamente 200.000
    dólares. Las entidades económicas que suministraron
    esta generosa ayuda para liberar a Venezuela fueron,
    además de la New York and Bermúdez Company, las
    siguientes: Orinoco Shipping Company, Intercontinental Telephone
    Company, American Telephone Company, Asphalt Company of America,
    Norddeutsche Bank, Pensylvania Asphalt Paving Company, The New
    Trinidad Asphalt Paving".

    Como respuesta a los argumentos de la NYBC en el sentido
    de que en el país no existía justicia y los
    tribunales estaban parcializados de acuerdo con el gobierno, el
    28 de enero de 1904, se resolvió el litigio entre la NYBC
    y Warner y Quinlan, a favor de la concesionaria. Los diez jueces
    que integraban la alta Corte Federal dictaminaron en Caracas a
    favor de la NYBC.

    Como dice Eleazar Díaz Rangel: "Nunca antes ni
    nunca después, un servicio
    cablegráfico informativo en América
    Latina se comprometió tanto en una guerra para
    derrocar un gobierno". Se refiere en este caso, a la
    Compañía del cable Francés,
    compañía que tenía la exclusividad de
    acuerdo con un contrato suscrito
    en 1889, de transmitir y recibir los mensajes del exterior. De
    los mensajes del Cable Francés se nutrían los
    principales periódicos del país.

    Sin embargo, aquella poderosa revolución, que
    compactó grandes generales salientes y que contó
    con grandes recursos
    económicos para su financiamiento
    fracasó ante la dictadura de
    Castro.

    La presencia de la ayuda extranjera en la
    Revolución Libertadora y de los sucesos del Bloqueo
    trajeron como consecuencia que se le cerrara la puerta a la
    inversión extranjera en
    Venezuela.

    2.- Bloqueo de las
    Costas Venezolanas por las Potencias Europeas
    (1900-1902).

    2.1.-
    Motivos:

    "!Venezolanos! La planta insolente del extranjero ha
    profanado el sagrado suelo de la
    patria!." Así comienza la proclama dirigida por Cipriano
    Castro a la nación el 9 de diciembre de 1902, dando a
    conocer el bloqueo del que éramos víctimas desde
    ese mismo día y fijando su posición ante los
    hechos. Gracias a las excitaciones contenidas en este documento y
    a las noticias recibidas desde la Guaira, Puerto Cabello y
    Barcelona, en el sentimiento de los venezolanos todo estaba
    claro: Inglaterra y
    Alemania nos
    habían agredido brutalmente; la reacción de Castro,
    vibrante, puso la dignidad nacional muy en alto y el pueblo,
    sublimado de patriotismo, se solidarizo con la postura
    presidencial aprestándose para inmolarse, si llegaba a ser
    necesario, en la guerra que anunciaba la proclama para rechazar
    la agresión.

    Las ideas de los norteamericanos que se interesaron por
    el asunto fueron de la mayor transparencia: Inglaterra y
    Alemania
    solicitaron la anuencia de su gobierno a fin de realizar una
    expedición punitiva contra Venezuela, mediante la cual nos
    obligarían a pagar la deuda que manteníamos en
    estado de morosidad con sus banqueros y a reconocer algunas
    reclamaciones formuladas por súbditos de aquellas
    potencias, que nuestro país se negaba a considerar.
    Teodoro Roosvelt les respondió indirectamente al decir en
    Mensaje al Congreso de la Unión que la Doctrina Monroe no
    se extendía a la protección de países
    insolventes y los dejo para demostrarles, cuando los hechos
    fueran irreversibles, quien ejercía el poder imperial
    en territorio americano.

    Entre los escasos alemanes que se enteraron de las
    acciones
    dispuestas por su emperador no hubo dudas al principio; les
    debíamos dinero y
    estabamos obligados a pagarles; la morosidad en la que
    habíamos caído y la jaquetonería de Castro
    al responder a las notas de la legación alemana en Caracas
    imponían la forma de pasar el recibo. Como ellos llegaron
    tarde al reparto del mundo realizado por Inglaterra y Francia, tal
    vez en las ambiciones del Kaiser y de la alta dirección política y
    económica anidaría la idea de una tardía
    adquisición territorial en aguas americanas. Las cosas
    cambiarían a poco de iniciado el bloqueo, oscureciendose
    bajo la presion de
    gobierno de Washington para que desalojaran el
    área.

    En Inglaterra el problema se enturbio desde el
    principio, debido a explicaciones nada convincentes ofrecidas por
    el primer ministro al parlamento, mediante las cuales
    pretendía justificar con las mismas argumentaciones
    empleadas por Alemania. La oposición las rechazo acusando
    al gobierno de dejarse arrastrar por la Cancillería de
    Berlín a un conflicto que
    les podía llevar a una confrontación con los
    Estados
    Unidos. La situación se enrarecerá más
    al desatarse las presiones norteamericanas para que Gran
    Bretaña suspendiera el despliegue bélico en aguas
    venezolanas y convenciera de lo mismo a los alemanes.

    El gobierno italiano, participante de segunda
    categoría en las acciones
    emprendidas por la flota anglogermana, se sumo al bloqueo como
    una aventura imperialista inconsistente, so capa de proteger a
    súbditos que protestaban por querellas parroquiales con
    las autoridades civiles de Carúpano. Italia
    comenzó y salió del conflicto como socio auxiliar,
    pues las únicas tareas que comprometieron a sus naves
    fueron las de apoyo logístico a los otros a sus
    aliados.

