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Derechos Humanos, ¿Por qué..? (página 2)




Enviado por davidcarhuamaca



Partes: 1, 2

LOS DERECHOS HUMANOS
ANTE EL NUEVO MILENIO, EVOLUCIÓN Y RETOS PARA LA NUEVA ERA
DE LA SEGURIDAD

Como desagregar el desarrollo y
la evolución de los derechos humanos a lo largo
del tiempo; es un
tema que va generar discusión ya que cada quien puede
abonar lo suyo, pero desde ya es necesario señalar que
estos derechos son de relativa y reciente aparición y
constituyen un cuerpo normativo que se mantiene en una constante
evolución, que en si no cesa de desarrollar nuevos
conceptos y principios y que
por lo tanto se ve constantemente sometido a cambios
estructurales y filosóficos.

En mérito a ello podemos tomar las palabras del
Profesor
José Zalaquett en su charla dictada en el acto de
graduación de la Escuela Militar
en Santiago de Chile en diciembre del 2004, quien señala
lo siguiente:

En el desarrollo del tema de los derechos humanos
en la post-guerra
(desde 1945 en adelante) se pueden distinguir cuatro fases
principales:

1a. fase: Desde el fin de la guerra hasta los
años sesenta.-
Predomina la actividad de carácter intergubernamental, sea
internacional (ONU) o regional
(OEA, Consejo
de Europa),
tendiente a crear normas,
instituciones y procedimientos
en materia de
derechos humanos.

2a. fase: A partir de la década de los
sesenta.-
Surge y se desarrolla un activismo ciudadano,
primeramente a través de organizaciones
no gubernamentales internacionales de derechos humanos (entre
las cuales destacan Amnesty International, la Comisión
Internacional de Juristas y, más tarde, Human Rights
Watch), a las que se suman luego organizaciones análogas
a nivel nacional y regional, en diversas
latitudes.

3a. fase: Cambios políticos del
período post guerra
fría.-
Durante este período surge una
nueva agenda de derechos humanos que incluye una
preocupación por las situaciones de transición a
la democracia y
el tratamiento del legado de violaciones de derechos humanos
del pasado reciente, así como distintos debates y
acciones
concretas sobre intervención armada por razones
humanitarias, justicia
penal internacional y lucha contra la impunidad.
En este período cobra nueva importancia el debate sobre
la realización de los derechos económicos,
sociales y culturales.

4a. fase: Post 11.9.01.- Con posterioridad a
los ataques terroristas perpetrados en Nueva York y Washington,
el 11 de septiembre de 2001, muchos autores piensan que se ha
iniciado una nueva etapa en la evolución de los derechos
humanos, marcada por el objetivo de
contener y erradicar redes de terrorismo
internacional que emplean nuevos métodos
de ataque a una escala sin
precedentes. En sus comienzos, esta fase parece estar
caracterizada, por una parte, por una tendencia a justificar la
restricción de determinados derechos, cuando así
lo exijan las necesidades de la lucha antiterrorista y, por la
otra parte y en contraste con lo anterior, por una
preocupación de que tal tendencia no conduzca a extremos
injustificables o termine socavando la causa de los derechos
humanos.

Por otro lado es bueno destacar que dentro de las
culturas políticas
liberales modernas, los derechos humanos básicos son
definidos como aquellos que pueden ser sostenidos en una sociedad que
siga las dos siguientes reglas básicas:

  • Todos los individuos deberían poder actuar
    de la forma que elijan siempre que al hacerlo no priven a otros
    individuos del mismo derecho.
  • Todos los individuos deben tomar responsabilidad por las consecuencias de sus
    actos
    .

Desafortunadamente, varios tipos de extremismo crean
dificultades para esto ya sea no reconociendo los derechos en
general, o simplemente pasando algunos derechos por encima para
promover su propio punto de vista. Por lo tanto, el universalismo
en los derechos parece presuponer liberalismo,
un acercamiento tolerante y no extremo. Sin embargo, esto es de
alguna forma paradójico: ¿Cómo limitaremos
la libertad de
aquellos que no respetan los derechos de los demás?, es
por eso que en este contexto podemos citar a Isaiah Berlin,
defensor del liberalismo, quien señalo que: "La
libertad total puede ser terrible, la igualdad total
puede ser igual de aterradora."

LOS DERECHOS HUMANOS COMO
PROCESOS

Al margen de cualquier concepción de los hechos
estamos actualmente asistiendo a un cambio en la
concepción de los derechos humanos por múltiples
razones. Podemos señalar sin temor a equivocarnos que
somos testigos de la construcción de nuevos procesos y de
luchas por particulares concepciones de la dignidad
humana.

Tal como lo señala el Instituto Interamericano de
Derechos Humanos – IIDH con respecto a los procesos: "La
novedad reside en el potencial que tiene para comprender las
temáticas de los derechos humanos como procesos y no
únicamente como situaciones; para identificar las
carencias y las oportunidades para superarlas en el mediano y
largo plazo; y para establecer prioridades y estrategias de
trabajo
compartidas y complementarias entre los diversos actores en el
escenario"
.

De allí que, los procesos que
"convencionalmente" denominamos como derechos humanos,
están pasando a ser mecanismos de adaptación de las
diferentes fases por las que atraviesan las relaciones sociales,
económicas, políticas y culturales, y constituye el
marco más general y efectivo de resistencia
frente a formas de poder y consecuencias sociales que se
están expandiendo bajo el término de neoliberalismo
globalizado.

Asimismo, entendemos a los derechos humanos como
procesos y dinámicas que se desarrollan
históricamente y guardan estrecha relación con la
aparición y expansión del modo de producción y de las relaciones sociales
capitalistas. Tal como lo menciona David Sánchez Rubio en
su trabajo denominado Reflexiones e imprecisiones en torno a la
intervención humanitaria y los derechos
humanos:

"Consideramos los derechos humanos como procesos de
apertura y consolidación de espacios de lucha por la
dignidad humana, procesos que se dan tanto en situaciones de
emergencia como en conflictos
armados o en situaciones de "paz". Es como si dijéramos
que los derechos humanos y la asistencia humanitaria son
procesos análogos que se desenvuelven en situaciones que
no son idénticas ni similares. Ambos son dos
manifestaciones de procesos de apertura y consolidación
de espacios lucha por la dignidad humana. Además, en uno
y otro contexto, uno de los principales dispositivos de
activación que moviliza esos procesos guarda
relación con ese "imperativo categórico" que echa
por tierra
"todas las relaciones en que el hombre
sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y
despreciable".

Pero, como entender la situación de los procesos
en materia de derechos humanos, esto se puede visualizar
señalando que el concepto de
derechos humanos estuvo limitado a la relación individuoEstado y a las
violaciones ocurridas en el ámbito público. Ello
determina, entre otras cosas, que durante años la violencia
familiar y sexual contra las mujeres no fuera considerada
como una violación a los derechos humanos. No obstante,
debido al desarrollo teórico de estos derechos, así
como a las demandas de los grupos
organizados de mujeres, las normas internacionales han
incorporado la protección de los derechos de las mujeres,
concibiéndolos como estado de cosas, intereses o
necesidades, cuya satisfacción debe exigirse tanto al
Estado como a los particulares.

En consecuencia, no esta demás señalar que
a medida que la humanidad avance existirán modificaciones
a los derechos humanos, conforme se puede apreciar en el
contenido del Informe sobre
Pobreza y
Desigualdad
Social de Costa Rica que
señala entre otros lo siguiente: "….lo anterior
supone que el aparato institucional, pero también la
cultura de esa
sociedad, en general, asumen el paradigma de
derechos humanos, concebidos como "el conjunto de procesos
(normativos, institucionales y sociales) que abren y consolidan
espacios de lucha por la dignidad humana" (cf. Herrera Flores,
2000: iv), en cuyo caso "dignidad humana" no es un supuesto
metafísico sino que se define a partir de la
tensión dialéctica fundamental vida –
muerte

(condición en primera instancia), la cual articula toda
lucha por generar modos de vida específicos, que se
enmarcan en proyectos de vida
históricamente posibles siguiendo el criterio de producir,
reproducir y desarrollar la vida de todas las
personas"
.

