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La iglesia solidaria, signo de comunión (página 2)




Enviado por ceam89



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4. Implicaciones y proyecciones

En el campo doctrinal:

Se ofrece la posibilidad de ver una eclesiología hoy
como mera teoría
haya desencadenado los conflictos,
sino que una nueva eclesiología ha desbloqueado la
justificación de la unidad de la Iglesia,
considerada como uniformidad y haya hecho que la Iglesia se
introduzca realmente en el mundo que es el lugar del conflicto.

Se puede decir que fundamentalmente la Iglesia no es el
Reino de Dios. En este descubrimiento eclesiológico hoy es
evidente y puede leerse en cualquier manual moderno de
eclesiología, sucedió más o menos que con el
cambio del
siglo, cuando se descubrió que el mensaje de Jesús
era un mensaje escatológico. Al servicio de lo
cual estaba Jesús, se descubrió que lo propiamente
escatológico era el Reino de Dios y no la Iglesia.

Esto no significa en absoluto que no exista una continuidad
teológica e histórica entre Jesús y la
Iglesia que surge después de la Resurrección, y que
en este sentido no se deba hablar de una fundamentación de
la Iglesia por Cristo. Lo importante es recordar que lo
último es el Reino y que la Iglesia no tiene ese
carácter absoluto que le compete solo al Reino, sino que
tiene un carácter relacional. Como en el caso de
Jesús, su esencia y plenitud se deriva de la
relación al Reino. Por tanto, es necesario que la Iglesia
debe proseguir la realidad del Jesús histórico. La
Iglesia tiene varias actividades, tiene una liturgia, una
doctrina, una organización, ect. Pero lo más
fundamental suyo consiste en el procedimiento de
Jesús sino hace que esto ha viciado su esencia y haciendo
esto hará todo lo demás más
cristianamente.

La Iglesia contemporánea ha sido deudora de una
concepción de revelación más bien
doctrinaria, ya en el Vaticano II se trató de completar
esta doctrina añadiendo que la revelación se da en
palabras y hechos; por eso mismo se ve que Jesús no
predica la venida del Reino, sino que lo intenta instaurar, lo
intentar hacer. Su vida está dedicada a la praxis del
Reino, como aparece en su actividad a favor de los oprimidos, sus
prodigios, sus exorcismos, su critica ante una sociedad que es
la negación del Reino, su actitud
consecuente en el hacer hasta la
muerte.

El redescubrimiento del Jesús histórico tiene
grandes consecuencias para la autocomprensión de la
Iglesia. Si la Iglesia reconoce en su fundador no a un Cristo
cualquiera sino al que es Jesús de Nazaret, entonces su
realidad más profunda no puede estar basada sólo
principalmente en las instrucciones que Jesús pudiera
haber dado sobre el modo de organización y misión de
la Iglesia, sino en primer lugar de la misma historia de Jesús.
Una Iglesia de los pobres, por lo tanto, pretende superar un
enfoque meramente universalista del pueblo de Dios, y un enfoque
puramente ético de ser para los pobres y un enfoque
puramente regional de los pobres dentro de una totalidad que hoy
existen con otros grupos no
pobres.

Lo que la Iglesia tiene planteado hoy no es un problema de
sicología como tantas veces se supone, no es un problema
de docilidad o rebeldía sicológica, sino que es un
problema de misión. La voluntad de poder, como
tendencia a la autoafirmación personal
estará presente en todos los grupos implicados en un
conflicto. Pero el conflicto no se resolverá sólo
negando esa voluntad de poder sino esclareciendo lo que debe ser
la misión de la Iglesia.

La Iglesia a través de sus rasgos, hechos de vida, e
historia debe ser anticipo y anuncio profético de la
plenitud escatológica para toda la humanidad. Este
carácter de futuro escatológico es una tarea
histórica de todos los convocados por Cristo, los pobres.
Para que de esta forma se vaya desvelando el Reino de Dios en
medio del pueblo hecho comunidad.

En el campo práctico

La misión de la Iglesia es un hacer, para predicar a
Jesús como el Cristo, como lo demuestra en América
Latina. Ese hacer será como el de Jesús,
explicitando a Jesús, pero será al fin y al cabo un
hacer el Reino, y no sólo dar información sobre lo que es y como debiera
ser el Reino. La misión de la Iglesia comprendida tiene la
virtud de unir a muchos cristianos.