    Aunque no constituían el fondo verdadero de los
    motivos que animaron a Inglaterra y a Alemania a decidir el
    bloqueo, es cierto que Venezuela era deudora de prestamistas
    ingleses y Alemanes y es cierto que el gobierno de Castro se
    negaba a admitir reclamaciones interpuestas por súbditos
    de varios países porque sus demandas de
    indemnización eran muy exageradas y los reclamantes no
    recurrían a los canales ordinarios de las justicias
    venezolanas para presentar sus cuentas, sino le
    entregaban al cobro por la vía de diplomática. Las
    legaciones de los países mencionados presionaban y mas de
    una vez amenazaron con la fuerza para
    hacerse pagar. En estas dificultades secundarias
    ocultarían aquellas potencias planes geopolíticos
    de envergadura que pensaban acometer, de los cuales Venezuela
    formo parte solo como víctima propiciatoria.

    La deuda externa
    venezolana tenia en diciembre de 1902 un saldo de diecinueve
    millones de bolívares, cuarenta y seis de ellos adeudados
    al Disconto Gesellschaft de Berlín y el resto a banqueros
    británicos; todos esos compromisos habían sido
    contraídos para pagar deudas anteriores, algunas
    arrastradas desde los anos de la emancipación, y a 1902
    acumulaban intereses vencidos por algo mas de cinco millones de
    bolívares, incluyendo en esta cifra cuatro millones
    setecientos mil de ingresos
    extraordinarios.

    La situación de Tesorería no
    permitía cubrir erogaciones del presupuesto y
    hubo que suspender el servicio de la
    deuda porque los gastos de guerra
    (La Libertadora) demandaban mas de la mitad de las
    disponibilidades del erario publico. Este diferimiento del
    servicio de la deuda y la renuencia venezolana a reconocer las
    reclamaciones extranjeras tal y como eran presentadas,
    permitirán a las potencias configurar la operación
    punitiva -los motivos aparentes- que les servirán de
    excusa para realizar en las costas caribeñas una
    demostración cuyas miras reales se dirigían mas al
    norte.

    La única visión lucida de un venezolano
    expresada al ocurrir la agresión se debe a César
    Humecta, quien sostuvo que se trataba de un enfrentamiento
    interimperialista. Para él, en la Europa creadora
    de la tesis del
    Equilibrio de
    los Poderes se agitaba una preocupación de cara a la
    política expansiva norteamericana, que establecía
    protectorados en el Caribe y empezaba a controlar a América
    Latina. Aquella Europa
    ponía a prueba la doctrina Monroe y trataba de afianzar su
    presencia en un área importante. Inglaterra y Alemania
    intentarían aclarar posiciones con los Estados Unidos en
    las inmediaciones del canal interoceánico de Panamá a
    fin de ser desplazados definitivamente de la
    región.

    2.2.-
    Reacciones:

    Cipriano Castro convoco a todas las voluntades
    nacionales para emprender una cruzada defensiva-ofensiva contra
    los poderosos enemigos que habían ultrajado nuestra
    soberanía. También restituyo las
    garantías constitucionales suspendidas con motivo de la
    Libertadora; ordeno la libertad
    incondicional de los presos políticos y que se permitiera
    el ingreso al país de exiliados; decretó la
    restitución de sus propiedades a quienes se les
    había embargado por razones políticas;
    hasta ofreció renunciar a su alta investidura en beneficio
    de la concordia nacional.

    Hubo quienes en aquel momento calificaron las posiciones
    asumidas por Castro como ligerezas demagógicas de una
    persona
    acorralada y críticos posteriores que coincidieron con
    esta idea y trataron de demostrarla. Al margen de cualquier
    juicio pasado o presente, se debe reconocer que a pesar de la
    guerra civil que enfrentaba, pocas veces en Venezuela un jefe de
    Estado ha recibido respaldo tan decidido de la población. Conmovidos por las ofensas
    recibidas, miles de venezolanos aptos para la guerra se
    presentaron voluntariamente a los cuarteles del ejercito
    reclamando su puesto en el combate; miles de cartas llegaron a
    Miraflores desde todo el país con idéntico mensaje;
    los estudiantes universitarios llamaron a la guerra y se
    manifestaron a cambiar los libros de
    estudio por los implementos bélicos; hasta ciudadanos de
    naciones latinoamericanas escribieron solicitando se les enviara
    el pasaje para venir a combatir por nuestra causa.

    El mocho Hernández, uno de los prisioneros
    políticos de enemistad mas enconada contra Castro, al
    salir de la mazmorra donde se encontraba recluido ofreció
    apoyarlo incondicionalmente y arrastro tras si el grueso de su
    Partido Liberal Nacionalista, hasta ese momento comprometido con
    La Libertadora. El gabinete ejecutivo fue reestructurado para
    incluir una representación mochista.

    Castro giro instrucciones para que fueran apresados los
    súbditos ingleses, alemanes e italianos y se les
    mantuviera en instalaciones portuarias donde harían
    impacto los disparos del enemigo, en caso de algún
    bombardeo; luego serian concentrados en las cárceles como
    presos de estado. La Rotunda ocupo con ellos los calabozos
    vaciados por la liberación de los detenidos
    políticos.

