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Primera guerra mundial (página 2)




Enviado por aeizaga



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27. Las derrotas italianas

Los aliados sufrieron varios reveses en el frente italiano
en 1917. Durante los ocho primeros meses del año, las
fuerzas italianas dirigidas por el general Luigi Cadorna
siguieron intentando franquear las líneas austriacas
establecidas en el río Isonzo para llegar a Trieste, pero
sus esfuerzos, tras la décima y la undécima batalla
de Isonzo, fracasaron. Lo más destacable de los
últimos meses del año fue la firme ofensiva
austro-alemana iniciada en el curso alto del Isonzo, cerca de la
ciudad de Caporetto, por la que las fuerzas italianas se vieron
obligadas a retirarse a sus posiciones del río Piave. La
batalla de Caporetto resultó trágica para las
tropas italianas; refuerzos británicos y franceses
llegaron en su auxilio en el mes de noviembre y el nuevo
comandante general italiano, el general Armando Diaz,
reemplazó al general Cadorna.

28. La entrada de grecia en la
guerra

Por lo que respecta a la actividad en el frente de los
Balcanes durante 1917, los aliados libraron diversos
enfrentamientos en Monastir, en el lago Presba y en el río
Vardar que concluyeron sin la victoria de ningún bando;
intentaron expulsar al rey griego Constantino I, alegando que su
colaboración con los Imperios Centrales impedía a
los aliados culminar con éxito las operaciones de la
región de los Balcanes. Los aliados comenzaron la
invasión de Grecia en el
mes de junio y presionaron al monarca griego por medios
diplomáticos para conseguir su abdicación.
Éste renunció a la corona el 12 de junio; Venizelos
se convirtió en presidente del gobierno formado
bajo la autoridad de
Alejandro, hijo de Constantino. Tras estas transformaciones
internas, Grecia declaró la guerra a los
Imperios Centrales el 27 de junio.

29. Oriente
próximo

Los británicos intentaron conquistar Gaza (Palestina)
en dos ocasiones (marzo y abril) durante 1917. Dirigidos por el
general Edmund Allenby, los británicos atravesaron las
líneas turcas en Beersheba (noviembre),
obligándoles a evacuar Gaza; el 9 de diciembre las tropas
de Allenby tomaron Jerusalén. Fue también en ese
año cuando el coronel británico Thomas Edward
Lawrence (más conocido como Lawrence de Arabia),
dirigió la rebelión árabe contra los turcos;
tras tomar la ciudad turca de al-Aqaba en julio, sus tropas
llevaron a cabo numerosos asaltos en la red ferroviaria del Hiyaz
durante el resto del año. También vencieron los
británicos en Mesopotamia;
conquistaron Bagdad en marzo, y hacia septiembre habían
avanzado hasta Ramadi, a orillas del río Éufrates,
y Tikrit, a orillas del Tigris.

30. 1918: el año
final

Los primeros meses de 1918 no resultaron favorables para las
potencias aliadas. Rusia firmó el 3 de marzo la Paz de
Brest-Litovsk, por la que se ponía fin oficialmente a la
guerra entre
esta nación y los Imperios Centrales; el 7 de mayo Rumania
firmó el Tratado de Bucarest, según el cual
debía ceder la región de Dobrudja a Bulgaria, los
pasos de la cordillera de los Cárpatos a
Austria-Hungría y conceder a Alemania un
arrendamiento a largo plazo de los pozos de petróleo
rumanos.

31. La retirada de bulgaria
y Austria-Hungría

Sin embargo, el resultado de la lucha en el frente de los
Balcanes durante 1918 fue catastrófico para los Imperios
Centrales. Una fuerza de unos
700.000 soldados aliados, compuesta por franceses,
británicos, griegos, serbios e italianos, comenzó
una ofensiva a gran escala contra las
tropas alemanas, austriacas y búlgaras en Serbia. El
éxito del ataque fue tal que a finales de mes los
búlgaros estaban completamente derrotados y firmaron un
armisticio con los aliados. Rumania volvió a intervenir en
el conflicto en
noviembre en favor de la causa aliada, apoyada por las tropas
aliadas que habían entrado en el país tras la
capitulación de Bulgaria. Los soldados serbios del
Ejército aliado continuaron avanzando después de
que se firmara la tregua con los búlgaros y ocuparon
Belgrado el 1 de noviembre; el Ejército italiano
invadió y ocupó Albania.

Tras una fallida ofensiva austriaca sobre el Piave, los
aliados obtuvieron la victoria definitiva en el frente italiano
durante octubre y noviembre, cuando derrotaron a los austriacos
en la batalla de Vittorio Veneto (del 24 de octubre al 4 de
noviembre). Los italianos tomaron finalmente Trieste el 3 de
noviembre y ocuparon Fiume (actual Rijeka) el 5 de noviembre. La
conmoción de la derrota provocó alzamientos
revolucionarios en el Imperio Austro-Húngaro. Los checos y
los eslovacos ya habían constituido en octubre un Estado
independiente, Checoslovaquia; los eslavos del Sur proclamaron su
independencia
en octubre y fundaron en diciembre el Reino de los Serbios,
Croatas y Eslovenos, que más tarde pasaría a
denominarse Yugoslavia (en la actualidad Croacia, Eslovenia,
Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Yugoslavia). Los húngaros
establecieron un gobierno
independiente en noviembre. Las autoridades
austro-húngaras establecidas en Viena firmaron un
armisticio con los aliados el 3 de noviembre y Carlos I, el
último emperador de los Habsburgo, abdicó
días después; al día siguiente se
proclamó la República de Austria.

32. La retirada de
turquía

Los aliados también pusieron fin a la guerra en el
frente turco de forma satisfactoria en 1918. Las fuerzas
británicas rompieron las líneas turcas en Megiddo y
derrotaron a los destacamentos alemanes que las apoyaban en el
mes de septiembre; los británicos, después de
unirse a las tropas árabes lideradas por Lawrence, tomaron
Líbano y Siria. En octubre conquistaron Damasco, Alepo y
otros puntos estratégicos; a su vez, la Marina francesa
ocupó Beirut y el gobierno otomano solicitó un
armisticio que se firmó el 30 de octubre. Según las
condiciones establecidas, el Imperio otomano debía retirar
sus ejércitos, romper relaciones con los Imperios
Centrales y permitir a los buques de guerra aliados cruzar el
estrecho de los Dardanelos.

33. El último esfuerzo de los
alemanes

A pesar de las victorias de los alemanes sobre los rusos y los
rumanos en 1917, los aliados formularon unos objetivos de
guerra a comienzos de 1918 radicalmente opuestos a los expresados
por los Imperios Centrales. La política de
pacificación del presidente estadounidense Wilson
comprendía catorce puntos cuyo objetivo era
alcanzar una paz justa e indujo a los Imperios Centrales a cesar
las hostilidades algunos meses después. A comienzos de
1918, los alemanes decidieron llevar a cabo un esfuerzo supremo
en la primavera de ese año para romper las líneas
aliadas en el frente occidental y llegar así hasta
París. Esta poderosa ofensiva, que comenzó el 21 de
marzo, fue dirigida contra el frente británico situado al
sur de Arras. El temor a que los alemanes consiguieran atravesar
las líneas aliadas se fue extendiendo debido al
éxito de la ofensiva durante la primera semana; por este
motivo, los aliados encargaron al general Ferdinand Foch la
coordinación de las operaciones
aliadas, nombrándole comandante general de los
ejércitos aliados en Francia
—formados por franceses, belgas, británicos y
estadounidenses— al mes siguiente. De abril a junio los
alemanes emprendieron un segundo avance, lo que les
permitió llegar hasta un punto del Marne que se hallaba
tan sólo a 60 km de París, pero las tropas
francesas y la II División estadounidense detuvieron el
avance alemán en la batalla de Château-Thierry (4 de
junio) y la fuerza de la
ofensiva alemana decayó enormemente a mediados de julio.
Pese al avance logrado en la segunda batalla del Marne, sus
progresos se vieron frenados inmediatamente por las tropas
francesas y estadounidenses. El general Foch, que advirtió
que la ofensiva alemana carecía de fuerza, ordenó
un contraataque el 18 de julio. Los alemanes se vieron obligados
a replegarse sobre el Marne y los aliados tomaron la iniciativa
en el frente occidental y siguieron en esta línea hasta
que concluyó el conflicto.

34. El final de la guerra en
europa

Los aliados emprendieron una ofensiva sobre las líneas
alemanas establecidas en Amiens (del 8 al 11 de agosto); los
alemanes se rindieron tres meses después. Las fuerzas
británicas y francesas ganaron la segunda batalla del
Somme y la quinta batalla de Arras durante la última
semana de agosto y los primeros días de septiembre, e
hicieron retroceder a los alemanes hasta la Línea
Hindenburg. El resto de las tropas alemanas fue reducido por los
estadounidenses en la batalla de Saint-Mihiel (12 y 13 de
septiembre). Los británicos avanzaron hacia Cambrai en
octubre y principios de
noviembre, y los estadounidenses atravesaron la boscosa
región de Argonne. El último ataque logró
romper las líneas alemanas establecidas entre Metz y
Sedan. Como resultado de estas ofensivas, Ludendorff pidió
al gobierno alemán que solicitara un armisticio al
enemigo. El gobierno alemán inició las
conversaciones con los aliados en octubre, pero éstas
fracasaron cuando el presidente Wilson insistió en
negociar únicamente con regímenes
democráticos. Mientras tanto, los británicos
realizaban importantes progresos en el norte de Francia y a lo
largo de la costa belga, y las tropas francesas y estadounidenses
llegaron a Sedan el 10 de noviembre. La Línea Hindenburg
había sido completamente aniquilada a comienzos de este
mes, y los alemanes se retiraban con rapidez de todo el frente
occidental. La derrota del Ejército alemán tuvo
repercusiones en el interior del país que afectaron de
forma muy negativa al gobierno establecido. La flota alemana se
amotinó, el rey de Baviera fue destronado por un
levantamiento y el emperador Guillermo II abdicó en
noviembre y huyó a los Países Bajos. El día
9 de ese mismo mes se proclamó la República de
Weimar en Alemania, cuyo
gobierno envió una comisión para negociar con los
aliados. A las cinco de la mañana del 11 de noviembre tuvo
lugar en el bosque de Compiègne la firma del armisticio
entre Alemania y los aliados; este documento estaba basado en las
condiciones establecidas por los vencedores; esa misma
mañana cesaron las hostilidades en el frente
occidental.

35. La guerra en las
colonias

Las fuerzas destacadas en las colonias alemanas de
África y el océano Pacífico, a
excepción de las que se encontraban en África
oriental a finales de 1917 y durante 1918, lucharon a la
defensiva la mayor parte del tiempo. Fueron
derrotadas con rapidez en unos casos y gradualmente en otros,
pero prácticamente todas se habían rendido a los
aliados hacia el final de la guerra.

Los territorios africanos colonizados por los alemanes en 1914
eran Togo, Camerún, el África Suroccidental Alemana
(actual Namibia) y el África Oriental Alemana. Una fuerza
anglo-francesa tomó posesión de Togo en agosto de
1914. En septiembre de ese año los británicos
invadieron Camerún desde Nigeria, y los franceses se
internaron en el este y el sur de esta región desde el
África Ecuatorial Francesa. Después de muchas
campañas, la resistencia
alemana fue superada definitivamente en febrero de 1916. El
África Suroccidental Alemana fue conquistada entre
septiembre de 1914 y julio de 1915 por tropas de la Unión
Surafricana (actual República de Suráfrica). La
más importante de las posesiones alemanas, el
África Oriental Alemana, fue la que ofreció
más oposición a los aliados. Los primeros ataques
emprendidos por las tropas británicas e indias (noviembre
de 1914) fueron repelidos por las fuerzas alemanas dirigidas por
el general Paul von Lettow-Vorbeck. En noviembre de 1915 las
unidades navales de los británicos se apoderaron del lago
Tanganica, y el general Jan Christiaan Smuts recibió el
mando de las fuerzas aliadas (formadas por británicos,
surafricanos y portugueses) que se encargarían de la
invasión del África Oriental Alemana al año
siguiente. Los aliados tomaron en 1916 sus principales ciudades:
Tanga, Bagamoyo, Dar es-Salaam y Tabora, por lo que las tropas de
Lettow-Vorbeck se retiraron hacia el sureste de esta
región. Sin embargo, las fuerzas alemanas iniciaron una
ofensiva a finales de 1917 e invadieron el África
Portuguesa. Cuando se firmó el armisticio en Europa en 1918,
las tropas alemanas del África Occidental Alemana
seguían aún luchando, a pesar de que la mayor parte
de la colonia se encontraba en poder de los
aliados. Lettow-Vorbeck se rindió tres días
después de que se terminara la guerra en Europa.

36. El pacífico

En el Pacífico, una fuerza neozelandesa
conquistó la zona alemana de Samoa en agosto de 1914, y
los archipiélagos alemanes de Bismarck y Nueva Guinea
fueron ocupados por tropas australianas en septiembre. Las
fuerzas japonesas tomaron la fortaleza de Qingdao, un puerto
alemán situado en la provincia china de
Shandong, en noviembre de 1914, y las islas Marshall, las islas
Marianas, el archipiélago de Palau y las islas Carolinas
entre agosto y noviembre de ese año. Cuando la guerra
terminó, Japón conservó Qingdao hasta 1922 y
consiguió un mandato sobre las islas Marshall, Marianas,
Palau y Carolinas.

A comienzos de la guerra, el grueso de la flota
británica, la Gran Flota, contaba con veinte acorazados y
numerosos cruceros y destructores; estaba ubicada en la base de
Scapa Flow, situada en las islas Orcadas, mientras que una
segunda flota protegía el canal de la Mancha. La Flota de
Altamar alemana estaba compuesta por trece acorazados y
tenía sus bases en los puertos alemanes de mar del
Norte.

En la batalla que tuvo lugar en la ensenada de Helgoland
(1914) los británicos atacaron la base naval alemana de la
isla de Helgoland y hundieron tres naves enemigas; los submarinos
alemanes hundieron el superacorazado Audacious (27 de octubre) e
intentaron atacar Scapa Flow, por lo que las naves
británicas allí fondeadas hubieron de zarpar en
busca de refugio a la costa occidental de Escocia.

Una escuadra de cruceros alemanes destacada en el
Pacífico sur, al mando de la cual se hallaba el almirante
Maximilian Spee, causó importantes daños en las
instalaciones francesas de Papeete y en las islas Fanning (de
posesión británica) en septiembre y octubre de
1914; el 1 de noviembre derrotó a una escuadra
británica en la batalla de Coronel, pero fue vencida el 8
de diciembre por una escuadra británica a las
órdenes del almirante Frederick Sturdee en la batalla de
las islas Malvinas, en
la que perdió cuatro de sus cinco naves. Durante 1914 y
los primeros meses de 1915, los cruceros alemanes produjeron
graves daños a los buques británicos del
océano Índico y otras zonas.