Es claro que existe un conflicto en la Iglesia de América
Latina, y que ese conflicto estalla visiblemente cuando los
cristianos optan por hacer el Reino y eligen las mediaciones
concretas que aparecen históricamente más
adecuadas, aun cuando las usen críticamente. Lo importante
para comprender la naturaleza del
conflicto consiste en no analizarla sólo en su
último estadio. El clamor de una Iglesia y de un pueblo no
es tan sólo una voz amenazante tumultuosa, rebelde; mucho
menos es una voz desestabilizadora e injusta. Es una denuncia de
la historia; es la voz del mismo Dios, aliado fiel de los sin
derecho contra los que se tienen por dueños de la tierra y se
niegan a compartirla.

Una determinada comprensión de la fe cristiana lleva
por su lógica
interna a un tipo de opción concreta. Y por ella es tan
peligroso repetir ingenuamente que hay que dejar claro que la
unidad esencial de la Iglesia es unidad en la fe. Eso es
formalmente correcto pero eso no soluciona sino que plantea de la
manera más radical el problema; si la fe cristiana es fe
en un Dios siempre mayor, un Dios crucificado, si es seguimiento
de Jesús en medio de la conflictividad de la historia para
hacer el Reino, si ese seguimiento implica riesgos y
persecuciones, toma de posturas concretas entre la
opresión y los opresores, entonces la fe y no el talante
del individuo, es lo que va a desunir. Que a la fe le competa el
crear unidad eclesial es evidente; que por esa unidad hay que
trabajar es correcto; que el individuo dentro de la Iglesia
deberá estar dispuesto a sacrificar su realización
personal por el bien del cuerpo de la Iglesia a la misión
que la Iglesia de be realizar, aun cuando esto provoque el
conflicto interno.

La Iglesia no puede ser sorda a esta llamada de los tiempos
expresada, en las voces de los pobres. Esto era un
fenómeno global en América Latina aunque
evidentemente con distinto cronograma al nivel del compromiso y
respuesta eclesial. El método de
ver, juzgar y actuar no fue entonces construcción de un brillante grupo de
teólogos o pastoralistas, sino fruto de una
búsqueda creativa en un contexto de
opresión.

Es necesario que la Iglesia descubra en la vivencia de
comunidad en vivir la fraternidad y la solidaridad, como
fruto de un acompañamiento en el que se reconoce el rostro
de Dios; donde se abrace, se llore de alegría, y se
ría. En el que se ve expresado este vivir de hijos de Dios
que los llena de luz, esperanza y
miedos. Sin duda, es un proceso en el
cual esta Iglesia debe asumir un acompañamiento no
sólo con una comunidad, que sea llevado a una
práctica a su ser y compartir con otras pequeñas
comunidades llegando al ideal evangélico. Por esto, Puebla
en el N° 32 remite constantemente a vivir ese Reino de Dios
entre los pobres y sencillos como actitud de poder bajar la
cabeza en la experiencia de la Iglesia que debe vivir. "Una
calidad de
vida más humana; sobre todo, por su irrenunciable
dimensión religiosa, su búsqueda de Dios, del Reino
que Cristo nos trajo, a veces confusamente intuido por los
más pobres con fuerza
privilegiada".

La presencia de la Iglesia ante la realidad en la sociedad
sea apertura para que responda a las distintas necesidades y se
pueda caminar hacia una promoción y fomentación de la vida
con la exigencia de justicia hacia
los más pequeños. Por eso la exigencia es
indispensable para reconocer esa presencia de Dios: "Es cuando la
Palabra de Dios se impone como palabra última e
inmanipulable para quien en verdad ama la verdad, está
dispuesto a buscarla y acogerla, cuando se le ha
ofrecido".

La propuesta de la Iglesia en la defensa de la dignidad
humana en la comunidad, poniendo a Jesús como el paradigma de
la humanidad propuesto por Dios, en donde la presencia de Iglesia
debe ser respuesta a las estructuras
que atan y oprimen al pobre, puesta que ella debe abrirse a la
promoción de la humanidad. El ejemplo que Jesús da
de promoción en el anuncio que conduce al proceso de
conversión en defensa de la vida de los más
rechazados de su pueblo y se cumple su palabra en la comunidad:
"Y se quedó solo Jesús con la mujer que
seguía en medio. Incorporándose Jesús le
dijo: Mujer,
¿dónde están? ¿Nadie te ha
condenado?. Ella respondió: Nadie, Señor:
Jesús le dijo: Tampoco, yo te condeno, vete y en adelante
no peques más" (Jn 8, 9b -11).