Por otro lado, el reconocimiento de los derechos civiles
y políticos no fue suficiente. Mientras la
satisfacción de las necesidades básicas de las
personas, como salud, alimentación,
educación
o vivienda, no constituyera también derechos, no
podía garantizarse la dignidad personal y el
desarrollo de los pueblos. Es así como los textos legales
van reconociendo luego estos derechos y que, implican por parte
del Estado y de los individuos, la realización de acciones
positivas para su cumplimiento.

Por eso podemos señalar que la lista de derechos
humanos no puede ser estática.
En la medida que surgen nuevas necesidades a lo largo de la
historia van
apareciendo nuevos desafíos y, a su vez, nuevos derechos.
Por otro lado, el contenido de estos derechos también
evoluciona, según se transforma la realidad que se
pretende normar.

Por ello, no esta demás señalar los
avances que se han dado hasta el momento en esta materia y que es
debidamente definido en lo que señala Joaquín
Herrera Flores quien indica lo siguiente: "Estamos asistiendo
a un cambio en la concepción de los derechos humanos. En
otros términos, estamos siendo testigos de la
construcción de un nuevo proceso de
luchas por las particulares concepciones de la dignidad humana.
Los procesos que "convencionalmente" denominamos como derechos
humanos, están pasando de ser meros mecanismos de
adaptación a las diferentes fases por las que atraviesan
las relaciones sociales, económicas, políticas y
culturales del modo de producción capitalista, a
constituir el marco más general y efectivo de resistencia
planetaria frente a las formas de poder y las consecuencias
sociales que se están expandiendo bajo el término
de neoliberalismo globalizado".

Así como las libertades políticas nacen en
un marco histórico determinado, los nuevos derechos
obedecen a necesidades del mundo contemporáneo. Estos
avances en materia de derechos humanos requieren ser
sistematizados en un instrumento internacional que recoja los
actuales alcances del concepto de derechos humanos y sus
procesos.

CONDICIONES PARA UNA TEORÍA REALISTA Y
CRÍTICA DE LOS DERECHOS HUMANOS

La idea principal es como podemos considerar la vigencia
de los derechos humanos dentro del contexto actual de globalización y situaciones emergentes que
se presentan en el día a día y que en muchos de los
casos supera la realidad y llega incluso a plantearse si no
será una ficción.

Con esto traemos a colación el trabajo de
Reiner Forst, quien señalaba que: "a partir de la idea
de que el derecho a la justificación precede todas las
demandas de derechos humanos concretos, se puede plantear una
discusión acerca de la génesis y validez de los
derechos humanos y sostiene que su retórica puede ocultar
pretensiones políticas y económicas de Estados o
actores internacionales con el fin de ganar o mantener su
influencia en determinado territorio. Empezando con un análisis de las críticas a la
noción de los derechos humanos, para descifrar su
núcleo normativo subyacente; y repasar otros problemas de
la teoría
de estos derechos, como la relación entre derechos morales
y positivos, y la tensión entre derechos humanos y
democracia. Refiriéndose a los deberes y las instituciones
a las cuales corresponde su protección en el contexto
internacional, y expandirse acerca de una teoría crítica
de los derechos humanos".

De hecho que siempre debemos de tomar en cuenta una
visión realista del mundo y esa es una óptica
para cada persona
dependiendo de cómo lo abarque y por supuesto buscar la
predisposición positiva hacia el accionar y enfrentar
dichos problemas, por otro lado debemos de ser conscientes de las
dificultades y obstáculos con los que de seguro nos vamos
a encontrar, para ello tenemos que apostar por una actitud
optimista y realista que apunte al cambio y a la
transformación, todo ello con un pensamiento
crítico, pero con críticas constructivas y no con
el ánimo del criticón que todo lo ve
mal.

A su vez, dentro de este contexto se pueden
señalar que las normas jurídicas establecen las
formas a partir de las cuales se logrará la
satisfacción o los obstáculos de los bienes que
sean exigibles, pero enmarcado dentro de la dignidad, para ello
es necesario tener ideas claras en materia de política, economía, y otros
para transformar los contextos que condicionen las satisfacciones
humanas. En tal sentido, es bueno mencionar lo que señala
Gustavo García Fong : "Una concepción realista
de los derechos humanos no puede ignorar que la universalidad y
la validez de estos derechos – si no quieren ser conjurados
solo de manera declamatoria- necesitan de la realización
del derecho por el Estado, al
menos por un espacio de tiempo previsible. Solo unos derechos
humanos positividades pueden asegurar la libertad y la justicia.
Aquí hay que tener en cuenta como un problema, la
representación de las contradicciones sociales de
intereses en el marco de la democracia
fundamental".

Además, ser crítico supone afirmar
nuestros propios valores,
mostrar las contradicciones y las debilidades de una idea, de un
argumento, de un razonamiento, intentado corregirlos para
reforzarlos.

Por ello Dale Carnegie daba el siguiente consejo:
"Hable usted de sus propios errores antes de criticar al
prójimo
". Es muy sabio aplicar el dicho "Antes de
que digan, digas
", esto nos indica que es mejor adelantarse a
los demás en explicar los defectos propios.

Si anteriormente hemos podido señalar condiciones
para el desarrollo, también es menester hablar de deberes
y dentro de ellos se encuentran el reconocimiento, el respeto, la
reciprocidad y la redistribución, con estas acciones
podemos empezar por señalar el camino para construir una
nueva cultura de derechos humanos que tienda a una apertura total
y no al cierre y/o bloqueo de la acción
social.

Para ello, debemos de tener en cuenta que a pesar de
todas las circunstancias lo que debemos de lograr es la
creación de condiciones institucionales que profundicen y
radicalicen el concepto de democracia, complementando los
procedimientos de garantía formal con sistemas de
garantías sociales, económicas y culturales que
llegue a la participación total de los ciudadanos en todas
las decisiones.

Es factible, bajo estos conceptos tratar de rescatar las
leyes de la
democracia, que establecen la soberanía popular que viene a ser
el autogobierno del pueblo, que reconoce a la persona, como un
ser inteligente y libre, que puede regirse por sí mismo
mediante los órganos por él instituidos; la
libertad:
la democracia asegura al ser humano su libertad
jurídica e individual. La libertad jurídica es el
derecho que tiene el ser humano a obrar por sí mismo sin
que nadie pueda forzarlo a obrar en otro sentido. Los límites
están dados por las leyes. La libertad individual es el
reconocimiento de que el ser humano nace libre y dotado de
inteligencia y
voluntad; y, la igualdad: se trata de una igualdad
jurídica. Todos los seres humanos tienen las mismas
oportunidades ante la ley. Es decir, la
igualdad de deberes y derechos.

NUEVA
PERSPECTIVA DE LOS DERECHOS HUMANOS

En los últimos tiempos se han vivido procesos de
profundos cambios al orden jurídico internacional,
constitucional y local, lográndose en la mayoría de
los casos los marcos constitucionales que han sido enriquecidos
en la concepción de los derechos humanos, con la adopción y
ratificación de una serie de tratados
internacionales. La adecuación a ese marco
internacional y constitucional ha implicado reformas profundas y
leyes reglamentarias. La mayoría de los congresos han
promovido iniciativas de leyes que han permitido esa
adecuación. Esto ha garantizado un marco normativo que
reconoce los derechos humanos.

Es por ello que se admite la relevancia del tema de los
derechos humanos a nivel mundial y en cada uno de nuestros
países, y lo que nos permite contribuir a fortalecer la
propuesta de un nuevo marco jurídico nacional e
internacional que necesita el desarrollo de cada una de las
naciones.

Por ello rescatamos las palabras de Paul Hoffman en el
III Foro Social
Mundial de Porto Alegre, en el cual indico:

"¿En qué modo puede ayudar la
perspectiva de los derechos humanos a nuestra lucha por
construir otro mundo? Déjenme que les indique las tres
formas en que pueden hacerlo el derecho y el activismo en pro
de los derechos humanos:

  • en primer lugar, la perspectiva de los derechos
    humanos aporta una brújula moral para
    el camino que se ha de seguir; nos recuerda siempre por
    qué lo que importa son las desigualdades globales y
    por qué tenemos que movilizarnos globalmente para
    combatirlas;
  • en segundo lugar, el derecho en materia de
    derechos humanos aporta unas normas globales basadas en unos
    valores fundamentales y ampliamente compartidos para el nuevo
    mundo que pretendemos construir; y
  • en tercer lugar, la perspectiva de los derechos
    humanos identifica los objetivos
    de nuestro activismo en pro de esos derechos, de tal forma
    que nos ayuda a centrar nuestras acciones y hacerlas
    más eficaces".