La acción más destacable de 1915 fue el bloqueo
submarino impuesto por
Alemania a Gran Bretaña. El hundimiento del
transatlántico de pasajeros Lusitania a manos de un
submarino alemán el 7 de mayo costó la vida a
muchos súbditos estadounidenses, lo que originó una
polémica que estuvo a punto de provocar la guerra entre
Estados Unidos
y Alemania, modificando ésta última sus métodos de
guerra submarina para satisfacer al gobierno estadounidense. Sin
embargo, en marzo de 1916, el hundimiento por un submarino
alemán del buque de vapor francés Sussex en el
canal de la Mancha y la existencia de víctimas
estadounidenses hizo estallar un nuevo conflicto
diplomático entre estos países.

El enfrentamiento naval más importante de la guerra fue
la batalla de Jutlandia, librada el 31 de mayo y el 1 de junio de
1916 entre la Gran Flota británica y la Flota de Altamar
alemana, y tras la cual Gran Bretaña pudo conservar su
supremacía naval. No obstante, los alemanes consiguieron
romper el bloqueo británico y reanudaron la guerra
submarina sin restricciones en 1917, persuadidos de que
éste era el único método con
el que podrían derrotar a Gran Bretaña; esta
estrategia no
condujo a la rendición de los británicos, sino que
motivó que Estados Unidos
declarara la guerra a Alemania. Los ataques de los submarinos
alemanes a los convoyes británicos en el océano
Atlántico y en el mar del Norte ocasionaron la
destrucción de numerosas embarcaciones. Por este motivo,
los británicos intentaron bloquear, con escaso
éxito, las bases submarinas alemanas de Ostende y
Zeebrugge (ambas en Bélgica) en abril de 1918; finalmente,
las fuerzas terrestres británicas marcharon sobre
Bélgica en octubre y tomaron ambas bases y otros puertos belgas.

37. El hundimiento de la flota alemana

De acuerdo con los términos del armisticio, los
alemanes debían entregar a los aliados la mayor parte de
su flota, compuesta por 10 acorazados, 17 cruceros, 50 lanchas
torpederas y más de 100 submarinos. Salvo estos
últimos, toda la flota, incluidos capitanes y
tripulaciones, estaba retenida en Scapa Flow en noviembre de
1918. El Tratado de Versalles (1919), que puso fin a la guerra,
estipulaba que todas las naves retenidas pasaban a ser propiedad de
los aliados; los alemanes habían de entregar los restantes
buques de guerra que se encontraran en su poder;
además, el tamaño de la futura flota alemana
quedaba drásticamente reducido. Como represalia ante estas
condiciones, los alemanes hundieron el 21 de junio de 1919 sus
propias naves de Scapa Flow.

El tonelaje total de naves aliadas hundidas por los
submarinos, embarcaciones y minas alemanas fue de casi 13
millones; el mayor tonelaje hundido en un solo año (1917)
alcanzó los 6 millones.

38. La guerra
aérea

La I Guerra Mundial
estimuló enormemente la fabricación de aeronaves,
su uso con fines militares y el desarrollo de
la guerra aérea; se construyeron dirigibles, globos y
aviones. Éstos últimos se utilizaban principalmente
para dos tipos de misiones: la observación y el bombardeo. La
exploración de los frentes de batalla fijos se llevaba a
cabo mediante pequeños globos con cuerdas; los dirigibles
servían para realizar reconocimientos en el mar, y los
aeroplanos para sobrevolar las zonas costeras. Con respecto a las
operaciones militares terrestres, los aeroplanos se empleaban
para observar la disposición de las tropas y defensas del
enemigo y bombardear sus líneas o a sus fuerzas cuando
entraban en combate.

Los alemanes bombardearon por primera vez París desde
el aire el 30 de
agosto de 1914 y Dover (Gran Bretaña) el 21 de diciembre
de 1914. Durante 1915 y 1916, los dirigibles alemanes, conocidos
como zepelines, atacaron el este de Inglaterra y
Londres en sesenta ocasiones. El primer ataque con aviones se
produjo el 28 noviembre de 1916, y estas acciones se
repitieron con frecuencia durante el resto de la guerra.

Desde mediados de 1915 se hicieron frecuentes los combates
aéreos entre aviones o escuadrones enemigos. Los alemanes
disfrutaron de la supremacía aérea en el frente
occidental desde octubre de 1915 hasta julio de 1916, año
en el que los británicos demostraron su superioridad.
Entre los más importantes aviadores, cabe destacar al
estadounidense Eddie Rickenbacker, al canadiense William Avery
Bishop y al barón alemán Manfred von
Richthofen.

La I Guerra Mundial
duró cuatro años, tres meses y catorce días.
El conflicto representó un coste de 186.000 millones de
dólares para los países beligerantes. Las bajas en
los combates terrestres ascendieron a 37 millones, y casi diez
millones de personas pertenecientes a la población civil fallecieron indirectamente
a causa de la contienda. A pesar de que todas las naciones
confiaban en que los acuerdos alcanzados después del
conflicto restablecerían la paz mundial sobre unas bases
estables, las condiciones impuestas promovieron un conflicto
aún más destructivo (que se inició en 1939 y
que, no en vano, fue denominado II Guerra Mundial). Los
Imperios Centrales aceptaron los catorce puntos elaborados por el
presidente Wilson como fundamento del armisticio, esperando que
los aliados los adoptaran como referencia básica en los
tratados de paz.
Sin embargo, la mayor parte de las potencias aliadas acudieron a
la Conferencia de
Paz de París (celebrada en Versalles) con la
determinación de obtener indemnizaciones en concepto de
reparaciones de guerra equivalentes al coste total de la misma y
de repartirse los territorios y posesiones de las naciones
derrotadas según acuerdos secretos. Durante las
negociaciones de paz, el presidente estadounidense Wilson
insistió en que la Conferencia de
Paz de París aceptara su programa completo
organizado en catorce puntos, pero finalmente desistió de
su propósito inicial y se centró en conseguir el
apoyo de los aliados para la formación de la Sociedad de
Naciones.

Las potencias vencedoras permitieron que se incumplieran
ciertos términos establecidos en los tratados de paz
de Versalles, Saint-Germain-en-Laye, Trianon, Neuilly-sur-Seine y
Sèvres, lo que provocó el resurgimiento del
militarismo y de un nacionalismo
agresivo en Alemania y desórdenes sociales en gran parte
de Europa.

Hay muchos factores que considerar en los orígenes y
causas de la I Guerra Mundial:

ninguno de ellos es suficiente, y todos son contaminantes. Uno
es la continuación histórica de de los grandes
conflictos de
finales del siglo XVIII y principios del
siglo XIX en donde potencias centrales en torno a Alemania
se encontraban frente a aliados en torno a Rusia,
Francia y Gran Bretaña. Otro, un poco dudoso, es el
enfrentamiento de democracias y autoritarismo.

Un factor clave es la lucha imperialista por el reparto del
Mundo, ya que en efecto, en 1914 Europa dominaba el mundo, salvo
por los Estados Unidos y el Japón, y las riquezas estaban
irregularmente distribuídas. Además, algunos
países veían en la guerra la posiblidad de resolver
sus conflictos
internos.

Sus principales protagonistas: el emperador de Austria
Francisco José, el zar Nicolás II de Rusia y el
Kaiser Guillermo II de Alemania

La Gran Guerra duró cuatro años, que los
tratadistas militares dividen en tres períodos:

En los primeros meses, guerra de movimientos; en los tres
años siguientes guerra de posiciones o trincheras y el
período de ofensiva alemana y contraofensiva aliada que en
un plazo de catorce semanas y gracias a la intervención de
los Estados Unidos, terminó con las potencias centrales y
las redujo a un estado de
postración. De este estado de postración y de los
tratados de paz subsiguientes iba a salir el fenómeno del
nazismo.

Los tratados de paz no fueron fáciles: las potencias
vencedoras no estaban de acuerdo entre sí sobre el reparto
de los territorios de los perdedores y sobre el destino de
Alemania. Francia pretendía el desmembramiento de su
enemiga y por su parte Gran Bretaña y Estados Unidos
veían ya la necesidad de conservarla como nación
fuerte para el comunismo,
tesis que se
repetiría al final de la II Guerra Mundial

Finalmente el Tratado de Versalles decidió el reparto
de territorios y colonias de Alemania, la reducción de su
ejército a 10.000 hombres y la obligación germana
de pagar indemnizaciones de guerra por las reparaciones a los
daños hechos a los aliados.

Los cambios que produjo esta guerra fueron: la revolución
bolchevique (comunista) en Rusia, la entrada de los Estados
Unidos en Europa y, por supuesto, las bases para la II Guerra
Mundial. Una vez más, una guerra de enorme envergadura no
había acabado las contradicciones, sino que, además
de aumentarlas, creó otras nuevas.

39. La segunda guerra
mundial

De forma activa o pasiva, países de todos los
continentes se vieron implicados o afectados por la segunda guerra
mundial, una contienda en la que naciones con siglos de
civilización se enfrentaron en una escala
destructiva sin precedentes.

La segunda guerra
mundial fue un conflicto armado que se extendió
prácticamente por todo el mundo entre los años 1939
y 1945. Los principales beligerantes fueron, de un lado,
Alemania, Italia y
Japón, llamadas las potencias del eje, y del otro, las
potencias aliadas, Francia, el Reino Unido, los Estados Unidos,
la Unión Soviética y, en menor medida, China. La
guerra fue en muchos aspectos una consecuencia, tras un
difícil paréntesis de veinte años, de las
graves disputas que la primera guerra
mundial había dejado sin resolver. La
frustración alemana después de la derrota y los
duros términos del Tratado de Versalles, junto con la
intranquilidad política y la
inestabilidad social que afectaron crecientemente a la
república de Weimar, tuvieron como resultado una
radicalización del nacionalismo
alemán. De esta forma se produjo el advenimiento al poder
de Adolf Hitler, jefe del
Partido Obrero Alemán Nacional Socialista (NSDAP), o
partido nazi, de ideología totalitaria, ultranacionalista
y antisemita.

Después de haberse otorgado plenos poderes en 1933,
Hitler, que
había asumido el título de Fuhrer o caudillo del
Tercer Reich, impulsó el rearme secreto de Alemania.
Aprovechó la falta de decisión de las potencias
europeas para oponerse activamente a sus designios y
ordenó la ocupación militar de Renania en marzo de
1936, decisión que contravenía unilateralmente el
Tratado de Versalles.

En ese mismo año, Benito Mussolini, el dictador
fascista de Italia, que ya se
había embarcado en una agresión a Abisinia
(Etiopía), firmó con Hitler un acuerdo secreto
germano-italiano que daría lugar al establecimiento del
Eje Romano-Berlín. Al año siguiente, Italia se
unió al pacto que Alemania y Japón habían
firmado en 1936. Fue el llamado pacto tripartito.

Alemania e Italia intervinieron, en nombre del anticomunismo,
en la guerra civil española iniciada en 1936.

40. La ofensiva
alemana

En marzo de 1938, Hitler envió tropas alemanas para
ocupar Austria, que pronto fue incorporada por plebiscito al
Tercer Reich (el Anschluss). En una hábil
combinación de presiones internas y externas, logró
la anexión o neutralización del territorio
checoslovaco en marzo de 1939. En abril del mismo año,
Italia se anexionó Albania. En agosto se firmó un
pacto de no-agresión entre Alemania y la Unión
Soviética, en el que se establecía una
cláusula secreta sobre la división de Polonia y el
establecimiento de esferas de influencia soviética y
alemanas en los estados bálticos y en Finlandia. Tras este
atrevido acuerdo, que dejó atónitos a los
gobernantes del resto de Europa, Hitler ordenó iniciar la
invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. El Reino
Unido y Francia declararon la guerra a Alemania dos días
después. El 17 de septiembre, tropas soviéticas
penetraron en la parte oriental de Polonia, que de esta forma
quedó dividida entre Alemania y la Unión
Soviética. A finales de 1939 se firmó un nuevo
pacto por el que Alemania recibía toda la parte situada al
oeste del río Bug y los soviéticos obtenían
Lituania dentro de su esfera de influencia.

La Unión Soviética, aprovechando su
entendimiento con Alemania, obligó a Estonia, Letonia y
Lituania a admitir guarniciones militares en su territorio.
Finlandia se negó a obedecer y fue atacada por tropas
soviéticas en noviembre de 1939. Inicialmente, el
pequeño país finés contuvo el ataque
soviético, lo que despertó las simpatías de
todo el mundo. La Unión Soviética no había
valorado en su justa medida la voluntad de Finlandia para
resistir ni los obstáculos naturales constituidos por los
numerosos lagos y bosques del país. No obstante, en marzo
de 1940 Finlandia hubo de pedir la paz, después de un
ataque que obligó masivo de las fuerzas soviéticas
que obligó a los finlandeses a replegarse.

Durante el inicio de 1939, las principales actividades
alemanas se desarrollaron en el mar, incluyendo una
campaña submarina muy activa contra buques mercantes con
rumbo al Reino Unido. En cambio, en la
guerra naval de superficie los británicos fueron en
conjunto más afortunados que los alemanes.

En abril de 1940, Hitler puso en práctica la
táctica de la "guerra relámpago" al ordenar la
invasión de Noruega y la ocupación de sus
principales campos de aviación de Oslo y Stavanger. Al
mismo tiempo, los
alemanes enviaron barcos de guerra al puerto de Copenhague y se
introdujeron en la península de Jutlandia. La
ocupación de Dinamarca era necesaria para la seguridad de las
comunicaciones
alemanas con Noruega.

Los acontecimientos en los países nórdicos se
convirtieron en un problema de menor importancia para las
potencias en los países nórdicos se convirtieron en
un problema de menor importancia para las potencias occidentales
cuando el 10 de mayo de 1040 se vieron sorprendidas ante el
ataque fulminante de Hitler a través de los Países
Bajos y de Bélgica. En este último país, la
cooperación de la Luftwaffe o fuerza aérea alemana
con las líneas de defensa. El 12 de mayo, los alemanes
cruzaron la frontera franco-belga, y el 22 de junio, tres quintas
partes de Francia, incluyendo París, estaban ocupadas. Sin
embargo, buena parte de las tropas británicas en Francia,
así como otros grupos de
diversas nacionalidades, lograron escapar por el puerto de
Dunquerque. Se firmó entonces un armisticio entre Alemania
y Francia, representada ésta por el mariscal Philippe
Pétain, héroe francés de la primera guerra
mundial. A partir de entonces, los alemanes ocuparon todo el
norte de Francia, desde la frontera suiza al canal de la Mancha y
el Atlántico, y una franja de la costa atlántica
desde el bajo Loira al extremo oriental de los Pirineos. El
gobierno francés, con sede en Vichy, conservaba el
control de dos
quintas partes de Francia y de la armada y la fuerza
aérea, que, sin embargo, habían de mantenerse
neutrales. Mientras tanto, el general Charles de Gaulle, desde
Londres, radiaba proclamas invitando a los franceses a continuar
la resistencia
contra los invasores alemanes.

