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Factores psicosociales que inciden en rehabilitación del enfermo cardíaco




Enviado por karinamas



Partes: 1, 2

    1.
    Introducción

    2.
    Aspectos
    Fisiológicos

    3.
    Aspectos
    Psicológicos

    4.
    Caracterización del enfermo
    cardíaco


    6. Características según el
    patrón de
    personalidad

    7. Influencia del
    estrés

    8. Mecanismos para combatir el
    estrés

    9. Concepto de
    autoestima

    10. Temor a la
    muerte

    11. El trabajo y su
    relación con la
    autoestima

    12. Relación de pareja del
    enfermo
    cardíaco

    13. Concepto de
    familia

    14. Concepto de
    Pareja

    15. Principios funcionales de las
    relaciones de
    pareja

    16. Impacto de la enfermedad en el
    sistema familiar

    17. Alteraciones de la respuesta
    emocional

    18.
    Propuestas

    19.
    Bibliografía

    1. Introducción

    Aspectos fisiológicos y Psicológicos del
    Infarto de Miocardio
    La enfermedad cardiovascular constituye la primer causa de
    mortalidad, más del 50% de tales fallecimientos son debido
    a cardiopatías coronarias.

    No es de extrañar que la reacción del
    paciente sea de un miedo sobrecogedor cuando se entera de que su
    corazón
    está lesionado, en especial si la afección impide
    un funcionamiento adecuado.

    2. Aspectos
    Fisiológicos

    El corazón
    constituye la parte impulsora del aparato
    circulatorio, mediante contracciones rítmicas inyecta
    sangre en los
    vasos sanguíneos. El corazón es un órgano
    hueco muscular, cuya posición insitu es asimétrica,
    con su punta dirigida hacia adelante, abajo y alrededor de 60
    grados a la izquierda.

    Está ubicado en un espacio llamado Mediastrino
    Anterior, que es el comprendido entre los dos pulmones, sus
    cuatro cámaras están dispuestas en dos pares
    funcionalmente similares, separadas entre sí por tabiques.
    Cada par está formado por una aurícula de pared
    delgada ( aurícula derecha e izquierda) y un
    ventrículo de pared gruesa ( ventrículo derecho e
    izquierdo). La sangre procedente
    de todo el organismo ( exceptuando el pulmón) rica en
    anhídrido carbónico y pobre en oxígeno (
    sangre venosa) penetra en él a través de la
    aurícula derecha y de aquí pasa al
    ventrículo derecho, abandonando el corazón por la
    llamada arteria pulmonar, de allí se dirige a los pulmones
    donde toma oxígeno y libera anhídrido
    carbónico. Circula por los vasos y finalmente por las
    venas pulmonares llega a desembocar en la aurícula
    izquierda, de aquí la sangre pasa al ventrículo
    izquierdo abandonando el corazón por la arteria aorta. De
    la aorta parten todas las arterias con sangre oxigenada que
    nutren los distintos órganos y tejidos.
    Así descrita la circulación sanguínea
    discurre simultáneamente por dos circuitos
    distintos, denominados mayor y menor. En el primero el bombeo se
    realiza a través del denominado corazón izquierdo,
    mientras que la circulación menor o pulmonar es impulsada
    por el derecho. La circulación de la sangre en ambos
    circuitos
    depende de las contracciones rítmicas del músculo
    cardíaco (miocardio).

    El corazón trabaja a través de dos
    movimientos llamados sístole y diástole.
    Sístole es el momento del ciclo cardíaco durante el
    cuál el corazón se contrae y envía sangre a
    distintos sectores del organismo a través de los
    ventrículos, cámaras destinadas a enviar o eyectar
    sangre que han recibido de las aurículas. Diástole
    es el momento del ciclo cardíaco en que el corazón
    se dilata, es decir recibe sangre. En estos dos momentos o
    movimientos, las válvulas del corazón cumplen un
    papel
    fundamental.

    El infarto cardíaco es una lesión del
    tejido muscular del corazón o miocardio debido a una
    insuficiencia aguda de la irrigación sanguínea,
    causada por una oclusión en las coronarias. La
    región del miocardio que no puede ser irrigada por la
    sangre sufre una carencia de oxígeno ( isquemia) que
    provoca la muerte de
    cada una de las células
    musculares cardíacas ( necrosis) carentes de aporte
    nutritivo. Si una arteria coronaria de grueso calibre se
    obstruye, puede ser destruida una zona tan grande del
    músculo cardíaco que se ocasiona la muerte
    súbita.

    Entre las causas que pueden ocasionar el infarto se
    encuentran las emociones, tales
    como sustos, enfados, miedos, sobre todo en individuos con
    marcada debilidad de su sistema nervioso
    vegetativo, el cual se encuentra al servicio de
    los procesos
    vitales de regulación automática que no dependen de
    la conciencia (ej.
    sensación de hambre y sed).

