Indice
1.
Perspectivas
2. Horizonte
Metodológico
3. Elementos de
analisís
4. Implicaciones y
proyecciones
5.
Conclusiones
6.
Bibliografia
Estado de la Cuestión
El camino de la eclesiología actual ha ido
presentando, en América
Latina, la figura de Jesucristo como la manifestación
del misterio salvífico de Dios. En otras palabras, es
preciso decir, que el Nuevo Testamento y su Buena Nueva es la
base para el estudio de la realidad. Así lo manifiestan
los siguientes textos bíblicos: "Bajo sus pies
sometió todas las cosas y le constituyó Cabeza
suprema de la Iglesia, que es su Cuerpo, la Plenitud del que lo
llena todo en todo (Ef. 1,22)"; "porque el marido es cabeza de
la mujer, como
Cristo es Cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo (5,23)";
"Él es también las Cabeza del Cuerpo, de la
Iglesia: Él es el principio, el Primogénito de
entre los pueblos, para que sea él el primero en todo (Col
1,18)". Y la Iglesia como heredera y partícipe de este
Mensaje debe estar inmersa, cada día más, en la
problemática que se presenta en su entorno.
Es así como la Iglesia Latinoamericana a partir
de la recopilación de experiencias propias, en el anuncio
y denuncio de situaciones injustas, en asumir lo acordado en el
Concilio Vaticano II, Medellín, Puebla, Santo Domingo, se
ha ido involucrando con realidades cada vez más complejas
como es el caso de los desplazados, los migrantes los más
pobres dentro de la problemática propia de cada uno de los
países. "El llamado a la libertad
implica que el ser humano sea más. Esto es precisamente lo
que le niegan la explotación, la opresión y la
humillación. Lo más contrario al plan liberador de
Dios es la deshumanización de los oprimidos".
La Iglesia en su desarrollo
histórico afirma que su vida no sólo se convierte
en Misterio e Institución, sino también forma
comunidad en
íntima unión con Cristo y comunica los valores
dados desde la Palabra para el desarrollo de su misión y
vocación como mandato para construir justicia,
servicio y
fraternidad. "Pero el actuar sacramentalmente en todos los
momentos de la historia es fruto del
Espíritu, del Espíritu de Cristo, ya desde el
comienzo. Porque la experiencia de Pentecostés clarifica
la experiencia anterior de los apóstoles e inicia algo
nuevo, que llamamos Iglesia".
La Iglesia comprometida con la realidad, en su diario
acontecer, va aglutinando una comunidad de hermanos que cada
día crece con la fuerza del
amor y del
compromiso hacia los más despojados, olvidados y sufridos;
misión que realiza con el anuncio salvífico de Dios
por medio de su Hijo. El cual anuncia el Reino de su Padre signo
de vida y ese Reino no debe ser lo contrario: "El Reino de Dios
no está allí donde hay poder,
prestigio y gloria; aunque sea el poder, el prestigio y la gloria
de la Iglesia de sus instituciones
y de sus jerarquías. El Reino está allí
donde hay gozo para los pobres y en los que luchan y mueren por
los derechos de los
pobres" .
Este anuncio pleno del Reino de Dios como proyecto de
Jesús para la comunidad descubre su intención
verdadera para la vida de ésta y como iniciativa de Dios:
" Para el proyecto de Jesús, la utopía
llegará a su plenitud, pero más allá de las
fronteras de la historia. Es así, no hay que quedarse
pasivos mientras tanto: la utopía del Reino de Dios, no
está en discontinuidad con esa misma historia empecatada:
ésta tiene dentro de su seno el propio Reino de
Dios".
Esa convivencia de hermanos, es posible gracias a
presencia de Dios Padre y a la Palabra dejada por Jesús en
donde hace una invitación muy clara y precisa, así:
"vosotros, en cambio, no os
dejéis llamar Rabí, porque uno solo es vuestro
Maestro; y vosotros sois todos hermanos (Mt 23, 8)". Este llamado
es uno de los pasos principales para que la Iglesia se encamine
hacia una búsqueda del Reino en las diferentes culturas en
las que se ha ido adentrando o en las que ya está inmersa.
Aunque en las culturas se han encontrado valores y
buenas nuevas, la Iglesia con el anuncio del Evangelio ha llevado
la presencia de Cristo a los marginados y, en muchas ocasiones,
su testimonio se ha volcado hacia el servicio como fruto del amor
de esa comunidad establecida por Él. "Nuestro Dios es el
que nos reconstruye como humanidad; la reconstrucción del
hombre la
hacemos nosotros mismos en comunidad. El pan de vida, el pan de
los pobres es lo que estamos pidiendo, ese pan lo alcanzamos
cuando volvamos a nuestras tierras con la ayuda de Dios. Dios es
el pan de los pobres, en Él tenemos nuestra esperanza en
medio de esta guerra, de
este desplazamiento. Él es el pan que nos alimenta, el que
le da vida a la vida".