Durante agosto y septiembre de 1940, la Luftwaffe alemana
lanzó un bombardero aéreo masivo sobre el Reino
Unido en un intento de debilitar al país para una
invasión posterior a través del canal. Los
británicos tenían a su favor un sistema de
detección por radar y un tipo de caza, el "Spitfire",
superior a cualquier avión alemán. En la batalla de
Inglaterra se fue
imponiendo fundamentalmente la Royal Air Force británica,
y Hitler pospuso indefinidamente la invasión. Por primera
vez, el avance alemán había sido frenado, lo que
tuvo un enorme valor
simbólico.

Después del fracaso intento de invasión de
Grecia por parte de Italia en noviembre de 1940, Hitler
incorporó sucesivamente a Hungría, Rumania y
Eslovaquia al Eje. Bulgaria se unió en marzo de 1941. En
abril, Alemania atacó a Yugoslavia y Grecia, que fueron
invadidas a finales de mes. El estado
yugoslavo se disolvió completamente, y Grecia fue ocupada
por los italianos, excepto Atenas, Tesalónica y
Demótica, en Tracia, así como las islas de
Quíos, Lesbos, Santos, Melos y Creta, que se reservaron
los alemanes para sí.

En junio de 1941, Hitler rompió el pacto de
no-agresión de 1939 y atacó a la Unión
Soviética. La amistad de este
país, sin la que las victorias de 1939-1940 hubieran sido
imposibles, ya no le era necesaria a Alemania. Unidas armadas
alemanas entraron en territorio soviético y en diciembre
habían llegado a los alrededores de Moscú, antes de
que los contraataques y los rigores del invierno
paralizarían la ofensiva.

41. La guerra en el pacífico
y las primeras victorias aliadas

Cuando la guerra se inició en Europa en septiembre de
1939, los japoneses, a pesar de su continuado avance en China, no
veían el final de un conflicto que se les antojaba largo y
estéril. La declaración de guerra del Reino Unido y
Francia contra Alemania abrió al Japón la
perspectiva de apoderarse de colonias europeas en el sudeste de
Asia y en el
Pacífico. A finales de 1940, Japón había
decidido que en caso de iniciar una ofensiva, ésta
tendría como objetivo las
posiciones de los Estados Unidos, su principal adversario en el
Pacífico. Entre el 7 y el 8 de diciembre de 1941, los
japoneses bombardearon las instalaciones estadounidenses en el
Pearl Harbor, Hawaii, y en las Filipinas. A continuación,
los Estados Unidos declararon la guerra a las potencias del
Eje.

A pesar de la ventaja inicial obtenida por medio del ataque
sorpresa, Japón perdió las batallas navales
decisivas del mar del Coral y de Midway en mayo y junio de 1942.
En este momento, la guerra en el Pacífico cambió de
signo. Japón había perdido sus portaaviones de
primera línea y la mayoría de sus mejores pilotos.
En lo sucesivo, las fuerzas navales de los japoneses y de los
aliados quedaron igualadas. La estrategia
estadounidense en el Pacífico consistía en utilizar
fuerzas navales u anfibias para avanzar por las cadenas de islas
hacia Japón, mientras que fuerzas terrestres en menor
escala cooperaban con los chinos y los británicos en el
continente asiático.

En el norte de África, los británicos, que en
1940-1941 habían eliminado fuerzas italianas mucho
mayores, entablaron batalla con el Afrika Korps alemán
dirigido por el mariscal Erwin Rommel. En julio de 1942, la
ofensiva alemana contra Egipto fue
detenida en la batalla de El-Alamein. En ese momento terminaron
las esperanzas de Alemania de conseguir una victoria
rápida en África. Las tropas de Rommel se
encontraban exhaustas y sometidas además al acoso de los
británicos. A mediados de octubre de 1942 llegaron
refuerzos aliados al norte de África. La superioridad
numérica sobre las tropas alemanas fue en aquel momento
tan fuerte que en noviembre Rommel carecía de fuerza para
resistir y ordenó la retirada. Las tropas alemanas se
replegaron gradualmente hacia Túnez, hasta que capitularon
en mayo de 1943.

En julio de aquel año, fuerzas aliadas desembarcaron en
Sicilia desde el norte de África. La invasión
representaba una amenaza directa para Italia. Cuando Mussolini
reveló al Gran Consejo Fascista que los alemanes estaban
proyectando la evacuación de la mitad sur de Italia, la
mayoría del consejo votó una resolución en
contra de Mussolini, que dimitió y fue arrestado el 25 de
julio. El rey Víctor Manuel III ordenó entonces la
formación de un nuevo gobierno, a cuyo frente se puso
Pietro Badoglio. Desde Sicilia, los aliados pasaron a Italia con
el desembarco en Salerno en septiembre de 1943. El gobierno
italiano, en cumplimiento de una pacto firmado con los Estados
Unidos, declaró la guerra a Alemania en octubre de 1943.
Los alemanes reforzaron sus defensas en el norte u centro de
Italia y continuaron luchando duramente contra las tropas aliadas
durante el resto de la guerra.

En el frente oriental, desde agosto de 1942 a febrero de 1943,
los alemanes llevaron a cabo un asedio de Stalingrado
(posteriormente Volgogrado) que chocó con una dura
oposición y que finalmente no tuvo éxito. Las
fuerzas alemanas en la Unión Soviética perdieron
ímpetu. Mientras las bajas humanas y de equipo obligaban a
los alemanes a abandonar su proyectada ofensiva, el
ejército rojo mejoraba continuamente la calidad de su
mando y aumentaba su fuerza recurriendo a sus enormes reservas de
hombres. En el verano de 1943 tenía una superioridad
numérica de cuatro a uno sobre los alemanes, que
comenzaron a retroceder.

A partir de 1944, las fuerzas alemanas habían iniciado
una retirada parcial del este con fin de prepararse para contener
la invasión aliada que se esperaba en el oeste de Europa.
No se sabía, sin embargo, dónde tendría
lugar. La misión
había sido confiada al general Dwight Eisenhower, y
recibió el nombre de "operación Overlord". EL 6 de
junio de 1944 (que se conocería como día D),
156.000 hombres desembarcaron en las playas de Normandía,
procedentes del sur de a Gran Bretaña. Las fuerzas
invasoras estaban compuestas por soldados británicos,
canadienses y estadounidenses, y pequeños grupos de otras
nacionalidades. Los aliados hicieron rápidos progresos en
el norte de Francia gracias a su fuerza aérea, capaz de
interferir decisivamente el movimiento de
las reservas alemanas.

Comenzaron también en este momento las dudas y las
disensiones por parte de los mismos alemanes.

Aparte del progreso de los aliados, un acontecimiento
desmoralizó a los mandos alemanes: el fracaso y las
consecuencias de una conspiración contra Hitler. El curso
desastroso que había tomado la guerra y la alarma ante los
crímenes del régimen nazi, llevaron a cierto
número de civiles y de oficiales a formar una
oposición secreta que decidió finalmente matar al
Fuhrer. El complot fracasó y la reacción nazi fue
salvaje: 200 conspiradores implicados y otras cinco mil personas
más remotamente relacionadas con el complot fueron
condenados a muerte. Hitler
y sus fanáticos partidarios, cada vez más alejados
de su pueblo, tenían todavía la esperanza de
inclinar la balanza a su favor mediante el empleo de
armas nuevas
que los científicos alemanes estaban perfeccionando. Pero
la realidad era que la superioridad aliada hacía ya
completamente infructuosos los esfuerzos de Alemania. Los aliados
consolidaron rápidamente su dominio de
Francia y comenzaron un avance hacia el este que
finalizaría con la ocupación de Alemania entre
marzo y abril de 1945. Hitler ordenó la
movilización de todos los hombres de edades comprendidas
entre los 16 y 60 años en un intento desesperado a
defender el Tercer Reich. Mientras tanto, el ejército
soviético avanzó hacia el oeste y ocupó la
mitad oriental de Alemania. Antes de que sus tropas estuviesen
listas para el asalto final, los aliados intensificaron sus
bombardeos aéreos. Esta ofensiva culminó el 13 de
febrero de 1945 con una serie de cinco ataques sobre Dresde, que
quedó completamente destruida.

En el momento más crítico del colapso
alemán, con Berlín rodeado de tropas
soviéticas, Hitler, aislado y presa de la
desesperación se suicido el 30 de abril de 1945. La
rendición definitiva de las fuerzas alemanas se
firmó el 8 de mayo. La guerra había terminado
oficialmente en Europa.

En el Pacífico, el general estadounidense Douglas
MacArhur aniquiló prácticamente a la armada
japonesa en la batalla naval del golfo de Leyte y abrió el
camino a los Estados Unidos para la ocupación de la
Filipinas, objetivo primordial de la campaña. En marzo de
1944, Manila se rindió, y en marzo y junio del año
siguiente los Estados Unidos capturaron las islas de Iwo Jima y
Okinawa después de una encarnizada lucha con los
japoneses. Quedaba entonces libre el camino para un bombardero
masivo del Japón e incluso una posible invasión. Se
estaba preparando, sin embargo, algo mucho más
contundente. En efecto, los Estados Unidos, a partir de experimentos
alemanes, habían elaborado una bomba atómica. Harry
S. Truman, quien asumió la presidencia estadounidense tras
la muerte de
Franklin D. Roosevelt, había estimado que la bomba
atómica podía utilizarse para derrotar a
Japón de tal forma que costaría menos bajas a los
Estados Unidos que una invasión tradicional. El 6 de
agosto fue lanzada la primera bomba atómica sobre la
ciudad de Hiroshima. Ochenta mil personas murieron abrasadas o a
consecuencia de la radiación, y otras setenta mil quedaron
gravemente afectadas. Dos días después, la
Unión Soviética declaró la guerra a
Japón, y el 9 de agosto, los estadounidenses lanzaron la
segunda bomba nuclear sobre Nagasaki. Los japoneses, ante esta
demostración de fuerza, se rindieron formalmente el 2 de
septiembre de 1945.

La segunda guerra
mundial arrojó un balance de entre 35 y 60 millones de
muertos, de ellos gran número de civiles. Los bombarderos
masivos de ciudades e instalaciones industriales generaron
asimismo enormes pérdidas materiales. La
capacidad ofensiva de las nuevas armas y
tácticas de guerra (transportes y bombardeos
aéreos, portaaviones, unidades de paracaídas,
tanques con potentes cañones, bombas
autopropulsadas -como los cohetes V-1 y V-2 que lanzaron los
alemanes sobre Londres- y bombas
atómicas) explica las grandes destrucciones y matanzas
producidas, sobre todo, en la Unión Soviética,
Alemania, Japón, Francia y el Reino Unido.

Las conferencias de paz de Teherán (1943), Yalta y
Potsdam (ambas en 1945) cambiaron el mapa del mundo y sentaron
las bases de un nuevo período histórico en el que
la vieja Europa cedió su hegemonía a las dos nuevas
superpotencias que se consolidaron durante y tras la guerra: los
Estados Unidos y la Unión Soviética.

42. Acontecimientos de la II
guerra mundial.

– 1939: invasión alemana de Polonia tras la
invasión de la parte oriental por el Ejército Rojo,
el territorio polaco se reparte entre el III Reich y la
Unión Soviética en virtud del Pacto
Germano-Soviético.

Como consecuencia de la invasión de Polonia, Francia y
Gran Bretaña declaran la guerra a Alemania.

Ataque de la URSS contra Finlandia.

– 1940: los alemanes invaden Dinamarca. Se inicia la
invasión de Noruega.

Hay una campaña alemana invadiendo Holanda,
Bélgica y el norte de Francia. Gran parte de las tropas
británicas y francesas consiguen reembarcar en Dunquerque
y trasladarse a Inglaterra. Los alemanes continúan la
ofensiva hacia el Sur de Francia, hasta la rendición de
ésta.

Comienza la batalla de Inglaterra: Alemania lanza continuos
ataques aéreos contra el Sur de Inglaterra, para preparar
la invasión de la isla; pero los cazas británicos y
las instalaciones de radar inclinan el control del
espacio aéreo de parte de Inglaterra, haciendo a Alemania
desistir de la invasión.

Italia entra en la guerra junto a Alemania.

Ataque italiano desde Libia contra el Egipto
británico, abriendo así un nuevo escenario de
guerra en el norte de África.

Desde Albania, los italianos atacan Grecia, pero son
rechazados por fuerzas británicas.

– 1941: Alemania envía tropas a Libia bajo el
mando de Romel ("Afrikakorps"), que consiguen penetrar en
Egipto.

Comienza la campaña alemana en los Balcanes, lanzada
desde Hungría, Rumania y Bulgaria (aliadas de Reich); en
menos de un mes se produce la ocupación de Yugoslavia y
Grecia, con lo que Inglaterra pierde sus últimas bases en
el continente.

Alemania ataca a la URSS sin declaración de guerra.
Stalin firma una alianza militar con Gran Bretaña y
organiza el traslado de la industria
soviética al este de los Urales, para evitar que caiga en
manos de los alemanes. Estados Unidos empieza a suministrar
material bélico a la URSS.

Carta del
Atlántico, declaración conjunta, de Churchill y
Roosevelt, que marca el final de
la neutralidad de Estados Unidos.

Las tropas soviéticas detienen el avance alemán
a las puertas de Moscú y de Leningrado.

Ataque aéreo japonés
contra la base americana de Pearl Harbour (Hawai), que provoca la
declaración de guerra de Estados Unidos y Gran
Bretaña contra Japón; los Estados Unidos entran
también en la guerra contra Alemania e Italia.
Japón realiza una rápida expansión en
Asia y el
Pacífico.

– 1942: con el ataque aéreo anglo-americano
sobre Colonia comienza el bombardeo masivo de las ciudades
alemanas.

Nueva ofensiva alemana en Stalingrado.

La victoria americana en la batalla aeronaval de Midway y el
posterior desembarco en Guadalcanal hacen pasar la iniciativa a
manos de los aliados en el Pacífico.

Desembarco de tropas anglo-norteamericanas en Marruecos y
Argelia, bajo el mando de Eisenhower.

El ejército británico en Egipto, bajo el mando
de Montgomery, detiene a los alemanes en El Alamein.

El ejército soviético cerca a los alemanes en
Stalingrado y les hace capitular; comienza el avance de la URSS
hacia el oeste: los alemanes se retiran de la zona del
Cáucaso.

– 1943: capitulación de las tropas del Eje en el
norte de África.

Los aliados desembarcan en Sicilia, desde donde inician la
conquista.

Mussolini cae del poder y es sustituido por Badoglio, quien
disuelve el Partido fascista y firma un armisticio con los
aliados. En respuesta, los alemanes ocupan el norte y centro de
Italia, y organizan la resistencia al avance anglo-americano.

Conferencia de Teherán; los aliados acuerdan un
desembarco en Normandía para abrir un frente occidental en
Europa.