    3. Aspectos
    Psicológicos

    El inicio súbito de esta enfermedad potencialmente fatal
    plantea una crisis
    importante a un individuo que hasta el momento podía
    parecer completamente sano. De repente, nota síntomas
    tales como debilidad intensa, un dolor opresivo atroz en el
    tórax, pulso rápido, descenso de la presión
    arterial y sudoración profunda. El paciente se da cuenta
    de que algo va francamente mal y siente una necesidad urgente de
    ayuda. Todas las facetas de la vida quedan interrumpidas sin
    aviso previo y todas las energías y pensamientos del
    individuo se concentran el proceso de
    supervivencia.

    Padecer una cardiopatía coronaria comporta un
    cambio radical
    en la rutina cotidiana del individuo. De forma súbita una
    persona sana e
    independiente pasa a ser desvalida e independiente.

    Hasta aquí se muestra el
    proceso
    físico de la enfermedad, pero se debe advertir que
    ningún enfoque es completo si no se incluyen los aspectos
    psíquicos del enfermo. El hombre es
    una unidad bio- psico- socio- espiritual. Ésta es una idea
    aceptada plenamente en la actualidad, sin embargo no siempre fue
    así. Durante mucho tiempo se
    pensó al hombre
    dividido en dos partes bien definidas: cuerpo y mente.
    Sólo con los avances científicos de nuestra
    época se puede comprender que el ser humano no está
    literalmente partido en dos, sino que muy por el contrario,
    constituye una unidad en la que todos sus elementos
    interactúan y se manifiestan en cada una de sus
    conductas.

    La ciencia
    muestra que no
    puede continuar el estudio disociativo de su cuerpo, sino que
    éste es un todo y por ende se exalta la importancia de la
    íntima relación psicosocial y el funcionamiento
    biológico.

    La concepción psicosomática de la medicina incluye
    factores psicológicos y sociales en la comprensión
    del enfermar y de la salud. Constituye un intento
    para superar los enfoques parcializantes del ser humano dados por
    la separación mente- cuerpo en el modelo bio-
    médico y arribar a una concepción de la
    intrínseca unidad de la persona. La
    palabra psicosomática manifiesta intención
    integradora.

    A través de una aproximación
    holística, se abarcan todos los aspectos constitutivos del
    ser humano ( biológicos, psíquicos y culturales).
    Toda enfermedad llamada orgánica es comprendida de alguna
    manera también como psíquica.

    El acto médico ya no es separado de la
    consideración acerca de quien sufre el estado
    morboso y cuál es el sentido que adquiere en su
    vida.

    La vivencia de una emoción, de una
    disposición de ánimo en determinada encrucijada
    vital de un sujeto es al mismo tiempo, en
    inseparable unidad, un acontecimiento somático. La
    función somática y la vivencia son dos aspectos de
    un mismo proceso estimulatorio. Esta participación de la
    función somática difiere de persona a persona
    frente a iguales situaciones conflictivas ambientales.

    La personalidad
    humana es el resultado de la
    organización progresiva de múltiples y
    complejas interacciones hereditarias, ambientales,
    biológicas, psicológicas y socioculturales. En
    cualquier momento de su acontecer biográfico hay
    permanentes interacciones psicosomáticas entre todos sus
    niveles de organización.

    El hecho comprobable de la emocionalidad propia del
    hombre no
    puede explicar por si misma la patología
    psicosomática. Es normal que una persona presente cambios
    emocionales moderados en su estado de
    ánimo frente a las eventualidades de la vida. Tales
    estados traen aparejados pequeños trastornos funcionales
    somáticos pasajeros frente a inevitables duelos,
    pérdidas, éxitos y fracasos.

    Estas situaciones de desorganización pasajera no
    constituyen aun una enfermedad. Si los trastornos funcionales
    somáticos tienden a reproducirse y organizarse en forma
    estable frente a estímulos habituales, cotidianos,
    demuestran incapacidad del individuo para enfrentar sus conflictos.

    La actividad psíquica que elabora la
    situación conflictiva, resolviéndola incluso cuando
    no hay una salida en la realidad, es la característica humana más importante
    de la madurez organizativa de la
    personalidad. Es a través de su funcionamiento eficaz
    que preserva el normal funcionamiento homeostático
    corporal.

    Cuando esa capacidad mental es insuficiente para
    resolver sus conflictos con
    la sola elaboración psíquica, se producen diversos
    niveles de desorganización y cambios funcionales
    regresivos que pueden ser pasajeros o progresivos, reversibles o
    no.

    La expresión somática es una posibilidad
    más, entre las numerosas formas de presentación de
    la desorganización patológica del individuo, cuando
    no alcanza a resolver sus conflictos por medio de la
    elaboración mental.

    Sifneos en 1972 acuña el término
    alexithymia ( A: privado, falta. Lexis: lenguaje,
    palabras Thymos: emoción) refiriéndose a un
    trastorno especifico de la función psíquica que
    afecta la capacidad de verbalizar y expresar afectos, tanto como
    la elaboración de fantasías.

    Este disturbio cognitivo- afectivo resulta en una
    limitación en la
    comunicación afectiva. Descripto en pacientes
    psicosomáticos sería una condición
    predisponente para el enfermar psicosomático que puede
    encontrarse también en personas que no presentan estas
    enfermedades,
    pero que, ante situaciones conflictivas, tienden a reaccionar con
    desórdenes somáticos.