La opción de la Iglesia en los valores
profundos de la solidaridad y fraternidad, trata de que sean
vividos en concreto por
todos los hombres y mujeres de Colombia que
conforman la Iglesia, los pastores, los y las religiosas, los
agentes de pastoral, las entidades civiles confesionales que
quieran ahora ser constructores de paz desde la justicia deben
declararse sintonía con el proyecto de Dios
Padre en Jesucristo de reconciliar con Él todas las cosas:
"Pues Dios tuvo a bien hacer residir en Él toda la
plenitud, y reconciliar por él y para él todas la
cosas pacificando, mediante la sangre de su
cruz, lo que hay en la tierra y en
los cielos" (Col 1, 19- 20).

El sentido de evangelización de la Iglesia hace ver
la comunidad desde la periferia del cristianismo
se esboza un nuevo modo más coherente del contenido de la
fe en la historia de este pueblo. Colocando en el centro la
práctica de liberación y promoción hacia
otros pueblos aislados, en recobrar su dignidad. Por tanto, es
profética su acción como Iglesia al denunciar los
signos de muerte
presentes en ella.

Es importante realizar en la práctica de la
liberación como proceso de transformación real el
desarrollar la unidad en la comunidad como sello del proyecto del
Dios de la vida en su ser de comunidad; vinculándolos a
ese llamado, a la apertura hacia su conformación como
Iglesia nueva ante los tiempos de hoy, y de cómo edificar
esa misión liberadora que como cristianos humildes se
entregan por la construcción del Reino en su realidad, el
mensaje de Jesús afirma este hecho de vida: "Pues el que
se ensalce será humillado; y el que se humille,
será ensalzado" (Mt 23, 12).

El entusiasmo que la Iglesia vive como comunidad en el
hecho de sentirse llamada en la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesús; al desafío por vivir
y actuar como compromiso concreto de cambio hacia una
sensibilidad y ternura que alienta por acompañar y servir
a la comunidad donde su misión es inspiración del
Espíritu: para promover la justicia y la vida, que busca
concretamente en la sociedad hoy, ante los imperativos injustos,
por eso la Iglesia esta dispuesta a la apertura para no quedarse
al margen, la confianza y la escucha acogedora, hacia una fe
adulta, eclesial y humanamente vivida, en decidida
comunión abierta a grandes causas de la humanidad:
solidaridad, justicia y defensa de los derechos como realidad que
se tiene que hacer frente.

Este fenómeno de dar la vida y gastarla a favor de
los más pequeños como Jesús lo hizo, es la
actitud que la Iglesia asume como causa del Reino anunciado por
Jesús al optar en su praxis pastoral por una comunidad que
toma como ejemplo a Jesús, para responder ante el
engaño y la marginación existente en la sociedad;
con palabras de justicia y vida responde esa Buena Nueva que da
esperanza, y convertida en camino de comunicación para ir descubriendo en los
valores de
esta comunidad emplea para discernir los cambios, juzgar las
situaciones y distinguir que caminos van a la vida y cuales a la
muerte, la comunión eclesial fiel al proyecto del Padre y
a su Reino de vida para todos los hombres, mujeres y niños
de la comunidad.

La propuesta pastoral debe referirse a través del
testimonio y la práctica que la Iglesia retoma desde la
primeras comunidades cristianas; es evidente, que hay que unir a
la comunión en la fracción del pan
eucarístico, la comunión de bienes y de
males en la vida cotidiana. Un compartir que es signo que
verifica y acrecienta la comunión: compartir la Palabra,
la fe, el pan eucarístico y el pan cotidiano, los bienes y
los males, el dolor y el gozo, la vida y la muerte. Junto a esto
se une una voz de aliento y promoción de la justicia y la
verdad o la injusticia, la impunidad y la mentira: si se respeta
la diversidad o la destruye. Si incluye a la gente en la
comunidad y en la vida o las excluye.

Es necesario lanzar la pregunta: que la propuesta debe
humanizar a las personas y al pueblo o, el hecho de invitar a
participar a la comunión del Padre, para continuar con la
comunidad y desde el Evangelio nace la seguridad para
seguir adelante frente al miedo "Os digo a vosotros, amigos
míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y
después de esto no pueden hacer más. Os mostrare a
quien debéis temer: temed a Aquel que después de
matar, tiene el poder para arrojar a la gehenna; sí, os
repito: temed a ese" (Lc 12, 4-5).

La actitud básica para vivir la comunión
eclesial del Padre a partir de estos valores es tomar en serio
ese amor con que
el Espíritu los injerta en la Vida, Muerte y
Resurrección de Jesucristo por el Bautismo; amor que los
hace hijas e hijos del Dios de Jesús, y hermanos y
hermanas en el amor sin
fronteras ni limites,
insobornable y gratuito, que va primero a los últimos y
ama también a los enemigos, con todas las consecuencias
como vida llena de lucha y confianza para enriquecerse la
comunidad la experiencia de fe.