En esta ocasión se propone seriamente construir
la consolidación democrática, en la que el tema de
los derechos humanos se inscribe como uno de los más
importantes para lograrlo. La aceptación de las propuestas
marcaría de manera sustancial una nueva perspectiva de los
derechos humanos a nivel mundial. Contribuiría a la
construcción de una cultura en la que el tema de los
derechos humanos de ser una acción de denuncia
pública de algunos grupos organizados, donde se incluyen
los organismos públicos, pasaría a ser un tema de
una amplia participación de los distintos sectores
sociales en la lucha por el respeto y la defensa de los derechos
humanos.

Como diferenciar según lo señalado, que
derecho es más importante o cual debe de prevalecer sobre
otro, en la perspectiva actual debemos de apuntar a discernir que
todos los derechos son iguales y tienen el mismo valor, no hay
uno más importante que otro y en consecuencia debemos de
aplicar la igualdad de los mismos, pero todo ello dimana hacia la
dignidad de la persona y de su accionar en este mundo tratando en
todo momento de lograr colmar sus aspiraciones y anhelos, todo
ello enmarcado dentro de una estrategia de
irrestricto respeto a sus derechos y a la obligatoriedad de sus
deberes.

Debemos de entender que los derechos humanos son
únicos (características) y no podría estar
generando nuevas perspectivas o enfoques, podríamos hacer
apreciaciones sobre los mismos, pero no establecer diferencias
claras y en este aspecto como bien se señala
podríamos indicar que los derechos humanos tienen un
contenido cultural, político, social y todo ello
reúne el resultado de un conjunto de procesos, de espacios
de lucha y de dignidad humana.

La visión a futuro de repente ya no para nosotros
si no para nuestros hijos es tratar dejar un mundo mejor, donde
se respeten los derechos de todos sin importar nada, así
como existe hoy en día la
globalización de casi todo, también
debería de existir para los derechos humanos.

PROTECCIÓN
Y GARANTÍA DE LOS DERECHOS HUMANOS EN ÁMBITOS
INTERNACIONALES

Ciertamente es necesario mejorar poco a poco los
mecanismos internacionales de protección de los derechos
humanos y que sean los Estados los promotores de ello y no la
sociedad en su conjunto, pero que estas acciones sean respetadas
por todos, sin importar nada, cosa un poco difícil en el
actual contexto en el que nos encontramos, pero como dijo alguien
la vida es un sueño y debemos de soñar.

En si, cuando un Estado por intermedio de sus
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley viola los
derechos humanos de algún ciudadano, el Estado es el
responsable, pero al final quien termina pagando todo ello es la
misma sociedad ya que de una u otra manera al final todos
terminamos siendo responsables de la acción o de la
inacción que se dio, por último cuando hablamos de
reparaciones especialmente dinerarias, nuestros impuestos que
pagamos son los que van a ser utilizados para ese pago como parte
de la reparación.

Debemos de tomar en cuenta que vivimos en un mundo de
oropel y fantasía, donde para unos es exigencia el
cumplimiento de los derechos humanos hacia otros países,
pero para ellos eso es letra muerta y en esta oportunidad me
permito citar a Eduardo Galeano cuando recibió el
doctorado honoris causa de la Universidad del
Comahue por su contribución a los derechos humanos y a la
identidad
cultural
:

NI DERECHOS……..NI
HUMANOS….Si la maquinaria militar no mata, se oxida. El
presidente del planeta anda paseando el dedo por los mapas, a ver
sobre qué país caerán las próximas
bombas. Ha sido
un éxito
la guerra de Afganistán, que castigó a los
castigados y mató a los muertos; y ya se necesitan
enemigos nuevos.

Pero nada tienen de nuevo las banderas: la
voluntad de Dios, la amenaza terrorista y los derechos humanos.
Tengo la impresión de que George W. Bush no es
exactamente el tipo de traductor que Dios elegiría, si
tuviera algo que decirnos; y el peligro terrorista resulta cada
vez menos convincente como coartada del terrorismo militar.
¿Y los derechos humanos? ¿Seguirán siendo
pretextos útiles para quienes los hacen
puré?

Hace más de medio siglo que las
Naciones Unidas
aprobaron la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, y no hay documento internacional más citado y
elogiado.

No es por criticar, pero a esta altura me
parece evidente que a la Declaración le falta mucho
más que lo que tiene. Por ejemplo, allí no figura
el más elemental de los derechos, el derecho a respirar,
que se ha hecho impracticable en este mundo donde los
pájaros tosen. Ni figura el derecho a caminar, que ya ha
pasado a la categoría de hazaña ahora que
sólo quedan dos clases de peatones, los rápidos y
los muertos. Y tampoco figura el derecho a la
indignación, que es lo menos que la dignidad humana
puede exigir cuando se la condena a ser indigna, ni el derecho
a luchar por otro mundo posible cuando se ha hecho imposible el
mundo tal cual es.

En los treinta artículos de la
Declaración, la palabra libertad es la que más se
repite. La libertad de trabajar, ganar un salario
justo y fundar sindicatos,
pongamos por caso, está garantizada en el
artículo 23. Pero son cada vez más los
trabajadores que no tienen, hoy por hoy, ni siquiera la
libertad de elegir la salsa con la que serán comidos.
Los empleos duran menos que un suspiro, y el miedo obliga a
callar y obedecer: salarios
más bajos, horarios más largos, y a olvidarse de
las vacaciones pagas, la jubilación y la asistencia
social y demás derechos que todos tenemos, según
aseguran los artículos 22, 24 y 25. Las instituciones
financieras internacionales, las Chicas Superpoderosas del
mundo contemporáneo, imponen la "flexibilidad laboral",
eufemismo que designa el entierro de dos siglos de conquistas
obreras. Y las grandes empresas
multinacionales exigen acuerdos "union free", libres de
sindicatos, en los países que entre sí compiten
ofreciendo mano de obra más sumisa y barata. "Nadie
será sometido a esclavitud ni a
servidumbre en cualquier forma", advierte el artículo 4.
Menos mal.

No figura en la lista el derecho humano a
disfrutar de los bienes naturales, tierra, agua,
aire, y a
defenderlos ante cualquier amenaza. Tampoco figura el suicida
derecho al exterminio de la naturaleza,
que por cierto ejercitan, y con entusiasmo, los países
que se han comprado el planeta y lo están devorando. Los
demás países pagan la cuenta. Los años
noventa fueron bautizados por las Naciones Unidas con un nombre
dictado por el humor negro: Década Internacional para la
Reducción de los Desastres
Naturales. Nunca el mundo ha sufrido tantas calamidades,
inundaciones, sequías, huracanes, clima
enloquecido, en tan poco tiempo. ¿Desastres "naturales"?
En un mundo que tiene la costumbre de condenar a las
víctimas, la naturaleza tiene la culpa de los
crímenes que contra ella se
cometen.

"Todos tenemos derecho a transitar
libremente", afirma el artículo 13. Entrar, es otra
cosa. Las puertas de los países ricos se cierran en las
narices de los millones de fugitivos que peregrinan del sur al
norte, y del este al oeste, huyendo de los cultivos
aniquilados, los ríos envenenados, los bosques
arrasados, los precios
arruinados, los salarios enanizados. Unos cuantos mueren en el
intento, pero otros consiguen colarse por debajo de la puerta.
Una vez adentro, en el paraíso prometido, ellos son los
menos libres y los menos iguales.