    Los vínculos con la realidad de estos sujetos son
    limitados, estereotipados y dependientes.

    Con un mundo interno pobre, se caracterizan por estar
    volcados a la acción como defensa para mantenerse
    relacionadas con los afectos externos y sostener su frágil
    y dependiente equilibrio de
    gratificaciones.

    Viven aferrados a las cosas y a las situaciones
    concretas en conductas que muchas veces escapan a la
    simbolización. El lenguaje
    del sujeto también queda a nivel de la acción,
    apegado estrechamente a la materialidad de los hechos y al uso de
    las cosas. Sus capacidades asociativas son pobres, puesto que son
    incapaces de atribuir a las personas o a los objetos otras
    cualidades que no sean las que derivan de datos puramente
    descriptivos, fruto de la percepción
    directa, impersonal.

    El infarto de miocardio es el evento más
    traumático en el curso de la enfermedad cardiovascular y
    sus concomitantes psicológicos están siempre
    presentes cuando el paciente llega a la unidad
    coronaria.

    Las reacciones psicológicas al infarto de
    miocardio pueden ser variadas, resultantes del temor a la muerte y a
    la pérdida de confianza en sí mismo. Estas
    reacciones oscilan de moderadas a exageradas y pueden conducir a
    un proceso patológico de inadaptación.

    La negación es un mecanismo defensivo para
    enfrentar la angustia de una enfermedad aguda que puede amenazar
    la vida. Muchos de los llamados infartos de miocardio sin dolor
    pueden representar negación o interpretación
    errónea voluntaria del significado de los síntomas
    de dolor en el pecho. Sin embargo, un nivel adecuado de
    negación puede resultar beneficioso para el
    pronóstico al reducir el nivel de ansiedad y hacer
    más favorable el curso clínico de la enfermedad, ya
    que el estado de
    ansiedad produce una mayor secreción de
    catecolaminas.

    Otro signo visible del mecanismo de negación es
    la tardanza para entrar al hospital. Los pacientes que demoran su
    entrada al centro médico tienen tendencia a negar la
    importancia de sus síntomas, aun cuando experimenten
    dolores agudos y sepan que están relacionados con un
    problema al corazón. En ocasiones, los pacientes demoran
    en solicitar asistencia o se automedican

    Luego de varios días en la unidad coronaria, la
    mayoría de los pacientes comienzan a mostrar
    señales de preocupación. Se dan cuenta de que algo
    les ocurre y de las consecuencias potencialmente graves – o
    incluso fatales- de haber sufrido un infarto de miocardio. Les
    preocupa la posibilidad de no poder
    funcionar en su trabajo, o como maridos, o padres. Comienza
    aquí un proceso de duelo por el rol y las actividades que
    antes se ejercían y que ahora deberán
    cambiar.

    Uno de los mayores temores que se puede observar en los
    casos estudiados, es el temor a la muerte. El
    episodio de la enfermedad es un signo que indica que el sujeto
    comienza a declinar en su esfera física.

    Se produce una sensación de acercamiento a su
    propia muerte y emociones
    diversas. Los datos acerca de
    este tema se recaban de manera indirecta, ya que se considera
    movilizante para el paciente hablar sobre el mismo. Se
    expondrá la teoría
    y conclusiones acerca del mismo en el capítulo referente a
    la autoestima

    El objetivo
    general de este trabajo de investigación es determinar los factores
    psicosociales que inciden en la rehabilitación del enfermo
    cardíaco. Para alcanzarlo, se indaga sobre los siguientes
    aspectos: la relación con su pareja, la conexión
    con la autoestima, la
    incidencia del estrés y
    se caracteriza también la
    personalidad de algunos enfermos cardíacos.

    4. Caracterización del enfermo
    cardíaco
    A fines de la década del ‘50
    en los Estados Unidos
    desde corrientes afines a la egopsychology y la
    psiquiatría, basándose en la hipótesis de que algunos rasgos de personalidad
    parecen asociarse en mayor medida a la aparición de
    coronariopatías, atribuyen a los pacientes afectados de
    enfermedad coronaria un tipo de personalidad o conducta
    denominada Tipo "A " en contraposición a los patrones de
    conducta tipos B
    y C.

    El trabajo más amplio sobre los aspectos
    psíquicos de la enfermedad coronaria lo desarrolla el
    cardiólogo M. Friedman y su equipo, consultado en
    reiteradas oportunidades por especialistas en el tema.

    5. Carácter y
    Personalidad

    La diferencia entre carácter y personalidad radica en que
    : la personalidad es la totalidad, el "sistema
    estructural" de las disposiciones e inclinaciones de un hombre.
    La personalidad psicológica presume la persona
    metafísica, entendida como individualidad, indicando su
    carácter separado y único. Según Allport la
    Personalidad es la
    organización dinámica dentro del individuo de aquellos
    sistemas
    psicofísicos que determinan sus ajustes únicos a su
    ambiente.