Cuando la Iglesia actúa en la forma antes
descrita, se hace realidad la trilogía de la acción
de Dios: Iglesia misterio, Iglesia institución e Iglesia
comunidad, Iglesia – Misión como núcleos de
servicio y entrega para quienes merecen ser parte del anuncio
verdadero de Jesús. "La Iglesia es, al mismo tiempo,
Institución de Cristo (fundador Histórico) y
acontecimiento de gracia, porque viene de la Encarnación y
de la vida Histórica de Jesús y también de
pentecostés" .
El modelo de
Iglesia que fue establecido por Cristo debe ser fundamento de
entrega y práctica de la experiencia que significa hacer
memoria de la
Encarnación dentro de las estructuras
culturales, promoviendo el sentido de lucha al integrar las
dimensiones sociales; para dar un anuncio verdadero de
liberación y construcción de comunidad, pese a los
engaños, las falsedades y las injusticias que golpean a la
Iglesia se restablece un camino de fidelidad para realizar los
valores del Evangelio purificándose. "Es profundamente
cristiano orientar esfuerzos en el sentido de superar rupturas
entre lo divino y lo humano, lo espiritual y lo material, lo
celeste y lo terreno, lo eclesial y lo mundano; el culto a Dios
reducido y limitado al templo y el culto verdadero, basado en la
justicia y el servicio a los hermanos. Este es el sacrificio vivo
y santo que agrada a Dios".
El documento de Puebla N° 1142 habla de los pobres
como hombres y mujeres que son imagen de Dios,
que buscan recuperar su amor de Padre; y que como tal él
los define como verdaderos seguidores: "hechos a imagen y
semejanza de Dios para ser sus hijos; esta imagen está
ensombrecida y aún escarnecida. Por eso Dios toma su
defensa y los ama. Es así, como los pobres son los
primeros destinatarios de la misión y su
evangelización es por excelencia señal y prueba de
la misión de Jesús".
Así mismo, la Iglesia es consciente de su
estructura
jerárquica y la aceptación de sus propios pecados
"Si decimos 'No tenemos pecado', nos engañamos y la verdad
no está con nosotros. Si reconocemos nuestros pecados,
fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y
purificarnos de toda injusticia (1Jn 1,8-9)". Sin embargo, ella
no olvida que debe ser formada comunitariamente y que una de sus
estructuras básicas está dada en el servicio y
anuncio de la manifestación de Dios en los hombres.
Tampoco se puede reducir la obra de Cristo en la historia
constituyente de la revelación Bíblica y de la
Encarnación, ya que siempre puede haber iniciativas del
Espíritu. "En la actualidad a nadie le queda la menor duda
acerca de la necesidad de una reflexión serena y
discernida, rigurosa y comprometida, fundamentada y pastoral,
sobre la Iglesia, sobre lo que es y ha de ser hoy la Iglesia de
Jesús" .
Jesús es el fundador histórico visible de
la Iglesia, – el Espíritu Santo es la vida que corre por
sus venas -, no viene animar una institución totalmente
determinada en sus estructuras; sino que su presencia, por el
contrario, es la que hace que aquella se estructure y se renueve
para responder a los desafíos de la misión. "La
Iglesia no se define en primer lugar como cuerpo de Cristo, sino
como sacramento de salvación y pueblo de Dios, animado por
el Espíritu Santo el que destaca más lo que une lo
que diferencia a sus miembros que intentan descubrir su rostro".
El nuevo surgimiento de los modelos de
Iglesia es una tentativa continua de enfrentar con valor y
fortaleza los hechos que piden una vitalidad.
Existe una luz que
guía y alimenta un estilo de vida emergente hacia los
desposeídos que son parte del Reino, en la presencia de un
Dios Padre que cuestiona y desafía para abrir las
estructuras que tienden a desembocar en un encerramiento, para
crecer en una experiencia de Iglesia viva dada desde el Vaticano
II para lograr una forma concreta y progresiva de ser testimonio
de fraternidad, igualdad y
comunión. "No tiene nada de extraño este amplio
trabajo eclesiológico si se advierte que para América
Latina esta época ha sido de gran vitalidad eclesial: el
impulso recibido del Vaticano II; el reto, afrontado por
Medellín, de realizar un "aggiornamento" eclesial en las
tierras de despojo y la desigualdad, de la miseria, de la
opresión y la injusticia; el éxodo de sacerdotes y
laicos, religiosas y religiosos, hacia las periferias y los
lugares donde viven los pobres" .