– 1944: capitulación de las fuerzas alemanas en
Italia.

Tropas británicas, norteamericanas y chinas lanzan una
ofensiva en Birmania, que hará retroceder a los japoneses
hasta la frontera Tailandesa.

El ejército soviético lanza una nueva ofensiva,
hasta las afueras de Varsovia y rompe el frente alemán en
los Balcanes. Rumania, Bulgaria, Hungría y Finlandia
firman armisticios con la URSS. Yugoslavia y Albania son
liberadas.

Desembarco de Normandía: tras dos meses de lucha en
Normandía, los aliados consolidan sus posiciones y avanzan
hacia el interior, reconquistando París, el norte de
Francia, Bélgica y Holanda.

Fracasa un último intento alemán de tomar la
iniciativa en el frente occidental lanzando un ataque en las
Ardenas.

– 1945: La ofensiva lanzada por los soviéticos
provoca el hundimiento del frente oriental alemán y deja
Polonia en manos de la URSS.

Primer desembarco americano en suelo japonés
(Iwo Jima).

Conferencia de Yalta: los aliados elaboran el diseño
político de Europa y definen las zonas de ocupación
de Alemania.

Los soviéticos lanzan la ofensiva final, toman
Berlín y se reúnen en Elba con las tropas
angloamericanas que habían conquistado Alemania
occidental.

Capitulación de Wehrmacht.

En el Pacífico, los americanos establecen una base
aérea en Okinawa, desde donde bombardearán las
ciudades e industrias
japonesas.

Conferencia de Postdam: los aliados discuten la
organización del mundo tras la victoria, y acuerdan la
declaración de la guerra contra Japón por parte de
la URSS.

Lanzamiento de dos bombas atómicas sobre Hiroshima y
Nagasaki, que determinan la capitulación del Japón
(septiembre).

 Consecuencias de las dos guerras
mundiales

Si hay dos eventos que
dieron forma al siglo que ya termina, fueron las dos guerras
mundiales (1914-1918 y 1939-1945). Ambas conflagraciones no
sólo causaron decenas de millones de muertos, sino que
además pusieron los fundamentos para muchos de los
problemas no
resueltos con los que la sociedad
internacional ingresa al nuevo milenio.

43. La primera guerra
mundial

Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX, Europa
vivió una era de gran apogeo. Con su poderoso desarrollo
industrial y capitalista, Europa se había impuesto al resto
del mundo, excepto a EE.UU. y Japón.. Sus fuerzas armadas
dominaban en Africa,
Oceanía y gran parte de Asia. Pero la Europa superior ante
los ojos del mundo no era una unidad: profundas desigualdades
entre países y rivalidades entre potencias desataron una
guerra que gobernantes y militares creyeron ganar fácil y
rápidamente, mas no fue así y cuando
terminó, concluyó también la
supremacía europea.

La Primera Guerra Mundial duró cuatro años (1914
– 1918) y se debió básicamente a la
superproducción industrial europea y al nacionalismo
extremo

El desarrollo industrial y la competencia
neocolonialista generaron tensiones y rivalidades en un mundo en
el cual ya no quedaba nada por repartir al nivel de mercados y
colonias.

El nacionalismo se vivía en las grandes potencias y
también en los pequeños países sometidos a
los grandes. En las potencias, los partidos y la prensa exaltaban
la superioridad de su país frente a los demás y la
opinión pública compartía estos
sentimientos, los que se expresaron en propaganda
bélica y una carrera armamentista por superar a sus
rivales en ejércitos, flotas y mejores armas. Por ello, al
período de 1885 a 1914 se le llamó la Paz Armada:
aunque no hubo guerras entre las grandes potencias, todas
parecían prepararse para ella. Por su parte, las
pequeñas naciones eslavas necesitaban arrojar a Austria y
Turquía de los Balcanes para lograr la total independencia
y unidad de sus pueblos. Para ello contaban con el apoyo de
Rusia, algo que se ha mantenido hasta los actuales tiempos.

Como resultado de estas tensiones, las potencias formaron dos
grandes bloques rivales de un lado Alemania apoyando a
Austria-Hungría en sus pretensiones sobre los Balcanes, y
del otro Gran Bretaña y Francia, que recelaban de Alemania
y pactaron con Rusia la Triple Entente.

La causa inmediata de la guerra fue el asesinato del
archiduque Francisco Ferdinando, heredero del trono de Austria y
su esposa, a manos de un estudiante serbio en Sarajevo. Las
víctimas visitaban las posesiones austríacas de los
Balcanes. Aunque el asesino fue capturado, el emperador Francisco
José exigió permiso de Serbia para que la
policía austríaca investigara y capturara a los
autores intelectuales. Como Serbia se negó, el imperio de
Austria-Hungría le declaró la guerra el 28 de julio
de 1914. Cuando Rusia movilizó sus fuerzas en ayuda de
Serbia, Alemania y Austria le declararon la guerra y el sistema de
alianzas envolvió a los dos bloques armados.

Junto a la Entente participaron a lo largo de la guerra otros
países como EE.UU. y Japón. Este último para
adueñarse de las colonias alemanas en el
Pacífico.

Puede decirse que con la llamada Gran Guerra finalizó
una época, acabando gran parte de lo que el siglo XIX
había construido.

Durante esta guerra se transformó el arte
bélico. La lucha en las trincheras obligó a
transformar las tácticas, aparecía el tanque, que
eliminó a la caballería, y los aviones militares.
Además se emplearon granadas, bombas y gases
tóxicos. En los mares se generalizó el uso de los
submarinos.

El tratado de Versalles: los representantes de los vencedores
se reunieron en esa ciudad para discutir la paz con Alemania. El
presidente Wilson de los EE.UU. llevó un programa de
catorce puntos para restablecer el orden internacional sobre la
libre determinación de los pueblos y lograr una "paz sin
victoria" para evitar venganzas y nuevos odios. Sin embargo, el
primer ministro francés Clemenceau, el primer ministro
británico Lloyd George y el ministro italiano Orlando
lograron imponer su criterio de castigar a Alemania y
demás países vencidos. Alemania fue declarada
culpable del conflicto y obligada a devolver Alsacia y Lorena
–perdidas en 1870- a Francia, entregar todas sus colonias,
reducir sus FFAA y pagar una fuerte indemnización. Los
EE.UU. no aceptaron el tratado y firmaron tratados por separado
con cada nación vencida.

Otros tratados de paz se firmaron con los demás
países derrotados. El imperio austro-húngaro fue
desmembrado y reducido a dos pequeños Estados: Austria y
Hungría. Bulgaria perdió su acceso al mar Egeo. El
imperio turco fue desmembrado y reducido a la península de
Asia Menor y un pequeño territorio europeo (Constantinopla
y la Tracia).

Surgieron nuevos Estados: Yugoslavia, por la unión de
Serbia, Montenegro y los territorios eslavos quitados a
Austria-Hungría; Checoslovaquia, integrada por los
territorios de Bohemia, Eslovenia y otros también
desmembrados del imperio austro-húngaro; Polonia
resurgió, reuniendo su territorio repartido por siglos
entre Alemania, Austria y Rusia.

En los territorios que Rusia perdió a manos de
Alemania, al retirarse de la guerra en 1917, se formó una
cadena de nuevas repúblicas: Finlandia, Estonia, Letonia y
Lituania, con lo cual Rusia quedaba nuevamente alejada de
Occidente.

Los vencedores se repartieron las posesiones de los vencidos.
Italia se anexó la península de Istria, antes
austríaca, mientras Gran Bretaña y Francia pasaban
a administrar las colonias alemanas de Africa y las
regiones desmembradas del imperio turco en el Cercano Oriente,
como Siria, Palestina e Iraq. Las posesiones alemanas en el
Lejano Oriente y el Pacífico pasaron a poder de
Japón, EE.UU. y Gran Bretaña.

Desaparecieron las viejas y poderosas dinastías
europeas: diversas revoluciones internas derrocaron a los Romanov
de Rusia, los Hohenzollern de Alemania y los Habsburgo de
Austria. En Turquía también fue destronado el
sultán y el país se convirtió en
república.

EE.UU. se afianzaron como gran potencia mundial.
Gran Bretaña conservó la supremacía
marítima y Francia aumentó su poder luego de ver
aniquilada a su tradicional enemiga.

Muerte y ruina: el conflicto costó la vida de cerca de
13 millones de personas, dejó inválidos, mutilados
y enfermos a unos quince millones y un número igual de
viudas y huérfanos.

Cambios sociales: durante la guerra las mujeres tuvieron que
reemplazar a los hombres en las oficinas y en las
fábricas, por lo cual se les concedió el derecho al
voto y a ser elegidas en Gran Bretaña y otros
países. Desde entonces la mujer
comenzó a participar en los estudios, las profesiones y la
política.

Los obreros de los países vencidos y vencedores
obtuvieron el reconocimiento de sus derechos y notables mejoras
en salarios y
condiciones de trabajo, como la inamovilidad en el empleo o el
despido con indemnización, medidas de seguridad
social y reducción de la jornada de trabajo. Incluso
se creó la Organización Mundial del Trabajo (OIT) para
elevar en todo el mundo el nivel de vida del proletariado.

En la Alemania devastada surgieron las peligrosas ideas
comunistas importadas de Rusia, además de tempranos
sentimientos revanchistas. La crisis mundial
de 1929 favorecería el surgimiento del nazismo.

En Italia surgiría el fascismo
encabezado por Benito Mussolini.

En Rusia se consolidó el régimen comunista, el
cual a través del Comintern trató de propagar esa
ideología.


Tal como lo mencionamos, la crisis de
1929, la consolidación de ideologías y
regímenes totalitarios en Rusia, Alemania e Italia,
así como un extremo militarismo en el Japón, fueron
poniendo las bases de la segunda conflagración
mundial.

El nazismo, con Hitler a la cabeza, supo canalizar las
frustraciones y deseos revanchistas del pueblo alemán, en
los hechos violando el tratado de Versalles e iniciando un pronto
y gigantesco rearme. Imbuido de una concepción racista y
expansionista, el régimen nazi poco a poco fue
apoderándose de la Renania en 1936 –cedida a Francia
y Bélgica luego de la derrota de 1918-, anexó
Austria y Checoslovaquia, y cuando pretendió hacer lo
mismo con Polonia, Gran Bretaña y Francia se aprestaron a
combatirlo. El 1 de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia y
dos días más tarde los ingleses les declaran la
guerra.

En el Lejano Oriente, el expansionismo japonés en China
e Indochina hizo que los EE.UU. le impusieran fuertes sanciones
económicas en la forma de un embargo. Japón, que en
1940 se había aliado a Alemania e Italia en el llamado
Pacto de Acero,
atacó a los EE.UU. en diciembre de 1941, propiciando su
ingreso a la guerra mundial.

Las estadísticas fundamentales de la Segunda Guerra
Mundial la convierten en el mayor conflicto de la historia en cuanto a los
recursos
humanos y materiales
empleados. En total, tomaron parte en esta contienda 61
países con una población total de 1,700 millones de
personas. Se reclutó a 110 millones de ciudadanos,
más de la mitad de los cuales procedían de tres
países: la URSS (22-30 millones), Alemania (17 millones) y
EE.UU. (16 millones).

En las pérdidas humanas tenemos a la URSS encabezando
la lista, ya que sus bajas entre personal militar
y población civil se cree que superaron los 28 millones.
Las víctimas militares y civiles de los aliados fueron de
44 millones, en tanto que las potencias del Eje perdieron 11
millones de personas. Las víctimas de la guerra contra
Japón llegaron a 6 millones. Estados Unidos, que apenas
sufrió bajas entre la población civil,
perdió a unos 400,000 ciudadanos. Cabe mencionar el hecho
del horroroso exterminio de los judíos en Europa, cuyas
víctimas sumaron unos 6 millones.

Se estima que el costo
económico rebasó el billón de dólares
estadounidenses – de esa época -, lo que la hace
más onerosa que todas las anteriores guerras en
conjunto.

EE.UU. fue el país que más dinero
destinó a la guerra; el gasto aproximado fue de 341,000
millones de dólares, incluidos 50,000 millones asignados a
préstamos y arriendos. La segunda nación fue
Alemania, que dedicó 272,000 millones de dólares;
le sigue la URSS con 192,000 millones; Gran Bretaña, con
120,000 millones; Italia, con 94,000 millones; y Japón con
56,000 millones.

El gobierno soviético calculó que su país
perdió el 30% de su riqueza nacional.

Como consecuencia de estas ingentes pérdidas humanas y
económicas, se alteró el equilibrio
político. Gran Bretaña, Francia y Alemania dejaron
de ser grandes potencias desde el punto de vista militar,
posición que fue ocupada por los EE.UU. y la URSS.

Desde el punto de vista estratégico y militar, se da
inicio a la era nuclear y al denominado "equilibrio del
terror" entre Washington y Moscú a partir de 1949, cuando
estos últimos detonan su primera bomba atómica.

El mundo se divide en dos grandes bloques ideológicos,
los que a su vez se traducen en una serie de alianzas militares
como la OTAN, el Pacto de Varsovia, el SEATO, el CENTO, etc. La
Guerra
Fría se había iniciado.

Esta aumentó en 1949 y 1950, cuando los
soviéticos ingresan a la era nuclear y los comunistas
toman el poder en China, respectivamente. Japón, entonces
bajo ocupación norteamericana, aceleró su desarrollo
económico para luchar contra el comunismo
asiático. Cuando la comunista Corea del Norte
invadió Corea del Sur en 1950, provocó el primer
gran conflicto armado de la Guerra
Fría. Esta guerra duró hasta 1953 y sus efectos
hasta ahora se hacen sentir, al ser la península coreana
uno de los focos de tensión más graves del
planeta.

La derrota francesa en Indochina (1954) dio inicio a la
intervención norteamericana que duró hasta 1975,
año en el que retiró en total derrota.

Se dio inicio al proceso de
descolonización, el cual fue aprovechado por los
países comunistas para imponer regímenes afines,
bajo la sombrilla de las "guerras de liberación nacional",
en el Tercer Mundo, más específicamente en Africa y
Asia.

Alemania fue dividida hasta 1990, año en el que bajo la
conducción de Helmut Kohl logró la ansiada
reunificación.

Se dio origen a los organismos internacionales de alcance
mundial y regional, tal fue el caso de la ONU.. Fue fundada
el 26 de junio de 1945 por 50 países, enemigos del Eje, en
la Conferencia de San Francisco, como resultado de las
resoluciones de las conferencias de Moscú y Yalta. Su
finalidad es la preservación de la paz mundial por medio
de la mediación, el arbitraje, el
envío de fuerzas militares pacificadoras, sanciones
diplomáticas y económicas; e implemento de medidas
de desarme. La ONU se
concibió y nació del idealismo y
las esperanzas de paz que surgieron a raíz del final de la
guerra.

