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Algunas preguntas acerca del Quijote (página 2)




Enviado por gisu



Partes: 1, 2

6. Evolución de Sancho Panza a través
de los capítulos: VIII (1ª parte), XXXI (1ª
parte), XLV (1ª parte) y los capítulos en los que
asume como gobernador en la Ínsula
Barataria.

No hay necesidad de aclarar que la evolución de
Sancho en la historia va camino a la
quijotización. Poco a poco, a medida que la historia
transcurre, Sancho va copiando y asimilando cada vez más
elementos de Don Quijote que
en un comienzo es su amo, y luego pasa a ser una especie de mejor
amigo.

Antes de explicar claramente el proceso
evolutivo, voy a marcar ciertos puntos capítulo por
capítulo:

Primera Parte.

Capítulo VIII. En este capítulo Sancho
recién empieza a trabajar con Don Quijote, y justamente
por ello no conoce bien sus mañas, no sabe que éste
es en sí mismo un personaje (o sea, desde afuera, un
personaje dentro de otro). Cuando Don Quijote cree ver gigantes,
Sancho, con la voz de la razón trata de hacerle entender
que son sólo molinos. Don Quijote no lo oye, y yo creo que
dentro de sí Sancho debe de pensar: "Está
loquísimo"… No sabe aún que el personaje que
Alonso Quijano está interpretando – Don Quijote
–, ya se ha hecho propietario de ese cuerpo), y vive en una
ficción (realidad del personaje) continua.

Sin embargo, Sancho irá aprendiendo a lo largo de
la novela a
entender, y luego a actuar igual que su amo. Pero por ahora,
está por completo cuerdo, y en su estado de
mayor pureza (es más que nunca el Sancho
original).

Capítulo XXXI. Este capítulo empieza con una
mentira grande y termina con una verdad grande con Don Quijote en
medio. Al final del capítulo XXX (hay que resaltar la
continuación que hay entre capítulos), Sancho
revela a Don Quijote que no llevaba la carta a
Dulcinea porque no tenía el libro en el
que fue escrita. Pero Sancho, quien es quizás tan
ingenioso como su amo Don Quijote, inventa una historia de su
viaje al Toboso que es tan real que yo pensé (por un
momento) que él posiblemente sí había ido
allá y se reunió con Dulcinea. De hecho, su
descripción de la llegada, de cómo estaba ella, de
qué hacía, de cómo olía, etc., era
exactamente lo que yo habría esperado de tal
viaje.

Cuando discutimos las imaginaciones de Don Quijote y de
Sancho Panza, las dos no pueden ser más diferentes. La de
Don Quijote sólo puede pensar en caballerías; todo
que ve lleva la forma de algo que hay leído, y si no tiene
esta forma entonces él crea una imagen que se
conforma a las leyes de su mundo
de caballerías. Al otro extremo tenemos la
imaginación de Sancho Panza. Como podemos ver por este
capítulo, él tiene una imaginación tan
extraordinaria como la de Don Quijote; el problema para Don
Quijote es la comparación entre las dos. Sancho, hombre que no
sabe leer, no puede tener una imaginación literaria como
Don Quijote; su imaginación está basada en lo que
ha visto, oído, etc. Son tan diferentes que la
imaginación de uno no puede comprender a la del
otro.

Creo de cualquier manera que hay que alabar la
imaginación del escudero, que sin haber recurrido nunca a
los libros de
caballería (u otros), compone realidades propias casi o
tan buenas como las de su amo.

Lo interesante es que después de oír la
historia de Sancho, Don Quijote quiere ir al Toboso pero Sancho
le dice que no puede. En vez de decirle a Sancho que él
debe escuchar a lo que dice su amo, responde Don Quijote que
Sancho tiene razón y que va a tomar su consejo.
¿Cuándo fue la última vez que Don Quijote
tomó el consejo de su escudero? Nunca. Realmente este es
un paso importante en lo que a Sancho respecta.