    Se considera con el término carácter a la
    perseverancia de las posiciones, ideas, acciones del
    ser humano en todas sus relaciones vitales. Hay que diferenciar
    entre rasgos de conducta y rasgos de carácter. Los
    primeros son observables y no siempre responden al
    carácter que es permanente.

    S. Freud sostiene la
    cualidad dinámica del carácter cuya estructura
    representa una forma particular, en le cual la energía
    está encauzada en el proceso de vivir. Freud cree que el
    impulso sexual es la fuente de energía del carácter
    e interpreta la naturaleza
    dinámica del carácter como una organización de la libido.

    Fromm considera que en el proceso de la vida el hombre se
    relaciona con el mundo

    A) adquiriendo y asimilando objetos

    B) relacionándose con otras personas y consigo
    mismo…

    Estas orientaciones, por las cuales uno se relaciona con
    el mundo, constituyen la médula del carácter. Puede
    definirse al carácter como la forma ( relativamente
    permanente) en la que la energía humana es canalizada en
    los procesos de
    asimilación y socialización. Los hábitos y
    opiniones más profundamente arraigados nacen de su
    estructura
    caracterológica, expresan la forma particular aunque la
    energía sea canalizada en la estructura del
    carácter.

    Rohracher entiende por carácter la peculiaridad
    general anímico- espiritual del hombre y por personalidad
    la que se forma en el desarrollo.

    Friedman describe un carácter, la personalidad es
    mucho más que el carácter, aunque lo
    contiene.

    El carácter de un sujeto se constituye a partir
    de una organización primitiva de los instintos, realizada
    en una etapa determinada en el desarrollo
    evolutivo. La personalidad en cambio, se
    forma a través de los vínculos más tempranos
    establecidos por el sujeto, su historia y la de su ser en
    sociedad, la
    carga genética y
    el carácter. Éste puede ser común a
    distintos tipos de personalidad.

    La descripción de Friedman se corresponde con los
    rasgos más destacados de lo que se da en llamar
    carácter anal. En la caracterología
    psicoanalítica se denomina carácter anal a la
    fijación del individuo en la época anal de su
    evolución sexual. Esta fijación se
    muestra en la primera infancia por
    síntomas tales como dificultad para acostumbrarse al aseo
    o sobrevalorar el hecho de estar limpio y retención de
    materias fecales. Todas estas maquinaciones tienen un fin
    erótico, considerando el ano como zona erógena.
    Estas costumbres se transforman en rasgos de carácter . En
    general se unen tres cualidades en él: la economía, la
    obstinación y la obsesión del orden. Según
    Freud, estas cualidades son sublimaciones del erotismo fijado a
    la zona anal: así la retención de los excrementos
    se sublima en economía y el
    ensuciarse en la prolijidad y el aseo exagerado.

    6. Características según el
    patrón de personalidad

    Se comienza con el patrón de conducta tipo B, el
    que corresponde a sujetos de naturaleza poco
    combativa, proclives a instalarse en situaciones de
    subordinación y a aceptar ésta de forma tranquila,
    suelen tender a gordos, son de naturaleza extremadamente
    tranquilos y de aspecto bonachón.

    El patrón de conducta tipo C tiene una mayor
    probabilidad
    de presentar enfermedades
    neoplásticas y un peor pronóstico en la evolución de algunos cánceres.
    Está configurado por los siguientes elementos: estilo
    verbal pasivo, blando y cooperativo, actitud de
    resignación y sumisión, bloqueo o contención
    afectiva de las emociones, no asertividad y
    supresión de las manifestaciones hostiles. Los sujetos C
    son personas conformistas, sufrientes y preocupadas por los
    demás, dependen emocionalmente de la aceptación de
    otros y acostumbran presentar de forma clínicamente
    enmascarada estados de ansiedad y depresión.

    El individuo con personalidad tipo A, que es el que en
    esta investigación más interesa. Es
    competitivo y se preocupa si se atrasa en su trabajo, se irrita
    cuando debe esperar, es ambicioso en exceso y hace lo posible
    para adquirir cosas consideradas como símbolos de
    éxito en nuestra cultura, por
    ejemplo un buen auto o una linda casa. Hay incapacidad de delegar
    responsabilidades, racionalizar emociones, busca constantemente
    el éxito profesional o social y se angustia en tiempos de
    ocio.

    El padrón de conducta tipo A, se caracteriza por
    un profundo sentido de impaciencia o urgencia en el tiempo, que
    lo obliga a involucrarse en más actividades las que puede
    abarcar y a un alto grado de empeño en la
    ejecución, siendo perfeccionista e intolerante, lo
    cuál a menudo lo lleva a la hostilidad. Intenta controlar
    el ambiente, el
    cuál es percibido como hostil y amenazante.

    En las últimas décadas este tipo de
    carácter se impone como otro de los factores de riesgo de
    enfermedad coronaria, junto con el trabajo y
    la hipertensión.

    Diversos estudios demuestran que los hombres con
    patrón tipo A tienden a presentar altas concentraciones
    plasmáticas de triglicéridos y colesterol y un
    aumento en las secreciones diurnas de noradrenalina.

