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La depresión




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

    1. Para empezar, es la
      tristeza
    2. Atención a
      los síntomas
    3. Todas las
      depresiones deben tratarse
    4. Criterios para
      diagnosticar la depresión
    5. La
      depresión: Bases de Tratamiento (Oscuridad
      Visible
      )
    6. Tipos de
      depresión
    7. Fármacos
      antidepresivos
    8. Depresión:
      ¿Qué hacer, además de los
      fármacos?
    9. En
      resumen
    10. La
      depresión real y la postura depresiva: nada vale
      la pena

    ¿Enfermedad, o mal
    adaptación? (Die Zauberflöte)


    Si a veces ponderamos los
    motivos de la Naturaleza es
    porque, nuestra creadora se comporta de maneras, que parecen
    contradictorias, sino extrañas. (Véase mi ponencia:
    La Entrevista con
    Dios
    ).

    De acuerdo a las lecciones que nos suministra la
    Medicina
    Darvinista, aun las enfermedades poseen aspectos
    de adaptación — de así serlo, ¿Qué
    rol beneficioso para nuestro género
    suministra la infelicidad persistente o la desesperanza
    crónica? (A propósito de esto véase mi
    ponencia: La Sonrisa de Dios).

    La depresión
    constituyó, según los psiquiatras, la enfermedad
    mental del siglo XX y será la más importante en el
    XXI. Se estima que entre el 5% y el 10% de los pacientes que
    acuden a un médico de atención primaria padecen esta
    dolencia.

    La depresión reviste una gran trascendencia
    social por su elevada incidencia, por el deterioro que causa en
    la calidad de
    vida de los afectados, y por los desorbitados costes
    sanitarios que genera. A los que hay que añadir los costes
    indirectos producidos por el incremento de la mortalidad que
    produce, por la disminución de la capacidad productiva de
    los enfermos y por el aumento del absentismo laboral.

    Se confunden la tristeza o la melancolía con la
    depresión, y lo mismo ocurre con el estrés y
    la ansiedad, dado que estos procesos
    presentan síntomas comunes.

    Pero ni son lo mismo ni requieren un tratamiento
    equiparable. La depresión no entiende de sexos, pero
    afecta a las mujeres más que a los hombres. Se estima que
    un 20% de la población femenina la padece en mayor o
    menor grado, mientras que en la masculina el porcentaje no llega
    al 9%. Lo preocupante, de todos modos, es que estamos ante un
    problema que no para de crecer en nuestra sociedad: el
    consumo de
    antidepresivos se ha multiplicado por tres en la última
    década y el de ansiolíticos, por cuatro.

    Con frecuencia, la depresión no se diagnostica
    correctamente en atención primaria en sus primeras
    manifestaciones, ya que en la mayoría de los casos los
    pacientes refieren síntomas inespecíficos. Mientras
    que esto ocurre a pesar de que resulta esencial un diagnóstico correcto al iniciarse los
    síntomas, ya que la depresión tiende a agravarse y,
    lo que es peor, a cronificarse, con lo que el tratamiento se
    convierte en más complicado y las consecuencias, en
    más serias.

    Para empezar, es la
    tristeza

    Normalmente, el síntoma inicial es la tristeza,
    un sentimiento de melancolía y desgana que se va haciendo
    cada vez más profundo e intenso a medida que pasan los
    días, y que va surgiendo como el desinterés por las
    actividades cotidianas, la vida social, la lectura,
    las aficiones, el
    trabajo.

    Aparecen asimismo problemas de
    concentración en las tareas que la persona
    desempeña e incluso en la lectura; se
    van abandonando los proyectos, y
    comienza a adueñarse de las víctimas la percepción
    del no valgo para nada y del nada merece la pena.

    El ritmo de sueño se altera, sobreviene la
    somnolencia intensa al final de la tarde y el insomnio de
    madrugada, muchas veces con sensación de angustia y
    ansiedad. Pueden aparecer crisis de
    llanto sin motivo aparente y todo un cortejo de síntomas:
    opresión en el pecho, molestias gástricas, sudores,
    temblores, sensación de mareo, sequedad de boca, dolores
    de cabeza. Si el cuadro no cede de forma espontánea, y no
    se trata farmacológica o psicológicamente, acaba
    produciéndose una pérdida de la autoestima que
    en los casos más graves puede conducir al intento de
    suicidio.

    La depresión puede aparecer sin causa aparente
    que la justifique, incluso en personas sin problemas,
    presuntamente felices, y bien ajustadas.

    En otras ocasiones, se desencadena por un determinado
    episodio o circunstancia: muerte de un
    ser querido, problemas laborales, divorcio, y
    muchas otras cosas por el estilo… y se habla entonces de
    depresión reactiva, una reacción ante un episodio
    desafortunado. Lo habitual es que este último tipo de
    depresión ceda espontáneamente cuando se superan
    las circunstancias que la han generado, pero también puede
    cronificarse.

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