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La independencia personal madura: de la influencia y control, ejercido en nosotros, por nuestros gobernantes (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

La historieta de
hoy: La parábola de la vaca

Tres hombres viajan por tren de Inglaterra a
Escocia. Esta última es, como sabemos, tierra de
origen de la economía y de los
economistas. De entre los viandantes, uno es un economista, uno
es un lógico y el otro es un matemático.

El tren había cruzado la frontera
entrando a Escocia, cuando se ve en los prados una vaca
marrón paciendo paralela al tren.

El economista dice. "Miren, las vacas en Escocia son
marrones".

El lógico dice. "No… Hay vacas en Escocia,
entre las cuales, por lo menos hay una que es
marrón".

Y el matemático dice. "No… Hay por lo
menos una vaca en Escocia en la cual un lado parece ser
marrón".

Es simple, dice la historia, porque como los
economistas no son científicos ni saben nada de
la ciencia, no
pueden entender los problemas
más sencillos, por ello se les considera, profesionales
marginales.

¿Qué saben los economistas que los
alquimistas no conocen?

Nada…

¿De dónde adquieren, entonces, el derecho
de discutir los impuestos que van
a meternos, antes de que nos digan cómo (antes de
gravarnos con más cargas), van a recuperar los dineros mal
habidos que flotan en la atmósfera que
nuestros banqueros, políticos, militares, curas y que los
economistas mismos crearan?

Dicen los políticos y los de la Liga Municipal:
"Esos temas no se tocan…"

¿Cómo es que los políticos,
desquiciados, se atreven a discutir entre ellos los "beneficios"
que nuestros "genios" financieros sugirieran para los "pobres",
sin pensar, primero, en someter a la justicia a los
miles de funcionarios venales a quienes se debe la pobreza
esplendorosa de que hoy disfrutamos…

¿Disfrutamos?

Nosotros no vemos ningún cambio
discernible entre los planes de este gobierno y el de
los gobiernos anteriores, más allá del mesmerismo
de las masas. Ofreciéndole al hombre de la
calle, espectáculos deportivos que no llevan comida a la
mesa de nadie — a menos que no sean a los que construyen los
mismos circos para atletas y metros para sus secuaces.

El pobre, de origen dominicano, es un pobre que ha sido
víctima de un prejuicio que
se origina en los círculos más altos de la sociedad y del
consorcio político/militar/religioso que lo
pisotea.

"Héroe" dominicano, escapando las
medidas económicas de nuestros
gobiernos…

El pobre dominicano es un ser castrado por
administraciones paternalistas, caudillistas, machistas e
injustas, aunque tantos de los machos y guapos que aun nos
gobiernan parecen tener problemas de identidad
psicosexual.

Así es la vida. Muchos machos; machos
genuinos, no lo son.

Lean a Freud

Lean, lean algo, pero,
lean…

Es que es un hecho: La homosexualidad
latente existe, y el pánico
homosexual es una realidad. Dino lo sabe y lo sabe muy
bien.

El pobre dominicano, como el ser humilde por todas
partes, es un ser muy conveniente para explotarlo de maneras y de
modos creativos.

Aquí se derrochan dineros en exceso, montando
conferencias ridículas para "encontrar remedio a la
pobreza". En
otras palabras, gastemos dinero para
que quienes preparan el evento hagan unos pesitos.

Aquí tenemos el museo del niño —
debiéramos tener, asimismo, museos del pobre. Para que la
gente los conozca, se tome fotos con ellos y
le tiren comida en sus jaulas.

El lobo y Caperucita…

Para el político, como el lobo, en el cuento de
Caperucita Roja, el pueblo tiene su destino asegurado en la
frase: "Los dientes son para comerte mejor…"

Como pueblo prejuiciado y racista que es, el pueblo
dominicano tuvo el arranque genético y dinámico de
su padecer en manos de sus gobernantes
fatídicos.

Todo comenzó con los prejuicios que existen para
poner una distancia vigorosa entre el haitiano aborrecido y el,
mal llamado, "indio" autóctono.

He aquí un ejemplo de la distorsión,
resultante, a la que me refiero.

Una funcionaria pública en La Romana, de piel color de la
noche, como decía equivocadamente, Peña
Gómez, que su propia piel así lo fuera — La
analogía era insensata, porque la oscuridad nocturna no es
color, sino la ausencia de luz.

Pero, los políticos no son físicos, ni los
economistas científicos.

Bueno, para nuestros fines, la señora en
cuestión era — ¿qué más? — color
de la noche.

Cuando nos decía a nosotros y a los
huérfanos del hogar donde hacíamos labor
voluntaria: "Mi papá me enseñaba que el negro es
comida de puerco y que, además, en el negro no se puede
confiar. Por eso, yo nunca votaría, ni tendría nada
que ver con un prieto".

Los flacos que nos gobiernan

¿Paranoia, verdad?