    Los sujetos tipo A tienen imposibilidad de manejar un
    orden generalizado. Es la incapacidad para representarse en el
    pensamiento en
    forma generalizada una realidad ausente o distante. Necesitan
    entrar en contacto directo con las personas o las cosas, ya que
    no puede hacerlo a través de representaciones. Por
    ejemplo, un empresario que toma vacaciones y está
    constantemente en contacto telefónico con quien deja al
    mando de su empresa. No puede
    pensar en su empresa a la
    distancia y verla panorámicamente. No aprovecha sus ratos
    libres para imaginar cambios en su empresa o nuevas estrategias.
    Sólo puede verla cuando el sujeto está
    físicamente próxima.

    Los sujetos del patrón tipo A sufren de angustia
    frente a la sospecha de que un desastre lo tome desprevenido. No
    recibe información de la representación de
    objeto dentro suyo. En vez de presentimientos específicos
    lo invade una vivencia de peligro indiscriminada. No tiene la
    posibilidad de sentir de acuerdo a las señales que
    envía una realidad interiorizada. Sólo el control
    físico directo con el objeto externo le brinda una
    precaria tranquilidad.

    El modo con que trabaja la mayoría de los
    pacientes coronarios está regido casi exclusivamente por
    la búsqueda del logro personal. Las
    realizaciones sólo importan en la medida en que quede
    claro que es el sujeto quien lo consigue. Resulta difícil
    detectar la otra vertiente de la actividad, que consiste en
    desarrollar el
    conocimiento, comprender, aproximarse a lo verdadero. Es una
    inteligencia
    subjetiva que transforma toda actividad en algo personal, que
    debe ser tomada a pecho.

    Los sujetos que se encuentran fuera de este
    patrón de conducta pueden reconstruir conceptualmente
    todos los pasos de su tarea y localizar el error. Pero es notable
    la dificultad que tienen los sujetos Tipo A para sacar
    conclusiones conceptuales de los aciertos o fracasos. Frente a un
    resultado determinado la idea que prevalece es Yo lo hice bien o
    Yo lo hice mal.

    Cada objetivo no
    conseguido, por insignificante e inmediato que sea, es vivido
    como un fuerte fracaso personal, cuestionándolo al sujeto
    en su totalidad. Este fracaso es seguido por uno de los
    siguientes caminos:

    a) El sujeto consigue mantener de manera precaria el
    ideal que tiene de si mismo, culpando a otras personas o
    situaciones, su discurso se
    carga de aclaraciones y justificaciones y su actividad motora se
    redobla en un vano y ciego intento de compensar el
    desacierto

    b) El ideal del sujeto no puede ser mantenido y colapsa,
    formando parte de los factores desencadenantes del
    infarto.

    Este tipo de sujeto es incapaz de pedir ayuda, intenta
    todo el tiempo realizar las cosas solo, sin consejos ni en
    compañía de nadie. Frente al ofrecimiento de ayuda
    por parte de otros puede reaccionar rechazando esa ayuda o si la
    acepta luego no reconoce a quien se la brindó. Intenta
    tener todo el mérito sin querer compartirlo con nadie.
    Pareciera ser que la ayuda empaña el logro personal, no
    deja absolutamente claro quien consiguió el
    objetivo.

    Su ideación se encuentra sujeta a la
    acción. El curso ideatorio se vincula a la acción
    inmediata, las asociaciones de ideas son imágenes
    secuenciadas de un acto inmediato en el tiempo. Resulta
    extremadamente difícil el pensamiento
    libre, en el que la asociación de ideas no está
    vinculada a la acción inmediata. Las asociaciones remiten
    a objetos distantes en el tiempo y en el espacio, permiten
    elaborar afectos, deseos y expresan por medio de la
    función simbólica, con mayor o menor
    distorsión los aspectos conflictivos que están en
    lucha en el interior del sujeto.

    La persona normal concibe una acción, aun
    inmediata, independizándola de la secuencia temporal de
    cada uno de los pasos. Es decir, piensa la acción en forma
    global. Posee el concepto de
    acción.

    Los afectos provocados por las diferentes circunstancias
    de la vida, siempre se manifiestan en el cuerpo ( el rubor de la
    vergüenza, la taquicardia del miedo, etc.). En los sujetos
    normales estos afectos descargan en las representaciones
    psíquicas ( el llanto como manifestación de
    tristeza, descarga sobre los recuerdos, etc.)

    Los afectos en el paciente coronario, carentes de
    verdaderas representaciones, son descargados con
    predilección sobre la musculatura esquelética. Es
    así que la acción motora constante es una de sus
    características. El paciente coronario busca acciones que
    justifiquen la continuidad de su actividad motora.

    Cuando el sujeto no consigue mantener el ideal que posee
    de sí mismo ante un fracaso, el colapso que sobreviene
    provoca un afecto de tal magnitud que la actividad motora ya no
    puede dar cuenta de su descarga. No realiza una
    interpretación correcta de los estímulos que
    provienen del cuerpo. El dolor cardíaco puede ser
    atribuido a factores externos (por ejemplo culpar al clima). No
    percibe la fatiga y no solicita ayuda a tiempo. El motivo
    más frecuente por el que concurre a la asistencia
    médica, es la interrupción de actividad motora, la
    pérdida de la capacidad física.