Bretton Woods: en esta reunión de 1946 se dio origen a
organismos multilaterales de crédito
como el FMI y el Banco Mundial.
De la conferencia también surgió un nuevo sistema
monetario internacional que tenía que lograr la
estabilidad de los tipos de cambio entre
las diversas monedas; además se estableció el
patrón oro (35 dólares por onza). Este sistema
logró la estabilidad monetaria hasta que se
derrumbó bajo las presiones especulativas que siguieron a
la crisis del petróleo
de 1973.

Una de las principales conclusiones que podemos extraer del
significado de ambas guerras mundiales, es que dejaron problemas no
resueltos o sino el germen de otros en el futuro. Por ejemplo,
creada artificialmente en 1918, Yugoslavia desde 1991 es un
problema de seguridad
internacional para Europa y bien puede dar inicio a, por lo
menos, una nueva guerra balcánica. Es decir, a más
de ochenta años de terminada esa guerra mundial (11 de
noviembre de 1918), seguimos padeciendo algunos problemas de esa
época.

La URSS ha desaparecido y las ideas marxistas están en
franca retirada. Sin embargo a la Guerra Fría no la
sucedió un mundo de paz, democracia y
armonía, sino todo lo contrario: el caos, la violencia y el
desorden amenazan a todos por igual porque el actual sistema
internacional no termina de resolver problemas que provocaron o
que fueron consecuencia directa de las grandes conflagraciones
mundiales de 1914 y 1939.

Aun está por verse cuál es la clase de mundo que
surgirá de este, aparentemente transitorio, caos global.
Lo importante es que el ser humano mire hacia atrás y vea
los horrores de ambas guerras mundiales para que comprenda la
inutilidad y la futilidad de políticas
agresivas y expansionistas entre las naciones, y que la paz, la
cooperación y la armonía son las únicas
bases verdaderas del progreso.

44. ¿Qué es lo
que hay detrás de la ampliacion de la
otan?

En los tiempos de la Guerra Fría, Polonia,
Hungría y la República Checa (entonces formaban
parte de Checoslovaquia) eran piezas importantes dentro de la
alianza defensiva presidida por la ex URSS, conocida como el
"Pacto de Varsovia". Obedecía a la lógica
de enfrentamiento ideológico y eventualmente militar entre
el bloque occidental y el oriental.

Con el fin de la Guerra Fría y el derrumbe del socialismo en
Europa Oriental entre 1989 y 1990, y la desaparición de la
misma URSS a fines de 1991, surgió en algunos de los
antiguos miembros del fenecido Pacto de Varsovia, la
intención de incorporarse a la alianza defensiva
occidental, es decir, a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN). ¿Cuáles eran sus motivos? El primero era un
ancestral temor al expansionismo ruso, el cual habían
padecido desde los tiempos de los zares, pasando por los jerarcas
comunistas. Desaparecida la amenaza comunista, consideraban que
Rusia seguiría manteniendo su interés de
influir y tal vez intervenir en una zona que siempre consideraron
como parte de su zona de influencia, en especial cuando el caos y
la anarquía dominaban su política interna ,
desconociendose si los ultranacionalistas como Zhirinovsky o los
comunistas como Zyuganov podrían acceder al poder. El
temor fue, que ambos coincidieron en una "recuperación de
las antiguas fronteras", las que coincidentemente incluyen a esos
países.

Desde el inicio, Moscú se opuso a la posibilidad de una
ampliación de la OTAN que incluyera a ex aliados suyos. No
obstante sus objeciones y después de largas negociaciones
con Washington, a regañadientes aceptaron en mayo de 1998
la ampliación en mención, eso sí, con las
debidas seguridades del caso y dentro de un nuevo marco de
cooperación estratégica con la OTAN.

El problema para aceptar a cabalidad esta lógica
es que el ejército ruso simplemente está
cayéndose a pedazos, está colapsando por la grave
crisis económica que sufre el país en su doloroso
tránsito hacia el capitalismo y
la democracia,
por lo que sería casi imposible que pudiera conducir
grandes operaciones en dirección oeste. Ni siquiera fueron capaces
de vencer, ni qué decir actuar decorosamente, en
Chechenia.

Por el lado occidental también se han alzado voces
oponiéndose a la ampliación de la OTAN por no
sólo razones estratégicas, sino sobre todo por su
costo
económico, ya que se calcula que serían unos
125,000 millones de dólares a ser gastados en un
período de 15 años, correspondiéndoles a los
Estados Unidos aproximadamente una sexta parte de esa suma. Y en
los mismos nuevos miembros hay oposición interna a su
incorporación a la OTAN, también por razones
económicas: les supondrá aumentar el gasto militar
a costa de rubros como salud o educación. Varsovia,
Budapest y Praga esperan así ingresar después a la
Unión
Europea(UE), lo que es una gran contradicción, porque
si el ingreso a la alianza militar les supone un agravamiento de
sus ya de por sí delicadas economías, es obvio que
no podrán ingresar a la UE.

No obstante estas razones, siguen las justificaciones y
racionalizaciones para que se haga efectiva la ampliación,
estando detrás de ellas el llamado complejo
militar-industrial norteamericano, fuertemente golpeado por el
fin de la Guerra Fría. Por ejemplo, el presidente del
Comité Norteamericano pro Ampliación de la OTAN es
nada menos que el director de planificación
estratégica de la Lockheed Martin, una de las
más grandes productoras de armamentos. Estas quieren que
los nuevos miembros, no importa a un altísimo costo, les
compren las armas que les servirán para compatibilizarse
militarmente con los equipos de sus nuevos aliados. Tal vez
consigan lograr esa compatibilización, pero el costo
económico y financiero será tan alto, que al final
las amenazas a su seguridad no vendrán de Moscú,
sino de la inestabilidad interna que provocarán. Polonia,
Hungría y la República Checa tendrán que
paulatinamente cambiar su equipamiento militar que
provenía del bloque oriental, por uno occidental. Eso
cuesta mucho dinero y es lo
que realmente está detrás de la ampliación
de la OTAN: la recuperación económica de los
grandes fabricantes de armas.

Es necesario resaltar las diferencias con lo que sucede en
nuestro continente, en el que los países de la
región, como lo están demostrando Perú y
Ecuador, en la
consolidación del histórico proceso de paz
iniciado el pasado 26 de octubre pasado, están
disminuyendo sus gastos militares
para destinarlos a vencer al principal y verdadero enemigo de
nuestro pueblos: el subdesarrollo.

45. Tratados de paz

Tratado de trianon

Ninguno de los tratados de paz de París fueron
más drásticos en sus términos que el tratado
de Trianon. Por este Hungría no sólo fue mutilada
sino también desmembrada. Incluso si excluimos a Croacia,
que había estado unida solamente en un lazo federal a las
otras tierras de la Santa corona de San Esteban – aunque
permaneció uno de los ochocientos años – Las
propiedades Húngaras fueron reducidas a menos de un tercio
de su área de preguerra, y a un poco más de los 2/5
de su población. Los territorios y personas
exhúngaros fueron distribuidos a través de al menos
7 distintos estados. Rumania solamente aseguró, con el
costo de Hungría, un área más grande que eso
a la izquierda de Hungría. http://babelfish.altavista.digital.com/cgi-bin/ –
_1

Estas pérdidas fueron proporcionalmente menores a las
infligidas a Alemania o Bulgaria. La Austria de 1920 era, de
hecho, una fracción incluso más pequeña del
estado que había llevado su nombre en 1918, pero la vieja
Austria no había sido un estado unitario, sino solamente
una federación de reinos, ducados y provincias, los
estados hereditarios de una dinastía
súper-nacional. El tratado de St. Germain dividió
simplemente esta federación en sus elementos
constitutivos. Turquía conservó casi intacta la
base turca de su imperio, perdiendo solamente porciones
periféricas.

El estado húngaro, por otra parte, había
existido por mil años dentro de las fronteras que
habían mostrado un grado muy notable de estabilidad.
El estado
político incluido dentro de esos límites
había sido unitario mucho antes de que la mayoría
de los estados de hoy. Por otra parte, su estructura
geográfica había impuesto ante ella también
una coherencia económica muy cercana, obviamente
beneficiosa a casi todos sus habitantes. La unidad de
Hungría era así algo de una orden enteramente
diversa de la del imperio austriaco o del imperio otomano. Era
incluso más firme que la establecida por Alemania.

Estos asuntos nunca fueron seriamente negados. Pero la
razón verdadera de la partición de Hungría
era, por supuesto, que la diversidad racial de su
población era por lo menos tan innegable como su unidad
histórica o geográfica. La mayoría de la
población de la periferia era alemana en el oeste,
Eslovaca en el norte, Rutenos en noreste, y rumanos en el este,
mientras que en el sur había un gran contingente de
Serbios, mezclado con el Maguiares y con otras colonias alemanas.
Era, ampliamente discutido, el principio de la
autodeterminación que fue invocado en 1919 para causar la
desmembración de Hungría. El área alemana en
el oeste fue asignada a Austria; el norte, ambos Eslovaco y
Rutenos, a Checoslovaquia; el este a Rumania, y el sur a
Yugoslavia, con Italia tomando el acceso del puerto de Fiume;
Polonia consiguió algo en el norte lejano, mientras que el
centro seguía perteneciendo a Hungría.

Los límites etnográficos, sin embargo, no fueron
seguidos exactamente. Los estados sucesores y sus abogados
tomaron su soporte en el simple derecho de la
autodeterminación de los pueblos, los cuales, según
ellos, automáticamente justificaban que los no-Maguiares
salieran de Hungría para formar su propio Estado nacional.
Este derecho parecía tan obvio que apenas fue discutido en
Trianon. La doctrina de la autodeterminación fue utilizada
para separar no solamente a los rumanos y al Serbios de
Hungría, sino también a los Eslovacos. Los Rutenos
fueron asignados a Checoslovaquia como hogar más natural
para ellos que Hungría. Pero el argumento fue llevado
más allá. Se supuso que las minorías
neutrales o de tercera persona, tales
como los alemanes en la Hungría norteña, del este,
y meridional, también tenían que ser reconocidos
como los campos no-Maguiares. Así en Hungría
meridional, por ejemplo, agregaron a los alemanes a los Serbios;
mientras que, si hubieran agregado a los alemanes a los
Maguiares, habría sido los Serbios quienes hubieran
demandado por parecer más débiles. Por otra parte,
la evidencia fue presentada para mostrar que la regla de Maguiar
en Hungría había sido injusta, opresiva, y
tiránica. Debido a esta regla opresiva de Maguiar, fue
discutido que los nuevos estados nacionales fueron
automáticamente justificados, y que incluso donde era
necesario asignarles minorías, esto hiciera poco
daño, porque eran más democráticas y
socialmente más avanzadas que Hungría.
Además, debido a consideraciones económicas y
estratégicas, tres millones y medio de húngaros, un
tercio de la gente de habla húngara, fueron transferidos a
los estados sucesores, y muchos de éstos vivían en
bloques compactos contiguos a las nuevas fronteras.

Hungría no negó en conjunto los derechos de la
autodeterminación nacional, pero si protestó
fuertemente contra las conclusiones derivadas de
esta. Hungría admitió como válida solamente
la decisión tomada por la dieta de Croacia. Para el resto,
ella cuestionó el carácter representativo de las
reuniones populares locales, y mantuvo valientemente que las
nacionalidades realmente nunca deseaban desmembrarse. El punto
era incierto, podría ser preguntado en los plebiscitos,
que ella solicitó, pero fue inútil. Hungría
era confidente que su resultado sería favorable a ella
pero afirmó que las nacionalidades no tenían
ninguna razón de ser, como fue probado por la
cohesión notablemente mostrada por el estado
húngaro a través de la historia. Y aunque la
nación de Maguiar había predominado en
Hungría, nunca se sintió oprimida por los no
Maguiares. El postulado de los Maguiares solamente había
sido la unidad política del estado. Un no Maguiar
había sido dejado enteramente libre de gozar de su propia
cultura
nacional en asuntos privados y locales. Por lo tanto hablar de
opresión era absurdo, y empaquetar encima de la vieja
unidad histórica y económica de Hungría era
infligir no simplemente injusticia sino también el
desastre para lo que la gente acordó.

Es de hacerse notar que el tratado no fue negociado sino
dictado. Hungría incluso no fue invitada a Trianon hasta
que los aliados habían convenido entre sí mismos, y
la masa de mapas, de
ensayos
históricos, y de estadísticas que sus delegados trajeron con
ellos representó, desde el punto de vista de la
conferencia, tanto trabajo perdido.

Aunque en la mayoría de los respectos había poca
diferencia entre el tratado de Trianon y los otros tratados de
paz, había por lo menos una particularidad. El tratado no
se podía presentar en Hungría hasta 1920. En
aquella época muchos de los que participaron en el trabajo de
la conferencia de paz admitieron sin reserva que los errores
cometidos por la conferencia y los defectos de sus conclusiones.
Uno tenía que referirse solamente al Senado de los Estados
Unidos, cuya actitud hacia
los tratados era bien sabido. El 19 de noviembre de 1919, el
Senado, después de meses de discusión,
rechazó el tratado de Versalles. Como consecuencia de
esto, cuando William C. Bullitt, experto geográfico y
económico de la delegación americana en
París, vio los primeros borradores del Tratado de paz con
Hungría, él dejó la conferencia para
expresar en Estados Unidos su oposición por lo que
sucedía en Paris. En Inglaterra varios miembros de la
Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes
hablaron abiertamente para la revisión del tratado de
Trianon. En 1919, John M. Keynes
publicó un libro en
Londres titulado Las Consecuencias Económicas de la Paz.
Aunque él se ocupó del tratado alemán,
él concluyó que los tratados debían ser
revisados. El movimiento
para la revisión alcanzó una etapa más
significativa cuando Signor Nitti, antiguo Primer Ministro de
Italia, apareció en la escena. Cuando Nitti dimitió
de su cargo, recuperando su libertad,
precisó que los aliados se habrían horrorizado si
cualquier persona hubiera
utilizado el tono que habían adoptado hacia las naciones
derrotadas. El artículo en el cual estas opiniones fueron
dispuestas y pensadas originalmente para la publicación en
los Estados Unidos pero fue impreso en última instancia en
periódicos italianos.

Pronto después, Nitti levantó su voz en una
reunión de la Unión para el Control
Democrático en Londres urgiendo la revisión del
Tratado de Versalles. Lord Newton
estableció en la Cámara de los Lores que el Tratado
de Trianon era un escándalo para la civilización.
Senador de Monzie, miembro del senado francés,
llegó a la conclusión que Europa central
había sido balcanizada por el tratado de Trianon, que
ésta creó una nueva zona peligrosa para Europa, y
que la revisión de este tratado era imprescindible en
propio interés de
Francia. M. Danielou estableció en la Cámara de
Diputados que los franceses estaban extremadamente mal informados
sobre la situación en los estados Danubienses, que no debe
aprobar el parlamento francés este tratado riguroso y que
hay que encontrar una manera para remediar esta injusticia.

