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Comentario de Gálatas (página 3)




Enviado por jaimemontoya



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

(2:7)

"Antes por el contrario," quiere decir que en vez
de que los líderes de la iglesia de
Jerusalén se opusieran a lo que Pablo estaba predicando a
los gentiles, lo
que hicieron fue apoyar y aceptaron que era el verdadero
evangelio. Los judaizantes no lograron lo que querían,
pues el deseo de los judaizantes era que los líderes de la
iglesia de Jerusalén o los apóstoles se opusieran a
lo que predicaba Pablo y que así se hubiese comenzado a
predicar que obedeciendo la Ley de
Moisés el hombre
obtiene la salvación. Pero no fue así, pues tanto
el apóstol Pablo como los otros apóstoles y
líderes de la iglesia en Jerusalén predicaban el
mismo evangelio de la salvación por la gracia de
Jesucristo.

Los líderes de la iglesia de Jerusalén
reconocieron que Dios mismo había llamado a Pablo a ser
apóstol y siervo de Jesucristo y le había
encomendado el ministerio de predicar a los gentiles. Tal como
Pedro fue llamado a predicar en Jerusalén a los judíos,
el llamado fue igualmente para Pablo para que predicase el mismo
evangelio pero a los gentiles. El evangelio no era diferente
según la raza, pues Jesucristo ofrece la salvación
a todos sin acepción de personas. Algunos pasajes que
mencionan el llamado de Pablo para ministrar a los gentiles son:
Hechos 9:15; 13:2; Efesios 3:8). Es muy claro que Pedro fue
ministro para los de la circuncisión, pues se quedó
predicando a los judíos en Jerusalén. Según
Hechos 8:1, cuando hubo una gran persecución contra la
iglesia que estaba en Jerusalén, todos (los cristianos)
fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria,
"salvo los apóstoles", y esto incluía a
Pedro, de manera que Pedro se quedó predicando en
Jerusalén, ya que su llamado era a predicar a los de la
circuncisión (judíos), mientras Pablo a los de la
incircuncisión (gentiles). El Nuevo Testamento Ediciones
Paulinas traduce Gálatas 2:7 de una manera muy sencilla de
comprender: "Reconocieron que a mí me había sido
encargada la evangelización de los pueblos paganos, como a
Pedro le fue encargada la de los judíos."
Este
versículo no se refiere a dos evangelios diferentes, sino
al mismo evangelio dirigido a dos destinatarios: judíos y
gentiles). Dios sólo tiene un evangelio, el cual es
predicado en diferentes esferas y culturas alrededor del
mundo.

(2:8)

Pablo se compara con Pedro no porque él mismo se
sienta inferior a Pedro en cuanto al llamado para ser
apóstol, pues en el capítulo 1 de Gálatas
Pablo argumenta que su llamado le fue hecho directamente por
Jesucristo. Pero Pablo estaba conciente que era más
fácil para los cristianos reconocer como apóstol de
Jesucristo a Pedro que a él, ya que la imagen que se
tuvo de Pablo antes de que se convirtiera era de un cruel
perseguidor de la iglesia, mientras que la imagen de Pedro estaba
claramente asociada con Jesucristo, puesto que Pedro fue
discípulo del Señor durante todo Su ministerio
terrenal y además de eso se había identificado
perfectamente como fiel cristiano también luego que
Jesús resucitó y ascendió a los cielos. Por
tanto Pablo argumenta que así como Dios actuó en
Pedro llamándole a trabajar con los judíos, de la
misma manera Dios le había llamado a él (a Pablo)
para ministrar y predicar a los gentiles. Pablo estaba
completamente seguro de la
autoridad como
apóstol que Jesús le había dado y
quería que todos los cristianos lo supieran y estuvieran
también seguros de ello
no para vanagloriarse, sino para que los cristianos recibieran el
mensaje del evangelio que Pablo predicaba no como un invento de
hombre, sino
como la Palabra de Dios revelada.

(2:9)

Antes de explicar otros detalles de este
versículo, es importante hacer una breve referencia sobre
quiénes eran Jacobo, Cefas y Juan.

Este Jacobo mencionado en Gálatas 2:9 no debe
confundirse con el hijo de Zebedeo (Mateo 4:21; 10:2; Marcos
1:19; 3:17) y hermano de Juan (Mateo 17:1; Marcos 3:17; 5:37;
Hechos 12:2). Pablo escribe en este versículo
refiriéndose a Jacobo el hermano de Jesús
mencionado en Gálatas 1:19 y de quien ya se hizo un
análisis en el comentario al
versículo recién mencionado. Jacobo el hermano del
Jesús es quien escribe la epístola de Santiago
(Jacobo es también llamado Santiago).

Cefas es el mismo apóstol Pedro, siendo Cefas el
nombre en arameo y Pedro en griego (nombre cuyo significado es
"roca o piedra").

Juan es uno de los doce apóstoles del
Señor y se menciona en muchísimas ocasiones en el
Nuevo Testamento. Juan es también el escritor del cuarto
Evangelio, tres epístolas y el Apocalipsis.

Jacobo y Cefas, junto con Juan, eran considerados como
columnas, esto es, como los dirigentes más importantes de
la iglesia de Jerusalén.

Al decir "nos dieron a mí y a Bernabé
la diestra en señal de compañerismo,"
significa
que Jacobo, Cefas y Juan reconocían a Pablo y a
Bernabé como colaboradores y servidores de
Cristo en la proclamación del mismo evangelio. Pedro y
Pablo predicaban el mismo mensaje, por lo cual los judaizantes no
lograron su objetivo de
hacer caer el mensaje y la autoridad de Pablo y de confundir a
las iglesias haciéndoles creer que la salvación se
"ganaba" por el cumplimiento de la Ley de Moisés. El
acuerdo de Jacobo, Cefas y Juan con Pablo y Bernabé fue,
como era de esperarse, que Jacobo, Cefas y Juan se
quedarían en Jerusalén y continuarían (como
lo habían venido haciendo) trabajando en la
evangelización y predicación a los judíos,
mientras que Pablo y Bernabé irían a los
gentiles.

(2:10)

Debido a que Pablo y Bernabé irían fuera
de Jerusalén a los gentiles, no estarían
físicamente con los hermanos de Jerusalén. Sin
embargo debían recordar las necesidades de los hermanos de
la iglesia de Jerusalén y enviar ofrendas y
contribuciones que fueran un alivio para ellos.

La palabra "diligencia" se traduce del griego
spoudavzw, que significa "apresurarse, poner empeño, tener
diligencia". El Enhanced Strong’s Lexicon (que no incluye
definiciones de palabras sino que simplemente lista las
diferentes maneras en que una palabra ha sido traducida en la
versión inglesa King James Version) menciona esta palabra
"spoudazo" con el sentido de "empeñarse, hacer cualquier
esfuerzo, poner diligencia, darse prisa, ser celoso, poner los
nervios en tensión y hacer adelantar la causa asiduamente
(Strong #4704). Spoudazo combina el pensar con el actuar, hacer
planes y producir. Ve una necesidad y con prontitud hace algo al
respecto. La palabra en su significado, abarca comienzo, acción
y realización completa.

Efectivamente Pablo cumplió ayudando a los pobres
de la iglesia de Jerusalén. Varios pasajes en el Nuevo
Testamento presentan a Pablo dedicándose a recoger y
llevar ayuda para solidarizarse y aliviar las necesidades de los
cristianos pobres de Jerusalén (Hechos 11:29-30; Romanos
15:25-26; 1 Corintios 16:1-4; 2 Corintios 8:1-4). Así como
la Ley de Moisés mandaba a no desamparar a los hermanos
que empobrecieren (Levítico 25:25,35), con mucha mayor
razón los cristianos (que ya no estaban bajo la Ley de
Moisés sino bajo la gracia de Cristo) debían
demostrar su amor hacia los
hermanos pobres, lo cual hacían llevándoles
ofrendas.

Pablo reprende a Pedro en Antioquía
(Gálatas 2:11-21)

(2:11)

En los mapas de los
viajes
misioneros de Pablo (presentados en la explicación de
Gálatas 1:2) se aprecia tanto Antioquía de Pisidia
como también Antioquía de Siria. Gálatas
2:11 se refiere a Antioquía de Siria. Aparte de
Jerusalén misma, ninguna otra ciudad estuvo tan
íntimamente relacionada con los comienzos del cristianismo.
Fue en Antioquía donde los discípulos (cristianos o
creyentes) fueron llamados "cristianos" por primera vez (Hechos
11:26). Está ubicada a unos 450 kilómetros al norte
de Jerusalén. La universidad de
Princeton y el museo nacional de Francia
comenzaron excavaciones en Antioquía en el año de
1932. Durante los seis años siguientes, ellos
desenterraron más de veinte iglesias en ruinas, numerosos
baños, dos cementerios, un estadio, y muchos
magníficos pisos de mosaico.

El primer viaje misionero de Pablo parte de
Antioquía de Siria (Hechos 13:1-3) y culmina nuevamente en
el mismo lugar (Hechos 14:26-38). Posterior a ese primer viaje
misionero es que se da el Concilio de Jerusalén. Luego
comienza el segundo viaje misionero de Pablo que al igual que el
primer viaje, parte de Antioquía (Hechos 15:35-40) y
termina igualmente en Antioquía (Hechos 18:22). El tercer
viaje misionero de Pablo vuelve a tener como punto de partida
Antioquía (Hechos 18:22-23) sólo que esta vez
finaliza en Jerusalén y no vuelve a culminar en
Antioquía como sucedió en el primer y segundo
viaje, sino que ahora culmina en Jerusalén (Hechos 21:15),
donde es arrestado. Es muy notoria la importancia que tuvo
Antioquía como ciudad principal para la iglesia
primitiva.