"Todos los hombres nacen libres e iguales
en dignidad y derechos", dice el artículo 1. Que nacen,
puede ser; pero a los pocos minutos se hace el aparte. El
artículo 28 establece que "todos tenemos derecho a un
justo orden social e internacional". Las mismas Naciones Unidas
nos informan, en sus estadísticas, que cuanto más
progresa el progreso, menos justo resulta. El reparto de los
panes y los peces es
mucho más injusto en Estados Unidos
o en Gran Bretaña que en Bangladesh o Ruanda. Y en el
orden internacional, también los numeritos de las
Naciones Unidas revelan que diez personas poseen más
riqueza que toda la riqueza que producen 54 países
sumados. Las dos terceras partes de la humanidad sobreviven con
menos de dos dólares diarios, y la brecha entre los que
tienen y los que necesitan se ha triplicado desde que se
firmó la Declaración Universal de los Derechos
Humanos.

Crece la desigualdad, y para salvaguardarla
crecen los gastos
militares. Obscenas fortunas alimentan la fiebre guerrera
y promueven la invención de demonios destinados a
justificarla. El artículo 11 nos cuenta que "toda
persona es inocente mientras no se pruebe lo contrario". Tal
como marchan las cosas, de aquí a poco será
culpable de terrorismo toda persona que no camine de rodillas,
aunque se pruebe lo contrario.

La economía de guerra multiplica la
prosperidad de los prósperos y cumple funciones de
intimidación y castigo. Y a la vez irradia sobre el
mundo una cultura militar que sacraliza la violencia
ejercida contra la gente "diferente", que el racismo
reduce a la categoría de sub-gente. "Nadie podrá
ser discriminado por su sexo, raza,
religión
o cualquier otra condición", advierte el artículo
2, pero las nuevas superproducciones de Hollywood, dictadas por
el Pentágono para glorificar las aventuras imperiales,
predican un racismo clamoroso que hereda las peores tradiciones
del cine. Y no
sólo del cine. En estos días, por pura
casualidad, cayó en mis manos una revista de
las Naciones Unidas de noviembre del 86, edición en inglés del Correo de la Unesco.
Allí me enteré de que un antiguo
cosmógrafo había escrito que los indígenas
de las Américas tenían la piel azul y
la cabeza cuadrada. Se llamaba, crease o no, John of
Hollywood.

La Declaración proclama, la realidad
traiciona. "Nadie podrá suprimir ninguno de estos
derechos", asegura el artículo 30, pero hay alguien que
bien podría comentar: "¿No ve que puedo?"
Alguien, o sea: el sistema
universal de poder, siempre acompañado por el miedo que
difunde y la resignación que
impone.

Según el presidente Bush, los
enemigos de la humanidad son Irak,
Irán y Corea del Norte, principales candidatos para sus
próximos ejercicios de tiro al blanco. Supongo que
él ha llegado a esa conclusión al cabo de
profundas meditaciones, pero su certeza absoluta me parece, por
lo menos, digna de duda. Y el derecho a la duda es
también un derecho humano, al fin y al cabo, aunque no
lo mencione la Declaración de las Naciones
Unidas.

Podríamos decir nuevamente que el tratar de
lograr la protección y garantía de los derechos
humanos tanto en el ámbito internacional como en cada uno
de nuestros países nos viene a la mente nuevamente la idea
de una utopía y caben en ese momento un sin fin de
preguntas, pero lo esencial es que debemos de tenerlos siempre
presente por que los necesitamos para tratar de seguir viviendo
como seres humanos y buscar de alguna manera no destruirnos entre
nosotros mismos.

EL
DESARROLLO COMO DERECHO HUMANO

Las primeras
formulaciones de la idea de un destino universal de los bienes y
del derecho de todos los hombres a gozar en igualdad de
condiciones de éstos se encuentran en la doctrina social
de la Iglesia
Católica. Estas ideas originarias son expresadas bajo la
rúbrica de un derecho al desarrollo por primera vez en el
ámbito de las Naciones Unidas (NU) en 1964, durante la
Primera Conferencia sobre
Comercio y
Desarrollo en la que la Santa Sede afirmó que "en una
humanidad donde se realice la solidaridad, el
derecho de todos los pueblos al desarrollo debe ser reconocido y
respetado".

Pero también la Asamblea General de la Naciones
Unidas adopta la declaración sobre el derecho al
desarrollo y señala en su primer artículo lo
siguiente: "El derecho al desarrollo es un derecho humano
inalienable en virtud del cual todo ser humano y todos los
pueblos están facultados para participar en un desarrollo
económico, social, cultural y político en el
que puedan realizarse plenamente todos los derechos humanos y
libertades fundamentales, a contribuir a ese desarrollo y a
disfrutar del él."

Por ello, uno de los problemas más acuciantes a
los que nos enfrentamos en la actualidad es la situación
de subdesarrollo
y de deterioro de las condiciones de vida que afecta a cerca de
tres cuartas partes de la humanidad. Ante esta situación,
el Derecho
Internacional ha tratado de buscar salidas y alternativas que
intenten convertir a la sociedad internacional en una
auténtica comunidad
internacional. Una de las medidas adoptadas en el seno del
ordenamiento jurídico internacional ha sido la
proclamación del derecho al desarrollo como un derecho
humano. Por ello, tenemos que analizar en profundidad este nuevo
derecho, y tratar de contribuir a la humanización del
orden internacional y a la superación del subdesarrollo en
el ámbito internacional. Y es que la humanidad está
corriendo un grave peligro de dejar de serlo si no abre los ojos
a este nuevo derecho que está pugnando por ser reconocido.
Como ha señalado muy certeramente el escritor
portugués José Saramago, "puede que la humanidad
acabe consiguiendo vivir sin ojos, pero entonces dejará de
ser la humanidad"
. El derecho al desarrollo puede ser un buen
antídoto para esta ceguera.

En este estado de cosas podemos señalar
además que la relación entre el desarrollo y los
derechos humanos se encuentran contemplados de manera
implícita en diferentes instrumentos universales y
regionales los cuales tienden a desarrollarlo tal como se ha
señalado en el Informe sobre Desarrollo
Humano 2000 que indica que: "el crecimiento por sí
solo no basta. Puede ser despiadado, dejando a los perdedores en
la pobreza
abyecta. Sin trabajo, creando pocos empleos. Sin voz, sin
garantizar la participación de las personas. Sin futuro,
destruyendo el medio ambiente
para las generaciones futuras. Y desarraigado, destruyendo las
tradiciones culturales y la historia"
.

Sin duda la cuestión de la plena
realización del derecho al desarrollo constituye una
necesidad vital no sólo para los países en
desarrollo, sino también para los países
desarrollados. Pasando de la mera actitud contestataria de uno u
otro lado, es relativamente fácil reconocer al menos
cuatro consecuencias posibles de la negación o
desestimación de este derecho.

Una primera cuestión es la existencia de un
enorme núcleo de población en el mundo que se encuentra
inmersa en la pobreza extrema y en la imposibilidad de gozar en
los hechos de los derechos humanos más básicos como
la alimentación y el evitar una muerte evitable. Esto
obliga, nadie abandona su país por el simple placer de
hacerlo, a millones de personas a formar parte de los flujos
migratorios  que los convierte, muchas de las veces, en
víctimas de prácticas de explotación,
intolerancia y xenofobia; y
cuya situación dentro de los países receptores
provoca muchas de las veces enfrentamientos dentro sus propias
sociedades.

En segundo lugar, la pobreza y la marginación,
impone en muchas ocasiones condiciones de empleo de
semiesclavitud, con un abaratamiento de la mano de obra, que
induce de acuerdo a los cálculos "empresariales" al
desmantelamiento de fábricas completas, dejando a muchos
ciudadanos de países desarrollados en paro y
dependiendo de los servicios
sociales, que en muchos casos empiezan a ser cuestionados por no
ser "sostenibles".

En tercer lugar, los hábitos de consumo en los
países industrializados ocasionan también la
sobreexplotación o destrucción de riquezas
naturales de los países en desarrollo, cuestión que
no sólo implica el agravamiento de las condiciones de vida
de estos últimos, sino que también implica la
destrucción de un bien que pertenece a todos y que
hipoteca la vida de las futuras generaciones, incluyendo las de
los países desarrollados. Vinculado a lo anterior
también se encuentra el juego impuesto tanto a
unos como a otros, de una competencia feroz
en la que lo que no tiene una materialización inmediata en
bienes y activos conduce a
desestimar aquello que de por sí debiera ser
considerado.

