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Cómo hacer más natural el acto sexual (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

Factores que
inhiben o bloquean el deseo

Masters y Johnson en Saint Louis nos comunicaron los
siguientes conocimientos prácticos para el entendimiento
de las inhibiciones al acto sexual:

Primero son, los sentimientos de culpa

Éstos se generan cuando se quiere experimentar
con el placer pero surgen contradicciones con los valores
interiorizados y por los mismos que vivimos. El placer, en
estos casos, está asociado al egoísmo, a la falta
de principios
éticos y a la frivolidad. El código moral, que a
muchos gobierna, a veces aparece contrapuesto al deber y a la
rectitud con la que se supone que ellos deben de funcionar en
la vida. Este deber exige a las mujeres la necesidad de no
mezclar el amor con
el placer, mantenerse en un papel pasivo y ser el "objeto de
deseo", y a los hombres un papel activo, deseante y responsable
de que la mujer
goce en la relación. En él se asientan
también los pudores y vergüenzas que coartan y
frenan necesidades y deseos en el encuentro sexual.

Estas actitudes
son una receta infalible para el fallo de toda relación
íntima entre seres que debieran poder ser
amantes.

Después viene, la baja autoestima

Cuando hay un escaso conocimiento
personal, tanto
corporal como de los valores por
los que algunos se mueven; cuando poco se entiende de
cómo vibran las diferentes partes del cuerpo y
cómo éste quiere en cada momento sentir, se
conduce hacia la baja autoestima,
por confusión residual. El escaso autoconocimiento
afectará el propio auto concepto, y
éste incidirá directamente sobre la confianza y
seguridad
propias, quebrándoles de tal manera que hace que uno se
torne dependiente de quien diga que nos quiere. Se pasa
entonces a primar y priorizar las necesidades y los deseos de
ese otro, aún a costa de no atender a los propios. Una
relación basada en la dependencia está lejos de
un principio tan básico como es compartir las
experiencias, y es desde éste desde donde se fundamenta
el placer. Muchas jóvenes inocentes caen víctimas
de lo último descrito. Por ello, hay que tenerlo en
mente.

Siguen, los diferentes
tabúes y prejuicios

El placer no es sucio ni pecaminoso. No hay nada
prohibido entre personas que responsable y maduramente quieran
compartirlo. Si saben cuándo lo hacen, lo que hacen, lo
que quieren y, por qué lo quieren.

Ahora encontraremos, los miedos interiorizados

Al buscar el placer aparecen como fantasmas
los resultados negativos, la posibilidad del embarazo o
las enfermedades de
transmisión sexual. A éstos se unen
también el miedo a no dar la talla o a fallar y, por
tanto, a exponerse al rechazo.

O puede ser, la falta de tiempo

Amar, mimar, compartir, no es posible si no disponemos
y dedicamos tiempo a ello y lo hacemos como una más de
las prioridades que nos marcamos en la vida. Porque cuando
llega el tiempo hay que hacerlo.

Entonces son, los enfados y conflictos

En esos momentos nos cerramos al contacto
físico, en ocasiones como castigo a la otra persona. Esto
es consecuencia de que manejamos mal los enfados. Los
conflictos se resuelven con una comunicación verbal abierta, positiva y
empática. Una caricia, un gesto físico de
acercamiento ayudan y propician en la fluidez de esa
comunicación.

Siempre recordemos el estrés

Hay que ser conscientes de que éste es uno de
los grandes enemigos del placer y de todo equilibrio
emocional, que nos hace desembocar en la inapetencia y la
apatía sexual.

Para muchos son los medicamentos

Determinados ansiolíticos, antidepresivos o
fármacos para tratamientos de hipertensión arterial o la depresión pueden incidir en la falta de
deseo, o en la falta de respuesta. Reconocer este factor es
crucial para el bienestar de parejas.

Finalmente, la falta de comunicación

Cuando hablamos de comunicación no hablamos de
trasmitir mucha o poca información, sino de decirnos, de
comunicar lo que queremos, lo que nos gusta, lo que nos molesta
o duele, lo que nos hace, o no nos hace felices. Decirnos es
compartir intimidad, participarnos nuestra vulnerabilidad.
Sentir, que va mucho más lejos que el encuentro
físico entre parejas. Por ello hablamos de madurez. No
podemos amar a todas las personas que encontramos
atractivas.

Tres conceptos
importantes que debemos recordar

Necesidad de conocimiento corporal

  • Qué y cómo quiere nuestro
    cuerpo
  • Qué y cómo siente
  • Ponerle lenguaje a
    sus distintas partes y hablar de ellas, en la soledad de
    nuestros pensamientos, al igual que lo hacemos de
    otras.

Revisión de nuestra actitud hacia
el placer

  • No es sucio
  • No hay nada prohibido entre dos personas maduras y
    conscientes que responsablemente quieren compartirse, sin
    hacerse y sin hacer daño
    a otros
  • Lo deseamos, como todos lo desean, pero respetaremos
    el código en el queremos movernos para vivir — lo
    ético/moral es de importancia crucial para todo lo que
    hagamos de índole personal.