La expresión "Pero cuando Pedro vino a
Antioquía,"
afirma que Pedro fue a Antioquía
pero se necesita saber también cuándo exactamente
se da ese evento y cómo se ubica cronológicamente
dentro de todos los sucesos narrados en el libro de los
Hechos. Debido a que no hay una referencia exacta para
Gálatas 2:11 en el libro de los Hechos donde se diga
explícitamente que Pedro fue a Antioquía y que fue
reprendido por Pablo, ubicar cronológicamente el momento
en que se da este suceso es algo que presenta dificultad. La
pregunta que se debe contestar respecto a la visita de Pedro a
Antioquía de la que habla Gálatas 2:11 es:
¿Esta visita de Pedro a Antioquía se da antes o
después del Concilio de Jerusalén? Para contestar a
esta pregunta se presentan a continuación argumentos a
favor y en contra de cada una de las posiciones.

Argumento uno a favor que la visita de Pedro a
Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da
después del Concilio de
Jerusalén

El relato del Concilio de Jerusalén se describe
en Gálatas 2:1-10. Si Pablo mantiene un orden
cronológico en su carta, lo que
escribe inmediatamente después de Gálatas 2:1-10
(en este caso en Gálatas 2:11) correspondería a un
evento posterior al concilio de Jerusalén.

Argumento dos a favor que la visita de Pedro a
Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da
después del Concilio de
Jerusalén

Justo después del acuerdo que se tuvo en el
Concilio de Jerusalén (Hechos 15:7-21), Pablo y
Bernabé van a Antioquía a comunicar a la iglesia
sobre el acuerdo tenido en el Concilio (Hechos 15:22-35). Pablo y
Bernabé permanecieron en Antioquía
"enseñando la palabra del Señor y anunciando el
evangelio con otros muchos."
(Hechos 15:35). Eso fue
después del Concilio de Jerusalén. Cabe entonces
pensar que fue precisamente en ese tiempo cuando
se da la visita de Pedro a Antioquía de la cual se habla
en Gálatas 2:11, o sea después del Concilio de
Jerusalén pero antes del comienzo del segundo viaje
misionero de Pablo (antes del desacuerdo y separación
entre Pablo y Bernabé).

Argumento uno a favor que la visita de Pedro a
Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes
del Concilio de Jerusalén

Hechos 11:25-26 ubica a Bernabé y a Pablo en
Antioquía por un año. Al leer Hechos 11:19-26 se
describen los comienzos de la predicación en
Antioquía. En el versículo 22 se afirma que
Bernabé fue enviado a Antioquía por "la iglesia
que estaba en Jerusalén"
, la cual tenía a Pedro
como su líder
principal. Según el verso 25, Bernabé fue a Tarso a
buscar a Pablo y le encontró. Si Pablo estaba en Tarso era
porque ya habían pasado más de tres años
desde su conversión y ya había visto a Pedro por
primera vez (Gálatas 1:18). Después que Pablo
estuvo quince días con Pedro en Jerusalén
(Gálatas 1:18), tuvo que huir porque lo querían
matar, según Hechos 9:23, donde la expresión
"pasados varios días"
debe corresponder a los tres años que se mencionan
en Gálatas 1:18, de manera que Pablo tuvo que huir de
Jerusalén porque lo querían matar luego de haber
estado
predicando abiertamente durante los quince días que visita
a Pedro en Jerusalén (Hechos 9:26-30), a tal grado que los
hermanos le llevaron hasta Cesarea y luego le enviaron a Tarso,
que son ciudades que pertenecen a las regiones de Siria y
Cilicia(mencionadas en Gálatas 1:21). Cesarea pertenece a
Siria y Tarso a Cilicia, tal como se puede observar en cualquiera
de los mapas de los viajes misioneros de Pablo.

Entonces tomando como base Hechos 11:19-26 se puede
suponer que el viaje de Pedro a Antioquía al que se
refiere Gálatas 2:11 se da precisamente en el año
que Bernabé y Pablo estuvieron en Antioquía antes
del primer viaje misionero de Pablo y por tanto antes del
Concilio de Jerusalén. Sabiendo que la iglesia de
Jerusalén (liberada por Pedro) fue la que envió a
Bernabé a Antioquía, resulta razonable que luego
Pedro haya ido personalmente a Antioquía, y que Pablo
estaba primero con Bernabé en Antioquía antes de la
llegada de Pedro porque Bernabé fue a Tarso a buscar a
Pablo y al hallarle le trajo con él a Antioquía
(Hechos 11:25). Pablo estaba en Tarso porque cuando
después de transcurridos tres años desde su
conversión fue a conocer personalmente a Pedro a
Jerusalén (Gálatas 1:18), resulta que lo quisieron
matar (Hechos 9:23,29), de modo que luego de haber estado quince
días predicando abiertamente en Jerusalén y por la
amenaza o el peligro de muerte que
corría el apóstol Pablo, los hermanos le llevaron a
Cesarea y luego le enviaron mucho más lejos hasta Tarso
(su ciudad natal según Hechos 21:39) para que estuviera
seguro ahí de manera que no lo mataran. Eso explica la
razón por la cual Bernabé va a buscar a Pablo a
Tarso, donde lo encuentra y lo lleva con él a
Antioquía (Hechos 11:25).

La otra posibilidad es que la visita de Pedro a
Antioquía referida en Gálatas 2:11 no se haya dado
antes del primer viaje misionero de Pablo sino después de
dicho viaje, pero antes del Concilio de Jerusalén (pues el
Concilio de Jerusalén aparece entre el primer y segundo
viaje misionero de Pablo). Esta posición tiene su base en
que cuando termina el primer viaje misionero, Pablo y
Bernabé llegan nuevamente a Antioquía y
"se quedaron allí mucho tiempo con
los discípulos"
(Hechos 14:25-28), tiempo
en el cual pudo haber llegado Pedro a Antioquía y de
manera que Pablo le reprendiera en esa visita por su actitud
hipócrita.

Por todo lo expuesto anteriormente, resulta razonable y
prudente pensar que la visita de Pedro a Antioquía se da
antes del Concilio de Jerusalén, ya sea antes o
después del primer viaje misionero de Pablo, en cualquiera
de los casos sería antes del Concilio de Jerusalén
(el cual tiene lugar entre el primer y segundo viaje misionero de
Pablo).

Argumento dos a favor que la visita de Pedro a
Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes
del Concilio de Jerusalén

Después del Concilio de Jerusalén, Pablo y
Bernabé se separan debido al desacuerdo que tuvieron
respecto a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos
(Hechos 15:36-41). Esa es la última vez que se menciona a
Bernabé en el libro de los Hechos, y es obvio que Pablo
realizó su segundo y tercer viaje misionero sin
Bernabé. Cuando en Gálatas 2:11 se habla de la
llegada de Pedro a Antioquía, más adelante en el
versículo 13 se menciona a Bernabé, el cual ya no
estuvo con Pablo en el segundo ni tercer viaje misionero, lo cual
hace imposible que la visita de Pedro a Antioquía a la que
se refiere Gálatas 2:11 haya sido durante el segundo o
tercer viaje misionero de Pablo (que se dan después del
Concilio de Jerusalén).

Argumento tres a favor que la visita de Pedro a
Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes
del Concilio de Jerusalén

La reprensión de Pablo a Pedro tuvo que darse
antes del Concilio de Jerusalén, cuando todavía no
se había llegado al acuerdo que se tuvo en dicho Concilio
respecto a que no debía imponerse a los cristianos la
circuncisión ni el cumplimiento de la Ley de
Moisés. Así, Pablo utiliza el evento de cuando
reprende a Pedro en Antioquía como referencia de algo que
se dio antes que se realizara la reunión formal para
tratar y concluir sobre el asunto los judaizantes (la doctrina
errónea que querían introducir) en el Concilio de
Jerusalén.

Argumento cuatro a favor que la visita de Pedro a
Antioquía mencionada en Gálatas 2:11 se da antes
del Concilio de Jerusalén

La palabra "Pero" que aparece al inicio de
Gálatas 2:11 proviene del griego dev, que puede traducirse
como "ahora bien, por otra parte", lo cual muestra que
Gálatas 2:11 está haciendo un cambio o giro
en la secuencia de lo que viene hablando en Gálatas 2:1-10
y que por ello no tiene un orden cronológico con respecto
a la narración que hace en los primeros 10
versículos en los que habla sobre el Concilio de
Jerusalén. Por lo tanto el versículo 11 habla de un
evento distinto al Concilio de Jerusalén y no tiene que
haberse dado después de dicho Concilio, sino
antes.

Luego de estudiar todos los argumentos, lo que parece
más acertado y que evita forzar los acontecimientos a una
interpretación arbitraria es que la visita
de Pedro a Antioquía de la cual habla Gálatas 2:11
se da antes del Concilio de Jerusalén. Sin embargo el
libro de los Hechos no dice explícitamente cuándo
sucedió.

Primeramente debe entenderse que Pablo no ataca la
doctrina de Pedro, sino la actitud hipócrita que
éste estaba teniendo. Pedro erró en que no
conformaba sus obras con su doctrina. Tertuliano (150-230 d.C.),
apologeta del segundo siglo, lo dijo de esta manera:
"conversationis fuit vitium, non praedicationis" ("fue un error
en su comportamiento, no en su
predicación").