En 1920 muchos artículos fueron publicados en los
periódicos franceses, británicos, e italianos que
abogaron la revisión del tratado en el interés
general de la humanidad. El 1 de mayo de 1920, el New York Herald
publica que Europa se acerca rápidamente a una gran
destrucción debido a los tratados de paz. Aquí
aparece un artículo que es probable reestablecer la paz en
el mundo, nueve países aún están en guerra,
las Fuerzas Armadas aún ocupan diecinueve frentes, cuatro
estados son amenazas con inminente peligro de hostilidad, y en
siete países hay inminentes guerras civiles.
Además, Turquía luchaba con toda su fuerza contra
el tratado. En un artículo del New York Herald escrito por
Poincare, el cual fue publicado en Revue des deux Mondes, se
caracteriza el tratado turco de paz como "roto Sevres china".

Hubo muchas discusiones acerca de la revisión, pero el
tratado seguía siendo igual. Millerand, el nuevo primer
ministro francés, declarado que el tratado de Trianon
podría ser validado o ser rechazado solamente porque todos
los tratados de la paz constituyeron una sola estructura
orgánica que sería deteriorada por cualquier
cambio.

La delegación húngara de paz, dirigida por el
gran viejo de Hungría Conde Albert Apponyi, llegó a
París el 5 de enero de 1920. Fue alojado en el hotel
Chateau de Madrid, en Neuilly, uno de los suburbios de
París, aislados perfectamente. No permitieron a los
miembros de la misión
comunicarse con ningún diplomático extranjero o
embajada en París. Apponyi informó al gobierno
húngaro en su primer telegrama a Budapest del hecho de que
internaron a la delegación húngara. Este
aislamiento estaba tan cerca del total que cuando el embajador
japonés en París expresó el deseo que la
delegación húngara se contactara con él, le
informaron que era imposible. El Coronel Paul Henry,
representante del gobierno francés, declaró que el
contacto personal con los
diplomáticos aliados era imposible hasta después de
firmar el tratado de paz.

Aunque Hungría no tenía ningún aliado en
1920, ella todavía tenía algunos amigos personales.
Entre ellos estaban algunos miembros influyentes del parlamento
británico. Antes de que la delegación de la paz se
fuera para París, Lord Bryce aconsejó al gobierno
húngaro que fue su contacto más importante
tenía que ser con el Gobierno de los Estados Unidos. Los
Estados Unidos no fueron limitados por el tratado secreto del
tiempo de guerra rumano; por lo tanto, ellos podrían tomar
una posición contra la anexión de Transilvania por
los rumanos y podría exigir que la decisión final
en esta materia
esté condicionada sobre los resultados de una
comisión designada al arreglo de este problema. Tal
demanda por
parte de los Estados Unidos sería utilizada por numerosos
miembros del parlamento británico.

El ministro húngaro para asuntos exteriores
planteó esta pregunta al representante de los Estados
Unidos en Budapest. El Ministro de Asuntos Exteriores
acentuó a Grant-Smith que el embajador de los Estados
Unidos en París no participaba en las negociaciones
preliminares referentes al tratado de la paz con Hungría y
que, por lo tanto, las condiciones de la paz eran determinadas
sin el
conocimiento y la aprobación de los Estados Unidos. El
Ministro de Asuntos Exteriores indicó: "No sabemos si,
bajo estas circunstancias, los Estados Unidos se sentirán
encuadernados por ese tratado. Sería más importante
tener al embajador americano en París participando en las
discusiones de las condiciones de paz y para tener su ayuda a
nombre de nuestra demanda
justificable para un plebiscito basado en la idea de la
autodeterminación.

En respuesta a esta petición, Grant-Smith
sugirió que el gobierno húngaro debía
inducir al Departamento de Estado en Washington para que
participe en la discusión de la paz húngara.
Él sugirió esto porque era evidente que si
él (Grant-Smith) emprendía por sí mismo los
pasos de progresión oficiales a tal efecto, inmediatamente
despertaría a los Yugoslavos y a los checos que
contrariarían sin duda alguna con eficacia su
movimiento. En base de esta sugerencia, el ministro de asuntos
externos mandó a la legación húngara en el
Hague a iniciar tal acción inmediatamente a través
del cónsul Janos Perenyi. También una nota especial
fue enviada al consejo supremo que precisaba que debido al hecho
de que los Estados Unidos no estarían más
representados en el consejo supremo, la posición de
Hungría era diferente de la de las potencias con las
cuales la paz había sido concluida hasta ahora.
Hungría no podría dejar su posición hacia
los Estados Unidos sin resolver, especialmente pues había
muchos millares de húngaros en los Estados Unidos cuyos
intereses debían ser protegidos.

La respuesta de Clemenceau a la carta de la
delegación húngara fue escrita en un tono muy
precipitado. Concluyó que si la delegación
húngara deseaba causar retardo por un cierto pretexto, no
había necesidad para que permaneciera en Paris. La primera
reunión de la delegación húngara con los
delegados del consejo supremo ocurrió en la oficina de
Coronel Henry en el Chateau de Madrid el 14 enero de 1920. M.
Jules Cambon presentó las credenciales de los
plenipotenciarios aliados. Cuando él leyó la
lista de nombres, no había representante de los Estados
Unidos entre ellos. El Conde Apponyi preguntó a Cambon si
los Estados Unidos estaban representados, y Cambon
contestó que no. La ceremonia entera era algo
frígida. Cambon se presentó así como a los
representantes aliados, con lo cual el Conde Apponyi se
presentó y a los otros delegados húngaros. Aparte
de lo relacionado arriba, ninguna conversación
ocurrió. El Conde Apponyi validó las credenciales y
se terminó la ceremonia. No hubo apretón de manos.
El Conde Apponyi escribió después de eso una
carta a
Clemenceau. Él indicó en esta carta: "Tomando la
nota, con las comunicaciones
hechas por M. Jules Cambon, del hecho de que los Estados Unidos
de América
no están representados en la conferencia a la cual nuestro
gobierno nos envió, confiado con la misión de
preparar la paz con todos los beligerantes, nosotros le pedimos,
Sr. presidente, que encuentre la manera para que entremos en
relación directa con el gobierno en Washington y su
representante acreditado en París. Los aliados no pueden
coartar de ninguna manera nuestro deseo de concluir la paz con
los Estados Unidos".

La carta indicó además que no trataron a los
miembros de la delegación húngara como
diplomáticos porque no podrían comunicarse con los
otros diplomáticos en París. Por lo tanto, los
miembros no podrían negociar como generalmente lo
hacían entre diplomáticos. En tales circunstancias
la delegación húngara no podría permanecer
en París, aunque su deseo era negociar con las potencias
aliadas. El día siguiente, quizás debido a otras
razones políticas,
el gobierno francés se aplacó. El nuevo gobierno
francés permitió la libre comunicación a la delegación y
Clemenceau prometió mediar entre la delegación de
paz de los húngaros y los Estados Unidos.

El 15 de enero de 1920, los aliados dieron sus condiciones de
paz al Conde Albert Apponyi, presidente de la delegación
húngara. El día siguiente, en el nombre del pueblo
de Hungría, Apponyi apeló al consejo supremo.
Él se refirió al gran principio expresado tan
felizmente por presidente Wilson; es decir, que ningún
grupo de
personas, ninguna población puede ser transferida a partir
de un estado a otro sin primero ser consultado. En el nombre de
este gran principio, él dijo: "Exigimos un plebiscito en
esas partes de Hungría que ahora estén ahora en el
punto de la separación de nosotros; Yo declaró que
estoy dispuesto a aceptar cualquier decisión que
plebiscito arroje, cualquiera que esta sea". Alexandre Millerand.
El presidente del consejo supremo, argumentó que la
consulta al pueblo no ofrecía un resultado distinto al
conocido por lo aliados, por lo tanto el plebiscito esta
considerado innecesario.

El tratado de paz fue firmado entre Hungría y las
potencias de la Entente el 4 de julio de 1920. Firmado en
Versalles en el palacio de Trianon, se conoce como el tratado de
Trianon. Fue ratificado por el parlamento húngaro el 15 de
noviembre de 1920, pero ningún Húngaro
podría aceptarlo y ningún funcionario
húngaro o políticas no oficiales podían
tomarlo como la lucha contra Trianon durante el periodo entre
guerras. Durante estos años era la aspiración de
casi cada Maguiar para terminar la triste situación
impuesta ante ellos por el establecimiento de la paz. No es
ninguna maravilla entonces que el revisionismo, como fue llamado
el movimiento para la alteración de los términos
del tratado de Trianon, se convirtió en un factor muy
importante en política húngara. También se
convirtió en una declaración de fe, una barra que
mide el patriotismo y lealtad de cada Maguiar.

Para servir como instrumento de esta causa; organizaron la
Liga Húngara para la Revisión; la liga
colaboró con el influyente político
británico y magnate de los periódicos, Lord
Rothermere, y con otras personas influyentes, que condujeron una
campaña personal para la revisión pacífica
del tratado de Trianon. La campaña, sin embargo, conducida
a poco, no tuvo un éxito visible.

De acuerdo con el Tratado, Hungría perdía dos
tercios de su superficie y la mitad de su población
mediante la cesión de los siguientes territorios:
Eslovaquia y Rutenia a Checoslovaquia; Transilvania y el Banato
de Temesvár a Rumania; Croacia, la región de
Batchka, el Banato occidental (al norte y este de Belgrado) y
Eslovenia al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (que
más tarde recibió el nombre de Yugoslavia); la
región de Burgenland a Austria, y pequeñas
extensiones de tierra a
Italia (entre ellas, la ciudad de Fiume, actual Rijeka-Susak, en
Croacia) y Polonia. El ejército húngaro fue
reducido a 35.000 hombres. Además, el Tratado
establecía que Hungría debía proporcionar
ganado a los países devastados, y que el reino yugoslavo
recibiría, durante cinco años y sin coste alguno,
asignaciones anuales de carbón procedente de
Hungría. Debía realizarse un pago como
indemnización, cuyo importe total sería fijado por
la comisión de reparaciones; la primera parte debía
ser abonada antes del 1 de mayo de 1921 y el resto en 66 pagos
semestrales.

El tratado de saint
germain-en-laye

El tratado de Saint Germain-en-Laye fue firmado el 10 de
septiembre de 1919, por los aliados victoriosos de la guerra
mundial por una parte y por la nueva república de Austria
por la otra. Como el tratado de Versalles con Alemania, contuvo
el convenio de la liga de naciones y consecuentemente no fue
ratificada por los Estados Unidos. El tratado declaró que
la monarquía Austro-Húngara estaba disuelta. La
nueva república de Austria, era en su mayoría de
habla alemana del imperio austríaco, reconocía la
independencia de Hungría, Checoslovaquia, Polonia, y
Yugoslavia (entonces llamada el Reino de Serbios, de Croatas, y
de Eslovenos). Austria fue reducida no solamente por la
pérdida de las tierras de la corona incorporados en
Checoslovaquia, Polonia, y Yugoslavia, sino también por la
cesión de Tyrol, Trieste, Istria, varias islas de
Dalmatas, y Friuli a Italia y la cesión de Bukovina a
Rumania.

Burgenland, entonces una parte de Hungría, fue
concedido a Austria. Austria asumió la responsabilidad del gobierno imperial
austríaco de haber causado la guerra, pero sus pagos de
las reparaciones a los aliados nunca fueron exigidos realmente
debido a la obvia insolvencia del estado austríaco. Un
artículo importante del tratado (88) requirió que
Austria se abstuviera de comprometer directamente o
indirectamente su independencia, que significó que Austria
no podría entrar en unión política o
económica con Alemania sin el acuerdo del Consejo de la
Liga de Naciones, lo cual trajo como consecuencia las tensiones
austro-germanas durante la década de 1930.

Limitaron al ejército austríaco a una fuerza de
30.000 voluntarios y prohibieron la tenencia de una armada,
así como de Fuerza aérea. Había las
provisiones numerosas que se ocupaban de la navegación del
Danubio, la transferencia de ferrocarriles, y otro detalla
implicado en la desintegración de un gran imperio en
varios estados independientes pequeños. El tratado de
Trianon en 1920 entre Hungría y los aliados terminó
la disposición de la anterior monarquía dual.

El tratado de versalles

Acuerdo de paz firmado al concluir la I Guerra Mundial entre
Alemania y las potencias aliadas vencedoras. Fue negociado
durante la Conferencia de Paz celebrada en Versalles, que
comenzó el 18 de enero de 1919. En ella se hallaban
representados Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e
Italia; Alemania, que había adoptado un régimen
republicano tras la disolución del Imperio al final de la
guerra, quedó excluida de las conversaciones. La primera
sección del Tratado recogía el Pacto de la Sociedad
de Naciones, cuyo objetivo era garantizar el cumplimiento de los
términos de varios convenios acordados después de
la I Guerra Mundial con el fin de lograr una paz duradera. El
Tratado se firmó en la Galería de los Espejos del
Palacio de Versalles, próximo a París, el 28 de
junio de 1919. Estados Unidos no lo ratificó, pero
firmó con Alemania por separado el 2 de julio de 1921 el
Tratado de Berlín.

El Desarme Y Las Reparaciones De Guerra

Según lo estipulado en el Tratado de Versalles, y
siguiéndose en lo básico los Catorce Puntos, o
directrices pautadas por el presidente estadounidense, Woodrow
Wilson, Alemania tuvo que suprimir el servicio
militar obligatorio, reducir su Ejército a 100.000
hombres, desmilitarizar todos los territorios situados en la
orilla izquierda del río Rin y los del margen derecho en
una franja de 50 km de ancho, dejar de importar, exportar y
prácticamente producir material de guerra, limitar sus
fuerzas navales a 36 buques de superficie (no se le
permitió mantener submarinos) y el personal naval a
15.000, quedándole prohibida la aviación militar.
Alemania también aceptó que el antiguo emperador
Guillermo II fuera juzgado por un tribunal internacional bajo la
acusación de haber cometido "un delito supremo
contra la moralidad internacional", pero el juicio nunca
llegó a celebrarse.

Los alemanes debían hacer frente a una cuantiosa
indemnización por reparaciones de guerra para resarcir a
las potencias aliadas por los daños causados durante el
conflicto. Además de las reparaciones en metálico,
se entregaron naves, trenes, ganado y valiosos recursos
naturales. Surgieron dificultades con la recaudación
de los pagos y la modalidad y cuantía de los mismos no
quedó ajustada definitivamente hasta la Conferencia de
Lausana de 1932.

Modificaciones Territoriales

Alemania reconoció la soberanía incondicional de Bélgica,
Polonia, Checoslovaquia (en la actualidad República Checa
y Eslovaquia), y Austria, y abrogó los tratados de
Brest-Litovsk y Bucarest. Asimismo, perdió aproximadamente
71.000 Km.2 de territorio, algo más de un 13%
de sus dominios europeos. Alsacia y Lorena fueron restituidas a
Francia, y la región del Sarre quedó bajo la
administración de una comisión de la
Sociedad de Naciones durante quince años. Bélgica
recibió los pequeños distritos de Eupen-et-Malmedy
y Moresnet.