    El sujeto patrón tipo A tiene dificultad para
    nominar los sentimientos, para describir su estado, este
    paciente utilizan términos que aluden al cuerpo, a
    fenómenos de naturaleza física, sólo puede
    expresarse así. No menciona términos como
    alegría,tristeza. Si tuvo una experiencia
    terapéutica previa puede utilizar ;palabras
    prestadas.

    El sujeto que corresponde al patrón tipo A se
    adhiere físicamente al lugar de trabajo, que configura un
    espacio físico en el cuál el paciente se supone en
    una posición central (sea cual fuere el cargo que ocupe).
    Domina en ese limitado ámbito las distancias existentes
    con las personas y objetos que los rodean, , los desplazamientos
    posibles en ese contexto reducido, los tiempos que duran los
    trayectos entre uno y otro punto.

    A falta de representaciones internas, resulta
    imprescindible un sistema externo,
    lo más constante posible y en donde las distancias
    témporo- espaciales sean lo suficientemente cortas para
    facilitar el control directo
    de las personas y objetos. El cambio del lugar de trabajo, aun
    cuando éste signifique un progreso, provoca sufrimiento y
    este sufrimiento se produce fundamentalmente por la
    pérdida de referencias témporo- espaciales
    externas.

    Otra característica de la personalidad de este
    tipo de paciente, es que vive condicionado por una
    compulsión a no gastar dinero. Sus
    elecciones se orientan indefectiblemente a las opciones
    más baratas, independiente de cuál sea su
    condición socio- económica. Ahorra en
    intermediarios y gestores. En las pocas ocasiones que realiza
    regalos, lo hace obsequiando algo para la casa o algo que
    necesite.

    Junto con la avaricia interviene en esta
    situación la falta de capacidad simbólica y el
    déficit de inventiva, puesto que si sólo se tratase
    de avaricia, podría apelarse, a través de la
    creatividad a
    un presente barato pero significativo El sujeto que corresponde
    al patrón tipo A posee una normativa literal y
    esquemática. Las normas intentan
    ser cumplidas por el paciente en forma literal, en ocasiones
    abstraídas del contexto en que deben ser aplicadas. No
    tiene una verdadera organización normativa interna. Las
    normas parecen
    actuar sobre ésta persona directamente desde la sociedad, son
    concebidas con rigidez, no están modulados.

    El fenómeno se verifica también analizando
    la forma en que este tipo de pacientes escucha: su
    atención no está dirigida esencialmente a
    comprender qué es lo que se le está diciendo, sino
    que escucha para saber si es aprobado o criticado por quien les
    habla.

    Por lo general, el desencadenante del infarto es una
    falla en la concreción de un objetivo inmediato, que de
    acuerdo a lo descripto sobre la personalidad coronaria, lo afecta
    personalmente, colapsando el ideal que tiene de sí
    mismo.

    Este incidente suele estar precedido de un
    período de hasta un año, en el que el descenso
    social, económico, una quiebra, un
    despido, un abandono, va tornando cada vez más dificultosa
    la tarea de sostener la imagen ideal que
    la persona tiene de sí misma.

    A este período se le denomina Zona infartante y
    tiene gran importancia detectarlo a la hora de realizar una
    apreciación predictiva, sobre un próximo evento
    coronario.

    El propio infarto, lejos de sumir al paciente en una
    crisis o en
    una revisión autocrítica de su vida, es vivido como
    otro fracaso, como una falla.El valor
    práctico de esta descripción es aumentar la
    especificidad del diagnóstico de personalidad y de
    allí a eficacia en la
    prevención y diagnóstico de
    coronariopatías.

    7. Influencia del
    estrés

    Conceptualización

    Una primera definición nos indica que el estrés es
    la respuesta del organismo a una demanda real o
    imaginaria, es todo aquello que nos obliga a un
    cambio.

    La definición dada por Hans Selye afirma que el
    estrés es un programa de
    acomodación de la persona a situaciones nuevas, sus
    respuestas no específicas y estereotipadas a todos los
    estímulos que transforman el equilibrio
    personal.

    Es la circunstancia que acompaña la
    frustración y el conflicto.
    Este síndrome se desarrolla en tres fases:

    Fase de Alarma: caracterizada por la movilización
    de recursos
    defensivos. Si el agente estresante es tan intenso que la
    exposición continuada a él resulta incompatible con
    la vida, el sujeto muere en pocas horas o días. Si
    sobrevive, esta respuesta es seguida de un estadio de resistencia,
    durante el cuál los síntomas disminuyen.

    Fase de Resistencia:
    caracterizado por la plena adaptación al agente
    estresante. Los síntomas mejoran o desaparecen. Si la
    exposición al estímulo estresante prosigue, la
    adaptación que se había adquirido se pierde y el
    sujeto entra en el tercer estadio.

    Fase de Agotamiento: los síntomas reaparecen y si
    el estrés no disminuye se produce la muerte.