Creo yo que el personaje Don Quijote – al margen de la
presencia física
que es el Alonso Quijano -, es tan importante y tan central en la
obra de Cervantes, que a medida que Sancho se va quijotizando, va
cobrando mayor importancia y peso en la historia.
Podríamos decir que en este capítulo Sancho
comienza a mostrar su potencial para inventar historias (y
creerlas hasta él mismo), que irá mejorando cada
vez más.

Capítulo XLV. Este capítulo es importante
porque Sancho comienza a aceptar realidades de Don Quijote (en el
anterior vimos como no le costaba inventar). Aquí, cuando
inventa el término baciyelmo para hacer término
medio, da un paso gigantesco. Principalmente está actuando
por solidaridad a Don
Quijote (que nosotros y él sabemos que está
equivocado), pero si él sabe que Don Quijote no
está en sus cabales, ¿por qué persiste en
mantener ese mundo ilusionario? Una posibilidad es decir amistad, pero
esta amistad no existió antes de que Sancho empezara sus
aventuras. Sancho Panza originalmente salió con Don
Quijote para ganar una ínsula, no por la amistad.

Segunda Parte.

Otra cosa importante en la evolución de Sancho en
esta Segunda Parte, es en el capítulo XXXVI (que
leí aparte porque me pareció uno de los
interesantes), donde hay unas sorpresas en la carta que escribe
Sancho a su mujer en este
capítulo.

Primero, escribe Sancho que "Don Quijote, mi amo,
según he oído decir en esta tierra, es un
loco cuerdo y un mentecato gracioso, y que yo no le voy en zaga".
Me parece extraño que Sancho sabe que él
está haciéndose más como Don Quijote con
cada día – aún en locura.

Segundo, Sancho repite su creencia que Dulcinea del Toboso
es Aldonza Lorenzo. Me parece que el esfuerzo de Sancho para
identificarla como Aldonza es quijotesco; él trata de
hallar una solución simple al problema grande de
quién es ella.

Capítulo XLV. En este capítulo, en el que
Sancho toma posesión de la ínsula, y en el resto en
los cuales aún está en ella, muestran claramente,
cómo ha avanzado para esta altura el proceso de
quijotización en Sancho. Él actúa como un
ser muy racional, y con su humilde conocimiento
resuelve perfectamente los problemas que
se le presentan.

Sin embargo, al armarse Sancho esa realidad de gobernador
está actuando cual Quijote; ve todo como quiere verlo,
aún cuando cualquier otro hubiese desconfiado. Y en esto
influye también su ignorancia, ya que hay muchas cosas de
las que al no tener conocimiento previo no puede dudar.

Capítulo XLVII. Pienso que la quijotización
de Sancho es muy evidente en este capítulo a causa de dos
cosas:

Primero, tenemos la respuesta de Sancho a la carta del
duque. Después de haber recibido la carta en que el duque
le da noticia a Sancho de la llegada de unos enemigos suyos y
unos espías a la ínsula, Sancho dice al maestresala
que no teme "espías y matadores y encantadores" (y el
duque no dijo nada de encantadores).

Segundo, hay la reacción de Sancho a lo que le pide
el labrador, especialmente su cólera en esa
situación. Después de escuchar lo que dice el
labrador, Sancho casi se vuelve loco de enojo y empieza a
gritarle y a insultar al labrador. Es exactamente lo mismo que
hacía Don Quijote durante la primera parte; la
única diferencia es que las de Don Quijote no eran
amenazas sino ataques violentos.

Capítulo XLIX. Otra vez podemos ver la justicia de
Sancho en su "intención de limpiar su ínsula de
todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazanes
y mal entretenida". Pero esta vez es diferente de la
última: Sancho verdaderamente decide el tercer caso del
capítulo porque éste no estaba incluido en el
plan de los
burladores. Además, hay algo que decir de la justicia
curiosa de Sancho; él me parece muy sabio en sus maneras
de descubrir la verdad.

Creo que no hay mucho más que decir de éste
capítulo, ya que es muy similar al XLV, cuando Sancho se
pone a solucionar problemas.