El irrumpimiento histórico que hace la Iglesia al
auténtico desafío de ser signo liberador apoyando
causas que forman una fuerza de vida, en asumir los valores del
Evangelio que Jesús proclama en su diario vivir,
así mismo intenta adquirir un carácter
profético en la gracia del Espíritu sobre la
comunidad. Esta emergente y progresiva vitalidad eclesial
hicieron, ya desde los años setenta, y cada vez con
más fuerza, se fuera experimentando la necesidad de
repensar la Iglesia. El despertar en la Iglesia es una
decisión apta para ser implementada en el contexto
latinoamericano, que ve con alegría la cercanía de
un Dios profundamente solidario y fraterno en su vivir diario;
así ha podido experimentar una respuesta de Iglesia en
camino de fidelidad hacia los más abandonados.
Cuando el pueblo cristiano se reúne como Iglesia
para celebrar su fe, reafirma su compromiso y solidaridad en la
construcción de la justicia, exigencia fundamental del
Reino de Dios. Por eso, las fuerzas de la muerte que
conspiran contra el pueblo se sienten amenazadas por este gesto
fraternal de comunión. Una comunidad que comparte el pan,
se solidariza en la solución de los problemas, se
ayuda mutuamente y camina con sus manos unidas, no deja de ser
una denuncia ante un sistema de
relaciones egoístas cuya meta es la acumulación y
la voracidad de unos pocos.
Es ahora el momento histórico que la Iglesia
permite vislumbrar su desarrollo tratando de superar esos modelos
eclesiales donde se ha manifestado la jerarquía
simplemente como poder que ocasiona y sigue una total
apatía frente a la comunidad, no existiendo en ella
ningún tipo de compromiso por el pobre, donde se ha
convertido en ostentación de poder sin lograr sembrar
semillas de nuevos caminos que interrogan su quehacer frente al
pueblo de Dios, quedándose en una actitud
cerrada que no permite dar participación sino que se
centra en ella misma para realizar todas las funciones de su
ser. " Las eclesiologías clásicas, de corte
más bien deductivista y ahistórico, clericalista y
jerarcológico, se juzgaban suficientes para dar
razón de la fe y de la vida eclesial en medio de esta
situación, en medio de la praxis cristiana que ahí
iba creciendo y desarrollándose".
Se presenta allí una gradualidad en los distintos
cargos, haciendo una total discriminación hacia los fieles que
debían conformar la comunidad eclesial reduciéndose
a un aspecto clerical, de despojo y pérdida de
participación en los procesos de
una acción pastoral liberadora y constructora de
humanidad, era ya indispensable narrar de nuevo la vida creyente,
iluminarla a la luz del Evangelio, impulsarla hacia una ulterior
entrega y compromiso. Por lo que significo que ese compromiso se
fuera realizando tanto como comunidad e Iglesia en el testimonio:
"El testimonio de la Iglesia al ayudar a solucionar los problemas
de los pobres es un signo de la presencia del Reino de
salvación y liberación; la misión de la
Iglesia es también servir a la humanización de la
sociedad".
El Texto del
Evangelio de Lucas Lc 10,25-28 señala una Iglesia
más revelada en la persona de Dios,
en el hermano. Pero la Iglesia no quiere callar. Al oír
los alaridos del Evangelio y de las vidas prohibidas. En todos
los pobres de la tierra,
Dios los salva compartiendo con ellos la casa y la mesa, la paz y
la oración, arrastrados con todos y todas, hermanados y
libres, por las corrientes de esa historia nueva que el Dios de
la vida sigue soñando para la humanidad entera.
Ya en 1965 el Concilio Vaticano II, escribía
estas palabras que iluminan la realidad de la Iglesia: "Habiendo
tantos oprimidos como hay actualmente por el hambre en el mundo,
el sacro Concilio urge a todos, particulares y autoridades, a que
acordándose de aquella frase de los padres: "alimenta al
que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas",
según las propias posibilidades comuniquen y ofrezcan
realmente sus bienes,
ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como
pueblos, a que puedan ayudarse y desarrollarse por sí
mismos" (G.S 69).