    Las modificaciones en el funcionamiento del sistema
    cardiovascular están habitualmente asociadas con cambios
    emocionales. El miedo, la ansiedad, la cólera, la euforia
    o la excitación, van acompañados de variaciones en
    la frecuencia, el ritmo, la sangre impulsada y el volumen
    cardíaco, la presión arterial y otros
    índices de la función cardiovascular.

    Estas respuestas afectivas y fisiológicas pueden
    ser provocadas por estímulos procedentes del entorno del
    sujeto, sobre todo de los que son interpretados subjetivamente
    por la persona como amenazadores o beneficiosos para
    ella.

    El significado consciente e inconsciente de un
    acontecimiento o situación es una crucial variable que
    interviene tanto en la calidad como en
    la intensidad de la experiencia afectiva y sus concomitancias
    cardiovasculares.

    Una excitación intensa o sostenida puede provocar
    una disfunción cardiovascular. Los factores
    psicológicos contribuyen directa o indirectamente a la
    patología cardiovascular e influyen en la gravedad de los
    síntomas, su evolución e inicio.

    Las situaciones y los acontecimientos vitales que exigen
    demandas adaptativas a la persona y que por tanto se calificaban
    con el nombre de estrés psicológico, son
    consideradas a menudo como potenciales codeterminantes de la
    patología cardiovascular.

    La incidencia de enfermedades coronarias se atribuye al
    cambio de estilo de vida y a factores socioculturales y
    económicos. Desde hace tiempo, los cardiólogos
    observan una relación sospechosa entre situaciones de
    exigencia psicológica y física con problemas en
    las arterias coronarias. El estrés, a través de sus
    respuestas ante diversas situaciones, es un factor de riesgo por si
    mismo, siendo a su vez generador de otros factores de riesgo que
    incrementan la posibilidad de padecer afecciones
    cardiovasculares.

    Las situaciones estresantes, llamadas estresores, que
    pueden causar el cambio o adaptación son de un espectro
    enorme. Desde el enojo transitorio a sentirse amenazado de
    muerte. Desde la frustración o la angustia al temor que
    nunca cede. A veces la causa difiere enormemente, un divorcio es
    usualmente estresante, pero una boda también puede
    serlo.

    La influencia del estrés en el enfermo
    cardíaco se da de la siguiente manera: el
    hipotálamo envía las preocupaciones a la
    glándula pituitaria, ésta libera una hormona del
    estrés, la adrenocorticotrofina, que estimula a otra
    glándula ( adrenal) para que libere epinefrina. La
    epinefrina a través de un complejo proceso, contrae
    rápidamente las arterias, desencadenando el
    infarto.

    El estrés tiene dos caras: una negativa llamado
    distres y otra provocada por hechos positivos llamado
    eustrés. Este último refleja una actitud
    positiva que ayuda a enfrentar desafíos o amenazas como un
    hecho automático y esencial de la vida. Tanto el
    estrés positivo como el negativo comparten las mismas
    reacciones, pero en el caso del negativo, estas respuestas quedan
    detenidas en la posición de funcionar permanentemente.
    Esta sobrecarga es el elemento que hace que el estrés sea
    peligroso.

    Cierta cantidad de estrés es necesaria para
    romper con la rutina de la vida y hacerla más interesante,
    la pregunta clave es cuál es la cantidad
    adecuada.

    El cuerpo reacciona ante el estrés por ajustes y
    adaptaciones de cambios en la fisiología del cuerpo, se describen dos
    tipos de respuesta al estrés:

    * Aguda

    * Crónica

    La respuesta aguda, descripta en 1935. Canon la
    llamó Reacción de lucha o huida. Se manifiesta
    cuando el individuo enfrenta un peligro grave, inminente. En esta
    circunstancia, el cerebro del
    sujeto inmediatamente envía un mensaje bioquímico
    (neurotransmisor) que provoca la liberación de
    catecolaminas: hormonas tales
    como la adrenalina y la noradrenalina, para dar la señal
    de alarma al sujeto. Estas catecolaminas provocan la descarga
    inmediata de grasa y azúcares que vuelcan inmediatamente
    en su sangre para proveerle una rápida inyección de
    energía. Aumenta su respiración anticipándose al aumento
    del requerimiento de oxígeno y para el transporte de
    ese oxígeno extra se incrementa su presión arterial
    y frecuencia cardíaca.

    Cuando pasa el peligro, el organismo vuelve a la
    normalidad paulatinamente. La respuesta aguda es una
    reacción natural y necesaria del organismo y que permite
    la supervivencia. Esta reacción se repite varias veces al
    día, cuando, por ejemplo se producen disgustos en el trabajo,
    discusiones con el jefe o con la esposa. y se vuelve
    autodestructiva. La respuesta crónica al estrés,
    también llamada estado de vigilancia, es estudiada por
    Selye en la década del 40. Se da cuando el sujeto
    está en permanente estado de alerta, ciertas ocupaciones o
    modos de vida producen una constante tensión
    psíquica. Puede producirse en forma temporaria, en
    ocupaciones con frecuentes exigencias temporales o como forma de
    vida.