    Una nutrida representación de la colonia
    colombiana en Caracas se dirigió a Castro para
    manifestarle que en la emergencia nacional no se consideraban
    huéspedes del país, sino hijos de un solo destino
    latinoamericanista en la obligación de lavar la afrenta en
    la cual se sentían incluidos.

    Pero cuando Castro comenzó a evaluar los recursos materiales y a
    contar los hombres calificados a su disposición para el
    tipo de guerra que le esperaba, los arrestos marciales se
    adormecieron en sus cálculos porque el enemigo no se
    arriesgaría a entablar combates de infantería – ni
    tenia efectivos para ello ni era su misión y
    habría que desafiarlo en el mar, donde no teníamos
    a flote ni una tabla. A partir de esta conclusión, Castro
    se oriento hacia alternativas distintas. Fue la hora de la
    reflexión política, de los consejos pacifistas, de
    la búsqueda de soluciones
    diplomáticas.

    Las naciones latinoamericanas, comprometidas durante
    muchos anos por los saldos de sus deudas externas y la
    dependencia primario-exportadora, tenían gobiernos muy
    sensibles a los intereses de las grandes potencias; como
    agravante, el egoísmo nacional de sus clases dirigentes
    había disuelto el sueño integracionista de los
    libertadores. Por eso, en cada país las posiciones
    oficiales tendían a ser mas complacientes con las políticas
    de aquellas poderosas naciones que con los requerimientos de
    solidaridad de
    nuestros pueblos. El gobierno de Chile
    expresó oficialmente que deploraba los acontecimientos
    venezolanos, pero declaró que se abstenía
    completamente en el asunto. Méjico, Colombia,
    Brasil,
    Ecuador, Bolivia, El
    Salvador, fueron indiferentes a la suerte de Venezuela, mientras
    sus pueblos protestaban por la agresión. En Ecuador se
    produjeron violentas manifestaciones.

    La honra de los gobiernos latinoamericanos fue salvada
    por Perú y Argentina. El
    primero planteó la conveniencia de una acción
    colectiva de todas las repúblicas americanas a favor de
    Venezuela; el segundo emitió una densa opinión
    doctrinaria en defensa del país, por medio de la cual
    sentó principios de
    jurisprudencia
    internacional en los alegatos conocidos posteriormente como
    doctrina Drago, elaborados por su ministro de Relaciones
    Exteriores.

    En Inglaterra se combinaron la crítica
    periodística, escrita bajo fuerte influencia
    política, y la oposición al gobierno organizada en
    la Cámara de los Comunes. Esto evitó que la
    opinión pública fuese manipulada y condujo a un
    emplazamiento del gobierno, cogido entre los fuegos por la
    reacción interna y las presiones norteamericanas que
    exigían un arreglo diplomático del bloqueo. La
    germanofobia británica, originada fundamentalmente con
    motivo de la competencia de
    las dos naciones por captar mercados donde
    colocar su producción industrial, cobró nuevos
    alientos hasta contribuir a formar una corriente que se
    oponía francamente a la agresión y repudiaba la
    alianza con Alemania. La oposición en el Parlamento estuvo
    a punto de lograr la renuncia del gobierno al protestar por los
    excesos cometidos en Venezuela y acusarlo de ingenuidad
    política ante la diplomacia de Berlín.

    La prensa
    socialdemócrata de Alemania denunció los atropellos
    de la marina imperial, calificando las acciones emprendidas
    contra Venezuela como la "guerra de los banqueros"; pero esto
    ocurrió a más de un mes del bloqueo, cuando los
    representantes de aquella tendencia en el Reichstag –apenas
    tres veces- formularon severas críticas a la
    política exterior del káiser, por supuesto, sin
    ningún resultado.

    En Italia, tan
    pronto se conocieron los hechos, sólo se generó una
    actitud de
    respaldo ofrecido por la opinión política y
    periodística a su gobierno.

    El senado y la prensa de los
    Estados Unidos se hicieron cargo de las protestas, debilitando la
    figura presidencial de Teodoro Roosvelt en momentos en que
    éste buscaba la reelección. El gobierno tomó
    conciencia de la
    gravedad del problema tal como había evolucionado y
    centró su atención en el aspecto comprometedor que
    revistió ante los países latinoamericanos la
    complicidad asumida inicialmente con las potencias. Para la
    política de Washington tenían gran relieve las
    negativas alemanas a retirarse del bloqueo en vísperas de
    la secesión de Panamá, en
    virtud de los designios norteamericanos relativos al canal
    interoceánico de esta república nonata. Alemania se
    negó sistemáticamente a aceptar un arreglo arbitral
    hasta que el presidente Roosvelt le presentó un
    ultimátum oral, según declaraciones de este
    personaje, con la amenaza de ordenar a la flota norteamericana
    del Caribe que expulsara de aguas venezolanas a las naves de
    guerra teutonas. El riego de una guerra tan distante de sus bases
    quebró la resistencia
    alemana y abrió la etapa del proceso
    diplomático.

    2.3.-
    Negociaciones
    :

    Evidentemente, lo que evitó una ocupación
    prolongada de Venezuela por las potencias agresoras fue la
    intervención norteamericana. Ya los Estados Unidos
    tenían armado su aparato de poder imperialista;
    éste había sido probado exitosamente en Cuba y
    Puerto Rico;
    en México,
    Nicaragua, Panamá, Honduras, El Salvador; en Haití
    y Santo Domingo. Se cobijaba bajo interpretaciones
    casuísticas de la doctrina Monroe, aunque en el fondo
    sólo actuaba motivado por las concepciones
    geopolíticas del almirante Mahan que impusieron la
    soberanía norteamericana en Hawai, Guam y
    Filipinas, tan lejos de la mentada doctrina.