Capítulo LI. Sancho está maldiciendo su
gobierno, aunque
en secreto. Esto es de particular interés,
porque la
motivación de Sancho durante gran parte de la novela fue
conseguir esa gobernación, y ahora no la quiere. Sin
embargo, todo lo que él creía que ésta
acarreaba no le fue dado, por lo cual grande fue su
desilusión. Así, en su carta a Don Quijote, puede
observarse cierto cambio en su
vocabulario, así como la total convicción acerca de
su gobierno insular.

Sancho ha ido creciendo, a medida avanza la obra, como
personaje. Tal vez, como antes dije, por el simple hecho de que
como el Quijote es el personaje principal, al quijotizarse
Sancho, éste va ganando la relevancia de su amo. Es claro
que a los lectores les interesaría más oír
las gracias de un personaje algo loco, que las de otro algo
moribundo. Se podría decir que en la Segunda Parte
Cervantes da a su público un nuevo Quijote, así
como diferentes aventuras y perfeccionados temas.

Capítulo LIII. El fin del episodio de la
ínsula, el cual comienza con el ataque, totalmente
creíble para Sancho, y que culmina con la salida de
éste sobre su jumento. Según Sancho, él dice
que "no nací para ser gobernador". Pero las verdaderas
razones son que:

– Ser gobernador no era tan simple–y mucho más
peligroso–que lo había imaginado.

– Él quiere su "antigua libertad".

Sancho, hombre analfabeto y labrador, no podía saber
nada de ser gobernador y esto en combinación con las
burlas del duque aseguró que Sancho no tendría
éxito en su ínsula. Lo curioso es el segundo punto.
Por todas las aventuras que hemos leído, la única
razón por que Sancho ha seguido a Don Quijote era la
promesa que él recibiría una ínsula para
gobernar. Ahora que él ya la ha recibido y la ha
rechazado, la cuestión mía es: ¿por
qué todavía va a seguir a Don Quijote? Obviamente,
Sancho y Don Quijote son más que amo y escudero; ellos son
amigos buenos y han compartido mucho durante sus aventuras. Pero
hasta ahora, la razón detrás de su unión era
la ínsula; después de este episodio, quizás
podemos decir que es simplemente la amistad.

En lo que respecta a la evolución propia de Sancho,
es notable como desde su vocabulario hasta su forma de pensar
evolucionan. Pero hay que destacar además que Sancho,
tiene diferentes auxilios que Don Quijote en lo que respecta a
construir realidades. Don Quijote, cuando imaginaba,
recurría en gran parte a su lectura de
libros caballerescos, mientras que su entorno era el que lo
bajaba a la realidad. En el caso de Sancho, él no ha
leído, lo que causa que su imaginación acerca de
los caballeros no esté tan dirigida cono la del hidalgo,
además del favorable hecho de que a Sancho su exterior lo
empuja a quijotizarse. La gente que quiere reírse de
él y del Quijote lo fuerzan a crear estas realidades
irreales.

7. Problema de la
"metaliteratura": definir los distintos planos de ficción
que se observan en las dos partes del
texto, a
través de los capítulos IX (1ª parte), III
(2ª parte) y LXXII (2ª parte).

Al respecto de la metaliteratura, podría decirse que
Cervantes quiso innovar, romper con lo que en ese momento se
estipulaba como la estructura de
una novela. Romper la ilusión de objetividad de la obra
literaria, mediante la intervención del autor real en la
novela, o la aparición del espectador como un personaje
más en el escenario del drama.

Hasta la lectura de
los capítulos VIII y IX de la Primera Parte del Quijote el
lector no conoce con claridad la situación del autor
(porque el narrador tiene toda la pinta de un historiador, pero
no se han dejado en claro cuáles son sus fuentes
históricas). Se habla en estos capítulos de dos
autores, uno de los cuales pueden ser fácilmente
identificado con Cervantes, o más exactamente con el
narrador mismo de la novela. Éste, introduce, en el
capítulo que sigue, a Cide Hamete Benengeli como primer
autor.