Pablo definitivamente desaprobó la actitud de
Pablo y sin importar la posición de liderazgo de
Pedro en la iglesia de Jerusalén, le dijo de forma clara y
sincera el error que estaba cometiendo, y se lo dijo cara a cara
y no a sus espaldas ni a manera de crítica
destructiva para hacerle daño a
su imagen o ministerio. Pablo solamente se molestó por la
actitud hipócrita que había presentado Pedro y
buscaba que se corrigiera inmediatamente ese error para que no
fuera un tropiezo en el ministerio o dentro de la iglesia. "le
resistí"
significa "me opuse". "era de
condenar"
muestra que la actitud de Pedro merecía
rotunda desaprobación y debía ser corregida
inmediatamente.

(2:12)

La actitud de Pedro no se debió a ninguna
consideración teológica, sino a la cobardía.
En este versículo se menciona a Jacobo (hermano de
Jesús según Marcos 6:3) y es el mismo que aparece
en Gálatas 2:9. Jacobo era junto a Pedro uno de los
pilares o líderes más importantes de la iglesia de
Jerusalén.

Cuando Pablo dice "algunos de parte de Jacobo",
nótese que no dice que Jacobo les había enviado
desde Jerusalén hasta Antioquía a ciertas personas
para condenar la acción de comer con los gentiles (porque
en ese caso la doctrina de Jacobo hubiese sido totalmente
diferente a la doctrina de Pedro, de Pablo y de todos los
apóstoles), sino que solamente dice: "antes que
viniesen algunos de parte de Jacobo"
. A lo mejor, Pedro
sintió que ellos no iban a aprobar su acción. Por
pena (o más específicamente por cobardía e
hipocresía, pues Gálatas 2:12 dice: "porque
tenía miedo de los de la circuncisión"
), Pedro
se separó y no siguió comiendo con los gentiles.
Pedro supuso que estos judíos enviados por Jacobo no
aprobarían una libertad tal y
por tanto se apartó de los gentiles. Esa simulación
o hipocresía que manifestó Pedro no sólo era
mala en sí misma sino que confundiría y
desviaría a los cristianos. Pedro estuvo en aquella
ocasión controlado por el temor, y no por la fe. Sin lugar
a dudas, esa acción de apartarse causó mucho dolor
y desánimo para los cristianos gentiles. El
versículo 13 describe ese comportamiento como una
"simulación". Significa que Pedro no estuvo
portándose honestamente en esto, porque en realidad
había creído que los gentiles fueron aceptados y
eran ante Dios iguales que cualquier judío. Pero ahora,
para impresionar o causar una buena impresión a los que
vinieron de Jacobo desde Jerusalén y por temor a ellos e
hipocresía, simula que no está de acuerdo con la
plena aceptación de los gentiles, y eso fue un mal ejemplo
que era a la vez muy perjudicial y grave, con lo que se
ponía en peligro el desarrollo de
la iglesia y predicación del verdadero
evangelio.

Aunque no es muy clara la relación que
había entre el grupo
identificado como "algunos de parte de Jacobo" y el mismo
Jacobo, de cualquier forma, eran cristianos que no tenían
que convivir con una fuerte presencia gentil día tras
día, y por eso no comprenderían la situación
en Antioquía. Naturalmente, habrían interpretado la
actitud de Pedro como una negación de la identidad
judía, y quizá hasta como una forma de
apostasía. Temeroso de ser juzgado por ellos y de las
consecuencias que esto traería, Pedro comenzó a
distanciarse de los gentiles y luego hacen lo mismo los otros
judíos que con él estaban, incluyendo a
Bernabé, siendo hipocresía y cobardía de
parte de Pedro y luego de todos los que le imitaron en su actitud
negativa.

En este versículo "los gentiles" se
refiere a los cristianos de origen no judío, y no debe
pensarse que se trata de los gentiles en su sentido de paganos no
convertidos. Para los judíos comer con los gentiles iba en
contra de las leyes y
costumbres judías (Hechos 10:1-48; 11:1-3,17-18;
Gálatas 2:15). Al negarse a comer con los creyentes no
judíos, Pedro en la práctica no los
reconocía como miembros, con plenos derechos, de la iglesia
cristiana.

Los "de la circuncisión" se refiere a
aquellos cristianos de origen judío que insistían
en que los creyentes que procedían del paganismo
debían circuncidarse (Hechos 11:2-3). Al parecer, Pedro se
había dejado intimidar por algunos de ellos y
mostró cobardía al no actuar de acuerdo a sus
convicciones cuando por temor a estos "de la
circuncisión"
se llegó a retirar y apartar de
los gentiles convertidos, actuando de forma
hipócrita.

(2:13)

"Los otros judíos" se refiere a
judíos cristianos, como Bernabé (que aunque
nació en Chipre, era judío por su ascendencia
levita según Hechos 4:36), de la iglesia de
Antioquía, que no estaban asociados con los legalistas que
querían que los gentiles convertidos se circuncidaran para
aceptarlos como miembros de la iglesia. A la hipocresía de
Pedro se unieron los demás cristianos judíos
incluyendo a Bernabé, siendo esta una muestra de la
influencia positiva o negativa que la actitud de un líder
(en este caso Pedro) puede llegar a tener en los miembros de un
grupo.

La palabra "hipocresía" denotaba en griego
un actor de teatro, y de
ahí, por su sentido de actuar, de dar una
representación ajena a la realidad propia de la persona, vino a
denotar un engañador, uno que pretende lo que no es, o que
oculta sus verdaderos pensamientos, actitudes e
intenciones bajo una máscara de falsas apariencias. La
palabra griega uJpovkrisi" de Gálatas 2:13 puede
traducirse como "hipocresía o
simulación".

(2:14)

Ya no era únicamente Pedro el que había
caído en la simulación o hipocresía sino que
siguiendo su ejemplo, otros judíos cristianos (incluyendo
a Bernabé) también estaban haciendo lo mismo. Es
por eso que la frase "vi que no andaban rectamente" es
plural y no se refiere únicamente a Pedro. Ellos no
estaban actuando de acuerdo a sus propias creencias ni tampoco de
acuerdo a la verdad del evangelio de Jesucristo.

Las convicciones de Pablo se muestran siempre claras y
firmes respecto a que el cumplimiento de la Ley de Moisés
no puede salvar a nadie sino sólo la gracia de Jesucristo,
que es "la verdad del evangelio" que Pablo pone siempre
por encima de la esclavitud de la
Ley de Moisés.

Pablo no reprendió a Pedro en privado sino
"delante de todos". De esta forma no solamente Pedro sino
también los que con él habían caído
en la hipocresía de apartarse de los gentiles cristianos
por temor a la reacción o a lo que pensarían
"los de la circuncisión", fueron confrontados por
Pablo y tuvieron que reconocer que estaban obrando mal y
afectando el buen desarrollo de la iglesia cristiana.

Las palabras que Pablo le dirige a Pedro confirman que
el error de Pedro no era doctrinal sino que era más bien
su actitud que no concordaba con su doctrina. Nuevamente se hace
alusión a las palabras de Tertuliano: "conversationis fuit
vitium, non praedicationis" ("fue un error en su comportamiento,
no en su predicación").

Pablo le dice a Pedro: "vives como los gentiles",
pero eso no significa que Pedro vivía la vida pecaminosa
de los gentiles, sino que se está refiriendo a que Pedro
ya no vivía bajo la estricta observación de la Ley de Moisés de
la manera que lo hacían los judíos que
todavía no habían llegado al conocimiento
del evangelio de Jesucristo. Era por esa razón que Pedro
ya no vivía como judío, pues Dios le reveló
que no hay diferencia entre judío y gentil porque para
todos es ofrecido el evangelio de Cristo de la misma manera y que
no estaba obligado a guardar las leyes judías, ni
debía menospreciar a los gentiles (Hechos
11:4-10).

La palabra "judaizar" es el verbo que denota la
acción que realizaban los judaizantes. Este grupo de
personas tan popular en la carta a los
Gálatas se trataba de aquellos que querían imponer
la observancia de la Ley de Moisés a los cristianos
convertidos de entre los gentiles, con el argumento que era
necesaria para la salvación. El sustantivo "judaizante" no
aparece en la Biblia; sin embargo, lo que sí aparece es el
verbo "judaizar" (Gálatas 2:14). Los judaizantes
querían esclavizar a los cristianos bajo el yugo de la Ley
de Moisés, de la que habían quedado libertados, al
estar bajo la gracia por la obra redentora de Cristo. Los
judaizantes supuestamente habían aceptado a Jesús
como su Mesías nacional pero no aceptaban el mensaje de la
revelación que Dios le dio a Pedro sobre la
salvación sin diferencias entre gentiles y judíos
(Hechos 11:4-10) ni tampoco aceptaban el apostolado de
Pablo.

El distanciamiento de Pedro de los gentiles (que tuvo
como origen su hipocresía y temor a los judíos de
la iglesia que querían que los gentiles se circuncidaran
para ser admitidos en la iglesia como cristianos) sugería
que éstos no podían ser recibidos plenamente como
pueblo de Dios. En cierto sentido, los estaba obligando a
volverse como los judíos en sus prácticas
(judaizar), por lo cual Pablo en Gálatas 2:14 le dice a
Pedro: "Si tú, siendo judío, vives como los
gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a
los gentiles a judaizar?"

(2:15)

Los judíos tenían el concepto o la
imagen que los gentiles eran simplemente pecadores apartados
totalmente de Dios y que no había para ellos esperanza de
salvación a menos que reconocieran al Dios de Israel y para
ello tenían que someterse a todos los lineamientos y
religión
judía. Los judíos sabían que eran el pueblo
escogido de Dios y su elevada religión contrastaba
totalmente con los falsos cultos de los gentiles. Había
rigurosas leyes que los judíos debían cumplir para
impedir la corrupción, penando la promiscuidad con los
idólatras o con los gentiles (no se unían con
ellos). Ello indujo a los judíos a menospreciar a los
gentiles, y a ser injustos con ellos.