    La influencia del estres en el
    organismo, se percibe a través de las emociones. La
    palabra emoción, deriva de la latina emovere, que
    significa remover o agitar. La emoción depende de la
    conciencia que
    tiene el organismo de la importancia de una situación y de
    esta manera interviene en los procesos cognitivos de percepción
    y pensamientos.

    Holmes indica que algunos padecen enfermedades
    psicosomáticas y otros no, aludiendo, que se debe a
    mantener constante un elevado grado de tensión; lo que
    puede radicar en el fracaso del individuo para reaccionar con
    agresividad en el momento mismo de verse frustrado. Los
    individuos incapaces de reaccionar agresivamente cuando se ven
    frustrados, presentan un alto grado de tensión
    interna.

    El diagrama de la
    figura 4.4 muestra la secuencia desde evento estresante hasta su
    conclusión en la enfermedad cardíaca

    – Figura Secuencia del evento estresante hasta la
    enfermedad cardíaca

    El organismo responde al peligro constante mediante una
    estimulación de la neurohipófisis, glándula
    situada en el cráneo, debajo del encéfalo, que
    segrega cortisol. Esta sustancia, además de actuar en
    forma directa sobre el organismo, estimula la secreción de
    otras sustancias llamadas corticoides, que se producen en la
    parte cortical de las glándulas suprarrenales ubicadas por
    encima de los riñones. Los corticoides y las catecolaminas
    incrementan la presión arterial, aceleración del
    ritmo cardíaco, aumento de la coagulación del a
    sangre y del colesterol sanguíneo y otras reacciones que,
    acumuladas, favorecen la producción de infartos.

    El común denominador de los sujetos que padecen
    infartos es un desajuste entre sus expectativas y la realidad que
    les ofrece el mundo en que viven. Otra definición de
    estrés que se ajusta es la inadecuación entre las
    expectativas y la realidad. Se sabe que no poder
    adaptarse a la realidad de la vida ocasiona en algunos tristeza,
    angustia y hostilidad a nivel psicológico, en otros,
    desesperanza.

    El cuerpo reacciona ante estos estados con mecanismos
    que, al principio, constituyen una adaptación pero que
    ante la reiteración de la situación y la
    frustración de no poder contrarrestarla se transforma en
    cuadros de enfermedad orgánica.

    El infarto de miocardio tiene significado para el
    paciente, que le provoca ansiedad y aumenta el nivel de
    estrés. Las respuestas psicológicas no sólo
    agravan la disfunción y los síntomas
    cardiovasculares, dan lugar también a estrategias
    desadaptativas manifiestas bajo la forma de alteraciones
    psíquicas, trastornos conductuales o trastornos
    médicos, asociados a una invalidez psicogénica que
    connota sentimientos de incapacidad y rechazo de los papeles
    sociales ( laborales, familiares y sexuales) a causa de las
    limitaciones objetivas impuestas por la enfermedad y las
    recomendaciones del médico.

    El rico significado simbólico del corazón
    facilita el aumento de los temores, puede ser usado para expresar
    y comunicar conflictos psicológicos y estrés, este
    proceso está facilitado por la percepción de
    síntomas relacionados con la función
    cardiovascular.

    La alarmante incidencia de enfermedades coronarias puede
    atribuirse al cambio en el estilo de vida y a los factores
    socioculturales y económicos. Se sospecha que las variables
    psicológicas pueden ser factores de riesgo con capacidad
    para incrementar el desarrollo prematuro de la enfermedad
    coronaria y de sus manifestaciones clínicas.

    Las personas obstaculizadas o frustradas en su lucha por
    conflictos y fracasos en las áreas interpersonales u
    ocupacionales, pueden sentirse descontentas y recurrir, por
    ejemplo, al consumo
    excesivo de cigarrillos, aumentando así sus posibilidades
    de coronariopatías, ya que la nicotina y el
    monóxido de carbono forman
    un dúo mortal.

    La nicotina es una sustancia alcaloide soluble que
    produce adicción y llega a doblar, triplicar o
    cuadriplicar la cantidad de adrenalina circulante en la
    sangre.

    El monóxido de carbono afecta
    el transporte
    máximo de oxígeno realizado por el componente de la
    sangre llamado hemoglobina. En condiciones de estrés el
    mayor consumo y el
    menor transporte de oxígeno traen severas perturbaciones
    fisiológicas.

    Todos los factores psico- fisiológicos
    mencionados a través de la respuesta exagerada de la
    fisiología del aparato cardiovascular
    están involucrados en el desarrollo o aparición de
    problemas
    cardíacos, entre ellos el infarto de miocardio.

    La relación estrés mental- reactividad-
    alteración cardiovascular cuenta actualmente con nuevas y
    poderosas pruebas, y se
    plantea la pregunta: ¿ Cómo se puede controlar el
    estrés, la reactividad y sus consecuencias? Una cuota
    moderada de tensión en la vida es necesaria y deseable,
    pues sin ella el hombre no tendría empuje ni
    iniciativas

    Partes: 1, 2

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