Se podría decir entonces que hay un primer autor,
anónimo, que no es Cide Hamete Benengeli (porque el texto
no lo identifica), y que responde a los primeros
capítulos, en los cuales se comienza a contar la historia
de Don Quijote, pero sin haber hallado aún los
manuscritos. El segundo autor sería ese lector curioso del
Quijote, al cual podemos llamar narrador (y que puede ser la
misma persona que el
primer autor). Éste, además de cumplir las funciones de
recopilador e investigador de la historia del hidalgo, organiza
los dos manuscritos:

– El del primer autor (capítulo 1 al 8).

– La crónica de Cide Hamete, que encarga traducir a un
árabe (capítulo 9 en adelante)…

… dispone el texto tal como lo conocemos y leemos, y narra
con sus propias palabras el contenido de los textos anteriores
(traducciones y manuscritos recogidos).

"Pero está el daño de todo esto que en este
punto y término deja pendiente el autor de esta historia
esta batalla, disculpándose que no halló más
escrito de estas hazañas de Don Quijote de las que deja
referidas. Bien es verdad que el segundo autor de esta obra no
quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las
leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los
ingenios de la Mancha, que no tuviesen en sus archivos o en sus
escritorios algunos papeles que de este famoso caballero
tratasen; y así, con esta imaginación, no se
desesperó de hallar el fin de esta apacible historia, el
cual, siéndole el cielo favorable, le halló del
modo que se contará en la segunda parte"(I, 8).

Estas palabras son las últimas que corresponden a los
contenidos de la historia de Don Quijote relatados por el primer
autor, a propósito de los cuales no hay
intervención alguna de Cide Hamete, quien aparece a partir
del capítulo IX, y en quien se identifica la ‘fuente
histórica’ de los contenidos relatados desde este
capítulo hasta el final, traducidos del árabe al
español, y citados como de manera ocasional, como si el
narrador fuese un amigo que se sienta un rato (largo) con
nosotros y nos cuenta una historia.

Podríamos marcar entonces:

Autor real: Miguel de Cervantes

Autor "implícito" que aparece en:

Primer autor: Anónimo (Capítulos I-VIII).

Cronista: Cide Hamete Benengeli (Capítulo IX en
adelante).

Traductor: "Morisco aljamiado".

Narrador: Voz textual anónima, que organiza, prologa y
edita el texto completo.

Lo interesante es que así como aparecen distintos
planos en cuanto a la narración, esto sucede
también en cuanto a los receptores o lectores. O sea, se
podría decir que cuando el autor narra como si supiese que
allí hay alguien escuchando, aparece un lector
"implícito", que también varía de acuerdo a
cuál de todos los antes mencionados narradores esté
hablando.

El prólogo del Quijote de 1605 forma parte de la
ficción literaria del conjunto de obra, y presenta al
lector real la figura del personaje narrador, del que se
sabrá, a lo largo de la lectura (I, 8-9), que
desempeña, naturalmente dentro del mundo de ficción
ideado por Cervantes, además de prologuista, las funciones
de lector, compilador y editor del Quijote, amén de la
"supervisión" que hace de su
traducción del árabe al castellano.

A propósito de Cide Hamete, el lector lo ve como
personaje y no sólo a través de sus
comentarios. Otra de la función que Cervantes da a
Cide Hamete es la de deslegitimizar la autoridad de
Avellaneda sobre Don Quijote.

En lo que respecta a los capítulos en particular, y
acerca de la metaliteratura, se podría decir varias cosas
(ya que son quizá los tres capítulos más
representativos del tema):

Primera Parte.