    Los Estados Unidos arriesgarían en mucho los
    avances logrados como tutor de nuestro continente y, a buen
    seguro,
    verían abiertas las rutas de Latinoamérica a los
    proyectos de
    confrontación de las potencias europeas si no la
    hacían retirar de Venezuela. Consideración aparte,
    Inglaterra y Alemania no aceptarían entenderse
    directamente con un país cuya soberanía
    mantenían entredicho. Sostenían además, que
    no irían a la mesa de las negociaciones en
    entredicho.

    Sostenían además, que no irían a la
    mesa de las negociaciones con un deudor insolvente, empecinado en
    sostener un tono altivo al alegar en su defensa principios del
    derecho
    internacional público que a ellos le habían
    importado un bledo para agredirnos; como cuestión de
    principio demandaban entenderse con un interlocutor de su nivel,
    que hablara su mismo lenguaje y les
    garantizara el cumplimiento de los compromisos. Visto el asunto
    desde otra perspectiva, a todas luces Venezuela había
    quedado impotente para resolver el conflicto por sí misma
    en las condiciones en que los sostenían las potencias.
    Esta confluencia de factores convirtió a los Estados
    Unidos en el mediador ideal.

    De algún modo todos los elementos del problema
    funcionaron como si fuesen partes de una jugada maestra de alta
    política norteamericana, diseñada para dejar
    claramente sentado cuál era el poder dominante en el
    área del Caribe y al mismo tiempo completar
    el tendido de sus redes sobre Venezuela para
    atraparla definitivamente en su tutelaje. Esto último
    parece una conclusión inevitable si lo relacionamos con el
    papel
    desempeñado por el Señor Herbert W. Bowen,
    embajador norteamericano en Caracas, quien venía
    ofreciendo sus buenos oficios como mediador desde un año
    antes de desencadenarse el conflicto.

    Eso, que no lo hace un diplomático sino por
    instrucciones de su gobierno, estuvo acompañado por una
    campaña abierta de promoción personal de este
    caballero entre la clase dirigente de la capital> En
    muchas ocasiones le reiteró a Castro su oferta y en
    pleno bloqueo la ratificó, en concordancia con la que
    Roosvelt hizo llegar a los aliados. El 16 de diciembre las
    fuerzas vivas de Caracas dirigieron a don Cipriano una carta (a cuyo
    contenido tal vez no sería extraño Bowen)
    proponiendo que se dieran plenos poderes al embajador de los
    Estados Unidos a fin de que en nombre y representación de
    Venezuela hiciera los arreglos necesarios para obtener el cese
    del conflicto.

    Al día siguiente de la misiva en cuestión
    nuestro ministro de Relaciones Exteriores invistió a Bowen
    como plenipotenciario por Venezuela con carácter de
    árbitro ante los agresores y para gestionar la constitución de comisiones mixtas que
    dilucidaran la procedencia y los montos de las reclamaciones
    presentadas y por presentar contra el país. De Inmediato
    nuestro flamante ministro plenipotenciario solicitó y
    obtuvo del Departamento de Estado norteamericano la
    autorización necesaria para representar a Venezuela y
    viajó a Washington a cumplir su misión.

    En el documento mediante el cual fue nombrado, a Bowen
    no se le dieron instrucciones precisas. El gobierno nacional,
    simplemente, lo autorizó "…para aceptar en su
    nombre y representación cuanto tienda al término
    pacífico del asunto…". Eso le permitió
    actuar discrecionalmente para resolver el problema en poco
    tiempo,
    según lo exigían las circunstancias. Estas lo
    condujeron a firmar los arreglos respectivos –los
    denominados "Protocolos de
    Washington"- en dos series, una suscrita el día 13 de
    febrero de 1.903 con las potencias agresoras y otra desde el 17
    del mismo mes hasta el 2 de abril con las naciones que
    aprovecharon el estado de cosas para presentar sus
    reclamaciones.

    Lo de las dos tandas se explica, de un lado, porque lo
    prioritario era levantar el bloqueo y sus autores no lo
    harían mientras no quedaran formalizados los compromisos
    debidos; de otro, por su condición de beligerantes,
    consagrada en el momento oportuno con los bandos de guerra
    fechados el 22 de diciembre de 1.902. Mientras ellos legalizaron
    los hechos del día 9 anterior y adquirieron el derecho de
    alegar privilegios de pago con procedencia ante cualquier otra
    reclamación. Esto último, después de
    perfeccionados los protocolos, fue
    elevado en consulta al Tribunal Internacional de La Haya, el que
    falló el 22 de agosto de 1.904 a favor de los
    demandantes.