Al referirse a los gentiles como "pecadores",
Pablo no cuestiona sus cualidades morales, sino habla de su no
observancia de la Ley de Moisés. En general, los
judíos solían llamar "pecadores" a los
gentiles por el hecho de no pertenecer al pueblo elegido por
Dios.

No hay duda que Pablo fue un judío con amor a su
nación
y que desde su nacimiento y niñez estuvo apegado
intachablemente a todas las prácticas y a la
religión judía (Filipenses 3:4-6).

Pablo tenía una muy buena reputación entre
los judíos y era un hombre docto y muy bien instruido en
cuanto al judaísmo. El historial de Pablo como
judío de nacimiento y conocedor de las Escrituras (el
Antiguo Testamento y de manera especial la Ley de Moisés)
era envidiable para muchos. Sin embargo Pablo se llegó a
dar cuenta gracias a la revelación que Dios le hace del
evangelio, que todo eso no le valdría de nada si lo
ponía como la esperanza de su salvación.

La frase "y no pecadores de entre los gentiles"
muestra el nivel de superioridad espiritual que un judío
sentía al compararse con los gentiles, que para ellos eran
una clase
espiritualmente baja que se encontraba totalmente alejada de Dios
y sin esperanzas de salvación. Esta superioridad que los
judíos sentían y el desprecio hacia los gentiles
aparece reflejado por ejemplo en Mateo 9:10-11: "Y
aconteció que estando él sentado a la mesa en la
casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que
habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con
Jesús y sus discípulos. Cuando vieron esto los
fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué
come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?
Los
gentiles eran "los paganos" y "los pecadores" a los ojos de los
judíos. Lamentablemente todo este menosprecio que los
judíos manifestaban por los gentiles fue tal que los
llevó a caer en un orgullo espiritual que los hizo en
muchas ocasiones estar aun más lejos de Dios que los
mismos gentiles o "paganos".

Aquí Pablo afirma que él es judío
al igual que Pedro, Bernabé y los que se les unieron en la
actitud hipócrita a estos últimos. Pero el
siguiente versículo completa la idea de lo que Pablo
quiere decir, lo cual es que aunque son cien por ciento
judíos, han llegado a comprender y tienen el
conocimiento que respetar la Ley de Moisés no les
dará la salvación, sino únicamente la fe
sincera en Jesucristo.

(2:16)

Este versículo puede ser considerado como "el
corazón
de la carta del apóstol Pablo a los Gálatas",
porque es aquí donde se resume todo el argumento que Pablo
presenta a las iglesias de Galacia a lo largo de toda la carta.
Así como figuradamente se dice que Juan 3:16 es el
corazón de la Biblia, se puede de la misma manera decir
que Gálatas 2:16 es el versículo clave o principal
de toda la carta de Pablo a las iglesias de Galacia, pues es
donde se resume completamente la tesis de Pablo
y se presenta el objetivo que persigue Pablo al escribir esta
carta: comprobar que los gentiles son igualmente aceptados por
Dios y que la Ley de Moisés nunca ha salvado ni
podrá salvar a nadie, sino solamente el sacrificio de
Jesucristo, que ofrece la salvación mediante Su gracia y
amor a la humanidad entera.

"la fe de Jesucristo" significa "la fe EN
Jesucristo" o el evangelio de la salvación que tiene su
base en el sacrificio que Jesús hizo en la cruz para el
perdón de los pecados de todo aquel que cree (Juan
3:16).

"las obras de la ley" es el estricto cumplimiento
de la Ley de Moisés. Pablo argumenta que eso no puede
justificar a nadie delante de Dios (porque todos somos pecadores
y no hay nadie que cumpla verdaderamente toda la Ley de
Moisés).

Ahora Pablo dice directamente y con toda claridad que la
salvación o justificación se obtiene "por la fe
de Jesucristo"
. Como una simple definición,
"justificado" es ser "declarado justo". La palabra
dikaiovw que aparece en éste versículo se puede
traducir como "justificar, hacer justo, declarar justo, perdonar,
poner en paz y salvo, hacer grado (a Dios)". El tema de la
justificación es tratado ampliamente el libro de Romanos.
La justificación es el acto por el cual Dios declara que
el pecador que cree viene a ser justo y aceptable ante Él,
por cuanto Cristo ha llevado su pecado en la cruz, habiendo sido
"hecho justicia"
en su favor (1 Corintios 1:30). La justificación es
gratuita, esto es, totalmente inmerecida (Romanos 3:24); sin
embargo, se efectúan sobre una base de total justicia, por
cuanto Dios no simplemente pasa el borrador sobre los pecados de
una persona con menosprecio de Su santa Ley. Las demandas de Su
santidad quedan plenamente satisfechas en Jesucristo que, no
habiéndola quebrantado jamás, sino siendo él
mismo talmente santo y justo, llevó en lugar de los
pecadores toda la ira por la Ley quebrantada y por la iniquidad
del hombre. Jesús justifica al hombre por Su sangre (Romanos
5:9) y por Su pura gracia (Tito 3:7). Así, la
justificación se recibe por la fe, y nunca en base a las
obras (Romanos 3:26-30; 4:5; 5:1; 11:6; Gálatas 2:16;
Efesios 2:8-9). Así, el pecador acusado por la Ley
(Gálatas 3:10-14), por Satanás (Job 1:6-11;
Zacarías 3:1; Apocalipsis 12:10) y por su conciencia (1
Juan 3:20), no queda solamente librado del castigo por el Juez
Soberano: es declarado justo, y hecho más blanco que la
nieve (Isaías 1:18). Para la persona justificada ya no hay
condenación (Romanos 8:1), por cuanto Dios lo ve en
Cristo, revestido de la justicia perfecta de Su Divino Hijo (2
Corintios 5:21).

El punto más controvertido en el curso de los
siglos con respecto a esta maravillosa doctrina de la
justificación es la siguiente: ¿Es la fe realmente
la única condición de la justificación, o no
son necesarias las buenas obras junto con la fe para llegar a
ella? Se encuentran acerca de este tema las opiniones más
extremas. Ya entre los primeros cristianos existían
personas que pensaban que la justificación por gracia
exoneraba a la persona de tener una vida moral santa y
del servicio a
Dios. Pablo tuvo que refutar constantemente este grave error
(Romanos 6:1,11; 7:4,6; Gálatas 2:19). Pablo presenta en
Romanos una magistral exposición
de la salvación por la fe insistiendo en la realidad de
las obras como fruto de la justificación y no como
fundamento de la salvación, sino como resultado o
consecuencia de la misma. En Santiago, dice exactamente lo mismo
al afirmar que "la fe sin obras es muerta" (Santiago
2:20). La fe que justificó a Abraham era viva, por cuanto
produjo obras (las cuales fueron el testimonio que confirmaba que
su fe era genuina). Se puede resumir de la siguiente manera la
argumentación de los dos autores inspirados (Santiago y
Pablo): el pecador es justificado gratuita y únicamente
por la fe, y no por llevar a cabo obra alguna de ningún
tipo que pudiera salvarle (Pablo); desde el momento en que recibe
la gracia de Dios, su fe produce obras que constituyen la
demostración de la realidad de su justificación
(Santiago). Si su fe permaneciera sin obras, ello
demostraría que la pretensión de tener tal fe era
vacía: «si alguno "dice" que tiene fe»
(Santiago 2:14). Un árbol silvestre tiene que ser
injertado a fin de que produzca buenos frutos; el creyente recibe
una nueva naturaleza que
precisamente le capacita y mueve a dar buenos frutos. El hombre
nacido de nuevo es transformado con el objeto de que pueda dar
buenos frutos, y no porque haya ido produciendo frutos
satisfactorios. Pero si no produce buenos frutos, es porque la
persona todavía no tiene la nueva naturaleza capaz de
producirlos. Lo que expone Santiago es la situación en la
que realmente no hay fe, se trata de una "fe" muerta.

Es muy común el error de confundir la
justificación con la santificación. Se aduce o
argumenta que no es posible aceptar que uno está
justificado cuando siguen patentes las imperfecciones e incluso
caídas en la vida espiritual. El hecho es que la
justificación se da al creyente desde el mismo momento en
que éste cree, es decir desde el momento del nuevo
nacimiento. Dios, en Su gracia y por causa de la cruz, borra los
pecados y produce la regeneración en el individuo.
Desde aquel momento empieza el crecimiento del recién
nacido en Cristo. Cada día se dan progresos a conseguir y
victorias a ganar; el cristiano se halla en la escuela de Dios,
donde día a día será corregido por las
faltas
cometidas, a fin de llegar a ser partícipe de la santidad
de Dios gracias a la plenitud y poder del
Espíritu
Santo. Romanos y Gálatas son los libros que por
excelencia presentan con toda claridad la doctrina de la
justificación y la salvación, señalando la
libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Al decir "nosotros también hemos
creído"
Pablo se refiere a "nosotros los judíos
cristianos", tal como lo eran Pedro y Pablo. Significa que ellos
a pesar de ser judíos, se habían dado cuenta que la
salvación es posible únicamente por medio del
sacrificio de Jesucristo y no por méritos propios que el
hombre pueda hacer.