Revisión de nuestro concepto del
placer

  • El gusto requiere madurez. Un niño estimulado
    sexualmente no tiene la capacidad para manejar sus sensaciones
    eróticas — lo que lo confunde y lo frustra
  • Descubrir los límites
    del placer propio y el que otorgamos, pero nunca, libremente a
    quienes lo piden de nosotros
  • Disfrutar de cada situación y momento, sin
    sacrificarnos a la voluntad y a las salacidades de nadie
    más
  • La comunicación positiva y abierta como
    monitor al
    placer — tenemos que establecer límites:
    ¡Siempre!
  • Apasionarnos con nuestra vida y defender nuestro
    cuerpo y nuestra moralidad a
    la vez.

En
resumen

El "juego sexual"
no es juego. Es como el comer por gusto, que como pasatiempo,
tampoco es jugar; a menos que lo que se juegue sea con la
salud — El
juego sexual, solamente existe en la mentalidad hedonista de
quienes viven sin propósito sus vidas de relaciones
físicas, sin sentido moral o espiritual.

En la vida, realmente, no hay juegos
mucho menos, juegos sexuales. Toda cultura humana
consideró el sexo una
iniciación importante con repercusiones sociales y
psicológicas. No algo que se descargaba al azar y sin
pensarlo.

Para quienes nos exhortan diciéndonos: "Hazlo,
porque es bueno" — debemos preguntar: "Bueno, sí…
pero bueno: ¿para quién? — ¿para ti o para
mí?"

Bibliografía

Suministrada por solicitud

Sexualidad y
nuestras hormonas

Dr. Félix E. F. Larocca

Desde antiguo es conocida la frase: "El mundo entra por
los ojos" — aunque la neurociencia nos enseña que entra
asimismo por la nariz y por los otros sentidos.
Ahora bien, siendo la vista el sentido más importante para
nuestra especie, tiene un aliado poderoso, la imaginación.
En ella residen representaciones que en determinados momentos son
puestas en marcha y hacen viajar nuestras mentes por mares
insospechados.

Una mujer
semi-vestida es mucho más intrigante que una desnuda. Y lo
es, porque al tener cubierto parte de la totalidad de su cuerpo,
necesita que el hombre
imagine, descubra, e invente lo que no ve. Hay en esa
operación un ejercicio mental muy peculiar.

Los sentidos

Todos los sentidos
están involucrados en las transacciones de las relaciones
humanas. En cuanto al tacto, coger la mano de la persona
cortejada al principio de una relación es una de las
emociones
más tiernas que existen. En ese contacto se engendra una
corriente afectiva y corporal intensa. Que naturalmente se asocia
a la mirada, al lenguaje, al silencio y a todo ese conjunto de
elementos que constituyen la
comunicación entre dos personas atraídas entre
ellas. Es importante que se comprenda que durante la adolescencia,
de modo instintivo, las feromonas hacen que todo contacto
físico y sensorial entre individuos jóvenes puede
ser estimulante en el sentido del sexo.

Las caricias, los mimos, las miradas furtivas, los
contactos "inocentes", las palabras sugestivas, el lenguaje
"secreto", todos van creando el clima necesario
para que la comunicación sexual alcance su desarrollo
evolutivo normal. Este facto no debe de ser ignorado, ya que
puede volverse incontenible.

En el acto sexual no sólo están presentes
los sentidos exteriores o interiores, sino lo que uno es y lo que
uno entiende por existencia personal/ética. Por
ello es que las posturas provocativas, el mirar juntos
películas eróticas y el vestido que exhibe
más de la cuenta, son delicados.

El baile y la
música

Toda época ha tenido sus costumbres
características para desinhibirse moralmente en esas
pantomimas lubricantes del acto sexual que conocemos como el
baile y la música. A medida que
los obstáculos en el comportamiento
sexual han disminuido con el transcurso de los años, por
medio del uso de danzas eróticas, todo ha cambiado. El
reggaetón, típica de nuestros días, con sus
posturas incitadoras, para muchas madres significa actividad
inmoral.

Las danzas sexuales no son exclusivas de nuestra
especie, sino que asimismo son típicas de muchas otras que
se amplifican desde los insectos, hasta las aves, los
peces y
anfibios. Las contorsiones del cuerpo son sugestivas del acto
sexual mismo, la exhibición de plumajes y de colores
llamativos, la emisión de sonidos, los cantos, los
poemas — y
donde se asocian la presencia de otras parejas haciendo lo mismo,
es donde precisamente el acto ensayado se puede desencadenar.
Pero, no olvidemos que este acto posee un fin predeterminado
genéticamente.

