El Caso Difícil
Número 33 prosigue…
La señora Coppola, como ya sabemos;
"heredó" entre tantas cosas, a Ansel, el hijo
ludópata, a Pepe el estudiante sin direcciones, y a sus
tres hijas casadas, que, con los maridos, también, de ella
dependían — la típica familia
dominicana pudiente. Entre las hijas, Elvira, era la que
más prometiera para asistir en reestructurar el destino de
la generación fragmentada por los eventos que
surgieran como consecuencia de la muerte
repentina del patriarca.
La señora Coppola no estaba preparada para
manejar los intereses que su marido dejara ya que ignoraba las
complejidades psicológicas del mundo de los negocios —
mundo que fuera aun más extraño para una mujer sin
experiencia formal.
El gerente
general así lo expresó: "Doña, usted
vivió para gastar dinero y para
vivir la buena vida. Salga de estas empresas
fracasadas y váyase fuera, donde nadie la conoce y donde
nadie la molestará". Ella escuchó el juicio con
rabia contenida, ya que sabía que todos los empleados de
su marido resentían su éxito y
el modo con que éste proveyera para ella y sus
hijos.
Desconcertada, procuró consejo de su propio
hermano, quien rehuyó darlo, porque no sentía ni el
deseo, ni la obligación de hacerlo. "Estoy en medio de un
divorcio y de
empezar negocios nuevos" — le dijo tajantemente.
La Viuda Coppola, no era la "Viuda alegre" (Die
lustige Witwe) de la famosa opereta y vals de Franz
Lehár — ella era Viuda, sin duda, pero lejos de ser
alegre. (Una obra de singular importancia aquí se
recomienda: J. Evans, Women and the Law in the Roman Empire: A
Sourcebook on Marriage, Divorce and
Widowhood).
Las coincidencias
y el capricho de Elvira
Elvira, a quien conoceremos, albergaba en sí el
espectro invisible que reside en la hipérbola emocional de
todos nuestros pacientes que son víctimas de trastornos
afectivos y del comer, ya veremos.
Gerhardt y Lucy Piers
Elvira conoció a los Piers en Alemania, como
paciente del Dr. Morillo. Esto fue, cuando debido a una
inanición forzada, se supuso que tenía anorexia
psicogénica (o nerviosa). Él un analista, casado
con otro psicoanalista. Ella una joven procedente de la
"Argentina" — Sí, de la Argentina, manera con que,
entonces, algunos dominicanos disimulaban, su origen
caribeño porque les daba vergüenza ser dominicanos
— ser, "¿de dónde?"…
Ambos esposos acogieron la joven como amiga especial y
se mantendrían en contacto entre ellos por medio de
cartas
ocasionales. Previendo que ellos podían ayudarla, Elvira
decidió viajar a Chicago con su madre, donde los Piers se
habían mudado, para entrevistarse con ellos.
La reunión de los cuatro tuvo lugar en la
oficina de
Gerhardt en el Instituto para el Psicoanálisis de Chicago.
La sesión fue larga — de aproximadamente seis
horas.
Cuando el historial reciente de los Coppola concluyera,
los Piers propusieron un sistema para
abordar el problema, resolver la crisis y
responder a la pregunta para ambas mujeres:
"¿Qué voy a…?"
La estrategia y el
plan
inicial
Para comenzar, se determinó que existían,
ambos: un sentido de urgencia y una necesidad de ser sigilosos,
dictadas por las circunstancias.
Pero, para empezar, la señora Coppola y Elvira
debían asumir control de todos
los asuntos de la familia
nuclear. La madre como cabeza, Elvira como soporte moral.
Los "muchachos": Ansel, Pepe, las dos hembras y tres
maridos, serían ayudados a sostenerse, pero muy por debajo
del estilo habitual.
Un plan de austeridad quedaría en
efecto.
Todo parecería muy bien mientras se discutiera en
la oficina, pero cuando llegara el instante de ponerlo en
práctica, la Viuda no pudo.
Para la madre asumir el control no resultó ser
tarea fácil…
Se hizo aparente que se necesitarían muchos
cambios por parte de la Viuda y Elvira si es que tomarían
el timón del velero a la deriva. Ninguna de las dos
había acostumbrado a hacerse valer.
Hacerse valer — la contraseña
adoptada…
Pero, ¿cómo podía la Viuda hacerse
valer — respetar…? Si los varones no le
obedecían.
¿Cómo podía hacer que ellos le
hicieran caso, si ni siquiera la escuchaban?
¿Cómo cambiar de actitud,
dejando de ser la madre que a todos respondía con
cariño desprendido?
¿Cómo imponer su voluntad, por el
bienestar colectivo?
El hiato
veraniego
Los Piers y las Coppolas resolvieron esperar hasta
después del verano para reunirse de nuevo. No se
verían desde junio hasta septiembre.
En septiembre, la Viuda había concluido que lo
que ella necesitaba era un equipo de expertos financieros, que la
asistirían en el desarrollo de
los asuntos de negocios — asimismo decidió hacerse
abogada, para poder lidiar
más eficazmente con la creciente montaña de
argumentos legales que por todos lados surgieran. Pero, todo esto
costaba dinero y la removería del hogar — ausencia que
sería imprudente dadas las circunstancias.
De vuelta en
Chicago
Esta vez se reunieron en un café
griego Good Times, que queda en el primer piso del
edificio donde está el Instituto.