Ninguna persona ha podido salvarse por obedecer la Ley
de Moisés ni nadie será capaz de hacerlo en el
futuro. Esto es debido a que no hay nadie que haya obedecido
completamente o a plenitud todo lo que dice la Ley de
Moisés sin cometer ningún pecado. La humanidad
entera ha sido contaminada por el pecado y no hay ni siquiera una
persona que no haya pecado o que no haya quebrantado la Ley de
Dios. Romanos 3:10-12 dice: "Como está escrito: No hay
justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a
Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No
hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."
Por la
misma imperfección del género
humano, no hay ni siquiera una persona justa y que nunca haya
cometido pecado ni desagradado a Dios, sino por el contrario, la
Biblia declara que todas las personas han pecado, lo cual
teológicamente se conoce como "el pecado universal"
(Génesis 6:5; 1 Reyes 8:46; Salmos 14:3; 53:3; Proverbios
20:9; Eclesiastés 7:20; Isaías 53:6; 64:6; Miqueas
7:2; Romanos 3:23; 1 Juan 1:8). Es por esa razón que la
Ley de Moisés fue ineficiente, porque nadie fue capaz de
cumplirla y por lo tanto nadie se pudo salvar mediante dicha Ley.
Por eso Gálatas 2:15 dice: "por cuanto por las obras de
la ley nadie será justificado."
Sólo la fe
sincera en Jesucristo puede justificar y salvar al
hombre.

(2:17)

Si a los judíos convertidos al cristianismo se
les cuenta como pecado el haber abandonado las leyes del
judaísmo por seguir a Jesucristo, entonces Jesucristo
sería ministro (o siervo) de pecado por ser alguien que
induce al pecado (apartarse de la Ley). Pero obviamente que
Jesucristo no era ministro de pecado, pues la Ley de
Moisés no podía salvar a nadie y por lo tanto no
era pecado dejar de confiar en las leyes judías por
confiar en Jesucristo.

"Y si buscando ser justificados en Cristo" se
refiere a los judíos (como lo eran Pedro y Pablo) que
dejaban de lado la obediencia rigurosa a la Ley de Moisés
para seguir el evangelio de la salvación por gracia que
ofrece Jesucristo por medio de Su sacrificio en la cruz.
"también nosotros somos hallados pecadores, ¿es
por eso Cristo ministro de pecado?"
significa que si por
seguir el evangelio de Jesucristo en lugar de la estricta
obediencia a Ley de Moisés (lo cual significaba
comportarse como un gentil al abandonar la circuncisión y
muchas otras leyes ceremoniales judías tales como las
normas de
alimentación y la comunión a la
mesa, etc.,) les hacía inmundos (a los judíos) al
mismo nivel que lo eran los paganos o gentiles, entonces
pareciera que Jesucristo fuera ministro de pecado o alguien que
induce al pecado porque les habría alejado de la Ley de
Moisés para llegar a ser iguales a los gentiles (que
siempre se consideraron pecadores y malos por menospreciar y no
obedecer la Ley de Moisés y no formar parte de ninguna de
las leyes ceremoniales judías). Pero Pablo culmina
diciendo contundente y categóricamente: "En ninguna
manera"
. Con esto afirma que el haber abandonado las leyes
ceremoniales judías y el haber reconocido que la Ley de
Moisés no los puede salvar no fue nunca un error y con la
expresión "En ninguna manera" Pablo se mantiene
firme creyendo y manteniendo que Jesucristo es el verdadero
Camino que lleva a la vida eterna, y no el cumplimiento de la Ley
de Moisés, en lo cual basaban su esperanza de
salvación los judíos. Es cierto que en cuanto a las
leyes ceremoniales, los judíos cristianos (como Pedro y
Pablo) se estaban comportando tal como lo hacían los
gentiles (al no respetar dichas leyes), pero eso no significa que
por ello fueran más pecadores que antes, sino por el
contrario, habían hallado la verdadera revelación
del evangelio y ahora estaban seguros que solamente en Cristo se
encuentra la salvación. Es verdad que el evangelio de
Jesucristo ya no obligaba a ningún judío a guardar
rigurosamente las leyes judías, pero eso no hacía
más pecadores a los judíos, sino que simplemente
agradar a Dios no se basaba en respetar dichas leyes; ahora para
agradar a Dios y estar en paz con Él solamente se
tenía aceptar por fe el regalo de la salvación que
Dios ofrece por gracia mediante el sacrificio de Jesucristo en la
cruz a todo aquel que cree (Juan 3:16), incluyendo sin
distinción alguna tanto a judíos como a
gentiles.

(2:18)

Pablo afirma que no dará marcha atrás en
su doctrina y confirma que está totalmente seguro que
predica lo que es verdadero y no cambiará de parecer.
Pablo no volvería nunca más a poner su confianza de
salvación en la Ley de Moisés, pues se había
dado cuenta gracias a la revelación de Jesucristo, que la
Ley de Moisés solamente hace ver a la persona sus pecados,
pero nunca es capaz de perdonar los pecados de nadie ni de salvar
a las personas.

"las cosas que destruí" se trata de la Ley
de Moisés y de la confianza en que ésta
podría salvar a las personas.

La Biblia al Día traduce este versículo
así: "Peco si me pongo a enseñar que uno se
salva por guardar la ley judía, después de haber
combatido tal doctrina."
Pero como ya se dijo, Pablo estaba
completamente seguro de lo que predicaba y nunca volvería
atrás ni dudaría de la revelación que
Jesucristo mismo le hizo del verdadero y único
evangelio.

(2:19)

El argumento de Pablo es que "somos muertos para la Ley
a través de la misma Ley", lo cual significa que la Ley de
Moisés puso al descubierto el pecado y no hubo para el
pecador forma alguna de defenderse ante la realidad de su culpa,
por lo que la humanidad entera es declarada como pecadora y se
sufre como consecuencia la muerte
(Romanos 3:23). Pablo expone entonces que la Ley condenó a
todas las personas (judíos y gentiles) y que legalmente,
toda persona se encuentra muerta ante la Ley por haber infringido
a ésta. Ahora bien, ¿ante quién están
muertos los pecadores? Sabiendo que fue la Ley la que
condenó al pecador, en consecuencia éste se
encuentra muerto ante la Ley. A pesar de ello, el pecador tiene
la oportunidad de estar vivo ante Dios, pues la parte final del
versículo dice: "a fin de vivir para Dios". Esto
significa que mediante la Ley se encuentra la condenación
(por las transgresiones de todo ser humano a la Ley de
Moisés) y mediante Jesucristo se encuentra la
salvación (porque Él llevó los pecados de
los hombres en la cruz y ofrece la vida eterna por Su
gracia).

Pablo tuvo conciencia del pecado por la Ley, pero
ésta no le dio poder alguno para vencerlo. De ahí
que desistiera de buscar en la Ley un medio para ser aceptado por
Dios. Así, Pablo abandona la Ley de Moisés y es
librado del poder de esclavitud de ésta a causa de la Ley
misma, porque no la pudo cumplir y por ello se declara "muerto
para la ley"
o vencido por ella al no poder cumplirla. Eso
dio origen a que Pablo encontrara en Jesucristo una respuesta y
solución poderosa a su necesidad del perdón de los
pecados, y eso le hizo capaz de "vivir para con Dios" o
ser verdaderamente libre del pecado y salvo por la fe en
Jesucristo que le proporciona la gracia y el perdón de
todos los pecados. Paradójicamente fue "la Ley la que
alejó a Pablo de la Ley", lo que es igual a decir que "la
Ley llevó a Pablo a Cristo". A manera de ilustración, es como si un vendedor (La
Ley) dijera: "Mi producto
(cumplir la Ley de Moisés) no es bueno (demasiados
rituales) y es imposible de comprar (nadie puede cumplir
perfectamente toda la Ley), mejor busca a aquella persona
(Jesucristo) que te da el producto que necesitas (la
salvación y el perdón de los pecados), de mejor
calidad que el
que yo mismo te ofrezco (es una salvación plena y completa
que borra los pecados de una vez por todas y no solamente los
cubre temporalmente como lo hace la Ley, según Hebreos
10:1-18), y por si fuera poco, te lo da completamente gratis
(solamente teniendo fe en Jesucristo, creyendo y aceptando el
regalo que Él ofrece)".

(2:20)

El apóstol declara que su vida le pertenece a
Dios. Estar juntamente crucificado con Cristo significa morir al
pecado, y morir al pecado quiere decir ya no ser esclavos del
pecado y vivir por tanto en la libertad de la gracia de
Jesucristo. El pecado ya no se enseñorea del que ha
aceptado morir al pecado y tener vida nueva en Jesucristo. Estar
crucificados con Cristo y muertos al pecado no significa ser
insensibles a las tentaciones, pues es algo con lo que día
a día se tiene que batallar, pero sí significa que
se goza de la plena gracia y perdón de Jesucristo que
produce como fruto una vida agradable a Dios ya no por temor al
castigo y a la condenación sino por amor al Salvador. La
vida del cristiano llega a ser posesión o pertenencia de
Jesucristo y por eso dice Pablo: "ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí"
. Por el sacrificio en la cruz,
Jesucristo se hace Dueño, Rey, Señor, Salvador y
Abogado de los creyentes, lo cual significa que cualquier
acusación que haya en contra del cristiano, se convierte
automáticamente en una acusación en contra de
Jesús; pero en base a que Jesucristo pagó el
precio y
venció la muerte y el pecado al morir en la cruz y
resucitar, el creyente es limpio y libre de cualquier
acusación de pecado, lo cual garantiza la salvación
y la vida eterna. Cristo a través de Su sacrificio
compró a los pecadores que se arrepienten y depositan su
fe en Dios, transformándolos en nuevas criaturas y
haciéndose Señor y Gobernador de sus vidas. Es
entonces que el apóstol dice que ya no es él quien
vive independientemente sino que es Jesucristo quien vive en su
persona, y aunque en el presente se siga viviendo en la carne o
en este cuerpo físico (corruptible, vulnerable a las
tentaciones y al pecado así como a cometer errores), se
vive en la fe del Hijo de Dios, con la firme convicción
que Él ya canceló la totalidad de la deuda que
había a causa de los pecados, mediante Su sacrificio en la
cruz. Así, aunque el creyente todavía viva en la
carne (cuerpo físico) expuesto a las tentaciones, se sabe
por la fe que Jesucristo ha pagado ya totalmente la deuda que
tenía el pecador que ha pasado a ser creyente e hijo de
Dios (Juan 1:12).