Finalmente, las grandes desigualdades existentes, no
sólo entre países, sino también al interior
de los mismos, constituyen el caldo de cultivo para la
escisión social, la violencia, la inestabilidad interna,
el enfrentamiento entre Estados y los fundamentalismos.
Cuestiones todas que afectan la seguridad
internacional y la paz.

De acuerdo a lo anterior, y según lo ya
mencionado, es necesario re-pensar con responsabilidad el papel
que los diferentes actores internacionales han estado jugando al
respecto y hasta qué medida éstos han cumplido o
están dispuestos a cumplir con las obligaciones
adquiridas en el plano internacional. Porque los Estados no
pueden adherirse a un orden internacional de forma parasitaria,
únicamente alimentándose de su discurso para
obtener legitimidad y legitimación en el ámbito interno o
en el propio orden internacional, no pueden de esta manera
debilitar con el incumplimiento de sus deberes a este orden,
fruto de la lucha de la humanidad entera, universalista, y que ha
costado a todos los pueblos muerte y sacrificio. En este mismo
sentido, las instituciones creadas en el ámbito
internacional deben cumplir con los fines o propósitos
para los que han sido instituidas, y no han de funcionar para el
mantenimiento
del status quo que va en contra precisamente de aquello que les
da sentido y justificación.

En este sentido es necesario rescatar lo señalado
por Nicolás Angulo Sánchez, quien indica que "el
derecho al desarrollo humano y sostenible se presenta en el mundo
actual como un derecho humano de tercera generación junto
a otros derechos humanos como los relativos al medio ambiente, a la
paz, a la asistencia humanitaria o al patrimonio
común de la humanidad, los cuales ponen de relieve la
necesaria dimensión de
solidaridad que
debe impregnar la concepción, interpretación y aplicación de todos
los derechos humanos para todos. Esta dimensión solidaria
resulta particularmente pertinente frente a la susodicha
globalización, cuyas críticas se centran
principalmente en su visión marcadamente individualista y
mercantil de la realidad humana, siendo el derecho de
propiedad privada el derecho más firmemente protegido,
incluso por delante del derecho a la vida, sin preocuparse
demasiado por las enormes desigualdades económicas y
sociales existentes y lo que es peor: agravándolas y
aumentándolas aún más".

Pero el derecho al desarrollo no sólo constituye
un deber originario de diferentes fuentes,
también es una necesidad que debe ser atendida, y que
además muestra signos de
posibilidad una vez que se han caído tesis como la
maltusiana y que se han demostrado las posibilidades del mundo
actual al respecto.

Por ello se señala de manera inequívoca
que el desarrollo es innato al ser humano y forma parte innata de
él, por lo cual podemos acoger la síntesis
de lo señalado por Felipe Gómez Isa, quien refiere
lo siguiente: "Uno de los problemas más acuciantes a
los que nos enfrentamos en la actualidad es la situación
de subdesarrollo y de deterioro de las condiciones de vida que
afecta a cerca de tres cuartas partes de la humanidad. Ante esta
situación, el Derecho Internacional ha tratado de buscar
salidas y alternativas que intenten convertir a la sociedad
internacional en una auténtica comunidad internacional.
Una de las medidas adoptadas en el seno del ordenamiento
jurídico internacional ha sido la proclamación del
derecho al desarrollo como un derecho humano. En consecuencia el
análisis en profundidad de este nuevo derecho, debe tender
a contribuir a la humanización del orden internacional y a
la superación del subdesarrollo en el ámbito
internacional. Y es que la humanidad está corriendo un
grave peligro de dejar de serlo si no abre los ojos a este nuevo
derecho que está pugnando por ser
reconocido".

Finalmente, y tratando de resumir podemos afirmar que el
derecho al desarrollo no sólo constituye una
obligación ética que
de por sí queda justificada a través de las
tradiciones universalistas de ésta, sino también
una obligación política y "jurídica"
reconocida por los Estados en el ámbito de las Naciones
Unidas. En el anterior sentido es ilustrativa la siguiente frase
del Informe sobre Desarrollo Humano 1999 : "Cuando el
afán de lucro de los participantes en el mercado se
descontrola, desafían la ética de los pueblos y
sacrifican el respeto por la justicia y los derechos
humanos"

ENTRE LA BENEFICENCIA
PÚBLICA INTERNACIONAL Y EL ESTADO DEL BIENESTAR
MUNDIAL

Como considerar a los procesos de cambio que ha venido y
viene enfrentado el mundo en la actualidad, donde todo transcurre
de manera inmediata y se plasma en las reorganizaciones de poder,
de hegemonía política, económica y militar y
otros que cada vez hacen sucumbir a la sociedad en su conjunto,
donde a las finales se ve la redefinición de la autoridad, la
soberanía y las identidades, lo que conlleva
principalmente a los centros de poder y a la enorme desigualdad
que impera en el mundo.

Tenemos siempre presente que las políticas de
ayuda externa de unos países hacia otros en lo que se
denomina cooperación internacional viene a ser sin lugar a
dudas un rasgo permanente de las relaciones internacionales,
donde los países del primer mundo supuestamente ayudan a
los del segundo o tercer mundo, pero la pregunta que fluye
aquí es: a cambio de que? o porque?

Es sin lugar a dudas un tema de investigación apasionante al tratar de
buscar que hay detrás de esas ayudas, teniendo en
consideración que a veces la ayuda es más
perjudicial que hacerlo por nuestros propios medios,
teniendo en consideración que se cae en el facilismo de
las cosas y quizás en vez de ayuda sea un obstáculo
para el crecimiento y desarrollo de un país.

Ahora bien la mayoría de los países del
tercer mundo recurren a la cooperación internacional
porque al parecer constituye un instrumento para la
corrección de las fallas o imperfecciones del mercado, con
el supuesto de que a través del progreso de los
países desarrollados se expanden los diferentes mercados y se
minimizan los riesgos.
Siendo en este sentido rescatable lo que se mencionó en el
XV Congreso de Estudios Vascos : "¿Es realista,
entonces, seguir pensando en términos de "pacto
eco-keynesiano", fundamento de una especie de Estado de bienestar
mundial? ¿No provocaría tal intento, por el
contrario, la generación de un inaceptable apartheid
mundial? Todas las propuestas de reformular la solidaridad
redistributiva chocan con la imposibilidad de generalizar el modo
de vida y desarrollo de las sociedades ricas y, a pesar de ser en
muchos casos conscientes de tal contradicción, se limitan
a sobrevolar la problemática de nuestro estilo de vida
sin llegar a asumir las consecuencias derivadas de
reconocer que por vivir como vivimos mueren como mueren. No debe
extrañarnos, en estas circunstancias, que Franz
Hinkelammert denuncie la transformación del Tercer Mundo
en un mundo de población sobrante: "Se sigue necesitando
del Tercer Mundo, sus mares, su aire, su naturaleza, aunque sea
únicamente como basurero para sus basuras venenosas, y se
siguen necesitando sus materias primas. Pese a que ciertas
materias primas pierden relevancia, el Tercer Mundo sigue siendo
de importancia clave para el desarrollo del Primer Mundo. Lo que
ya no se necesita, es la mayor parte de la población del
Tercer Mundo". Así pues, el modelo de
solidaridad para el futuro debe consistir, en palabras de Reyes
Mate, no en "repartir entre los menos-iguales el excedente de los
más-iguales (mecánica propia redistributiva del Estado
del bienestar), sino de organizar todo desde los derechos de los
menos-iguales". Una solidaridad compasiva".

La solidaridad del futuro debe seguir reivindicando
estratégicamente, una redistribución de la riqueza
pues las diferencias sociales, también en las sociedades
opulentas, siguen siendo escandalosas; pero nunca más
podrá limitarse a esta reivindicación. Debemos
internalizar la explotación del Tercer Mundo, como ya se
está empezando a hacer con el medio ambiente. Y esto no es
algo que pueda hacerse sin costes.