Teológico:
Los pobres de la tierra son los
primeros en recibir la Buena Nueva del Salvador. En el Evangelio
de Lucas encontramos los pastores, representantes de los pobres
como los primeros sorprendidos por el Ángel de Dios ante
la noticia Lc 2,8-20.
Con Jesús empieza la una "gran alegría
para todos": El ha escogido a los más pobres, los que no
cuentan nada para los poderosos del mundo, pero para los ojos de
Dios son los preferidos. La preferencia de Jesús por los
pobres, tiene un fundamento teológico en Dios mismo; este
se manifiesta como una profunda solidaridad con sus problemas y
en un compromiso con el mensaje de vida en el proyecto de Dios
para con la comunidad.
Es significativa la manera como Jesús anuncia su
Misión en el Evangelio de Lucas, con la lectura de
un texto del libro de
Isaías dado en Lc 4,18-19. Teniendo como fuente este
Evangelio de Lucas, efectivamente la actividad pública de
Jesús, se va desenvolviendo en un movimiento
hacia el pobre, para que en este contacto se proclame la Buena
Noticia de la venida del Reino de Dios a través de la
Iglesia encargada hoy de realizarlo en la comunidad.
En la Iglesia brota la realidad del pobre, los
sacramentos juegan un papel
importante ya que son signos de liberación, puesto que no
se reducen a la edificación de la Iglesia, sino que se
orientan hacia el Reino uniendo el sacramento del altar y el
sacramento del pequeño, para así formar una
verdadera síntesis de amor en la misma.
La Iglesia es una comunidad conformada por personas
vivas y reales, históricas y concretas; convocadas y
reunidas por pura gracia y amor en la institución de la
Iglesia, para realizar el plan, economía o misterio
de salvación.
Esta Iglesia en la práctica del seguimiento de
Jesús realiza una opción hacia los más
pobres, buscando realizar el sentido de compromiso no idealizado
sino practicado. Se dice que la Iglesia debe asumir el testimonio
apostólico en la dimensión latinoamericana con
seriedad y responsabilidad de realizar la misión del
anuncio al pueblo de Dios que debe sumergirse en el contexto
social.
"En efecto ahí confesamos que el Espíritu
Santo llena de vida a esta Iglesia a la que mantiene enraizada en
aquella que fue fortalecida en pentecostés. Es él
quien conserva en ella la misión de los apóstoles,
la tarea de hacer llegar la Buena Noticia a todos los hombres".
Todo eso fue preguntando la conciencia
cristiana latinoamericana en medio de una vitalidad eclesial que
redescubrio las dimensiones proféticas del anuncio del
Evangelio, que recordó que la persecución y el
martirio son formas culminantes de vivir en el seguimiento de
Jesús, que encontró en las comunidades reunidas en
torno a la
Palabra y viviendo en forma nueva el mensaje evangélico el
surgir la fuerza del Espíritu.
La acción pastoral liberadora visible en el
Espíritu de comunidad, rechaza el poder para ser parte de
el, así se convierte en testimonio en su quehacer, dando
un pregón de no ocultarse en medio de la opresión,
que mantienen una esperanza de seguir a Jesús en la cruz,
esta es una Iglesia servidora, que abandona los privilegios para
ser el pilar de actuación ante la justicia.
Esta Iglesia nace de la Fe del pueblo, cuando él
se da cuenta y experimenta que toda injusticia que vive no es
castigo de Dios, sino que a los ojos de Dios es pecado, y Dios
Padre no quiere que el hombre viva
esa situación, hay que cambiar la estructura de pecado. El
compromiso de la comunidad nace de la de la reflexión de
fe y celebración de la vida.
Sin duda alguna hoy se dice con sinceridad que estos
modelos de Iglesia y sus organizaciones
son el empleo real e
indiscutible de construcción de Iglesia desde los pobres y
con los pobres, como verdadero impulso del renacer pastoral, da
un mayor sentido a su estructura que se orienta al servicio y
la
comunicación de una fe que construye y realiza un
modelo emergente en la persona del Jesús histórico
y místico, con la eficacia del
instrumento de la oración en la comunidad en Dios
Padre.
"En esta misma línea eclesiológica de la
liberación ha formulado que la construcción de una
Iglesia de comunión hace superar la estructuración
verticalista, autoritaria y cerrada de un modelo de Iglesia
piramidal y jerarcocéntrico que no se adapta a los
contenidos básicos de la categoría Bíblica
pueblo de Dios". Sólo la Iglesia y sus miembros han sido
capaces de comprender la inspiración del Evangelio que
transmite una experiencia liberadora y misericordiosa de ver a
Dios en un rostro humano, para darse cuenta del dolor, y la
reflexión y acción de la comunidad de
hermanos.
