- Hablemos del llamado "juego
sexual" — Juego éste, que, como pasatiempo, puede ser
arriesgado - ¿Qué nos impide
disfrutar del juego sexual? - Factores que
inhiben o bloquean el deseo - Tres conceptos
importantes que debemos recordar - En
resumen - Sexualidad y
nuestras hormonas
Cuando, a veces, escuchamos a
nuestros pacientes, oímos que hablan el lenguaje
callejero del amor y de las
relaciones entre los sexos. Hoy no existe nada que sea
tabú ni conocimiento
que sea sagrado — especialmente para una juventud
hedonista. Todo se discute y se comenta sin que sea sujeto al
escrutinio del "censor moral" en la
mente de casi nadie.
Tenemos el deber de educar a nuestros oyentes,
especialmente a las hembras, siempre las más vulnerables
por razones obvias.
Hablemos del
llamado "juego sexual"
— Juego éste, que, como pasatiempo, puede ser
arriesgado
¿De qué hablamos exactamente cuando nos
referimos al "juego sexual?" Al igual que en cualquier acto
voluntario que busca la diversión, cada paso del juego
sexual es un juego en sí, desde que se inicia hasta que se
termina.
Cada etapa tiene su propósito, y se vive y
disfruta sin que ninguna parte sea considerada más o menos
o importante. Así es como entendemos el juego
sexual.
En la vernácula local, un "relajito", un piropo,
una observación picante o sugestiva, un beso
furtivo, un abrazo apretadito, una reflexión
íntima, unas caricias que supuestamente no lo son, una
invitación taimada… y tantas maneras de encontrar el
placer son en sí "juegos
sexuales".
Como en todo, los expertos lo categorizan
todo…
De manera errónea las prácticas sexuales
se han dividido en completas y preliminares. La importancia de
las primeras frente a la desvalorización de las segundas
no hace sino que perdamos el goce del juego en pro de una meta
que puede o no llegar, y que puede o no ser deseada.
Lo llamamos juego sexual porque implica cierta
relación o vínculo. El adulto decide ceder terreno
a la parte más sincera y menos condicionada por su
madurez, esto es a su parte más infantil. Se trata de
despojarse de prejuicios, estar ajeno a tabúes y mitos
limitantes y prohibitivos. Para entonces llegar a este juego por
el placer de jugar — dando rienda suelta a la curiosidad, la
exploración, la fantasía y la pasión. Se
trata aquí de aprender de uno mismo, de conocerse
más y desarrollar las potencialidades de un encuentro
interpersonal e íntimo donde se hacen presentes la
cooperación y el gozo.
Se abandona la condición de persona cultivada
y la máscara obligada que exige aparentar, controlar y, en
definitiva, a conocer — dejando en que en su lugar despliegue
la
personalidad más pueril.
El poder y la
prepotencia aquí no nos sirven, ya que el placer implica
libertad,
concedérsela a uno mismo y procurársela al otro.
Provocar risa y alejar la seriedad. Se trata de jugar,
sabiendo que la satisfacción del juego no dependerá
del amor ni de la habilidad, sino de permitirse uno un código
que se aleje del autocontrol. Eso entraña cierta
madurez.
¿Qué nos impide disfrutar del juego
sexual?
Ser un buen jugador dependerá de nuestra actitud ante
la vida. Deriva del código de comunicación con el que nos desenvolvemos
en las relaciones y ante las situaciones. Una actitud positiva al
placer y una comunicación abierta, serena y de encuentro,
nos alejará de la competitividad
y hará ridículas las comparaciones.
La seguridad y la
autoestima son
los resortes seguros que abren
la puerta del deseo. Admitir el deseo y querer aprender a gozar
es una opción consciente y educable a cualquier edad,
sólo se necesita libertad y madurez para poder
desarrollarla.
La satisfacción sexual no viene, entonces, de la
mano de un manual de
posturas, roces o caricias más o menos habilidosas, como
pretenden enseñarnos las revistas que encontramos en los
salones de belleza. Todo esto que ocurre, es materia de
módulos instintivos que viene después y que no
tendría ningún efecto si no tenemos bien claro que
nuestra capacidad de placer, o en otras palabras, nuestra
sexualidad, es
un ideal que empieza por aceptarnos, respetarnos y amarnos a
nosotros mismos, y que sigue por querer aprender a gozar y a
hacer gozar al que sea nuestra pareja. Sin prisas, sin retos y a
nuestro ritmo natural.
Relajando…
Página siguiente |