Que tan cierto es esto, es otro tema para analizar, lo
que debemos de ver y enmarcar es lograr unos estándares o
niveles mínimos de bienestar, entendiendo todo ello como
la materialización de los derechos básicos del ser
humano, poniéndolo de otra manera es lograr llegar a la
dignificación de la persona.

Como se logra dicho bienestar, pueden ser muchas
alternativas, dentro de ellas se encuentra la ayuda y
cooperación internacional, pero cada Estado o sociedad no
puede encontrarse supeditada a los que otros van a hacer por uno,
si no simplemente por sus propios medios tratar de lograr la
construcción de algo y salir adelante.

Si bien es cierto, toda ayuda es bienvenida, no debemos
de esperanzarnos en ella, si no que cada uno de nosotros debemos
de lograr que las cosas se realicen por nuestros propios medios y
que en todo momento lo que se busque es la dignidad de la persona
con ayuda o sin ella, teniendo en consideración que el ser
humano se encuentra por encima de todo.

Buscar los ideales de equidad,
justicia y democracia para toda la humanidad, es algo que debe de
plantearse en el colectivo de la raza humana y con ello ver la
forma de cooperación, de tal manera que la riqueza sea
distributiva y el desarrollo de los mismos de manera colectiva
que permita el desarrollo de la persona en un clima de
bienestar.

CAMBIAR REGLAS:
COMERCIO, GLOBALIZACIÓN Y LUCHA CONTRA LA
POBREZA

La expansión del comercio mundial ha arrojado
resultados decepcionantes para la reducción de la pobreza.
En medio de la creciente riqueza generada por el comercio, hay
1,100 millones de personas condenadas a sobrevivir con menos de
un dólar por día, el mismo número que a
mediados de los ochenta. Los países de renta alta, con
solo el 14 por ciento de la población mundial, acaparan el
75 por ciento del PBI mundial, la misma proporción que en
1990.

Existen serias contradicciones entre lo que dicen y
hacen los países ricos. Mientras hablan de "compromiso con
la reducción de la pobreza", al mismo tiempo utilizan sus
políticas comerciales para llevar a cabo lo que viene a
ser un robo: Saquear a los pobres para dárselo a los
ricos. Cuando los países en desarrollo exportan a los
países ricos, se enfrentan a barreras arancelarias cuatro
veces superiores a los que se encuentran en los países
ricos. Esas barreras cuestan a los países en desarrollo
100.000 millones de dólares anuales, el doble de lo que
reciben en concepto de ayuda.

A mérito de ello se hace necesario mencionar las
palabras de Amartya Sen quien señala que: "pese a todo
el progreso, la vida todavía resulta desagradable,
embrutecida y breve para una gran parte de la población
mundial. Los grandes beneficios del comercio globalizado han
alcanzado a unos, pero no a otros. Lo que hace falta es crear
condiciones que permitan un reparto íntegro y más
justo de los enormes beneficios del comercio. ¿Se puede
hacer esto sin destruir la economía global de mercado? La
respuesta es un rotundo ’sí’. La
aplicación de la economía de mercado es consistente
con formas muy diferentes de distribución de los recursos, normas
de funcionamiento (como las leyes sobre patentes o las
regulaciones antimonopolio) o condiciones que favorezcan la
participación en el mercado (como la educación
básica o la asistencia sanitaria)".

Así mismo, tenemos que cuestionar los dobles
estándares de los países ricos que mientras
predican la adhesión a los principios del libre comercio
mantienen prácticas proteccionistas, de las cuales
ningún país industrializado queda bien parado, pero
la Unión Europea lleva la peor parte, seguido por los
Estados Unidos. Estos dobles estándares son más
evidentes en los productos
agrarios y en los textiles que utilizan mano de obra intensiva.
Los subsidios que reciben los agricultores de los países
desarrollados ascienden a cifras millonarias.

También existe el dumping a las
exportaciones que
realizan la Unión
Europea y Estados Unidos. Las dos superpotencias agrarias
exportan a precios inferiores a un tercio del coste de la
producción. Estos subsidios a la exportación de los países ricos
están empujando a la baja los precios para los
exportadores de los países en desarrollo que no reciben
subsidios, y devastando las perspectivas de una agricultura de
pequeños productores. En países como Haití,
México y
Jamaica, las importaciones
fuertemente subsidiadas de alimentos baratos
están destruyendo los mercados locales.

La situación de los países pobres se
agrava aún más por la inestabilidad y los bajos
precios de las materias primas. Muchos países en
desarrollo, y especialmente los más pobres, son altamente
dependientes de tres o menos materias primas y sus
economías se han visto devastadas por una prolongada
caída de los precios. El caso más ilustrativo de
esta situación es el del café.
Desde 1997, los precios han caído en un 70 por ciento,
provocando pérdidas de ingreso de divisas por unos
8.000 millones de dólares para los países
exportadores. Paradójicamente, mientras las familias de
los productores de café arruinados -de Tanzania, el sur de
México y Haití- han tenido que reducir su consumo
general, sacar a los hijos de la escuela y afrontar dificultades
extremas para cubrir los costes sanitarios, transnacionales como
la Nestlé, afincada en Suiza, se ha aprovechado de los
ruinosos precios del café para conseguir altos
márgenes de beneficios.

Por otro lado, es necesario señalar que no solo
eso es el problema, por el contrario a esto se suma las fuertes
condicionalidades que imponen el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial
y los gobiernos del Norte para conceder los préstamos. Con
bastante frecuencia, éstos últimos obligan a los
gobiernos del Sur a levantar las barreras arancelarias. Como
resultado de estas presiones los países pobres han abierto
sus economías mucho más rápidamente que los
países ricos. En muchos países la rápida
liberalización ha ido acompañada con el aumento de
las desigualdades: en Perú, por ejemplo, los
pequeños agricultores de las tierras altas trabajan en
desventaja con respecto a la agricultura comercial, y en
México, los Estados del "cinturón de la pobreza"
del sur se están empobreciendo en comparación con
los Estados del norte del país.

La política de "puertas abiertas" a las inversiones
extranjeras, que han adoptado muchos gobiernos de países
en desarrollo, para fomentar las exportaciones está
demostrando que es una estrategia equivocada. En lugar de
proporcionar acceso a nuevos recursos financieros,
tecnologías y mercados, los inversores están
obteniendo niveles de rentabilidad
exagerados. Por cada dólar de inversión, unos 30 céntimos son
repatriados mediante la transferencia de beneficios.

A pesar de que se critica severamente al "mundo
globalizado del siglo XXI", la
organización internacional con asiento en los
países desarrollados plantea que se puede cambiar las
normas del comercio mundial, que ahora están concebidas
para favorecer a los ricos, y que el comercio mundial "ofrece el
potencial de actuar como una poderosa fuerza para
reducir la pobreza".

Como conclusión podríamos citar lo
mencionado por Esperanza Aguirre, quien señala que: "el
interés
de los más desfavorecidos exige, cuando menos, una
reflexión más rigurosa acerca de los pros y los
contras de la globalización, que también los tiene,
naturalmente. Una reflexión que deje a un lado los
tópicos y las visiones deformadas para partir de la
realidad de los hechos. Repetir acríticamente el falso
tópico de que la globalización hace cada vez
más ricos a los ricos y hunde en la miseria a los
más pobres no ayudará en nada a los más
desfavorecidos. Antes al contrario, sólo
contribuirá a defender a quienes, en los países
ricos, ven en la globalización una amenaza para sus
privilegios y sus intereses".

PAZ
IMPERFECTA

La idea de paz o la concepción de la misma de la
manera que se pueda inferir es la que esta generado por la
relación que existe con el bienestar de las personas, en
consecuencia lo que se busca es promover una calidad de
vida que sea digna, teniendo en consideración que las
personas son las que generan sus propios beneficios y en
consecuencia también deben de satisfacer al máximo
sus necesidades pero a su vez son ellas mismas las que generan
conflictos. Por ello es que resulta relevante la variedad de
significados que consolida la palabra paz en cualquier
ámbito que se trabaje o mencione y eso es verificado a lo
largo de los siglos, desde nuestros antepasados hasta las
actuales circunstancias. En consecuencia, podríamos
señalar que, es la paz la idea primigenia la que nos
permite identificar a la violencia, cuando en realidad
debería de ser de manera contraria. Por lo tanto tenemos
que reconocer todos los terrenos y circunstancias en las que se
desenvuelve, sus movimientos con otras acciones que la envuelven
y porque tenemos que considerar la movilidad de los espacios
conflictivos, sus causas y la forma de solucionarlas.