La Iglesia supera el encerramiento para formar el
sentido de comunión en todo su ser, en América
Latina, hacerse Iglesia de los pobres no se vive como la
construcción de una alternativa, sino como
realización de una vocación. Nace el pueblo en
fidelidad y conversión con una respuesta humilde a la
llamada del Señor como Palabra viva. Por esto se convierte
en llamado en el ser enviado por Dios el profeta es responsable
directamente ante Dios, y de ahí la imperiosa necesidad de
pronunciar la Palabra, exigencia que no puede ser acallada por
ninguna otra consideración, ni siquiera
eclesial.
La Iglesia actual ha reconocido la necesidad de esta
dimensión de la profecía al mencionar los signos de
los tiempos como medio indispensable para conocer la voluntad de
Dios. El profeta no tan fácilmente hace nombrar en
concreto esos
signos de los tiempos. Quizás lo hace a niveles
importantes, como sería la conflictividad que vive la
humanidad. El profeta nombra en concreto esa
deshumanización a través de la presencia de la
Iglesia .
En la conflictividad hay que saber reconocer el propio
pecado y hay que saber comprender que no es tan fácil que
la Iglesia asuma esta voluntad liberadora de Dios, en cuya
conciencia se ha ido construyendo esta eclesiología. Hoy
la Iglesia sabe qué tan difícil es su camino en su
interior y desde este discernimiento inicia una labor
profética en su Palabra a través de Monseñor
Romero y otros mártires latinoamericanos se evidencia este
desafío perenne en ella. La palabra profética de
Monseñor Romero tuvo esa profunda dimensión
teológica. Habló en la Iglesia, pero como profeta
habló en nombre de Dios. Por los contenidos concretos de
su palabra profética y por el hecho de hablar
proféticamente planteo dos preguntas teológicas
fundamentales ¿en qué Dios cree la Iglesia y si
cree en Dios?.
La respuesta del propio Monseñor Romero y de
otros tantos mártires fue clara. La Iglesia da gritos
proféticos en impulsar que permanezcan unidos en los
criterios como comunidad de hermanos, que implementan su llamado
a trabajar por completo en zonas de gran riesgo y con ese
dinamismo proclamen que su opción por los pobres se
mantiene ante el escaso interés de
nuestra sociedad, en sectores que se interpelan ante el papel
imperante que asume la Iglesia. "La Iglesia no puede entenderse
en si y por si mismo, porque está al servicio de unas
realidades que trascienden el Reino y el mundo. Mundo y Reino son
los pilares sobre los que se asienta todo edificio de la
Iglesia".
La Iglesia gestora de unidad y de interés en Dios
Padre presente en la realidad como signo profético en la
lucha de los derechos humanos,
donde la opción por las víctimas de los poderes,
como una opción del mismo Dios, se observa la
construcción del Reino de Dios anunciado y testimoniado
por Jesús, cuyos contenidos son aquellos que nos
involucran en ese quehacer. Centrado en el reconocimiento mutuo
de la solidaridad, la libertad condicionada por la vida de todos,
y búsqueda y proclamación de la verdad, contra toda
forma de ocultamiento e injusticia.
El desafío esta marcado en la Iglesia que debe
prepararse para asumir el proyecto de compromiso que responda a
la realidad particular de una comunidad, exige tener como punto
de partida su situación, porque no se trabaja con gentes
desconocidas, sino pertenecientes a un lugar con costumbres,
comportamientos y celebraciones y dificultades que les son
propias; es vivir desde la experiencia del momento con la
convicción de que transformar esa realidad pasa por la
iluminación con la Palabra de Dios y la palabra de la
Iglesia. Asumiendo una pedagogía de Jesús como
pedagogía de la vida en celebración; creativa,
receptiva de búsqueda, exigente, adecuada al pobre,
esencialmente vivencial y testimonial.
Escriturístico:
El pensamiento
sobre la praxis de liberación en la Iglesia
latinoamericana va en conjunto de visión con el testimonio
apostólico puesto la comunidad es sujeto de
decisión y orientación en el horizonte del Reino en
Mt 18,15-18. El texto señala bien con fundamento la
necesidad de poner los medios
indispensables para lograr realizar una plena fraternidad en que
no llegue a separarse de la realidad en la vida de comunidad,
sino que debe conducir a una actitud mucho más
constructiva.
La Iglesia es instrumento eficaz para realizar y apoyar
los procesos de paz, la cual debe construirse a través de
una serie de acciones que
van desde la educación y defensa
de los derechos humanos y la eliminación de las causas de
los conflictos.