La Ley, al condenar a las personas, las declara muertas.
Es entonces cuando Jesús llega al rescate y se pone en la
posición o en el lugar de los pecadores, lo cual significa
que Jesucristo literalmente tomó la posición de
hombre pecador de manera que ante la Ley, se presentó como
si Él mismo hubiera cometido los pecados que
cometió la humanidad (cada pecador). Debido a que la Ley
condenó al hombre a muerte y Jesucristo se puso en lugar
del hombre, ¡ahora era Jesucristo quien estaba condenado a
muerte! De acuerdo a la Ley, Jesucristo estaba ahora sentenciado
a muerte.

Respecto a la expresión "Con Cristo estoy
juntamente crucificado"
primero es necesario recordar que
Jesucristo murió en lugar de los pecadores o en
representación de éstos ante la Ley, y no lo hizo
porque Él hubiera cometido pecado (2 Corintios 5:21;
Hebreos 4:15). Jesús se puso en el lugar que le
correspondía a cada pecador y pagó la deuda que
cada persona debía (los que se arrepienten y tienen fe en
Cristo). Eso significa que Jesús murió a nombre de
cada pecador. Era el hombre pecador el que merecía sufrir
la muerte de cruz, pero Jesús lo hizo en lugar del hombre
y por ello, habiendo muerto en representación de los
pecadores, Jesús toma posesión de la vida del que
le acepta y luego éste puede afirmar como lo hace Pablo:
"Con Cristo estoy juntamente crucificado", siendo por ello
muertos para la Ley pero vivos para con Dios. Este
versículo presenta la unión plena e íntima
que existe entre el creyente y Jesucristo.

(2:21)

Finalmente Pablo reitera su elección: "No
desecho la gracia de Dios"
. La seguridad del
apóstol es igualmente firme a lo largo de toda la carta y
en ningún momento se muestra duda de su parte. Las
convicciones de Pablo eran tan firmes y fuertes que aunque todos
pensaran diferente, él nunca cambiaría la forma de
ver las cosas porque estaba completamente seguro que la doctrina
que predicaba era la que Jesucristo le había revelado
directamente.

El argumento final con el que Pablo concluye el relato
de cuando reprende a Pedro en Antioquía es: "si por la
ley fuere la justicia, entonces por demás murió
Cristo."
Con eso queda claro que la justicia no se puede
alcanzar por la Ley, sino a través de Jesucristo.
¿Acaso Cristo vino a morir por placer?
¿Habría sufrido tanto Jesús si los pecadores
hubiesen podido haberse salvador sin necesidad de Su muerte?
¿No sería un acto masoquista venir a morir de una
forma tan cruel en vano? ¿Fue todo simplemente para dar un
ejemplo de amor o de moral, sin que existiera una verdadera
necesidad espiritual de parte de la humanidad?
¿Tendría esto sentido? La respuesta es evidente.
Jesucristo vino a morir en la cruz porque no había otra
forma mediante la cual el hombre se pudiera salvar. La Ley de
Moisés siempre fue incapaz de salvar a los pecadores.
¡Jesús no murió en vano!

CAPÍTULO
II

SALVACIÓN POR GRACIA Y JUSTIFICACIÓN
POR FE (GÁLATAS 3-4)

El Espíritu Santo se recibe por la fe y no
por sujetarse a la Ley (Gálatas 3:1-5)

(3:1)

Pablo desaprueba la actitud de los gálatas y la
cataloga como una insensatez. El apóstol manifiesta una
expresión de sorpresa ante docilidad de los gálatas
para creer al engaño. Otras versiones traducen la primera
parte del versículo como "Gálatas tontos",
"Gálatas torpes" o "Gálatas estúpidos",
resaltando la insensatez de los gálatas al dejarse
engañar por los judaizantes.

La palabra "fascinó" es traducida en otras
versiones como "hechizó" o "hipnotizó". El enfoque
es que todo se trataba de una mentira y un engaño para las
iglesias de Galacia, pues les estaban presentando un evangelio
totalmente diferente y equivocado al decirles que si no se
circuncidaban no se podrían salvar. Los judaizantes
estaban actuando como hechiceros malvados al distraer la atención de sus víctimas,
llevándoles de la cruz a la Ley. Los estaban
engañando pero Pablo no solamente culpaba a estos
engañadores, sino también estaba impresionado y
reprobó a los gálatas al dejarse engañar de
esa manera, ya que luego de haber conocido el evangelio de
Jesucristo de la forma en la que les fue predicado, ellos
tenían que haberse mantenido firmes en la fe. Los
gálatas no tenían excusa porque Pablo ya les
había explicado claramente el significado de la
cruz.

Este engaño no consiste en una simple mentira,
sino que lleva la profundidad y raíz de los
propósitos oscuros de Satanás, ya que este
engaño llevaba consigo consecuencias trascendentales. Se
aplica muy bien hablar de esto como un hechizo, hipnosis o
embrujamiento de parte de los judaizantes en contra de las
iglesias de Galacia, ya que denotan una acción netamente
diabólica ocupada para fines ocultos y
maléficos.

"a vosotros ante cuyos ojos" se refiere a que a
los Gálatas se les expuso con toda claridad en evangelio
de Jesucristo. El mensaje les había sido presentado tan
claramente que no debía haber lugar a dudas.

"Jesucristo crucificado" se refiere al evangelio de
Jesucristo que ofrece la salvación y una vida nueva a
través del sacrificio que Él hizo en la cruz y de
su victoria con la resurrección. 1 Corintios 1:23 hace
referencia al evangelio de "Cristo crucificado": "pero
nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura, mas para los
llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de
Dios y sabiduría de Dios."

El problema era grave: habían conocido que la
salvación solamente puede ser encontrada en Jesucristo
mediante Su muerte y resurrección, y sin embargo
habían sido engañados al grado de pensar nuevamente
que para alcanzar la vida eterna se requería
necesariamente el cumplimiento de la Ley. Este engaño era
de dimensiones inimaginables (pues era despreciar el sacrificio
de Cristo o tomarlo como algo innecesario) y era al mismo tiempo
catastróficamente destructible.

(3:2)

A través de una pregunta Pablo presenta un
argumento. "Esto solo quiero saber de vosotros" es una
frase con la cual el apóstol les está diciendo a
los gálatas: "Les haré una pregunta sencilla para
presentar mi argumento, y verán en el grave error y
terrible engaño que han caído".

Era muy claro y completamente cierto para las iglesias
de Galacia el hecho que ellos no habían recibido el
Espíritu Santo por haber obedecido la Ley de Moisés
y por haber hecho esfuerzos humanos que fueran capaces de
acercarlos a Dios o de hacer que el Espíritu Santo llenara
sus vidas, pues ellos bien sabían que el Espíritu
Santo se recibe al escuchar la predicación del verdadero
evangelio de salvación en Jesucristo, y creer en
Jesús a través de la fe. El Espíritu Santo
es la promesa de Jesús para todos sus seguidores y se
recibe por la gracia y misericordia de Dios y no porque nadie se
lo merezca. Es un privilegio exclusivo para aquellos que aman a
Jesucristo y le aceptan como Señor, Salvador y
Dueño de sus vidas (Efesios 1:13).

(3:3)

"¿Tan necios sois?" es traducido por La
Biblia Latinoamericana como "Tan estúpidos son" y
la Biblia al Día lo traduce como "¿se han vuelto
locos?"
Lo que estaban haciendo las iglesias de Galacia al
creer a los judaizantes era dejarlo todo por nada. La actitud de
estas iglesias parece una locura y es una acción
insensata. Era un engaño en contra de los gálatas,
que inicialmente habían creído que la
salvación solamente podía ser obtenida mediante
Cristo Jesús pero luego estaban dudando y en peligro de
cambiar totalmente sus convicciones y su fe. Pablo sigue
sorprendido de la insensatez de los gálatas al dejarse
engañar.

Según el versículo 2, los gálatas
recibieron el Espíritu Santo por el oír con fe.
Significa que la nueva vida en Cristo, con el Espíritu
Santo morando en el interior del creyente (1 Corintios 3:16),
comenzó al recibir el Espíritu Santo, luego de
entregarle la vida y el corazón a Jesús con fe,
gracias a la predicación del evangelio y a haber escuchado
con fe (Romanos 10:17). La nueva vida en Cristo no comenzó
a través de la Ley ni de su cumplimiento, por tanto era
una insensatez el no darse cuenta que comenzaron una nueva vida
por la gracia de Cristo y luego de la entrada del Espíritu
de Dios a sus vidas; ahora pretendían continuar la obra
que el Espíritu Santo había comenzado en sus vidas,
por sus propios méritos, medios y
esfuerzos (obedeciendo la Ley de Moisés). Si no pudieron
comenzar una nueva vida libre del pecado mediante la Ley, no
tenía caso pensar que deberían continuar por la
carne o esfuerzo propio para vencer el pecado.

La vida nueva comienza cuando con Jesucristo cuando el
Espíritu Santo entra a morar en el interior del creyente.
Es imposible que la continuación de eso sean los
méritos o esfuerzos humanos para cumplir la Ley. Los
gálatas tenían que comprender que la nueva vida que
Dios da comienza por la gracia de Dios y por ello ha de seguir
siempre siendo de la misma manera: por la gracia de Dios, y nunca
por cumplir la Ley ni por merecer algo a través de
méritos propios.