Por qué, entonces no hablar de una paz positiva o
no positiva. Teniendo en consideración que el
término imperfección asociado a la paz tiende a
señalar acciones contradictorias, más que nada por
la semántica que esto tiende a desarrollar y
por la incompatibilidad que se pueda generar y porque la
imperfección tiende a ser una señal en el
común de los hechos de que las cosas no van bien, lo cual
concuerda con lo señalado por José Tuvilla Rayo
"el concepto de paz positiva marcó una ruptura con la
noción tradicional estableciendo la relación de paz
no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta
señala un avance por cuanto si bien reconoce la
imperfección de la condición humana, también
percibe que nuestras relaciones están caracterizadas por
decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las veces,
por la regulación pacífica o no violenta de los
conflictos lo que permite que los seres humanos en nuestras
continuas tentativas, procesos y ensayos
tengamos cotidianamente más momentos de paz que de
violencia o de guerra"
.

Queremos mencionar o discutir acerca de una paz
imperfecta en su real dimensión, que conlleva generalmente
a la descripción de algo no acabado, algo que no
ha alcanzado la plenitud de su desarrollo, en consecuencia
podríamos señalar que la paz es un proceso y que lo
que se debe de buscar es su plenitud y por ende su
perfección, algo que en el día a día debemos
de empoderar. De hecho que esto no es un trabajo de nosotros
solos, si no por el contrario se requiere del esfuerzo de todos y
principalmente de tiempo el cual debe de darse en todos campos,
espacios y temáticas, ya que el fin es lo
primordial.

Por otro lado, el señalar la imperfección
de la paz nos introduce en un campo de contradicciones entre
nosotros mismos ya que aceptaríamos vivir en un mundo de
conflictos – que en la realidad así es – por
el simple hecho de que somos seres humanos y eso es innato en
nosotros, es decir hacernos la vida conflictiva. Debemos pensar y
madurar en el sentido que todo lo que abundemos en provecho de la
paz será poco, pero mientras tanto tendremos la
imperfección a nuestro lado, en consecuencia esto nos
lleva a solucionar dichos problemas que conviven con nosotros y
en la medida de las posibilidades trataremos de lograr lo
imperfectible.

Con esta concepción de los hechos, muchas
personas describen los conflictos que han existido a
través de la historia desde tiempos inmemorables hasta la
actualidad y los cuales van de un país a otro y por
más que tratemos de describirlos siempre llegaremos a
colegir que a pesar de todas las negociaciones y conciliaciones
efectuadas entre las partes que estuvieron en conflicto, no
se ha terminado de restañar las heridas porque siempre
existirán los recuerdos de lo sucedido y más
aún al final de todo el proceso nos habremos olvidado
cuales han sido las causas que lo han generado y sobre los que se
inició todo el proceso.

Debemos siempre de considerar que a pesar de las
soluciones que
se puedan presentar y que posteriormente nos permitan convivir de
una manera pacífica y sin mayores problemas, los procesos
de paz duran tiempo y deben de mantenerse por propia iniciativa y
fortalecerse diariamente ante toda circunstancia, porque de lo
contrario los que perdemos somos nosotros y a la vez somos los
llamados a defenderla para lograr nuestra propia
tranquilidad.

Es necesario considerar a cada sociedad bajo un aspecto
diferente, toda vez que no todos son iguales y cada una tiene sus
propios parámetros, pero en la realidad pudiera
considerarse como un entramado donde pueden ingresar todas las
variables que
permiten el desarrollo de una paz imperfecta. En consecuencia se
podría señalar que en este conglomerado de
variables existen las divergencias y los conflictos, las
convergencias y los intereses, las conductas y los valores,
los proyectos y los objetivos, por ello lo que se busca es tratar
de alcanzar una paz duradera en todos los sentidos
aunque para ello tendremos que transitar por la
denominación de paz imperfecta ya que no se llega a
cumplir a cabalidad con todos los planteamientos.

En este aspecto de las elucubraciones de definiciones o
acepciones de paz y paz imperfecta, se hace necesario
señalar lo que menciona Francisco A. Muñoz Nieves
Araguren quien indica que: "Podríamos afirmar que la
Paz imperfecta propone y contribuye a la realización de un
giro –epistemológico- en nuestra forma de observar y
pensar la realidad, reivindicando la necesidad de reequilibrar
una mirada sesgada hacia la violencia. Un desequilibrio que nos
hace menospreciar las realidades de paz y sobredimensionar la
violencia en sus múltiples variantes. Mientras que la Paz
ha sido reducida a un hecho residual y anecdótico, ligada
a la ética pero no a la práctica. De esta manera,
se llega a hipotecar la propia idea de progreso que aparece
ligada casi inexorablemente a la capacidad de acción y
gestión
de la violencia. Finalmente, de esta manera, es posible
contemplar la realidad con mayor riqueza y
complejidad"
.

Debemos de tener en cuenta que lo que se busca en el
corto, mediano y largo plazo es la paz absoluta, pero tal
acepción al igual que los derechos humanos tiene la
tendencia de ser una utopía por el mismo hecho de ser
seres humanos, entidades que siempre se van a encontrar en
conflicto, por ello lo que se busca es la tendencia pacifista
como un claro reconocimiento a nuestra naturaleza y a la
capacidad que tenemos de poder cambiarla o transformarla. La
implicancia de las acciones pacifistas tiende a establecer la
preponderancia de que se ocupe un mayor espacio y tiempo en
lograr el camino a la paz y el accionar de las personas con todas
las vicisitudes que se le presentan es el eje principal de este
desarrollo donde no deben de existir apasionamientos, si no por
el contrario luchar por un ideal que debe ser el eje fundamental
del desarrollo como personas con la única finalidad de
lograr la tan ansiada paz en todos sus niveles.

La acepción de paz imperfecta nos da pie a algo
que va mucho más allá del mero significado, si no
que nos permite buscar los medios y las herramientas
que estimemos necesarias para lograr el camino de la
consolidación de la Paz que debe de ser nuestra meta y
visión final.

FUTURO, SEGURIDAD Y PAZ

No hay seguridad ni paz en nuestro tiempo y por ello
como aseguramos un futuro. Las naciones del mundo viven alarmadas
por la inseguridad y
la amenaza del hambre. La Asamblea General de las Naciones Unidas
convocó a conferencias en 1,987 y 1,988 en la que
participaron 150 países en favor del desarme. Se
comprobó que por minuto se gastan más de dos
millones de dólares, en armas, en el
mundo. El comité preparatorio aprobó por unanimidad
una declaración final, que concluye así:

"Se está poniendo en peligro a nuestro
planeta con arsenales que pueden hacerlo saltar por los aires;
con la carga de los gastos militares que pueden hundirlo y con
la falta de satisfacción de las necesidades
fundamentales de las dos terceras partes de su población
que subsisten con menos de un tercio de sus recursos…
¿Debemos adoptar la posición de testigos
impotentes de un avance hacia una mayor seguridad a semejante
costo?"

Asimismo se buscan soluciones políticas a
través de numerosos tratados,
también soluciones militares intentando colocar armas
defensivas en el espacio exterior, o atemorizar al enemigo con
superioridad estratégica, pero no hay
solución.

Por otro lado, la policía trata de controlar la
delincuencia
urbana y detener los robos, pero tampoco hay éxito en este
sentido.

Frente al aumento acelerado de la conflictividad social,
consecuencia del deterioro de las condiciones de vida de millones
de personas, los Estados no han desarrollado adecuadas
políticas de seguridad. De hecho, abandonaron durante
mucho tiempo las instituciones que le hubieran permitido
desarrollar esa política, o las dejaron en manos de las
fuerzas de seguridad, sin un adecuado esquema de gestión
política del sistema de seguridad interior.