    Los protocolos del primer grupo
    sirvieron además para convalidar los desmanes sufridos por
    Venezuela, calificadas sus causas en esos documentos como
    diferencia entre poderes iguales. Estos poderes, según los
    términos diplomáticos, se concertaron para
    tratarlos de manera civilizada. Algunas reclamaciones aceptadas
    por tribunales venezolanos antes del bloqueo, sobre las cuales
    habían emitido veredictos finales, perdieron la
    condición de cosa juzgada por autoridades competentes y
    volvieron a ser presentadas reivindicando las cifras por las que
    fueron interpuestas originalmente. Venezuela quedó
    comprometida a recibir los buques de su Armada que no
    habían sido hundidos y otros mercantes capturados por
    Inglaterra y Alemania, en las condiciones en las que se
    encontraran al momento de ser devueltos, sin presentar demanda alguna
    de indemnización por los daños causados a los
    mismos, ni por pérdidas de mercancías que se
    encontraran a bordo de los mercantes cuando éstos fueron
    requisados, ni a reclamar el pago de las unidades no
    devueltas.

    La nación debió aceptar una especie de
    hipoteca sobre el treinta por ciento de los impuestos a
    recaudar en las oficinas aduanales de La Guaira y Puerto Cabello
    para destinarlos a la cancelación de las obligaciones
    convenidas mediante los documentos
    mencionados; aceptó asimismo consignar el dinero
    relativo a este compromiso en el Banco de
    Inglaterra para que esa institución hiciera los pagos y
    quedó establecido que en caso de incumplimiento, se
    entregaría la administración de las aduanas a
    ciudadanos belgas escogidos por los negociadores, a fin de
    garantizar que los recursos correspondientes fuesen apropiados en
    su origen y entregados directamente a los
    beneficiarios.

    El 14 de febrero de 1.903 Bowen informó a Castro
    que los protocolos con las potencias agresoras habían sido
    firmados y éstas procederían a retirar sus flotas,
    previo el pago de cinco mil libras esterlinas a cada una como
    anticipo a cuenta de las reclamaciones pendientes, las que en
    fecha posterior serían sometidas a dictámenes de
    comisiones mixtas.

    Los protocolos fueron escritos y firmados en inglés.
    Alemán e italiano. Se olvidaron los señores
    plenipotenciarios de que la otra parte de esos arreglos, la que
    debía soportar todas las cargas impuestas por ellos,
    tenía como idioma oficial el castellano y por
    lo tanto los documentos debían ser bilingües. Castro
    acogió una traducción hecha en el Departamento de
    Estado, a la cual dio carácter oficial al ordenar su
    publicación en la Gaceta Oficial (No. 8.787, del
    6-3-1903). No fue posible cotejar esta versión con los
    textos originales, únicos válidos para las
    potencias en caso de discrepancias en la interpretación de
    su contenido.

    Así concluyó el aspecto bélico de
    nuestras "diferencias" con Inglaterra, Alemania e Italia en 1902
    y se inició el compromiso de pago relativo a las cuentas de las
    cuales surgieron los desacuerdos resueltos. Ocho naciones
    más plantearon la satisfacción de sus reclamaciones
    pendientes contra Venezuela y Mr. Bowen aceptó como buenas
    las demandas en sí, sujetas a las cuantificaciones
    posteriores por las comisiones mixtas.

    2.4.- Resultados
    Finales:

    Los objetivos
    aparentes del bloqueo, es decir, las reclamaciones de los
    agresores relativas a daños y perjuicios a favor de
    súbditos suyos y la regularización del servicio de
    nuestra deuda externa,
    más una consecuencia de aquél, las reclamaciones de
    otras potencias aceptadas posteriormente, comportaron un
    sacrificio económico bastante elevado para Venezuela.
    Significaron, en primera instancia, el aumento inmediato de los
    impuestos indirectos al consumo, al
    establecer el Poder
    Ejecutivo una tributación extraordinaria del treinta
    por ciento a las importaciones y
    otras cargas menores sobre las exportaciones de
    café, cacao y cueros de res.

    Fue de tal magnitud esta contribución, que en
    1.904, mientras los derechos de aduana rindieron
    31,3 millones de bolívares, el nuevo concepto
    aportó 12 millones, equivalentes al 38,3% de incremento
    impositivo y aproximadamente igual proporción en el
    encarecimiento de los productos
    importados. Como Venezuela no tenía manufacturas y casi
    todos los artículos de transformación los compraba
    en el exterior, incluidos instrumentos de trabajo para la
    artesanía, la agricultura y
    la cría, éstos, en virtud del nuevo impuesto que
    debían soportar, provocaron un aumento adicional de la
    inflación en los suministros de producción interna.

    Venezuela nunca había hecho cuestión
    litigiosa del monto de su deuda externa ni desconocido los
    intereses causados por ella; simplemente, Cipriano Castro
    suspendió los pagos sin fijar fecha de reanudación,
    cosa habitual en países deudores con vencimientos mucho
    más abultados que los nuestros. Lo que el gobierno
    venezolano rechaza en el reconocimiento de las reclamaciones
    extranjeras, de una parte, debido a que los supuestos agraviados
    ignoraban ex-profeso los procedimientos
    legales vigentes en el país y de otra, en razón de
    las cifras desconsideradas que exigían y la irracionalidad
    de algunas pretensiones de indemnización.

    Precisamente, ambas cosas eran los motivos reales por
    los que no se sometían al juicio de tribunales
    venezolanos, como se puede observar en las cantidades finalmente
    reconocidas por las comisiones mixtas. Estas estuvieron
    integradas por tres representantes cada una, de la siguiente
    manera: uno por el país reclamante. Otro por Venezuela y
    el tercero escogido de una nación neutral. Las cantidades
    exactas se muestran en el cuadro.