(3:4)

El verbo pavscw usado en este versículo puede
traducirse como "padecer, sufrir o experimentar". Existen dos
posiciones respecto al significado de este verbo en el contexto
de lo que Pablo quería decir a los
gálatas:

La primera posición es que "padecisteis"
en este versículo tiene el significado general de
"experimentasteis" y de esta forma, es una referencia a las
poderosas manifestaciones del Espíritu Santo en los
creyentes de las iglesias de Galacia, comenzando por el milagro
de la salvación y continuando por cada una de las
manifestaciones y la obra realizada por el Espíritu Santo
en las vidas de los creyentes de las iglesias de Galacia. Esta
posición puede apoyarse también en las
"maravillas" de las que habla el versículo
5.

La segunda posición y la que parece ser la
más aceptada y que refleja el significado exacto de la
palabra "padecer" es que el versículo se refiere en su
sentido literal a "padecer o sufrir", o en todo caso
"experimentar sufrimientos" o "experimentar padecimientos". Estos
padecimientos o sufrimientos serían tales como los que
menciona Pablo en Filipenses 1:29, donde se usa precisamente la
misma palabra pavscw con el significado de "padecer". Resulta
lógico pensar que se trata de sufrimientos o padecimientos
si se toma en cuenta que en la época en la que Pablo
escribe esta carta los cristianos eran perseguidos y los
judíos odiaban por predicar en contra de su
religión y porque también muchos judíos
habían abandonando su religión para hacerse
cristianos. Simplemente al estudiar los viajes misioneros de
Pablo es fácil darse cuenta que la persecución y el
odio hacia los cristianos era grande, y que ser cristiano y
predicar abiertamente el evangelio de la gracia de Jesucristo
representaba estar dispuesto a ser menospreciado, perseguido e
incluso podía significar la muerte. Los gálatas
habían decidido seguir a Jesús, aceptándolo
como el único Camino para llegar al Padre o para salvarse,
pero como se sabe, luego habían sido influenciados por los
judaizantes para regresar a la Ley, lo cual les llevaría a
dejar de creer que Cristo es el único que puede realmente
darles el perdón de sus pecados. Se deduce entonces por la
pregunta formulada por Pablo en este versículo, que los
gálatas habían padecido y sufrido por causa del
evangelio, y Pablo les dice que si vuelven a creer que obedecer
la Ley es el fundamento para salvarse, habrían padecido
como cristianos en vano si la salvación fuera por obedecer
la Ley, es decir que no hubiesen necesitado padecer y luego
cambiar de opinión (puesto que si hubiesen estado siempre
en las creencias judías, no hubieran tenido sufrimientos
ni persecución). En otras palabras, los gálatas se
estaban contradiciendo a sí mismos si regresaban a la Ley,
botando todo lo que habían sufrido y dando un retroceso
gigante, como si estuvieran diciendo con su actitud que no fue
buena idea haber sido cristianos porque fue padecer en vano
(suponiendo que la Ley de Moisés fuera el método de
Dios para salvar a los hombres, lo cual se sabe que no es
cierto). La expresión "si es que realmente fue en
vano"
da a conocer que Pablo no estaba afirmando
terminantemente que todo el padecimiento de los gálatas
por causa del evangelio fue realmente en vano; mas bien hace ver
que de acuerdo a la actitud que tenían los gálatas
(según lo que hacían de escuchar a los judaizantes
para volver a la Ley de Moisés), daba la impresión
que todo había sido en vano (ser cristianos y haber
sufrido por ello algún tipo de persecución o
maltrato). Se encuentra la palabra condicional "si", o sea
que Pablo no afirma definitivamente que todo fue en vano, sino
que la actitud de los gálatas estaba dando esa
impresión o hacía pensar eso. Desde luego que Pablo
no desea en ningún momento que esto haya sido en vano, y
es por ello que está argumentando vigorosamente el error
grave en el que habían incurrido los gálatas al
poner atención a los judaizantes y pensar que el
cumplimiento de la Ley es indispensable para salvarse, cosa que
al principio no creían porque habían recibido el
pleno conocimiento del evangelio de Jesucristo, pero luego
estaban siendo débiles y vulnerables en su doctrina y
dejando que se infiltrara el engaño.

(3:5)

"Aquel" se refiere a Dios. La palabra
"suministra" proviene del griego ejpicorhgevw que se
traduce "suministrar, proveer o conceder". Significa suministrar
plenamente o en abundancia, proveer generosamente lo que se
necesita, cubrir los costos
completamente. Indica una fuerte generosidad, grande y libre.
Pablo reprende a los gálatas por retornar a los pobres
elementos del legalismo judío, los cuales el
apóstol contrasta con los abundantes excedentes de la
provisión de Dios mediante Su gracia.

El poder de Dios se manifiesta en las vidas de los
creyentes no por las buenas obras o ni por la obediencia a la
Ley, sino por la gracia y la misericordia de Dios sobre las vidas
de Sus hijos.

El Espíritu Santo no es una promesa para los que
cumplen la Ley de Moisés o para los que intentan
cumplirla, sino que la promesa del Espíritu Santo es sobre
los creyentes, que son la iglesia. Con este argumento Pablo hace
ver a los gálatas que la Ley de Moisés no es capaz
de darles ningún beneficio en cuanto a su posición
respecto a Dios, y que la única manera de obtener el
perdón y la paz con Dios es mediante el sacrificio de
Jesucristo y el evangelio de la gracia.

"por las obras de la ley" significa someterse
nuevamente a la observación rigurosa y respeto a la ley
de Moisés como esperanza de salvación.

 

Abraham, justificado por la fe (Gálatas
3:6-12)

(3:6)

Ningún judío ignoraba quién era
Abraham, pues en la mente de los judíos este es un
personaje no menos popular que Moisés. Es por ello que
cuando Pablo trae a memoria a
Abraham, cualquier judío sabía de quién
estaba hablando y llamaba su atención, siendo por ello un
argumento poderoso y contundente el que Pablo trae al explicar
cómo funcionó la fe de Abraham y de qué
manera obtuvo la salvación y las promesas que Dios le
hizo. Citar a Abraham como ejemplo no fue entonces un personaje
que Pablo escogió al azar, sino que lo hace tomando en
cuenta el significado que tenía Abraham para los
judíos.

Loa judíos consideraban a Abraham como su padre y
la fuente de todas las bendiciones espirituales que
recibían. Creían que el mero hecho de ser
descendientes de Abraham los justificaba ante Dios. Pablo expone
que Abraham agradaba a Dios por la fe y no por las obras de la
Ley, ya que la Ley ni siquiera existía en tiempos de
Abraham. Pablo insiste en ello agregando que los herederos de las
bendiciones son aquellos que viven de acuerdo al principio de la
fe.

El Nuevo Testamento nunca contradice lo ya dicho en el
Antiguo Testamento. El evangelio de Jesucristo no
significó nunca que Dios se retractaba de Sus pactos del
Antiguo Testamento y que cambiaba de opinión para dar otra
forma diferente de encontrar la salvación, ¡eso
nunca fue así! Dios tenía trazado el plan de lo que
haría desde antes de la fundación del mundo.
Además, al estudiar bien el Antiguo Testamento y
compararlo con el Nuevo Testamento se puede ver que cada una de
las promesas se ha cumplido, y que aun faltan más por
cumplirse. Un ejemplo de ello es precisamente Abraham, pues Pablo
explica muy bien la manera en la que las promesas a Abraham se
cumplieron y la forma en la que el patriarca tuvo fe y eso se le
contó como justicia. Un error común es pensar que
Jesucristo hizo desaparecer la Ley de Moisés de la noche a
la mañana y que destruyó la Ley simplemente porque
no funcionaba. Eso no fue así de ningún modo. La
Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) tiene una armonía
perfecta. Jesús no vino a quebrantar la Ley de
Moisés, sino que vino a cumplirla (cosa que ningún
ser humano pudo hacer, sino solamente Jesucristo). El evangelio
de Jesucristo no es una contradicción a la Ley de
Moisés, pues fue Dios quien dio tanto la Ley de
Moisés como el evangelio de Jesucristo. Debe entenderse
que la Ley de Moisés no es mala, sino los seres humanos
deben catalogarse como los malos. Al estudiar la Ley de
Moisés, cualquiera puede darse cuenta que nunca habla de
hacerle mal al prójimo ni de ofender a los demás ni
mucho menos a Dios. Sin embargo sí habla duramente en
contra del pecado y determina juicio y castigo sobre los
pecadores. Pero si una persona realmente obedeciera la Ley de
Moisés, ésta nada malo le traería, debido a
que en sí misma la Ley no es mala. El problema fue que la
Ley fue ineficiente en cuanto a la salvación de las
personas porque no era capaz de salvar a nadie por el mismo
pecado de la raza humana. Jesús no vino a contradecir lo
dicho en el Antiguo Testamento, por ello fue el mismo
Jesús el que dijo las siguientes palabras en Mateo 5:17:
"No penséis que he venido a abrogar la ley o los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir."
El
imperativo negativo indica que alguna gente, perturbada por las
enseñanzas de Jesús, lo acusó de estar
abrogando la ley y los profetas. Sin embargo, el Señor
vino a cumplir el Antiguo Testamento, en el sentido de completar
su parcial revelación, al realizar sus predicciones
mesiánicas y ofrecer la verdadera interpretación de
sus preceptos morales. De la misma forma, cuando Pablo explica
que tanto judíos como gentiles se justifican por la fe y
no por la Ley del Antiguo Testamento, luego dice en Romanos 3:31:
"¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna
manera, sino que confirmamos la ley."
Lo que Dios dijo en el
Antiguo Testamento no fue abolido por el evangelio de Cristo. Por
el contrario, todo el plan de salvación, incluyendo a
Cristo obedeciendo la Ley por cada persona, y dando Su vida para
pagar las transgresiones de los hombres, muestra que todo lo
dicho en el Antiguo Testamento es eternamente válido, pero
fue cumplido por Jesucristo y es por ello que los hombres ya no
son esclavos de la Ley, sino libres en Cristo al creer en
Él y recibir el regalo de Su gracia.