Por ello es necesario destacar las palabras de
Raúl Ramírez
Baena quien señala que: "Para proponer soluciones ante
la inseguridad, los órganos ciudadanizados deben ser
incluyentes y ampliar su visión respecto a esa violencia
institucional, que entre otras cosas arroja a amplios sectores de
la población a la marginación, al analfabetismo
funcional, a la economía informal, a la migración,
a las adicciones y al
delito
común (el adicto, antes de ser delincuente, es un enfermo
que roba para mantener su adicción, por tanto, este es un
tema de salud
pública, de derecho a la salud, no sólo de
seguridad pública), por mencionar sólo algunas
consecuencias por la falta de políticas oficiales para
prevenir las condiciones sociales que fabrican pobres, adictos y
delincuentes. Esa es la verdadera y la más efectiva
prevención de la violencia, cierto, de largo
plazo"
.

La paz, los derechos humanos y la seguridad
ciudadana y el futuro de los mismos constituyen aspectos
complementarios de todo proyecto de
consolidación democrática, asociado a la plena
vigencia y a la efectiva institucionalización del Estado
Social de Derecho. En tal perspectiva, debe de remarcarse que en
las actuales condiciones que se encuentran los países,
ante el peligro de detrimento de garantías
constitucionales, prolongación e intensificación de
conflictos armados, la pervivencia de la grave crisis
humanitaria y el empobrecimiento y debilitamiento del bienestar
social, es preciso consolidar, a partir de varios factores y en
perspectiva de una amplia convergencia democrática, una
propuesta política, económica y social que se
constituya en real alternativa de gobierno de todos
para todos.

Para lograr lo anteriormente mencionado es necesario
establecer que el principal escenario de construcción de
la paz es la democracia. Solo el fortalecimiento de la democracia
consolida las condiciones para la inviabilidad y la ilegitimidad
del recurso de la violencia y demanda el
pleno retorno al ejercicio de la política y a la libre
expresión de los movimientos sociales y de la ciudadanía, en un marco efectivo de
garantías.

Asimismo, debemos de enfocarnos a que es necesario
discutir el balance de políticas gubernamentales en
materia de derechos humanos, puesto que si bien se registra el
descenso por distintas razones de algunas de las violaciones,
prosiguen altos registros,
políticas y nuevas medidas que dan continuidad a la crisis
humanitaria que mantiene un nivel de gravedad apreciable a nivel
mundial.

La comunidad internacional, en especial la ONU a
través de sus organismos, insiste ante los Estados y los
Gobiernos para que se respeten los derechos humanos y el derecho
internacional humanitario. Por otro lado, en términos de
derechos sociales y colectivos, son a la vez altos los niveles de
incumplimiento, los retrocesos y las distintas formas de
violaciones presentadas.

Ante todo esto, parte de la discusión estriba en
que es posible conseguir la seguridad ciudadana con presupuestos
democráticos y sin un modelo autoritario. Es decir, que en
demanda de la seguridad, entendido como elemento esencial en
materia de derechos humanos tal como lo consagró la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, es posible
contar con el necesario y amplio concurso de la Fuerza
Pública y de la solidaridad ciudadana, pero sobre la base
de la promoción de la convivencia pacífica
y del disfrute integral y universal de los derechos humanos. En
tal sentido, en el ámbito internacional se discute en la
actualidad un concepto de seguridad humana, sustentado en el
garantismo y en la oposición al concepto de seguridad
sobre la base de la represión, el autoritarismo, la
guerra, la agresión a otras naciones y la supresión
de las garantías y derechos fundamentales.

La seguridad es un tema de la democracia, se debe
redefinir frente al conjunto de los ciudadanos, con el presupuesto de la
justicia y del fortalecimiento del Estado Social de Derecho, de
manera que el tema no se reduce al tratamiento del mismo sino al
manejo global del poder, del gobierno y de las distintas
expresiones de la convivencia social, con ello esperamos lograr
un MEJOR FUTURO, MAYOR SEGURIDAD, y por ende la ANSIADA PAZ. Por
otro lado, podemos señalar que la sociedad
contemporánea reconoce que todo ser humano tiene derechos
frente al Estado. Derechos que el Estado no sólo tiene la
obligación de respetar y garantizar, sino que
también debe implementar acciones a fin de satisfacer su
plena realización.

Por ello, en este mundo globalizado, el tema de la
seguridad cada vez toma mayor conciencia e
importancia tanto para las personas como para los Estados, en tal
sentido podemos tomar lo mencionado por Mario Papi B. quien
señalaba que "..la seguridad es condición para
la realización de aquellos valores superiores que orientan
la acción del Estado. Por cierto, no es la única.
La seguridad no es un fin o un valor en sí misma. Su
búsqueda es un compromiso instrumental de los
órganos del Estado, especialmente de la autoridad y de los
representantes de todos los cuerpos sociales -civiles, militares,
políticos, religiosos, entre otros-, para establecer una
base necesaria y adecuada destinada al desarrollo y
promoción de valores como justicia, solidaridad y
libertad. Todos ellos necesarios en el objetivo de lograr la
realización de las personas y el progreso del país.
En otra óptica, necesarios también para la
democracia.
En este sentido, la democracia se presenta como aquella forma de
gobierno que posibilita el logro creciente de las aspiraciones y
derechos dentro de un marco igualitario y de mutuo respeto. La
seguridad democrática no es parcial, pero sí
interesada, no protege a algunos en desmedro de otros, ni
sacrifica la parte por el todo. Al contrario, constituye un
elemento integrador, por cuanto para su logro debemos aportar
todos de manera responsable. En tal sentido, la seguridad es un
tema de Estado, y su consecución nos llama permanentemente
a la unión y al entendimiento mutuo. Ninguna
institución, por sí sola puede ser garante de la
seguridad si no cuenta con el apoyo y comprensión
ciudadana y asimismo de los demás órganos del
Estado.
Sobre esta convicción, desde el restablecimiento de la
democracia en nuestro país, las autoridades se han
esforzado por comprometer a todos los sectores en esta
difícil tarea. Difícil por cuanto implica una
acción costosa y en muchas ocasiones incluso dolorosa e
incomprendida. Pero no es menos cierto que esta actividad debe
ser limpiada de la imagen
común que la asocia a la intimidación y el
seguimiento".

Así como el Estado es el responsable de respetar
y garantizar los derechos humanos, sólo él puede
violarlos. Por lo tanto, cuando hablamos de violaciones a los
derechos humanos nos referimos a acciones u omisiones del Estado
que vulneran los derechos esenciales de las personas. Las ofensas
a la dignidad de una persona pueden tener diversas fuentes, pero
no todas configuran, técnicamente, violaciones a los
derechos humanos.

Los derechos humanos se encuentran reconocidos en la
legislación de cada Estado y en instrumentos
internacionales de protección. En los diferentes
países las Constituciones enumeran un conjunto de
declaraciones, pactos y convenciones que tienen jerarquía
constitucional y que se encuentran destinados a proteger ciertas
categorías de personas, como las mujeres y los niños,
o defender al ciudadano frente a ciertas violaciones graves
contra los derechos humanos, como el genocidio y la
tortura.

Por otro lado, es necesario señalar que los
Derechos Humanos están directamente vinculados a la vida
digna y a la paz. Con el transcurrir del tiempo la
Declaración Universal de Derechos Humanos, trata
fortalecer el estado de
derecho, la justicia e igualdad para todos. Es por eso que la
UNESCO, señala: "puesto que las guerras nacen
en las mentes de los hombres es en la mente de los hombres donde
deben erigirse los baluartes para la paz".

Podemos entonces definir un objetivo primordial: generar
conciencia y educar para la paz, con la única finalidad de
lograr un mejor desarrollo humano y conocer los derechos conforma
la primera etapa del proceso de exigir su
cumplimiento.

De lo anteriormente señalado podemos inferir que
a pesar de los múltiples conocimientos que tengamos y de
lo que podamos hurgar sobre diversos temas que en muchos de los
casos no los consideramos, se hace necesario ampliar nuestros
conocimientos y darnos cuenta que el tema sobre los derechos
humanos va más allá y es cuestión de
nosotros seguir en la lucha con la finalidad de lograr un mundo
mejor.

 

David Carhuamaca Zereceda

Partes: 1, 2
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