Se celebraron plebiscitos en 1920 para determinar la
situación política de la zona norte y central de
Schleswig-Holstein: la primera, que comprendía 3.981
Km.2 fue cedida a Dinamarca, mientras que Alemania
conservó la segunda. Grandes áreas de las
provincias de Posen (actual Pozna, Polonia) y Prusia Occidental
pasaron a manos de Polonia. Los plebiscitos celebrados en Prusia
y Marienwerder (un distrito del sureste) en 1920 permitieron su
permanencia a Alemania. El convocado en la Alta Silesia en 1921
también otorgó la mayoría a Alemania, pero
el Consejo de la Sociedad de Naciones, que había sido
invitado a mediar en la disputa, asignó la parte
más rica de esta región a Polonia. Una parte de la
Alta Silesia (en la actualidad la República Checa) fue
cedida a Checoslovaquia en 1920.

El puerto de Memel y su territorio adyacente fue entregado
finalmente a Lituania. El puerto de Danzig quedó bajo el
control de las principales potencias aliadas y sus asociadas, que
reconocieron a Danzig (en la actualidad Gdask) como una ciudad
libre administrada por la Sociedad de Naciones, pero supeditada
al dominio de
Polonia en lo que se refería a sus aduanas y
representación en el extranjero. Alemania también
perdió todo su imperio colonial. Las duras condiciones del
Tratado, en especial la pérdida de los territorios del
este, levantaron duras críticas en Alemania que
calificó el Tratado de paz como diktat o puñalada
por la espalda, y dio lugar a la aparición de numerosos
grupos nacionalistas que demandaban la revisión del mismo,
y que servirían de soporte para el ascenso al poder en la
década de 1930 del Partido Nacional Socialista
Alemán.

Tratado de paz entre Turquía y las potencias aliadas (a
excepción de la Unión Soviética y de Estados
Unidos) posterior a la I Guerra Mundial. El acuerdo se
firmó el 10 de agosto de 1920 en Sèvres (Francia).
Desintegraba el Imperio otomano y limitaba Turquía a la
ciudad de Constantinopla y sus territorios circundantes, y a
parte de Asia Menor. Turquía tuvo que ceder a Grecia la
Tracia Oriental, Imbros, Tenedos y Esmirna; Armenia logró
la independencia y el Kurdistán su autonomía;
Arabia, Palestina, Siria, Mesopotamia y
Egipto se separaron también de Turquía, y se
estableció la libertad de
navegación por los Estrechos, que quedaban bajo control de
una comisión internacional. También se acordaba el
establecimiento de zonas de influencia italiana y francesa.

El Tratado, que fue aceptado por Mohammed VI, sultán de
Turquía, y el gobierno turco, no fue reconocido por el
líder
nacionalista Mustafá Kemal Atatürk. Como jefe de la
Gran Asamblea Nacional Turca, encabezó la oposición
al Tratado, derrocó al gobierno de Estambul y
estableció la República de Turquía, con
Angora (hoy Ankara) como capital. Sus
victorias frente a los ejércitos franceses, italianos y
griegos, que habían ocupado Turquía a finales de la
guerra, condujeron a la firma de nuevos acuerdos.

La Conferencia de Lausana (1923) permitió a los turcos
recuperar territorios de las zonas de influencia francesa e
italiana, la mayor parte de Armenia y Tracia Oriental,
configurando el territorio, aproximadamente de la actual
Turquía.

Tratado de neully

Acuerdo de paz firmado en Neuilly-sur-Seine (Francia) el 27 de
noviembre de 1919 entre los países vencedores de la I
Guerra Mundial y Bulgaria, que había sido derrotada.
Según los términos de este tratado, Bulgaria
debía ceder pequeñas áreas de su territorio
al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (rebautizado
más tarde como Yugoslavia), cuya independencia
reconocía, y entregar a Grecia la Tracia occidental, con
lo cual perdía su salida al mar Egeo. Asimismo, Dobruja
fue restituida a Rumania.

Por otra parte, reducía el ejército a 20000
hombres, prohibía que el país tuviera una armada,
así como una Fuerza aérea.

Hay que agregar que la estructura de estos tratados,
pretendían regular casi toda la sociedad de los
países vencidos; desde el modo en que debían
disponer su ejército, hasta el uso de telégrafos;
básicamente todo esto condujo a que el periodo entre
guerras fuera bastante tenso, coadyuvó al surgimiento del
Corporativismo Nacionalista o Fascismo, en sus
diferentes expresiones a través del mundo; y
prácticamente desencadenó en lo que se
conoció como la Segunda Guerra Mundial.

Además, todas estas imposiciones trajeron el descalabro
financiero de la mayoría de los países, la
mayoría de las deudas de guerra nunca fueron saldadas, lo
cual trajo un empobrecimiento mayor y descontento general entre
la población europea, víctimas de la guerra.

46. El período entre
guerras

Las frustraciones ocurridas después de la Gran Guerra,
sumadas a los profundos problemas
sociales y económicos, destruyeron las frágiles
democracias de algunos países europeos,
sustituyéndolas por regímenes totalitarios de
extrema derecha como el fascismo italiano y el nazismo
alemán. En la Unión Soviética se
desarrolló una dictadura de
extrema izquierda representada por el stalinismo.

En el plano económico, tuvo lugar una profunda crisis
que puso a prueba el sistema capitalista: la crisis de 1929 que,
iniciada en los Estados Unidos, se extendió
prácticamente por todo el mundo.

Se puede dividir la etapa que separa el final de la primera
guerra mundial del comienzo de la segunda en dos grandes
períodos: entre 1919 y 1929, tras unos pocos años
de crisis y reordenamientos, las relaciones entre las potencias
europeas y la situación general mejoraron
considerablemente; a partir de 1929 una crisis económica
generó nuevos conflictos y se entró en una etapa
que condujo a un nuevo estallido bélico.

La Sociedad de las Naciones, creada por el tratado de
Versalles, era una entidad que tenía su sede en Ginebra
(Suiza). En su estructura pronto aparecieron fisuras: los Estados
Unidos no participaron en ella, pues el Senado norteamericano no
aceptó los compromisos adquiridos por el presidente Wilson
y el nuevo gobierno, encabezado por el presidente Harding
inició una política de aislamiento. Alemania fue
aceptada como estado miembro en 1925, pero -a igual que
Japón e Italia- se retiró de ella al iniciar una
política expansionista en la década siguiente.

La Sociedad de las Naciones no pudo evitar el estallido de
nuevos conflictos internacionales ni cumplir la misión
pacificadora para la que había sido concebida.

47. Los estallidos
totalitarios

Ideologías totalitarias de distinto signo se impusieron
en tres naciones europeas: Rusia, Italia y Alemania. Con
profundas diferencias entre ellos, estos sistemas tuvieron
como denominador común la supresión de la libertad
política y el papel de
preponderante del Estado controlado por un solo partido.

48. Revolución
rusa

Conjunto de acontecimientos que tuvieron lugar en la Rusia
imperial y culminaron en 1917 con la proclamación de un
Estado soviético, denominado desde 1922 Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). El
término Revolución
Rusa hace referencia a las dos revoluciones que triunfaron en
1917. La primera, que comenzó con la rebelión
ocurrida entre el 8 y el 12 de marzo de 1917 (del 23 al 27 de
febrero del calendario juliano, empleado entonces en Rusia),
derrocó a la monarquía autocrática imperial;
suele ser denominada Revolución
de febrero. La segunda, que se inició con una
insurrección armada el 6 y 7 de noviembre (24 y 25 de
octubre), fue organizada por el partido bolchevique en contra del
Gobierno Provisional instaurado tras la primera fase
revolucionaria y operó una transformación en las
relaciones económicas, políticas y sociales de la
sociedad rusa; se denomina Revolución Bolchevique o
Revolución de Octubre. (El calendario gregoriano fue
adoptado por el gobierno soviético el 31 de enero de 1918;
todas las fechas que aparecen en el artículo corresponden
al nuevo calendario).

Antecedentes
Las reformas emprendidas por el zar Alejandro II (1855-1881)
habían generado una corriente en favor del cambio
constitucional. Los gobiernos locales (zemstvo) eran considerados
como el embrión de un gobierno parlamentario y la
liberalización en materia legal
estimuló la elaboración de una legislación
también a escala nacional. La abolición de la
servidumbre promovió el deseo y la necesidad de una
reforma
agraria de mayor alcance; con el nuevo plan de educación instituido
por el zar, que permitió el acceso de los jóvenes
que no pertenecían a la nobleza a la enseñanza
secundaria y las universidades, surgió un gran colectivo
de estudiantes que se convertirían en la vanguardia
revolucionaria. El primer paso fue la organización de un partido que
protagonizara el proceso de lucha; en 1898, en Minsk,
quedó fundado el Partido Obrero Socialdemócrata
Ruso (POSDR) que en su II Congreso (1903) ya contaba con dos
facciones enfrentadas: mencheviques y bolcheviques.

49. La revolución de
marzo

El esfuerzo de la I Guerra Mundial —un conflicto para
el que Rusia no estaba preparada—, la presión de los
partidos de la oposición, que desprestigiaban
constantemente a la familia
imperial por el trato íntimo que ésta dispensaba al
monje Grígori Yefímovich Rasputín y
denunciaban la ineficacia del gobierno, así como la propia
incompetencia de la dinastía gobernante se convirtieron en
un lastre demasiado pesado para el régimen absolutista. En
marzo de 1917 se celebró una manifestación en
Petrogrado (en la actualidad, San Petersburgo), con motivo del
Día Internacional de la Mujer, que se
convirtió en una protesta contra la escasez de alimentos a la
que se unieron tropas amotinadas; el gobierno no consiguió
restablecer el orden y el poder quedó en manos de un
Gobierno Provisional formado por los miembros más
destacados de la Duma estatal. El zar Nicolás II, que no
contaba con el apoyo de ninguna fuerza, abdicó. Su hijo
quedó excluido de la sucesión debido a su
frágil salud, y el hermano del zar,
el gran duque Miguel, declinó la corona salvo que
ésta le fuera ofrecida por la Asamblea Constituyente
recién reunida; dado que esto no fue posible, la
dinastía de los Romanov, después de tres siglos de
reinado en Rusia, fue derrocada.

El Gobierno Provisional aplicó inmediatamente diversas
reformas liberales y abolió el cuerpo de policía,
sustituyéndolo por una milicia popular. La libertad de
expresión permitió a los socialistas proclamar
finalmente su oposición a la guerra y reclamar una paz
democrática sin reparaciones ni anexiones. Imperaba una
atmósfera
de júbilo y reconciliación que afectaba incluso al
partido más beligerante, el bolchevique, cuyos
líderes regresaron de su exilio en Siberia para dirigir la
política de la organización en ausencia de su
verdadero jefe, Lenin, que se encontraba aún en Suiza.
Liev Kámenev y Iósiv Stalin, redactores del
periódico bolchevique Pravda (La Verdad),
siguieron la línea general mantenida por el Soviet de
Diputados de Obreros y Soldados de Petrogrado, y reclamaron apoyo
para el nuevo régimen siempre y cuando su política
no entrara en conflicto con los fines de la revolución. A
la formación del Soviet de Petrogrado siguió la de
otros muchos en distintas ciudades rusas, con lo que en Rusia
quedó establecido lo que la historiografía
posterior definiría como ‘doble poder’: el
Gobierno Provisional y los Soviets.

El 16 de abril de 1917, Lenin consiguió llegar a
Petrogrado. Su viaje había sido organizado por el Estado
Mayor alemán, que sabía que Lenin era un elocuente
orador que defendería la retirada rusa de la contienda que
se venía desarrollando en Europa. Partió en un tren
especial que cruzó Alemania con destino a Suecia, y desde
allí se dirigió Rusia a través de Finlandia.
Tras su llegada, Lenin expuso las llamadas Tesis de
Abril, en las que declaró que los bolcheviques no
apoyarían al Gobierno Provisional, y pidió la
confraternización de los soldados de los diversos estados
en el frente para poner fin a la guerra imperialista e iniciar la
revolución a escala internacional. Su partido
repudió estas tácticas inicialmente alegando que
desembocarían en un aislacionismo suicida para los
bolcheviques; sin embargo, al cabo de un mes, Lenin les
había persuadido de que la única forma de que
triunfara la revolución socialista era que Rusia
abandonara la lucha en Europa y los bolcheviques se mantuvieran
independientes, evitando alianzas con otros partidos,
especialmente con la mayoría menchevique del Soviet de
Petrogrado. Durante los meses siguientes, la propaganda de
los bolcheviques, fortalecidos tras el regreso del exilio en
Europa y Estados Unidos de Liev Trotski, promovió
constantemente esta idea, por lo que fueron el Soviet de
Petrogrado y el Gobierno Provisional los que quedaron aislados a
mediados del verano, frente a las fuerzas que reclamaban el fin
de la lucha en Europa.

Mientras el gobierno intentaba seguir fiel a su política
de continuar la guerra hasta su conclusión satisfactoria y
mantener sus pactos con las potencias aliadas —actitud que le
supuso el desprecio del pueblo, que le consideraba el heredero
político del zar— y los socialistas moderados del
Soviet se afanaban en vano por perfilar un programa sencillo que
las masas pudieran entender y respaldar, los bolcheviques
continuaban su campaña derrotista en defensa de la
fraternización. Hacia mediados de mayo, la
desintegración del Ejército era tal que, cuando el
ministro de Guerra y el ministro de Asuntos Exteriores dimitieron
debido a que éste último hizo públicos los
objetivos
bélicos del gobierno, Alexandr Kerenski, un miembro del
grupo
socialista, decidió que podría desempeñar el
cargo de ministro de Guerra para intentar frenar el deterioro de
la situación. Recorrió el frente pronunciando
discursos
alentadores y pidió a las tropas que entregaran su vida
por un país democrático, no que acudieran al campo
de batalla obligados por los látigos y las armas de los
superiores, como había sido su situación cuando
combatía a las órdenes del zar. La moral de
las tropas se restableció temporalmente.

En esos momentos, había cuatro ministros socialistas en el
gobierno, lo cual sirvió únicamente para moderar
las críticas y la oposición del Soviet. Sin
embargo, Lenin continuó reclamando "todo el poder para los
Soviets", a la vez que atacaba a los socialistas que
habían sido seducidos por el poder. En el Congreso de
Soviets de toda Rusia, que se celebró el 16 de junio, un
delegado menchevique afirmó enérgicamente que
ningún partido podría gobernar en solitario ante
tales circunstancias, a lo que Lenin replicó que los
bolcheviques sí eran capaces de hacerlo. Sus palabras
fueron recibidas con abucheos y burlas. En este I Congreso de
Soviets, se creó un órgano central para la
organización de los mismos: el Comité Ejecutivo
Central de Soviets de toda Rusia (VTsIK).

