- Comida de pensar y comida
para pensar - Una buena
receta, por ahora - Las
grasas - El
"Efecto de Mozart" - Alma y
cuerpo - Monjas
corredoras - En
resumen
"Eres lo que comes…" — "Dime lo que comes, y
te diré quién eres…"
Buscando una justificación para este
título, escribimos a un colega español,
que, cosa extraña, reside en Barcelona, he aquí su
respuesta:
"Científicamente está comprobado que lo
quieres eso eres. Alguna vez te has preguntado ¿a
dónde van a parar los colorantes de las gaseosas, los
ácidos,
los anabólicos, los antibióticos, las hormonas, la
putrecina, la cadaverina, los carcinomas, los esteroides,
los antioxidantes,
los fermentos, los sulfitos, los sulfatos, la
radioactividad, que se encuentran depositados en las carnes
de los animales que se
consume a diario, en las gaseosas, en el café y
otros mal llamados alimentos?"
Bueeno…
Así van los proverbios que en esencia son verdad.
Todos sabemos los males que aguardan al niño antes de
nacer si su madre no se preocupa en tener una ingesta saludable
de alimento y bebida.
En esta lección hablaremos acerca de los métodos
disponibles que puestos en uso temprano pueden ayudarnos con
nuestra salud física y
emocional.
Comida de pensar y
comida para pensar
"Que tú eres lo que comes", es verdad, y es
así porque te afecta cerebro.
Entonces, ¿cuál es la mejor dieta para
nutrir este órgano?
El cerebro es el instrumento más glotón de
nuestro cuerpo. No sólo es glotón, sino que es un
hambrón con requerimientos dietarios muy
especiales.
Por la misma razón es que resulta fácil
entender por qué lo que comemos puede afectar el modo
cómo pensamos. Lo que no existe todavía es una
píldora, vitamina o una dieta que influya de modo
favorable las funciones del
encéfalo.
Porque, hay que recordar, que se necesita "una
píldora" para resolver nuestros problemas
trascendentes.
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