Los políticos nuestros prosperan en esa
atmósfera de vidrios tintos negros en sus vehículos
de lujo, desde donde nos escrutan con desprecio y a través
de los cuales no los podemos mirar.

¿Pero quién desprecia a
quién… si nosotros, asimismo sabemos quiénes
son ellos mismos?

La razón por la que existen tantas distorsiones,
se encuentra en la falta apabullante de sentimientos de orgullo
que existe en nuestro medio.

Las distorsiones son mecanismos psicológicos de
defensa.

El pueblo dominicano ha adoptado una postura depresiva y
paranoica a la vez.

Vive desanimado y no confía en sus
líderes.

Tradúzcalo bien: no confía en ustedes, los
políticos del gobierno.

El dominicano, puede ser poco educado, gracias a todos
los regímenes que nos impusieran el desayuno escolar, pero
lo que no es, es bruto.

El dominicano no ha dejado de creer en Dios, ni se aleja
de Su presencia. El dominicano se acerca a su Dios, pero
lo hace, desde perspectivas nuevas y más promisorias que
las de antes conocidas — aunque sean más humildes y
menos ostentosas.

Pero, no es de consecuencia, Jesús no viajaba en
carros Volvos lujosos y no vivía en mansiones en la
montaña. Jesucristo era pobre — lo que los curas nunca
han sido o serán…

¿Verdad?

El dominicano pobre se afilia más y más
con la humildad profesada por los ministros de las sectas
protestantes, compartiendo con ellos las dificultades de tener
que vivir en la miseria y de tener que criar sus propios
hijos.

Porque, "los padres" — nuestros vicarios — no
tienen hijos — no hijos que sean legítimos — de
todos modos, si los tienen, juran que no los
tienen…

El dominicano resiente la opulencia vanidosa de un clero
que la justifica diciendo que es, "porque aquí llegamos
primero".

En otras palabras, la evangelización de este
continente ¿le autoriza derecho feudal a la Iglesia
Católica? — no es verdad.

Los héroes de la conquista
El cura está detrás, donde no hay peligros de
muerte

El Concordato, firmado por Trujillo lo autoriza. Como lo
autorizaran los concordatos de conveniencia política, que
Pío XII firmara con otros dictadores durante la Segunda Guerra
Mundial.

"Hitler’s Pope: The Secret History of Pius
XII
" — buen libro

Ya podemos apreciar que cuando los prejuicios se ponen
en el tapete, las víctimas de las torturas de los
gobiernos, y de sus cómplices, como han sido los judíos,
muy pronto se recuerdan.

Eso no es bueno, el juicio de la historia, no
perdona.

El dominicano no necesita que se construyan más
iglesias ni más estadios.

Aplauso…

Lo que se necesita el dominicano; son escuelas, maestros
competentes, iluminación adecuada y confiable, agua potable,
condiciones de salubridad, higiene, alimentación
idónea, hospitales y el retorno de tantos cuartos
derrochados por los políticos, y sus secuaces, los
economistas venales.

El dominicano necesita trabajo, no
"botellas" (sinecuras en la vernácula local) en la
nómina
del gobierno, para garantizar reelecciones.

El dominicano necesita un sentimiento de ser importante
y de ser digno.

Sentimiento éste que el dominicano no adquiere ni
en las iglesias ni en el lugar donde trabaja, ya que el obrero
aquí se explota de modo sistemático, por medio de
un sinnúmero de subterfugios ingeniosos que le niegan el
derecho a ser "fijos". (Véase mi ponencia: La
Remuneración Justa
).

¿Qué hace el gobierno, por su parte?
Ignorar las prácticas nefandas y volver las espaldas a las
víctimas de las mismas.

Ignoran, ¿a quién? — ignoran al
pueblo.

También los que gobiernan, asesorados por
economistas incapaces y pagos en exceso, prometen más
impuestos, combustibles más caros, y doblarnos el
sueldo, sin contar con el dinero para
pagarlos.

En fin mintiéndonos como si fuéramos
tontos.

Por esa razón no creemos en ninguno de los
políticos y por la misma razón, de ellos se espera
solamente perfidia.

El dominicano es un pueblo prejuiciado y
paranoico.

¿Verdad que sí?

Quizás, en este gobierno, en lugar de adoptar el
uso científico de los grupos de soporte
mutuo, a los que tanto aludiéramos, lo que se necesita son
psicoanalistas de la estirpe de Melanie Klein para aliviar los
sentimientos del pueblo.

Melanie Klein. Del griego, negro.

Coincidencia.

Lo que necesitamos es que, los gobernantes,
todos, se jubilen, o se sometan a la justicia, pero que
nos dejen solos.

Como país estamos hastiados de gobiernos enfermos
y de gobernantes corruptos.

Adiós, a todos…

¡Feliz 16 de agosto, Día de la
Restauración!

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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