Capítulo IX. En este capítulo Cervantes nos
presenta a Cide Hamete, y se desliga aún más de la
autoría de la historia. Cervantes, o nuestro interlocutor,
habla directamente al público, comenta acerca de sus
propias sensaciones, y critica a otros libros: "Causóme
esto mucha pesadumbre, porque el gusto de haber leído tan
poco se volvía disgusto, de pensar el mal camino que se
ofrecía para hallar lo mucho que, a mi parecer, faltaba de
tan sabroso cuento.
Parecióme cosa imposible (…). Por otra parte, me
parecía que, pues entre sus libros se habían
hallado tan modernos como «Desengaños de
celos» y «Ninfas y pastores de Henares»…".
Luego encuentra el nuevo manuscrito, y comenta el hecho, cual
historiador que habla sobre el interesante hallazgo de sus
fuentes. Termina entonces el capítulo, conectando al
primer narrador, con el segundo, Cide Hamete, gracias a la ayuda
de otro intermediario, un traductor (el morisco aljamiado).

Segunda Parte.

Capítulo III. En su conversación con Don
Quijote, Sansón Carrasco revela que "el día de hoy
están impresos más de doce mil libros [de la
primera parte del Quijote]…y aun hay fama que se
está imprimiendo en Amberes, y a mí se me trasluce
que no ha de haber nación ni lengua donde
no se traduzca". La respuesta de Don Quijote: "Una de las cosas
que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y
eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las
lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen
nombre, porque siendo al contrario, ninguna muerte se le
igualara". Obviamente Don Quijote disfruta de oír de su
fama mundial; durante casi todas las aventuras de la primera
parte la fama de Dulcinea y la de sí mismo eran las dos
cosas por las que Don Quijote luchaba. Pero ahora Don Quijote no
satisface de solamente la fama y el renombre que sus acciones han
ganado; él quiere algo más.

Después de esto, Sansón y Don Quijote vuelven al
debate
interminable sobre los historiadores y los poetas que
empezó durante la primera parte y continúa sin fin
en ésta. Este capítulo es un excelente ejemplo de
la introducción de la metaliteratura, y se me hace en
partes similar al VI de la Primera Parte. Aquí Cervantes
introduce su opinión propia, su autocrítica a la
Primera Parte del Quijote que más allá de su casi
total aceptación fue criticada por ciertos furcios del
autor. Entonces, Cervantes aprovecha la voz de sus personajes
para poner sus propias palabras en las ficticias discusiones. Hay
algo de autobiográfico en todo esto.

¿Por qué tiene tanta importancia el tema
historiadores – poetas? ¿Por qué siempre lo debaten
los personajes?: Porque a Cervantes le importa, y él es
quien habla realmente. Cuando yo pienso en los dos grupos, esto es
lo que veo:

– Los historiadores – la verdad, la historia, los
hechos, la investigación, el pasado, las guerras, el
marco del tiempo en una
progresión definida, personas importantes.

– Los poetas–el campo y la escena pastoril, la
imaginación, un momento que transciende el tiempo y el
espacio, las ideas, la hermosura, el amor,
imágenes, los sentidos.

De una manera, todo lo que leo en el Quijote tiene una parte
de ambos. Tenemos Cide Hamete el historiador que investiga las
hazañas de Don Quijote; el personaje de Don Quijote,
caballero andante, y aunque sus héroes sean personajes de
la ficción los caballeros andantes existían y
luchaban de verdad; cada mujer que es más hermosa que la
última; etc. Quizás el problema mío es que
yo sólo me fijo en el debate y las diferencias entre los
historiadores y los poetas y no me doy cuenta de sus semejanzas.
O quizás no.

Capítulo LXXII. Cervantes continúa su
obsesión(?) acerca del Quijote apócrifo en este
capítulo cuando nuestros héroes se encuentran con
don Álvaro Tarfe. En el intercambio, se revela que en el
Quijote apócrifo Don Quijote va a la casa del Nuncio en
Toledo para curarse (¿parecido a la situación que
tenemos ahora con nuestro Don Quijote que necesita volver a su
lugar para curarse?). Sin embargo, hay un punto importante que no
debemos faltar: ahora lo que miramos es Don Quijote el realista,
consumido de su imagen pública y suplicándole a don
Álvaro que declare el otro Don Quijote por
apócrifo, y Sancho Panza el "loco", declarando que don
Álvaro "debe de estar encantado, como mi señora
Dulcinea del Toboso".