    Reclamaciones extranjeras de
    1902 contra Venezuela:

    Sumas reclamadas y sumas
    reconocidas por las comisiones mixtas

    Suma reclamada

    Suma

    reconocida

    Diferencias

    Naciones

    Bs.

    Bs.

    Bs.

    Estados Unidos

    81.410.952,29

    2.269.543,63

    79.141.408,66

    Inglaterra

    14.743.572,89

    9.401.267,86

    5.342.305,03

    Italia

    39.844.259,09

    2.975.906,27

    36.868.312,82

    Francia

    17.891.613,54

    2.667.079,51

    15.224.534,03

    Bélgica

    14.921.805,11

    1.898.643,86

    4.023.161,25

    Alemania

    7.376.685,78

    2.091.906,50

    5.284.779,28

    España

    5.307.627,54

    1.974.818,41

    3.332.809.13

    México

    2.944.380,48

    2.577.328,10

    367.068,38

    Holanda

    1.069.552,31

    544.301,47

    525.250.84

    Suecia y Noruega

    1.047.701,35

    174.359.09

    873.342,27

    Totales

    186.554.150,38

    35.575.154,69

    150.982.995,69

    Sólo tres de las naciones reclamantes nos
    bloquearon y, como lo muestra una
    operación de suma elemental. Éstas se lanzaron a la
    aventura para finalmente obtener algo menos de catorce millones y
    medio de bolívares, entre ellas la rica y poderosa
    Alemania nos atropelló por tan solo dos millones noventa y
    un mil que las comisiones mixtas juzgaron tenían
    algún basamento aceptable.

    La regularización de la deuda externa se
    acordó por convenio celebrado en París el 7 de
    Junio de 1.905. Los saldos pendientes con prestamistas ingleses y
    el empréstito de Disconto de Berlín fueron
    unificados en una nueva obligación denominada "Deuda
    Diplomática del 3 por ciento anual de los Estados Unidos
    de Venezuela", emisión de 1905. El monto del nuevo
    compromiso alcanzó a 5.229.700 libras esterlinas, al
    cambio de
    entonces Bs. 132.049.925. Se garantizo el pago mediante una
    hipoteca del veinticinco por ciento de los derechos ordinarios
    producidos por todas las aduanas
    nacionales. Recuérdese que según los protocolos de
    Washington los ingresos de
    nuestros principales puertos habilitados para el comercio exterior
    (La Guaira y Pto. Cabello) ya estaban hipotecados en un treinta
    por ciento para garantizar el pago de las reclamaciones
    extranjeras; ahora el gravamen subió al cincuenta y cinco
    por ciento y se agrego el de veinte y cinco por ciento de todos
    los demás puertos. Esto, en un país cuyos tributos
    aduanales superaban el promedio en noventa y cinco por ciento de
    las recaudaciones fiscales; que vivía en permanente estado
    de pobreza
    hacendística y no tenia en aquella época las
    posibilidad de otras fuentes de
    recursos impositivos.

    La soberanía nacional quedó en bancarrota
    frente al mundo entero, gracias a la superioridad de las armas aliadas
    empleadas en el bloqueo. Para restaurar nuestros fueros se
    debilitaron partes de otros atributos soberanos al negociar bajo
    presión bélica, al hacerlo en un país que
    debido a su posición previa y al hecho de haberse
    convertido en reclamante de indemnizaciones no podía ser
    calificado de neutral; además al utilizar como
    intermediario al representante diplomático de ese mismo
    país ante el nuestro. Para que fuese suspendida la
    presión, en los protocolos de Washington hubimos de
    admitir en principio la justicia de
    las reclamaciones, que después se evidencio no eran tan
    justas. Aceptamos todos los danos morales y materiales
    sufridos con humildad, exclusiva de los vencidos; enajenamos la
    potestad de administrar nuestros recursos impositivos
    según el interés
    nacional, en beneficio de otras potencias, con una
    cláusula de intervención fiscal que
    pendió sobre la Hacienda Publica durante muchos anos,
    hasta la cancelación total de las deudas.

    Con la vuelta a la normalidad a nuestras aguas
    territoriales no regresó la soberanía total, pues
    jirones de ella permanecieron secuestrados en la letra de los
    protocolos de Washington.

    3.- El problema de
    la New York and Bermúdez Company
    :

    Una preocupación empieza a desvelar a los
    ministros que forman el grupo mas
    cercano al Presidente y es la forma como Cipriano Castro trata a
    los diplomáticos y a los representantes de las
    compañías extranjeras. En mayo de 1904 ha ordenado
    al Procurador General de la República que instaure juicio
    contra la New York and Bermúdez Company por incumplimiento
    de algunas cláusulas del contrato de
    concesión y por su activa y probada colaboración
    con Matos. La demanda es por
    un monto de cincuenta millones de bolívares. Demanda
    semejante intenta la nación contra la Orinoco Shiping
    Company, la famosa compañía de navegación,
    también por su colaboración con la
    revolución libertadora y la misma suerte cabe al Cable
    Francés que monopoliza las comunicaciones
    de Venezuela con el resto del mundo, por su descarada parcialidad
    en la transmisión de mensajes en favor de las fuerzas
    revolucionarias.

    Los juicios tienen una gran repercusión
    internacional, como antes no lo había logrado
    ningún acontecimiento venezolano. El Departamento de
    Estado considera que los tribunales venezolanos no son la
    instancia ante la cual puedan debatirse esos asuntos, pues el
    poder judicial
    venezolano no es confiable ya que sus determinaciones dependen
    del Presidente de la República. Dichas demandas
    deberían ser conocidas por un tribunal internacional.
    Castro responde que el poder judicial en
    Venezuela es independiente y que Venezuela como nación
    independiente es soberana en el tratamiento de los problemas que
    le atañen.