Promovido por la Iglesia las iniciativas planteadas de anunciar
la Buena Nueva en personas de buena voluntad, en que el amor debe
trascender los limites de la
comunidad. Este se manifestará en diversas formas por el
mundo. Al mismo tiempo se corren riesgos y
peligros en seguir anunciando este amor que alcanza a los duros
de corazón.
"Bendice a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos
con los que se alegran; llorad con los que lloran (Rm 12, 14-15)
".
La Iglesia desde el testimonio apostólico se
remite al hoy en el ver y reflexionar sobre una Iglesia al
servicio, llena de más autonomía frente a una
estructura que no depende de ella sino del fundamento de su ser
ante una identificación con Jesús, que expresa el
ser de su misión y constitución para renovar especialmente la
misión del Reino y desde ahí impulsar la presencia
de Jesús en ella. Por otra parte cada vez que se afirma en
la fe la apostolicidad de esta Iglesia se siente cuestionado por
su fidelidad al Espíritu que le da vida, a la
misión de acuerdo con la cual ha de configurarse, al
proseguimiento de Jesús que constituye su tarea
definitiva. Pues la Iglesia no es principio de vida, lo es el
Espíritu. Ni es ella la que se da a sí misma la
misión; más bien es la misión la que da
origen a la Iglesia.
Con esto se pregunta y se confronta la Iglesia debe
estar siempre en referencia a la presencia de Jesús, como
entrega total y exclusiva a los más necesitados como
misión indispensable desde las necesidades que sobresalen
en la realidad para poder guiarse en la persona del Padre en el
que revela Jesús como signo de pertenencia a él,
ese es el objetivo
principal del anuncio de Cristo por esto el libro de 1Cor 3,
21-23 este texto muestra el
sentido de identidad, que
se debe asumir en la centralidad a Cristo cada seguidor sin hacer
alarde de él, por lo que implica también que Cristo
tiene como centro a Dios.
La Iglesia debe sembrar las semillas de la
manifestación de su ser, está orientada no a
teorizar, sino practicar originalmente el anuncio del Reino,
donde su diseño
abarca a la totalidad de una comunión, que expresa
incesantemente en hacer evidente la radicalidad del Evangelio
insertándose en la historia, sobre todo que el Reino de
Dios es dar a conocer el cuerpo de una comunidad que es
Jesús a través de la Iglesia del texto de Ef 2, 4
-7. Que muestra la gracia y la misericordia de Dios en la
humanidad que se aparta de él. Si embargo Dios procura que
su amor permanezca en ellos para manifestar su acción en
la comunidad.
Un principio vital que empeñe la Iglesia para
atestiguar contra todo aquello que atenté contra la vida,
proclamando un poder en la creación de una nueva
humanidad. Es una realidad presente entre los hombres que toma
cuerpo en una comunidad que la vive y la proclama como
Jesús. "El Espíritu del Señor esta sobre
mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la
Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la libertad a los cautivos
y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y
proclamar un año de gracia del Señor (Lc 4,18-19)".
Esta es la respuesta de Jesús para toda comunidad, la cual
no debe cerrarse a la acción del Espíritu que
irrumpe con valentía para anunciar el misterio de Dios
revelado en él a través de su
acción.
Desde la fe, la realidad de Dios y la existencia se
hallan vinculadas a la vida concreta de los otros. Por eso,
cuando se esta comprometiendo a la defensa concreta de los
hombres. La fe supone que se ha vuelto capaz de descubrir y
valorar el rostro del hermano, el valor y la exigencia de nuestro
prójimo. Este es un llamado a caminar en unidad como
verdadera y auténtica comunidad Trinitaria que desde el
Evangelio cuestiona para así transparentar la
acción de Dios como Iglesia, y sentirse uno con el Padre
en la misión como elegidos para ser verdaderos seguidores
y conserven la unidad. "Para que todos sean uno. Como tú,
Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno
en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado". (Jn 17,21).
Es bueno reconocer con humildad que también
nuestro ministerio es un servicio a la comunidad y que es exigido
por la comunidad. La misión no es una propiedad;
pertenece a la Iglesia y a todos les corresponde el deber de
hacer que el servicio sea asumido en todo el pueblo de Dios para
tomar parte en la misión salvífica. Por eso la
importancia de formular hoy a la Iglesia unas preguntas de
carácter fundamental que logre cuestionar y abrir en
concreto su ser, el planteamiento vale la pena en cuanto que el
contenido profético y por el hecho de hablar
proféticamente el ser de la Iglesia: ¿en qué
Dios cree la Iglesia y si cree en Dios?. La Iglesia en su
experiencia debe discernir y participar en la misión que
es la experiencia del Espíritu que sopla donde quiere y no
se niega a nadie. "Entonces Pedro tomó la palabra y dijo:
Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de
personas " (Hch 10,34).