El Gobierno Provisional, incapaz de solucionar los problemas
internos y anhelando poner fin a sus compromisos con los aliados
occidentales, lanzó una ofensiva a finales de julio que
fracasó y provocó la desorganización del
Ejército. Parecía que la propaganda bolchevique
estaba justificada y los soldados, en palabras de Lenin, "votaron
con los pies" cuando desertaron del frente. La situación
en Petrogrado era tal que el Congreso de Soviets se vio obligado
a reclamar la abolición de la Duma y la convocatoria de
una asamblea constituyente para el 30 de septiembre. La gran
influencia de los bolcheviques quedó demostrada en una
manifestación organizada por el Soviet, a la que acudieron
400.000 trabajadores de Petrogrado, y a la que siguió una
marcha armada de 500.000 trabajadores, soldados y tropas
procedentes de la fortaleza insular de Kronstadt los días
16, 17 y 18 de julio. Las fuerzas de los bolcheviques se
encontraban en el núcleo más beligerante de esta
gran masa armada, formada por tropas de guarnición poco
dispuestas a poner en práctica el plan del Gobierno
Provisional; éste consistía en enviar a los
soldados al frente siguiendo un sistema rotativo, mientras que
los bolcheviques deseaban mantenerlos en la capital para
hacerse con el poder.

50. El aumento del poder de los
bolcheviques

Parecía que había llegado el momento de que los
bolcheviques asumieran el mando, pero Lenin no confiaba
aún en que su partido contara con suficiente apoyo fuera
de la capital o en que el Gobierno Provisional hubiera perdido el
respaldo del Ejército; por ello, trató de convencer
al Soviet de que sus intenciones eran pacíficas. A su vez,
el gobierno estaba preparando un proceso contra Lenin, al que se
acusaba de ser un agente al servicio de
Alemania. Sin embargo, Lenin fue puesto sobre aviso y pudo huir a
Finlandia. En Petrogrado, los bolcheviques tuvieron que hacer
frente a una prensa hostil, y
a la opinión pública, que les acusaba de intentar
traicionar al Ejército y de estar preparando un golpe de
Estado.

Resulta paradójico que los bolcheviques acabaran
salvándose gracias al propio gobierno. Mientras Lenin y su
partido atacaban al gobierno por su lamentable administración en todos los campos, un
ansia de revanchismo se había apoderado de los oficiales
del Ejército, liderados por su comandante en jefe, el
general Lavr Kornílov. El lema "democracia
soviética" impedía a los oficiales cumplir con su
deber militar tanto en el frente como en la retaguardia, y la ola
de indignación se materializó en un plan de
acción. Kornílov apremió a Kerenski, que se
había convertido en primer ministro el 20 de julio, para
que le permitiera dirigirse a la capital con una división
de tropas leales, eliminar a la oposición e implantar una
dictadura
militar. Kerenski accedió en un principio, pero
revocó la orden más tarde ante el temor de ser
él mismo uno de los objetivos de Kornílov.
Éste ignoró la anulación de la orden y
avanzó hacia la capital. Kerenski mandó que fuera
arrestado y solicitó al Soviet y los bolcheviques, a los
que suministró armas, que defendieran Petrogrado. Mientras
tanto, los soldados y trabajadores que habían de hacer
frente a las tropas de Kornílov consiguieron convencerlas
de que no avanzaran, con lo que concluyó el golpe de
Estado.

Sin embargo, estos acontecimientos tuvieron dos importantes
consecuencias: la acción del gobierno fue considerada como
una traición por el cuerpo de oficiales, por lo que el
gabinete de Kerenski perdió prácticamente todo el
apoyo militar, mientras que sus más acérrimos
enemigos, los bolcheviques, tenían a su disposición
en esos momentos a 40.000 soldados disciplinados y armados, la
Guardia Roja. Lenin comenzó a preparar la campaña
para llevar a cabo una rebelión armada. Desde su refugio
finés, envió numerosos artículos al diario
Pravda y dirigió diversas cartas al
comité del partido bolchevique; había llegado el
momento de que el Soviet se hiciera con el poder. A pesar del
fervor con el que había alentado a sus seguidores, Lenin
no estaba seguro de que la
revolución pudiera triunfar ni de que ésta fuera
acogida favorablemente en todo el país. Fue Trotski,
entonces presidente del Soviet de Petrogrado, quien
encontró la solución; tras formar el Comité
Militar Revolucionario, convenció a Lenin de que hiciera
coincidir el alzamiento con el II Congreso de los Soviets,
convocado para el 7 de noviembre, y declarara que el poder
había sido transferido a los Soviets de Diputados de
Obreros, Soldados y Campesinos, con lo que disminuiría el
riesgo de que
se le acusara de haber usurpado el poder en nombre de la clase
trabajadora.

En la noche del 6 de noviembre, la Guardia Roja ocupó
los emplazamientos claves de la capital y tomó el Palacio
de Invierno, en donde fueron arrestados los ministros del
Gobierno Provisional (Kerenski consiguió escapar). Al
día siguiente, Trotski anunció, según lo
previsto, el traspaso del poder a los Soviets.

51. El nuevo
gobierno

El Congreso de Soviets de toda Rusia se reservó para
sí el poder supremo en la nueva estructura gubernamental.
El cumplimiento de las decisiones aprobadas en el Congreso se
encargó al Soviet (Consejo) de Comisarios del Pueblo (o
Sovnarkom), que constituía el primer Gobierno Obrero y
Campesino, y tenía un carácter provisional hasta
que fuese convocada una Asamblea Constituyente. Su autoridad
estaba supeditada al Congreso de los Soviets y a su Comité
Ejecutivo Central. Cada uno de los comisarios presidía una
comisión, el equivalente de los ministerios de otros
regímenes. Lenin fue elegido presidente del primer
Sovnarkom, gabinete en el que también ingresaron Trotski
(como comisario del pueblo —ministro— para las
Relaciones Exteriores) y Stalin (comisario del pueblo para las
Nacionalidades).

Los Decretos sobre la Paz (para iniciar rápidamente
negociaciones que condujeran a la misma) y sobre la Tierra
(nacionalización de ésta y abolición de los
grandes latifundios sin indemnización), adoptados por el
II Congreso de Soviets de toda Rusia antes de su
disolución, recibieron un amplio apoyo por parte del nuevo
gobierno, y fueron decisivas a la hora de garantizar la victoria
de los bolcheviques en otras ciudades y provincias. El 15 de
noviembre, el Consejo de Comisarios del Pueblo proclamó,
mediante la Declaración de los Derechos de los Pueblos de
Rusia, el derecho a la autodeterminación de éstos,
sobre la base de la plena igualdad y
soberanía, lo que abría la
posibilidad de que las nacionalidades que habían sido
integradas por la fuerza en el Imperio zarista pudieran separarse
voluntariamente; no obstante, esta cámara expresó
su confianza en que los trabajadores de distintos pueblos
nacionales decidieran permanecer en Rusia. Se nacionalizaron los
bancos y se
concedió el control de la producción a los trabajadores. La industria se
fue nacionalizando gradualmente. La Asamblea Constituyente, que
se reunió en Petrogrado en enero de 1918, y en la que los
bolcheviques eran únicamente una pequeña
minoría, fue disuelta por el nuevo gobierno,
alegándose que, en tanto que representaba la fase burguesa
de la revolución por haber sido convocada por el Gobierno
Provisional, debía ser sustituida por una auténtica
institución revolucionaria, como sucedió de hecho
cuando en su lugar fue reunido el III Congreso de Soviets de toda
Rusia, que aprobó la Declaración de los Derechos
del Pueblo Trabajador y Explotado, como preámbulo de la
Constitución por la que quedó
proclamada la República Socialista Soviética
Federada de Rusia.

 Una vez que los bolcheviques se hicieron con el control,
el nuevo gobierno puso fin a la participación de Rusia en
la I Guerra Mundial a través de la firma de la Paz de
Brest-Litovsk el 3 de marzo de 1918. De acuerdo con lo
establecido en este tratado, los rusos se vieron obligados a
entregar los estados bálticos, Finlandia, Polonia y
Ucrania. El pueblo se indignó por la pérdida de
estos territorios, y la oposición al partido bolchevique
provocó una guerra civil que se inició en 1918 y
concluyó en 1920. El gobierno de Lenin, establecido en
Moscú —la nueva capital—, adoptó
medidas para eliminar a sus rivales políticos. Aunque el
campesinado no era seguidor de los comunistas, decidió
apoyarles ante el temor de que una victoria de los
‘blancos’ acarreara la restauración de la
monarquía. El Ejército Blanco, desorganizado y con
escasos apoyos, fue derrotado en 1920 por el Ejército
Rojo.

Lenin y el Partido Comunista Ruso (nombre que recibió en
1918 la formación política integrada por los
bolcheviques del antiguo POSDR) se hicieron con el control del
país. Las huelgas de los trabajadores, las revueltas
campesinas y la rebelión de la guarnición de
Kronstadt, que reclamaba un gobierno formado exclusivamente por
socialistas, fueron reprimidos en poco tiempo. En 1921, Lenin
estableció la Nueva Política
Económica para fortalecer al nuevo Estado, empobrecido
tras siete años de desórdenes y declive
económico. El 30 de diciembre de 1922 se constituyó
oficialmente la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, en la que los territorios étnicos del
antiguo Imperio Ruso se unieron a la República Socialista
Soviética Federada de Rusia.

52. Revolución
china

Convulsión social y política que tuvo lugar en
China en 1911 y 1912, puso fin a siglos de gobierno imperial y
llevó a la implantación de un sistema
político republicano. En China, este movimiento se conoce
generalmente como la Revolución Xinhai porque
ocurrió durante el año xinhai del calendario chino,
basado en periodos de 60 años.

Cuando dio comienzo el proceso de la Revolución
republicana, la dinastía Qing, liderada desde 1644 por los
manchúes, procedentes de Dongbei Pingyuan (Manchuria), en
el noroeste de China, atravesaba un notable declive desde
hacía más de un siglo. Había sufrido varias
derrotas humillantes por parte de las potencias extranjeras:
desde los conflictos de la primera guerra del Opio (1839-1843)
hasta la ocupación de Pekín por fuerzas
internacionales, una vez sofocada la rebelión Bóxer
(1900). China había quedado endeudada con estos
conflictos, su soberanía estaba amenazada, las ciudades
costeras se hallaban bajo control extranjero y los ríos
estaban abiertos a la navegación de embarcaciones de
guerra de otros países. Además, las masivas
rebeliones internas del siglo XIX (como la rebelión
Taiping de 1850 a 1864) desestabilizaron la sociedad rural china
y debilitaron la infraestructura del Estado. Ante la necesidad
apremiante de obtener fondos, los Qing vendieron certificados del
cuerpo de funcionarios chino, lo que minó la credibilidad
del sistema de exámenes confucianista, base de la
organización administrativa.

Durante este tiempo, había comenzado a fraguarse un
movimiento revolucionario. Uno de sus más destacados
dirigentes, Sun Yat-sen, culpaba a la dinastía Qing de la
situación de China e hizo un llamamiento a la
revolución. Sun Yat-sen huyó del país para
evitar su encarcelamiento en 1895 pero, infatigable,
prosiguió con su campaña en el extranjero. Tras la
rebelión Bóxer de 1900, la dinastía Qing
(bajo la regencia de la emperatriz viuda Ci Xi) realizó un
último pero sustancial esfuerzo para reformar el sistema
imperial chino. El Estado abolió el sistema de
exámenes confucianista, se crearon academias militares
similares a las de Occidente y se concedieron becas para cursar
estudios en universidades extranjeras. La corte, con el objeto de
reformar el sistema político, estableció asambleas
provinciales y se comprometió a redactar una constitución.

Las reformas alentaron aún más el espíritu
revolucionario. Los estudiantes chinos que se hallaban en
Japón se unieron al grupo de Sun Yat-sen para formar la
T’ung-meng Hui (Liga Revolucionaria Unida). Los militares
de las academias chinas adoptaron una posición
ultranacionalista y culparon a los manchúes de la
situación del país. A su vez, las nuevas asambleas
provinciales comenzaron a demandar más autonomía y
la promulgación inmediata de una constitución.

A pesar de la situación, el gobierno Qing
permaneció aferrado al poder hasta que la emperatriz Ci Xi
y el emperador Guangxu fallecieron en noviembre 1908. El
príncipe Chun, que gobernaba como regente en lugar de su
hijo de dos años, Puyi, carecía completamente de
aptitudes para la política. Con él se redujeron los
apoyos a un gobierno imperial ya débil e impopular. A
medida que pasaba el tiempo, eran más los estudiantes,
comerciantes, militares de nuevas promociones e incluso nobles
que veían el movimiento revolucionario como la
única salvación de China.

En esta época, las fuerzas de la T’ung-meng Hui
provocaron una serie de incidentes para desestabilizar el
país. El 10 de octubre de 1911, un grupo de soldados
revolucionarios pertenecientes a las fuerzas destacadas en
Wuchang (en la actualidad, Wuhan) se amotinó y
derrotó a las tropas progubernamentales enviadas para
sofocar la revuelta. A continuación, fuerzas de otras
provincias del sur y el centro de China proclamaron su
independencia de la dinastía Qing. El 2 de diciembre, el
comandante manchú destacado en la importante ciudad
suroriental de Nanjing se rindió a los rebeldes. A finales
de ese año, la mayoría de las provincias de la
China central y meridional se habían unido a la
rebelión y enviaron representantes a Nanjing. El 29 de
diciembre, los delegados allí reunidos eligieron a Sun
Yat-sen como presidente provisional de la República de
China, proclamada el 1 de enero de 1912.

En noviembre de 1911, el príncipe regente Chun
había convencido al comandante Yuan Shikai, al que
había relevado anteriormente, para que volviera a aceptar
su antiguo puesto y dirigiera al contingente militar establecido
en el norte para defender a la dinastía Qing. Yuan
aceptó la misión, pero no tardó en hacerse
con el poder; destituyó al príncipe Chun y
comenzó las negociaciones con los revolucionarios del sur.
Finalmente, Yuan accedió a obligar al emperador Puyi a
abdicar a cambio de ser nombrado presidente de la
República de China. Sun Yat-sen renunció
voluntariamente a su puesto en febrero de 1912 y el comandante
fue elegido presidente por la asamblea reunida en Nanjing. Yuan
trasladó el gobierno a Pekín, donde tomó
posesión de su cargo el 12 de marzo de 1912.

Aunque la Revolución republicana puso fin al
régimen imperial chino, no consiguió sustituirlo
por un sistema de gobierno eficaz. En las décadas
posteriores, la población china padeció el acoso de
jefes militares, guerras civiles, golpes de Estado e incursiones
de enemigos extranjeros. Finalmente, la República
instaurada por Sun Yat-sen fue sustituida en 1949 por la nueva
República Popular China gobernada por el revolucionario
comunista Mao Zedong.

Trabajo enviado y realizado por:
Antonio Eizaga
Venezuela
aeizaga[arroba]uole.com.ve

Partes: 1, 2
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