    Estos juicios y especialmente los seguidos contra la New
    York and Bermúdez Company y el Cable Francés
    colocaron al Presidente Castro y a Venezuela en el primer plano
    de la actualidad periodística y política tanto en
    los Estados Unidos como en Francia. El
    alegato venezolano sobre la capacidad de los tribunales
    nacionales para conocer las demandas se mantuvo desde 1904 a 1908
    y fue motivo de un interminable cruce de notas entre la
    Cancillería y el Departamento de Estado, de numerosas
    declaraciones del Secretario de Estado, así como de
    debates en el Congreso de los Estados Unidos. La campana de
    prensa contra el presidente Castro se mantuvo desde 1905 hasta
    1908 y el historiador norteamericano William Sullivan
    logró catalogar más de 2000 crónicas y
    editoriales de la prensa norteamericana referentes al tema,
    así como un número de caricaturas de Cipriano
    Castro que se acerca al millar.

    En New York, la New York and Bermúdez Company
    probablemente dueña del Diario The New York Herald,
    publica diariamente, en primera pagina, amplias informaciones y
    reportajes referentes al gobierno de Cipriano Castro encaminados
    a desacreditar la acción judicial venezolana. La prensa
    francésa también es implacable con Cipriano Castro
    estimulada por los poderosos intereses que representaba el cable
    francés y además como cobro por la aparatosa
    expulsión Mr. Taigny, el encargado de negocios de
    Francia en Caracas. Cuando en Diciembre de 1908, Castro llegue a
    Francia de paso para Berlín, los cronostas
    francéses le pintan como un bárbaro que Francia no
    debe admitir en su territorio y el semanario humorístico
    mas importante de París, "El plato a la mantequilla", le
    dedica la totalidad de las caricaturas en una edición
    donde lo pintan como un salvaje y como un mono.

    Los tribunales de Venezuela condenan a la New York and
    Bermúdez Company a pagar una multa de 24.000.000,
    decisión que provoca la protesta del departamento de
    Estado y una larga polémica que concluye el 20 de Junio de
    1908, cuando se rompen las relaciones diplomáticas entre
    Venezuela y los Estados Unidos.

    4.- La Ruptura
    diplomática de Venezuela con principales estados
    extranjeros:

    4.-1 Ruptura de
    relaciones con Los Estados Unidos
    :

    En conflicto entre el Gobierno venezolano y ciudadanos y
    empresas
    estadounidense, condujo a una situación en la cual
    intervino directamente el gobierno de los Estados Unidos. Frente
    al bloqueo ese Gobierno asumió una posición neutral
    y actuó como mediador pero se adhirió al grupo de
    países que reclamaron el pago de sus deudas. Ello fue un
    nuevo ingrediente que contribuyó aun más al
    deterioro de las relaciones entre ambos países.

    El conflicto diplomático judicial entre ambos
    estados, se prolongo durante algún tiempo y ya hacia 1908
    la situación se hizo tensa, porque en definitiva, la
    política estadounidense hacia el Gobierno ya no solo
    apuntaba hacia la solución de un conflicto judicial sino
    que buscaba de alguna manera la sustitución de Cipriano
    Castro.

    En carta
    confidencial fechada en Washington el 28 de Mayo de 1908
    Jusserand, embajador de Francia en Los Estados Unidos, informaba
    a su gobierno sobre …" la actitud que el
    secretario de estado [Mr. Root] tiene respecto a
    Venezuela…" Según esta carta, el Gobierno
    estadounidense no quiere ni romper ni consentir. Quisiera,
    según la expresión de Jusserand, castigar, pero los
    medios
    más convenientes de proceder, sin causar daños ni a
    los Estados Unidos ni al adversario, eran bastante
    difíciles de encontrar. Principalmente, porque para
    recurrir a la fuerza y
    organizar una verdadera expedición seria necesario que,
    tanto las cámaras como la opinión pública se
    pronunciaran en ese sentido.

    Al efecto, el gobierno de los Estados Unidos hizo
    publicar en la prensa de su país una serie de documentos
    relativos a Venezuela concernientes a la situación del
    país bajo la dictadura de
    Castro. Pero la publicación de estos documentos no
    lograron, ni en las cámaras ni en la opinión
    pública, la reacciñon esperada por el gobierno.
    Esto se debió en parte a que la opinión
    pública estaba más preocupada por las elecciones,
    por el país, y una multitud de problemas interesantes y
    más inmediatos y considerado por tanto que los errores de
    Castro son irritantes, los reclamantes no podrían jactarse
    de una inocencia absoluta. Además, el Gobierno Federal,
    quería evitar una ruptura mas abierta con el congreso y en
    ese sentido había comprometido su política. Todo
    esto dificultaba al presidente ir mas allá y estaba
    obligado a un cambio de
    circunstancias.

    Desde fines de 1907 el gobierno venezolano sabia las
    intenciones del gobierno Estadounidense de romper relaciones. De
    hecho ya para el 22 de junio de 1908, el gobierno de los Estados
    Unidos tenia prevista la ruptura de relaciones con Venezuela.
    Así, el 24 de junio de 1908, el gobierno tomó la
    decision de llamar a su personal y
    quedaron oficialmente rotas las relaciones entre los Estados
    Unidos y Venezuela.