Por tanto es importante la autoridad y el
poder como principios
visibles de unidad en las Iglesias locales y, dentro de la
comunión de Iglesia, derivan los principios generadores
espirituales y sacramentales de la Iglesia. Los ministros son
sucesores de los apóstoles deben ser en su existencia
ejemplo de servicio en la Iglesia local y universal, generando
una actitud de solidaridad en la sociedad, debe convertirse en
signo de entrega y compromiso de fidelidad en la comunidad,
sirviendo siempre con donación para esa nueva
opción de seguir a Cristo. La Iglesia retoma el servicio
como signo de amor a los pequeños Mt 20, 25–28.
Jesús invita concretamente a asumir la condición de
la naturaleza de
servir signo de la absoluta confianza como anuncio de una nueva
vida.
Magisterial
El magisterio esta íntimamente ligado a la
humanidad el cual se pregunta sobre la misión del hombre
en el universo,
sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos,
sobre el destino último de las cosas del hombre. Este sin
lugar a dudas es el momento por el cual el hombre encuentra en
parte que la Iglesia esta conectada con el desarrollo de su vida.
"Por eso el Concilio, como testigo y portavoz de la fe de todo el
pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor
de solidaridad, respecto y amor a toda la familia
humana, que la de dialogar con ella acerca de todos estos
problemas, aclarárselos a la luz del Evangelio y poner a
disposición de la familia humana la
fuerza salvadora que la Iglesia, guiada por el Espíritu
Santo, recibe de su Fundador" (G.S 3)
El continuo preguntar del hombre hace referencia a su
vida, por lo que implica encontrar respuesta a todos sus
cuestionamientos de la problemática transcendental que se
siente desprovista la existencia humana y que como tal su
significado representa un inconformismo, pero que en el mismo
plano se permite aclarar que la Iglesia presenta la figura de
Jesús que responde a los interrogantes planteados. " Pues
bien, la Iglesia cree firmemente que Cristo, muerto y resucitado
por todos (cfr. 2Cor 5,15), ofrece al hombre, por su
Espíritu, luz y fuerzas que le permitan responder a su
altísima vocación, y que no hay otro nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en el que deben salvarse (cfr. Hch 4,
12)" (G.S 10).
La visión de la Iglesia es cambiante puesto que
logra integrarse a la comunidad en su nuevo significado de pueblo
de Dios, adquiriendo un modo de ser mas real y posibilitando la
nueva relación que se descubre, allí indudablemente
el sentido de Iglesia llega a integrarse desde la vivencia del
Bautismo dando participación al pueblo en este misterio
que se desarrolla como preparación de este sentido de
comunidad. "En todo tiempo y lugar son aceptos a Dios los que le
temen y practican la justicia (cfr. Hch 10,35). Sin embargo,
quiso el Señor santificar y salvar a los hombres no
individualmente aislados entre sí, sino constituyendo con
ellos un pueblo que lo conociera en la verdad y lo sirviera
santamente. Eligió como pueblo suyo el pueblo de Israel, con quien
estableció un pacto, y a quien instruyó
gradualmente, manifestándosele a Sí mismo y sus
divinos designios a través de su historia y
santificándolo para Sí " (L.G 9).
Ante esto el magisterio recuerda que a través del
llamado de Jesús la Iglesia se remite a la vivencia de la
comunidad el sentido del bautismo que debe participar en el
continuo ofrecimiento de su vida como donación para el
pueblo. "Cristo Señor, Pontífice tomado de entre
los hombres (cfr. Heb 5,1-5), hizo de su nuevo pueblo 'un reino y
sacerdotes para Dios, su Padre' (cfr. Ap 1,6;5,10). Pues los
bautizados son consagrados como casa espiritual y sacerdocio
santo por la generación y por la unción del
Espíritu Santo, para que por medio de todas las obras del
cristiano ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien las
maravillas de quien los llamó de las tinieblas a su luz
admirable (cfr. 1Pe 2,4-10)" (L.G10).
