- Para los
bien parecidos, la vida es más
fácil - Atractivo
físico y auto imagen - Atractivo
físico y diferencias de
género - En
resumen - Bibliografía
Vivimos en una situación especial. Vivimos en un
mundo donde ser delgado es un deber y donde el atractivo
físico demanda
sacrificios heroicos. Tenemos que asistir a personas
jóvenes y susceptibles a evitar las trampas que las
demandas de las modas, en su paso, montan.
Pero, ¿cómo?
Para ellas, cuando llegan las vacaciones, y con éstas la
preocupación por recuperar un aspecto físico que
resalte sus puntos fuertes y que oculte aquellos de los que no
pueden presumir o que les molestan, una odisea emocional tiene su
comienzo.
Esta servidumbre hacia la presencia física es en realidad
permanente, aunque se acentúe en la Semana Santa y el
verano porque las gentes aparecen en público con menos
ropa y porque playa y piscina delatan las libras que, de
más ostentan, y lo poco hermoso que creen de su
figura.
Todos somos conscientes de la importancia del aspecto
físico en las relaciones que mantenemos con los
demás e incluso en nuestra propia autoestima.
Podemos hacer oídos sordos a toda
imposición proveniente de la publicidad, el
cine, la TV,
la moda — vivir al
margen de esta dictadura
estética y sentirnos satisfechos con
nuestro aspecto por muy poco atractivo que sea.
Pero, ¿qué ocurre si nos gusta agradar y
trasmitir una buena imagen pero, a la
vez, sin aceptar participación en esa frustrante
obsesión de alcanzar unas metas que no podemos
conseguir?
Como es la de ser flacos…
Lo que la mayoría de nosotros desearíamos
es, simplemente, mostrar un físico que hable bien de
nosotros, explotando al máximo nuestros propios recursos y, en
definitiva, agradar a los demás, pero sin que ello
signifique someternos a dominación alguna o perjudicar
nuestra salud —
como, tantas de las víctimas de las disorexias
hacen.
Una buena opción sería concebir el tema
como un juego
lúcido y creativo, en el que cada uno convierte a su
cuerpo en un envoltorio lo más balanceadamente posible y a
la vez coherente con la imagen que se tiene de sí
mismo.
Todas las alternativas son viables, pero las más
compatibles con nuestro equilibrio
emocional serán las que partiendo del ejercicio de nuestra
libertad y
sistema de
valores, nos
posibiliten una presencia física que consiga que nos
sintamos a gusto con nuestro cuerpo. Para poder vivir
sin obsesiones ni traumas al respecto.
No olvidemos que una buena parte del atractivo que
comunicamos depende de cómo nos vemos a nosotros mismos
— lo que tantos desconocen.
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