El preámbulo de todo lo
sexual

El acto sexual se inicia en la mirada apreciativa de
quienes se quieren conocer mejor. Esto es como una atención delicada y sutil a través
de la cual dos personas se miran, se observan, se detienen la una
en la otra. Se examinan. Decía Bill Masters (de Masters
& Johnson): "se desnudan mutuamente con los ojos". La
ternura, la palabra con doble sentido, el toque delicado, la
palmadita acompañada de la risa nerviosa, la
expresión de afectividad fina y delicada, el rubor, es
donde los modales muestran la mejor versión sentimental
que uno lleva dentro.

Esa promete ser la antesala desde donde parte el
encuentro de la pareja que culminará en una
relación final entre ellos.

No podemos ignorar que el cortejo para la mayoría
de las especies que entran en estro de modo periódico
es un acto estereotípico idéntico que viene
programado en los genes. En la nuestra es diferente porque,
aunque sea genético y programado, posee matices culturales
y éticos con profundas consecuencias en el ámbito
de las emociones.

El cortejo primordial
humano

El cortejo entre humanos comienza cuando dos personas
conectan entre ellas de modo subliminal. Ninguna puede explicar,
precisamente, por qué la otra le parece atractiva
— o cómo es que la otra le atrae — sólo sabe
que le atrae.

La atracción sigue con demostraciones de interés
que abarca lo físico y lo verbal: Los ojos que persiguen,
la sonrisa tímida, el rubor intenso, la pregunta por el
número de un celular o dónde la otra persona vive o
va al colegio.

Luego siguen los encuentros fortuitos y casuales,
seguidos por encuentros donde ambos han sido invitados, hasta que
deciden verse a solas.

Pero antes de que se llegue al campo de la ternura se
intercambian informaciones acerca de cosas de intimidad relativa,
la música o los bailes preferidos, qué les gusta
comer, qué leen y cosas por el estilo.

Luego vienen los regalos y las
invitaciones

Los regalos son planeados a ser artículos de
índole íntima/sensorial. Perfumes, música,
vestimentas o comida. Las invitaciones al cine, al disco
o lugares donde parejas se reúnen no son cosas que se
producen por coincidencia. Todo tiene un motivo. Todo está
programado.

La ternura

El principal elemento de la ternura son las caricias.
Que no son otra cosa que mimos aprendidos de la madre, gestos
ligeros y contactos comedidos que se mueven en torno a los
roces, al beso, primero lento y parsimonioso y después
apasionado y vibrante.

Las caricias y los besos se funden con las palabras. Se
inicia otro lenguaje, cobrando especial relieve la
superficie externa de la piel, pues su
estímulo amoroso es muy importante. La piel en toda su
extensión, y las mucosas, van a tener una dimensión
clave. A través del tacto se produce una progresiva
excitación, que en ocasiones puede ser muy
rápida.

Las zonas y las formas en que se van produciendo son tan
ricas y variadas que es imposible hacer un inventario de las
mismas. El hombre
psíquicamente sano expresa su amor dentro de
ese marco múltiple. Que se originan de las relaciones
básicas con una mamá amorosa.
La experiencia del
descubrimiento

En la geografía sexual del
cuerpo humano
existen muchas zonas erógenas que pueden despertar la
respuesta sexual al recibir un estímulo directo mediante
caricias, besos, roces y toques.

Las zonas erógenas varían de una persona a
otra, por lo que no se puede hacer de las mismas un juego
inconsecuente entre seres humanos. Muchos hombres sucumben a la
pornografía, algo que es poco común
entre mujeres. Las diferencias son importantes.

Las respuestas a la estimulación
erótico-táctil son distintas, asimismo, en el
hombre y en la mujer. Las mujeres necesitan más caricias
en el cuerpo para llegar a la excitación sexual y
normalmente son más sensibles a las sensaciones
dérmicas que los hombres. Los hombres son más
visuales en sus métodos.

Lo más importante que debemos aprender es que la
mujer necesita sentirse apreciada, deseada, preferida y querida
más que el hombre. El hombre necesita sentirse poderoso,
dominador e importante.

En resumen

Por pertenecer a uno de los instintos básicos con
que la Naturaleza nos
propiciara, el desarrollo de las relaciones amorosas entre los
seres humanos están programadas a nivel del
hipotálamo.

Lo que no está programado son las variaciones
individuales e infinitas en las respuestas emocionales y
físicas a las mismas.

Apéndice

En conclusión, y para hacer de este
artículo una expresión más didáctica de los lenguajes
simbólicos que utilizamos, las fotos que siguen
y sus capciones nos son de asistencia.

  • Danza sexual del pájaro bobo de patas azules,
    de las Islas Galápagos

  • Danza sexual de los habitantes de Dani en
    África

  • Nido del pájaro del paraíso en
    Bali

  • Posición provocativa/inocentona

  • Posición sugestiva

  • Coqueteo aparente

  • Coqueteo "inocente"

  • Coqueteo pudibundo

  • Tango argentino en el Tablado de Buenos
    Aires

  • Cantadora moderna de rock

  • Coqueteo vulgar

  • Coqueteo grosero

Es todo, por ahora…

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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