Es claro que es Cervantes quien habla en esta parte,
introduciendo su propia crítica y odio al Quijote de
Avellaneda. Se puede decir, como ya comenté varias veces,
que el Segundo Quijote de Cervantes, sale en parte como respuesta
al apócrifo de Avellaneda, y por ello en todo el libro, en
las conversaciones de sus personajes y en sus acciones
están contenidos sus comentarios, sus críticas, sus
pensamientos, etc. hacia el causante de sus enojos,
Avellaneda.

Cuando Don Quijote pregunta y recibe respuesta sobre su clon,
Cervantes subraya las diferencias; por nada hay que confundirlos.
Y son estos recursos de la
metaliteratura los que suman puntos en lo que al valor de la
obra cervantina se refiere. Don Quijote realmente innova, y
ésta es una de las más fuertes razones, su
conexión con nosotros, los lectores; el hecho de que
encarna todos los roles: es lector, autor, narrador,
comentarista, etc.; la facilidad que tiene para crear personajes,
cada uno especial por sí mismo, etc.

8. Discurso de la
"Edad de Oro" y su relación con Don Quijote como obra
barroca.

En este discurso claramente aparece cordura en las palabras de
Don Quijote. Esta "edad dorada" que se infiere posee todas las
características del Renacimiento, y
Don Quijote la opone a su edad de hierro, a la
edad barroca en donde reinan el desengaño, la
desilusión, el pesimismo; datos que
claramente se ven en los personajes mismos. Don Quijote vive
desilusionándose porque la realidad no se ajusta a sus
necesidades mentales.

Es claro también, además, y sobre todo en el
desarrollo de
la Segunda Parte, que cada vez aparecen más situaciones
que suponen ser graciosas, pero que si nos fijamos crudamente no
son más que realmente patéticas, nos deja con un
sabor amargo, el ver, por ejemplo, cuando Don Quijote ataca a las
marionetas, y luego cae en cuenta y se avergüenza
muchísimo.

Se puede ver que los objetos de la literatura barroca
(personajes, narradores, paisajes, acciones, escenarios…) no se
describen propiamente, sino que se sugieren, de modo que sus
contornos se atenúan y confunden, de forma semejante a lo
que sucede en la pintura con la
técnica del claroscuro. Las figuras humanas y sus
acciones se reflejan en la visión de los personajes, como
si se tratara de un espejo en que se reflejase la realidad.

Al Quijote le atrae (como quizá a Cervantes
también) la belleza, la honestidad, las
mujeres hermosas, la bondad de los desconocidos, y otros tantos
elementos que hace propios de la Edad Renacentista y opone a su
Edad, la Barroca, en la que vive y en la que reinan la
desilusión y el desencanto.

Justamente, el concepto de la
realidad ambigua es barroco; la
imagen de un hombre contra el mundo entero es barroca, las
antítesis son
barrocas, la parodia, la desilusión en los personajes, sus
miedos y desencantos, la oposición con el Renacimiento,
la oscuridad, el claroscuro. Y todos estos son condimentos muy
visibles en el Quijote de Cervantes, por eso es que se hace
fácil clasificarla como obra barroca, más
allá de la afinidad de Cervantes con las ideas
renacentistas.

9. Concepción
filosófica de la realidad que puede inferirse a
través del texto

Hay ciertos temas que quedan en claro, a través de la
lectura del texto:

El hombre del
Barroco percibe la realidad y la forma de su mundo exterior de
forma completamente desordenada, inestable, fallada.

– La obra es una perfecta muestra de la
mirada del hombre en su proyección hacia el mundo
exterior.

– Hay una batalla incesante entre la realidad y la
ficción, el realismo y el
idealismo.

– Cervantes da a sus personajes total libertad (que es un tema
que le interesa bastante). Esto se ve claramente en varias
oportunidades: Los personajes se ponen sus propios nombres, se
llaman como quieren, ven lo que quieren ver, etc.