    4.-2 La ruptura
    de relaciones con los Países Bajos
    (Holanda):

    Ya desde fines del siglo XIX las relaciones entre
    Venezuela y los Países Bajos presentaba signos de
    deterioro. Esta situación se fue agravando hasta conducir
    a una ruptura a mediados de 1908. Desde 1902 Castro había
    obtenido la promesa formal del gobierno holandés de que no
    se conspiraría contra el gobierno venezolano desde las
    posesiones coloniales de Holanda en las Antillas.

    Venezuela había puesto en vigor, el primero de
    mayo de 1882 un impuesto
    especial, llamado el 30% antillano que consistía en una
    sobretasa adicional del 30% que el gobierno cobraba a todas las
    mercancías procedentes de las Antillas. Este impuesto
    estimulaba el contrabando de mercancías y armas. El
    gobierno venezolano poniendo en práctica el principio de
    las aguas territoriales, procedió en 1907 al embargo del
    buque holandés Estela y en 1908 del Penélope,
    Justitia, Larmita y Mareon. Por su parte el gobierno
    holandés había capturado el bote venezolano Rosita.
    A todos estos incidentes se unieron otros de carácter
    diplomático: el gobierno venezolano procedió a la
    expulsión del ministro residente holandés, Sr. De
    Reus, por considerar ofensiva una carta que este envió el
    9 de abril de 1908 a la Asociación Comercial How en
    Trouw.

    Así mismo el gobierno venezolano protesto el
    saqueo del consulado venezolano en Curazao y el atentado a la
    casa del Cónsul el 25 de julio de 1908. Finalmente,
    considero como conducta
    antivenezolana la actitud del comandante del crucero Gelderland
    al anclar en la Guaira y Puerto Cabello sin la debida
    autorización y sin rendir saludo protocolar a que estaban
    obligados los buques de guerra. Por su parte el gobierno de los
    Países Bajos reclamaba al gobierno venezolano la
    supresión al Exequatur de los funcionarios consulares
    neerlandeses, la captura de los buques ya mencionados, la
    supresión del 30% antillano. En relación a estos
    asuntos no se llegó a ningún acuerdo y en
    consecuencia las relaciones se rompieron el 28 de julio de
    1908.

    4.-3 La ruptura de
    relaciones con Francia:

    Entre el gobierno venezolano y el francés, las
    relaciones eran tensas por las medidas que Castro había
    tomado contra la Compañía Francésa de Cables
    y la Compañía Francésa de Ferrocarriles.
    Como resultado de ello el 16 de septiembre de 1905 se produjo la
    expulsión del Sr. Desire Braun, director de la
    Compañía Francesa de Cables.

    Como era de esperarse, el gobierno francés
    reaccionó y dio instrucciones al encargado de negocios Sr.
    Taigny, para que opusiera mediante una protesta formal al decreto
    del 5 de septiembre y al conjunto de medidas tomadas por el
    gobierno venezolano. La protesta se produjo el 16 de septiembre y
    fue dirigida al general Ibarra, ministro de Relaciones
    Exteriores. El gobierno respondió el 18 del mismo mes con
    una contrapropuesta en la cual acusó a la
    Compañía de actividades subversivas y
    anunció que el gobierno no continuaría tratando el
    asunto con carácter diplomático a menos que
    recibiera explicaciones satisfactorias acordes con las normas
    diplomáticas y buenas relaciones que rigen entre las
    naciones.

    Ante la posibilidad de una ruptura, el gobierno
    francés considero preferible aplazar tal eventualidad y
    recurrió a los buenos oficios de Estados Unidos.
    Intervino, Mr. Russell, Embajador de Estados Unidos en Venezuela.
    El gobierno venezolano se mostró dispuesto a un arreglo
    satisfactorio en relación al caso Taigny, mediando el
    retiro de la protesta por parte del gobierno Francés y de
    la contraprotesta por parte del gobierno venezolano. Sin embargo,
    los acontecimientos tomaron un giro inesperado. El Sr. Taigny
    había sido declarado persona no grata
    y el gobierno venezolano esperaba que lo sustituyera el gobierno
    francés, como era lo usual. En estas circunstancias el Sr.
    Taigny no fue invitado a la recepción oficial que dio la
    nación el primero de enero de 1906, lo cual indignó
    a Francia.

    El 13 de enero de 1906, el embajador de los Estados
    Unidos comunicó al gobierno venezolano la ruptura de las
    relaciones diplomáticas entre Venezuela y Francia. Al
    día siguiente Castro ordeno el cierre de la Oficina de Cables
    de la Guaira y el 18 de enero, el Sr. Rouvier comunicó a
    Maubourguet, encargado de los asuntos de Venezuela en
    Paíis que estaban rotas las relaciones entre ambos
    países.

    En mayo de 1908 se detecto en el país un brote de
    peste y los puertos venezolanos fueron sometidos a cuarentena.
    Sin embargo, el puerto de la Guaira fue declarado libre y en
    estas circunstancias, el buque venezolano Gloria salió del
    país y al llegar a Curazao fue aislado por las autoridades
    holandesas a pesar de la protesta del cónsul venezolano.
    Esta situación originó diversas reclamaciones de
    ambas partes.

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    Partes: 1, 2, 3

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