Piers no estaba de acuerdo con la idea de que la Viuda
estudiara derecho ni que buscara consejeros de negocios.
Claramente para él, esta sería una estrategia de
posponer acción,
algo que la señora acostumbrara. Así lo
expresó.
Tomó la oportunidad para explicarle que ella
temía ser "odiada" por sus hijos si les privaba de su
estilo de vida
displicente, exhortándola a que resolviera en la terapia
los obstáculos neuróticos que obstruían su
paso. Que, además la tornaban indecisa y que
oscurecían su juicio.
Ella tenía que asumir la dirección de una familia disoluta y en
estado de
caos, o la familia sucumbiría.
Iba a ser duro… muy duro. Pero, era la
única solución viable y posible. La Viuda y nadie
más deberían asumir el control. Era cierto que
Elvira proveía soporte moral, pero algo más era
necesario o el tropel de aspirantes a la fortuna que se preparaba
para atacar, se tragaría a toda la
familia…
"¡Más tiempo…
más tiempo!" "¡Lo que deseo es más
tiempo!"… dijo la Viuda cuando se lanzara precipitosamente
a la calle llorando. Elvira se disculpó y juntas caminaron
al hotel donde se alojaban, seis
cuadras al norte.
El mundo, visto por Ansel
Al siguiente día se reunieron de nuevo, esta vez
en la oficina del analista.
"Francamente (dijo Piers) el asunto es muy
difícil para mí. No nos vemos con la frecuencia que
la situación requiere y las cosas cambian muy
rápidamente. Además, yo puedo opinar en lo que
creo que sea la respuesta más adecuada en
cualquier situación dada. Pero eso no significa que,
basado en los conocimientos escasos que me ofrecen, que lo que yo
sugiero sea lo acertado".
Obviamente lo que complicaba todo era que nadie estaba
en control y que la Viuda había adoptado una
posición de laissez-faire.
Interludio
Evidentemente, la tarea de la Viuda y Elvira era ardua.
Cuando yo examiné el caso, años más tarde,
en oportunidad cuando se requirieran mis servicios.
Vislumbré claramente que factores muy poderosos impactaban
en su resolución. Los de mayor importancia fueron
estos:
- La necesidad de controlar el dinero
- La necesidad de crear nuevas fuentes de
ingresos - Disminuir el número de dependientes en el
fondo común, haciendo que todos se soportasen a
sí mismos y a sus familias - Contestar (guiados por la Viuda y Elvira) la
pregunta: lo que van a hacer con el resto de sus vidas —
haciéndose valer
Procederemos de aquí en adelante como
hiciéramos en el Caso Difícil No. 33 que antes
consideráramos.
Nuestra tarea
didáctica para hoy
Para esta lección, continuación de el Caso
Difícil Número 33 (CD-33),
nuestro objetivo
será hacer un análisis, con la clase, de los
nuevos problemas que
la madre tiene que, con la ayuda de Elvira, confrontar, asistidas
por los Piers. Dejando, de nuevo, a nuestros alumnos de la
UD la tarea de formular un nuevo programa de
acción a favor de esta buena mujer.
Los
factores:
- La señora Coppola.
Indecisa, sin soporte y con temor a sus hijos, quienes
además son, herederos legítimos de la mitad de lo
que el marido dejara. - Mujer joven aún y con
deseos de lograr cosas en su vida, de antes prohibidas, pero
temiendo a la vez el decir de sus
descendientes. - Ansel. Perdiendo dinero en las
mesas del juego y sin
aceptar responsabilidad por ganarse la
vida. - Pepe. Encontraba en la
compañía de su grupo de
bohemios suficiente aliciente para no trabajar. Ahora
había cambiado carrera, decidiendo hacerse ingeniero
civil. - Las tres hembras. Casadas, y
con familias, pero, cuyos esposos no entendían que fuera
requerido de ellos que produjeran un ingreso monetario para
soportarlas a ellas y a sí mismos. - Elvira, que empezaba terapia de
nuevo, por una recaída de su disorexia, su propia hija
mayor dando indicaciones de tener problemas.
Los objetivos son
los mismos:
- Dónde empezar el proceso
psicológico y social, para que la madre forje alianzas
intrafamiliares confiables y sólidas. - Cómo lograr que la señora Coppola se
ubique en una posición de autoridad en
la familia que sigue sin poder gobernar. - ¿Quién se hace cargo de los negocios?
— No el gerente contrariado que la aconsejó
vender. - Cómo controlar sus finanzas.
- Cómo hacer que todos colaboren por el
bienestar colectivo. - Qué va a hacer con el resto de su vida, la
señora, Viuda Coppola.
En
resumen
Para mejor entender la situación en que la Viuda
y Elvira se encontraban sería necesario
desenmarañar las resistencias a
cambiar que a todos afectaba como una enfermedad
maligna.
Todos. Los "muchachos" y quienes no lo fueran estaban
arriesgando una fortuna y un estilo de vida lleno de ventajas y
de privilegios económicos y sociales. Increíble
pero cierto, todos temían lo que el futuro reservaba, sin
embargo, nada los movía.
¿Por qué?
Ya veremos… manténgase en
sintonía.
La conclusión está contenida en los casos
que constituyen esta serie de lecciones…
Dr. Félix E. F. Larocca
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