– La pluralidad de realidades: NO HAY UNA ÚNICA
REALIDAD CONCRETA.

– Etcétera…

Entonces, la concepción filosófica… No
sé si es así como lo llamaría, pero de
cualquier manera, creo que es uno de los aspectos más
maravillosos del libro… De éste, se desprende
claramente, la idea de la pluralidad de realidades, y es clara la
postura de defensa de Cervantes en cuanto a que cada quién
debe ser dueño de la suya propia, y que es nociva la
existencia de personajes – como el cura al comienzo –
que juzgan a través de los parámetros de su
realidad a las otras. Etnocentrismo.

En los personajes, a través de las páginas, de
su gran número, y de sus interesantísimas
cualidades individuales, se nos presentan infinidad de
realidades, entre las cuales algunas parecen ser las más
reales, y otras las que la razón han perdido. Es mucho
más que ambiguo, creo entonces, el planteo de las
realidades posibles que Cervantes hace. Cada quien, tiene la suya
propia, y está en su completo derecho de hacerlo, porque
no hay real convicción de cuál es la verdadera.
Algunas podrán parecer más válidas o
creíbles que otras, pero ninguna lleva un estandarte que
diga ESTO ES LO ÚNICO VERDADERAMENTE REAL.

En la propia novela, un ejemplo claro es el Capítulo
XLV, con el famoso baciyelmo… Allí, para cada quien hay
una realidad diferente:

– Para Don Quijote, el objeto que en sus manos tiene es un
yelmo, al que le falta la barbera: es el Yelmo de Mambrino.

– Para Sancho lo que ve es una bacía, pero es un
personaje astuto y sabe que su amo n lo cree así. Por eso,
para no caer en una realidad u otra, toma una perfecta postura
intermedia: el baciyelmo.

– Para el resto de los interlocutores, lo que está en
el suelo es
claramente una bacía, pero toman la decisión de
burlarse del hidalgo de alguna manera.

Otro ejemplo de la ambigüedad es Don Quijote mismo.
Podría decirse que él tiene dos vistas posibles: la
que se ve desde dentro de él mismo, cual caballero andante
poderoso, junto a su corcel, Rocinante y, al mismo tiempo, la del
caballero de laTriste Figura y el humilde hidalgo de la Mancha.
Todo el tiempo, el lector puede ver en el Quijote ambas partes,
pues Cervantes nos hace partícipes en su escritura
tanto de lo que el Quijote dice hacer como de lo que él
realmente hace. Podríamos decir entonces, que Alonso
Quijano (o como sea), es la persona en carne, el hidalgo
manchego, y Don Quijote, es el personaje de papel, surgido
de la literatura caballeresca, y que lleva a cabo las más
diversas aventuras. Hay dos realidades presentes en la vida de
nuestro protagonista, que en un principio (los primeros once
capítulos) se inclinan hacia el lado de la realidad
ficticia en la que él cree vivir. Porque después,
esto no lo hemos leído, se verá que a veces al
hidalgo le es necesario caer en cuenta de la realidad real.

10. Opinión personal sobre el
texto.

Realmente considero que El Quijote es una obra maestra.
Maestra porque por lo que fuimos estudiando, se me puso
totalmente en claro que innovó de tal manera, y en tantos
aspectos, que dio comienzo a la idea de una nueva forma de
novela, la moderna, que representa de alguna forma la apertura de
los límites, del encasillamiento, de las estructuras
rígidas a la hora de crear mundos literarios paralelos. Y
me parece que tan sólo el hecho, simple y complejo a la
vez, de que haya abierto todos esos caminos a la Literatura y a
los literatos, la hacen gloriosa y digna de la mayor
admiración.

Pero Cervantes no se conformó con abrir caminos a
través de una novela nueva, distinta; la tuvo que hacer
espléndida, divertida, maravillosa. Creo que no hay
palabras suficientes. El libro vale tanto por lo que es dentro
suyo, por su historia épica propia, como por lo que es por
fuera, y su gran huella en la Literatura.