5. Conclusiones

A través de esta reflexión se percibe que la
Iglesia muestra gestos de
liberación y acompañamiento a una comunidad desde
los diversos gestos de solidaridad, que se entrega en el
constante servicio para que la persona de
Jesús se revela en ella. Profundizando los valores dados
desde el Evangelio como signo de amor y fidelidad.

En el desarrollo
el trabajo se
logra comprender que la Iglesia ha manifestado su ser en la
persona de Jesús como una nueva historia de
salvación en medio de la comunidad, que se consolida en su
manifestación la vida del Resucitado.

La Iglesia nace entonces como comunidad de fe en un
Jesús que por su compromiso con Dios y con la historia,
fue crucificado y muerto en la cruz, pero Dios lo
resucitó, está vivo. Por eso es esperanza para
quienes están todavía crucificados; y la Iglesia es
testigo de ello, la Iglesia es portadora de una esperanza. Pero
da razón de ella si se convierte en Iglesia para el Reino,
en comunidad de mesa, en comunidad fraterna, en comunidad
protoexistente y en diakonía y comunidad de iguales.

La Iglesia pasa diversas etapas en las cuales cada vez esta
más convencida de ser una Iglesia de comunión, que
va formando conciencias de una Iglesia más fuerte y
fraterna en los contextos donde anuncia la Palabra como
expresión de una evangelización más en
familia y
unidad.

La Iglesia tiene que ser luz frente al verdadero testimonio
cuya entrega y sentido de santidad que promueve a su vida y la
vida de la comunidad "La Iglesia, cuyo misterio propone este
sagrado Concilio, creemos que es indefectiblemente santa, ya que
Cristo, el Hijo de Dios, a quien con el Padre y el
Espíritu llamamos 'el solo Santo' amó a la Iglesia
como a su esposa, entregándose a sí mismo por ella
para santificarla (cfr. Ef 5,25-26), la unión a sí
como a su propio cuerpo y la enriqueció con el don del
Espíritu Santo para gloria de Dios" (L.G 39). Esto
comprueba que el Espíritu es el que inspira a la Iglesia a
su misión de anunciar el Evangelio en los diferentes
contextos.

6. Bibliografia

1. AUXILIO. AUXILIO. COMISIÓN INTERCONGREGACIONAL DE
JUSTICIA Y PAZ. Proyecto Deache 1999.

2. BIBLIA DE JERUSALEN, España:
Editorial Española Desclée de Brouwer, 1996.

3. BOFF, Leonardo, La Iglesia Carisma y Poder, Bogotá:
Indoamerican Pres, 1982, p. 15 – 32.

4. CONCILIO VATICANO II, Constitución Lumen Gentium, Séptima
Edición Santa fe de Bogotá: San Pablo, 1995, 472
p.

5. DOCUMENTO DE PUEBLA. Consejo Episcopal Latinoamericano.
Bogotá, 1979.

6. HERNANDEZ, José María. Dios visita y libera a
su pueblo: Lectura del
Exodo desde América Latina. México
D.F: Dabar, 1995. 110 p.

7. GONZALEZ CARVAJAL, Luis. Los Signos de los Tiempos: El
Reino de Dios está entre nosotros… Santander
España: Sal Terrae, 1987. 235 p.

8. GONZALEZ RUIZ, José María. La Iglesia a la
Intemperie: Reflexiones postmodernas sobre la Iglesia. Santander
España: Sal Terrae, 1986. 213 p.

9. MENDEZ BENITO, "La Recuperación de la
Eclesiología Pneumática" en Ecclesia Tertii
Millennii Advenientis, , Casale Monferrato: Piemme, 1997, p. 426
– 442.

10. PONTIFICIA COMISIÓN JUSTITIA ET PAX.
¿Qué has hecho de tu hermano sin techo? 2ª ed.
Bogotá: Paulinas, 1989. 43 p.

11. QUIROZ Alvaro, Mysterium Liberationis "Eclesiología
en la Teología de la Liberación, I, Madrid:
Editorial Trotta, 1990, p. 253 – 272.

12. SOBRINO, Jon. Oscar Romero Profeta y Mártir. Lima
Perú: CEP, 1982. 139 p.

 

 

Autor:

Carlos eduardo alarcón mesa imc.

Pontificia Universidad
Javeriana
Facultad de Teología
Síntesis Teológica final – trabajo escrito
P. Francisco niño.
Carlos eduardo alarcón mesa imc.

Partes: 1, 2
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