Los judíos conocían perfectamente la
historia de
Abraham, pero todavía tenían una venda que no les
permitía comprender el significado de la fe de Abraham y
la relación profética del patriarca con
Jesucristo.

Pablo basa su argumento en Génesis 15:6, es decir
que en Gálatas 2:6 se está citando el pasaje de
Génesis 15:6, que dice: "Y creyó a
Jehová, y le fue contado por justicia"
. La palabra
"contado", según Strong #2803 es la palabra
"chashab", que significa pensar, reconocer, juntar, calcular,
imaginar, imputar, tomar cuenta de; juntar los pensamientos
propios, hacer juicio, aconsejar, planificar, producir algo en la
mente, inventar. Este verbo normalmente equivale al español
"pensar", pero también transmite el sentido del verbo
"contar". "Chashab" es la relación de una gran cantidad de
elementos que permiten obtener una conclusión basada en un
amplio panorama. En este versículo de Génesis 15:6,
lo que se dice es que Dios evaluó todo lo que significaba
la fe de Abraham, y al analizarlo determinó que igualaba a
la justicia.

Una explicación completa de Gálatas 3:6 (y
por lo tanto de Génesis 15:6 se encuentra en todo el
capítulo 4 de Romanos. Específicamente en Romanos
4:3 se cita el versículo que se está analizando:
"Porque ¿qué dice la Escritura?
Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia."

La palabra "contado" usada en Romanos 4:3 (escrito por
Pablo) tiene que tener el mismo significado que la palabra
"contado" usada en Génesis 15:6 (escrito por
Moisés) porque Pablo escribe haciendo referencia a lo que
escribió Moisés. Sin embargo, según Strong
#3049, "le fue contado" proviene de la palabra
"logidzomai", que quiere decir numéricamente contar,
computar, calcular, sumar. Metafóricamente, considerar,
reconocer, razonar, juzgar, evaluar, valorar. "Logidzomai"
concluye un pensamiento,
juzga los asuntos, saca conclusiones lógicas, decide
resultados, y pone cada acción en una posición de
débito o crédito.

La mejor forma de entender Gálatas 3:6 y
Génesis 15:6 es leyendo y estudiando todo el
capítulo 4 de Romanos, pues ahí Pablo explica en
detalle el significado de la fe de Abraham que se le contó
por justicia. Resumiendo brevemente el argumento de Pablo en
Romanos 4, se puede observar que Abraham no fue justificado ante
Dios por sus obras. Si Abraham hubiese hecho buenas obras,
podría haber impresionado a sus contemporáneos y a
las personas que supieran de su buen proceder, pero nunca
habría impresionado a Dios o alcanzado el favor de la
justificación por sus buenas obras. La
justificación de Abraham vino por la fe y se
manifestó como gracia o como don inmerecido, ya que
Abraham no se justificó por sus obras, por lo tanto todo
fue un regalo o un favor que Dios le concedió por Su
gracia y misericordia. En esto se observa que Dios no hizo
distinción alguna de raza, pues en esa fecha no se hablaba
todavía de la distinción entre judíos y
gentiles, ni de circuncisos e incircuncisos, ya que Abraham fue
el padre de los judíos y en el momento en el que Dios
establece su pacto con Abraham, ni siquiera existía
Moisés ni mucho menos la Ley escrita por Moisés
(quien fue un descendiente de Abraham). Así, se puede ver
que la promesa de Dios a Abraham no está limitada por las
demandas de la Ley de Moisés, pues la fe de Abraham fue
antes que apareciera dicha Ley. Abraham primero tuvo fe y luego
recibió la a circuncisión, de modo que la
circuncisión fue solamente una señal o sello de la
justicia que recibió primeramente a través de la
fe. La circuncisión no fue lo que le proporcionó la
salvación a Abraham, sino que fue la fe. De esa forma
Abraham fue el padre de todos los circuncidados (los
judíos) pero debía ser siempre recordado por esa fe
en Dios que le trajo la justicia. Luego todos los judíos
(hijos de Abraham o descendencia de éste) que nacieran
durante el periodo de la Ley y antes que viniera Jesucristo, se
habrían de circuncidar como una señal o sello de la
justicia recibida por la fe. Nótese que el enfoque de todo
esto no es la circuncisión sino la fe. La fe fue la
esencia de la justificación, mientras que la
circuncisión fue solamente una señal que
identificaría a los hijos de Abraham, o sea a aquellos que
habrían de tener la misma fe que tuvo su padre Abraham. El
problema fue que los judíos llegaron a ver la
circuncisión y la Ley de Moisés como un todo,
cuando en realidad debían verlo como una parte (algo
incompleto) del plan de salvación que Dios tenía
para la humanidad. Dios utilizó la Ley como un espejo para
que los hombres vieran sus imperfecciones y que así
buscaran la salvación en Jesucristo, es decir que Dios de
antemano sabía que los humanos eran una raza pecadora y
caída y que no habría nadie capaz de obedecer
plenamente la Ley, y por eso Dios da la salida, ofreciendo a
Jesucristo Su Hijo como el sacrificio perfecto para el
perdón de los pecados de toda la humanidad. Cuando Dios le
prometió a Abraham que tendría una descendencia tan
grande como las estrellas de los cielos y como la arena del mar
(Génesis 15:5; 22:17), fue por la fe que Abraham
creyó que eso sería cierto (a pesar que su esposa
era estéril y ambos eran viejos), y en eso no tuvo ninguna
intervención la Ley de Moisés, que ni siquiera
existía. Abraham recibió la justificación de
parte de Dios por su fe y no por las obras de la Ley ni por
ningún mérito propio. La salvación nunca ha
sido por obedecer la Ley. En sentido físico, los hijos de
Abraham son los de su linaje o sus descendientes y que llevan su
sangre. Pero en sentido espiritual, los hijos de Abraham son
todos aquellos que siguen su ejemplo de fe, creyendo plenamente
en las promesas de Dios. Eso significa que los cristianos
(judíos o gentiles), son hijos de Abraham por tener la
misma plenitud de fe en Dios que tuvo igualmente Abraham, quien
es conocido como "el padre de la fe". En conclusión,
Romanos 4 explica perfectamente que la salvación viene por
la gracia de Dios y que la justificación siempre ha sido
por la fe y nunca por obedecer la Ley ni por ninguna obra humana
que el hombre sea capaz de hacer.

(3:7)

Tal como se explicaba en el comentario al
versículo anterior, los hijos de Abraham no son solamente
aquellos que descienden físicamente de Abraham. En sentido
espiritual, los descendientes de Abraham son los que manifiestan
la misma fe en Dios que Abraham tuvo. En ese sentido, no tiene
ninguna ventaja ser descendiente de Abraham físicamente o
ser judío, pues la fe es una posibilidad al alcance de
todos (judíos o gentiles) y es algo que cualquier persona
puede tener solamente con creer plenamente en Dios y en todas Sus
promesas. La justificación y salvación es dada a
los que son hijos de Abraham espiritualmente (a los que tienen la
fe que tuvo Abraham), y no es otorgada por ser de raza
judía ni por obedecer la Ley de Moisés. El orgullo
religioso que los judíos llegaron a tener por ser
descendientes (físicamente) de Abraham fue desaprobado por
Jesucristo, pues tal como lo explica Pablo en sus cartas, los
verdaderos hijos de Abraham son los que imitan la fe que el
patriarca tuvo. Jesús reprendió la actitud de
orgullo religioso en la que habían caído los
judíos (que en realidad estaban engañados porque
Dios ofrece a través de la fe en Jesucristo la
salvación a todos los seres humanos por igual).
Jesús dijo las siguientes palabras: "y no
penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos
por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a
Abraham aun de estas piedras."
(Mateo 3:9). Ser descendientes
físicos de Abraham no representa ninguna ventaja para los
judíos, si no tienen fe en las promesas de Dios (en
Jesucristo, en Enviado de Dios). Cualquier persona puede tener fe
en Dios y en sus promesas y por tanto ser hijo de Abraham en
sentido espiritual. Todo creyente o cristiano es hijo de Abraham
por el hecho de haber tenido fe y haber creído a Dios y a
cada una de Sus promesas. Los creyentes son hijos de Dios por
haber creído en Jesucristo y en Su sacrificio en la cruz
para el perdón de la humanidad, que es la promesa que
desde el Antiguo Testamento se venía dando repetidamente,
ya que Jesucristo aparece profetizado muchísimas veces a
lo largo del Antiguo Testamento (Génesis 3:15; 12:3;
17:19; 18:18; 49:10; Éxodo 12:46; Números 24:17;
Deuteronomio 18:15; Salmos 16:10; 22:6-8,16-18; 27:12; 34:20;
41:9; 64:9; 68:18; 69:21; 110:4; 109:3-5; Isaías 7:14;
9:1-2,7; 11:2; 50:6; 52:13-53:12; Daniel 9:25; Oseas 11:1;
Miqueas 5:2; Zacarías 9:9; 11:12-13; 12:10).

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6
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