Así el pueblo de Dios entra a participar en la
comunión de Cristo para dar testimonio de la fe que los
une como comunidad para que por medio de este difunda ,el don d
la vida como signo de una experiencia. "El pueblo santo de Dios
participa también del don profético de Cristo,
difundiendo su vivo testimonio sobre todo por la vida de fe y de
caridad y ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el
fruto de los labios que bendicen su nombre (cfr. Heb 13,15)"
(L.G12) .
Sistemático
Se aprecia como en la persona de Jesús Dios se
hizo pueblo, Dios con Nosotros, rompiendo con el mundo del
privilegio y formando el mundo de la fraternidad, por el don de
ser familia de Dios, el precio que se
pago para este nuevo mundo es la propia vida del
inocente.
La revelación del misterio de la cercanía
de Dios ha sido confiado a la Iglesia para que revele al mundo.
Como este misterio del amor de Dios ha sido revelado al hombre,
especialmente a los más pequeños, la Iglesia para
reconocer la cercanía de Dios al hombre, debe caminar
junto a la comunidad.
El compromiso de la Iglesia esta en presentar a
Jesús mismo, quien hace la invitación asumir en
toda plenitud su vida. Esta es la enseñanza y
actuación de Jesús a favor de los más
débiles, el cual va revelando su actuar de cómo
Dios los eligió en él definitivamente como lo
señala en el texto de Colosenses: "Él es el
principio, el primero que resucito de entre los muertos a fin de
que Él tuviera primacía en todo" (Col
1,12).
En la persona de Jesús se ve que ha llegado al
pueblo un Dios cuyo amor, trae un proyecto infatigablemente de
comunión, de misericordia y vida. Para Jesús supone
comenzar a hacer posible lo que se ve imposible donde reinan
proyectos de
acumulación excluyente. Por eso, Jesús asume y
participa con la identificación de su pueblo en Mt
25.
Este trato de Jesús con la gente, implica que el
Reino como amor es búsqueda de Jesús de lo que
estaba perdido. Todo esto es dado por el código de la
misericordia y la gracia: " Id, pues, a aprender que significa
aquello de Misericordia quiero no sacrificios. Porque no he
venido a llamar a justos, sino a pecadores" (Mt 9,13).
Por lo que la Iglesia ha ido abriendo las puertas a
ejemplo de Jesús para el pueblo de Dios, en formar de esta
manera la verdadera familia de los convocados por el Resucitado,
donde ninguno se sienta excluido, ignorado, negado en sus
funciones; sino por el contrario: participante, activo y poniendo
al servicio de todo el cuerpo sus carismas, para que se vaya
fortaleciendo.
En esta constitución del cuerpo de Cristo hay
variedad de miembros y de funciones. Uno mismo es el
Espíritu que distribuye sus diversos dones para el bien de
su Iglesia, el mismo Espíritu por la intensa
comunión de sus miembros, produce y estimula la caridad
entre sus fieles. Por lo tanto si un miembro sufre todos los
miembros sufren con él.
En esto se comprueba que la misión de la Iglesia
es ayudar a transformar la fe y aceptación de Cristo
liberador como compromiso concreto en la lectura de la
Escritura; que
va en sintonía en el servicio a los hermanos que se
encuentran sumidos en la desesperanza, motivándolos a ir
creando comunidad llena de valor en la propuesta de vida como
opción de ayudar a los hermanos desde Jesús en el
proceso de
formar unidad. Es Jesús mismo quien coloca este centro y
que se asuma el proyecto de ser una comunidad centrada en Cristo
"El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su
vida por mí, la encontrará" (Mt 10,39).
Se mira que la Iglesia es Teocéntrica: centrada
en la Trinidad; pero dada toda esta realidad en Jesús. Es
por eso que desde el caminar del pueblo pobre se descubre que
Cristo está al centro de su comunidad, es el que
está uniendo, iluminando, haciendo converger hacia
él, por medio de su evangelio a todos los convocados a
formar esta Iglesia Cristo – Céntrica. Jesús no se
pone al centro como el que hay que admirarlo y servirle, sino
como el que fortalece a la comunidad por medio de su servicio, su
entrega gratuita: Desde esta visión Cristocéntrica,
se esta superando la visión de que la Iglesia se
consideraba como autoritaria.
El Espíritu es el que ha ido gestando la Iglesia
y la mantiene viva, le da la fuerza y la empuja hacia la
plenitud. La comunidad de los cristianos no se construye
únicamente en virtud de las gracias santificantes
individuales, sino también por medio de los carismas,
gracias especiales por la que el Espíritu las dispone y
capacita para hacerse cargo de empresas y
funciones diversas. Esto es lo que dentro de la comunidad por
gracia del Espíritu motiva a seguir creciendo
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