Constitución, Carácter y Destino: Una
Síntesis
En toda la historia, y hasta el siglo
XIX, el espíritu religioso era la única
razón que justificaba actos de terror. La razón
parece que sea muy simple: la religión le
proporciona a los que la siguen devotamente, una
definición inequívoca del mal y una promesa de una
mejor vida en el más allá.
Consecuentemente, si uno cree que el mal está
íntimamente encarnado en las creencias contrarias a las
nuestras y que se expresa por medio de costumbres inaceptables
para nuestra fe; entonces, es el deber del verdadero devoto
combatir esa creencia para la glorificación de ese mismo
Dios. Y, si se vive en la compañía de gentes con
persuasiones idénticas, combatir ese mal puede requerir la
comisión de actos de violencia y
aún de auto-inmolación.
Los Thuggees, una casta Hindú, durante los
cientos de años de su existencia, puede que hayan
exterminado, por medio de la estrangulación lenta, a
más de un millón de personas como ceremonia
propiciatoria a la diosa Kali. Los Thugs, lo hacían
sin objetivo
político ulterior y, cuando eran capturados, esperaban
ansiosos ser ejecutados para así entrar más
rápidamente al paraíso esperado.
En el mundo musulmán, una forma particular de
terrorismo, el
asesinato, solo ha existido desde un poco después de
la muerte del
profeta Mahoma. Tres de sus sucesores inmediatos murieron
apuñaleados. La palabra "asesino" tuvo su origen en un
grupo fundado
por Hasan Ibn al-Sabbah, cuyos prosélitos, comenzando en
el siglo XI, diseminaron terror por todo el mundo mahometano;
hasta que ellos mismos fueran exterminados doscientos años
después. Los objetivos de
sus ataques eran combatir las creencias de otras sectas
musulmanas contrarias a las de ellos.
Los Asesinos fueron tal vez el primer grupo terrorista
en dos sentidos. Ellos no procuraban el simple cambio de
gobernantes, sino que ellos aspiraban el reemplazo de un sistema social y
religioso corrupto, el sunita, por el ideal, el chiíta.
Además, los Asesinos atacaban exclusivamente usando las
dagas. De modo que su captura, tortura y ejecución eran
inevitables. El ajusticiamiento de ellos, constituía un
acto de misericordia, y como el famoso antropólogo Bernard
Lewis lo expresa, sobrevivir la misión se
consideraba vergonzoso. (La obra para consultar: The
Assassins: A Radical Sect in Islam por B. Lewis).
En tiempos recientes, asesinos han eliminado los
presidentes de Siria y de Sri Lanka; dos primer ministros, uno de
Irán y otro de la India; los
presidentes de Adén, Afganistán y Yemen del Sur; el
presidente electo del Líbano y el presidente de Egipto;
amén de numerosos jueces y líderes
políticos.
La violencia inspirada por la religión no ha sido
confinada al mundo de Islam. Los
anti-abortistas de los Estados Unidos,
matan sin piedad a los doctores y enfermeras que los proporcionan
a sus pacientes— lo que hacen en el nombre de Dios. David
Koresh y Jim Jones contribuyeron al sacrificio de sus seguidores
por las mismas razones. Y por todas partes del mundo, la matanza
religiosa continúa sin abatir. Como Blas Pascal lo
expresara: "el hombre
nunca hace tanto daño,
ni lo hace tan felizmente, como cuando lo hace por convicciones
religiosas". (Léase aquí: Pensées por
B. Pascal).
Examinemos, en breve, la historia de una de las organizaciones
que operara una red terrorista bien
organizada, legítima y, en las palabras y convicciones de
sus proponentes, que recibiera sanción directa proveniente
de Dios.
Aquí me refiero a la Inquisición
Católica fundada por el Santo Patrono de la
República Dominicana, Santo Domingo de Guzmán, cuya
capital
asimismo fue bautizada en su honor.
Auto da fe. Presidido por Domingo
de Guzmán (1170-1221).
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