¿Es factible la existencia de sociedades
humanas sin que haya la disparidad de unos siendo gobernantes y
otros siendo gobernados? Los fundadores de la Ciencia
Política,
no creen que esto fuera posible. El filósofo Thomas
Hobbes
(1588-1679) lo expresó de esta manera: "Yo afirmo que
existe una inclinación general característica de la
humanidad, que consiste en el deseo constante e impaciente de
adquirir poder y
más poder, que sólo cesa con la
muerte".
Debido a esa ansia ingénita por el poder, Hobbes
concluyó que la vida — antes o después de la
constitución del estado — era
"una guerra del
hombre contra
el hombre —
solitaria, pobre, amarga, brutal y breve". Hobbes,
resucitó en su obra ficcional, la leyenda bíblica
del monstruo Leviatán, a quien, para sus fines,
representara como rey despótico y carente de responsabilidad hacia otros mortales. Monarca, que
en la manera de Hobbes pensar, sería necesario para
mantener la regla de la ley y del orden
entre sus facciosos compatriotas.
Ridi pagliacci…
Los sistemas modernos
de gobiernos democráticos prescinden, en su
mayoría, de los Leviatán hereditarios, pero
lo que éstos no han podido hacer es eliminar las
desigualdades contrastadas de riquezas e iniquidades, hechas
posibles por un sistema complejo
y eminentemente incapaz de administrar equitativamente la
justicia
criminal. Sin embargo, con más de 35,000 años
antepuestos de historia y de vida sin
reyes, reinas, primer ministros, presidentes, parlamentos,
gobernadores, síndicos municipales, alguaciles, jueces,
procurador generales, abogados, generales, almirantes,
cárceles e instituciones
penales… ¿Cómo se las arreglarían
nuestros antepasados, habitantes del pleistoceno, sin la
existencia de estos titulares para nosotros ubicuos?
La estructura de
existentes poblaciones pequeñas nos suministra algunas
respuestas. Con unas 50 personas por banda, ó de 150
personas por villa, todo el mundo conocía y conoce
íntimamente a todos los demás. Los habitantes de
estas comunidades viven con la expectación de que lo que
ellos con todos comparten les será por todos reciprocado.
El intercambio bilateral siendo el banco de los
pobres — es un regalo de la Naturaleza al
ser humano, asegurándose de que algunos entre
nosotros estarían imbuidos con un sentimiento de probidad
innata.
Los seres que aún viven en las escasas sociedades
primitivas que todavía existen, consideran este tipo de
generosidad mutua un hecho natural, y no algo que se debe de
apreciar como extraordinario. Nadie puede, en esas comunidades,
por el rito simple de la munificencia, ser considerado noble ya
que ésta es una calle de dos vías.
La igualdad
resulta como elemento del comportamiento
esencial humano que, siendo tan arraigado, sería
inalienable e incorruptible.
Eso era entonces…
Pero, ¿qué sucede si un espíritu
hiperactivo, turbado y egoísta — como aquí hemos
visto — decide decir a los habitantes del paleolítico lo
siguiente?:
"Esperen, de ahora en adelante, esta tierra y todo
lo que en ella está son mi propiedad
exclusiva. Yo les permitiré a todos el uso de la misma,
pero con la condición de que yo tendré la
primera selección
de lo que ustedes capturen, colecten, o cosechen". Siendo
absurdo, en ese entonces, los demás lo ignorarían
(creyendo que este hombre había enloquecido),
apartándose de él, moviéndose a una
distancia de unos kilómetros, desde donde
resumirían su modo igualitario de vida.
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