Don Quijote es un personaje mágico, frágil pero
conciso en su construcción, que se vuelve fácil de
amar, de querer y cuyas aventuras nos hacen pasar por todos los
estados de ánimo: la risa, la pena, el rencor… Su vida,
queramos o no, se nos hace realidad, sino, ¿por qué
nos causa pena? Sólo porque lo hacemos real a nosotros,
aunque sea corto el plazo de tiempo, es que sus desventuras nos
tocan en lo más hondo, y nos causan lástima, o
gracia. Al fin y al cabo, el leer, nos sumerge en realidades
distintas producto de la
fantasía de gente que ha sido dotada con el poder de la
pluma y la palabra fácil… Y Cervantes es entre estos
últimos uno de los que pondría yo a la cabeza del
Olimpo Literario… Un Olímpico con todas las
letras…

Y Sancho, qué decir de Sancho… Sancho es otro
individuo, simple y exótico a la vez, que personalmente
encuentro muy interesante para analizar. Su simpleza y
complejidad; sus modales burdos, pero movidos por profundas
motivaciones… A Sancho no lo mueve únicamente la
codicia; Sancho trata de escapar de su aburrida vida, y Don
Quijote y su Ínsula son la excusa perfecta para hacerlo.
La promesa de la Ínsula, dice Sancho, lo mueve por la
necesidad económica; pero justamente, ésa es su
excusa; él busca también una vida de novela, por
ello es que en su evolución a lo largo de la obra termina
reflejando a Don Quijote, porque lo admira, y admira su facilidad
para tomar la vida para el lado de los tomates, para entenderla
como él quiere, sin reglas, más allá de las
trivialidades humanas y las complejidades filosóficas, de
una manera diferentemente nueva. Sancho ama a Don Quijote, pero
él termina volviéndose su mentor, y si hubiese un
Tercer Quijote, ¿no podría acaso el alumno superar
al maestro? Eso no lo sabremos nunca, al menos de la mano del
genio de Cervantes, hasta que con una máquina del tiempo
logremos resucitar su prosa maravillosa.

Y quiérase o no, es también Don Quijote quien
quiere habitar su realidad propia, pero la incomprensión
humana, el egoísmo de los cultos, no lo deja. Es como si
le tirasen piedras para que baje de las nubes: a Don Quijote los
hacen bajar a la fuerza a otra
realidad que no es la suya, y que quién dice que sea la
verdadera, la real…?

El libro es atrapante y digno del mayor número de
lecturas y consideraciones posibles. Pero creo, realmente que
ninguna crítica es justa. Así como Cervantes nos
muestra que para cada quien hay un modo diferente de interpretar
la realidad, también para nosotros, lectores, hay mil y
una formas de leer este texto y tomarlo o no a
consideración. Lo más mágico del libro,
justamente, es lo perdurable que es a través del tiempo…
¡Cuán reales son los ideales de Cervantes plasmados
en la novela! Tanto para la Literatura como para la vida real.
Las diferencias raciales, religiosas, etc., surgen de la
necesidad de volver Sanchos a unos, Quijotes a otros… de poner
a unos en duque y a otros en ventero… Cuando todos somos
iguales, pero viviendo en realidades distintas…
¿Quién dice que lo que hoy veo sea la realidad, y
no la simple creación tridimensional de un chiquillo del
futuro? No podemos ser tan presumidos como parecen serlo los
personajes de la quema de libros del Capítulo VI, que
según parámetros individuales juzgan a una
totalidad… Tenemos que aceptar la pluralidad, que es lo que
hace rica a la Literatura, a la humanidad, al mundo mismo… Y
por ello es que considero de extrema importancia esta obra,
porque fue una de las que promovieron la pluralidad, el hacer la
diferencia. Don Quijote en sí mismo, es el mejor ejemplo
de ello.

Categoría: Literatura

 

 

Autor:

Gisele Jaquenod De Giusti
gisu[arroba]lycos.com
Bachillerato de Bellas Artes – 2000

Partes: 1, 2
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